"... Saber que las palabras pesan, y sellan la memoria. Saber que el lenguaje digno, las frases detonadas en el momento justo pueden evitar la dispersión del pensamiento, sostener las verdades que quieren ser exiliadas... sólo se produce el "chispazo significativo"... cuando las palabras son colocadas precisamente en ese lugar en el que no pueden estar, rozando la frontera, mostrando lo que algunos quieren que siga oculto..."
"... guardar la Constitución hasta que podamos cambiarla para recuperar la soberanía y los derechos sociales, y que obedezca a las personas y no a los bancos..."
Ruth Grass, en el momento de jurar su cargo
EL VALOR DE UN JURAMENTO
Fueron cinco concejales, cinco. Fue en Torrejón de Ardoz. Fue el pasado sábado, en la toma de posesión como nuevos concejales en el Ayuntamiento de su ciudad. Sus nombres, Luis Andrés Pérez, Susana Hidalgo, Ruth Grass, Raúl de Lope Tirado y María Luisa Rodriguez.
¿Qué hicieron?
¿Qué hicieron?
Saber que las palabras pesan, y sellan la memoria. Saber que el lenguaje digno, las frases detonadas en el momento justo, en el lugar oportuno, pueden evitar la dispersión del pensamiento, ahuyentar los olvidos culpables, sostener las verdades que quieren ser exiliadas, difuminadas tristes en medio del vértigo de una cotidianidad tirana que, sin darnos cuenta, puede envolvernos en el código mentiroso que otros alentan, que otros sostienen como infranqueable barrera ante la necesaria llegada de la dignidad, de la justicia social, del advenimiento, en definitiva, de una Democracia Real.
Esos dignos concejales, valientes, integrantes de la lista Sí Se Puede Torrejón, utilizaron, sin rubor, y sin miedo, esta fórmula de juramento de su cargo:
"Prometo por mi conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo de concejala del Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz con lealtad al rey por imperativo legal, y guardar y hacer guardar la Constitución hasta que podamos cambiarla para recuperar la soberanía y los derechos sociales y que obedezca a las personas y no a los bancos, como norma fundamental del estado"
Algunos especialistas en el lenguaje poético afirman que sólo se produce el "chispazo significativo", el "extrañamiento" en el lector, cuando las palabras son colocadas precisamente en ese lugar en el que no pueden estar, rozando la frontera, mostrando lo que algunos quieren que siga oculto, diciendo lo que las reglas, la Ley, no permiten que sea dicho.
Y algunos pensamos que, quizá, esa idea no debería ser aplicada únicamente en el ámbito de lo poético. También, y de forma demoledora, en nuestras conversaciones habituales y, también, de manera casi revolucionaria, en todo lo que tenga que ver con la cosa pública. Y ese uso del lenguaje, de la verdad, alcanza todo su esplendor si además se hace en un acto público tan ritual como, por ejemplo, la constitución de un ayuntamiento.
Pues bien, eso es lo que hicieron valientemente estos cinco concejales, salidos de las plazas, hace dos días en el Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz, delante de la mismísima Cristina Cifuentes, esa mujer que hasta hace poco, no sólo demonizaba los movimientos sociales, especialmente el 15-M y las posteriores mareas, sino que apretaba con toda la vieja crueldad el brazo poderoso de las llamadas fuerzas de seguridad contra los cuerpos de los manifestantes. Ella modernizó de modo siniestro la vieja idea de que en la época de la Inquisición, lo peor, con ser terribles, no eran las detenciones y ejecuciones concretas, sino el clima de miedo que, como una mancha de aceite, se había instalado entre la población. No estamos en esos tiempos, pero la Ley Mordaza ya está aquí.
Delante de ella, de Cristina Cifuentes, ellos levantaron las palabras.
Pero lo más inteligente es que, además de su solidaria temeridad, en la fórmula utilizada habitan dos elementos nucleares que constituyen en sí mismos la esencia trágica de todo lo que estamos viviendo:
1º La imposibilidad de que sean los ciudadanos españoles los que decidan el modelo de Estado en el que quieren vivir, sí, sí, lo digo, Monarquía, o República,
"... con lealtad al rey por imperativo legal"
Cuando el rey Juan Carlos abdicó, los dos partidos garantes del régimen, y de los bancos, no tardaron ni un minuto en ponerse de acuerdo para redactar, en los sótanos oscuros del Estado, una nueva Ley de la Abdicación, inexistente antes, para acelerar, con delirio, la continuación de una monarquía que estaba siendo puesta en duda en la calle. La gente, el pueblo, quería que, al menos esta vez, le preguntaran.
Luis Andrés Pérez, Susana Hidalgo, Ruth Grass, Raúl de Lope Tirado y María Luisa Rodriguez volvieron a recordarlo. Era necesario. Gracias por hacerlo. A veces tenemos demasiada facilidad para olvidar lo que ocurrió ayer, "fue hace tanto tiempo que el sol se ha vuelto a poner", dicen los chicos de Vetusta Morla.
2ª La absoluta necesidad de abrir un Proceso Constituyente que inaugure una nueva convivencia, un nuevo texto que deje de ser esclavo del Poder Financiero. Ahora, el poder político está diluido, callado, impedido y subyugado por la voz irrefutable de la usura, de la estafa continua que los bancos, sin ninguna oposición, exhiben, no sólo aquí, en nuestro patio, sino a nivel global; de otro modo, sería más difícil,
"... guardar la Constitución hasta que podamos cambiarla para recuperar la soberanía y los derechos sociales, y que obedezca a las personas y no a los bancos..."
Aparece también, en esa fórmula de juramento, la palabra soberanía, y lo hace con la intención de constatar que su significado debe ser rescatado. Y ello es muy importante. No podemos vivir como Truman en su Show, pensando que somos autónomos, independientes, soberanos.
Esos adjetivos fueron desahuciados cuando los dos partidos mayoritarios, al servicio del poder financiero, traicionaron el poder popular, la Democracia, con la reforma del artículo 135 de la Constitución. Con aquellas llamadas de teléfono, con aquel oscuro apretón de manos, entregaron la soberanía nacional, la vida de tantos españoles, a instituciones supranacionales absolutamente antidemocráticas, instituciones que ahora deciden, ordenan, lo que podemos, lo que debemos hacer, aunque se nos vaya la vida.
¿Soberanía? Otra vez Vetusta, "... Ellos llevan por aquí demasiados años... crean confusión, vienen decididos a arrancar de cada expresión su significado..."
Y esa otra palabra, bancos. Estos cinco concejales la colocaron el sábado pasado en lo que debiera ser el epicentro del discurso político. Esa palabra se ha convertido, hoy, en el significante más poderoso y temido que domina nuestras vidas, nuestro lenguaje, que bloquea y anula nuestra potencialidad de sociedad libre, de futuro posible.
Un significante que debe estar continuamente en boca de todos, en cualquier lugar, para desnudarlo, para decir sin parar que ellos constituyen una nueva forma de gobierno, un nuevo régimen, ese que procura esta esclavitud moderna que de forma tan natural parece que hemos asumido.
Y vosotros, concejales, lo situasteis en el sintagma adecuado, en la oración precisa, en el segundo exacto. Gracias por hacerlo.
No podemos fijar sólo nuestra atención en lo inmediato, en lo visible, en el plano político. Hay apuntar también, constatemente, a ese nivel superior que quiere ser invisible: el poder omnímodo de las entidades bancarias.
Pero es que, además, las dos verdades mayúsculas que sacaron al escenario, inesperadas para muchos, anheladas por otros muchos, corren el peligro de ser olvidadas, de ser desterradas por el viento atroz, e inevitable, de las necesidades inmediatas. Olvidadas incluso por aquellos que las han defendido tan sólo hace unos meses. Tal vez inconscientemente, impelidos por la urgencia, es cierto, de tomar decisiones favorables a la gente allí donde se pueden tomar.
Sin embargo, esas verdades trascendentes no pueden ser tapadas. Si permitimos que eso ocurra, quizá podamos conseguir que descienda el número de puñaladas que nos asestan, pero no podremos evitar que nos sigan apuñalando.
No se trata de distribuir mejor la miseria, sino de recuperar todo los que nos están robando.
Ni que decir tiene que las intervenciones de estos ciudadanos, o fueron ninguneadas por los medios controlados por el poder, o fueron objeto de airadas críticas y abucheos por parte de esos que mantienen este sistema podrido. También viven de él. Es mucho lo que queda por hacer, sin abandonar la pedagogía, sin abandonar la calle.
Son ellos los antisistema, porque son ellos los que lo han prostituido... "todas las palabras del lugar se han intoxicado"
Concejales, otra vez, gracias por lo que hicisteis... fuerza.
Son ellos los antisistema, porque son ellos los que lo han prostituido... "todas las palabras del lugar se han intoxicado"
Concejales, otra vez, gracias por lo que hicisteis... fuerza.
Raúl de Lope, Ruth Grass, Luis Andrés Pérez, María Luisa Pérez y Susana Hidalgo