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'IGNORAR O DESDEÑAR', por Alex Grijelmo / 'EMPLEO DE LA NOSTALGIA', de Ángel González

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"... estas clonaciones producen fallos del sistema. Y, lo que es peor, arrasan en su depredación con opciones más ricas y precisas, que quedarán así ignoradas. Es decir, desoídas, despreciadas, desdeñadas, desatendidas, soslayadas, menospreciadas, marginadas, arrinconadas; olvidadas, en fin, en el mismo limbo donde parecen reposar las propuestas de regenerar el PP"
"... y sólo erguidos quedarán intactos todavía más brillantes ignorantes de sí esos gestos de amor... sin ver más nada..."



IGNORAR O DESDEÑAR
Un diario de Madrid titulaba en su portada del 12 de julio: “Rajoy ignora las propuestas para regenerar su partido”. El escaso contexto que aporta un titular así retrasa la comprensión del mensaje, porque “ignora” puede significar que Rajoy desconoce las propuestas, pero también que las desdeña o las desprecia. En latín ya existía ignorare,de donde sale nuestro verbo. Se formó sobre la raíz gno, extraída degnoscere (saber), a la que se añadirá el prefijo negativo i- para significar “no saber”. Sus mismos cromosomas los comparten “ignorancia”, “ignorante” o “ignoto”, que encierran también el concepto de “desconocer”. Y ese sentido tuvo “ignorar” desde los albores del idioma español. Sin embargo, algunas malas traducciones en la prensa y en los libros han tomado el inglés to ignore(“despreciar”, “desdeñar”, “hacer caso omiso”) como si equivaliese a “ignorar”, en un error semejante al de traducir table (mesa) por “tabla” o library (biblioteca) por “librería”.
En estos casos ya no se produce una formación o evolución genética de las palabras a partir de unos cromosomas (los que identificamos en “ignorar”, “ignoto”, “ignorante”...), sino una clonación del término de otro idioma para trasladarlo a la carcasa más parecida en español, sin reparar en que sus significados difieren.
Ese uso y abuso en los periódicos ha ocasionado que el Diccionarioacepte la acepción anglicada (desde la edición de 2001), pero las clonaciones acaban manifestando su intrusismo a medida que progresan en el lenguaje.
Veamos. Con “despreciar” relacionamos “desprecio”, “despecho” y “despreciativo”. Con “desdeñar” se relacionan el sustantivo “desdén” y el adjetivo “desdeñoso”, por ejemplo. Por tanto, el que desprecia es el despreciante o un despreciador. Y el que desdeña es un desdeñoso. Y si el que ignora es lógicamente un ignorante, ¿podemos deducir que Rajoy merece ese adjetivo, puesto que ignoró las propuestas? Más bien no.
Por otro lado, ese nuevo sentido de “ignorar” no funciona igual en todos los tiempos verbales. Leemos “Rajoy ignora las propuestas para regenerar su partido” y podemos dudar a primera vista entre las dos acepciones (desconocer o desdeñar). Pero con otro tiempo verbal (“Rajoy ignoraba las propuestas”, por ejemplo) habríamos decidido enseguida que las desconocía, no que las desatendiera.

Así pues, estas clonaciones producen fallos del sistema. Y, lo que es peor, arrasan en su depredación con opciones más ricas y precisas, que quedarán así ignoradas. Es decir, desoídas, despreciadas, desdeñadas, desatendidas, soslayadas, menospreciadas, marginadas, arrinconadas; olvidadas, en fin, en el mismo limbo donde parecen reposar las propuestas de regenerar el PP.
(Fuente: El País, 23-08-2015)

EMPLEO DE LA NOSTALGIA

Amo el campus
universitario,
sin cabras,
con muchachas
que pax
pacem
en latín,
que meriendan
pas pasa pan
con chocolate
en griego,
que saben lenguas vivas
y se dejan besar
en el crepúsculo
(también en las rodillas)
y usan
la cocacola como anticonceptivo.

Ah las flores marchitas de los libros de texto
finalizando el curso
deshojadas
cuando la primavera
se instala
en el culto jardín del rectorado
por manos todavía adolescentes
y roza con sus rosas
manchadas de bolígrafo y de tiza
el rostro ciego del poeta
transustanciándose en un olor agrio
a naranjas
Homero

o semen

Todo eso será un día
materia de recuerdo y de nostalgia.
Volverá, terca, la memoria
una vez y otra vez a estos parajes,
lo mismo que una abeja
da vueltas al perfume
de una flor ya arrancada:


inútilmente.

Pero esa luz no se extinguirá nunca:
llamas que aún no consumen
...ningún presentimiento
puede quebrar ]as risas
que iluminan
las rosas y ]os cuerpos
y cuando el llanto llegue
como un halo
los escombros
la descomposición
que los preserva entre las sombras
puros
no prevalecerán
serán más ruina
absortos en sí mismos
y sólo erguidos quedarán intactos
todavía más brillantes
ignorantes de sí
esos gestos de amor...
sin ver más nada.
Los sábados...

Las prostitutas madrugan mucho
para estar dispuestas...
Elena despertó a las dos y cinco,
abrió despacio las contraventanas
y el sol de invierno hirió sus ojos
enrojecidos. Apoyada
la frente en el cristal,
miró a la calle: niños con bufandas,
perros. Tres curas
paseaban.
En ese mismo instante,
Dora comenzaba
a ponerse las medias.
Las ligas le dejaban
una marca en los muslos ateridos.
Al encender la radio -«Aida:
marcha nupcial»-,
recordaba palabras
-«Dora, Dorita, te amo»-
a la vez que intentaba
reconstruir el rostro de aquel hombre
que se fue ayer -es decir, hoy- de madrugada,
y leía distraída una moneda:
«Veinticinco pesetas.» «...por la gracia
de Dios.»
(Y por la cama)
Eran las tres y diez cuando Conchita
se estiraba
la piel de las mejillas
frente al espejo. Bostezó. Miraba
su propio rostro con indiferencia.
Localizó tres canas
en la raíz oscura de su pelo
amarillo. Abrió luego una caja
de crema rosa, cuyo contenido
extendió en torno a su nariz. Bostezaba,
y aprovechó aquel gesto
indefinible para
comprobar el estado
de una muela careada
allá en el fondo de sus fauces secas,
inofensivas, turbias, algo hepáticas.
Por otra parte,
también se preparaba
la ciudad.
El tren de las catorce treinta y nueve
alteró el ritmo de las calles. Miradas
vacilantes, ojos
confusos, planteaban
imprecisas preguntas
que las bocas no osaban
formular.
En los cafés, entraban
y salían los hombres, movidos
por algo parecido a una esperanza.
Se decía que aún era temprano. Pero
a las cuatro, Dora comenzaba
a quitarse las medias -las ligas
dejaban una marca
en sus muslos.
Lentas, solemnes, eclesiásticas,
volaban de las torres
palomas y campanas.
Mientras
se bajaba la falda,
Conchita vio su cuerpo
-y otra sombra vagamoverse
en el espejo
de su alcoba. En las calles y plazas
palidecía la tarde de diciembre. Elena
cerró despacio las contraventanas.
Volver
Todos ustedes parecen felices...

...y sonríen, a veces, cuando hablan.
Y se dicen, incluso,
palabras
de amor. Pero
se aman
de dos en dos
para
odiar de mil
en mil. Y guardan
toneladas de asco
por cada
milímetro de dicha.
Y parecen —nada
más que parecen— felices,
y hablan
con el fin de ocultar esa amargura
inevitable, y cuántas
veces no lo consiguen, como
no puedo yo ocultarla
por más tiempo; esta
desesperante, estéril, larga
ciega desolación por cualquier cosa
que -hacia donde no sé-, lenta, me arrastra.








'ME DEBES 3.000 BOCATAS' (cortometraje)

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La clase que da esa profesora debería ser obligatoria en todos los institutos. Un audaz cortometraje especialmente recomendable. La relación que se establece entre el acoso escolar y la deuda ilegítima de países enteros sirve para explicar, de forma lúcida y original, cómo, para escapar del sometimiento, los más débiles, ya sean personas individuales o poblaciones enteras, deben unirse y decir no. 

"Una deuda es ilegítima si atenta contra nuestra dignidad.... Si una deuda es injusta o ilegítima es nuestro deber no pagarla..."




¿Las deudas siempre se deben pagar?

Una deuda no se debe pagar cuando atenta contra las personas. Si el pago de una deuda se antepone a la vida de las poblaciones, no pagar no es un derecho, es una obligación. Lo primero que nos debemos preguntar cuando hay una deuda es: si realmente es nuestra deuda... si realmente hemos sido nosotros los responsables de haberla contraído... ¿Quién tiene una deuda con quién? ¿Realmente somos las poblaciones las que nos hemos endeudado? O ¿ha sido otros que, con la excusa de la deuda, han ejercido su poder en beneficio propio? Tenemos que ser críticos y cuestionarnos la culpa ajena que nos quieren imponer. Una deuda es ilegítima cuando no se ha contraído en nuestro beneficio. Una deuda es ilegítima si atenta contra nuestra dignidad. Una deuda es ilegítima si se nos arrebata lo nuestro en beneficio de una minoría que tiene le poder. Si una deuda es injusta o ilegítima es nuestro deber no pagarla. Nadie le debe a nadie por el hecho de vivir... Sólo luchando tenemos futuro...

La deuda es un mecanismo de dominación que permite a los más fuertes controlar territorios y saquear la riqueza de los débiles con el mismo objetivo que las guerras y demás expresiones violentas...

La deudocracia es una tragedia global que provoca multitud de daños a las personas y al planeta...

¡No debemos! ¡No pagamos!




VER 'DEUDAS COMO PANES', DE JEZABEL GOUDINOFF Y JAVIER LECHÓN

("Te amenaza, te maltrata, te desprecia, te humilla, te infravalora, te explota, te ordena obediencia, te aísla, te empequeñece para sentirse superior, te hace creer que no eres nadie, que fracasarás… La deuda, como el bullying, es simple abuso de poder. Es el mecanismo que permite a los más fuertes de una comunidad mantener y ampliar su posición de dominio a costa de los más débiles. La deuda es el alimento de nuestras sociedades jerárquicas y desiguales. La gestión de la crisis de la deuda europea, y muy especialmente en el caso de Grecia, demuestra que las reacciones de los acreedores no son respuestas racionales que respondan a criterios económicos, sino a posicionamientos políticos de dominación...")


("... Es como si una persona robara dinero a otra y luego tuviera la osadía de prestarle el dinero robado (porque no había dinero disponible de ninguna otra fuente) a la persona robada, a unos intereses elevadísimos. El ladrón robaría dos veces a la persona robada. Esto es lo que la banca ha hecho.")






'WHEN ALL´S WELL', EVERYTHING BUT THE GIRL

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Recordando otras décadas, otras músicas que siguen por ahí

"No somos puros, no tenemos razón... entre tanta basura, entre tantas mentiras... pero cuando todo va bien...


Everuthing But the Girl
When all's well
My love is like cathedral bells"


LETRA:

We are not true
We are not pure
We are not right

O but still I'll steal to you at night
Too selfish by half
Too ugly by far
But when your songs have been sung, come to me
Rumours are rife
And winter blows cold
Reminds me of such wretched times
And yet all the same
I will never deign
To think ill of you
When all's well
My love is like cathedral bells

Amongst all the dross
The lies and the grief
There are so many things you just wouldn't believe
But amongst all the dross
The lies and the grief
When all's well
My love is like cathedral bells








'FINAL DEL VERANO', de Andrés Trapiello / 'EL FIN DEL VERANO', DANZA INVISIBLE

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"... los últimos
en partir se olvidaron de cerrar
la puerta de los campos,
y ruedan por el suelo, como papeles rotos
en un final de fiesta, desoladas
hojas secas y abrojos..."

"... el fin del verano es triste
y ahora aún soy joven"

Van Gogh atrapa los colores del final del verano


FINAL DEL VERANO

Hubo primero extremos movimientos
de tropas en el cielo. 
Legiones apretadas de vencejos
y ansiosas golondrinas parecían,
entre gritos de júbilo, estar
preparando su anábasis.
De ayer a hoy el aire
se vació de vuelos. Qué extraña
su partida. El silencio que han dejado
cubre los negros árboles y montes
como cubren de sábanas los muebles,
fantasmales y blancas, de un palacio.
Incluso se diría que los últimos
en partir se olvidaron de cerrar
la puerta de los campos,
y ruedan por el suelo, como papeles rotos
en un final de fiesta, desoladas
hojas secas y abrojos.
Siguen sin cosechar algunas uvas
maduras en la parra y el perfume
opulento del nardo
se pierde entre las zarzas. Lo llamamos 
otoño. Alguien aquí
tenía que quedarse y rendir cuentas
de momentos tan frágiles,
alguien también que cuando llegue el día
de salir al encuentro del invierno
y rendirle la plaza de la vida,
le diga con voz firme:
“Nada de cuanto vengas a llevarte
es en verdad valioso;
la alegría la dimos a los pájaros,
y está a salvo”.

(Fuente: Hemeroflexia. Almanaque de Andrés Trapiello, hemeroflexia.blogspot.com)


'EL FIN DEL VERANO', DANZA INVISIBLE




LETRA:

El fin, el fin del verano.
El fin, el fin del verano.

El fin del verano siempre es triste,
aunque entre las mantas pueda hablar de amor
del cielo beige al cielo gris oler castañas
y entre el humo anhelar el calor.

Pero el fin del verano es triste,
aun cuando sabemos que todo es un ciclo
y llegará el día en que sudando
desearemos otra vez el frío enero.

El fin, el fin del verano.

Es el momento de de la lluvia,
las hojas muertas color ocre,
la hora del sueño del lagarto
el fin del verano es triste, querámoslo o no.

Lejos de los ojos guardaremos la piel.

El fin del verano siempre es triste, aunque entre las mantas pueda hablar de amor.
La noche alarga su jornada y el día, vago y breve, se escapa.

Abril es el mes más cruel,
alguien lo dijo antes
pero el fin del verano es triste
y ahora aún soy joven.



TAMBIÉN DE DANZA INVISIBLE EN ESTE SITIO:


("Ahí está ese decandentismo, ese querer sentirse al otro lado, esa bajada al abismo, buscando la degeneración sublime...")


("... we'll be lovers once again on the bright side of the road... Let's enjoy it while we can..." "... el mundo es un desatino mas grande de lo que era, disfruta un vaso de vino a este lado de la carretera ")









ENTRE 'LAS UVAS DE LA IRA' Y UN CATÁLOGO DE IKEA, por Begoña Huertas / 'SEIS METROS', de Arturo Borra. PROPUESTA DE EXAMEN (según PAU)

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"Para ellos no hay refugio delante pero tampoco hay vuelta atrás... se enfrentan primero con la violencia de la guerra, después con la muerte en el camino y finalmente con el hacinamiento y el desconcierto de no saber a dónde ir...
Si en un lugar se han vendido armas o se han explotado sus recursos naturales, no se puede quedar luego uno al margen de lo que esto provoque... “Hasta los de la propia familia molestan cuando son pobres”

Refugiados sirios cruzan debajo de una alambrada con cuchillas e la frontera entre Hungría y Serbia, cerca Röszke.- REUTERS / Laszlo Balogh (publico.es)

ENTRE 'LAS UVAS DE LA IRA' Y UN CATÁLOGO DE IKEA

En estos días son muchas las personas que han vuelto o volverán de las vacaciones experimentando la satisfacción –quizás momentánea- de llegar a casa. Esa confortable sensación de refugio. Esa mezcla agradable de extrañamiento y reconocimiento de nuestro propio espacio. Desde nuestro sofá, en nuestro rincón, leeremos en la prensa acerca de la llegada masiva de refugiados procedentes de África y de Oriente Medio. Este verano han sido decenas de miles las personas que han cruzado el mar poniendo en peligro sus vidas. A las que consiguen llegar, Europa les dice que se vuelvan. Pero… volver, ¿a dónde? Si lo que dejan atrás es una ciudad en guerra, una casa en llamas, un país desestructurado. Siria, Irak, Afganistán, Nigeria, Somalia... Para ellos no hay refugio delante pero tampoco hay vuelta atrás.
De manera que en este momento en que muchos experimentamos esa grata emoción del regreso a casa que Ikea aprovecha para recordarnos en su nuevo catálogo que "las pequeñas cosas del hogar son lo importante"…, en este momento, digo, es en el que mejor podemos contextualizar y entender el drama de estas familias. Porque, muy lejos de esas pequeñas cosas, ellas se enfrentan primero con la violencia de la guerra, después con la muerte en el camino y finalmente con el hacinamiento y el desconcierto de no saber a dónde ir. Según el Índice de Paz Global publicado este verano, el mundo está cada vez más dividido y este año se ha dado el nivel más alto de población desplazada por conflictos desde la Segunda Guerra Mundial.
En 1939, ante un barco, el St. Louis, anclado a unas millas de la costa americana con 938 emigrantes que huían de la guerra en Europa, un editorial del Washington Post cuestionaba: “Clearly there should be some place where these victims of twentieth century persecution can find at least a temporary heaven”. Los perseguidos del siglo XXI deberían también cuando menos suscitar nuestra compasión. Esta crisis humanitaria merece un debate ético serio y comprometido por parte de las autoridades europeas, centradas sin embargo ahora en las maneras de blindarse contra el problema como si estuviéramos en la Edad Media y se tratara de hacer más altos los muros del castillo. Cuando se ha abogado por una economía global, no se puede pretender que las cuestiones sociales queden restringidas al ámbito nacional exclusivamente. Si en un lugar se han vendido armas o se han explotado sus recursos naturales, no se puede quedar luego uno al margen de lo que esto provoque.
Por desgracia el asunto es en gran medida un reflejo de la sociedad en que vivimos. Nadie se atrevería a justificar que una sentencia judicial en un tribunal pudiera ser comprada (o un aprobado en una universidad). Sin embargo, lo cierto es que son cosas que seguramente se hacen bajo cuerda. Y es que si el único valor es el dinero, el único ideal es el beneficio. En este contexto resulta “normal” que los extranjeros millonarios puedan comprar su permiso de residencia. En Alemania se empieza a expulsar a los emigrantes sin recursos, aunque sean europeos. La libertad de movimiento es para el dinero, no para las personas.
Nadie –o muy poca gente- es xenófobo ante una persona que se aloje en el Ritz, cualquiera que sea su origen. Aporofobia fue el término acuñado por la filósofa Adela Cortina para hacer hincapié en que a pesar de que se habla mucho de xenofobia, el extranjero no molesta cuando tiene dinero. Entonces ¿quiénes son los que molestan?, se pregunta. La respuesta: “Hasta los de la propia familia molestan cuando son pobres”.
En Alemania se empieza a expulsar a los emigrantes sin recursos, aunque sean europeos. La libertad de movimiento es para el dinero, no para las personas
La Ruta 66 que va desde Chicago a Los Ángeles no fue sólo una excursión de 'beatniks' cargados de estupefacientes. Antes fue el agónico recorrido de la emigración que plasmó John Steinbeck en Las uvas de la ira. Las fotografías que hoy muestran a cientos de adultos y niños caminando durante kilómetros y kilómetros hasta alcanzar la frontera prometida recuerdan el imaginario de aquella historia adaptada al cine por John Ford.
En física hay un concepto que recibe el nombre de "punto de no retorno". Se trata del borde de un agujero negro, el llamado "horizonte de sucesos" llegado al cual nada puede ya dar marcha atrás. Los que huyen de la pobreza y la violencia en sus países de origen se encuentran ahí, en un punto desde el que ya es imposible el regreso. Celebremos nosotros la suerte que tenemos por estar de vuelta y también porque esa vuelta a casa sea permeable a la realidad externa y no un búnker. Que se aproxime más a una novela de Steinbeck que a un catálogo de sueños de temporada.
(Fuente: eldiario.es)

SEIS METROS
A los vallados que fracturan el mundo.

Seis metros entre el goce y la hambruna, el continente blanco y el negro continente, la obesidad de las viviendas y la desnutrición de las chozas. Seis metros parten las humanidades, esta resignada distancia que desgarra la dulzura y sacude las sonrisas de alambre, los cuerpos de alambre, las vidas de alambre.

Seis metros absolutos, seis metros de escalada al cielo; seis metros de vestiduras rasgadas y pechos vacíos, pechos de puta, pechos de esclava. Seis metros de servidumbre para un salto sin pértigas; seis metros incrustados en la piel de lo civilizado, en el ultraje de las techumbres, en la frente de las farsas, en la boca de los valores, en el silencio del futuro que miente sus fulgores.

Seis metros preservan de la intemperie que arde en los talones; seis metros que alzan todas las murallas.

Seis metros sin métrica ni mes: hexámetros sin colmena, tejidos que cuelgan a la altura la esperanza de manos laceradas.

Seis metros desesperados para ser sin fuga y acariciar sin tanta herida y no temer la langosta que todo lo devasta.

Seis metros para erigir la promesa de otro destino; seis metros para saltar la sed, los huesos famélicos, el accidente de haber nacido en un desierto.

(/De Anotaciones en el margen (2005), Arturo Borra. Fuente: lauragiordani.blogspot.com)


PREGUNTAS:
1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
2ª TEMA. RESUMEN

3ª COMENTARIO CRÍTICO
Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)
2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qé argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
("... quizás se empiece a pensar en medidas preventivas más eficaces, como bombardear las casas de potenciales inmigrantes o, incluso, impedir que nazcan... la propuesta dice sin tapujos lo que tantos, sin atreverse, querrían decir: muéranse en sus países, víctimas de la guerra, el hambre y las pestes, pero no vengan aquí a dar –a darnos- su horrendo espectáculo")
("... culpable de haber nacido, de haber nacido al otro lado, en la cara mala del mundo, en la otra orilla. Eres culpable de no soportar tu hambre amarilla, eres culpable de asomarte sin permiso al otro lado, a este lugar prohibido y mentiroso. Eres culpable de creer en los sueños azules, de pensar que una valla es sólo una valla...")
 

("Algún día, algún adolescente del futuro, nos mirará a la cara y dirá: "Pero tú lo sabías, ¿verdad?... "Sabías que a su desesperación se les oponían dentelladas de acero. ¿Y qué hiciste para impedirlo?"... Las nuestras hieren y matan a los que vienen, pero nosotros, de vallas para adentro, si no gritamos contra este horror es que ya estamos muertos")


("Y, mientras la vida va dejando oleadas de cadáveres y un reguero de sangre a los pies del muro, en el interior de la zona elitista la gente sufre problemas tan extraños...")
("Pero nuestra curiosa vergüenza es pasajera y apenas de tanto en tanto oímos los gritos de dolor. Cuando se apacigüe esta tragedia se apaciguará también nuestra conciencia, a la espera de otra nueva que nos impulse, otra vez, a indagar en la neblinosa cadena de las responsabilidades... ... nos decimos, tranquilizadoramente, que nada podemos hacer. Mientras se oye el grito de los que vindican justicia, la cadena de responsabilidades no tiene fin.")

(En estos países, el hombre que se atreve a vivir sin un techo ha de ser detenido y condenado, para que no desencadene el fin del mundo. Y no son los únicos. Hay un montón de países donde no tener una casa donde vivir y carecer de recursos económicos es un delito. Casualmente son los mismos donde un ladrón de guante blanco no es un delincuente”)

EL MENSAJE, por Juan José Millás / 'VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS'

("A lo mejor resulta que nos conmueve más un grito de socorro escrito en un papel que salido de la propia garganta del desventurado... ... ¿Qué diríamos de alguien que frente a una catástrofe natural se pusiera a legislar la catástrofe en vez de acudir en ayuda de los damnificados? Pues eso es lo que están haciendo los políticos")
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?
4ª ANÁLISIS SINTÁCTICO:
Si en un lugar se han vendido armas o se han explotado sus recursos naturales, no se puede quedar luego uno al margen de lo que esto provoque
5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS





CANCIÓN ÚLTIMA. MIGUEL HERNÁNDEZ, de Zhivka Baltadzhieva (de libro recomendado 'FUGA A LO REAL')

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"... Me traspasa como si fuera  la convulsión febril del universo,
la incertidumbre en persona,
la asfixia de la felicidad, el último adiós de la vida...

Y mi amor
se queda sin
vocablos."



CANCIÓN ÚLTIMA. MIGUEL HERNÁNDEZ


¡El hombre, oh, el hombre! La divina criatura


Qué mísero y triste, y hermoso, y único, que mío.

Me traspasa como si fuera  la convulsión febril del universo,

la incertidumbre en persona,

la asfixia de la felicidad, el último adiós de la vida,

un infinito día soleado con los tobillos voladores

de sal y de arena.


Irreparablamente frívolo e impostor, y doliente,

peligroso, devoto como perro labrador,

su propio cuerpo atraviesa y no se da cuenta.

No se da cuenta.

Y todo él herida sigue hiriendo. Estoy sangrando yo

y te desangro, mi amor, te hiero, seas quien seas

con el latido este,

este pulso, esta muerte, gruñido, chapoteo y hervor,

mudez, en donde yo te amo y en sus tormentas

el ensueño me voltea.


¿Dónde termina, me pregunto, este soplo, este respiro

tan inmenso, tan imperceptible?

¿Tan frívola y razonable, tan impostora y sangrante,

peligrosa, la única salvación, tan miserable, 

a quien vivo y me arrodillo ante él,

de bruces caigo y lo miro

más altiva que la alta nube? ¿Quién es él,

quién soy yo en el azul de las arterias hinchadas?

El ser humano, la cabeza agachada,

en la orilla de las constelaciones raedizas, hecho un ovillo,

un embrión en la matriz de una lágrima escueta.


Mortal, enamorado y confuso... El infinito

que irradia ternura


entre estrellas carcomidas y la indolencia acelerada,

entre las rozas, las gramíneas, los limoneros florecidos,

y las higueras, el tomillo, la bardana, los laureles,

que los tamarindos y las lilas,

que van y vuelven, van y vuelven.


Y mi amor

se queda sin


vocablos.




ENTRADAS RELACIONADAS:

'DIVINA COMEDIA' Y 'HOMERO, DEL LIBRO RECOMENDADO 'FUGA A LO REAL'









ENNTREVISTA A JAMES K. GALBRAITH / 'LA CRISIS', de Mario Benedetti / 'GOLPE MAESTRO', VETUSTA MORLA

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"... no se está produciendo un "rescate"... Lo que está ocurriendo es un saqueo de los bienes del Estado griego, de los bienes de las empresas griegas y de los bienes de los hogares griegos. Esto no tiene nada que ver con la recuperación de la economía griega o con el bienestar del pueblo griego... "(Galbraith)


"... un pan te costará como tres panes
tres panes costarán como tres hijos..."(Benedetti)

"Cambiaron paz por deudas..."(Vetusta Morla)


James K. Galbraith es profesor de la Lyndon B. Johnson School of Public Affairs de la Universidad de Texas (Austin). Su último libro se titula The End of Normal: The Great Crisis and the Future of Growth(Simon & Schuster, 2014). Desde febrero hasta julio de 2015 fue consejero de Yanis Varoufakis, entonces ministro de Finanzas de Grecia.
Desde el estallido de la crisis griega en 2010, la receta por parte de las instituciones europeas para sacar al país adelante ha sido la adopción de medidas de austeridad y la promesa de posteriores políticas de oferta; es decir, una vez embridado el déficit e implementadas las reformas estructurales correspondientes. Cinco años más tarde, la economía griega sigue deprimida y la deuda se ha disparado. En vista del tercer plan de rescate que Grecia ahora intenta pactar con sus acreedores, ¿cuál es su visión de la economía griega en el corto y mediano plazo?
En primer lugar, creo que es importante distinguir entre el relato que se hace en público sobre las políticas que han sido impuestas a Grecia, que son como usted las describe, y la verdadera razón por la que se están implementando dichas políticas, que son cosas bastante distintas. El relato se basa en la idea de que las llamadas reformas estructurales producirán crecimiento. La verdadera razón de estas políticas, que no son racionales, es que los acreedores desean apoderarse de la mayor cantidad de activos griegos como les sea posible a los precios más bajos. Lo que vamos a ver ahora es una intensificación de estas políticas y la liquidación de los bienes públicos y privados en Grecia: los bienes públicos que están siendo subastados a precios indudablemente bajos en el marco del llamado fondo de privatización, y activos privados porque el Memorando prevé liquidaciones aceleradas; básicamente las ejecuciones hipotecarias de viviendas de la gente y los bienes inmuebles de las empresas que quedan en Grecia. Esa es, en pocas palabras, la dirección de la política que se va a aplicar y, si el Memorando se implementa, es lo que probablemente veamos.
Si está en lo correcto, las instituciones (el FMI, la CE y el BCE) quedarán obligadas a rescatar a Grecia de forma indefinida.
Aquí no se está produciendo un "rescate". No hay "plan de rescate", como no hay "reformas". Verdaderamente quiero insistir en esto, porque estas palabras se cuelan en nuestro discurso, se colocan por los acreedores a fin de que personas incautas las usen, pero no hay nada de eso en lo que está ocurriendo en Grecia. Lo que está ocurriendo es un saqueo de los bienes del Estado griego, de los bienes de las empresas griegas y de los bienes de los hogares griegos. Esto no tiene nada que ver con la recuperación de la economía griega o con el bienestar del pueblo griego. Por el contrario, las políticas que se están aplicando son totalmente indiferentes a estas consideraciones.

Resultado de imagen de james k. galbraith
James K. Galbraith
En cualquier caso, las privatizaciones tienen lugar una sola vez en lo que a ingresos para el Estado se refiere.
La evidencia es muy clara: los acreedores no están interesados en saber si el Estado griego recibe dinero de las privatizaciones ni cuánto. Ellos no están interesados en eso. Si les interesara, habrían prestado atención cuando el Gobierno griego, en febrero-marzo de este año, dijo que quería llevar a cabo una política de privatización racional en lugar de poner todo en subasta de golpe. Lo que les interesa es que los activos pasen a manos de empresas constructoras alemanas, cadenas hoteleras internacionales, farmacéuticas internacionales... Esa es sin duda la agenda.
[Los ingresos para el Estado] les resulta irrelevante. Si nos fijamos en las metas de ingresos de las privatizaciones en las versiones anteriores del programa, los ingresos reales no alcanzaron ni una diminuta fracción del dinero que se había previsto. Si añadimos que estas políticas no lograron recaudar dinero, no generaron crecimiento, no redujeron el desempleo y, si además consideramos que esto ha estado sucediendo desde hace cinco años y el fracaso no ha cambiado en absoluto la forma en que los acreedores diseñan sus políticas, es evidente que a estos les es indiferente lo que al final ocurra en Grecia.
¿Terminará Grecia saliendo del euro?
Alguien saldrá del euro en algún momento, ya que la política elegida ha quedado meridianamente esclarecida. Syriza llegó con la esperanza de que sería posible negociar un acuerdo económico realista dentro del euro, y la evidencia es ahora clara sobre este punto.
Lo que hemos visto es que han hecho un experimento inmoral con Grecia. Un experimento que demostró tener un enorme costo humano y quienes lo llevaron a cabo se niegan a enfrentar las consecuencias de sus acciones.
Si ese es el caso, que las políticas impuestas a Grecia no son más que una manera de saquear el país, ¿cuál es la lógica de las instituciones europeas?
Creo que uno tiene que entender que las instituciones no ejercen de dictadores benignos que actúan por el interés general de la población europea. En primer lugar, están actuando bajo la dirección de algunos gobiernos en particular. En segundo lugar, están actuando a favor del interés de sus propios poderes institucionales y, en tercer lugar, en algunos casos, están actuando para servir a los objetivos políticos de las personas que lideran esas instituciones.
Comenzando por el tercer punto, le voy a dar dos ejemplos. En 2010, el FMI entró en el préstamo griego, el más grande en la historia de la institución, y la razón por la que lo hizo fue que Dominique Strauss-Kahn quería ganarse el favor de los banqueros franceses porque quería convertirse en presidente de Francia. Eso fue un objetivo político personal que básicamente subvirtió la misión del Fondo Monetario Internacional. De la misma forma, Jean-Claude Trichet compró bonos griegos para ganarse el favor de los banqueros franceses, no porque fuera en interés de Europa, ni en interés del BCE.
Sobre el segundo punto, el poder institucional, quedaba claro que el BCE y otros, pero en particular el BCE, estaban furiosos de que el Gobierno griego tuviera la temeridad de imponer limitaciones a las actividades de los burócratas de la troika en Atenas. Se trataba de un acto de imprudencia del Gobierno heleno que las instituciones estaban decididas a anular y que finalmente anularon. Lo era recurrente era la cuestión de si el Banco Central Europeo o el Gobierno griego controlan lo que sucedía en los ministerios de Atenas.
Sobre el primer punto, no creo que sea un secreto que de 2010 en adelante los gobiernos de Francia y Alemania actuaron en primer lugar a favor de los intereses de su propio sector bancario. Esa es su base política y principal preocupación. Lo que ocurra en Grecia es secundario o irrelevante.
Bajo semejantes premisas hay poco espacio para que se produzca un avance sensible en el proyecto europeo.
Tendría que venir de un movimiento político que trascienda las fronteras de los países individuales, en particular de los países en crisis, y que se extienda sobre todo a Francia y Alemania. Sin un movimiento de este tipo, sin una transformación real en la política de los países, sus gobiernos y las entidades que ejercen influencia continuarán comportándose como lo han hecho hasta ahora.
Parece muy difícil, hoy en día al menos, que un movimiento así pueda lograr semejante cambio de paradigma, al menos en Alemania.
Resultaba bastante claro que no había interés alguno en el programa que presentaba la Modesta Proposición [de Yanis Varufakis y Stuart Holland], que fue diseñado para remediar la crisis en el marco de los tratados europeos. El hecho de que existan soluciones sensatas, pero que no se estén teniendo en cuenta simplemente significa que más adelante se tomarán medidas aún más difíciles y arriesgadas. En algún momento, algún país va a llegar a la conclusión de que realmente es imposible lograr una transformación efectiva dentro del euro y decidirá dar el salto y salirse. En ese momento el curso de la Historia habrá cambiado. Ese país podría no ser Grecia, que está abatida en este momento, pero podría ser Irlanda, por ejemplo.
¿Por qué Irlanda?
Irlanda nos viene a la mente porque sus socios comerciales son el Reino Unido y Estados Unidos, no la Europa continental, por lo que su pertenencia al euro fue algo incidental y muy bien podría decidir que es mejor para sus intereses volver a la libra irlandesa.
¿Qué piensa de España? El país está creciendo, la demanda interna se acelera, e incluso el sector de la construcción está ganando impulso. España se está exhibiendo como un ejemplo exitoso de esa fórmula de austeridad ahora y política de oferta después.
España es un país mucho más grande y más potente que Grecia y sufrió un ajuste mucho más suave. España tiene una cierta flexibilidad política que Grecia no tiene, pero creo que la prueba de los límites de esa flexibilidad vendrá más tarde. Cuando el gobierno español intente llevar a España a un nivel de empleo decente, por ejemplo, eso será la verdadera prueba de hasta qué punto un país grande puede forzar el sistema. Puede haber, como usted dice, algunos indicadores positivos, pero enfrente tiene la realidad de una tasa de desempleo exorbitante.
E chando la vista atrás, a su experiencia como asesor de Yanis Varufakis cuando éste era ministro de Finanzas de Grecia, ¿cree que calcularon mal sus posibilidades en las negociaciones?
No. Lo primero que Yanis me dijo cuando aterricé en Atenas el 8 de febrero fue "bienvenido al cáliz envenenado". Desde el principio no nos hacíamos ilusiones de ningún tipo. La gente ha estado diciendo lo contrario, pero ellos no estaban allí. Sabíamos que el gobierno griego tenía unas cartas muy débiles y que lo único que podía hacer era presentar su caso ante las instituciones europeas y ver si había disposición para sostener un debate racional. No podíamos amenazar con nada, cosa que habría sido totalmente contraproducente. Hubo estrategias que fueron empleadas, como intentar la confrontación y ofrecer concesiones, pero daba igual. Lo que teníamos que hacer era intentar que el debate racional prevaleciera en esos círculos, lo que requiere presentar argumentos de manera persistente, algo que Yanis hizo con gran habilidad.
Así que no creo que él estuviera en un estado ilusorio y yo no creo que haya calculado mal, pero creo que demostrar lo que la troika y lo que los acreedores realmente querían era algo que había que hacer y que demandó tiempo y buena fe. Desafortunadamente no hubo buena fe de la otra parte.
¿Y sabiendo lo que sabe ahora?
Si el mundo hubiese sabido en febrero lo que nosotros sabíamos, entonces las cosas podrían haber sido distintas, pero al mundo había que persuadirlo. Si Grecia hubiese tomado el camino de la salida el 28 de enero, el mundo habría condenado la temeridad del gobierno griego y le hubiese acusado de no intentar negociar. Sabíamos que eso no era una opción, ni tampoco era una política del gobierno griego. Incluso si hubiese sido una opción del gobierno, no habría sido viable en un contexto político más amplio.
Entonces el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, presentó su idea "Grexit temporal", que prácticamente puso fin a todas las discusiones, ¿no?
Eso es correcto. Lo de "temporal" era sólo humo. El ministro de Finanzas Schäuble básicamente dijo que Grecia tenía que asumir el Memorando tal cual le fue presentado o salirse del euro. Schäuble fue muy claro desde el principio. Desde el principio dijo que "las elecciones no pueden cambiar nada".
La estrategia griega fue elevar el terreno de decisión a la canciller Merkel, con la esperanza de que ella actuara con mayor sentido de Estado, que EE.UU. jugara un papel importante, y que Merkel finalmente le dijera al ministro Schäuble, "tienes que aflojar un poco". Al final, optó por presionar al gobierno heleno para que aceptara el Memorando.
¿Le sorprende que EE.UU. no prestara más apoyo a Grecia? Parece que, cuando Timothy Geithner estaba al frente como secretario del Tesoro, la posición estadounidense era más fuerte.
Los secretarios del Tesoro estadounidense llevan tiempo sin tener mucho peso en Europa y este fue el caso de Tim Geithner, que indudablemente se situó en el lado correcto en esta cuestión. Y lo mismo se podría decir de Jack Lew. El presidente, por otra parte, hizo varias llamadas telefónicas a la canciller Merkel instando a una solución pragmática. No estoy seguro de que no resultara útil, probablemente lo fue hasta cierto punto, pero al final del día el papel que EE.UU. podía jugar en una cuestión interna de la zona euro era limitado. Creo que todo el mundo reconoce lo anterior. Si se hubiese producido un enfrentamiento más serio, creo que el papel de Estados Unidos hubiese sido más relevante, pero simplemente no llegó a eso en el caso griego.
Cuando se habla de Grecia, España y Portugal, se habla de aliados importantes de Estados Unidos y sus intereses serían seriamente ponderados en un cálculo en América. Si la crisis pusiera en riesgo la integridad de la zona euro, entonces EE.UU. tendría que reconsiderar su posición. Dicho de otra manera: EE.UU. siempre ha apoyado, en primer lugar a Europa, y en segundo lugar al euro y a la zona euro. Creo que si resultara evidente que la supervivencia de una Europa unida y eficaz dependiera de cambiar el régimen de la divisa, entonces EE.UU., y muy a su pesar, se vería obligado a reconsiderar su posición ante el euro. Porque, obviamente, la Unión Europea es una entidad mucho más importante que una divisa en un momento dado. Después de todo, ¿cuántas veces se ha cambiado un régimen monetario en el último siglo, cuatro o cinco veces? Los regímenes monetarios no son cosas inmutables por mucho que se pretende que lo sean.
Y, sin embargo, ahí estaban Francia, Italia y otros países que podrían haber equilibrado la mesa. ¿Realmente es una cuestión de un dominio alemán tan fuerte?
Es justo decir que los franceses y los italianos eran más comprensivos con la posición griega sin llegar ser grandes defensores de la misma. Todos los demás, por supuesto, fueron hostiles. Pero está tocando un punto importante, que es que Italia y Francia son los países que son grandes y lo suficientemente poderosos como para hacer una diferencia si realmente quieren hacer valer sus intereses; su problema ha sido la falta de voluntad para hacerlo. Las políticas en ambos países deben quedar muy aclaradas por lo que acaba de suceder en Grecia y la gente debe reconocer que si desea conservar algún elemento de autonomía nacional tiene que estar preparada para luchar.
Así que después de ser observador y participante en última crisis de la zona euro, ¿cómo ha quedado su fe en la moneda única?
Ha caído mucho, se lo puedo asegurar. Creo que está claro que la zona euro no se está gestionando bajo principios que resulten viables económicamente para los países de la periferia, así que algo tiene que cambiar. También está bastante claro que no parece que el cambio de dirección vaya a ir en el sentido más adecuado, que es el que proponemos Yanis Varufakis, Stuart Holland y yo, y que implica el fortalecimiento de las economías de los países periféricos en un marco de integración. Esto está obligando a la izquierda de Europa a reconsiderar su compromiso con el marco económico europeo que existe en la actualidad. Es evidente que el cambio es imperativo y en qué dirección se producirá depende de si hay visión en el centro. Por el momento no hay ninguna señal de que la haya. El caso griego muestra que no persiste otra visión que la más miope y la más orientada a favor de grupos de interés.
Una política económica que consiste en el saqueo de los activos de los sectores público y privado de los países deudores no es algo que vaya a ser asumido con ligereza por las poblaciones de esos países.
Las cosas parecían prometedoras hace seis meses y ahora el futuro se vuelve negro otra vez para el pueblo griego.
Así es como se ve la situación en el momento actual, sin duda. Pero creo que el pueblo griego ha sido muy valiente y ha realizado un esfuerzo importante de manera que merece ser reconocido por ello; por haber sido prudente y comedido, y por haber apoyado a su gobierno en un período muy difícil. El pueblo griego se merece un mejor resultado de lo que ha recibido.
(Fuente: el diario.es / Open Democracy)


"... Viene la crisis... 
cuánto

costará la muerte
ahora que no hay divisas
ni perdón
y no hay repuestos para la conciencia
..."


LA CRISIS


Viene la crisis

ojo
guardabajo
un pan te costará como tres panes
tres panes costarán como tres hijos
y que barbaridad
todos iremos
a las nubes en busca de un profeta
que nos hable de paz
como quien lava.

Viene la crisis
ojo
quizá te esté subiendo
por la manga
quizá la tengas
ahora
enroscada sin más en el pescuezo
o esté votando con tu credencial
o comprando tu fe con tu dinero.

Oh cuánto cuánto
costará el escrúpulo
y la vergüenza buena
la importada
la que no encoge a la primera lluvia
la vergüenza de nylon
cienporciento.

Oh cuánto cuánto
costará el amor
en la noche sin dólares ni luna
con los perros afónicos
y el sueño
firmando los conformes con rocío.

Oh cuánto cuánto
costará la muerte
ahora que no hay divisas
ni perdón
y no hay repuestos para la conciencia
ni ganas de morir
ni afán
ni nada.

Viene la crisis
ojo
guardabajo
no habrá vino ni azúcar ni zapatos
ni quinielas ni sol ni Dios ni abrigo
ni diputados ni estupefacientes
ni manteca ni frutas ni rameras.

Viene la crisis
Ojo.
Guardarriba.

'GOLPE MAESTRO', VETUSTA MORLA

LETRA:

Robaron las antenas,
la miel de las colmenas,
no nos dejaron ni banderas que agitar.

Cambiaron paz por deudas,
ataron nudos, cuerdas
y la patrulla nos detuvo por mirar.

Llevaron los finales
a tierra de neutrales,
no nos dejaron líneas ni para empezar.

Fue un atraco perfecto,
fue un golpe maestro
dejarnos sin ganas de vencer.
Fue un atraco perfecto,
fue un golpe maestro
quitarnos la sed.

Robaron las linternas,
la lumbre en las cavernas,
no nos dejaron mapas de la oscuridad.

Vendieron humo y calma,
lingotes de hojalata,
palacios de ceniza y cartas sin marcar.

Fue un atraco perfecto,
fue un golpe maestro
dejarnos sin ganas de vencer.
Fue un atraco perfecto,
fue un golpe maestro
quitarnos la sed.

Fundieron plomo y cobre,
pusieron sal en sobres.
Alerta, hay un testigo.
Nos han dejado vivos.

Fue un atraco perfecto,
excepto por esto:
nos queda garganta, puño y pies.
No fue un golpe maestro,
dejaron un rastro,
ya pueden correr. Ya vuelve la sed.


ENTRADAS RELACIONADAS:

'ME DEBES 3.000 BOCATAS' (cortometraje)

("Una deuda es ilegítima si atenta contra nuestra dignidad.... Si una deuda es injusta o ilegítima es nuestro deber no pagarla...")


("... Es como si una persona robara dinero a otra y luego tuviera la osadía de prestarle el dinero robado (porque no había dinero disponible de ninguna otra fuente) a la persona robada, a unos intereses elevadísimos. El ladrón robaría dos veces a la persona robada. Esto es lo que la banca ha hecho.")



TAMBIÉN DE MARIO BENEDETTI EN ESTE SITIO:


("... es atroz sencillamente atroz 
si es la humanidad la que se encoge de hombros")


(
"No me gaste las palabras / No cambie el significado...")


("... se agacha demasiado dentro de veinte años... no podrá enderezarse...")


("... un sitio donde asir la larga soledad / con los primeros ojos, sin gastar / las primeras miradas...")








'EL ARO', por Juan José Millás / 'LA GRIETA', VETUSTA MORLA

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"De acuerdo en que los mercados sean dioses (incluso en el sentido literal), pero los enfermos son quienes se pasan la vida poniéndoles el termómetro...
El dinero se pasa la vida viajando a través de agujeros negros. Entra por aquí en forma de euros y sale por allí en forma de decreto ley. O de privatización"(J.J. Millás)

"... ese mundo
pide a gritos un castigo, un insulto,
una grieta, un vendaval..."(Vetusta Morla)
EL ARO

El paso del sentido literal al figurado se produce a través de túneles mentales que comunican dimensiones diferentes. Dice Stephen Hawking que si se hallara el modo de entrar en un agujero negro se llegaría a otro sitio, aunque no se podría volver. Por eso hay mucha gente que se queda en el sentido figurado, o en el literal. Lo difícil es ir del uno al otro sin perder los átomos ni la sindéresis. Cuando los expertos aseguran que “los mercados están hipocondríacos” hablan en sentido figurado. Los mercados no son autoconscientes, son cabrones (en el sentido figurado también), porque para ser autoconsciente y cabrón en el sentido literal hay que tener consciencia (y quizá conciencia).
El problema es cuando tratan de vendernos el sentido figurado por el literal, como cuando atribuyen a los mercados cualidades humanas al modo en el que los griegos proyectaban sobre los dioses sus debilidades. De acuerdo en que los mercados sean dioses (incluso en el sentido literal), pero los enfermos son quienes se pasan la vida poniéndoles el termómetro. Tomarle la temperatura a los mercados es como tomársela a un lagarto. Ahora bien, mientras atendemos al lagarto figurado desatendemos al literal que manipula la Bolsa para que suba o baje.
El dinero se pasa la vida viajando a través de agujeros negros. Entra por aquí en forma de euros y sale por allí en forma de decreto ley. O de privatización. Ni la astrofísica ni la economía han hallado una explicación razonable a las divisas paralelas. Hawking dice que a él, por ahora, no se le ocurriría meterse en un agujero negro. A nosotros tampoco. Bastante tenemos con que nos hagan pasar por el aro de la literalidad o del sentido figurado, que es como comulgar con ruedas de molino.
(Fuente: El País, 04-09-2015)


LETRA:
La misma sed, la misma pared,
el mismo folio en blanco.
Polvo en flor, el guiño del cursor,
las cartas de amor del banco.

Gas letal, carmín para cenar,
vacío en el desayuno.

Parece tan oportuno escapar.
Parece tan imposible irse sin más.

Mientras ese mundo
pide a gritos un castigo, un insulto,
una grieta, un vendaval,
un shock profundo,
pide a gritos un final.

"Aprenderás", gritaba el compás 
marcando con el puño.
Un hambre atroz, bombones de licor
acechan detrás del humo.

Parece tan oportuno escapar.
Parece tan imposible irse sin más.

Mientras ese mundo
pide a gritos un castigo, un insulto,
una grieta, un vendaval,
un shock profundo,
pide a gritos un final.

Mientras ese mundo
tiembla con un vendaval
que fue susurro,
cierra cada grieta de aquel shock profundo,
pide otra oportunidad.



'LA ESCENA DEL CRIMEN', por Juan José Millás / 'LA CARTA ROBADA', de Edgar Allan Poe

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"... al análisis (y a la novela) no hay que ir con los deberes hechos, sino con los deberes deshechos... en lugar de ir a lo importante (o a lo que lo parece), ir a lo banal, a lo periférico. Al suburbio. El significado siempre se encuentra en lo periférico. Es un modo de decir que la sala de máquinas de la vida (y de la novela) no se encuentra donde parece (eso es una forma de delirio), sino donde desaparece"


LA ESCENA DEL CRIMEN

A ver, Freud. Precisamente acabo de terminar mi análisis con una psicoanalista ortodoxa, signifique lo que signifique ortodoxa (y psicoanalista). Se llama Marta, de nombre, como una de las hermanas de Lázaro, el resucitado, y Lázaro de apellido, como el mismísimo resucitado. Marta Lázaro, pues, 80 años, muchos de ellos a la escucha. Cuando me dejé caer en su diván (con aspecto de catafalco pobre), el muerto era yo. Llegué allí con la fantasía de que me dijera: “Levántate y anda”. La realidad crea espontáneamente este tipo de extrañas coincidencias.

Al principio preparaba las sesiones para amortizar su precio. Hoy le diré esto, le contaré esto otro. Mientras hacía los deberes, establecía asociaciones de primer nivel atravesadas por el pensamiento consciente. Las llamo “asociaciones de primer nivel”, pero podría llamarlas coartadas, pues su objeto era demostrar que no había estado en la escena del crimen el día de autos. Es así como se escriben muchas novelas, a base de coartadas narrativas. Y no todas son rematadamente malas, aunque tampoco buenas. Digamos que se les ven las costuras. Una buena novela, como un buen análisis, no debería mostrar las costuras.

Los calcetines que utilizan los peregrinos del Camino de Santiago son completamente lisos porque las costuras producen llagas en los pies y te arruinan el viaje iniciático. Las costuras narrativas arruinan el viaje iniciático del lector de novelas, pero también el del autor, al que una buena asociación, hecha en el momento oportuno, le derrumba todas las defensas. A veces pasa en la décima sesión del análisis, o en el décimo capítulo de la novela. Eso no quiere decir que el trabajo anterior haya sido completamente inútil, pero tienes que tener el coraje de volver al principio y desprenderte de todo el material inservible.

Escribir una novela, en fin, se parece mucho a releer psicoanalíticamente una vida

Casi todas las vidas, también las más coherentes, en este primer nivel asociativo (el de la coartada) están hechas de costuras, incluso de costurones. Observada con cierta distancia, la vida está hecha a base de coser (bien, mal, ese es otro asunto) retales de distintas naturalezas y colores, como esas colchas étnicas (qué rayos significará étnico) que tanta gracia nos hacen por su ingenuidad, a veces por su mal gusto, un mal gusto (o una ingenuidad) que no nos da vergüenza mostrar a nuestros invitados después de la cena, al regresar de Honduras o de Guatemala.

Esas colchas son un ejercicio de asociación libre, por eso nos conmueven hasta que empiezan a incomodarnos. ¿Qué habrá debajo de esos collages cuyas cicatrices, que al principio nos hacían tanta gracia, ahora nos fatigan? Hagamos una suposición: pobreza. Lo que hay, con frecuencia, no es ingenuidad ni mal gusto, sino pobreza. Quizá empiezan a molestarnos por eso. Me estoy haciendo un lío, pero de eso se trata. A base de liarse es como se alcanza el segundo nivel del análisis, o de la novela. También de la vida. En ese segundo nivel no hay costuras. Ahí es donde entiendes en toda su extensión la frase de Borges según la cual el azar es un modo de causalidad cuyas leyes ignoramos.

Y resulta que sí, que estuviste en la escena del crimen el día de autos, solo que a lo mejor no fuiste el asesino, sino el muerto. Se trata de una posibilidad que ni siquiera habías considerado en el primer nivel. Entonces caes en la cuenta de que al análisis (y a la novela) no hay que ir con los deberes hechos, sino con los deberes deshechos. Significa que te debes tumbar en el diván (o sentar frente al ordenador) y, en lugar de ir a lo importante (o a lo que lo parece), ir a lo banal, a lo periférico. Al suburbio. El significado siempre se encuentra en lo periférico. Es un modo de decir que la sala de máquinas de la vida (y de la novela) no se encuentra donde parece (eso es una forma de delirio), sino donde desaparece. Se llega al lugar de la desaparición a través del método freudiano de la asociación libre, de la que con el tiempo averiguas que es la menos libre de las asociaciones. Escribir una novela, en fin, se parece mucho a releer psicoanalíticamente una vida.

En cuanto a Marta Lázaro, sigue ahí, a la escucha. No nos volveremos a ver. Nunca. En eso quedamos. Y en eso estamos.
(Fuente: babelia.com)

He aquí una de sus ideas raras -dijo el prefecto, para quien todo lo que excedía su comprensión era «raro», por lo cual vivía rodeado de una verdadera legión de «rarezas»


LA CARTA ROBADA

Nil sapientiae odiosius acumine nimio.
S
éneca

Me hallaba en París en el otoño de 18... Una noche, después de una tarde ventosa, gozaba del doble placer de la meditación y de una pipa de espuma de mar, en compañía de mi amigo C. Auguste Dupin, en su pequeña biblioteca o gabinete de estudios del n.° 33, rue Dunot, au troisième, Faubourg Saint-Germain. Llevábamos más de una hora en profundo silencio, y cualquier observador casual nos hubiera creído exclusiva y profundamente dedicados a estudiar las onduladas capas de humo que llenaban la atmósfera de la sala. Por mi parte, me había entregado a la discusión mental de ciertos tópicos sobre los cuales habíamos departido al comienzo de la velada; me refiero al caso de la rue Morgue y al misterio del asesinato de Marie Rogêt. No dejé de pensar, pues, en una coincidencia, cuando vi abrirse la puerta para dejar paso a nuestro viejo conocido G..., el prefecto de la policía de París.
Lo recibimos cordialmente, pues en aquel hombre había tanto de despreciable como de divertido, y llevábamos varios años sin verlo. Como habíamos estado sentados en la oscuridad, Dupin se levantó para encender una lámpara, pero volvió a su asiento sin hacerlo cuando G... nos hizo saber que venía a consultarnos, o, mejor dicho, a pedir la opinión de mi amigo sobre cierto asunto oficial que lo preocupaba grandemente.
-Si se trata de algo que requiere reflexión -observó Dupin, absteniéndose de dar fuego a la mecha- será mejor examinarlo en la oscuridad.
-He aquí una de sus ideas raras -dijo el prefecto, para quien todo lo que excedía su comprensión era «raro», por lo cual vivía rodeado de una verdadera legión de «rarezas».
-Muy cierto -repuso Dupin, entregando una pipa a nuestro visitante y ofreciéndole un confortable asiento.
-¿Y cuál es la dificultad? -pregunté-. Espero que no sea otro asesinato.
-¡Oh, no, nada de eso! Por cierto que es un asunto muy sencillo y no dudo de que podremos resolverlo perfectamente bien por nuestra cuenta; de todos modos pensé que a Dupin le gustaría conocer los detalles, puesto que es un caso muy raro.
-Sencillo y raro -dijo Dupin.
-Justamente. Pero tampoco es completamente eso. A decir verdad, todos estamos bastante confundidos, ya que la cosa es sencillísima y, sin embargo, nos deja perplejos.
-Quizá lo que los induce a error sea precisamente la sencillez del asunto -observó mi amigo.
-¡Qué absurdos dice usted! -repuso el prefecto, riendo a carcajadas.
-Quizá el misterio es un poco demasiado sencillo -dijo Dupin.
-¡Oh, Dios mío! ¿Cómo se le puede ocurrir semejante idea?
-Un poco demasiado evidente.
-¡Ja, ja! ¡Oh, oh! -reía el prefecto, divertido hasta más no poder-. Dupin, usted acabará por hacerme morir de risa.
-Veamos, ¿de qué se trata? -pregunté.
-Pues bien, voy a decírselo -repuso el prefecto, aspirando profundamente una bocanada de humo e instalándose en un sillón-. Puedo explicarlo en pocas palabras, pero antes debo advertirles que el asunto exige el mayor secreto, pues si se supiera que lo he confiado a otras personas podría costarme mi actual posición.
-Hable usted -dije.
-O no hable -dijo Dupin.
-Está bien. He sido informado personalmente, por alguien que ocupa un altísimo puesto, de que cierto documento de la mayor importancia ha sido robado en las cámaras reales. Se sabe quién es la persona que lo ha robado, pues fue vista cuando se apoderaba de él. También se sabe que el documento continúa en su poder.
-¿Cómo se sabe eso? -preguntó Dupin.
-Se deduce claramente -repuso el prefecto- de la naturaleza del documento y de que no se hayan producido ciertas consecuencias que tendrían lugar inmediatamente después que aquél pasara a otras manos; vale decir, en caso de que fuera empleado en la forma en que el ladrón ha de pretender hacerlo al final.
-Sea un poco más explícito -dije.
-Pues bien, puedo afirmar que dicho papel da a su poseedor cierto poder en cierto lugar donde dicho poder es inmensamente valioso.
El prefecto estaba encantado de su jerga diplomática.
-Pues sigo sin entender nada -dijo Dupin.
-¿No? Veamos: la presentación del documento a una tercera persona que no nombraremos pondría sobre el tapete el honor de un personaje de las más altas esferas y ello da al poseedor del documento un dominio sobre el ilustre personaje cuyo honor y tranquilidad se ven de tal modo amenazados.
-Pero ese dominio -interrumpí- dependerá de que el ladrón supiera que dicho personaje lo conoce como tal. ¿Y quién osaría...?
-El ladrón -dijo G...- es el ministro D..., que se atreve a todo, tanto en lo que es digno como lo que es indigno de un hombre. La forma en que cometió el robo es tan ingeniosa como audaz. El documento en cuestión -una carta, para ser francos- fue recibido por la persona robada mientras se hallaba a solas en el boudoir real. Mientras la leía, se vio repentinamente interrumpida por la entrada de la otra eminente persona, a la cual la primera deseaba ocultar especialmente la carta. Después de una apresurada y vana tentativa de esconderla en un cajón, debió dejarla, abierta como estaba, sobre una mesa. Como el sobrescrito había quedado hacia arriba y no se veía el contenido, la carta podía pasar sin ser vista. Pero en ese momento aparece el ministro D... Sus ojos de lince perciben inmediatamente el papel, reconoce la escritura del sobrescrito, observa la confusión de la persona en cuestión y adivina su secreto. Luego de tratar algunos asuntos en la forma expeditiva que le es usual, extrae una carta parecida a la que nos ocupa, la abre, finge leerla y la coloca luego exactamente al lado de la otra. Vuelve entonces a departir sobre las cuestiones públicas durante un cuarto de hora. Se levanta, finalmente, y, al despedirse, toma la carta que no le pertenece. La persona robada ve la maniobra, pero no se atreve a llamarle la atención en presencia de la tercera, que no se mueve de su lado. El ministro se marcha, dejando sobre la mesa la otra carta sin importancia.
-Pues bien -dijo Dupin, dirigiéndose a mí-, ahí tiene usted lo que se requería para que el dominio del ladrón fuera completo: éste sabe que la persona robada lo conoce como el ladrón.
-En efecto -dijo el prefecto-, y el poder así obtenido ha sido usado en estos últimos meses para fines políticos, hasta un punto sumamente peligroso. La persona robada está cada vez más convencida de la necesidad de recobrar su carta. Pero, claro está, una cosa así no puede hacerse abiertamente. Por fin, arrastrada por la desesperación, dicha persona me ha encargado de la tarea.
-Para la cual -dijo Dupin, envuelto en un perfecto torbellino de humo- no podía haberse deseado, o siquiera imaginado, agente más sagaz.
-Me halaga usted -repuso el prefecto-, pero no es imposible que, en efecto, se tenga de mi tal opinión.
-Como hace usted notar -dije-, es evidente que la carta sigue en posesión del ministro, pues lo que le confiere su poder es dicha posesión y no su empleo. Apenas empleada la carta, el poder cesaría.
Muy cierto -convino G...-. Mis pesquisas se basan en esa convicción. Lo primero que hice fue registrar cuidadosamente la mansión del ministro, aunque la mayor dificultad residía en evitar que llegara a enterarse. Se me ha prevenido que, por sobre todo, debo impedir que sospeche nuestras intenciones, lo cual sería muy peligroso.
-Pero usted tiene todas las facilidades para ese tipo de investigaciones -dije-. No es la primera vez que la policía parisiense las practica.
-¡Oh, naturalmente! Por eso no me preocupé demasiado. Las costumbres del ministro me daban, además, una gran ventaja. Con frecuencia pasa la noche fuera de su casa. Los sirvientes no son muchos y duermen alejados de los aposentos de su amo; como casi todos son napolitanos, es muy fácil inducirlos a beber copiosamente. Bien saben ustedes que poseo llaves con las cuales puedo abrir cualquier habitación de París. Durante estos tres meses no ha pasado una noche sin que me dedicara personalmente a registrar la casa de D... Mi honor está en juego y, para confiarles un gran secreto, la recompensa prometida es enorme. Por eso no abandoné la búsqueda hasta no tener seguridad completa de que el ladrón es más astuto que yo. Estoy seguro de haber mirado en cada rincón posible de la casa donde la carta podría haber sido escondida.
-¿No sería posible -pregunté- que si bien la carta se halla en posesión del ministro, como parece incuestionable, éste la haya escondido en otra parte que en su casa?
-Es muy poco probable -dijo Dupin-. El especial giro de los asuntos actuales en la corte, y especialmente de las intrigas en las cuales se halla envuelto D..., exigen que el documento esté a mano y que pueda ser exhibido en cualquier momento; esto último es tan importante como el hecho mismo de su posesión.
-¿Que el documento pueda ser exhibido? -pregunte.
-Si lo prefiere, que pueda ser destruido -dijo Dupin.
-Pues bien -convine-, el papel tiene entonces que estar en la casa. Supongo que podemos descartar toda idea de que el ministro lo lleve consigo.
-Por supuesto -dijo el prefecto-. He mandado detenerlo dos veces por falsos salteadores de caminos y he visto personalmente cómo le registraban.
-Pudo usted ahorrarse esa molestia -dijo Dupin-. Supongo que D... no es completamente loco y que ha debido prever esos falsos asaltos como una consecuencia lógica.
-No es completamente loco -dijo G...-, pero es un poeta, lo que en mi opinión viene a ser más o menos lo mismo.
-Cierto -dijo Dupin, después de aspirar una profunda bocanada de su pipa de espuma de mar-, aunque, por mi parte, me confieso culpable de algunas malas rimas.
-¿Por qué no nos da detalles de su requisición? -pregunté.
-Pues bien; como disponíamos del tiempo necesario, buscamos en todas partes. Tengo una larga experiencia en estos casos. Revisé íntegramente la mansión, cuarto por cuarto, dedicando las noches de toda una semana a cada aposento. Primero examiné el moblaje. Abrimos todos los cajones; supongo que no ignoran ustedes que, para un agente de policía bien adiestrado, no hay cajón secreto que pueda escapársele. En una búsqueda de esta especie, el hombre que deja sin ver un cajón secreto es un imbécil. ¡Son tan evidentes! En cada mueble hay una cierta masa, un cierto espacio que debe ser explicado. Para eso tenemos reglas muy precisas. No se nos escaparía ni la quincuagésima parte de una línea.
»Terminada la inspección de armarios pasamos a las sillas. Atravesamos los almohadones con esas largas y finas agujas que me han visto ustedes emplear. Levantamos las tablas de las mesas.»
-¿Porqué?
-Con frecuencia, la persona que desea esconder algo levanta la tapa de una mesa o de un mueble similar, hace un orificio en cada una de las patas, esconde el objeto en cuestión y vuelve a poner la tabla en su sitio. Lo mismo suele hacerse en las cabeceras y postes de las camas.
-Pero, ¿no puede localizarse la cavidad por el sonido? -pregunté.
-De ninguna manera si, luego de haberse depositado el objeto, se lo rodea con una capa de algodón. Además, en este caso estábamos forzados a proceder sin hacer ruido.
-Pero es imposible que hayan ustedes revisado y desarmado todos los muebles donde pudo ser escondida la carta en la forma que menciona. Una carta puede ser reducida a un delgadísimo rollo, casi igual en volumen al de una aguja larga de tejer, y en esa forma se la puede insertar, por ejemplo, en el travesaño de una silla. ¿Supongo que no desarmaron todas las sillas?
-Por supuesto que no, pero hicimos algo mejor: examinamos los travesaños de todas las sillas de la casa y las junturas de todos los muebles con ayuda de un poderoso microscopio. Si hubiera habido la menor señal de un reciente cambio, no habríamos dejado de advertirlo instantáneamente. Un simple grano de polvo producido por un barreno nos hubiera saltado a los ojos como si fuera una manzana. La menor diferencia en la encoladura, la más mínima apertura en los ensamblajes, hubiera bastado para orientarnos.
-Supongo que miraron en los espejos, entre los marcos y el cristal, y que examinaron las camas y la ropa de la cama, así como los cortinados y alfombras.
-Naturalmente, y luego que hubimos revisado todo el moblaje en la misma forma minuciosa, pasamos a la casa misma. Dividimos su superficie en compartimentos que numeramos, a fin de que no se nos escapara ninguno; luego escrutamos cada pulgada cuadrada, incluyendo las dos casas adyacentes, siempre ayudados por el microscopio.
-¿Las dos casas adyacentes? -exclamé-. ¡Habrán tenido toda clase de dificultades!
-Sí. Pero la recompensa ofrecida es enorme.
-¿Incluían ustedes el terreno contiguo a las casas?
-Dicho terreno está pavimentado con ladrillos. No nos dio demasiado trabajo comparativamente, pues examinamos el musgo entre los ladrillos y lo encontramos intacto.
-¿Miraron entre los papeles de D..., naturalmente, y en los libros de la biblioteca?
-Claro está. Abrimos todos los paquetes, y no sólo examinamos cada libro, sino que lo hojeamos cuidadosamente, sin conformarnos con una mera sacudida, como suelen hacerlo nuestros oficiales de policía. Medimos asimismo el espesor de cada encuadernación, escrutándola luego de la manera más detallada con el microscopio. Si se hubiera insertado un papel en una de esas encuadernaciones, resultaría imposible que pasara inadvertido. Cinco o seis volúmenes que salían de manos del encuadernador fueron probados longitudinalmente con las agujas.
-¿Exploraron los pisos debajo de las alfombras?
-Sin duda. Levantamos todas las alfombras y examinamos las planchas con el microscopio.
-¿Y el papel de las paredes?
-Lo mismo.
-¿Miraron en los sótanos?
-Miramos.
-Pues entonces -declaré- se ha equivocado usted en sus cálculos y la carta no está en la casa del ministro.
-Me temo que tenga razón -dijo el prefecto-. Pues bien, Dupin, ¿qué me aconseja usted?
-Revisar de nuevo completamente la casa.
-¡Pero es inútil! -replicó G...-. Tan seguro estoy de que respiro como de que la carta no está en la casa.
-No tengo mejor consejo que darle -dijo Dupin-. Supongo que posee usted una descripción precisa de la carta.
-¡Oh, sí!
Luego de extraer una libreta, el prefecto procedió a leernos una minuciosa descripción del aspecto interior de la carta, y especialmente del exterior. Poco después de terminar su lectura se despidió de nosotros, desanimado como jamás lo había visto antes.
Un mes más tarde nos hizo otra visita y nos encontró ocupados casi en la misma forma que la primera vez. Tomó posesión de una pipa y un sillón y se puso a charlar de cosas triviales. Al cabo de un rato le dije:
-Veamos, G..., ¿qué pasó con la carta robada? Supongo que, por lo menos, se habrá convencido de que no es cosa fácil sobrepujar en astucia al ministro.
-¡El diablo se lo lleve! Volví a revisar su casa, como me lo había aconsejado Dupin, pero fue tiempo perdido. Ya lo sabía yo de antemano.
-¿A cuánto dijo usted que ascendía la recompensa ofrecida? -preguntó Dupin.
-Pues... a mucho dinero... muchísimo. No quiero decir exactamente cuánto, pero eso sí, afirmo que estaría dispuesto a firmar un cheque por cincuenta mil francos a cualquiera que me consiguiese esa carta. El asunto va adquiriendo día a día más importancia, y la recompensa ha sido recientemente doblada. Pero, aunque ofrecieran tres voces esa suma, no podría hacer más de lo que he hecho.
-Pues... la verdad... -dijo Dupin, arrastrando las palabras entre bocanadas de humo-, me parece a mí, G..., que usted no ha hecho... todo lo que podía hacerse. ¿No cree que... aún podría hacer algo más, eh?
-¿Cómo? ¿En qué sentido?
-Pues... puf... podría usted... puf, puf... pedir consejo en este asunto... puf, puf, puf... ¿Se acuerda de la historia que cuentan de Abernethy?
-No. ¡Al diablo con Abernethy!
-De acuerdo. ¡Al diablo, pero bienvenido! Érase una vez cierto avaro que tuvo la idea de obtener gratis el consejo médico de Abernethy. Aprovechó una reunión y una conversación corrientes para explicar un caso personal como si se tratara del de otra persona. «Supongamos que los síntomas del enfermo son tales y cuales -dijo-. Ahora bien, doctor: ¿qué le aconsejaría usted hacer?» «Lo que yo le aconsejaría -repuso Abernethy- es que consultara a un médico.»
-¡Vamos! -exclamó el prefecto, bastante desconcertado-. Estoy plenamente dispuesto a pedir consejo y a pagar por él. De verdad, daría cincuenta mil francos a quienquiera me ayudara en este asunto.
-En ese caso -replicó Dupin, abriendo un cajón y sacando una libreta de cheques-, bien puede usted llenarme un cheque por la suma mencionada. Cuando lo haya firmado le entregaré la carta.
Me quedé estupefacto. En cuanto al prefecto, parecía fulminado. Durante algunos minutos fue incapaz de hablar y de moverse, mientras contemplaba a mi amigo con ojos que parecían salírsele de las órbitas y con la boca abierta. Recobrándose un tanto, tomó una pluma y, después de varias pausas y abstraídas contemplaciones, llenó y firmó un cheque por cincuenta mil francos, extendiéndolo por encima de la mesa a Dupin. Éste lo examinó cuidadosamente y lo guardo en su cartera; luego, abriendo un escritorio, sacó una carta y la entregó al prefecto. Nuestro funcionario la tomó en una convulsión de alegría, la abrió con manos trémulas, lanzó una ojeada a su contenido y luego, lanzándose vacilante hacia la puerta, desapareció bruscamente del cuarto y de la casa, sin haber pronunciado una sílaba desde el momento en que Dupin le pidió que llenara el cheque.
Una vez que se hubo marchado, mi amigo consintió en darme algunas explicaciones.
-La policía parisiense es sumamente hábil a su manera -dijo-. Es perseverante, ingeniosa, astuta y muy versada en los conocimientos que sus deberes exigen. Así, cuando G... nos explicó su manera de registrar la mansión de D..., tuve plena confianza en que había cumplido una investigación satisfactoria, hasta donde podía alcanzar.
-¿Hasta donde podía alcanzar? -repetí.
-Sí -dijo Dupin-. Las medidas adoptadas no solamente eran las mejores en su género, sino que habían sido llevadas a la más absoluta perfección. Si la carta hubiera estado dentro del ámbito de su búsqueda, no cabe la menor duda de que los policías la hubieran encontrado.
Me eché a reír, pero Dupin parecía hablar muy en serio.
-Las medidas -continuó- eran excelentes en su género, y fueron bien ejecutadas; su defecto residía en que eran inaplicables al caso y al hombre en cuestión. Una cierta cantidad de recursos altamente ingeniosos constituyen para el prefecto una especie de lecho de Procusto, en el cual quiere meter a la fuerza sus designios. Continuamente se equivoca por ser demasiado profundo o demasiado superficial para el caso, y más de un colegial razonaría mejor que él. Conocí a uno que tenía ocho años y cuyos triunfos en el juego de «par e impar» atraían la admiración general. El juego es muy sencillo y se juega con bolitas. Uno de los contendientes oculta en la mano cierta cantidad de bolitas y pregunta al otro: «¿Par o impar?» Si éste adivina correctamente, gana una bolita; si se equivoca, pierde una. El niño de quien hablo ganaba todas las bolitas de la escuela. Naturalmente, tenía un método de adivinación que consistía en la simple observación y en el cálculo de la astucia de sus adversarios. Supongamos que uno de éstos sea un perfecto tonto y que, levantando la mano cerrada, le pregunta: «¿Par o impar?» Nuestro colegial responde: «Impar», y pierde, pero a la segunda vez gana, por cuanto se ha dicho a sí mismo: «El tonto tenía pares la primera vez, y su astucia no va más allá de preparar impares para la segunda vez. Por lo tanto, diré impar.» Lo dice, y gana. Ahora bien, si le toca jugar con un tonto ligeramente superior al anterior, razonará en la siguiente forma: «Este muchacho sabe que la primera vez elegí impar, y en la segunda se le ocurrirá como primer impulso pasar de par a impar, pero entonces un nuevo impulso le sugerirá que la variación es demasiado sencilla, y finalmente se decidirá a poner bolitas pares como la primera vez. Por lo tanto, diré pares.» Así lo hace, y gana. Ahora bien, esta manera de razonar del colegial, a quien sus camaradas llaman «afortunado», ¿en qué consiste si se la analiza con cuidado?
-Consiste -repuse- en la identificación del intelecto del razonador con el de su oponente.
-Exactamente -dijo Dupin-. Cuando pregunté al muchacho de qué manera lograba esa totalidentificación en la cual residían sus triunfos, me contestó: «Si quiero averiguar si alguien es inteligente, o estúpido, o bueno, o malo, y saber cuáles son sus pensamientos en ese momento, adapto lo más posible la expresión de mi cara a la de la suya, y luego espero hasta ver qué pensamientos o sentimientos surgen en mi mente o en mi corazón, coincidentes con la expresión de mi cara.» Esta respuesta del colegial está en la base de toda la falsa profundidad atribuida a La Rochefoucauld, La Bruyère, Maquiavelo y Campanella.
-Si comprendo bien -dije- la identificación del intelecto del razonador con el de su oponente depende de la precisión con que se mida la inteligencia de este último.
-Depende de ello para sus resultados prácticos -replicó Dupin-, y el prefecto y sus cohortes fracasan con tanta frecuencia, primero por no lograr dicha identificación y segundo por medir mal -o, mejor dicho, por no medir- el intelecto con el cual se miden. Sólo tienen en cuenta sus propias ideas ingeniosas y, al buscar alguna cosa oculta, se fijan solamente en los métodos que ellos hubieran empleado para ocultarla. Tienen mucha razón en la medida en que su propio ingenio es fiel representante del de la masa; pero, cuando la astucia del malhechor posee un carácter distinto de la suya, aquél los derrota, como es natural. Esto ocurre siempre cuando se trata de una astucia superior a la suya y, muy frecuentemente, cuando está por debajo. Los policías no admiten variación de principio en sus investigaciones; a lo sumo, si se ven apurados por algún caso insólito, o movidos por una recompensa extraordinaria, extienden o exageran sus viejas modalidades rutinarias, pero sin tocar los principios. Por ejemplo, en este asunto de D..., ¿qué se ha hecho para modificar el principio de acción? ¿Qué son esas perforaciones, esos escrutinios con el microscopio, esa división de la superficie del edificio en pulgadas cuadradas numeradas? ¿Qué representan sino la aplicación exagerada del principio o la serie de principios que rigen una búsqueda, y que se basan a su vez en una serie de nociones sobre el ingenio humano, a las cuales se ha acostumbrado el prefecto en la prolongada rutina de su tarea? ¿No ha advertido que G... da por sentado que todo hombre esconde una carta, si no exactamente en un agujero practicado en la pata de una silla, por lo menos en algún agujero o rincón sugerido por la misma línea de pensamiento que inspira la idea de esconderla en un agujero hecho en la pata de una silla? Observe asimismo que esos escondrijos rebuscados sólo se utilizan en ocasiones ordinarias, y sólo serán elegidos por inteligencias igualmente ordinarias; vale decir que en todos los casos de ocultamiento cabe presumir, en primer término, que se lo ha efectuado dentro de esas líneas; por lo tanto, su descubrimiento no depende en absoluto de la perspicacia, sino del cuidado, la paciencia y la obstinación de los buscadores; y si el caso es de importancia (o la recompensa magnifica, lo cual equivale a la misma cosa a los ojos de los policías), las cualidades aludidas no fracasan jamás. Comprenderá usted ahora lo que quiero decir cuando sostengo que si la carta robada hubiese estado escondida en cualquier parte dentro de los límites de la perquisición del prefecto (en otras palabras, si el principio rector de su ocultamiento hubiera estado comprendido dentro de los principios del prefecto) hubiera sido descubierta sin la más mínima duda. Pero nuestro funcionario ha sido mistificado por completo, y la remota fuente de su derrota yace en su suposición de que el ministro es un loco porque ha logrado renombre como poeta. Todos los locos son poetas en el pensamiento del prefecto, de donde cabe considerarlo culpable de un non distributio medii por inferir de lo anterior que todos los poetas son locos.
-¿Pero se trata realmente del poeta? -pregunté-. Sé que D... tiene un hermano, y que ambos han logrado reputación en el campo de las letras. Creo que el ministro ha escrito una obra notable sobre el cálculo diferencial. Es un matemático y no un poeta.
-Se equivoca usted. Lo conozco bien, y sé que es ambas cosas. Como poeta y matemático es capaz de razonar bien, en tanto que como mero matemático hubiera sido capaz de hacerlo y habría quedado a merced del prefecto.
-Me sorprenden esas opiniones -dije-, que el consenso universal contradice. Supongo que no pretende usted aniquilar nociones que tienen siglos de existencia sancionada. La razón matemática fue considerada siempre como la razón por excelencia.
-Il y a à parier -replicó Dupin, citando a Chamfort- que toute idée publique, toute convention reçue est une sottise, car elle a convenu au plus grand nombre. Le aseguro que los matemáticos han sido los primeros en difundir el error popular al cual alude usted, y que no por difundido deja de ser un error. Con arte digno de mejor causa han introducido, por ejemplo, el término «análisis» en las operaciones algebraicas. Los franceses son los causantes de este engaño, pero si un término tiene alguna importancia, si las palabras derivan su valor de su aplicación, entonces concedo que «análisis» abarca «álgebra», tanto como en latín ambitus implica «ambición»; religio, «religión», u homines honesti, la clase de las gentes honorables.
-Me temo que se malquiste usted con algunos de los algebristas de París. Pero continúe.
-Niego la validez y, por tanto, los resultados de una razón cultivada por cualquier procedimiento especial que no sea el lógico abstracto. Niego, en particular, la razón extraída del estudio matemático. Las matemáticas constituyen la ciencia de la forma y la cantidad; el razonamiento matemático es simplemente la lógica aplicada a la observación de la forma y la cantidad. El gran error está en suponer que incluso las verdades de lo que se denomina álgebra pura constituyen verdades abstractas o generales. Y este error es tan enorme que me asombra se lo haya aceptado universalmente. Los axiomas matemáticos no son axiomas de validez general. Lo que es cierto de la relación (de la forma y la cantidad) resulta con frecuencia erróneo aplicado, por ejemplo, a la moral. En esta última ciencia suele no ser cierto que el todo sea igual a la suma de las partes. También en química este axioma no se cumple. En la consideración de los móviles falla igualmente, pues dos móviles de un valor dado no alcanzan necesariamente al sumarse un valor equivalente a la suma de sus valores. Hay muchas otras verdades matemáticas que sólo son tales dentro de los límites de la relación. Pero el matemático, llevado por el hábito, arguye, basándose en sus verdades finitas, como si tuvieran una aplicación general, cosa que por lo demás la gente acepta y cree. En su erudita Mitología, Bryant alude a una análoga fuente de error cuando señala que, «aunque no se cree en las fábulas paganas, solemos olvidarnos de ello y extraemos consecuencias como si fueran realidades existentes». Pero, para los algebristas, que son realmente paganos, las «fábulas paganas» constituyen materia de credulidad, y las inferencias que de ellas extraen no nacen de un descuido de la memoria sino de un inexplicable reblandecimiento mental. Para resumir: jamás he encontrado a un matemático en quien se pudiera confiar fuera de sus raíces y sus ecuaciones, o que no tuviera por artículo de fe que x2+px es absoluta e incondicionalmente igual a q. Por vía de experimento, diga a uno de esos caballeros que, en su opinión, podrían darse casos en quex2+px no fuera absolutamente igual a q; pero, una vez que le haya hecho comprender lo que quiere decir, sálgase de su camino lo antes posible, porque es seguro que tratará de golpearlo.
»Lo que busco indicar -agregó Dupin, mientras yo reía de sus últimas observaciones- es que, si el ministro hubiera sido sólo un matemático, el prefecto no se habría visto en la necesidad de extenderme este cheque. Pero sé que es tanto matemático como poeta, y mis medidas se han adaptado a sus capacidades, teniendo en cuenta las circunstancias que lo rodeaban. Sabía que es un cortesano y un audaz intrigant. Pensé que un hombre semejante no dejaría de estar al tanto de los métodos policiales ordinarios. Imposible que no anticipara (y los hechos lo han probado así) los falsos asaltos a que fue sometido. Reflexioné que igualmente habría previsto las pesquisiciones secretas en su casa. Sus frecuentes ausencias nocturnas, que el prefecto consideraba una excelente ayuda para su triunfo, me parecieron simplemente astucias destinadas a brindar oportunidades a la perquisición y convencer lo antes posible a la policía de que la carta no se hallaba en la casa, como G... terminó finalmente por creer. Me pareció asimismo que toda la serie de pensamientos que con algún trabajo acabo de exponerle y que se refieren al principio invariable de la acción policial en sus búsquedas de objetos ocultos, no podía dejar de ocurrírsele al ministro. Ello debía conducirlo inflexiblemente a desdeñar todos los escondrijos vulgares. Reflexioné que ese hombre no podía ser tan simple como para no comprender que el rincón más remoto e inaccesible de su morada estaría tan abierto como el más vulgar de los armarios a los ojos, las sondas, los barrenos y los microscopios del prefecto. Vi, por último, que D... terminaría necesariamente en la simplicidad, si es que no la adoptaba por una cuestión de gusto personal. Quizá recuerde usted con qué ganas rió el prefecto cuando, en nuestra primera entrevista, sugerí que acaso el misterio lo perturbaba por su absoluta evidencia.
-Me acuerdo muy bien -respondí-. Por un momento pensé que iban a darle convulsiones.
-El mundo material -continuó Dupin- abunda en estrictas analogías con el inmaterial, y ello tiñe de verdad el dogma retórico según el cual la metáfora o el símil sirven tanto para reforzar un argumento como para embellecer una descripción. El principio de la vis inertiæpor ejemplo, parece idéntico en la física y en la metafísica. Si en la primera es cierto que resulta más difícil poner en movimiento un cuerpo grande que uno pequeño, y que el impulso o cantidad de movimiento subsecuente se hallará en relación con la dificultad, no menos cierto es en metafísica que los intelectos de máxima capacidad, aunque más vigorosos, constantes y eficaces en sus avances que los de grado inferior, son más lentos en iniciar dicho avance y se muestran más embarazados y vacilantes en los primeros pasos. Otra cosa: ¿Ha observado usted alguna vez, entre las muestras de las tiendas, cuáles atraen la atención en mayor grado?
-Jamás se me ocurrió pensarlo -dije.
-Hay un juego de adivinación -continuó Dupin- que se juega con un mapa. Uno de los participantes pide al otro que encuentre una palabra dada: el nombre de una ciudad, un río, un Estado o un imperio; en suma, cualquier palabra que figure en la abigarrada y complicada superficie del mapa. Por lo regular, un novato en el juego busca confundir a su oponente proponiéndole los nombres escritos con los caracteres más pequeños, mientras que el buen jugador escogerá aquellos que se extienden con grandes letras de una parte a otra del mapa. Estos últimos, al igual que las muestras y carteles excesivamente grandes, escapan a la atención a fuerza de ser evidentes, y en esto la desatención ocular resulta análoga al descuido que lleva al intelecto a no tomar en cuenta consideraciones excesivas y palpablemente evidentes. De todos modos, es éste un asunto que se halla por encima o por debajo del entendimiento del prefecto. Jamás se le ocurrió como probable o posible que el ministro hubiera dejado la carta delante de las narices del mundo entero, a fin de impedir mejor que una parte de ese mundo pudiera verla.
»Cuanto más pensaba en el audaz, decidido y característico ingenio de D..., en que el documento debía hallarse siempre a mano si pretendía servirse de él para sus fines, y en la absoluta seguridad proporcionada por el prefecto de que el documento no se hallaba oculto dentro de los límites de las búsquedas ordinarias de dicho funcionario, más seguro me sentía de que, para esconder la carta, el ministro había acudido al más amplio y sagaz de los expedientes: el no ocultarla.
»Compenetrado de estas ideas, me puse un par de anteojos verdes, y una hermosa mañana acudí como por casualidad a la mansión ministerial. Hallé a D... en casa, bostezando, paseándose sin hacer nada y pretendiendo hallarse en el colmo del ennui. Probablemente se trataba del más activo y enérgico de los seres vivientes, pero eso tan sólo cuando nadie lo ve.
»Para no ser menos, me quejé del mal estado de mi vista y de la necesidad de usar anteojos, bajo cuya protección pude observar cautelosa pero detalladamente el aposento, mientras en apariencia seguía con toda atención las palabras de mi huésped.
»Dediqué especial cuidado a una gran mesa-escritorio junto a la cual se sentaba D..., y en la que aparecían mezcladas algunas cartas y papeles, juntamente con un par de instrumentos musicales y unos pocos libros. Pero, después de un prolongado y atento escrutinio, no vi nada que procurara mis sospechas.
»Dando la vuelta al aposento, mis ojos cayeron por fin sobre un insignificante tarjetero de cartón recortado que colgaba, sujeto por una sucia cinta azul, de una pequeña perilla de bronce en mitad de la repisa de la chimenea. En este tarjetero, que estaba dividido en tres o cuatro compartimentos, vi cinco o seis tarjetas de visitantes y una sola carta. Esta última parecía muy arrugada y manchada. Estaba rota casi por la mitad, como si a una primera intención de destruirla por inútil hubiera sucedido otra. Ostentaba un gran sello negro, con el monograma de D... muy visible, y el sobrescrito, dirigido al mismo ministro revelaba una letra menuda y femenina. La carta había sido arrojada con descuido, casi se diría que desdeñosamente, en uno de los compartimentos superiores del tarjetero.
»Tan pronto hube visto dicha carta, me di cuenta de que era la que buscaba. Por cierto que su apariencia difería completamente de la minuciosa descripción que nos había leído el prefecto. En este caso el sello era grande y negro, con el monograma de D...; en el otro, era pequeño y rojo, con las armas ducales de la familia S... El sobrescrito de la presente carta mostraba una letra menuda y femenina, mientras que el otro, dirigido a cierta persona real, había sido trazado con caracteres firmes y decididos. Sólo el tamaño mostraba analogía. Pero, en cambio, lo radical de unas diferencias que resultaban excesivas; la suciedad, el papel arrugado y roto en parte, tan inconciliables con los verdaderos hábitos metódicos de D..., y tan sugestivos de la intención de engañar sobre el verdadero valor del documento, todo ello, digo sumado a la ubicación de la carta, insolentemente colocada bajo los ojos de cualquier visitante, y coincidente, por tanto, con las conclusiones a las que ya había arribado, corroboraron decididamente las sospechas de alguien que había ido allá con intenciones de sospechar.
»Prolongué lo más posible mi visita y, mientras discutía animadamente con el ministro acerca de un tema que jamás ha dejado de interesarle y apasionarlo, mantuve mi atención clavada en la carta. Confiaba así a mi memoria los detalles de su apariencia exterior y de su colocación en el tarjetero; pero terminé además por descubrir algo que disipó las últimas dudas que podía haber abrigado. Al mirar atentamente los bordes del papel, noté que estaban más ajados de lo necesario. Presentaban el aspecto típico de todo papel grueso que ha sido doblado y aplastado con una plegadera, y que luego es vuelto en sentido contrario, usando los mismos pliegues formados la primera vez. Este descubrimiento me bastó. Era evidente que la carta había sido dada vuelta como un guante, a fin de ponerle un nuevo sobrescrito y un nuevo sello. Me despedí del ministro y me marché en seguida, dejando sobre la mesa una tabaquera de oro.
»A la mañana siguiente volví en busca de la tabaquera, y reanudamos placenteramente la conversación del día anterior. Pero, mientras departíamos, oyóse justo debajo de las ventanas un disparo como de pistola, seguido por una serie de gritos espantosos y las voces de una multitud aterrorizada. D... corrió a una ventana, la abrió de par en par y miró hacia afuera. Por mi parte, me acerqué al tarjetero, saqué la carta, guardándola en el bolsillo, y la reemplacé por un facsímil (por lo menos en el aspecto exterior) que había preparado cuidadosamente en casa, imitando el monograma de D... con ayuda de un sello de miga de pan.
»La causa del alboroto callejero había sido la extravagante conducta de un hombre armado de un fusil, quien acababa de disparar el arma contra un grupo de mujeres y niños. Comprobóse, sin embargo, que el arma no estaba cargada, y los presentes dejaron en libertad al individuo considerándolo borracho o loco. Apenas se hubo alejado, D... se apartó de la ventana, donde me le había reunido inmediatamente después de apoderarme de la carta. Momentos después me despedí de él. Por cierto que el pretendido lunático había sido pagado por mí.»
-¿Pero qué intención tenía usted -pregunté- al reemplazar la carta por un facsímil? ¿No hubiera sido preferible apoderarse abiertamente de ella en su primera visita, y abandonar la casa?
-D... es un hombre resuelto a todo y lleno de coraje -repuso Dupin-. En su casa no faltan servidores devotos a su causa. Si me hubiera atrevido a lo que usted sugiere, jamás habría salido de allí con vida. El buen pueblo de París no hubiese oído hablar nunca más de mí. Pero, además, llevaba una segunda intención. Bien conoce usted mis preferencias políticas. En este asunto he actuado como partidario de la dama en cuestión. Durante dieciocho meses, el ministro la tuvo a su merced. Ahora es ella quien lo tiene a él, pues, ignorante de que la carta no se halla ya en su posesión, D... continuará presionando como si la tuviera. Esto lo llevará inevitablemente a la ruina política. Su caída, además, será tan precipitada como ridícula. Está muy bien hablar del facilis descensus Averni; pero, en materia de ascensiones, cabe decir lo que la Catalani decía del canto, o sea, que es mucho más fácil subir que bajar. En el presente caso no tengo simpatía -o, por lo menos, compasión- hacia el que baja. D... es el monstrum horrendum, el hombre de genio carente de principios. Confieso, sin embargo, que me gustaría conocer sus pensamientos cuando, al recibir el desafío de aquélla a quien el prefecto llama «cierta persona», se vea forzado a abrir la carta que le dejé en el tarjetero.
-¿Cómo? ¿Escribió usted algo en ella?
-¡Vamos, no me pareció bien dejar el interior en blanco!
Hubiera sido insultante. Cierta vez, en Viena, D... me jugó una mala pasada, y sin perder el buen humor le dije que no la olvidaría. De modo que, como no dudo de que sentirá cierta curiosidad por saber quién se ha mostrado más ingenioso que él, pensé que era una lástima no dejarle un indicio. Como conoce muy bien mi letra, me limité a copiar en mitad de la página estas palabras:
...Un dessein si funeste, S’il n’est digne d’Atrée, est digne de Thyeste.
»Las hallará usted en el Atrée de Crébillon.»

(Fuente: Biblioteca Ciudad Seva. Traducción, Julio Cortázar))













'BARCELONA JA NO ES BONA', de Jaime Gil de Biedma

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"... Y a la nostalgia de una edad feliz ... 

y de dinero fácil, tal como la contaban, 
se mezcla un sentimiento bien distinto 
que aprendí de mayor, 
este resentimiento 
contra la clase en que nací..."

Pla del Palau, Barcelona años 50

BARCELONA JA NO ES BONA


 o mi paseo solitario en primavera
                                                                                                         A Fabián Estapé
                                                                                   Este despedazado anfiteatro, 
                                                             impío honor de los dioses, cuya afrenta 
                                                                                 publica el amarillo jaramago, 
                                                                                    ya reducido a trágico teatro, 
                                                                          ¡oh fábula del tiempo! representa 
                                                                cuánta fue su grandeza y es su estrago.
                                                                                                        Rodrigo Caro

En los meses de aquella primavera 
pasaron por aquí seguramente 
más de una vez. 
Entonces, los dos eran muy jóvenes 
y tenían el Chrysler amarillo y negro. 
Los imagino al mediodía, por la avenida de los tilos, 
la capota del coche salpicada de sol, 
o quizá en Miramar, llegando a los jardines, 
mientras que sobre el fondo del puerto y la ciudad 
se mecen las sombrillas del restaurante al aire libre, 
y las conversaciones, y la música, 
fundiéndose al rumor de los neumáticos 
sobre la grava del paseo. 
Sólo por un instante 
se destacan los dos a pleno sol 
con los trajes que he visto en las fotografías: 
él examina un coche muchísimo más caro 
-un Duesemberg  sport con doble parabrisas, 
bello como una máquina de guerra- 
y ella se vuelve a mí, quizá esperándome, 
y el vaivén de las rosas de la pérgola 
parpadea en la sombra 
de sus pacientes ojos de embarazada. 
Era en el año de la Exposición.
Así yo estuve aquí 
dentro del vientre de mi madre, 
y es verdad que algo oscuro, que algo anterior me trae 
por estos sitios destartalados. 
Más aún que los árboles y la naturaleza 
o que el susurro del agua corriente 
furtiva, reflejándose en las hojas 
-y eso que ya a mis años 
se empieza a agradecer la primavera-, 
yo busco en mis paseos los tristes edificios, 
las estatuas manchadas con lápiz de labios, 
los rincones del parque pasados de moda 
en donde, por la noche, se hacen el amor... 
Y a la nostalgia de una edad feliz 
y de dinero fácil, tal como la contaban, 
se mezcla un sentimiento bien distinto 
que aprendí de mayor, 
este resentimiento 
contra la clase en que nací, 
y que se complace también al ver mordida, 
ensuciada la feria de sus vanidades 
por el tiempo y las manos del resto de los hombres.
Oh mundo de mi infancia, cuya mitología 
se asocia -bien lo veo- 
con el capitalismo de empresa familiar! 
Era ya un poco tarde 
incluso en Cataluña, pero la pax burguesa 
reinaba en los hogares y en las fábricas, 
sobre todo en las fábricas - Rusia estaba muy lejos 
y muy lejos Detroit. 
Algo de aquel momento queda en estos palacios 
y en estas perspectivas desiertas bajo el sol, 
cuyo destino ya nadie recuerda. 
Todo fue una ilusión, envejecida 
como la maquinaria de sus fábricas, 
o como la casa en Sitges, o en Caldetas, 
heredada también por el hijo mayor.
Sólo montaña arriba, cerca ya del castillo, 
de sus fosos quemados por los fusilamientos, 
dan señales de vida los murcianos. 
Y yo subo despacio por las escalinatas 
sintiéndome observado, tropezando en las piedras 
en donde las higueras agarran sus raíces, 
mientras oigo a estos chavas nacidos en el Sur 
hablarse en catalán, y pienso, a un mismo tiempo, 
en mi pasado y en su porvenir.
Sean ellos sin más preparación 
que su instinto de vida 
más fuertes al final que el patrón que les paga 
y que el salta-taulells que les desprecia: 
que la ciudad les pertenezca un día. 
Como les pertenece esta montaña, 
este despedazado anfiteatro 
de las nostalgias de una burguesía.



TAMBIÉN DE GIL DE BIEDMA EN ESTE SITIO:

'POR JAIME GIL DE BIEDMA', por Andreu Jaume / 'SENECTUTE', de Jaime Gil de Biedma


("La obra de Gil de Biedma ha sido objeto de un malentendido propiciado por la virtud de su transparencia, a menudo confundida con la facilidad... Eso y no otra cosa es la poesía de la experiencia... se descubre la primacía de la experiencia averiguada por la voz que habla en el poema, una experiencia que, de hecho, ya no puede ser cantada sino sólo pensada")


NOCHES DEL MES DE JUNIO

(... Eran las noches incurables y la calentura. Las altas horas de estudiante solo y el libro intempestivo junto al balcón abierto de par en par...)


(
  "Que la vida iba en serio 
  
 uno lo empieza a comprender más tarde...")




("Como si el hombre, harto ya de luchar con sus demonios, decidiese encargarles el gobierno y la administración de su pobreza... ... España puede y debe salir de la pobreza... antes que se la lleven los demonios")


("... y el Gobierno, reunido en consejo de ministros, 
  no se sabe si estudia a estas horas 
  
 el subsidio de paro 
  
 o el derecho al despido, 
  
 o si sencillamente, aislado en un océano, 
  
 se limita a esperar que la tormenta pase 
  
 y llegue el día, el día en que, por fin, 
  
 las cosas dejen de venir mal dadas. ")

 






'VAGAMENTE', de Manuel Machado / 'THE PASSENGER', Iggy Pop (¡Viva el Cine!)

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"... Recuerdo

yo vagamente cosas que ahora ignoro

si eran verdad o sueño..."



VAGAMENTE

En el cinematógrafo

de mi memoria tengo...


En aquel agradable

rincón, húmedo y bueno,

en donde está la talla serenando

el agua santa, eternamente fresco

y oscuro; en aquel patio, de poesía

y escalofríos lleno;

junto a la sempiterna

fuente de mármol y canción. Recuerdo

yo vagamente cosas que ahora ignoro

si eran verdad o sueño.


En el cinematógrafo

de mi memoria tengo

cintas medio borrosas... ¿Son escenas

de verdad o de sueño?...

(1905)









Columna para el comentario crítico: 'LIBRERÍAS', por Julio Llamazares / LIVRARIA LELLO E IRMAO, en Oporto

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Interesante columna que, partiendo de la progresiva desaparición de las librerías, advierte sobre lo que podría ser un peligroso cambio de paradigma en las relaciones humanas. Creemos que es muy apropiada para practicar el comentario crítico con los alumnos de Bachillerato.

"Las librerías son, pues, sólo unas damnificadas más de un mundo que es cada vez más virtual y menos tangible y que considera el contacto humano anticuado y una pérdida de tiempo; un mundo que prefiere la irrealidad del ordenador y la soledad de los no lugares...

lo cierto es que cada vez más reivindico lo real, entendiendo por real lo que se puede tocar, da igual que sean cosas o personas..."


LIBRERÍAS

Cada día desaparecen en España dos librerías. Si fueran bares no importaría, porque hay cerca de un millón, pero las librerías no llegan a 5.000, con lo que, al ritmo al que vamos, en 10 años habrán desaparecido todas. Ya ha ocurrido, de hecho, en ciudades como El Ejido, que con 100.000 habitantes no tiene una sola librería abierta.
A estas alturas de la columna muchos lectores habrán dejado de leerla convencidos de que no va con ellos, ya que compran los libros en Amazon o se los descargan directamente de Internet, pero yo les pediría un poco más de paciencia aunque solamente sea por consideración a unos establecimientos en los que durante siglos y todavía hoy hemos hallado refugio al igual que en los bares y en los cafés, que también están desapareciendo para nuestra desgracia. Últimamente, parece que todo lo que no sea moderno, entendiendo por moderno todo aquello que nos aleje de los demás, está condenado a desaparecer.

Las librerías son, pues, sólo unas damnificadas más de un mundo que es cada vez más virtual y menos tangible y que considera el contacto humano anticuado y una pérdida de tiempo; un mundo que prefiere la irrealidad del ordenador y la soledad de los no lugares, ya sean grandes superficies, supermercados con dependientes autómatas, estaciones de servicio en las que ni siquiera hay vigilante ya o cafeterías self-service, al comercio de siempre y al empleado de carne y hueso, ya sea éste camarero, farmacéutico, tendero o dueño de librería. En el caso de los libreros, además, su oficio lucha contra otro mito de la modernidad virtual, que es el de que el papel se acaba.

Será que uno está acabado también o que se niega a aceptar una forma de vida que hace de la deshumanización su norma, lo cierto es que cada vez más reivindico lo real, entendiendo por real lo que se puede tocar, da igual que sean cosas o personas. Si se trata de cosas, prefiero que tengan peso, que sepan y huelan a algo, y si de personas que uno las pueda reconocer y nombrar, hablar con ellas y hasta hacerse amigo. Y eso, nos guste o no, es inviable pretender hacerlo con la cajera de la estación de servicio, de la cafetería self-service o de las plataformas logísticas con millones de libros apilados que te sirven por correo sin necesidad de contacto humano ninguno. Yo me resisto a ello y, por eso, cuando alguien se sorprende o me afea mi conducta por no tener blog ni cuenta de Twitter ni pertenecer a ninguna red social de esas en las que haces miles de amigos virtuales, ninguno de los cuales acudiría a tu entierro, contesto que soy más de bares. Y de librerías.
(Fuente: El País, 07-09-2015)

PROBABLEMENTE, LA LIBRERÍA MÁS BELLA DEL MUNDO, LELLO E IRMAO, OPORTO






'LECCIÓN DE ESTILO' (Crítica del libro 'ESTILO RICO, ESTILO POBRE', de Luis Magrinyà), por Alex Grijelmo

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"El libro va avanzando así entre rasgos de estilo denunciados por su escaso gusto, por su inexactitud o por su torpeza, siempre con agrupaciones de ejemplos que nos permiten deducir unos orígenes comunes y entender que tales fenómenos no son casuales... ofrece una lección de estilo y de léxico para quienes tienen la escritura como oficio o vocación"



LECCIÓN DE ESTILO

Los libros que comentan errores lingüísticos suelen incluir una cierta variedad de imprecisiones y desatinos, con explicaciones en general someras sobre cada palabra agredida. Luis Magrinyà, nacido en Palma hace 54 años, acaba de hacer lo contrario: su obra Estilo rico, estilo pobre elige apenas unos ramilletes de faltas de lengua o de estilo y se detiene en cada uno con mucha profundidad y harta paciencia. Por ello, no se ajusta mucho al contenido del libro el subtítulo que la editorial ha situado en la portada: ‘Todas las dudas: guía para expresarse y escribir mejor’. Ese afán comercial por presentar como un manual de dudas lo que es un ensayo más profundo sobre el estilo hará quizás algo por las ventas, pero da un trato injusto a la obra. Magrinyà, filólogo de formación, colabora en EL PAÍS y eldiario.es; ha sido traductor y editor, y trabajó para la Real Academia Española.
Los primeros capítulos de su libro se detienen en los “verbos finos” que suelen sustituir a otros más usuales, no siempre con ventaja (“posee algo de caspa”, “realizar cosquillas”, “¿tienes la exclusiva?, interrogó Víctor”…), así como en algunas construcciones que los traductores de novelas en inglés nos han dejado como absurda herencia y que se encuentran ya en cualquier autor español, pero rara vez en la vida real (“sacudió la cabeza”, “masculló unas palabras”, “mantener el secreto”…). Sin olvidar verbos “inexistentes” hasta el punto de que no sabemos cómo manejar su régimen preposicional: ¿se dice “tamborileó los dedos”, o “tamborileó con los dedos”, o “tamborileó la mesa”, o “tamborileó contra la mesa”? Se ignora, porque ese verbo sólo aparece en las novelas, sin correspondencia con el estado real de la lengua. Es el mismo caso de “perlar”, que nadie utiliza en sus conversaciones. Y hasta tal punto los escritores se copian entre sí (sin saberlo) que Magrinyà documenta en ocho novelistas distintos la oración “gotas de sudor perlaban su frente”.
El libro va avanzando así entre rasgos de estilo denunciados por su escaso gusto, por su inexactitud o por su torpeza, siempre con agrupaciones de ejemplos que nos permiten deducir unos orígenes comunes y entender que tales fenómenos no son casuales.
Cada capítulo incluye abundantes citas de escritores a quienes las musas desatendieron en algún instante. Entre ellos nos topamos con algunos de los más grandes; y también con el propio Magrinyà, en un ejercicio de autocrítica que aliviará sin duda a los autores llevados a la palestra.
El libro compone con todo ello una reflexión entretenida y útil para los lectores que ya hayan pasado por otras obras de mayor menudeo, y ofrece una lección de estilo y de léxico para quienes tienen la escritura como oficio o vocación.
Estilo rico, estilo pobre. Luis Mangriyà. Debate. Barcelona, 2015. 267 páginas. 19,90 euros.
(Fuente: babelia.com)
LEER LAS PRIMERAS PÁGINAS DE 'ESTILO RICO, ESTILO POBRE'






'ECONOMÍA Y LITERATURA' (fragmento de 'UNA PROPUESTA PARA EL PRÓXIMO MILENIO', 'ANTOLOGÍA PERSONAL, de Ricardo Piglia)

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"Los economistas buscan controlar tanto la circulación de las palabras como el flujo del dinero... lo que hace la literatura es descontextualizar, borrar la presencia persistente de ese presente y construir una contrarrealidad... No me parece nada raro entonces que el mayor crítico de la política actual sea Chomsky; un lingüista es por supuesto el que mejor percibe el escenario verbal de la tergiversación, la inversión, el cambio de sentido, la manipulación y la construcción de la realidad que definen el mundo moderno"


ECONOMÍA Y LITERATURA

Quizá el discurso dominante en este sentido sea el de la economía. La economía de mercado define un diccionario y una sintaxis y actúa sobre las palabras; define un nuevo lenguaje sagrado y críptico, que necesita de los sacerdotes y los técnicos para descifrarlo y traducirlo y comentarlo. De este modo se impone una lengua mundial y un repertorio de metáforas que invaden la vida cotidiana.

Los economistas buscan controlar tanto la circulación de las palabras como el flujo del dinero. Habría que estudiar la relación entre los trascendidos, las medias palabras, las filtraciones, los desmentidos, las versiones por un lado y las fluctuaciones de los valores en el mercado y en la bolsa por el otro. Hay una relación muy fuere entre lenguaje y economía. En ese contexto escribimos y, por lo tanto, lo que hace la literatura (en realidad lo que ha hecho siempre) es descontextualizar, borrar la presencia persistente de ese presente y construir una contrarrealidad. Cada vez más los mejores libros actuales (Juan Benet, Rosa Chacel, Clarice Lispector, Juan Gelman) parecen escritos en una lengua privada. Paradójicamente la lengua privada de la literatura es el rastro más vivo del lenguaje social.

Quiero decir que la litetaura está siempre fuera de contexto y siempre es inactual; dice lo que no es, lo que ha sido borrado; trabaja con lo que está por venir. Funciona como el reverso puro de la lógica de la Realpolitik. La intervención política de un escritor se define antes que nada en la confrontación con esos uso oficiales del lenguaje.

Los escritores ha llamado siempre la atención sobre las relaciones entre las palabras y el control social. En su explosivo ensayo "Politics and the English Language" de 1947 George Orwell analizaba la presencia de la política en las formas de la comunicación verbal: se había impuesto la lengua instrumental de los funcionarios policiales y de los tenócratas, el lenguaje se había convertido en un territorio ocupado (...) No me parece nada raro entonces que el mayor crítico de la política actual (uno de los pocos intelectuales realmente críticos en la política actual) sea Chomsky; un lingüista es por supuesto el que mejor percibe el escenario verbal de la tergiversación, la inversión, el cambio de sentido, la manipulación y la construcción de la realidad que definen el mundo moderno.

Tal vez los estudios literarios, la práctica discreta y casi invisible de la enseñanza de la lengua y de la lectura de textos puedan servir de alternativa y de espacio de confrontación en medio de esta selva oscura. Un claro en el bosque (...)

La literatura está enfrentada directamente con esos usos oficiales de la palabra y por supuesto su lugar y su función en la sociedad son cada vez más invisibles y restringidos. Cualquier palabra crítica sufre las consecuencias de esa tensión, se le exige que reproduzca ese lenguaje cristalizado, con el argumento de que eso la haría accesible. de ahí viene la idea de que lo que funciona como comprensible. O sea, es comprensible todo lo que repite aquello que todos comprenden, y aquello que todos comprenden es lo que reproduce el lenguaje que define lo real tal cual es.

(Fuente: 'Antología personal', de Ricardo Piglia, editorial Anagrama, páginas 125, 126, 127)



TAMBIÉN DE RICARDO PIGLIA EN ESTE SITIO:


("El capitalismo, en su expansión tecnológica, no se detiene ante ningún límite: ni biológico, ni ético, ni económico, ni social... el ciudadano ideal, es el adicto sin convicciones ni principios que sólo aspira a obtener su dosis de la mercancía anhelada. La sociedad tecnológica satisface a los sujetos: los entretiene y los ahoga en un océano de información rápida y múltiple... somos capaces de aceptar el fin del mundo pero nadie parece capaz de concebir el fin del capitalismo... Nosotros, como Prometeo, estamos dispuestos a aceptar el desafío y asaltar el sol")











'LITERATURA QUE NO PASA POR LITERATURA', por Juan Bonilla / 'DE LA FEALDAD Y ABOMINACIÓN DEL VICIO DE LA USURA', de Tomás de Mercado (en 'SUMA DE TRATOS Y CONTRATOS')

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"Tal vez una manera de salvar a la literatura sea librarla de su condición de mera literatura: devolverle su fuerza antigua e invasora, la que le permitía aceptar como suyos textos sin que importara su procedencia ni su finalidad a sabiendas de que para figurar en sus censos lo que importaba no era el género, sino el modo"(Juan Bonilla)

"Uno de los vicios que más suelen cometer mercaderes, banqueros, cambiadores en estos reinos es la usura... Cométese muchas veces y conócese pocas..."(Tomás de Mercado)


LITERATURA QUE NO PASA POR LITERATURA

El sentido de literatura que impera hoy es el que se plasmó durante el siglo XVIII, es decir, “un corpus constituido por las obras sin meta práctica ni ambición cognoscitiva, escritas con intención específicamente estética”. Esta visión de la literatura se venía elaborando desde hacía varios siglos, pero paulatinamente irguió una mitología que cuajó durante el romanticismo, adquiriendo finalmente condición de secularizada religión del lenguaje. El concepto de literariedad sustentado por los formalistas rusos a principios del siglo XX radicalizaba una autonomización de la literatura que convergía con la anterior mitología romántica en la idea de una literatura pura, un lugar tapiado en el que no se permitía la entrada a quienes cumplieran los requisitos exigidos.

Literatura es un concepto cuya idea sólo a partir del XIX tiende a equipararse exclusivamente a la creación, de donde sea entonces cuando la palabra “escritor” empiece a dar paso al ambicioso término “creador”. Hasta entonces era literatura todo lo que se transmitía de forma escrita, lo que ponía en una misma disciplina los géneros reconocidos -épica, lírica, dramática, novela- con la ciencia y el pensamiento, sin hacerle feos a la traducción, el comentario y la información, de ahí que muchos de los títulos que se hilan para fabricar cualquier historia de cualquier literatura pertenezcan a disciplinas que hoy no se consideran propiamente literatura. Pero hoy no se permite el acceso a la Historia de la Literatura a títulos que pertenezcan a otras modalidades escapadas de la Literatura: la historia, el pensamiento, la antropología, los libros de memorias de quienes no sean literatos… y ello a pesar de la presencia de libros tan claramente a-literarios como los de Santa Teresa o los Naufragios de Cabeza de Vaca, indudables obras maestras de nuestra Literatura. No es casual que antes de que se erigiera esa tapia, se apelotonen en nuestra historia de la literatura títulos de obras que hoy no pasarían por literatura y que, si residen ahí, en la historia de la literatura, es porque no tienen sitio mejor donde seguir vivas.

casi podría hacerse otra historia de la literatura española hablando sólo de libros que, para empezar, ni siquiera pasan por literatura, pertenecen a otras disciplinas

En Ficción y dicción, Gerard Genette distingue dos regímenes de la literariedad: El régimen constitutivo es el de los textos concebidos y difundidos como obras literarias y el régimen condicional el que permite  injertar en el campo literario un texto originalmente concebido por su productor para otro destino. Parece claro que casi podría hacerse otra historia de la literatura española hablando sólo de libros que, para empezar, ni siquiera pasan por literatura, pertenecen a otras disciplinas desde las que parece difícil hoy dar el salto a la que fuera en su día disciplina mayor, la encargada de englobarlas a todas: Psicología, Economía, Historia del Arte, Antropología, Religión, Lexicografía. Eso demostraría, precisamente, la grandeza de la literatura al permitir que algunas de sus obras mayores ni siquiera nacieran para pertenecer a ella, tal y como hoy la entendemos con evidente pobreza de miras. Libros oriundos. Por ejemplo, el Examen de ingenios de Huarte de San Juan, que como obra de psicología quedó caduca, pero sigue siendo gran literatura. Por ejemplo, la Suma de Tratos y Contratos de Tomás de Mercado, a la que llegué por la glosa que de ella hacía Eduardo Gil Bera en la que decía que era difícil hallar prosa española más bien tallada que la de ese libro. No creo que los economistas de hoy vayan a aprender mucho de esas páginas, dado lo muy castigada que queda la usura en ellas, pero, en cambio, cualquier lector podrá disfrutarlas todavía sólo con pegar el oído a su música. Por ejemplo, el Tesoro de Covarrubias, que no es sólo obra imponente de nuestra lexicografía, sino también una maravilla literaria -vayan a ver sólo las definiciones de “tijeras” o “tigre” para comprobarlo. Por ejemplo, las Epístolas familiares de Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo, muy leídas en su tiempo y hoy olvidadas a pesar de ser perfecto ejemplo de un género tan en boga como es el articulismo. Por ejemplo, El Greco de Manuel B. Cossio, que no sólo es un prodigio por inventarse a un pintor, según se dice muy exageradamente hoy a menudo, sino también por estar escrito en estado de gracia. Por ejemplo, ese conjunto de novelas breves, ese libro interminable, ese compendio de agudeza y mala leche y erudición que es la Historia de los heterodoxos españoles, de Marcelino Menéndez Pelayo. En cuanto al periodismo, el Diario de un estudiante en París de Gaziel o La caída de Parísde Chaves Nogales o La España negra de Gutiérrez Solana. En cuanto a la Antropología, la prodigiosa Historia de las drogas de Escohotado (en realidad cualquier cosa de Escohotado valdría, porque es uno de nuestros mejores prosistas con un solo libro literario: una vez le pregunté por qué no hacía más literatura y su respuesta fue la del cuervo de Poe: never more). En cuanto a los informes de viajes, la Conquista de las Malucas de Argensola. En cuanto a la erudición, la Vida de Sócrates de Antonio Tovar. En cuanto a la filosofía, Agustín García Calvo, otro prosista prodigioso que afeaba la cara con una mueca de disgusto si oía la palabra Literatura manchando alguno de sus títulos (como el delicioso Cartas de negocios de José Requejo). Y eso por no pasarme de listo y agrandarle las fronteras más aún a la Literatura e incluir los fotolibros (el año menos pensado le darán el premio nacional de Poesía a un libro de Chema Madoz, o el de narrativa a un libro de García Alix, y ese será un gran año para la literatura) y hacerle sitio como se merece al cómic (¿en qué historia de la literatura se le dedica una línea a Mortadelo?).

Algunos de los poemas más memorables que uno ha leído los leyó en una columna de periódico

Si hago repaso de los libros que más he disfrutado en los últimos años, me doy cuenta de que muchos de ellos no son, aparentemente, literatura si restringimos las fronteras de una disciplina que en su día permitió que cupiera en su territorio todo lo que se escribiera: los impresionantes reportajes de Rebecca West sobre el Juicio de Nuremberg, el libro sobre cementerios civiles de José Jiménez Lozano, el fascinante libro sobre cómo funciona la mente de Pinker, el 18 Brumario de Marx, Las enseñanzas de Don Juan de Castaneda. De donde no debe entenderse que la literatura esté en crisis, sino todo lo contrario: tal vez su supervivencia pase por ampliar de nuevo sus fronteras, por no conformarse con ser literatura, con dejarse invadir, como antaño, por otras disciplinas, admitirlas como hijas con soberbia naturalidad y sin mayores distingos: una novela no es más literatura que un ensayo científico, un poema no siempre es el vehículo adecuado para circular por los caminos de la poesía, a menudo -véanse algunos reportajes sobre los púlsares que laten más allá de la Vía Láctea y cuyos ecos acaban de ser registrados en Puerto Rico- una información leída en un periódico contiene mucha más poesía que los doce últimos libros de versos con que nos hemos ensuciado las meninges. Algunos de los poemas más memorables que uno ha leído los leyó en una columna de periódico. Tal vez una manera de salvar a la literatura sea librarla de su condición de mera literatura: devolverle su fuerza antigua e invasora, la que le permitía aceptar como suyos textos sin que importara su procedencia ni su finalidad a sabiendas de que para figurar en sus censos lo que importaba no era el género, sino el modo.

(Fuente: elasombrario.com)



DE LA FEALDAD Y ABOMINACIÓN DEL VICIO DE LA USURA

Uno de los vicios que más suelen cometer mercaderes, banqueros, cambiadores en estos reinos es la usura, y la que menos se entiende y advierte. Cométese muchas veces y conócese pocas, porque casi siempre se disfraza este pecado y se encubre, no sólo con el interés -afeite que hace buen viso a los hombres-, sino con otros dos mil trajes y vestidos extranjeros que se pone. Es tan abominable y feo que no osa parecer tal cual es, y aun el hombre, por poderlo cometer, mas sin asco, procura encubrirlo y taparlo. Es y fue siempre abominable. No hay quien lo ose mentar a otro: cuanto más convidar con él. Mas él procura injerirse en cuantos tratos se hacen, de modo que quien piensa estar muy apartado de él, lo tiene muy incorporado en sí. No hay vicio que así imite al demonio como éste. ¿Qué cosa hay más aborrecible y temerosa aun de ver a los hombres que el demonio? Y hay pocos de nosotros que no lo metan cien veces en el corazón. Aborrécenle descubierto, mas vestido con vicios, esles muy amable. No hay delito más infame, fuera del nefando, entre las gentes que es la usura. 

Decirle a uno ser usurero es afrentarlo, y tómalo por injuria; pero mudados unos pocos de vocablos, diciéndolo por circunloquios de venta y cambios, no hay crimen a que más presto los negociantes se arrojen y más veces cometan. A un hombre de bien no se sufre decir miente en lo que dice; mas hay mil modos de hablar con que a cada paso se le dice, y responde y queda muy satisfecho y contento. No se sufre decir a un mercader sea usurero, pero hay mil contratos usurarios, do, sin decirselo, él se entremete, celebra y efectúa. 

De modo que anda este vicio comúnmente disfrazado con otros, y escondido. Descubierta y clara usura es prestar uno mil ducados por cuatro meses con que vuelvan cincuenta de interés. Acaece esto una vez en la vida, y ésa secreta; mas dárselos con título de cambio para Medina, habiéndolos de pagar aquí, sucede cada momento. De arte que es tan abominable la usura que raro osa andar sola; siempre anda metida en los negocios y tratos que tienen siquiera buen nombre y apariencia, para entrar con aquel título ajeno sin ser conocida por el suyo propio. 

Y el querer yo escribir en las materias y negocios en cuya compañía suele andar, me convido a escribir primero de ella, aunque no pueda ser tan breve cuanto requería materia, que no por sí, sino para mejor entender otras, se trata, lo uno, porque conocida una vez perfectamente no se pueda disfrazar tanto, ni paliar, en los otros tratos, que no se conozca; lo otro, porque se sepa su gravedad y malicia, y, sabiéndola, se deje y aborrezca cualquier negocio do se topare, dado sea de gran interés temporal. Mayor mal espiritual hace al alma, que no bien a la bolsa; pues, en realidad de verdad, no hace ninguno habiéndose en fin de restituir toda usuraria ganancia, so pena de no perdonarse la culpa. 

He de tratar de cambios, censos, tributos, ventas y compras, fiado y contado, a do muchas veces diremos ser usura paliada. Mal la podrá conocer encubierta quien aún no le ha visto el rostro, ni entendido a la clara su quididad y definición. Y aun hay algunos que, según la oyen a la continua nombrar en muchos negocios que les parecen limpios de esta inmundicia y puros de esta escoria, lo tienen ya por un modo de hablar, pensando ser solo usurero quien presta. 

Y para lo uno y lo otro, conviene a saber, para que vendiendo, comprando, cambiando y tratando entiendan cuántas veces se peca en esta tecla y no se admiren cuando en todos estos negocios oyeren decir «Esto es usura», me pareció, aunque fuese trabajo, componer un particular opúsculo de ella, dado que por maravilla, según dije, se halle sola. Verdad es que se yo provincias y tierras, do podría llegar el tratado, y por ventura llegará, que reina este vicio y se comete, no ahora con mucha vergüenza. Por lo cual creo que no dejará de ser este mi trabajo útil y provechoso. 

Lo primero, trataré de arrendamientos, materia que, como veremos, no se podía excusar, ni dejar en silencio; lo segundo, de préstamos; lo tercero, de usuras, que, venido su tiempo y lugar, lo dividiremos.

(Fuente: eumed.net)











'ARQUEOLOGÍAS DEL CINE', por Antonio Muñoz Molina / 'ODA A GREGORIO PRIETO', de Pablo García Baena / 'CINE, CINE', Luis E. Aute

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"Algunos de los cuentos de miedo que más me han sobrecogido en mi vida me los contaba un tío mío en la oscuridad del dormitorio que compartíamos, cuando volvía de una película de vampiros o monstruos... El cine era el pan nuestro de cada noche de verano..." (Antonio M. Molina)

"... Unos Marlene Dietrich era su favorita
que sonreía ambigua fumando entre sus plumas
en un café con nieblas de estación o de puerto..."(Pablo García Baena)

"Pido perdón

por confundir el cine con la realidad"(Luis E. Aute)

Teatro Cevantes, Jaén

ARQUEOLOGÍAS DEL CINE

Las personas de mi generación serán las últimas en recordar un tiempo en que la televisión aún no existía y el cine era la forma suprema del entretenimiento. En las ciudades pequeñas, en los pueblos de mayoría campesina, el cine se integró en un rico ecosistema de ficciones que eran sobre todo orales, complementando a la radio pero sin competir con ella, integrando sus mitologías en los repertorios de la imaginación popular. La mayor parte de los géneros narrativos cultivados por los autores de radionovelas eran los mismos que ofrecía el cine: el melodrama, las historias de misterios y crímenes. Había veces que una misma historia se difundía en la radio y después en el cine, o incluso en el teatro, y eso multiplicaba los fervores colectivos, la identificación emocional entre el público y los personajes de las fábulas que lo subyugaban. En una época en la que la única música que se escuchaba en la radio eran variantes diversas de copla o canción española aflamencada, el oyente reconocía su propia vida y su propia lengua en esas canciones, que no eran ajenas casi nunca a las heredadas de la tradición oral, y muchas veces se mezclaban con ellas.

Hablo de mis propios recuerdos. Cuando se estrenó con un éxito inmenso ¿Dónde vas, Alfonso XII?, el romance que da el título a la película y que cantan en ella unas niñas formaba parte ya del repertorio de las canciones infantiles que oíamos cotidianamente en la calle. Joselito, Antonio Molina, Lola Flores y algo más tarde Marisol pasaron de la radio al cine, y durante años se movieron entre esos dos medios, convertidos en héroes que provocaban una identificación más poderosa por su cercanía. Joselito o Pablito Calvo eran idénticos a cualquier niño de clase trabajadora; Antonio Molina era el joven obrero que se abre paso gracias a su talento y su coraje, y a quien el don de su voz y la bondad de su carácter le permiten al mismo tiempo salir de la pobreza y permanecer fiel a sus orígenes, es decir, al público innumerable, hombres y mujeres, que lo escucha cantar en la radio y llena los cines cada vez que se estrena una película suya.

Pero el cine también se contaminaba de otro modo de la tradición oral. Cuando yo era niño, la gente, también los adultos, dedicaba mucho tiempo y esfuerzo a contar películas, y así un producto de Hollywood, hecho y difundido gracias a las tecnologías más costosas, se convertía en lo más primario y lo más humilde, un cuento contado en voz alta en un corrillo. Cuando mi madre volvía de ver una película de mayores yo le pedía que me la contara con el máximo detalle. Algunos de los cuentos de miedo que más me han sobrecogido en mi vida me los contaba un tío mío en la oscuridad del dormitorio que compartíamos, cuando volvía de una película de vampiros o monstruos. El grado máximo de entusiasmo narrativo era cuando nos juntábamos en un grupo en el que todos habíamos visto la misma película, y competíamos los unos con los otros alzando la voz para rememorar la escena que más nos había gustado.

Ni siquiera faltaba el relato por entregas. Durante un tiempo, en nuestra clase, había solo un alumno que tuviera televisión en su casa. Un día a la semana, nada más llegar al patio, nos reuníamos en torno a él para que nos contara el último episodio de una serie que ya nos estremecía de miedo nada más que con su título: Belfegor, el vampiro del Louvre. Recuerdo ese nombre y la imaginación se me llena de sombras de película expresionista deslizándose por escalinatas, siluetas enmascaradas y envueltas en capas de mucho vuelo. Semana a semana aguardé el día en que llegara a clase nuestro compañero trayéndonos un capítulo más de la historia, como llevaban los veleros a América los cuadernillos recién impresos de las novelas por entregas de Dickens.

En Úbeda, con 30.000 habitantes, había dos cines grandes de invierno, y llegó a haber cinco de verano, incluyendo la plaza de toros, donde cada domingo se llenaban las gradas y las sillas de madera plegables instaladas en el ruedo. El cine era el pan nuestro de cada noche de verano. En las copas de los pinos contiguos al cine de la Cava, colgaban racimos de espectadores polizones, a horcajadas de las ramas, más altas que la tapia. Como sucede siempre con las ficciones populares, la mayor parte de las películas correspondían a las normas estrictas de un género: de indios y vaqueros, de crímenes, de risa, de romanos, de espadachines, de piratas, “de llorar”. Estas últimas eran dramones mexicanos en blanco y negro que gustaban exclusivamente a las mujeres y provocaban oleadas de sollozos e insultos contra los malvados de bigotillo negro que ultrajaban a las heroínas indefensas. Algunas modas duraron años, originadas por un éxito repentino: la moda de los spaghetti westerns después de La muerte tenía un precio, que desató fervores multitudinarios como yo no he visto nunca; la de los espías internacionales seductores, con despliegues de anatomías femeninas y de artefactos de tecnología mortífera. En las de gladiadores, subgénero de las de romanos —que incluían cualquier antigüedad, más o menos disparatada en sus vestuarios y decorado—, algunos aficionados precoces prestábamos más atención a los muslos y los escotes de las bellas esclavas con túnicas de apertura lateral que a los combates de héroes aceitosos en el coliseo. A nadie le sorprendía que todos aquellos personajes, de tantas épocas y países, con tantos vestuarios distintos, hablaran siempre un robusto español.

Vivíamos espléndidamente alimentados a base de malas películas que tal vez estaban incluso peor hechas de lo que recordamos. Pero la emoción era legítima, la generosidad incondicional de nuestra expectativa, el momento de la llegada al cine, de caminar por un suelo de grava oliendo a dondiegos de noche, de escuchar la música amplificada por los altavoces cuando la pantalla estaba plenamente iluminada y todavía en blanco, la gran lona sujeta a sus bastidores laterales y estremecida por un rastro de brisa, la Vía Láctea atravesando el cielo, entonces muy cuajado de estrellas, la gran bóveda lujosa de nuestro cine de verano. Hubo un año en el que por esos altavoces, entre las canciones que ponían antes y después de la película, sonó cada noche Black is Black, como un vendaval de algo nuevo que no sabíamos lo que era, pero que merecía nuestra fervorosa aprobación, aunque no entendiéramos el idioma en el que la cantaban.

La radio, y luego el cine, habían irrumpido en la cultura popular y se habían hecho parte de ella. La televisión la destruyó, o la cambió irreparablemente, en muy poco tiempo, como esas especies invasoras que arrasan un ecosistema antes de que otros organismos desarrollen defensas. No es un juicio de valor, sino la constatación de un hecho. Fue en la televisión donde por fin empezamos a ver buenas películas, antes de viajar a las capitales en las que nos volvimos adictos a otras formas de cine, a salas más cerradas y recogidas a las que íbamos a solas y en las que ahora escuchábamos las voces verdaderas de los actores, la bella música desconocida de otros idiomas.
(Fuente: babelia.com)


ODA A GREGORIO PRIETO
Una mano entre rosas... ¿Recordáis? Tintas pálidas

de un violeta abatido. Venía en Blanco y Negro.
El fondo era un quiosco lleno de enredaderas
y un jarrón de escayola opulento en la brisa
sobre la escalinata de un jardín pensativo.

Yo era entonces un niño, casi un adolescente.
Recuerdo los problemas: «Si un vendedor de vinos
vendiera las arrobas a...» Veo las viejas clases
y aquel patio de mármol donde en francés gitano
don Luis nos hacía rezar el Padrenuestro.

Era el tiempo en que todos recortaban estampas.
Algunos, boxeadores. Otros, sólo volcanes.
Unos Marlene Dietrich era su favorita
que sonreía ambigua fumando entre sus plumas
en un café con nieblas de estación o de puerto.

Recortábamos nubes con la tijera azul
de nuestros ojos limpios y en la clase de Física,
cuando bajo el fanal el pájaro expiraba,
con el mayor sigilo, a través de las bancas
me llegó la postal de una mujer desnuda.

Yo era entonces un niño, casi un adolescente,
pero ya adivinaba, Gregorio, qué tristeza
derrumbaba la frente en aquellos muchachos
de tus dibujos, donde la yedra se enredaba
entre sus manos como sortijas de deseos.

Había corolas mustias que esperaban tu soplo
y niñas corroídas de un vitriolo lento
tronchadas sobre el yeso amargo de los parques
y cuerpos que vibraban al paso de otros cuerpos
como los bosques vibran al paso de las corzas.

Y tú ibas anudando las largas crines blancas
de los caballos turbios en brumas de los mares,
que se erguían sobre olas de amaranto y veneno
con despojos de amor bajo sus cuatro cascos:
una carta, unos rizos, una entrada de cine.

Ibas abriendo rejas de jardines secretos
donde morían sirenas con su cola de llanto
y alcobas desplegaban sus cómplices cortinas
manchadas por el zumo de dos seres en lucha
sobre el lecho, monarca invencible y nocturno.

Te veo bajo la lluvia agitando tus alas,
vendando el rojo párpado de las áureas palomas,
estatua, grito, dios de mármoles y línea,
apoyado en los cisnes de aquella escalinata
donde un beso olvidado gime entre los rosales.

Te adivino en el ronco funeral de las trompas
que acompaña al otoño con sus sedas ajadas.
En el ángel que enjoya de ruinas y perlas
el ojo gigantesco del ocaso embriagado
por labios que pronuncian el nombre del amante.

Un guante abandonado en un sendero triste,
un nido, pensamientos morados como el cáncer,
dedos ensangrentados de escribir en la máquina,
azucenas, sonrisas, lágrimas como escamas
tañen entre los sistros de tu mano su historia.

Gregorio Prieto. Piras de incienso te proclaman.
Por largas avenidas de tilos y lamentos
pasean los muchachos y bajo puentes húmedos
la cabellera errante del agua entre los tréboles
va susurrando, quedo, tu nombre en la caricia.


CINE, CINE


LETRA:

Recuerdo bien
aquellos «cuatrocientos golpes» de Truffaut
y el travelling con el pequeño desertor,
Antoine Doinel,
playa a través,
buscando un mar que parecía más un paredón.
Y el happy-end
que la censura travestida en voz en off
sobrepusiera al pesimismo del autor,
nos hizo ver
que un mundo cruel
se salva con una homilía fuera del guion.

Cine, cine, cine,
más cine por favor,
que todo en la vida es cine
y los sueños,
cine son.


Al fin llegó
el día tan temido más allá del mar,
previsto por los grises de Henri Decae;
cuánta razón
tuvo el censor,
Antoine Doinel murió en su «domicilio conyugal».
Pido perdón
por confundir el cine con la realidad,
no es fácil olvidar Cahiers du cinéma,
le Mac Mahon,
eso pasó,
son olas viejas con resacas de la nouvelle vague.






'SEGUIMOS TENIENDO LA PALABRA', por Luis Enrique Ibáñez

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Artículo publicado originalmente en publico.es

"Obligarles a preguntarse si es verdad que las cosas son como les dicen que son. A que sean ellos los que se atrevan a interpretar la realidad para, después, rebelarse contra ella. A no aceptar que esto siempre ha sido así. A no creer que las cosas son inevitables. A creer que puede que alguien esté moviendo los hilos de la Historia en sentido contrario. A construir su propio discurso. A desenmascarar el Discurso del Amo. A recuperar el lenguaje"


"No es necesario que seas un Al Capone para transgredir las reglas, sino que basta con que pienses (Philip Roth, 'Me casé con un comunista')

SEGUIMOS TENIENDO LA PALABRA

Nosotros, los maestros, seguimos teniendo la palabra. 

Aunque en demasiadas ocasiones parece que nos han despojado de ella, que, efectivamente, nos han dejado sin ganas de vencer, tenemos voz y podemos, debemos, pensar. Son demasiadas las cosas, malas, que están ocurriendo, y demasiado poco el tiempo que nos regalamos para reflexionar sobre ellas. También son demasiadas las trabas que, desde instancias sin alma, devotas de la estadística, nos ponen a cada paso, a cada intento de hablar, a cada idea de hacer. 

No son pocos los sueños docentes que algunos vamos dejando por el camino, alentados por un tristeza rutinaria que al parecer nos han impuesto, o, quizá peor, nos hemos dejado imponer. No son escasas las miles de excusas (muchas de ellas absolutamente razonables) que podemos poner encima de la mesa para decir después"no puedo más y aquí me quedo". Pero, precisamente esas son las palabras que José Agustín Goytisolo pidió a su hija que nunca pronunciara. Mas sí, es cierto son excesivas las vejaciones a las que hemos sido sometidos. Acompañadas siempre por un desprecio emitido desde arriba, y generalmente asumido, sin problemas, por aquellos que tendrían que estar a nuestro lado, defendiéndonos, defendiéndose, me refiero a los ciudadanos de a pie, a los padres, a la gente que, equivocando la diana, adoptando la posición más cómoda, sigue pensando que "no hacemos ni el huevo, que cobramos un pastón y que tenemos demasiadas vacaciones." Porque es mucho más fácil canalizar tu rabia contra el que tienes al lado que plantear la lucha, de verdad, contra aquello, aquellos, que realmente te tienen sometido. Se trata, simplemente, de abrazar el discurso del esclavo

Ahora, además, vendrán esas campañas institucionales de inicio de curso, alabando de modo hipócrita la figura del maestro. Pero todos sabemos que en cuanto empiece el partido nos coserán a palos.

Y esto ocurre en ese plano general, y también en nuestras relaciones internas como profesores, y esto es grave, muy grave. A veces tengo la sensación de que somos capaces de putearnos entre nosotros, porque ya hemos abandonado, débiles, la idea obligatoria de luchar contra lo de arriba, contra aquello que define nuestra condición de seres callados.

Nosotros trabajamos con seres humanos, con jóvenes, y nosotros, los maestros, seguimos teniendo la palabra.

Trabajamos todos los días con un material humano, vulnerable. Por eso nuestras palabras, y los significados que podamos exigirles, son importantes. Cada palabra, cada gesto que producimos tiene una incidencia, puede producir chispazos de reacción, de significado real, vital. Y estamos cansados, al menos yo, pero resulta imposible desprenderse del poder que todavía tenemos, aunque no lo queramos.

Estar, hablar con seres humanos, ese es nuestro oficio, enseñar, abrir las puertas del pensamiento. Esto supone, también inevitablemente, un chantaje que, como todos, es de carácter emocional. 

Ese chantaje tiene casi siempre una traducción que eterniza las inercias de un sistema y nos hace bajar la cabeza, incluso sin saber cómo nos sentimos al hacerlo; nos induce a seguir, y seguir, porque todos los días, no tenemos más remedio, vemos más de 120 caras que al parecer dependen de nosotros, de lo que hagamos, de lo que digamos. Y, a pesar de todo, hacemos que la cosa funcione. Y Ellos, arriba, sonríen y piensan "míralos al final cumplen bien, da igual lo que les hagamos". Lo que ocurre es que sin darnos cuenta terminamos trabajando como Chaplin en aquella fábrica: sacamos las piezas, la producción se completa, todo funciona, pero en el camino olvidamos cómo salen las piezas. Y no son piezas, ojalá, son el futuro aletargado, nuestros jóvenes, nosotros. Son nuestras palabras, los tesoros que nos están robando, y duele.

Sin embargo, el hecho de que Ellos sepan que al final, y a pesar de todo, vamos a cumplir con nuestro deber puede ser convertido en un arma interesante que, como inteligente bumerán, se vuelva contra esos que continuamente están realizando reformas para que nada cambie. Somos conscientes de que, aunque en los textos oficiales no se cansan de repetir aquello de "fomentar el espíritu crítico", en realidad, desde esa oficialidad no se cansan tampoco de poner todos los obstáculos posibles para que en las aulas no se pueda sembrar ese pensamiento crítico.

Ese es lugar que debe ocupar el profesor como significante fundamental de un idioma que no se puede perder.

La escuela siempre ha sido, salvo históricas excepciones, un factor crucial utilizado sin ningún pudor para validar el sistema de poder. Pero ahora quizá, ay Celaya, estamos tocando el fondo. Parece que ya ni siquiera se molestan en emplear las palabras "pensamiento" y "crítico", para qué. Ahora las nuevas reinas de la tribu alienada son palabras traidoras, compradas, como "competitividad" o "cultura emprendedora", toma ya... Flaubert lo vio con absoluta claridad: "Llegará un tiempo en que todo el mundo se habrá convertido en hombre de negocios (para entonces, gracias a Dios, ya habré muerto). Peor lo pasarán nuestros sobrinos. Las generaciones futuras serán de una tremenda grosería."(Enrique Vila-Matas,'Dietario voluble') Ahora la Filosofía ha sido denostada como una suerte de chuchería innecesaria y las Humanidades, en general, van a resbalar indefensas por el desagüe de la Historia. "Todas las palabras del lugar se han intoxicado" y las que nos quedan limpias pueden ser prohibidas.

Sin embargo, nosotros, los maestros, seguimos teniendo la palabra. 

Habrá que pensar qué queremos hacer con ella. Podemos bajar la mirada y hacernos cómplices de su discurso enajenador, hundidos en lo cotidiano, esclavos de cifras y normativas, repitiendo todos el mismo decir, siguiendo todos el mismo guión, como en la iglesia... mudos. 

También podemos hablar de verdad. Abrir las orejas de nuestros alumnos. Obligarles a preguntarse si es verdad que las cosas son como les dicen que son. A que sean ellos los que se atrevan a interpretar la realidad para, después, rebelarse contra ella. A no aceptar que esto siempre ha sido así. A no creer que las cosas son inevitables. A creer que puede que alguien esté moviendo los hilos de la Historia en sentido contrario. A construir su propio discurso. A desenmascarar el Discurso del Amo. A recuperar el lenguaje.

Tenemos que eliminar la posibilidad de que el complejo de culpa, ya aceptado por sus padres, invada la conciencia de nuestros alumnos. Debemos proyectar en su pensamiento la idea de que el saber, el conocimiento, no son vías para la obtención de un empleo. Son, fundamentalmente, armas imprescindibles para poder defenderse del Mal.

nosotros, los maestros, seguimos teniendo la palabra. Y Blas de Otero quiere saber cómo vamos a utilizarla.




NOTA: Seguimos proponiendo una actividad inicial para ese principio de curso: ver con los alumnos 'ME DEBES 3.000 BOCATAS', con el lógico debate posterior.




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LA VOZ DE LOS MAESTROS

("Todo lo que decimos y hacemos dentro del aula implica un posicionamiento ideológico. Todos nuestros mensajes, incluso aquellos que no lo desean, llevan implícita una forma de ver el mundo...")

A LOS JÓVENES
("Porque sois vosotros, los jóvenes, los que más os estáis jugando en esta partida macabra... Sois vosotros, los jóvenes, las víctimas preferidas de unos Medios de Comunicación que, además de esconder, de manipular la información, quieren convertiros en idiotas. Quieren haceros partícipes del mal gusto, de la vulgaridad, de la incultura... para que no penséis, para que no podáis ser críticos con el poder, para transformaros, de modo irreversible, en borregos consumidores de la más pestilente zafiedad")

LA EDUCACIÓN PERDIDA

(Para fragmentar la sociedad, y pretender que sólo los jóvenes de las clases superiores tengan acceso a la información, al conocimiento... tengan acceso al poder... no podemos permitir que les quiten lo que entre todos les hemos dado. Que no les roben lo que es suyo")








Ejemplo de carta al director: 'LIBROS DE HISTORIAS Y CON HISTORIAS', por Emanuela Cardoso / 'QUÉ SERÍA DE MÍ SIN VOSOTROS', de Luis Alberto de Cuenca

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"... confieso mi predilección por aquellos que tienen marcas de vida como nosotros. Otras personas pasaron por allí, dejaron fecha y nombre, marcaron sus pasajes preferidos y escribieron al margen sus propias reflexiones. Otras manos lo tocaron, otros ojos lo leyeron, otras personas dialogaron con el libro que ahora es mío. Yo seguiré ese diálogo... Son fragmentos de un momento vivido por otras personas y transportados en el tiempo"

"...tiranos y, a la vez, embajadores
de la imaginación" 


LIBROS DE HISTORIAS Y CON HISTORIAS

De la misma manera que hay diferentes modos de acercarse y conocer a las personas, hay distintas formas de acercarse y conocer a los libros. Una puede encantarse al descubrir los gustos, las inquietudes y los intereses de alguien que ha apenas conocido, como puede también entusiasmarse con una escritura exquisita que habla sobre experiencias y temas que nos tocan el corazón.
Hay muchos senderos que recorrer para llegar a un buen libro. Se puede acoger la sugerencia de un amigo que nos habla con entusiasmo de una obra recién leída. La nueva publicación de un escritor preferido nos invita a disfrutar una vez más de sus ideas y escritura. Una crítica literaria sugestiva aguza la curiosidad por descubrir nuevos autores y temas. O, como me suele decir una querida amiga, se puede salir de la zona de conforto para atreverse a descubrir, perdida en casetas o estanterías, un libro que nos llame la atención.
Los espacios para encontrarlos también son variados. En las librerías, los libros tienen su brillo original, las páginas están inmaculadas y el olor recuerda su corta existencia física. En los libreros de viejo, por otro lado, los libros vienen de una larga batalla: la cubierta deslucida, las manchas, el polvo acumulado y las frases subrayadas nos advierten del paso del tiempo. Varias manos los han tocado y cada persona ha dejado su marca. En internet, por fin, se puede encontrar libros nuevos y usados, y aunque el proceso de descubrimiento y compra tiene menos encanto, el libro un día llega, nos sorprende y nos hace feliz.
A mí me gustan los libros nuevos y usados, de manera indistinta, pero si debo elegir, confieso mi predilección por aquellos que tienen marcas de vida como nosotros. Otras personas pasaron por allí, dejaron fecha y nombre, marcaron sus pasajes preferidos y escribieron al margen sus propias reflexiones. Otras manos lo tocaron, otros ojos lo leyeron, otras personas dialogaron con el libro que ahora es mío. Yo seguiré ese diálogo y dejaré mis marcas para que alguien, un poco más adelante, se imagine a mí.
Los libros usados también traen fragmentos de vida de sus anteriores dueños: un billete de metro de 1993, la lista de la compra o una nota para recordarse de algo. Pequeños recuerdos de otras personas usados como marcapáginas. A mí me encanta imaginar cómo fue ese día que, encerrado entre páginas, ha llegado a mí.
Otro día recibí por correo un libro usado comprado por internet. Es la primera obra publicada por Jhumpa Lahiri, una autora que es parte de mis nuevos descubrimientos. Lo recibí con el entusiasmo y la alegría de todas las veces que sujeto un nuevo libro mío. La cubierta está decente, las paginas están amarillentas pero no hay subrayados ni palabras añadidas. El anterior dueño mantuvo un contacto formal con la obra de Lahiri y seré yo, seguramente, quien dejará rayas y apuntes. Pero ha llegado con el libro una parte de la vida de quien me precedió. Una tarjeta postal enviada probablemente en un sobre desde Sudáfrica hasta algún punto en el Reino Unido. La firma LA en un día sin fecha, quién se lamenta por no haberle encontrado a Patrick en el paso por su tierra. Hay expresiones de afecto y “love” escrito tres veces. Quiénes son, cuándo la postal fue escrita y qué pasó entre esas personas son hechos dejados a mi imaginación. Son fragmentos de un momento vivido por otras personas y transportados en el tiempo.
Esa es una de las magias de los libros usados que pasan de mano en mano. Son libros de historias, con historia y que nos hablan de otras vidas: reales y de ficción.

(Fuente: babelia.com)


LIBROS

Qué sería de mí sin vosotros,
tiranos y, a la vez, embajadores
de la imaginación,
verdugos del deseo
y, al mismo tiempo, mensajeros suyos,
libros llenos de cosas deplorables
y de cosas sublimes,
a los que odiar
o por los que morir





Columna periodística para el comentario crítico: 'AJENOS', por Leila Guerriero /'NO ES MÁS QUE UN SUEÑO', de Basem Furat / PROPUESTA DE EXAMEN SOBRE 'AJENOS' (según PAU)

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"Si los habitantes del mundo vamos a permanecer como marmotas hipnotizadas frente a la tele viendo cómo media humanidad se carga a la otra mitad a bombazos, el mínimo precio que deberíamos pagar es el de hacernos responsables de estar pecando por omisión" (Leila Guerriero)

"Sueñas
que te despiertas
cuando no hay guerras
..."
(Basem Furat)

Niños sirios en el punto fronterizo de Al-Rugban, Jordania (EFE)

 Leila Guerriero es una escritora y periodista argentina.
AJENOS

Voy a decir una estupidez. Leo: crisis migratoria en Europa. Leo: Europa y su peor crisis migratoria en años. Tengo sangre alemana, austríaca, italiana y siria. Mis abuelos vinieron a la Argentina huyendo de guerras y hambre y encontraron aquí un sitio fácil y difícil, pero un sitio que les permitió seguir vivos. América Latina se hizo, en parte, con población venida de lejos. Chile tiene la mayor comunidad de palestinos fuera del mundo árabe. Hay japoneses en Brasil, libaneses en Colombia. Fuimos, tradicionalmente, una región solidaria con quienes padecían el horror en su lugar de origen. Y fuimos, muchas veces, los desesperados, los que buscamos refugio en otras partes. Ahora leo acerca de Europa y de “su” crisis migratoria y me pregunto (acá viene la estupidez): ¿y nosotros? ¿América Latina no tiene nada para decir acerca de esto? ¿Indignación y enviados especiales con cámaras al hombro es todo lo que tenemos para dar? Me pregunto, claro, si nuestros países, ellos mismos con grandes crisis y carencias, podrían hacer algo. Pero mi percepción —¿estúpida?— es que desde aquí esto se ve como un conflicto ajeno: como algo que deben solucionar allá, en la lejana Europa. Y yo, estúpida de mí, no logro convencerme de que este sea un conflicto sólo europeo. Si los habitantes del mundo vamos a permanecer como marmotas hipnotizadas frente a la tele viendo cómo media humanidad se carga a la otra mitad a bombazos, el mínimo precio que deberíamos pagar es el de hacernos responsables de estar pecando por omisión. Decía Ana Ajmátova: “No, no estaba bajo un ajeno firmamento, / ni bajo el amparo de unas ajenas alas, / estaba entonces con mi pueblo, / allí donde mi pueblo, por desgracia, estaba”. Nosotros, latinoamericanos, ¿podemos no sentir esto como un desastre propio? ¿Podemos no decir estuve con mi pueblo allí donde mi pueblo, por desgracia, estaba?

(Fuente: El País, 16-09-2015)



NO ES MÁS QUE UN SUEÑO

Sueñas
que te despiertas
cuando no hay guerras.
Se enturbia el temperamento de la mañana.
No hay nostalgia.
Adicto al dolor.
No hay amargura
que impida la salida del poema.
Por ejemplo:
un cliente no se alegra
por tu semblante,
por tu claro acento,
como tu corazón y tu prudencia.

Sueñas lo que sueñas,
que recorres los mares
debajo de tus axilas
para oler la tierra de Babel.

Besas las tablillas de los abuelos
y sueñas,
sueñas,
pero de cualquier manera
no es más que un sueño.



(Fuente: asmblea de palabras. blog)


ACERCA DE BASEM FURAT:

El poeta iraquí Basem Furat, natural de la ciudad de Karbala, en 1967 comenzó a escribir sus primeros versos, cuando todavía estaba en el instituto. En el año 1993 tuvo que cruzar la frontera de la patria por declaraciones contra el régimen de Saddam y se refugió en Jordania. Cuatro años más tarde llegaba a Nueva Zelanda. La muerte de su padre, cuando el poeta tenía dos años, el hecho de que su madre se convirtiese en viuda muy joven y su servicio militar obligatorio en el ejército iraquí durante segunda Guerra del Golfo ( 1990- 1991) , han ejercido, sin ninguna duda, una influencia capital en su quehacer literario. Su poesía se ha publicado en el mundo entero y ha sido traducida al francés, español e inglés. Su primer libro de poesía en árabe La vehemencia del arrullo se publicaba en Madrid, en 1999 por la editorial Dar Alwah y el segundo, El otoño de los minaretes, en Aman, por la editorial Dar Azminah, 2002. La revista Headwor X publicó su poemario Aquí y allá, el primer libro de poemas árabes traducidos al inglés en Nueva Zelanda, durante el mes de septiembre de 2004. Finalmente ha visto la luz La luna que no sobresale sino es en la espera, la segunda colección traducida al inglés en el año 2006, que también incluimos en nuestra selección. El critico novo zelandés Mark Pirie se refiere a nuestro poeta de Karbala como "una voz nueva y provocadora en Nueva Zelanda y en el mundo poético. 

(Fuennte reseña: amazon.es, información sobe el libro 'En la sombra de los exilios', de Basem Furat)



PREGUNTAS:

1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS

2ª TEMA. RESUMEN





3ª COMENTARIO CRÍTICO

Preguntas guía para el comentario crítico



1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)
2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qué argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas?
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
( "... quizás se empiece a pensar en medidas preventivas más eficaces, como bombardear las casas de potenciales inmigrantes o, incluso, impedir que nazcan... la propuesta dice sin tapujos lo que tantos, sin atreverse, querrían decir: muéranse en sus países, víctimas de la guerra, el hambre y las pestes, pero no vengan aquí a dar –a darnos- su horrendo espectáculo")
("... culpable de haber nacido, de haber nacido al otro lado, en la cara mala del mundo, en la otra orilla. Eres culpable de no soportar tu hambre amarilla, eres culpable de asomarte sin permiso al otro lado, a este lugar prohibido y mentiroso. Eres culpable de creer en los sueños azules, de pensar que una valla es sólo una valla...")

 

("Algún día, algún adolescente del futuro, nos mirará a la cara y dirá: "Pero tú lo sabías, ¿verdad?... "Sabías que a su desesperación se les oponían dentelladas de acero. ¿Y qué hiciste para impedirlo?"... Las nuestras hieren y matan a los que vienen, pero nosotros, de vallas para adentro, si no gritamos contra este horror es que ya estamos muertos")


("Y, mientras la vida va dejando oleadas de cadáveres y un reguero de sangre a los pies del muro, en el interior de la zona elitista la gente sufre problemas tan extraños...")
("Pero nuestra curiosa vergüenza es pasajera y apenas de tanto en tanto oímos los gritos de dolor. Cuando se apacigüe esta tragedia se apaciguará también nuestra conciencia, a la espera de otra nueva que nos impulse, otra vez, a indagar en la neblinosa cadena de las responsabilidades... ... nos decimos, tranquilizadoramente, que nada podemos hacer. Mientras se oye el grito de los que vindican justicia, la cadena de responsabilidades no tiene fin.")

(En estos países, el hombre que se atreve a vivir sin un techo ha de ser detenido y condenado, para que no desencadene el fin del mundo. Y no son los únicos. Hay un montón de países donde no tener una casa donde vivir y carecer de recursos económicos es un delito. Casualmente son los mismos donde un ladrón de guante blanco no es un delincuente”)

EL MENSAJE, por Juan José Millás / 'VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS'

("A lo mejor resulta que nos conmueve más un grito de socorro escrito en un papel que salido de la propia garganta del desventurado... ... ¿Qué diríamos de alguien que frente a una catástrofe natural se pusiera a legislar la catástrofe en vez de acudir en ayuda de los damnificados? Pues eso es lo que están haciendo los políticos")
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?
4ª EXPLICAR LAS RELACIONES SINTÁCTICAS QUE SE DAN ENTRE LAS SIGUIENTES PROPOSICIONES:
Mis abuelos vinieron a la Argentina huyendo de guerras y hambre y encontraron aquí un sitio fácil y difícil, pero un sitio que les permitió seguir vivos


5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS














 

'CONDOLENCE' / 'LE RING', BENJAMIN CLEMENTINE

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Caminar, caminar, no parar hasta derribar los muros.

"... Está claro, sé por qué me estás machacando, por qué me sigues machacando. Este es un viaje previo, ya hemos recorrido antes este camino... la carretera parece tan larga... pero ya lo he hecho antes... y gané..."


"... I was born
so that when I become someone one day
I'll always remember I came from nothing..."


LETRA:

I swear that you've seen me
yes you've seen me here before, before
and so don't tell it
don't tell it otherwise
This voice, this particular voice
yes you've heard it before, before
and so don't you dare tell it
don't you dare tell it otherwise

No wonder why the road seems so long
'cause I have done it all before
and I won

You felt τhis feeling
tell me, don't be ashamed
you felt it before, before
and so don't tell me
don't tell me otherwise
I almost forgot, foolish me
I almost forgot, forgot
where I'm from you see the rain
before the rain even starts to rain

Before I was born there was a storm
before that storm there was fire
burning everywhere, everywhere
and everything became nothing again
then out of nothing
out of absolutely nothing
I Benjamin, I was born
so that when I become someone one day
I'll always remember I came from nothing

No wonder why you've been buggering me
'cause this walk it's a previous journey
and no wonder why the road seem so long
'cause I have done it all before
and I won

I'm sending my condolence
I'm sending my condolence to fear
I'm sending my condolence
I'm sending my condolence to insecurities
You should know by now
you should know by now that I just don't care
for what you might say
might bring someone downhill
I'm sending my condolence
I'm sending my condolence to fear









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