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Artículo para el comentario crítico: 'UNA MUELA', por Javier Marías

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"Ahora un Ayuntamiento endeudado hasta las cejas ha gastado buen dinero en rebuscar los de Cervantes, con el único fin de hacer caja...

son los que envidian y detestan a los escritores actuales; los que han presupuestado cero euros para las bibliotecas públicas en 2012... los que rara vez leen un libro o asisten a una función de nada; los que suprimen la Filosofía de los estudios secundarios y restituyen la catequesis más rancia... los que no mueven un dedo para que los ciudadanos sean más ilustrados y civilizados, o lo mueven sólo para que cada día lo sean menos y se vuelvan tan brutos como ellos..."


UNA MUELA

Durante siglos la Iglesia Católica hizo un gran negocio de las reliquias. Allí donde se tenía una, la gente supersticiosa acudía a verla, daba generosas limosnas al templo que aseguraba albergarla y beneficiaba a la ciudad en cuestión con un incremento de visitantes, que hoy llamaríamos turistas. Así que llegó a ser asombrosa la cantidad de reliquias existentes en todas partes, algunas de ellas milagrosamente repetidas. Qué sé yo, cuatro o cinco lugares poseían el peroné de San Vicente, las tibias de Santa Justa se multiplicaron; había mantos que se habían echado a los hombros seis o siete apóstoles. Cada iglesia juraba guardar el vaso del que bebió Santiago, el anillo romano de San Eustaquio, la gorra de San Lorenzo o el mechero con que el Bautista encendió su último pitillo, antes de que lo decapitaran. Cualquier cosa valía para engañar a una población fervorosa, ingenua y atemorizada. Allí donde se ha permitido analizar los huesecillos, se ha demostrado a menudo que ni siquiera eran humanos, sino de liebres, perros o cabras; lo mismo con la mayoría de objetos, pertenecientes a épocas modernas, es decir, del siglo XVIII en adelante.

Hoy sólo los muy locos siguen creyéndose estas patrañas, y con todo son bastantes, o bien a la gente le divierte contemplar las antiguas estafas. Yo he visto largas colas en Turín para arrodillarse ante la Santa Sábana o como se llamen esos trazos tan feos y chuscos. Pero claro, la religiosidad ha ido en declive y ya no atrae a las masas como antaño, el número de fanáticos y crédulos ha descendido vertiginosamente. Pero la vieja lección de la Iglesia la han aprendido bien los políticos: hoy se puede sacar dinero de las sobras de un escritor admirado, o de un pintor, o hasta de un músico. No por otra razón se ha tratado de sacar de Collioure el esqueleto del pobre Machado, o se ha levantado media Granada (y lo que aún nos queda) en busca del de García Lorca. Suponen las autoridades que los cursis del mundo peregrinarían hasta sus sepulturas para dejarles mensajes, flores y versos. Y probablemente estén en lo cierto: casi todos tenemos una edad cursi, yo recuerdo haber depositado una rosa, a los veintidós años, sobre la tumba de Schubert en Viena. Al menos el compositor llevaba allí enterrado (creo) desde su temprano adiós al aire, y nadie había tenido la desvergüenza de exhumarlo, trasladarlo, marear y manosear sus huesos. Perturbar los restos de alguien me parece –además de una chorrada, como dijo bien Francisco Rico– una falta de respeto, aunque a la persona que fueron le dé evidentemente lo mismo. 

Ahora un Ayuntamiento endeudado hasta las cejas ha gastado buen dinero en rebuscar los de Cervantes, con el único fin de hacer caja. Los responsables de la excavación han hallado una mandíbula y unas esquirlas que podrían haber sido del autor del Quijote, muerto hace 399 años: fragmentos mezclados con los de otros individuos que no interesan lo más mínimo porque no darían un céntimo. Cuando esto se publique no sé si los políticos habrán apremiado a los investigadores a certificar que por lo menos una muela es cervantina. Ignoro si a esa muela se le estará erigiendo un mausoleo para que lo inauguren la alcaldesa Botella, el Presidente de Madrid casi cesante, quién sabe si el del Gobierno con unos ministros, corregidores de Alcalá, Argamasilla y otros sitios que pelean por haber sido la verdadera cuna de Cervantes o el “lugar de La Mancha” de cuyo nombre nadie puede acordarse. Si todo eso sucede, no será sino dos cosas: un embaucamiento comparable a los de la antigua Iglesia y una desfachatada operación de maquillaje.


España presumirá de honrar a sus mejores artistas, cuando lo cierto es que los ha maltratado siempre y –lo que es peor– continúa haciéndolo. Los mismos individuos que saldrían en televisión con la muela colgada al cuello, o se harían fotos mordiéndola como los deportistas sus medallas, son los que envidian y detestan a los escritores actuales; los que han presupuestado cero euros para las bibliotecas públicas en 2012 (y no sé si en los años siguientes); los que han subido el IVA al 21% (el más alto de Europa) para el cine y el teatro; los que remolonean para atajar la piratería cultural que arruina a muchos artistas, por si pierden votos entre los incontables piratas; los que desde Hacienda amenazan y persiguen a cineastas y periodistas; los que rara vez leen un libro o asisten a una función de nada; los que suprimen la Filosofía de los estudios secundarios y restituyen la catequesis más rancia, contraria al saber y a la ciencia; los que reducen a lo bestia la ayuda a la Real Academia Española y jamás ponen pie en ella (casi preferible esto último, para que así no la mancillen); los que no mueven un dedo para que los ciudadanos sean más ilustrados y civilizados, o lo mueven sólo para que cada día lo sean menos y se vuelvan tan brutos como ellos. Estos son los que ahora celebran haber encontrado, quizá, unas cuantas astillas de una cadera de Cervantes. Alguien les habrá chivado que es un nombre venerado y que escribió unas obras maestras aún leídas por suficientes excéntrico.

(Fuente: El País Semanal, 12-04-2015)








'CRÓNICA SENTIMENTAL DE ESPAÑA' (fragmentos), de Manuel Vázquez Montalbán

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Leer el ayer, para pensar hoy... " Qué agresivo puede ser el verso... del por qué de este por qué la gente quiere enterarse... "

"... no faltaban los maestros con visión del futuro, precursores del espíritu neocapitalista, que recomendaban la lectura del 'Juanito'... un niño pequeñoburgués, regenerado tras el artero robo de una manzana y que... llega a ser un próspero comerciante, querido y respetado...

“¿Qué haremos con los protestantes?”, preguntaban los encelados sacerdotes. “¡Cogerlos a todos y echarlos al mar!”, contestaba la xenófoba chiquillería"


CRÓNICA SENTIMENTAL DE ESPAÑA (fragmentos)

1. En los años cuarenta, la radio, la enseñanza, los cantantes callejeros y rurales, la prensa, la literatura de consumo se aprestaron a despolitizar la conciencia social. Lo consiguieron casi totalmente e introdujeron el reinado de la elipsis, tácitamente convenido, para expresar lo que no podía expresarse. También el temple popular era elíptico y, en la dificultad de llamar al pan pan y al vino vino, a veces hay que buscar la clave en un acento, en un tono, en un silencio entre dos palabras. Qué agresivo puede ser el verso... 

del por qué de este por qué la gente quiere enterarse... 

... aunque sea el verso de una tonadilla que trata de cuestiones de amor prohibido. Había que oírlo cantado por las mujeres de la postguerra, por las mujeres que más padecían la postguerra, por las mujeres que siempre han padecido todas las postguerras de la Historia, sin ganar ninguna guerra.

2. Esta visión de las afinidades electivas cambió sustancialmente a partir de 1945. Pero durante todos los vagos años cuarenta,- la afirmación de una España diferente, reivindicativa, en las rutas nuevas del Imperio, estaba presente en la educación de los escolares. Los niños jugaban a anexiones territoriales. Hijos de vencedores o vencidos, todos estaban vacunados de peculiaridad histórica. Era todavía una España artesanal y agraria, lejos de los préstamos norteamericanos y de las fábricas automatizadas de corchetes y chorizo pamplonica. La pugna entre los elementos doctrinales constitutivos del nuevo orden ideológico ya se dejaba sentir en la didáctica nacional. Así algunos maestros ponían especial énfasis en la majeza épica del pueblo. Era una historia escrita por Rodrigo Díaz de Vivar, Vasco Núñez de Balboa, Agustina de Aragón, María Pita y el hijo del general Moscardó. En cambio, otros maestros, ancien régíme, seguían perdiendo la chaveta por los Borbones y hablaban del amor creador que había unido a Fernando VI y a doña Bárbara de Braganza, de lo popular que era Isabel II, de lo señora que era María Cristina de Habsburgo, de lo bien que montaba a caballo Alfonso XIII. Luego no faltaban los maestros con visión del futuro, precursores del espíritu neocapitalista, que recomendaban la lectura del Juanito, de Pallavicino: ejemplar historia de la ejemplar educación sentimental de un niño pequeñoburgués, regenerado tras el artero robo de una manzana y que, gracias al ejemplo de sus padres, llega a ser un próspero comerciante, querido y respetado, que tiene coche de caballos propio, hijos propios, mujer propia, propias chinelas de piel de cabritillo. Algunos curas, progresistas para la época, organizaban extrañas procesiones medievales que tenían un ritmo paralelístico establecido por una pregunta lanzada a la chiquillería que secundaba la manifestación sacro-popular: “¿Qué haremos con los protestantes?”, preguntaban los encelados sacerdotes. “¡Cogerlos a todos y echarlos al mar!”, contestaba la xenófoba chiquillería. No había duda. Qué diferente intentaba ser España en los lejanos años cuarenta.




'EDUARDO GALEANO', por Santi Ortiz / 'LOS NADIES', Eduardo Galeano

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"Buscó la memoria en la palabra y en todos los silencios y señaló, como jugando, sus disfraces y máscaras para que distinguiéramos la mentira de la historia oficial del vencedor y la verdad de la historia que vive, muere, llora y ríe, en el hondón humilde de los pueblos...

Combatió, militó y se comprometió con la hidalguía de un moderno Quijote; fustigó bandidos, crió palabras y trató de erradicar del léxico del pueblo el término “resignación”



EDUARDO GALEANO

     Buscó la memoria en la palabra y en todos los silencios y señaló, como jugando, sus disfraces y máscaras para que distinguiéramos la mentira de la historia oficial del vencedor y la verdad de la historia que vive, muere, llora y ríe, en el hondón humilde de los pueblos.

     Fue un explorador en busca de las voces perdidas que andan desparramadas por la Tierra y capaz fue de dotar al fuego de memoria para que achicharrara la amnesia de aquello que merece la pena recordarse.

     Con su verbo poético, dotó nuestra imaginación de ventanas para asomarnos al mundo verdadero: ese que nos ocultan, a su interés, los medios de comunicación y todos los que medran maquinando el adoctrinamiento de conductas.

     No le asustó poner el mundo del revés, patas arriba, buscando de esa forma liberar la verdad de la cárcel en que la realidad la había metido. Y nos mostró un sistema educativo universal donde se nos dice que el corcho se hunde y el plomo flota con total libertad; donde la honestidad es despreciada y la falta de escrúpulos calificada con sobresaliente; donde los videojuegos enseñan a golpear antes que te golpeen y a matar antes de que te maten; donde el lenguaje se cubre de eufemismos poniéndole antifaces a las cosas molestas. Es un mundo donde unos han nacido para mandar y otros para obedecer, en un orden eterno e inmutable; un mundo que prefiere la seguridad a la justicia y en el que la industria del miedo es de las que arroja más pingües beneficios; un mundo perito en corte y confección para diseñar enemigos a medida; un mundo en el que la Iglesia trabaja para mayor gloria de dios y de la de su propia billetera, y en el que cobrar “rescates” no es delito si los rehenes son los Estados y el “secuestrador”, el gran capital financiero; un mundo donde el paro es fomentado como necesario para poder pagar salarios de miseria y aumentar las cifras de la delincuencia justificando una mayor dotación de efectivos y pertrechos para la policía; un mundo en que la igualdad es desigual en lo que a ley y justicia se refiere; un mundo que se alimenta de naturaleza y se toma de postre su tarrina de ozono; un mundo en el que los derechos humanos se humillan y postergan ante el de las bestias y las máquinas; un mundo donde el paraíso mostrado por la publicidad no sale de la pantalla del televisor, salvo para unos cuantos que tienen sus ganancias en otros paraísos: los fiscales.

     Una de sus creencias fundamentales fue que la realidad es transformable, que se puede cambiar, que podemos cambiarla, que el mañana no tiene porqué ser otro hoy interminable con un nombre distinto. Él creía –y creía bien– que el fin de la historia es un camelo.

     Pese a decirlas claras y rotundas, ninguna verdad se le amargó en la boca. Galeano siempre tuvo a punto el sensible músculo de la ternura presto al prodigio, a la prestidigitación, de convertirla en amor, en poemas o en fuente de caricias.

     Gustó de ser habitado por esa morada secreta que toda mujer es, de ser hollado por todos sus rincones, de ser besado por todos sus fantasmas, de ser soñado por todos sus deseos. Supo que el cuerpo no es ni culpa ni máquina ni negocio ni simple mercancía, sino la mejor de las fiestas posibles.

     Combatió, militó y se comprometió con la hidalguía de un moderno Quijote; fustigó bandidos, crió palabras y trató de erradicar del léxico del pueblo el término “resignación”; creyó en lo horizontal más que en lo vertical, por eso fue solidario y no caritativo; llevó su luz a nuestra inteligencia y nos puso las verdades al sol para que ninguna sombra nos impidiera verlas.

     Filosofó paladeando su copa de vino o de cerveza y disfrutó, tanto como dicen que lo hacen los enanos, degustando su ración de buen fútbol. El rodar del balón lo hacía rodar a él por la pasión de los estadios a la busca de ese milagro que el fútbol-filigrana, creativo y gambetero, es capaz de ofrecer incluso al grado de lograr que nos importe un bledo el nombre del equipo o la nación a la que pertenece.

     Puso como meta suprema de la vida guardar la debida fidelidad a la conciencia, y nos legó, junto con su honestidad intelectual y su claro humanismo, junto a ese acento uruguayo tan suyo que arrastraba palabras bajo una capa de persuasiva y cálida complicidad, un montón de hermosuras; entre ellas, su ejemplo cabal de dignidad. Así hasta este lunes 13, que se le apagó la bombillita dejándonos el mundo más oscuro, desolado y triste. En sus libros se queda para siempre, y también en el alma de quienes aprendimos a mirar mejor lo real por sus ojos y a amarlo con el latido de su corazón.

     Descanse en paz, compañero.


'LOS NADIES',  de Eduardo Galeano




Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan
los nadies con salir de pobres, que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros
la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni
hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la
buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque
les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.

            Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
            Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
            Que no son, aunque sean.
            Que no hablan idiomas, sino dialectos.
            Que no profesan religiones, sino supersticiones.
            Que no hacen arte, sino artesanía.
            Que no practican cultura, sino folklore.
            Que no son seres humano, sino recursos humanos.
            Que no tienen cara, sino brazos.
            Que no tienen nombre, sino número.
            Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
            Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

(de 'El libro de los abrazos')

                                                                       

'ULISES' Y 'PROTOCOLO DE KYOTO', DOS POEMAS DEL LIBRO RECOMENDADO 'FUGA A LO REAL', DE ZHIVKA BALTADZHIEVA

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A Zhivka Baltadzhieva no le es necesario recurrir a ningún ornamento falaz. Está poseída por el don de la esencialidad, y de su decir poético, las palabras brotan con todo su peso, como si nosotros las viéramos por primera vez, en un territorio virgen, en el límpido suelo de un idioma que desvela y protege a la vez...

"... No tengo que inventar. No tengo que inventarme. No tengo que ser otro..."


A Zhivka Baltadzhieva no le es necesario recurrir a ningún ornamento falaz. Está poseída por el don de la esencialidad, y de su decir poético, las palabras brotan con todo su peso, como si nosotros las viéramos por primera vez, en un territorio virgen, en el límpido suelo de un idioma que desvela y protege a la vez. Su voz nos regresa al estado primigenio de un lenguaje que exprime toda su fuerza para poder ser hablado.

ULISES


A la playa de Ítaca
me trajeron dormido,
un cuerpo inerte sólo.

Primero
no me reconocieron
y después nadie me preguntó
nada.

He matado a los pretendientes.
Y más

no tengo que navegar.

No tengo que inventar.
No tengo que inventarme.
No tengo que ser 
otro.

No tengo que ser.

Ni siquiera yo
sueño con Odisseo.

Mi fuga 
a lo real

se ha cumplido.



PROTOCOLO DE KYOTO


Este año las golondrinas llegan diez días antes.

En las laderas de la Cornisa Cantábrica
los urogallos se muestran dóciles, luego obscenos te piden 
caricias
y encolerizados te persiguen.

Hembras de moluscos con pene
y ballenas macho con útero y ovarios
vienen a suicidarse a las orillas de nuestras playas.

Las cigüeñas no migran.
Migran los bosques.
¿O marchan furiosos?

No hay ni charco

para lavarse las manos.


(De 'Fuga a lo real', páginas 26 y 78, editorial Amargord)





'YA NO HAY ANALFABETOS EN ESPAÑA', fragmento de 'LOS SANTOS INOCENTES', de Miguel Delibes

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"... el señorito Iván... no reparó en las dificultades de la Régula y así que ésta terminó, le cogió la mano derecha y la agitó reiteradamente como una bandera, esto, dijo, para que lo cuentes en Paris, René, que los franceses os gastáis muy mal yogur al juzgarnos, que esta mujer... hasta hace cuatro días firmaba con el pulgar, ¡mira! y; al decir esto, separó el dedo deforme de la Régula, chato como una espátula, y la Régula, la mujer, confundida, se sofocó toda como si el señorito Iván la mostrase en cueros encima de la mesa"



LAS FIRMAS DE LOS ESCLAVOS

... todo iba bien hasta que la última vez que asistió el francés, se armó una trifulca en la Casa Grande, durante el almuerzo, al decir de la Nieves, por el aquel de la cultura, que el señorito René dijo que en Centroeuropa era otro nivel, una inconveniencia, a ver, que el señorito Iván, eso te piensas tú, René, pero aquí ya no hay analfabetos, que tú te crees que estamos en el año treinta y seis, y de unas cosas pasaron a otras y empezaron a vocearse el uno al otro, hasta que perdieron los modales y se faltaron al respeto y como último recurso, el señorito Iván, muy soliviantado, ordenó llamar a Paco, el Bajo, a la Régula y al Ceferino y, es bobería discutir, René, vas a verlo con tus propios ojos, voceaba, y al personarse Paco con los demás, el señorito Iván adoptó el tono didáctico del señorito Lucas para decirle al francés, mira, René, a decir verdad, esta gente era analfabeta en tiempos, pero ahora vas a ver, tú, Paco, agarra el bolígrafo y escribe tu nombre, haz el favor, pero bien escrito, esmérate, se abría en sus labios una sonrisa tirante, que nada menos está en juego la dignidad nacional, y toda la mesa pendiente de Paco, el hombre, y don Pedro el Périto, se mordisqueó la mejilla y colocó su mano sobre el antebrazo de René, lo creas o no, René, desde hace años en este país se está haciendo todo lo humanamente posible para redimir a esta gente, y el señorito Iván, ¡chist!, no le distraigáis ahora y Paco, el Bajo, coaccionado por el silencio expectante, trazó un garabato en el reverso de la factura amarilla que el señorito Iván le tendía sobre el mantel, comprometiendo sus cinco sentidos, ahuecando las aletillas de su chata nariz, una firma tembloteante e ilegible y, cuando concluyó, se enderezó y devolvió el bolígrafo al señorito Iván y el señorito Iván se lo entregó al Ceferino y ahora tú, Ceferino, ordenó, y fue el Ceferino, muy azorado, se reclinó sobre los manteles y estampó su firma y por último, el señorito Iván se dirigió a la Régula, ahora te toca a ti, Régula, y volviéndose al francés, aquí no hacernos distingos, René, aquí no hay discriminación entre varones y hembras como podrás comprobar, y la Régula, con pulso indeciso, porque el bolígrafo le resbalaba en el pulgar achatado, plano, sin huellas dactilares, dibujó penosamente su nombre, pero el señorito Iván, que estaba hablando con el francés, no reparó en las dificultades de la Régula y así que ésta terminó, le cogió la mano derecha y la agitó reiteradamente como una bandera, esto, dijo, para que lo cuentes en Paris, René, que los franceses os gastáis muy mal yogur al juzgarnos, que esta mujer, por si lo quieres saber, hasta hace cuatro días firmaba con el pulgar, ¡mira! y; al decir esto, separó el dedo deforme de la Régula, chato como una espátula, y la Régula, la mujer, confundida, se sofocó toda como si el señorito Iván la mostrase en cueros encima de la mesa, pero René, no atendía a las palabras del señorito Iván sino que miraba perplejo el dedo aplanado de la Régula, y el señorito Iván, al advertir su asombro, aclaró, ah, bien!, ésta es otra historia, los pulgares de las empleiteras son así, René, gajes del oficio, los dedos se deforman de trenzar esparto, ¿comprendes?, es inevitable, y sonreía y carraspeaba y' para acabar con la tensa situación, se encaró con los tres y les dijo hala..."


'INVISIBLES EN EL ALAMBRE', por Isaac Rosa / 'LA VIDA MANCA', Nacho Vegas

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"No, tú no eres pobre. El pasado invierno no encendisteis apenas la calefacción...Y con lo que os ahorrasteis podréis pagar los libros de texto el próximo curso.... No eres pobre. En cuanto te paguen los atrasos irás al dentista, pendiente desde hace meses. Eso si entre tanto no se vuelve a averiar el coche. Salir de vacaciones, ni de coña. En fin, ya vendrán tiempos mejores. La recuperación esa...

De pronto pisas en falso y caes. Con suerte hay una mano que te agarra, un familiar que te sostiene unos meses, pero hasta cuándo..."



INVISIBLES EN EL ALAMBRE

No, tú no eres pobre. Tú trabajas, ganas un sueldo. Bajo, pero es un sueldo. O quizás estás en paro pero aún tienes prestación, o al menos tu pareja tiene ingresos. Vais tirando, podéis pagar la hipoteca o el alquiler. En casa no falta comida. Sin muchas alegrías, pero no falta. No os imagináis esperando en la puerta trasera del supermercado a que saquen desperdicios, como ves a diario en tu barrio. No salís apenas, el ocio es casero, habiendo tele e Internet para qué más. Mientras puedas seguir pagando la conexión, claro.
No, tú no eres pobre. El pasado invierno no encendisteis apenas la calefacción, pero tampoco hay que estar en manga corta en febrero. Y con lo que os ahorrasteis podréis pagar los libros de texto el próximo curso sin tantos apuros como este. No eres pobre. En cuanto te paguen los atrasos irás al dentista, pendiente desde hace meses. Eso si entre tanto no se vuelve a averiar el coche. Salir de vacaciones, ni de coña. En fin, ya vendrán tiempos mejores. La recuperación esa.
En efecto, tú no eres pobre. O quizás sí, estadísticamente, y no lo sabes. Pero sin duda eres vulnerable. Muy vulnerable. Vives al día. El fin de mes se adelanta cada vez más. Llevas meses, años, caminando por el filo, temiendo perder pie en cualquier momento: te despiden, tardan más de la cuenta en pagarte el último trabajo, se te acaba la prestación, tienes un accidente y no tienes derecho a baja. De pronto pisas en falso y caes. Con suerte hay una mano que te agarra, un familiar que te sostiene unos meses, pero hasta cuándo.
La crisis, esto que llaman crisis, ha arrojado a muchos a la pobreza. Pero también ha dejado a muchos otros viviendo sobre el alambre, en una vulnerabilidad que hace que cualquier golpe de viento los pueda derrumbar. “Cicatrices”, dice el ministro De Guindos.
En mi barrio madrileño, Hortaleza, hay mucha gente sobre ese alambre. A la mayoría solo los vemos cuando pierden pie, si caen, si piden ayuda. Pero si te fijas bien, ahí están, manteniendo como pueden el equilibrio, sin mirar hacia abajo. Tú mismo, tal vez.
Gente que no se dice pobre, pero que está viendo vulnerados derechos básicos. Y gente que resiste, que junto a otros dedican su tiempo y sus fuerzas a construir comunidad. Bravo por ellas y ellos
La semana pasada presentamos en el barrio un proyecto admirable:  Invisibles de Hortaleza. Un intento de visibilizar a la población pobre, pero también a toda esa otra población vulnerable, los equilibristas. Impulsados por la asamblea 15-M del barrio, decenas de vecinas y vecinos, y varios colectivos, han trabajado durante meses, elaborando con sus propios medios una amplia encuesta –rigurosa, científica- para saber qué está pasando en el barrio, cuantificar lo que todos percibimos pero el ayuntamiento niega.
El proyecto surgió después de que la Junta de Distrito devolviese, tres años seguidos, parte del presupuesto de servicios sociales, renunciando a gastarlo por incapacidad para gestionarlo, y por considerar “todas las necesidades cubiertas”. A partir de ahí, echó a rodar un proyecto que, siguiendo los pasos de una experiencia previa en Tetuán, va acompañado de una impresionante campaña de carteles: los rostros de esos invisibles en las paredes del barrio, en un gesto de valentía de sus protagonistas.
Les animo a leer el estudio en detalle, porque esa radiografía de un barrio es extensible a muchos otros barrios, ciudades, a todo un país lleno de pobres y de vulnerables, dos grupos separados por una frontera cada vez más difusa, y cada vez más permeable. Un barrio, un país, quebrado por la desigualdad.
Para transformar la realidad, primero hay que conocerla. El estudio nos ha servido para saber que, en un barrio de 63.000 hogares, un 15% de familias vive con menos de 1.200 euros sin tener la vivienda pagada. Es decir, afrontando cada mes una hipoteca o alquiler. Con menos de 1.200 euros para todos los gastos, en muchos casos familias con varios miembros. Un tercio de todos los hogares considera que sus ingresos son poco o nada seguros. Un 15% no puede comprar ropa o calzado. Un 34% no puede ir al dentista cuando lo necesita.
Más abajo aun, cruzada ya la línea de la vulnerabilidad hacia la pobreza, un 7% ha tenido problemas para pagar medicamentos, y un 4% no puede asegurarse una alimentación suficiente. Un 10% declara haber tenido serias dificultades para pagar el alquiler o la hipoteca en el último año. Un 10% que no puede permitirse un traspiés, o acabarán desahuciados.
Según el estudio, la mitad de las familias de mi barrio no puede afrontar un gasto imprevisto de más de 600 euros. Así de canijo es el colchón de tantos hogares tras años de paro y precariedad: 600 euros. Y gracias que algunos cuentan con familiares, que ya no dan mucho más de sí. De vuelta a casa tras la presentación, oí la conversación de dos ancianos de mi calle: “Nosotros tuvimos que trabajar para ayudar a nuestros padres; después ayudamos a nuestros hijos, y ahora a nuestros nietos.”
Entre las mismas personas que han participado en el proyecto, algunos se han reconocido vulnerables, próximos a la pobreza, al observar sus propias vidas a la luz de esos datos. Se han visto a sí mismos con un pie en el alambre y otro dudando el siguiente paso. Gente que no se dice pobre, pero que está viendo vulnerados derechos básicos. Y gente que resiste, que junto a otros dedican su tiempo y sus fuerzas a construir comunidad con proyectos tan admirables como este. Bravo por ellas y ellos.
(Fuente: eldiario.es)

Una valla enorme y en ella 

la cara sonriente del desagracia'o 
que permitió que echaran de su casa 
a Conchita y a Ladislao 
y a otros 50 vecinos... 
logré llegar hasta él 
y le arranqué de cuajo la nariz...
y le arranque aquella sonrisa también 
dije: "¿inspira esto ilusión? 



LETRA:

Amanecí con la única certeza 
de que hoy iba a morir 
tres noches de insomnio 
sabía que esto iba a ocurrir. 

Y salgo a la calle 
y siento unas ganas 
horribles de destrozar 
algo que no sea frágil 
que me pueda manca 
vi una pared fui a por ella. 

Y al tercer cabezazo ya sentí 
brotar la sangre de mi nariz 
chillé, mirando hacia las nubes 
no creeréis lo que vi. 

Una valla enorme y en ella 
la cara sonriente del desagracia'o 
que permitió que echaran de su casa 
a Conchita y a Ladislao 
y a otros 50 vecinos. 

Y así me puse a trepar, 
logré llegar hasta él 
y le arranqué de cuajo la nariz 
volví a mirar el cartel 
vi que rezaba "ilusión". 

Pero allí lo ilusionante 
fue que no tenía bastante 
y le arranque aquella sonrisa también 
dije: "¿inspira esto ilusión?, 
porque a mí me inspira muerte". 

Y en dos minutos, y a la vez, llegaron 
Policía y Guardia Civil 
se enzarzaron entre ellos 
yo aproveché para huir. 

Y mis ropas hechas jirones 
apestaban a muerte y destrucción, 
pensé tendría que hacer algo 
para apartar de mi este olor 
fui hasta la vida alegre. 

Llegué y me dijo Isa que la vida allí 
no tiene prisa por terminar 
y cantó por Lucha Villa 
que pa'que nos vamos a lamentar. 

Si total lo que no saben ellos 
es que está de nuestra parte la mar 
y aunque allí también huela algo a muerte 
podríamos llegar a expropiar, 
un día el Cruz de Regatas. 

Y en un impulso vital 
sentí la necesidad 
de ir a bañarme a la Cantábrica 
llamar a Luco y a Juan 
y hacer lo que nos divierte. 

Después cruzar las 7 esquinas 
y llegar a Zarracina 
y tal vez coger cuarto y mitad 
porque si me pongo bien 
no me acuerdo de la muerte. 

Y solo un rato después 
logré volver a dormir 
soñé que el mundo era otro lugar 
yo entraba en un chalet 
y percibía el hedor y vi. 

Un cuerpo hinchado y flotando 
boca abajo en la piscina 
creo que era Miguel Bosé 
y unos metros más allá 
Víctor y Ana mirando. 

Y empapado en sudor 
desperté de aquel horror 
y sin embargo creía sentir 
que algo cambio por aquí 
tal vez sería nuestra suerte y volví. 

A cruzar las 7 esquinas 
y llegúe hasta Zarracina 
cogeremos otro cuarto más, 
¿no ves que me pongo bien? 
y me olvido de la muerte. 

Ahora no se si esto lo soñé 
o fue del todo real, 
hay quién me llama tímido 
hay quién me dice imbécil social. 

Da igual lo que tengo claro 
es que este viaje esta tocando a su fin 
y así me fui vagabundeando 
igual que si fuera un perrín 
abandonado en la calle. 

Subí al cerro y miré, 
que aquello empezaba a arder 
y me sentí algo así como feliz 
ya puedo echar a rodar 
es hora de marcharse. 

Me despeñé en tres piruetas 
por el cerro hacia mi meta 
que no era otra cosa que la mar, 
¿sabéis como es el final? 
es como un desparramarse.


'CONSUMIDORES, NO LECTORES', por Alberto Manguel / 'LA CONJURA DE LOS NECIOS' (fragmento) / EL LIBRO

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"La llave que nos permitiría crear lectores es la misma que protege los valores de la sociedad en la que vivimos. Y si esos valores alientan a lo fácil, lo rápido y lo superficial...

Somos una sociedad mercantil que necesita, para seguir existiendo, consumidores y no lectores. La lectura inteligente y detenida puede alentar la imaginación y fomentar la curiosidad y, por lo tanto, hacer que nos neguemos a consumir ciegamente. Es por eso que Christine Lagarde dijo a sus conciudadanos que se quejaban de la crisis: "Trabajen más y piensen menos".  Madame Lagarde sabía muy bien que un pensador nunca sería un buen consumidor"


CONSUMIDORES, NO LECTORES

“Mis hijos no leen. ¿Cómo hacer para que lean?”. Más allá de la falsa nostalgia que nos hace creer que en nuestra lejana juventud todos éramos lectores (en mi colegio, éramos apenas dos o tres los que nos apasionábamos por los libros), la angustiada pregunta refleja un cierto desasosiego frente a la pérdida de un arte que, si bien no era tan común como pensamos, al menos gozaba de un prestigio que ya no tiene hoy en día. Quizás, en lugar de tratar de hallar métodos y estrategias para fomentar la lectura, debiéramos preguntarnos por qué leer ha perdido su antiguo prestigio.
Una sociedad de lo escrito necesita, para subsistir, ciudadanos que sepan leer: esto es obvio. ¿Pero qué queremos decir con “saber leer”? Conocer el alfabeto y las reglas gramaticales básicas de nuestro idioma, y con estas habilidades descifrar un texto, una noticia en un periódico, un cartel publicitario, un manual de instrucciones… Pero existe otra etapa de este aprendizaje, y es ésta la que verdaderamente nos convierte en lectores. Ocurre algunas afortunadas veces, cuando un texto lo permite, y entonces la lectura nos lleva a explorar más profunda y extensamente el texto escrito, revelándonos nuestras propias experiencias esenciales y nuestros temores secretos, puestos en palabras para hacerlos realmente nuestros. ¿Por qué entonces nuestros programas educativos se detienen en la primera etapa de este aprendizaje? ¿Por qué las campañas en favor de la lectura dan tan ínfimos resultados? ¿Por qué no somos capaces de crear más lectores verdaderos?
La pregunta no puede hacerse de forma aislada, porque el problema de la enseñanza de la lectura se inserta en el problema mayor de los valores de la sociedad en la que vivimos. Julio Cortázar lo explicó así: “Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta”. La llave que nos permitiría crear lectores es la misma que protege los valores de la sociedad en la que vivimos. Y si esos valores alientan a lo fácil, lo rápido y lo superficial, no podemos pretender que también alienten lo difícil, lo lento, lo profundo, las calidades que definen el arte de leer.
Somos una sociedad mercantil que necesita, para seguir existiendo, consumidores y no lectores. La lectura inteligente y detenida puede alentar la imaginación y fomentar la curiosidad y, por lo tanto, hacer que nos neguemos a consumir ciegamente. Es por eso que Christine Lagarde, ardiente defensora de las sociedades de consumo, cuando era ministra de finanzas durante el Gobierno de Sarkozy, dijo a sus conciudadanos que se quejaban de la crisis: “Trabajen más y piensen menos”Madame Lagarde sabía muy bien que un pensador nunca sería un buen consumidor.
(Fuente: babelia.com)
'LA CONJURA DE LOS NECIOS' (fragmento)
Querido lector: 
Los libros son hijos inmortales que desafían a sus progenitores. 
Platón 
Descubro, estimado lector, que he ido habituándome al agitado ritmo de la vida oficinesca, adaptación de la que no me creía capaz. No hay duda, desde luego, de que en mi breve carrera en Levy Pants Limitada he logrado introducir varias innovaciones prácticas y eficientes. Los lectores que sean también trabajadores administrativos y estén leyendo este penetrante diario en el descanso del café, o en otra circunstancia similar, deberían tomar buena nota de una o dos de mis innovaciones. Dirijo también estos comentarios a los funcionarios y a los ricachos en general. 
He dado en llegar a la oficina una hora más tarde de lo que allí se me espera. En consecuencia, me encuentro muchísimo más reposado y fresco cuando llego, y evito esa primera hora lúgubre de la jornada laboral en la que los sentidos y el cuerpo entorpecidos aún por el sueño convierten cualquier tarea en una penitencia. Considero que, al llegar más tarde, mejora notablemente la calidad del trabajo que realizo. 
De momento, debo mantener en secreto la innovación que he introducido en relación con el sistema de archivado, pues es revolucionaria, y he de comprobar los resultados antes de revelarla. En teoría, la innovación es magnífica. Sin embargo, he de decir que esos papeles viejos y amarillentos que se guardan en los archivos constituyen un peligroso riesgo de incendio. Un aspecto más especial, que quizá no tenga aplicación en todos los casos, es que mis archivos son, al parecer, domicilio de insectos y animales diversos. La peste bubónica es algo que resultaba natural en el Medioevo. Pero creo que con traerla en este espantoso siglo resultaría ridículo tan sólo. 

PINCHAR EN LA IMAGEN PARA LEER 'LA CONJURA DE LOS NECIOS', DE JOHN KENNEDY TOOLE

'EL LIBRO', por Manuel Vicent / 'DESDE LA FIEBRE DEL AMOR...', de Dylan Thomas

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"Lectura y libertad son pasiones que siempre acaban por encontrarse. El Día del Libro fue instituido en recuerdo del aniversario de la muerte de Cervantes cuando los vientos saludables anunciaban que la República estaba al llegar...

habían regresado sin saberlo al origen del libro, que radica en la corteza de los árboles, donde los antiguos griegos y romanos escribieron los primeros pensamientos y las primeras palabras de amor"

"... yo aprendí el lenguaje del hombre para enroscar las formas del pensar
en el idioma pétreo del cerebro..."
 
(Dylan Thomas)


EL LIBRO

En el tronco de un haya una pareja de enamorados ha grabado un corazón traspasado por una flecha. Inés y Luis son sus nombres inscritos en la corteza plateada a punta de navaja. Fue hace muchos años. El árbol era todavía joven cuando la pareja de enamorados pasó por aquí. El tronco, ya muerto, al crecer ha ensanchado y corroído los trazos. Un experto en botánica podría descubrir el tiempo exacto que ha pasado, aunque en este caso no es necesario, puesto que debajo del corazón herido hay una fecha. 23 de abril de 1968. Al pie de este árbol discurre un río apacible cuyas aguas, como la vida, puede que se hayan llevado al mar o a la tumba la memoria de estos amantes. Pero lo escrito, escrito está. Etimológicamente el vocablo libro se deriva del latín liber, que significa la capa fibrosa que hay debajo de la corteza de ciertos árboles. Plinio el Viejo cuenta que los romanos escribían sobre estas cortezas antes de que se descubriera el papiro. Libro y libre tienen en latín la misma raíz. Lectura y libertad son pasiones que siempre acaban por encontrarse. El Día del Libro fue instituido en recuerdo del aniversario de la muerte de Cervantes cuando los vientos saludables anunciaban que la República estaba al llegar. Tampoco 1968 fue un mal año. Tal vez aquella pareja de enamorados, Inés y Luis, hijos del Mayo francés, habían estrenado los primeros vaqueros y habían puesto el dedo en el arcén para viajar en autostop a París con un libro de poemas de Dylan Thomas en la mochila. O tal vez nada. Puede que no fueran conscientes del significado del 23 de abril, pero al grabar sobre el tronco del haya un corazón, una fecha y sus nombres habían regresado sin saberlo al origen del libro, que radica en la corteza de los árboles, donde los antiguos griegos y romanos escribieron los primeros pensamientos y las primeras palabras de amor.

(Fuente: El País, 19-04-2015)

Dylan Thomas

Desde la primera fiebre del amor a su infortunio, desde el tierno segundo...

Desde la primera fiebre del amor a su infortunio, desde el tierno segundo
hasta el hueco minuto del vientre,
desde el primer atisbo hasta el tijeretazo umbilical
la edad del pecho y la época feliz del delantal cuando ninguna boca
se agitaba en torno al hambre suspendido,
y el mundo entero era uno solo, una nada ventosa,
bautizaron mi mundo en un fluir de leche.
Y la tierra y el cielo fueron un solo cerro al aire,
el sol y la luna derramaban una misma luz blanca.

Desde la primera huella del pie descalzo, desde la mano que se eleva
y la irrupción del pelo,
desde el primer secreto del corazón, el fantasma que advierte,
y hasta el primer asombro mudo ante la carne,
el sol fue rojo y la luna fue gris,
y la tierra y el cielo fueron cual dos montañas que se encuentran,

El cuerpo prosperó, los dientes en las encías meduladas,
los huesos que crecían, el murmullo del semen
dentro de la glándula santificada, la sangre bendijo al corazón,
y los cuatro vientos, que tanto tiempo soplaron al unísono
abrillantaron mis orejas con la luz del sonido,
llamaron en mis ojos con el sonido de la luz.
Y fue amarilla la multiplicación de las arenas,
cada grano dorado salpicaba la vida en su vecino,
verde era la casa cantarina.

La ciruela que mi madre arrancara maduró dulcemente,
el niño que dejara caer desde la oscuridad de su costado
hacia el regazo cavado de la luz, creció fuerte,
musculoso, enmarañado, atento a los gemidos del muslo
y a la voz que, como una voz de hambre,
arañaba en el sonido del viento y del sol.

Y desde el primer deterioro de la carne
yo aprendí el lenguaje del hombre para enroscar las formas del pensar
en el idioma pétreo del cerebro,
para llenar de sombras y tejer nuevamente la trama de palabras
dejada por los muertos que, en su césped sin luna,
no necesitan del calor de la palabra.
La raíz de las lenguas se termina en un cáncer exangüe,
no es más que un nombre que los gusanos hacen cruz.

Aprendí los verbos de la voluntad y supe mi secreto;
las claves de la noche golpearon en mi lengua;
donde antes había sólo una, hubo de pronto muchas mentes sonoras.

Un solo vientre, un solo espíritu vomitó la materia.
Un pecho amamantó al fruto de la fiebre,
aprendí la otra cara del cielo que divorcia,
el globo dos veces enmarcado que giraba;
un millón de cerebros alimentaron al retoño
que divide mis ojos;
la juventud, de veras se abrevió; las lágrimas de la primavera
se diluyeron en el verano y en las cien estaciones;
un sólo sol, un único maná, fue calor y alimento.

(Versión de Elizabeth Azcona Cranwell, en amediavoz.com)



SOBRE DYLAN THOMAS:

Poeta, escritor de cuentos y dramaturgo galés, famoso por su brillante imaginería verbal y por su canto a la belleza natural. Thomas nació en Swansea, Gales, el 27 de octubre de 1914, hijo de un profesor de escuela. Terminados los estudios de enseñanza media, marchó a Londres, donde en 1934 publicó su primer libro de poemas, Dieciocho poemas, en el que a pesar de su juventud mostró un excepcional talento tanto en sus imágenes como en la dicción poética. El libro fue muy elogiado por la crítica. Los temas de estos poemas, el sexo, la muerte, el pecado, la religión y la redención, parecen oscuros porque contienen elementos del surrealismo y de su propia fantasía personal, pero la frescura y vitalidad de su lenguaje sumergen al lector en los poemas revelándole la universalidad de las experiencias que describen. Esta tendencia introspectiva es menos patente en Muertes y entradas (1946) y En el sueño campestre (1951), consideradas como sus mejores obras. Un ejemplo de esto es el poema 'Fern Hill'. Otras obras de Thomas son Veinticinco poemas (1936) y El mapa del amor (1939), escritos en prosa y verso. Retrato del artista cachorro (1940) es un grupo de apuntes autobiográficos, y Aventuras en el tráfico de pieles (publicada póstumamente en 1954) contiene una novela inacabada y otros escritos en prosa. Durante la II Guerra Mundial escribió guiones para películas documentales. Después de la guerra trabajó como comentarista radiofónico de la BBC (British Broadcasting Corporation). La obra de teatro para voces Bajo el bosque lácteo (publicada póstumamente en 1954) la escribió para la radio; cuando la leyó en su primera aparición pública en Cambridge (Massachusetts) en 1953 todavía estaba inacabada, pero se convirtió en su obra más famosa. En ella evoca las vidas de los habitantes de Llareggub (Buggerall pronunciado al revés), una pequeña población costera galesa. Sus últimos años se vieron ensombrecidos por su creciente inquietud y sus relaciones tempestuosas con su esposa Caitlin. Murió en Nueva York el 9 de noviembre de 1953 a causa de su alcoholismo y una sobredosis de medicinas.

(Fuente: epdlp.com)






ENTREVISTA A JOSÉ PALLARÉS, por Luis Enrique Ibáñez / 'LISBOA EN LA MEMORIA'

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El próximo jueves, 23 de abril, a las 20:30, tendrá lugar la presentación del nuevo libro de José Pallarés, 'Cuaderno del cerco de Lisboa' (Ediciones Dauro). El acto se celebrará en la la Fundación Casa Medina Sidonia.

"...  Hablar con uno mismo es mirarse al espejo al levantarse por la mañana y descubrir en esa mirada eso que nadie más que uno mismo puede desvelarse. Ahí encontramos lo peor de nosotros y también lo mejor: la fuerza para corregirlo...

Hay que esforzarse en buscar la palabra, la expresión exacta para lo que uno quiere decir, pensando en que sea eso mismo lo que perciba el lector... hay que eliminar del poema toda la anécdota que no sea imprescindible... Basta con sugerir. Es la única forma de que al poema no le llueva demasiado rápido"




ENTREVISTA A JOSÉ PALLARÉS CON MOTIVO DE LA PUBLICACIÓN DE SU NUEVO POEMARIO
CUADERNO DEL CERCO DE LISBOA’


1ª ¿Cómo nace este nuevo poemario, cómo ha sido su gestación?

Fui por primera vez a Lisboa allá por el año 77, cuando todavía las calles conservaban las pinturas de la Revolución de los Claveles. Desde ese momento quedé atrapado por esa ciudad, a la que he vuelto no sé cuántas veces y en la que tuve el privilegio de vivir durante todo un año, tiempo más que suficiente para que los vendedores de souvenirs no se te acerquen, porque ya has perdido la pinta de turista y te has convertido en un vecino más. En ese año, uno de los años más felices de mi vida, me empapé de la ciudad y, a la vez, me reenamoré -también he perdido la cuenta de cuántas veces ha pasado- de la mujer que es mi vida. Cuando esas experiencias se rememoran, nace el Cuaderno del cerco de Lisboa.

2ª ‘Cuadernos de arena’, 2008, ‘Cuaderno del cerco de Lisboa’, 2015. ¿Es el tempo calmo un modo de resistencia? ¿Cómo concibes el proceso de escritura?

Son efectivamente siete años. Escribo muy lentamente. Quizá porque soy vago y, sobre todo, inseguro. Me paso días y días dándole vueltas a un par de versos, sin llegar a escribirlos y, luego, cuando los escribo, a lo mejor -o a lo peor- no tienen continuidad y se quedan colgados. O, por el contrario, dan pie al poema completo. Luego viene la poda, siempre dolorosa: quitar todo aquello que para mí es significativo, pero que, probablemente, no añade nada al lector. Seguro que en esto hay equivocaciones, pero no hay más remedio. Al lector se le debe ofrecer la emoción de la historia, no la historia, que para eso está la novela, sin que esto quiera decir que la historia tenga que estar radicalmente excluida del poema. En momentos en que la inmediatez se valora tanto, en que lo que vale es la respuesta a bote pronto y en los que tomarse un tiempo para la meditación es señal de "no tenerlo todo claro", para los que apenas tenemos nada claro ese tempo calmo al que aludes puede ser efectivamente un modo de resistencia.

3ª “Converso con el hombre que siempre va conmigo”, decía Machado…

Citas a Machado y a punto estaba de citarlo yo antes. Pocas cosas tengo claras, pocas cosas importan de verdad cuando, simplemente porque ya se ha pasado el ecuador de la vida, la vida ya te ha dado más de un golpe. Entonces una de las pocas certidumbres es la que formula Machado: Algo importa / que en la vida mala y corta / que llevamos / libres o siervos seamos; mas, si vamos / a la mar, / lo mismo nos han de dar.

Pero creo que tu referencia a Machado iba por otro sitio, quizá por la forma de escritura, en la que aparece sistemáticamente el uso de la segunda persona, un tú que es un falso tú, puesto que eres tú mismo. Me siento cómodo con ese artilugio lingüístico, porque me permite verme desde fuera y no volcar la intimidad directamente. Puede tener que ver con el recato, con el pudor. Siempre me he sentido incómodo, por ejemplo, en esas conversaciones de hombres -me imagino que las habrá iguales entre mujeres- en las que alguien exhibe sus proezas amatorias y pone al descubierto su intimidad y la de las personas a las que dice querer. O con los excesos de confidencias.


4ª Una mujer, una ciudad…

Ya te decía al principio que hay en el libro ese doble enamoramiento. Ahora te añado algo que tiene que ver con el título. José Saramago, novelista por el que siento especial predilección, escribió una Historia del cerco de Lisboa. En esta novela asistimos a un doble cerco: el cerco de la ciudad por los cruzados y el cerco amoroso al que el protagonista y la mujer de la que se va enamorando se someten mutuamente. ¿Qué te cuento...? Puedo pasear solo por Lisboa, me encanta, el cuerpo me lo pide como una necesidad, pero sabiendo que volveré a la casa, que no estaré solo y que la compañía será la de la mujer que quiero. Lisboa "é uma rapariga / descalça e leve, / un vento súbito e claro / nos cabelos, algumas rugas finas / a espreitar-lhe os olhos, / a solidão aberta / nos lábios e nos dedos, / descendo degraus / e degraus / e degraus até ao rio. / Eu sei. E tu, sabias?" (1) ¡Qué gran poeta, Eugénio de Andrade!


5ª La luz, al principio tibia, pero presente, su búsqueda en el mapa de la memoria...

Es que la luz es algo mágico. Tenemos idealizada la noche por lo que supone de aventura, por su misterio. Yo, de hecho, soy más bien noctámbulo. Pero la luz es un prodigio. No nos damos cuenta hasta que la perdemos. Por eso quizá es tan fácil acostumbrarse a vivir en el sur y tan difícil a vivir en el norte. La luz está presente en el libro desde el poema que lo abre, a modo de pórtico. Antes de Lisboa, de ese poema largo que da título al libro, hay un pasado y un futuro: un antes en que la luz está reducida a una especie de rescoldo y un después en el que las pilas recargadas iluminan sin apenas sombras. Eso lo ha sabido ver estupendamente Julia Lillo, cuyas ilustraciones no son solamente un adorno, sino una lectura inteligentísima e iluminadora del libro. A mí me encantan y, sin falsa modestia, creo que son de lo mejor del libro.


6ª Hablar con uno mismo requiere, creo, un valor especial…

No sé, yo no me veo como especialmente valiente. Sí creo que, sin voces y sin muchas alharacas, en el día a día cada uno debe hacer lo que crea que debe hacer, independientemente de que el de al lado cumpla o  no con su parte. Hablar con uno mismo es mirarse al espejo al levantarse por la mañana y descubrir en esa mirada eso que nadie más que uno mismo puede desvelarse. Ahí encontramos lo peor de nosotros y también lo mejor: la fuerza para corregirlo. Pero si no nos miramos a los ojos no nos conocemos y, si no nos conocemos, no podemos mejorar, es decir, ser más buenos de lo que somos, que creo que es algo a los que todos debemos aspirar, independientemente de que lo consigamos o no, de que tomemos un rumbo equivocado o no.


7ª Recuerdos buscados en “la ciudad que adoras”, ¿qué es Lisboa?

Ya te he contestado antes. Añadiría ahora que es una ciudad hecha a medida del hombre, una ciudad cosmopolita en la que se puede hacer vida de barrio. Te vas a Príncipe Real, en pleno centro, y te encuentras a los abueletes jugando a las cartas, a los padres jugando con sus hijos en los columpios...  El ritmo de la vida es sosegado, en el metro de Lisboa es difícil ver las carreras que se ven en el de Madrid o París, por ejemplo. El eléctrico (el tranvía) para el tiempo que haga falta para que esa mujer cargada de bolsas suba o baje sin peligro... Es una ciudad para pasear, para vivirla, no simplemente para verla.


8ª Está la mirada interior, pero también alzas la vista y ves a los otros. En la Figueira, el caminante encontró a alguien que “que prestaba comprensión y cobijo a un hombre derrotado”. Constatas que hay “nombres sin hueco en las historias... son los que llenan la vida de esperanza”. ¿Está ahí, por abajo, el único espacio para la solidaridad, para la esperanza?

Es consecuencia de lo que acabo de decirte. La anécdota que está detrás de ese poema -y de otro de Cuadernos de arena- es muy simple: mientras me tomaba una cerveza, al lado del bar en el que estaba había un hombre ya mayor, corpulento, vestido con un traje negro estropeado como sus zapatos... Era un hombre negro, con canas abundantes y la derrota en su cuerpo. Estaba tirado -la cartera en una mano- en el suelo y supongo que se había tomado más de una copa. Llegó un guardia y se le acercó. Con mi desconfianza hacia los uniformes, pensé que le iba a echar la bronca. Pero no, con una absoluta falta de marcialidad, el guardia le ayudó a levantarse, le preguntó algo, lo sujetó, lo acompañó un poco y lo enderezó rumbo -supongo- hacia alguna de las pensiones de Martim Moniz. Después siguió tranquilamente su camino. ¿Te imaginas a Rodrigo Rato haciendo algo parecido? Si nos salvamos, nos salvaremos por gente como esa.

 "Se escribe para apresar el tiempo, para que no se nos escape aquello que queremos, para hacer presente el pasado que añoramos y el futuro con que soñamos. Para aclararnos"

9ª Hablaba antes del tempo calmo. Y es que siempre que leo tu poesía, no es un halago vano, tengo la sensación de que las palabras salen destiladas, como en una mimada elaboración artesanal, ¿confías en el parto lento del poema?

No es tanto que confíe como que no sé hacerlo de otra manera. Además, ya se sabe, la prisas... para los malos toreros. Hay que esforzarse en buscar la palabra, la expresión exacta para lo que uno quiere decir, pensando en que sea eso mismo lo que perciba el lector, aun a sabiendas de que esa coincidencia, la que presupone la existencia de un lector ideal, es poco menos que imposible. Además, como te decía antes, hay que eliminar del poema toda la anécdota que no sea imprescindible. Y, desde luego, la verborrea. Basta con sugerir. Es la única forma de que al poema no le llueva demasiado rápido. Además hay que ser prudente a la hora de publicar. El tiempo es un buen consejero. Sobre todo para los que nos hemos decidido a publicar ya con años encima. Si no me decidí a dar a conocer mis poemas hasta los cincuenta y un años, no me voy a volver loco porque el siguiente poema salga este mes o el que viene.


10ª ¿Por qué escribir, para qué escribir poesía?

Cuando a un niño chico le preguntas que por qué ha hecho esto o lo otro, te puedes encontrar con respuestas contundentes: "¡Sí, porque sí!" o "¡No, porque no!" Pues lo mismo. Se escribe porque te acostumbraste a leer y te gusta devolver el tiempo que otros han dedicado a ti de la misma manera que ellos lo hicieron, con la palabra. A la vez, igual que ellos te enseñaron a conocerte y a conocer el mundo, ahora te conviertes tú en el protagonista de esa aventura, en la del que se mira al espejo sin narcisismo y quiere compartir con los demás las pocas certezas y muchas perplejidades que su mirada le provoca. Y, desde luego -volvemos a Machado- para apresar el tiempo, para que no se nos escape aquello que queremos, para hacer presente el pasado que añoramos y el futuro con que soñamos. Para aclararnos. Y, por dejar el tono tan profesoral que me ha salido, porque -como decía un estribillo de los Guatifó- "esta isla es misteriosa / nadie llega aquí queriendo: / llega el que ha perdido el rumbo / o el que de algo viene huyendo". El único matiz es que aquí a veces se llega a posta.


11ª Para terminar, perdona que cambie absolutamente de tercio, pero también eres profesor, ¿cómo ves el futuro de la Educación Pública en este país?


Pues no sé si perdonarte, porque es una faena. Te voy a contestar dando un rodeo. Hace años, en un congreso de arquitectos en Granada, se planteó el problema de cómo es que las casas de la vega, construidas con un sistema precario de cimentación (espero no estar diciendo un disparate) no se caían, estando situadas, como lo están, en una zona sísmica. Uno de los arquitectos más viejos y respetados se atrevió a descubrir la causa: "Porque tienen tendencia a no caerse." Eso fue lo que dijo. Pues bien, los colegios, los institutos y, por lo que me cuentan, algo de esto pasa también en la universidad, funcionan porque tienen tendencia a funcionar, por más que los terremotos a que nos tienen sometidos los ministros de turno, los consejeros de turno, esos inspectores (alguna excepción queda) que solo saben de papelitos y de cuadrículas, pero que no saben lo que es un alumno (¡ni un profesor!), esos asesores del vacío, la burrocracia (así, con erre), las jergas inventadas por la secta pedagógica... amenacen con derrumbarlos. Y, sin embargo, funcionan. ¿Por qué? Porque aquí hay un alumno que quiere aprender y se encuentra con un profesor que, después de meter todos los datos en el Séneca de las narices, tiene aún ganas de explicarle un problema de química, poniendo en juego, además de sus conocimientos (sin los cuales no es posible enseñar nada), su tiempo, pero no el tiempo del reloj (que es por el que nos pagan), sino el tiempo vivencial, la ilusión compartida. Y que, cuando el chorreón de limón derramado sobre la calcita provoca las burbujas, comparte la sorpresa con sus alumnos, como si fuera la primera vez que ese fenómeno se produce. O que descubre en complicidad la emoción que provoca en aquella chavala medio punki un verso de Garcilaso, el mismo que algún "experto" consideraría "ajeno a los intereses del alumno". Por cierto (y ahora de devuelvo la faena), ¿cuánto te pagaron por descubrirnos a Hristo Botev? ¡Pues eso!

Mejor nos tomamos una copa, ¿te parece?

Me parece.



LISBOA EN LA MEMORIA

TIENES EN TU MEMORIA el mapa abierto

de la ciudad que adoras:

confuso laberinto de líneas y reclamos

en que deambula el sueño.


No precisas de nombres. Los lugares

son la nostalgia de lo que has vivido

y por ellos tus ojos acarician

el olor de las flores.



(De 'Cuaderno del cerco de Lisboa', página 23, Editorial Dauro)



(1) LISBOA (EUGÉNIO DE ANDRADE)

Alguém diz com lentidão:
"Lisboa, sabes..."
Eu sei. É uma rapariga
descalça e leve,
un vento súbito e claro
nos cabelos,
algumas rugas finas
a espreitar-lhe os olhos,
a solidão aberta
nos lábios e nos dedos,
descendo degraus
e degraus
e degraus até ao rio.

Eu sei. E tu, sabias?

Alguien dice con lentitud:
"Lisboa, sabes..."
Yo lo sé. Es una muchacha
descalza y leve,
un viento súbito y claro
en los cabellos,
algunas arrugas finas
acechando sus ojos,
la soledad abierta
en los labios y en los dedos,
descendiendo escalones
y escalones
y escalones hasta el río.

Yo lo sé. ¿Y tú, lo sabías?





José Pallaráes Moreno
JOSÉ PALLARÉS MORENO (Granada, 1956) estudió Filología Española en la Universidad de Granada y se doctoró en la misma años más tarde. Catedrático de Lengua y Literatura Españolas, imparte clases en Sanlúcar de Barrameda, ciudad donde reside desde hace años, y en el Centro Asociado de la UNED en Cádiz. Ha publicado diversos trabajos sobre autores de la Ilustración y sobre varios escritores contemporáneos. Ha preparado también ediciones de algunos de nuestros clásicos.
Como poeta, su actividad ha sido lenta, silenciosa y discreta. Hace unos años presentó sus «Fotos de viaje» (número 51 de las «Vitolas de Anaïs»), incluidas después en Cuadernos de arena (Colección «Genil de Poesía», 2008).
Cuaderno del cerco de Lisboa es su segundo libro. Como el título —un homenaje transparente a la novela de José Saramago— sugiere, se trata de un doble cerco amoroso en el que la ciudad y la mujer amada se funden en un abrazo cómplice.


(En 'Cuaderno del cerco de Lisboa', Editorial Dauro)


'LA VÍSPERA DE LA OPERACIÓN, POR ERNESTO IBÁÑEZ' (transcrito por Luis Enrique Ibáñez *)

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"... ¿está usted nervioso? No entiendo por qué tuvo que hacerlo, son ganas de joder. Algo alterado por la macabra pregunta, contesté yo no estoy nervioso, yo soy nervioso. Además, si a uno le preguntan si está nervioso, aunque no lo estuviera, se pone nervioso, ¿o no? Y si a uno le dicen que no le ven bien, el uno empieza a encontrarse mal sin remedio.  Y si te dicen deberías tomarte la tensión, y te la tomas, la tensión estará alta y descompensada, las cosas son así, aquí el único que manda, como siempre, es el lenguaje..."

Clínica 'Perpetuo Socorro', Las Palmas de Gran Canaria


LA VÍSPERA DE LA OPERACIÓN

Es hecho sabido que resulta fácil, incluso placentero, encontrarse en ese momento único, en la cama, en el que confundimos sin hacerlo el estado de vigilia con el del sueño. Incluso nos sentimos poderosos cuando, a sabiendas de que observamos nítidamente lo que ocurre en el plano de lo real, decidimos recuperar el relato de esa historia que habitaba hace sólo un momento en nuestro sueño interrumpido. Y eso está bien, nos permite jugar con los planos sensoriales casi como si fuéramos dioses.

Sin embargo, no es lo mismo cuando la confusión, no voy a decir es patológica, pero sí real.

Al día siguiente me iba a operar, iba a entrar en un quirófano, en otro sueño. Y como era la víspera, debía presentarme en el hospital para que terminaran de confirmar que mi estado era el adecuado para la intervención: comprobación de analíticas, pruebas de anestesia, explicaciones sobre las misma, etc. Quería pensar que se trataba de eso, de comprobar sólo y exclusivamente mi estado físico, y no, en un inoportuno alarde orgulloso, propio de aquellos que saben que dependemos de ellos, querer insinuar algo sobre mi otro estado, ese que sólo habla conmigo, cuando él quiere: mi estado mental, el de todos, aunque, como también es sabido, unos lo oculten mejor que otros, y algunos, como yo, malditos sean los chicos de Vetusta Morla, no vamos a contar lo mejor, ni a ocultar lo peor… ¿por qué tendría que hablar mi hermano Quique de esa cosa tan rara, del “sujeto escindido”, a propósito de la canción de esos tarados? Seguro que esas expresiones (no está sólo la de "sujeto escindido", hay más) las ha sacado de la otra loca, de mi hermana Sole. Y encima me dedicó cariñoso el comentario pedante que hizo sobre el temita de los cojones, ‘Valiente’. 

Yo nunca he querido ser valiente, y menos aún el día antes de entrar en un quirófano. 

De esta palabra, quirófano, dicen los gilipollas de los lingüistas, esos seres que no servían para otra cosa, pongamos, por ejemplo, para diseñar un puente de 25 kilómetros, dicen, digo, que es una palabra esdrújula, y que este tipo de palabras dotan al verso, o simplemente a la frase, de un ritmo especial, ¿se podrá ser más imbécil? Imaginen a un hombre que está agonizando en un quirófano y que en el último soplo de vida que le queda es capaz de volver su cabeza hacia esa pantalla verde y ver cómo una línea blanca, importada de los videojuegos antiguos, se mantiene monótona, plana, sin ningún ritmo.

Mi mujer no hacía más que repetirme que debía practicar con las muletas, así lo habían ordenado en la clínica en las visitas previas, pero yo no podía entenderlo, las muletas no son para jugar. Yo creo que están pensadas para cuando uno no tiene más remedio que utilizarlas. Hacerlo antes sería como volver a un arcaico método Stanislavski, y uno no está ya para tonterías, chominás las precisas, que diría aquel. Por eso, cuando intentaba practicar con ellas, siempre me caía, y todavía no me había operado. El complejo de idiota, de torpe, superaba la más optimista de las previsiones.

Salí de casa, camino a la clínica, y como resultado de una fantasmal negociación, prometí a mi mujer que cogería un taxi, comprendí que aquello no había hecho más que empezar, la clínica estaba en mi misma calle, a unos cincuenta metros del portal de mi casa. Cuando estaba a sólo dos metros del taxi, me di cuenta de que el taxista me observaba por el espejo retrovisor; entonces supe que debería haber simulado una cojera algo más intensa. Buenos días, a la clínica X. Volvió la cabeza, sonrió y, sin apenas mover los labios, me asesinó con su mirada. Arrancó con desgana antigua, como humillado, ¿sabe usted que esta es mi primera carrera? No respondí nada, tan sólo pensé que a lo mejor, para mí, era la última. La carrera lenta no llegó al minuto. Su coste, 2 euros y 20 céntimos. Le di 3 euros y abrí la puerta. Él se volvió y en su íntimo órgano de fonación, entreabierto, pude leer gracias, generoso.

Antes de echar a andar, me quedé quieto mirando a la clínica. Algo había cambiado en el edificio respecto al día anterior. Cuando ya estaba justo enfrente de la puerta principal vi que la novedad consistía en una gigantesca fotografía, en la fachada central, en la que aparecían alegres los profesionales médicos que allí trabajaban. En primera línea, como al frente de todos, se encontraba el cirujano que me iba a operar al día siguiente. Su risa ocupaba casi un metro de la imagen, y era una risa extraña en un rostro extraño que parecía mirarme sólo a mí. Me moví, como en los viejos juegos infantiles, unos metros hacia la derecha, luego hacia la izquierda, atrás, adelante, pero su mirada lunática, envuelta en una sonrisa diabólica, seguía clavada en mí, sólo en mí. Hace ya bastante tiempo, un famoso, y sin embargo buen escritor, afirmó que en ocasiones el personaje principal de un relato se queda paralizado simplemente porque su autor en esos momentos está habitado por el miedo. No sé por qué me acordé de aquella estupidez. El hecho es que estuve a punto de abandonar la idea de entrar en la clínica, y dirigirme, como para encontrarme a mí mismo, al bar de al lado. Pensé que si me sentaba en un taburete, pegado a la barra, y me tomaba media docena de tercios de Tropical, tal vez podría recobrar algo de mi maltrecha cordura.

Pero no lo hice. Entré con paso nada firme en el hospital, con dos cojones. Miré el papel de la cita, planta 2, consulta nº 3. Llamé a la puerta, pase, pasé. Siéntese, ¿Ernesto Ibáñez, supongo? Y otra vez las malditas asociaciones. Estuve a punto de contestarle algo parecido a lo que ese cabrón de la película ‘Relatos salvajes’ les espeta a la pobre camarera cuando ésta le ve entrar solo y le pregunta ¿mesa para uno? Me tragué la relación, y mi orgullo.

Bien, la operación, como sabe, será mañana a las 11:30, usted deberá estar aquí mismo a las 10:30. Las pruebas están bien, así que creemos que no habrá problemas ni con la anestesia, ni con nada. ¿Por qué utilizó esa forma verbal, creemos? Debería haberla omitido, decir simplemente no habrá ningún problema. ¿Y cuáles eran los significados que se ocultaban asustados detrás del sintagma copulativo negativo preposicional ni con nada? No había pasado ni un minuto de conversación y ahora el único significante acojonado era yo.

Siguió leyendo algunas indicaciones más de esas que llaman “de trámite”. Sin embargo, en un momento robado de alguna película mala, detuvo su lectura burocrática, alzó su rostro auxiliar, serio, y me preguntó ¿está usted nervioso? No entiendo por qué tuvo que hacerlo, son ganas de joder. Algo alterado por la macabra pregunta, contesté yo no estoy nervioso, yo soy nervioso. Además, si a uno le preguntan si está nervioso, aunque no lo estuviera, se pone nervioso, ¿o no? Y si a uno le dicen que no le ven bien, el uno empieza a encontrarse mal sin remedio.  Y si te dicen deberías tomarte la tensión, y te la tomas, la tensión estará alta y descompensada, las cosas son así, aquí el único que manda, como siempre, es el lenguaje. Lo mismo que cuando una madre te decía parece que tienes fiebre, los 38, 5 no había quien te los quitase. ¿Cómo que si estaba nervioso? Hacer esa pregunta es como darle al botón de los nervios. Hace falta tener mala leche… me puse nervioso, muy nervioso.

Bueno, pues entonces hasta mañana, hasta mañana respondió ella. Y justo cuando agarraba con rabia el picaporte de la puerta para poder huir de allí, ella me remató, no se preocupe, Ernesto, esta noche rezaré por usted.

Hay personas que afirman que los hospitales dan grima. No saben lo que dicen. Los hospitales no dan grima, los hospitales producen terror.

Salí de allí temblando. Mientras yo hablaba con aquella mujer, los pasillos y las escaleras del hospital habían cambiado su ubicación. Intentaba salir del hospital, pero siempre volvía al mismo sitio, no había manera, era imposible, deberían prohibir las películas de Luis Buñuel, y no me refiero sólo a ‘El ángel exterminador’.

Cuando por fin pude llegar a la salida, la visión en la calle, en la presunta realidad, no era en absoluto reconfortante: todo el mundo iba con muletas. Cogí el móvil y llamé a mi hermano. Intentó tranquilizarme. Me dijo que lo que me estaba pasando era lo mismo que les ocurría a las parejas que iban a tener un niño, que veían por todos lados a otras parejas felices transportando esos lindos carritos con sus recién nacidos dentro.

No sirvió de nada.

Lo único que alcancé a pensar fue que un país en el que todos sus habitantes van con muletas es un país que ya se ha ido a la puta mierda.

Y fue entonces cuando empecé a sentirme mucho mejor.


(*) NOTA DEL TRANSCRIPTOR: El texto anterior fue dictado por mi hermano, Ernesto Ibáñez, a una grabadora. A mí me llegó en una cinta de las antiguas, de cassette. Vino en mal estado. El proceso de limpieza fue arduo, y es posible que en el camino se perdieran algunos datos importantes. Sin embargo, creo que la esencia del recuerdo se mantiene. Una esencia que, como todo el mundo puede percibir, nada tiene que ver con los hospitales, ni, por supuesto, con ninguna intervención quirúrgica.






'A LA LLANA Y SIN RODEOS', Discurso de Juan Goytisolo Ceremonia de entrega del Premio Cervantes 2014

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"... imagino al hidalgo manchego montado a lomos de Rocinante acometiendo lanza en ristre contra los esbirros de la Santa Hermandad que proceden al desalojo de los desahuciados, contra los corruptos de la ingeniería financiera o, a Estrecho traviesa, al pie de las verjas de Ceuta y Melilla... Las razones para indignarse son múltiples y el escritor no puede ignorarlas sin traicionarse a sí mismo...

Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia"

Juan Goytisolo pronuncia su discurso

Discurso de Juan Goytisolo 
Ceremonia de entrega del Premio Cervantes 2014 

'A la llana y sin rodeos'

En términos generales, los escritores se dividen en dos esferas o clases: la de quienes conciben su tarea como una carrera y la de quienes la viven como una adicción. El encasillado en las primeras cuida de su promoción y visibilidad mediática, aspira a triunfar. El de las segundas, no. El cumplir consigo mismo le basta y si, como sucede a veces, la adicción le procura beneficios materiales, pasa de la categoría de adicto a la de camello o revendedor. Llamaré a los del primer apartado, literatos y a los del segundo, escritores a secas o más modestamente incurables aprendices de escribidor. 

A comienzos de mi larga trayectoria, primero de literato, luego de aprendiz de escribidor, incurrí en la vanagloria de la búsqueda del éxito -atraer la luz de los focos, “ser noticia”, como dicen obscenamente los parásitos de la literatura- sin parar mientes en que, como vio muy bien Manuel Azaña, una cosa es la actualidad efímera y otra muy distinta la modernidad atemporal de las obras destinadas a perdurar pese al ostracismo que a menudo sufrieron cuando fueron escritas. La vejez de lo nuevo se reitera a lo largo del tiempo con su ilusión de frescura marchita. El dulce señuelo de la fama sería patético si no fuera simplemente absurdo. Ajena a toda manipulación y teatro de títeres, la verdadera obra de arte no tiene prisas: puede dormir durante décadas como La regenta o durante siglos como La lozana andaluza. Quienes adensaron el silencio en torno a nuestro primer escritor y lo condenaron al anonimato en el que vivía hasta la publicación del Quijote no podían imaginar siquiera que la fuerza genésica de su novela les sobreviviría y alcanzaría una dimensión sin fronteras ni épocas. 

“Llevo en mí la conciencia de la derrota como un pendón de victoria”, escribe Fernando Pessoa, y coincido enteramente con él. Ser objeto de halagos por la institución literaria me lleva a dudar de mí mismo, ser persona non grata a ojos de ella me reconforta en mi conducta y labor. Desde la altura de la edad, siento la aceptación del reconocimiento como un golpe de espada en el agua, como una inútil celebración. 

Mi condición de hombre libre conquistada a duras penas invita a la modestia. La mirada desde la periferia al centro es más lúcida que a la inversa y al evocar la lista de mis maestros condenados al exilio y silencio por los centinelas del canon nacionalcatólico no puedo menos que rememorar con melancolía la verdad de sus críticas y ejemplar honradez. La luz brota del subsuelo cuando menos se la espera. Como dijo con ironía Dámaso Alonso tras el logro de su laborioso rescate del hasta entonces ninguneado Góngora, ¡quién pudiera estar aún en la oposición! 
En vez de empecinarse en desenterrar los pobres huesos de Cervantes y comercializarlos tal vez de cara al turismo ¿no sería mejor sacar a la luz los episodios oscuros de su vida tras su rescate laborioso de Argel? ¿Cuántos lectores del Quijote conocen las estrecheces y miseria que padeció?

Mi instintiva reserva a los nacionalismos de toda índole y sus identidades totémicas, incapaces de abarcar la riqueza y diversidad de su propio contenido, me ha llevado a abrazar como un salvavidas la reivindicada por Carlos Fuentes nacionalidad cervantina. Me reconozco plenamente en ella. Cervantear es aventurarse en el territorio incierto de lo desconocido con la cabeza cubierta con un frágil yelmo bacía. Dudar de los dogmas y supuestas verdades como puños nos ayuda a eludir el dilema que nos acecha entre la uniformidad impuesta por el fundamentalismo de la tecnociencia en el mundo globalizado de hoy y la previsible reacción violenta de las identidades religiosas o ideológicas que sienten amenazados sus credos y esencias. 

En vez de empecinarse en desenterrar los pobres huesos de Cervantes y comercializarlos tal vez de cara al turismo como santas reliquias fabricadas probablemente en China, ¿no sería mejor sacar a la luz los episodios oscuros de su vida tras su rescate laborioso de Argel? ¿Cuántos lectores del Quijote conocen las estrecheces y miseria que padeció, su denegada solicitud de emigrar a América, sus negocios fracasados, estancia en la cárcel sevillana por deudas, difícil acomodo en el barrio malfamado del Rastro de Valladolid con su esposa, hija, hermana y sobrina en 1605, año de la Primera Parte de su novela, en los márgenes más promiscuos y bajos de la sociedad? 
... el portentoso progreso de las nuevas tecnologías corre parejo a la proliferación de las guerras y luchas mortíferas, el radio infinito de la injusticia, la pobreza y el hambre

Hace ya algún tiempo, dedique unas páginas a los titulados Documentos cervantinos hasta ahora inéditos del presbítero Cristóbal Pérez Pastor, impresos en 1902 con el propósito, dice, de que “reine la verdad y desaparezcan las sombras”, obra cuya lectura me impresionó en la medida en que, pese a sus pruebas fehacientes y a otras indagaciones posteriores, la verdad no se ha impuesto fuera de un puñado de eruditos, y más de un siglo después las sombras permanecen. Sí, mientras se suceden las conferencias, homenajes, celebraciones y otros actos oficiales que engordan a la burocracia oficial y sus vientres sentados, (la expresión es de Luis Cernuda) pocos, muy pocos se esfuerzan en evocar sin anteojeras su carrera teatral frustrada, los tantos años en los que, dice en el prólogo del Quijote, “duermo en el silencio del olvido”: ese “poetón ya viejo” (más versado en desdichas que en versos) que aguarda en silencio el referendo del falible legislador que es el vulgo. 

Alcanzar la vejez es comprobar la vacuidad y lo ilusorio de nuestras vidas, esa “exquisita mierda de la gloria” de la que habla Gabriel García Márquez al referirse a las hazañas inútiles del coronel Aureliano Buendía y de los sufridos luchadores de Macondo. El ameno jardín en el que transcurre la existencia de los menos, no debe distraernos de la suerte de los más en un mundo en el que el portentoso progreso de las nuevas tecnologías corre parejo a la proliferación de las guerras y luchas mortíferas, el radio infinito de la injusticia, la pobreza y el hambre. 

Es empresa de los caballeros andantes, decía don Quijote, “deshacer tuertos y socorrer y acudir a los miserables” e imagino al hidalgo manchego montado a lomos de Rocinante acometiendo lanza en ristre contra los esbirros de la Santa Hermandad que proceden al desalojo de los desahuciados, contra los corruptos de la ingeniería financiera o, a Estrecho traviesa, al pie de las verjas de Ceuta y Melilla que él toma por encantados castillos con puentes levadizos y torres almenadas socorriendo a unos inmigrantes cuyo único crimen es su instinto de vida y el ansia de libertad. 

Sí, al héroe de Cervantes y a los lectores tocados por la gracia de su novela nos resulta difícil resignarnos a la existencia de un mundo aquejado de paro, corrupción, precariedad, crecientes desigualdades sociales y exilio profesional de los jóvenes como en el que actualmente vivimos. Si ello es locura, aceptémosla. El buen Sancho encontrará siempre un refrán para defenderla. 

El panorama a nuestro alcance es sombrío: crisis económica, crisis política, crisis social. Según las estadísticas que tengo a mano, más del 20% de los niños de nuestra Marca España vive hoy bajo el umbral de la pobreza, una cifra con todo inferior a la del nivel del paro. Las razones para indignarse son múltiples y el escritor no puede ignorarlas sin traicionarse a sí mismo. No se trata de poner la pluma al servicio de una causa, por justa que sea, sino de introducir el fermento contestatario de esta en el ámbito de la escritura. Encajar la trama novelesca en el molde de unas formas reiteradas hasta la saciedad condena la obra a la irrelevancia y una vez más, en la encrucijada, Cervantes nos muestra el camino. Su conciencia del tiempo “devorador y consumidor de las cosas” del que habla en el magistral capítulo IX de la Primera Parte del libro le indujo a adelantarse a él y a servirse de los géneros literarios en boga como material de derribo para construir un portentoso relato de relatos que se despliega hasta el infinito. Como dije hace ya bastantes años, la locura de Alonso Quijano trastornado por sus lecturas se contagia a su creador enloquecido por los poderes de la literatura. Volver a Cervantes y asumir la locura de su personaje como una forma superior de cordura, tal es la lección del Quijote. Al hacerlo no nos evadimos de la realidad inicua que nos rodea. Asentamos al revés los pies en ella. Digamos bien alto que podemos. Los contaminados por nuestro primer escritor no nos resignamos a la injusticia.




'DEUDA E(X)TERNA Y SUPERYÓ', por Joaquín Caretti

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Artículo sugerido por Soledad Ibáñez

"El contraer una deuda, sea por la vía de pedir prestado o por la vía de nacionalizar la deuda privada mediante el denominado “rescate”, no sólo condiciona a un país sino también a los habitantes presentes y futuros. Todos son convertidos en deudores y culpables ante el gran capital... El objetivo es que esta situación de endeudamiento del Estado no termine nunca, transformando la deuda externa en la deuda eterna y a cada uno en un deudor...

¿Por qué los países, el pueblo, cada uno de los ciudadanos, aceptan esta posición de hombre endeudado sin rebelarse contra ella? Es un circuito infernal, sin salida, si se sigue su lógica... cuánto más paga el deudor más le falta por pagar"


DEUDA E(X)TERNA Y SUPERYÓ

En 1822 Bernardino Rivadavia, ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, autorizó la petición de un préstamo a la casa Baring Brothers de Inglaterra, nombre cuya traducción aproximada sería, por esas bromas de la historia, “Hermanos al descubierto”. Su valor fue de un millón de libras destinados a la construcción de un puerto, tres ciudades fronterizas y a dar agua corriente a la ciudad. Se inició así el ciclo de lo que se ha denominado la deuda externa. Nunca se construyó el puerto, ni las tuberías, ni las ciudades y cuando llegó el dinero (en total sólo 560.000 libras) se destinó a otros fines tales como la guerra contra Brasil. Dicho empréstito no fue una excepción argentina sino una política inglesa en toda Latinoamérica, que se endeudó entre 1822 y 1826 en 21 millones de libras, de las cuales sólo siete millones fueron desembolsados por Inglaterra.
La deuda adquirida se terminó de pagar en 1904 -80 años después- por una suma ocho veces mayor que la inicial. La estafa se consumó gracias a la complicidad de los gobernantes argentinos con los banqueros ingleses. El objetivo era la sumisión del país y la captura de las islas Malvinas, la cual tuvo lugar en 1833 con la flota naval argentina desmantelada por el pago del préstamo. En 1843, bajo el gobierno de Rosas, se propuso canjear la deuda por la entrega de las Malvinas, pero los ingleses no aceptaron. En 1874, el presidente Nicolás Avellaneda, para cortar el incremento de la deuda, decidió pagarla pese a la dura situación económica. Lo hizo diciendo que los dos millones de argentinos economizarían “hasta sobre su hambre y su sed, para responder, en una situación suprema, a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros”. Esta afirmación se tradujo en una política de ajustes con despidos de funcionarios públicos y rebajas de salarios y gastos públicos: cantilena familiar para la Europa actual. Dicha política se implementó hace 140 años y hoy continúa sin haberse cambiado ni una coma.
Por los 80 años que se demoró en pagar la deuda concluimos que su objetivo no era otro que la eternización de la misma. Dicha eternización tiene como efecto que se termine por pagar una cantidad escandalosamente mayor que la prestada, con el consecuente enriquecimiento de los acreedores y el empobrecimiento de los deudores. Se produce un fenómeno de dependencia entre ambas partes que nunca concluye, ya que la deuda es de tal dimensión que no se avizora su final. Una deuda que inicia una generación de ciudadanos y que se va trasladando a las generaciones posteriores, lo cual hace cierto el dicho freudiano de que los hijos se tienen que hacer responsables de los pecados del padre.


Mediante la reducción salarial, la retirada de servicios sociales, las privatizaciones, los impuestos, los rescates, etc. se empobrece a la población y el dinero capturado es desviado hacia las grandes empresas y hacia los ricos
La permanencia de una deuda cada vez mayor difícilmente pagable condiciona las posibilidades de desarrollo autónomo de un país; se frena su crecimiento por la prioridad que se otorga a su cancelación -lo que eufemísticamente se denomina “honrar la deuda”- sin interrogarse sobre las condiciones en que se contrajo, ni a qué o a quiénes sirvió. El contraer una deuda, sea por la vía de pedir prestado o por la vía de nacionalizar la deuda privada mediante el denominado “rescate”, no sólo condiciona a un país sino también a los habitantes presentes y futuros. Todos son convertidos en deudores y culpables ante el gran capital, como lo plantea Maurizio Lazzarato en La fábrica del hombre endeudado. El objetivo es que esta situación de endeudamiento del Estado no termine nunca, transformando la deuda externa en la deuda eterna y a cada uno en un deudor. Esta posición de hombre endeudado -que queda señalada muy claramente cuando se calcula cuánto debe exactamente cada ciudadano y también cuando, aún sin saber bien porqué ni cómo, recae sobre cada uno la responsabilidad de su pago- produce efectos subjetivos que transforman la vida y el país que se habita.
La deuda conmueve al sujeto neoliberal: un emprendedor, un creyente de la nueva religión del sí mismo, un omnipotente capaz de sostener que basta con querer para conseguir lo que se desea. Este sujeto se piensa a sí mismo con una lógica empresarial donde cualquier rasgo de solidaridad es considerado superfluo: se trata de ganar un lugar en el mundo mediante la competencia más despiadada. Todo se concibe como una lucha exclusivamente particular, sin el otro. Máxima soledad para el máximo beneficio. El sujeto neoliberal quiere escapar a esta lógica de la deuda, pero no le es posible pues el mundo en el que vive se ordena por esta cárcel. En ella todos somos impulsados a hacernos cargo de la crisis económica que nos asola, crisis cuya explicación -por la vía del “haber vivido por encima de las posibilidades reales” y por la vía de la corrupción- esconde las políticas deliberadas de transferencia de dinero que organiza el Estado. Mediante la reducción salarial, la retirada de servicios sociales, las privatizaciones, los impuestos, los rescates, etc. se empobrece a la población y el dinero capturado es desviado hacia las grandes empresas y hacia los ricos.
¿Por qué los países, el pueblo, cada uno de los ciudadanos, aceptan esta posición de hombre endeudado sin rebelarse contra ella? ¿Por qué se siente que hay que pagar lo que se debe y honrar acuerdos que fueron tomados por los gobernantes aunque se perciban como una estafa? ¿Por qué la culpa si no se paga? En un artículo anterior trabajamos cómo la lógica social y política no escapa a la lógica subjetiva. En este caso se advierte con nitidez cómo la estructura del superyó está encarnada en la fabricación del hombre endeudado. Dicho superyó es una instancia psíquica freudiana que bajo la forma de una imposición somete a los sujetos a sus designios. Estos designios pueden ser pensados como un lugar de realización moral cuando en realidad son un aparato de exigencias sinfín que conducen al sufrimiento, pues somete al sujeto al absurdo de trabajar para acallarlos. Dicha instancia exige, por ejemplo, una buena conducta, pero tiene la paradoja de que cuanto mejor se porta el sujeto más lo conmina el superyó: es una demanda de buena conducta infinita que termina causando un gran padecimiento. El descubrimiento lacaniano es que este aparato superyoico se alimenta del sacrificio que hace el sujeto para satisfacerlo. Por lo tanto, cuanto más moral sea el hombre más le pedirá el superyó y más culpa sentirá el sujeto por no poder satisfacerlo. Es un circuito infernal, sin salida, si se sigue su lógica. En este recorrido circular se inscribe la relación acreedor-deudor: cuánto más paga el deudor más le falta por pagar y más culpa siente por no poder cumplir con lo que su moral le impone. El deudor se encuentra eternamente en falta con respecto al acreedor, lo que favorece efectos de sumisión a cualquier demanda.
Claro está que esto implica cerrar los ojos a la interrogación sobre las causas de esta posición. No se trata de cargar la responsabilidad exclusivamente sobre los que prestan, sino que -para una política emancipatoria- es necesario introducir una pregunta sobre la aceptación masiva de la deuda y de su pago por parte de los ciudadanos. Para analizar la política de la deuda es preciso que los que se oponen a esta estafa valoren cómo el capitalismo -tal como lo hace con los juegos del mercado y las mercancías- sabe sostenerse en la estructura subjetiva para llevar adelante su objetivo: el enriquecimiento. A la hora de cualquier cambio que se pretenda ejercer sobre el pago de la deuda es imprescindible estimar, como actor esencial, la ferocidad de la culpa y la moral.
La iniciativa del Parlamento griego de crear una comisión para auditar la deuda pública que los ahoga -claramente impagable- y verificar su carácter odioso o ilegal es el camino correcto. De esta manera se podrán contrarrestar las exigencias superyoicas que velan la responsabilidad de cada uno en aceptar la identificación con el hombre endeudado y que hacen el juego a la lógica de la deuda utilizada para someter a los pueblos. De igual modo, la constitución de la comisión parlamentaria que reivindica las reparaciones de guerra de Alemania modifica radicalmente la manera en que este país se piensa a sí mismo, es decir, muestra con qué significantes los griegos deciden representarse.


(Fuente: eldiario.es)








'EL PESO DEL MUNDO', por Gustavo Martín Garzo / 'LOS COMULGANTES' (fragmento) 'EL MITO DE SÍSIFO', de Albert Camus

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"... el origen de esta crisis no está en un Estado fuera de control como se nos repite una y otra vez, sino en un Sistema Financiero tan insaciable como incontrolable del que muchos de nuestros políticos son interesados lacayos. Esto es lo que se callan...

"Vosotros con vuestras escuelas, vuestra televisión, lo pacato de vuestros periódicos, vosotros sois los grandes conservadores de este orden horrendo basado en la idea de poseer y en la idea de destruir". Pasolini pensaba que el hombre actual se estaba volviendo insensible al sufrimiento de sus semejantes"


EL PESO DEL MUNDO

En Los comulgantes, la película de Ingmar Bergman, un campesino obsesionado con el fin inminente del mundo acude con su mujer a la parroquia buscando ayuda, pero el pastor, que pasa por una profunda crisis espiritual, no sabe consolarle y el campesino termina por quitarse la vida. La película está filmada en plena guerra fría, cuando la posibilidad de una guerra nuclear total que pusiera en peligro la especie humana y al resto de los seres vivos estaba lejos de ser la desesperanzada idea de un relato de anticipación. Y es verdad que nadie piensa hoy que el mundo pueda ser destruido a causa de una explosión nuclear, pero tampoco que hayamos mejorado mucho por esa causa.

La desigualdad entre los seres humanos no ha hecho sino aumentar en estos últimos decenios, y la explotación, la miseria y el sufrimiento de gran parte de la población mundial sigue siendo una de las realidades más incuestionables del nuevo siglo. Tal vez por eso la película de Bergman, cincuenta años después de su realización, sigue conservando toda su fuerza perturbadora. El atribulado campesino de Los comulgantes pertenece a ese grupo insustituible de seres humanos que, por su temperamento o las circunstancias que les rodean, no pueden dejar de cargar sobre sus hombros el peso del mundo. Y hablar del peso del mundo es hablar de todo el sufrimiento que hay en él, de todas las injusticias y de todo su dolor.

"No os hagáis ilusiones, dijo Pier Paolo Pasolini en la última entrevista que concedió. Vosotros con vuestras escuelas, vuestra televisión, lo pacato de vuestros periódicos, vosotros sois los grandes conservadores de este orden horrendo basado en la idea de poseer y en la idea de destruir". Pasolini pensaba que el hombre actual se estaba volviendo insensible al sufrimiento de sus semejantes y que, llevado por la fiebre del consumo, había renunciado al sueño de la justicia y la solidaridad. "La tragedia es que ya no hay seres humanos, hay máquinas que chocan entre ellas".

no me refiero solo a los numerosos casos de corrupción que les atenazan, del control creciente a que someten la información, de las leyes abusivas con que tratan de amordazar todo tipo de disidencia o del sabotaje sistemático de lo público, sino a su incapacidad para sentir el peso de todo el dolor y todas las injusticias que padecen aquellos a los que dicen representar

Nunca los hombres y las mujeres han estado más informados acerca de lo que sucede en su mundo, pero ese aumento de información no tiene por qué implicar un aumento de sensibilidad. Estar informado no es lo mismo que ser capaz de transformar en experiencia esa información ni de restaurar el sentido de esa experiencia. Por ejemplo, los datos que constantemente nos ofrecen nuestros gobernantes acerca de la mejora de nuestra economía ¿de verdad hablan de la realidad dolorosa con que nos encontramos cada día en nuestras propias casas o al salir a la calle? Recuerdo haber visitado hace años la Cuba de Fidel. Me sorprendió que la discusión acerca de la sociedad nueva que se pretendía crear hubiera sido sustituida por un baño mareante de cifras. Gramma, el periódico oficial del PPC, era el compendio de todas las cifras posibles: cifras de productividad, de consumo, de récords deportivos, de crecimiento industrial. No cabía hablar del descontento creciente de la gente, de la falta de libertad o de la tiranía oculta de los comités de barrio, porque sólo los números parecían tener la probada capacidad de nombrar con objetividad lo que allí pasaba.

No deja de ser extraño que quienes nos gobiernan hoy en España hayan venido a coincidir en esto con el país que durante tanto tiempo fue el rostro de sus pesadillas. Como en la Cuba de Fidel, solo la ciencia suprema de los números parece tener para ellos la capacidad de nombrar lo que aquí sucede. La política económica de nuestro gobierno actual ha liquidado buena parte de los avances laborales y sociales que tanto trabajo costó conseguir, ha pauperizado las clases medias y bajas, ha incrementado la desigualdad y ha convertido la economía de nuestro país en una sucursal de las grandes empresas financieras. ¿De verdad las optimistas cifras que exhiben en sus ruedas de prensa hablan de lo que está sucediendo en el triste país en que vivimos?

Y no me refiero solo a que eviten hablar en esas ruedas de prensa de los numerosos casos de corrupción que les atenazan, del control creciente a que someten la información, de las leyes abusivas con que tratan de amordazar todo tipo de disidencia o del sabotaje sistemático de lo público, sino a su incapacidad para sentir el peso de todo el dolor y todas las injusticias que padecen aquellos a los que dicen representar. Porque ¿acaso el Partido Popular y Caritas se parecen, como afirma nuestro inefable ministro de Hacienda? Caritas y otras valerosas organizaciones no gubernamentales hacen lo que nuestro gobierno debería hacer y no hace: ocuparse de cosas tan vulgares y poco relevantes para las cifras que manejan como ayudar a los que no tienen para comer ni pueden encender la calefacción de sus casas. Son esas organizaciones cívicas las que nos dicen cómo es realmente este país y nos animan a rebelarnos contra las mentiras de quienes nos gobiernan. Porque el origen de esta crisis no está en un Estado fuera de control como se nos repite una y otra vez, sino en un Sistema Financiero tan insaciable como incontrolable del que muchos de nuestros políticos son interesados lacayos. Esto es lo que se callan.

En un cuento de George MacDonald los gigantes dan su corazón a una nodriza para evitar la responsabilidad de tener que ocuparse de él. ¿Hacemos nosotros lo mismo? Vivimos rodeados de injusticias y abusos, de seres indiferentes y ególatras que solo piensan en enriquecerse y en conservar el poder al precio que sea, y miramos para otro lado como si nada de eso tuviera que ver con nosotros. Incluso llegamos a votarlos cuando llegan las nuevas elecciones, tal vez porque secretamente envidiamos la facilidad con que hacen dinero y todo lo que consiguen con él. No queremos tener corazón, por el compromiso que supone tenerlo.

Antes hablé de aquel campesino de Los comulgantes que agobiado por el peso del mundo termina por suicidarse. ¿Quiere decir esto que cargar ese peso, el del corazón, nos hará necesariamente infelices? Es extraño lo que pasa con nuestro corazón. Representa lo más íntimo y escondido de cada uno, pero también es, paradójicamente, la puerta por la que entra en nosotros el mundo. Por eso siempre ha sido considerado como asiento del amor y de los sentimientos. Así, si hablamos de una persona de corazón todos entenderán que se trata de un ser bondadoso, siempre atento a la presencia y a los requerimientos de los otros, o cuando aseguramos ir con el corazón en la mano lo que queremos es dejar claro que estamos obrando con franqueza, sin disimulo o intenciones ocultas. Tal es el destino de nuestro corazón, ser entregado a los otros.


Albert Camus, en uno de sus textos más hermosos, ve en el reiterado esfuerzo de Sísifo por cargar la roca de su tragedia la imagen del hombre rebelde. Su eterna confrontación con el absurdo, su indestructible vivacidad, es justamente lo que da sentido a su vida. Camus concluye que hay que imaginarse a Sísifo feliz, ya que su lucha es su obra. El mundo nunca ha estado más necesitado de política que ahora, y hablar de política es hacerlo de ese corazón que tenemos que cuidar. Puede que el ser humano no tenga remedio y que siempre vaya a haber injusticias y abusos de todo tipo, pero nuestra misión es rebelarnos contra esa fatalidad. La verdadera política es pedirle a la economía ese corazón hipotecado. Y, tal como nos enseña Albert Camus, hay que imaginarse felices a quienes lo hacen.

(Fuente: El País, 25-04-2015)

'LOS COMULGANTES' (fragmento)



"No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible"(Píndaro)

'El mito de Sísifo', Albert Camus 

Los dioses habían condenado a Sísifo a hacer rodar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña, donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Habían pensado con alguna razón que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. 

Si se ha de creer a Homero, Sísifo era el más sabio y prudente de los mortales. No obstante. Según otra tradición, sin embargo, se inclinaba al oficio de bandido. No veo en ello contradicción. Difieren las opiniones sobre los motivos que le convirtieron en un trabajador inútil en los infiernos. Se le reprocha, en primer lugar, alguna ligereza con los dioses. Reveló sus secretos. Egina, hija de Asopo, fue raptada por Júpiter. Al padre le asombró esa desaparición y se quejó a Sísifo. Éste, que conocía del rapto, ofreció a Asope darle informes con la condición de que diese agua a la ciudadela de Corinto. Prefirió la bendición del agua a los rayos celestes. 

Por ello fue castigado y enviado al infierno. Homero nos cuenta también que Sísifo había encadenado a la Muerte. Plutón no pudo soportar el espectáculo de su imperio desierto y silencioso. Envió al dios de la guerra, quien liberó a la Muerte de manos de su vencedor. 

Se dice además que Sísifo, estando próximo a morir, quiso imprudentemente poner a prueba el amor de su mujer. Le ordenó que arrojara su cuerpo sin sepultura en medio de la plaza pública. Sísifo se encontró en los infiernos y allí irritado por una obediencia tan contraria al amor humano, obtuvo de Plutón permiso para volver a la tierra con objeto de castigar a su mujer. Pero cuando volvió a ver el rostro de este mundo, a gustar del agua y el sol, de las piedras cálidas y el mar, ya no quiso volver a la sombra infernal. 

Los llamamientos, las iras y las advertencias no sirvieron para nada. Vivió todavía muchos años más ante la curva del golfo, con el mar majestuoso y las sonrisas de la tierra. Fue necesario un decreto de los dioses. Mercurio bajó a la tierra a coger al audaz por el cuello, y quitándole de sus alegrías, le condujo a los infiernos, donde estaba ya preparada su roca. 

Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es tanto por sus pasiones como por sus tormentos. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su pasión por la vida, le han valido este suplicio indecible en donde todo el ser se emplea en no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra. No se nos dice nada sobre Sísifo en los infiernos. Los mitos están hechos para que la animar la imaginación. 

En éste, se ve solamente todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una cima eternamente recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la detiene, el continuo esfuerzo de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al cabo de este largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza el objetivo. Sísifo mira entonces como la piedra rueda en unos instantes a ese mundo inferior desde donde habrá de volverla a subir hacia la cumbre. Él vuelve a bajar de nuevo a la llanura. 

Es durante esta vuelta, esta pausa, que Sísifo me interesa. ¡Un rostro que padece tan cerca de las piedras, es ya él mismo piedra!. 

Veo como ese hombre vuelve a bajar con paso lento, pero igual, hacia el tormento cuyo fin no conocerá. Esta hora que es como una respiración y que vuelve tan seguramente como su desgracia: es la hora de la conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona la cima y se hunde poco a poco en la madriguera de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su roca. 

Si este mito es trágico, es porque su protagonista es conciente. ¿Dónde estaría, en efecto, su pena, si a cada paso le sostuviera la esperanza de triunfar?. El obrero de hoy trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo. Pero no es trágico sino en los raros momentos en se hace consciente. Sísifo, proletario de los dioses, impotente y rebelde conoce toda la magnitud de su condición miserable: es en ella que piensa durante su descenso. La clarividencia que debía constituir su tormento, consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no se supere con el desprecio. 

Si el descenso se hace así algunos días en el dolor, puede hacerse también con alegría. Estas palabras no están de sobra. Imagino a Sísifo volviendo hacia su roca, y el dolor estaba en el principio. Cuando las imágenes de la tierra se aferran demasiado fuertemente al recuerdo, cuando el llamado de la felicidad se hace demasiado urgente, sucede que surge la tristeza en el corazón del hombre: es la victoria de la roca, la roca misma. La inmensa angustia es demasiado pesada para poderla sobrellevar. Son nuestras noches de Getsemaní. Pero, las verdades aplastantes perecen al ser reconocidas. 

Así, Edipo obedece primeramente al destino sin saberlo. En el momento que sabe, comienza su tragedia. Pero en el mismo instante, ciego y desesperado, reconoce que el único vínculo que le une al mundo es la mano fresca de una muchacha. Resuena, entonces una frase desesperada: «A pesar de tantas pruebas, mi edad avanzada y la grandeza de mi alma me hacen juzgar que todo está bien». El Edipo de Sófocles, como el Kirilov de Dostoievsky, dan así la fórmula de la victoria absurda. La sabiduría antigua se une con el heroísmo moderno. 

No se descubre lo absurdo sin sentirse tentado a escribir algún manual de felicidad. «¿Cómo? ¿Por caminos tan estrechos...?». Pero no hay más que un mundo. La felicidad y el absurdo son dos hijos de la misma tierra. Son inseparables. Sería un error decir que la felicidad nace forzosamente del descubrimiento absurdo. Ocurre también que el sentimiento de lo absurdo nazca de la felicidad. «Juzgo que todo está bien», dice Edipo, y estas palabras son sagradas. Resuena en el universo hosco y limitado del hombre. Enseñan que no todo está agotado, que no ha sido agotado. Expulsan de este mundo a un dios que había entrado en él con la insatisfacción y el gusto de los dolores inútiles. Hacen del destino un asunto humano, que debe ser arreglado entre los hombres. 

Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa. Del mismo modo el hombre absurdo, cuando contempla su tormento, hace callar a todos los ídolos. En ese universo vuelto de pronto a su silencio, las mil vocecitas maravillosas de la tierra se levantan. Llamadas inconscientes y secretas, invitaciones de todos los rostros constituyen el reverso necesario y el precio de la victoria. No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El hombre absurdo dice “sí” y su esfuerzo jamás cesará. Si hay un destino personal, no hay un destino superior, o, por lo menos no hay más que uno al que juzga fatal y despreciable. Por lo demás, él se sabe dueño de sus días. 

En ese instante sutil en que el hombre se vuelve sobre su vida, Sísifo, volviendo hacia su roca, en ese ligero giro, contempla esa serie de actos sin ligazón en que se convierte su destino. Creado por él, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado por su muerte. Así, persuadido del origen completamente humano de todo lo que es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando. 

Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Se vuelve a encontrar siempre con su carga. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. Él también juzga que todo está bien. Este universo, desde ahora sin amo, no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada destello mineral de esta montaña llena de oscuridad, forman por sí solo un mundo. El peso mismo de la roca hacia la cumbre basta para llenar el corazón de un hombre. 

Hay que imaginarse a Sísifo feliz.

OTROS ARTÍCULOS DE GUSTAVO MARTÍN GARZO EN ESTE SITIO:

LA PREGUNTA POR LA REALIDAD

("El mundo de los cuentos está lleno de huecos así, fisuras en el tejido de lo existente que abren al niño a zonas de lo real donde viven sus verdaderos deseos... todo eso que somos y tratamos de olvidar nos llama desde ese otro lado de lo real. Los niños son expertos en esas llamadas. Eso es jugar, crear un espacio para que tales voces puedan escucharse. Los cuentos guardan la memoria de todas ellas, por eso le resultan incómodos a los adultos y no suelen gustarles, porque no hablan de lo que son sino de lo que han olvidado... Cuánto durará un niño”, se pregunta Julio Cortázar. Y enseguida responde: “Un niño durará todo lo que duren sus juegos”)


("Todo en esta película resulta perturbador y casi inverosímil, sin embargo no podemos dejar de tener la sensación mientras la vemos de que habla de lo que sucede entre nosotros... de los dueños de la realidad, de su apego al poder y al dinero, de su oculta e insaciable perversidad. ¿No es extraño que el padre elija para recibir el dinero del chantaje un libro de la Constitución Española?... en el territorio de lo Otro. De lo Otro absoluto: la muerte; pero también de lo extraño, lo diferente: el territorio de la santidad, pero también de lo atroz, de lo oscuro, de todo aquello que desafía nuestra cordura")


LA MUCHACHA INDECIBLE

("... al tratar de seguir su rastro no está haciendo sino levantar el acta de su propia memoria y de su propia vida. “Por entonces era ya igual de sensible que ahora en lo tocante a las personas y las cosas a punto de desaparecer”, escribe. Eso es la muchacha indecible, alguien, en quien presencia y ausencia, pensamiento y visión se confunden. ¿Símbolo tal vez de ese sentido, de esa verdad que se esconde cuando tratamos de alcanzarla?")



("Los muertos están en nuestras palabras, en nuestros recuerdos, cuando entramos en un cuarto, cuando recorremos una calle o visitamos un jardín, cuando leemos un libro. Nos siguen a todos los sitios, velan nuestros sueños, se sientan en la mesa con nosotros... Están ahí, pero no debemos volver la cabeza para mirarlos. Sólo el psicótico lo hace... Narrar es escapar a la tiranía de la verdad... El mundo del relato está poblado de personajes que como Hilas nunca regresan... Contar es llevar una lámpara, conformarse con el pequeño espacio de visión que su luz abre en la oscuridad")

("... es el misterio de Santa Teresa, y lo que hace que cinco siglos después de su nacimiento podamos seguir leyéndola con gozo: transforma la religión en poesía. Porque religión y poesía no siempre son lo mismo (y esta es la desgracia de las religiones). La religión nos ofrece respuestas; la poesía nos enseña a amar las preguntas aun sabiendo que no pueden ser contestadas")


("El tema central de El Decamerón será lo humano. No lo humano idealizado, reflejo de un orden superior, sino el ser humano real, con sus virtudes y defectos.Y, por encima de todo, el hombre animado por el deseo... Chesterton escribió que las dos cárceles que amenazan la libertad de los hombres son la cárcel del puritanismo y la cárcel del pesimismo, y El Decamerón logra escapar de las dos y, como el cuarto de los niños, “guarda goces que el puritano no puede prohibir ni el pesimista negar”. El mundo del relato sustituye al paraíso y nos lo recuerda")

("... lo que necesita un niño a los cinco años no es saber leer, sino escuchar música y cuentos, conocer su cuerpo y jugar con él, encontrar palabras y figuras que le ayuden entender lo que siente... La educación ha dado la espalda al complejo mundo de sus afectos y apuesta cada vez más por un individuo adaptado, pragmático, obediente a los códigos de su entorno social... Hay un momento único en que el niño descubre su sombra. Descubre otro yo, alguien que le acompaña en secreto. Ese alguien habita sus pensamientos y sus deseos más íntimos...")



("En el teatro, cuando la función termina, los actores abandonan la escena y regresan exhaustos a sus vidas ordinarias; mientras que aquí los actores siguen apegados a sus personajes y se van por las calles saludando a unos y a otros como si se negaran a aceptar que el telón se bajó. Y lo curioso es que lejos de tomarlos por locos, no son pocos los que les siguen la corriente... La vieja idea de una familia sagrada no debería tener cabida... En España hay tres millones de niños que viven en el umbral de la pobreza...")



("... las locuras de Don Quijote tienen el poder de suspender por un momento el principio de realidad. Su función es abrir una grieta, y, más allá de la lógica, llevarnos a la comprensión profunda e inmediata de una verdad nueva... Nada que ver con la locura. La locura es no tener en cuenta a los otros y pocos héroes los han tenido tan en cuenta como el nuestro. La gran lección de sus aventuras es que un mundo sin justicia no merece la pena... La ironía, para Cervantes, es la capacidad de aceptar las contradicciones de la vida; de aceptar, en suma, que nada es de una sola manera")


("No vemos la realidad, sino sus múltiples simulacros... Vivimos bajo el signo de las copias y los ecos. Bajo del signo de la pobre ninfa Eco...  Dos cosas nos diferencian de la delicada ninfa: la conciencia de su desdicha y su vocación de amor... Mirar tiene que ver con la atención, con la renuncia a poseer, es un acto de amor... Llegar a un lugar sin daño, eso es mirar. Solo el verdadero cine nos lleva a lugares donde ver y soñar se confunden")


 
("En los planes de estudio desaparecen las asignaturas, como la filosofía y la literatura, que hablan del jorobadito y su pandilla y se sustituyen por otras que solo buscan adoctrinar a los niños... la verdadera cultura no tiene que ver con el deseo de éxito o de notoriedad, sino con el deseo de ser y de saber. El verdadero lector no busca en los libros lo que le halaga o confirma, sino lo que le niega y disloca: busca lo que no tiene... Leer es tirar los dados de nuevo..." “Las músicas oídas son dulces, pero / más dulces son las no oídas”)

("Nuestra vida está llena de preguntas que no podemos evitar hacernos sin descanso. Para mantenerlas vivas y mitigar a la vez la angustia que nos produce no conocer sus respuestas existe el mundo de las fábulas y los cuentos, el mundo inagotable de la ficción. Estamos perdidos y buscamos un camino que transforme nuestra vida en una historia que merezca la pena contar, una historia que nos consuele con su belleza... las religiones nos dicen que ésta no es nuestra verdadera vida y que sólo la muerte puede conducirnos a ella; los cuentos, que el paraíso está en el mundo y que hay que vivir como si fuera posible alcanzarlo. El árbol que canta, el pájaro que habla y el agua de oro... leo para seguir el rastro de luz que dejan en la noche esas moritas cautivas de mi infancia")

("... no filma a los niños para decirnos cómo son sino para mostrarnos cuánto necesitamos su verdad. “Al contrario de lo que leo con frecuencia”, declara François Truffaut, “las películas no pueden hacerse con niños para comprenderlos mejor. Los niños deben ser filmados solo porque los amamos". El cine, en suma, como refugio de significado, esperanza de lo que no ha desaparecido" "En cada escena de la película ('El sol del membrillo') late la nostalgia de esa añorada comunidad humana. Una comunidad amenazada...")


("... también nosotros hemos renunciado a preguntarnos por las causas que hacen que las cosas sean así... ¿Por qué no se obliga a los bancos nacionalizados a dar crédito a las empresas que lo necesitan y no hay un banco público que se enfrente a un problema como el los desahucios? ¿Por qué se permiten los delirantes salarios de la banca? ¿Por qué si tenemos la misma moneda tenemos que pagar distintos intereses por la deuda? ... La última pregunta de Perceval, la más dolorosa de todas, solo puede ser entonces si puede llamarse democracia a esto que tenemos")


SUAVE PATRIA ("La única patria decente (...) es la infancia. Todos tenemos una patria así. En ella están los lugares en los que vivimos, la lengua con que aprendimos a nombrar el mundo y a disipar el miedo a la ausencia de los seres amados... Están los juegos misteriosos, las olorosas fiestas... las primeras lecturas... Y esa patria oculta, secreta, nada tiene que ver con las banderas, los himnos... los tertulianos y los equipos de fútbol que pueblan esos parques temáticos de la identidad a que tan proclives son todos los patriotismos...")

LO QUE AÚN ES NUESTRO (“Me sigo preguntando, añade, si existe algo así como una forma de esperanza en toda escritura poética. (...) Una esperanza que vive en el hecho de decir, y en el lenguaje mismo” (Elisa Martín Ortega, en El lugar de la palabra) No importa la deslealtad de cuantos habiendo sido elegidos para defender el bien común solo piensan en gobernar para sí mismos y los que son como ellos, no importa lo arrasado que descubramos este triste país ni lo injusta y vulgar que nos parezca la sociedad que compartimos, siempre que algo nos hace preguntarnos con asombro “¿qué es?”)
LOS PAÍSES IMAGINADOS ("... La realidad está enferma y necesitamos el elixir de esa flor misteriosa que sólo en los países imaginados florece")
POR UNA ESCUELA PÚBLICA, LAICA Y LITERARIA ("...Las palabras de la escuela deben ser ese ¡ábrete Sésamo! capaz de abrir las piedras y llevar al niño a la cueva donde se guardan los tesoros del corazón humano. Pero también, como las llamas de la cerillera, deben ayudarle a ver el mundo...")

LOS PLACERES SENCILLOS ("El fútbol es como el armario lleno de zapatos de Legrá: una colección de inolvidables momentos y luminosas imágenes que nos dicen que, más allá de nuestras congojas y conflictos cotidianos, en la vida existe la leve e incomprensible felicidad")

CONTRA LA CULTURA DEL DINERO ("Deberían ponerse en los colegios e institutos las películas de John Ford, deberían verlas sobre todo nuestros políticos de derechas y nuestros banqueros")


LA DECADENCIA DE LAS PALABRAS ("Es cierto, sin embargo, que muy pocas veces las palabras han valido menos que hoy... cuanto más hablamos y escuchamos hablar menos parece valer lo que decimos...")

LAS VÍRGENES SUICIDAS ("Los hombres y las mujeres actuales viven sin apenas poner límites a sus deseos, y sin embargo pocas veces han tenido menos cosas que contarse. La ausencia de relatos define su convivencia...")


EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS (SE INCLUYEN ALGUNAS ESCENAS DE LA VERSIÓN CINEMATOGRÁFICA DE F.F. COPPOLA ("Drácula es también, entre muchas otras cosas, una novela sobre la escritura de un libro")





'¿DÓNDE ESTÁN LOS CLAVELES?', por Luis Enrique Ibáñez / 'GRANDOLA VILA MORENA'

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"... se ha instalado una difusa subjetividad que tapa la visión, y le impide ver con claridad lo que está ocurriendo a su alrededor. Ha sido regresado a la caverna de Platón, ha sido condenado a seguir confundiendo las sombras con la realidad... prefiere seguir creyendo, que vive en un estado libre y soberano. Si saliera fuera sólo vería una miserable colonia sometida por poder financiero...

Hace mucho tiempo que ya no oigo una frase que necesitaríamos, todos, llevar pintada en la frente: "Le llaman democracia y no lo es". Necesitamos una nueva siembra"


¿DÓNDE ESTÁN LOS CLAVELES?

Hace 41 años, una camarera, Celeste Caeiro, al no tener el cigarrillo que el joven soldado le pedía, le dio uno de los claveles que llevaba. El chico aceptó el clavel y lo colocó en la boca de su cañón. Al momento, todos los cañones de los tanques y de los fusiles quedaron investidos por la vida y por el futuro que los claveles representaban. No se quería disparar, pero sí se anunciaba la revolución.

A lo largo de la historia, algunas veces, los pueblos sometidos han sido conscientes de su postración, y se han levantado contra las dictaduras que los sojuzgaban. Cuando eso ocurría, las tiranías que los dominaban se mostraban de modo explícito. No era necesario pensar mucho, ser muy perspicaz, para que uno asumiera de forma rotunda que la palabra libertad había sido exiliada desde hacía mucho tiempo: tanques, toque de queda, supresión de los canales de información, represión en la calle, suspensión de elecciones, etc. Todo claro, todo evidente. ¿Y ahora?

Ahora seguimos permitiendo que el lenguaje nos sea robado, cada día. Todos los significantes que nos constituían se han largado, aburridos.

Bajo el manto de una supuesta "modernidad" se ha instalado una difusa subjetividad que tapa la visión, la conciencia del ciudadano, y le impide ver con claridad lo que está ocurriendo a su alrededor. Ha sido regresado a la caverna de Platón, ha sido condenado a seguir confundiendo las sombras con la realidad.

Y así, cree, o prefiere seguir creyendo, que vive en un estado libre y soberano. Si saliera fuera de esa cueva, de ese agujero que le regala tanta comodidad como esclavitud, sólo vería una miserable colonia sometida por el inhumano poder financiero.

Cree, o prefiere seguir creyendo, que es libre para elegir, pero si mirara hacia el exterior, quizá se daría cuenta de que sólo le permiten pensar sobre dos o tres posibilidades que representan, muy seguras de sí mismas, a una única opción. 


También cree que vive en un territorio prohibido para la guerra. Si se diera un paseo por los alrededores de su cueva, podría contemplar la indecente cantidad de muertos que desde hace años llevamos a nuestras espaldas

Cree, o prefiere seguir creyendo, que goza de una inmensa libertad de información. Sin embargo, si se apartara un poco del insoportable ruido mediático, vería fácilmente que los grandes medios de comunicación están secuestrados por el poder económico, y se encargan, obedientes, de apuntalar el pensamiento único.

Cree, o prefiere seguir creyendo, que tiene acceso libre al conocimiento, esto es, al poder, pero si saliera de la cueva vería las vallas que se están instalando para que sólo unos pocos alcancen el saber necesario para ser libres. 

También cree que vive en un territorio prohibido para la guerra. Si se diera un paseo por los alrededores de su cueva, podría contemplar la indecente cantidad de muertos que desde hace años llevamos a nuestras espaldas. Muertos por falta de comida, por falta de techo, muertos a las puertas de un centro sanitario, mendigando ya sin vida una miserable tarjeta que les ha sido arrancada, muertos en las fronteras, entre vallas y balas de goma, y muertos en vida por haber perdido la voz y la palabra. 

Cree el ciudadano ciego en la oscuridad de su cueva que aquí se hace lo que la mayoría decide. No quiere saber, tal vez porque entonces tendría que levantarse del sillón, que un 1% de seres humanos está decidiendo el no futuro del resto... y del planeta.

Desde el 15 de mayo de 2011 son muchas las cosas que han pasado. Sin embargo, me temo que muchas de las verbalizaciones necesarias que se realizaron han sido asimiladas, desvestidas de su energía primera, anuladas.

La calles sobreviven más tristes y vacías. Pareciera como si muchas de las personas que las tomaron para llenarlas de conciencia hayan regresado al interior, a la oscura institución, al idioma oficial.

Hace mucho tiempo que ya no oigo una frase que necesitaríamos, todos, llevar pintada en la frente: "Le llaman democracia y no lo es".

Necesitamos una nueva siembra.

¿Dónde están los claveles?



Grandola, Villa Morena tierra de fraternidad,
el pueblo es quien más ordena dentro de ti,
oh ciudad.


Dentro de ti, oh ciudad, el pueblo es quien más ordena,
tierra de fraternidad, Grandola, Villa Morena.
En cada esquina un amigo, en cada rostro igualdad,
Grandola, Villa Morena tierra de fraternidad.
Grandola Villa Morena en cada rostro igualdad
el pueblo es quien más ordena dentro de ti,
oh ciudad.


A la sombra de una encina de la que no sabía su edad
juré tener por compañera Grandola, tu voluntad.
Grandola, tu voluntad juré tener por compañera,
a la sombra de una encina de la que no sabía su edad.
El pueblo, derrotando a la dictadura tomó el poder,
y las armas, con la ayuda de los civiles
se convirtieron en claveles.


¡Color rojo en aquellas calles!
¡Olor a flores en aquellas calles!
¡También la victoria en aquellos pueblos!
¡Y en las caras de los niños!





Ejemplo de Carta al Director: 'EL FOMENTO DE LA LECTURA', por Silvia Ardévol

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"Habría que incluir en los planes educativos una asignatura en la que se aprendiera a recoger al final de cada día los trozos dispersos de uno mismo que la vida apresurada se ha encargado de esparcir"

Ivan Kramskoy. 'Reading woman' (1863)

EL FOMENTO DE LA LECTURA

Como profesora, a menudo me piden alumnos que les recomiende un libro, pero que sea “de los que no hacen pensar”. Resulta que es mejor activar el “modo avión” de la mente, no fuera que la gastáramos. La única forma que encuentro de fomentar la lectura es educando —también a los mayores aún educables— en el gusto por la soledad, el recogimiento y lo complejo. La alergia a lo complejo nace de una sociedad distraída, donde lo que no es estrictamente productivo cuenta como pérdida de tiempo. Si no se nos enseña a estar desconectados, fuera del curso de interrupciones constantes a la que nos expone la tecnología, la concentración que exige la lectura de un buen libro no puede tener lugar. Habría que incluir en los planes educativos una asignatura en la que se aprendiera a recoger al final de cada día los trozos dispersos de uno mismo que la vida apresurada se ha encargado de esparcir. Entonces sí, que gusto sería, quedarse dormido, pensando, con un libro de altura desparramado sobre el pecho.


Ivan Kramskoy

SOBRE IVAN KRAMSOY:

Kramskoi - Iván Nikolaevich Kramskoi (8 de junio de 1837 - 24 de marzo de 1887) Iván Kramskói nació el 8 de junio de 1837 en la localidad de Ostrogózhsk (Óblast de Vorónezh). Sus orígenes se encuentran en una familia humilde de la pequeña burguesía local. Entre 1857 y 1863 estudió en la Academia Imperial de las Artes (San Petersburgo). Allí se enfrentó al academicismo imperante y fue el inspirador de la “revuelta de los catorce” que acabó con la expulsión de la Academia de los estudiantes implicados. Éstos fundaron una sociedad cooperativa de arte a la que llamaron “Artel de pintores” 

Bajo el influjo de las ideas de los demócratas revolucionarios rusos, Kramskói defendió la existencia de un deber fundamental del artista ante la sociedad: los principios del realismo, además de reivindicar un contenido moral y nacional en el arte. Se convirtió en uno de los organizadores de la Sociedad de Exposiciones Artísticas Itinerantes (Peredvizhniki), que dirigiría en su primera etapa. Entre 1863 y 1868 dio clases en la escuela de dibujo de una sociedad de apoyo a las artes aplicadas. 

Con los años acabaría creando una notable galería de retratos de contemporáneos ilustres: escritores, científicos, artistas y otras personalidades destacadas, entre ellos Lev Tolstói (1873), Iván Shishkin (1873 y 1880), Pável Tretiakov (1876), Tarás Shevchenko (1871), Aleksandr Griboyédov (1875), Iván Aivazovski, Vladímir Soloviov (1885), el emperador Alejandro III (1886) y su esposa María Fiódorovna. 

Aparte de figuras destacadas de su época Kramskói retrató con frecuencia a figuras anónimas, siguiendo sus propias ideas acerca de la finalidad del arte. Son particularmente destacables sus retratos de campesinos rusos, en los que poniendo el acento sobre las características psicológicas del sujeto alcanza una gran expresividad. 

En 1872 Kramskói realiza la que quizá sea su pintura más célebre: “Cristo en el desierto”. Continuando con la tradición humanística de Aleksandr Ivánov, Kramskói trata una escena bíblica (tema tradicional en el arte) dando al motivo una especial profundidad moral y filosófica. Sobre este lienzo Lev Tolstói dijo que era el mejor retrato de Cristo que nunca hubiera contemplado. 

La influencia de las ideas del artista se hace patente en tanto en los retratos como en los temas elegidos para las pinturas, como por ejemplo en “Retrato de una desconocida” (1887-1888) o en “Aflicción inconsolable” (1884). 

La orientación de las obras de Kramskói, sus agudas y críticas opiniones sobre el arte, y sus perseverante búsqueda de criterios objetivos en la valoración de las creaciones artísticas contribuyeron a desarrollar de un modo crucial la visión democrática del arte en la Rusia del último tercio del siglo XIX. 

(Fuente reseña: Galería de Pintores Extranjeros, Foro de Xerbar)


'Cristo en el desierto', de Ivan Kramskoy






'LAS PALABRAS DE NUESTRA VIDA', por Juan José Millás / Conferencia 'LAS PALABRAS', de J.J. Millás

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"¡Qué espanto, si detrás de los espejos y del lenguaje no hubiera nada!"

"Hay palabras que matan... Las palabras nombran, desde luego, aunque hieren también y hurgan y destapan. Las palabras nos hacen, pero también nos deshacen...

Cada vez que abrimos un diccionario y leemos una de sus entradas estamos insuflando vida a una palabra, es decir, nos estamos explicando el mundo... cada vez que conquistamos una nueva palabra, la realidad se estira, el horizonte se amplía, nuestra capacidad intelectual se multiplica"


LAS PALABRAS DE NUESTRA VIDA

Resulta difícil imaginar un artefacto más ingenioso, útil, divertido y loco que un diccionario.


Toda la realidad está contenida en él porque toda la realidad está hecha de palabras. Nosotros también estamos hechos de palabras. Si formamos parte de una red familiar o social es porque existen palabras como hermano, padre, madre, hijo, abuelo, amigo, compañero, empleado, profesor, alumno, policía, alcalde, barrendero

Escuchamos las primeras palabras de nuestra vida antes incluso de recibir el primer alimento, pues son tan necesarias para nuestro desarrollo como la leche materna. Por eso sabemos que hay palabras imposibles de tragar, como un jarabe amargo, y palabras que se saborean como un dulce. Sabemos que hay palabras pájaro y palabras rata; palabras gusano y palabras mariposa; palabras crudas y palabras cocidas; palabras rojas o negras y palabras amarillas o cárdenas. Hay palabras que duermen y palabras que provocan insomnio; palabras que tranquilizan y palabras que dan miedo.

Hay palabras que matan. Las palabras están hechas para significar, lo mismo que el destornillador está hecho para desatornillar, pero lo cierto es que a veces utilizamos el destornillador para lo que no es: para hurgar en un agujero, por ejemplo, o para destapar un bote, o para herir a alguien. Las palabras nombran, desde luego, aunque hieren también y hurgan y destapan. Las palabras nos hacen, pero también nos deshacen.

La palabra es en cierto modo un órgano de la visión. Cuando vamos al campo, si somos muy ignorantes en asuntos de la naturaleza, sólo vemos árboles. Pero cuando nos acompaña un entendido, vemos, además de árboles, sauces, pinos, enebros, olmos, chopos, abedules, nogales, castaños, etcétera. Un mundo sin palabras no nos volvería mudos, sino ciegos; sería un mundo opaco, turbio, oscuro, un mundo gris, sombrío, envuelto en una niebla permanente. Cada vez que desaparece una palabra, como cada vez que desaparece una especie animal, la realidad se empobrece, se encoge, se arruga, se avejenta. Por el contrario, cada vez que conquistamos una nueva palabra, la realidad se estira, el horizonte se amplía, nuestra capacidad intelectual se multiplica.

Pese a la modestia del primer diccionario que tuve entre mis manos (uno muy básico, de carácter escolar), recuerdo perfectamente la emoción con la que lo abrí y me adentré en aquella especie de parque zoológico de las palabras. Las primeras que busqué fueron, lógicamente, las prohibidas, para ver qué aspecto o qué costumbres tenían, como el niño que en el zoológico busca las jaulas de los animales más raros o exóticos o quizá más crueles. Una vez saciada esa curiosidad, caí rendido ante el misterio de las palabras de cada día. Me fascinaba aquella vocación por decir algo, por significar. A menudo, yo mismo ensayaba definiciones que luego comparaba con las del diccionario, asombrándome ante la precisión de bisturí de aquellas entradas. No se podía decir más ni mejor en menos espacio. Me maravillaba también la invención del orden alfabético, sin duda el más arbitrario de los imaginados por el ser humano y sin embargo el más universalmente aceptado. Al contrario del resto de los órdenes, no se sabe de nadie que haya intentado cambiarlo o subvertirlo.

En el diccionario están todas las palabras de nuestra vida y de la vida de los otros. Abrir un diccionario es en cierto modo como abrir un espejo. Toda la realidad conocida (y por conocer para el lector) está reflejada en él. Al abrirlo vemos cada una de nuestras partes, incluso aquellas de las que no teníamos conciencia. El diccionario nos ayuda a usarlas como el espejo nos ayuda a asearnos, a conocernos. Pero las palabras tienen, hasta que las leemos, una característica: la de carecer de alma. Somos nosotros, sus lectores, los hablantes, quienes les insuflamos el espíritu. De la palabra escalera, por ejemplo, se puede decir que nombra una serie de peldaños ideada para salvar un desnivel. Pero esa definición no expresa el miedo que nos producen las escaleras que van al sótano o la alegría que nos proporcionan las que conducen a la azotea; el miedo o la alegría (el alma) la ponemos nosotros. De la palabra oscuridad se puede predicar que alude a una falta de luz. Pero eso nada dice del temblor que nos producía la oscuridad en la infancia (el temblor, de nuevo, lo ponemos nosotros).

Las palabras tienen un significado oficial (el que da el diccionario) y otro personal (el nuestro). La suma de ambos hace que un término, además de cuerpo, tenga alma. Por eso se habla del espíritu o de la letra de las leyes. Cada vez que abrimos un diccionario y leemos una de sus entradas estamos insuflando vida a una palabra, es decir, nos estamos explicando el mundo.

Resulta difícil imaginar un tesoro más grande que el compuesto por el María Moliner, el Coromines o el Larousse, además del Oxford y el de sinónimos y antónimos. No es que ese conjunto fuera perfecto para llevárselo a una isla. Es que él es en sí mismo una isla. Una isla de significado, es decir, una isla de sentido.


LAS PALABRAS









'MIS QUERIDOS FILÓSOFOS', por Luis Landero

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Artículo sugerido por Teresa Tomé

"Uno no sería ni la persona, ni el ciudadano, ni el lector y el escritor que es, sin la filosofía, sin esa fina lluvia de ideas, de pálpitos, de querellas intelectuales, de ecos dialécticos, que nos vienen del pasado... nos dotan de la clarividencia y el carácter necesarios para enfrentar críticamente el mundo...

 nuestros actuales gobernantes, no contentos con haber menoscabado la literatura en las escuelas, los libros en las bibliotecas y el teatro y el cine en las taquillas, han decidido también arrinconar a la filosofía"


MIS QUERIDOS FILÓSOFOS

Ocurre a veces que uno necesita reconciliarse formalmente con la razón, días en que el mundo se vuelve opaco y el alma se siente huérfana de conceptos y anhelosa de armonía y claridad. Es el momento entonces de regresar a la filosofía. Y es que a veces el conocimiento intuitivo y emocional del arte y de la literatura empacha y cansa, quizá porque su empeño no es tanto esclarecer las cosas como enriquecerlas y, valga la paradoja, iluminarlas con nuevos enigmas, de modo que en la filosofía descansamos de ese oscuro entender y, por decirlo así, canjeamos por ideas claras y distintas nuestras perplejidades y vislumbres, como quien convierte su incierta mercadería en letras de cambio bien acreditadas.

Siempre he sido aficionado a la filosofía, y nunca me ha faltado un filósofo de cabecera. Cada momento ha tenido el suyo. Ha habido épocas de Nietzsche, de Ortega, de Spinoza, de Berkeley, de Heidegger, de Benjamin y Adorno, de Sartre y de Camus, y de tantos otros, y siempre de Schopenhauer, de quien nunca me canso, y por supuesto de Montaigne. De Montaigne me admira la suave y amena indagación que hace de sí mismo y de las cosas sencillas de su alrededor. Pocas veces nos dice nada que el lector no creyera haber pensado antes. La obviedad se convierte sin saber cómo en un hallazgo y en un don. Los pensamientos de siempre cobran en él el resplandor del primer día, y hasta sus muchas citas clásicas se nos revelan con toda la fuerza repentina de la novedad. De pronto descubrimos que todo en el mundo está por descubrir.

Así que uno es una especie de trotaconceptos, un vagabundo que en cualquier parte (un tratado de lo más sesudo, un artículo de periódico, una sentencia, hasta un refrán) encuentra hospedaje: es decir, encuentra el consuelo, y hasta la caricia maternal, de una idea que de pronto, como un relámpago en la noche, pone luz en el mundo. En cuestión de ideas, soy nómada. Apenas he conocido el placer de la creencia, y aún menos el de la militancia. Soy un viajero que hoy hace fonda aquí, y pide siempre el menú degustación, y que mañana continúa alegremente su camino. Como mero aficionado a la filosofía, me gusta además mi irresponsabilidad de lector, cosa que en la literatura me ocurrió solo en mis primeros años de juventud, cuando leía de todo, sin ley ni canon, y tenía tan buen apetito que no había libro o cómic al que le hiciera ascos. Por otra parte, yo suelo leer los textos filosóficos con cierto ánimo novelero, como si me contasen una historia cuyos personajes, héroes y malvados, son las ideas, y donde hay un argumento, un conflicto, una trama, una intriga, y hasta un desenlace desdichado o feliz. De filosofía, entiendo poco, y no aspiro a más, y en mis lecturas hace tiempo que renuncié a obtener cualquier botín teórico, lo cual me ofrece una levedad de lo más placentera. Vivo desde siempre en una alocada soltería filosófica.

Luego, otro día, resulta que te cansas y hasta reniegas de ese lenguaje y de esa luz, de esas pretensiones de alzar una torre de conocimiento tan alta como la de Babel, y regresas a la penumbra del arte y la literatura, y así vas, de los filósofos a los poetas, del razonamiento a la revelación, del no entender entendiendo al alivio, y acaso también al espejismo, de entender algo de una vez para siempre, y de reposar al fin en esa Ítaca tan inalcanzable que es la ilusión de la verdad. De las palabras que te guían a las palabras que te pierden.
  
Uno no sería ni la persona, ni el ciudadano, ni el lector y el escritor que es, sin la filosofía, sin esa fina lluvia de ideas, de pálpitos, de querellas intelectuales, de ecos dialécticos, que nos vienen del pasado y que se filtran en nuestra inteligencia y en nuestro corazón y que nos dotan de la clarividencia y el carácter necesarios para enfrentar críticamente el mundo y construir nuestra visión propia de la realidad, y que solo ahí, en ese gran río de conocimiento que es el legado de nuestros mayores, podemos encontrar. Esa es nuestra herencia, y no tenemos otra. En la filosofía (y, si se quiere, también en la literatura, que no es otra cosa que el patio de vecindad de las humanidades) está la llave de nuestra salvación como personas libres, lúcidas y mayores de edad.

  para saber lo que valemos, y para lograr ser nosotros mismos, nos lo tenemos que ganar, y para eso es necesario un poco de soledad, de recogimiento, de esfuerzo, de lentitud… y de la ayuda de nuestros filósofos

Porque ocurre que del mismo modo que las facciones de nuestro rostro o las huellas de nuestros dedos son distintas, así también nuestro mundo interior y nuestra visión de la realidad son por fuerza exclusivos. Somos irrepetibles. Estamos condenados a ser originales. O mejor: en nosotros está la semilla de la originalidad, y de nosotros depende que caiga en buena tierra o que se agoste sin remedio. Pero para saber lo que valemos, y para lograr ser nosotros mismos, nos lo tenemos que ganar, y para eso es necesario un poco de soledad, de recogimiento, de esfuerzo, de lentitud… y de la ayuda de nuestros filósofos, de los de antes y de los de ahora, de los densos y de los ligeros, de los ceñudos y de los festivos, porque sin ellos estaremos condenados a la ignorancia y a la palabrería: carne de cañón.

Y he aquí que ahora, nuestros actuales gobernantes, no contentos con haber menoscabado la literatura en las escuelas, los libros en las bibliotecas y el teatro y el cine en las taquillas, han decidido también arrinconar a la filosofía, haciéndola meramente optativa, lo cual equivale a su extinción. ¿Qué muchacho, o qué padres de muchacho, van a elegir o a animar a elegir como asignatura la filosofía, que al fin y al cabo no sirve para nada, cuando se puede optar por otra materia más técnica y práctica, que acaso pueda servir para aspirar a un puesto de trabajo, por mísero que sea?
  
Triste país el nuestro. Trabajando cada cual para obtener sus pequeñas ventajas, nos estamos labrando entre todos la desdicha colectiva. Hoy sabemos ya que, en asuntos de educación, de ciencia y de cultura, el sueño de la Transición produjo, si no monstruos, sí figuras grotescas. Al cabo del tiempo, al cabo de tantos proyectos y sueños de regeneración, uno contempla el panorama social y comprueba que, tras la apariencia y el barniz de la modernidad, seguimos siendo el mismo país ignorante y atrasado de siempre. Queda una gran minoría ilustrada, cómo no, pero se antoja poco logro para las oportunidades históricas que tuvimos y que una vez más desperdiciamos. Diríase que hay una conjura para que estas cosas sean así. No de otro modo se puede interpretar el desprecio y la saña con que nuestros gobernantes persiguen a las humanidades en las escuelas y a la ciencia y a la cultura allá donde se encuentren. Como si hubieran recibido de ellas una afrenta que hay que vengar y reparar.


Seguimos, pues, como siempre en nuestra desdichada historia, a la espera de un Gobierno ilustrado, que crea de verdad en esa gran evidencia de que el progreso y la grandeza de un país se construyen por fuerza desde la educación. Algo que todo el mundo dice pero que nadie hace, quizá porque tampoco ellos, los mandatarios y demás malandrines, son amigos de la lectura y el estudio. Basta leer un par de horas a Montaigne, o cultivar el hábito de alternar, aunque sea solo de pasada, con nuestros queridos filósofos, para defendernos de la banalidad y desenmascarar y ponernos a salvo de los discursos baratos, tramposos, fatuos y hasta ridículos de la mayoría de nuestros políticos. Más que nunca, ante la ristra de elecciones que se nos avecinan, quizá esta sea la hora de regresar a la filosofía. 

(Fuente: El País, 28-04-2015)

ENTRADAS RELACIONADAS:

TODO LO QUE NECESITAS EN LA VIDA ES... FILOSOFÍA /  'SOBRE EL DOLOR Y EL PLACER', EPICURO (FRAGMETOS 

("Todo cuanto vemos, oímos, palpamos o saboreamos lo perciben nuestros sentidos mediado por el lenguaje. No existen las sensaciones puras porque éstas nos vienen ya interpretadas por las palabras que usamos para designarlas... Interpretar lingüísticamente es ya un quehacer genuinamente filosófico...Ese lenguaje... está hecho de palabras... no las hemos inventado nosotros sino personas del pasado, creadoras de palabras o creadoras de nuevos significados para palabras ya existentes: libertad, dignidad, felicidad, amor, bondad, belleza")

 
¿LE IMPORTARÍA PREGUNTARME OTRA COSA?

("...el hecho de que nuestra sociedad sea incapaz de considerar de interés ninguna actividad que no esté directamente relacionada con la producción de beneficio económico revela una severísima limitación conceptual, un radical empobrecimiento de los imaginarios colectivos hegemónicos, empobrecimiento que probablemente nadie expresó con mayor certeza que Antonio Machado en sus Proverbios y Cantares al escribir que "todo necio confunde valor y precio".")

LA VIDA NO ES UNA ESCUELA DE NEGOCIOS

HAY QUIEN PIENSA Y NO LE PAGAN
("La ‘radicalidad filosófica’ consiste en llegar al límite")
ACERTÓ EL FOTÓGRAFO
(Son los responsables de que Dios se encuentre en el índice onomástico del Boletín Oficial del Estado, que es como incluir a un curandero en el de la revista del Colegio Oficial de Médicos. Se les atribuye asimismo el impuesto revolucionario que viene aplicándose a los libros, al teatro, al cine y demás actividades humanísticas en caída libre")

ASESINOS DE LA FILOSOFÍA 
("¡Qué vil humanicidio!... La Filosofía ha corrido, en la enseñanza media, el destino del destierro. Maldita la hora en la que a algún gobernante se le ocurrió incumplir principios tan intelectualmente sacros como los mentados")

EL VALOR DEL SABER


("... no estamos hablando tanto de formación como de un tipo de saber que es tratado como una materia prima y que convierte a los estudiantes en algo disponible para el mercado de trabajo. El saber y la formación no son ningún fin en sí, sino un medio para los mercados emergentes, la cualificación de los puestos de trabajo, la movilidad de los servicios y el crecimiento de la economía... esto es precisamente lo que está en juego: la consideración del saber como una mercancía o como algo que tiene valor en sí mismo, como mera pericia que se transmite o como juicio crítico que cada uno (cada sujeto, cada generación) debe adquirir")


("... este libro de Valdecantos... nos muestra con toda honestidad que la única manera eficaz de defender los “valores”, las “humanidades”, la “cultura” y la “ciudadanía” consiste justamente en atacar con todas las armas de la inteligencia esa ideología barata y obscena que a todas horas hace bandera de tales palabras mientras evacua su contenido... Vivimos en un tiempo en donde no pasa un día sin que las autoridades morales decreten la necesidad de educar en valores y de procurar liderazgo ético a la desnortada adolescencia, sin preguntarse siquiera qué valores hay que buscar o qué es lo que merece la pena liderar, al estilo nihilista de las escuelas de negocios")

(Todo parece seguir un plan preconcebido: que los que estudien de verdad sean los hijos de las élites dominadoras, en centros privados, y los demás, si consiguen acceder a los estudios superiores, en universidades públicas, que se contenten con conocimientos básicos, que no sean peligrosos, para que acepten su condición. "... continúa gestándose políticamente un programa que lo que realmente pretende es que haya menos Universidad y que sea menos pública, que el conocimiento sea cada vez más superficial y sus portadores cada vez más adaptables, más manipulables y, como consecuencia, más infelices")

"... la universidad actual se ha convertido, por inseguridad, cobardía u oportunismo, en cómplice pasivo de la actitud antiintelectual que debería combatir. En lugar de responder al desafío arrogante de la ignorancia ofreciendo a la luz pública propuestas creativas, la universidad del presente ha tendido a encerrarse entre sus muros... el humanista ha sido arrinconado por el burócrata...(Rafael Argullol) "... profesores, no se enclaustren como monjes medievales. ¡Los necesitamos!" (Nicholas Kristof)


("... los gobiernos de todo el mundo decretaron el final del pensamiento, el fin del razonamiento y de la razón crítica, con el fin sustituir a los ciudadanos por súbditos... ... Porque conocer en qué consiste la actividad y la actitud filosófica... hace posible que comprendamos lo que diferencia lo mítico de lo científico y de lo racional, nos permite reconocer un sofisma, un razonamiento engañoso con apariencia de verdad... ")


OTROS ARTÍCULOS DE LUIS LANDERO EN ESTE SITIOS:

ACTUALIDAD DE KAFKA 

( "De modo que el infierno terrenal que nos ofrece Kafka se inspira a menudo en la invasión... Tales son los monstruos que el sueño pervertido de la razón puede llegar a producir. A veces... no es necesario que esa intrusión se haga efectiva: basta sólo con el miedo a que tal cosa pueda ocurrir. Y es que quizá no hay nada más terrible que la, mirada ceñuda del Estado cuando sale de su abstracción para fijar amenazadoramente los ojos en algún ciudadano...")

("Amados hasta la perdición, aborrecidos con saña nunca vista, expuestos siempre al préstamo, a la mudanza, al exilio, al plagio, a la censura, al fuego... podemos compartir una manzana, una copa, un taxi, una creencia o una amante, pero no un poema o una sinfonía, porque toda obra de arte obliga a un diálogo íntimo y original, y así cada mensaje, cada lectura, resulta intransferible. Lo cual no es poco en esta época en que tantos gigantes y malandrines conspiran para uniformar la voz y el pensamiento... Y así, con un libro cualquiera por escudero, nos hemos echado a los caminos a librar las batallas de nuestra libertad")
("¡Profesor de lengua y literatura!", exclamé, y como el empleado (del banco) me mirase por un instante con cierta preocupación no exenta de estupor y piedad, yo aparté los ojos y me sentí como el protagonista de El castillo, de Kafka...  ... Ahora estoy explicando unas letras de La Polla Records donde antes comentaba a san Juan de la Cruz, y la verdad, es tanta la expectación con que me escuchan mis alumnos, que a veces pienso si la enseñanza no se me estará quedando pequeña y no debería dar el salto definitivo a la televisión o a la política"
("Uno no tiene nada contra la gramática, pero sí contra la intoxicación gramatical que están sufriendo nuestros jóvenes. Uno está convencido de que, fuera de algunos rudimentos teóricos, la gramática se aprende leyendo y escribiendo, y de que quien llegue, por ejemplo, a leer bien una página, entonando bien las oraciones y desentrañando con la voz el contenido y la música del idioma, ése sabe sintaxis... quien quiera aprender lengua, que estudie literatura, mucha literatura")

¡A APRENDER, AL ASILO!

("Somos narradores por instinto de libertad, porque nos repugna la servidumbre de la propia condición humana en un mundo donde no suele haber sitio para nuestros deseos y nuestros afanes de verdad, de salvación y de plenitud.... ... es de temer que nuestros jóvenes, que apenas han tenido aprendizaje narrativo oral, acaben por no saber contar sus sueños y experiencias... ... deberíamos aconsejarles que, al menos dos días por semana, huyan de las escuelas e institutos y vayan directamente a aprender al asilo, a ver si allí recuperan algo de esa vieja sabiduría")



("... El destino de Lino, el protagonista de Absolución, se encierra en una frase de Pascal que escuchó por primera vez de labios de un profesor: “Todos los infortunios del hombre vienen de no saber estarse quieto en un lugar”. Ahí radicaba “el secreto de su carácter, su más recóndito modo de ser”...")


(El objetivo de esta entrada es ampliar el horizonte de inquietudes, de lecturas, de los alumnos de Bachillerato, para que puedan ir más allá de esa serie de lecturas recomendadas oficialmente. Entre los dos fragmentos hay casi 70 años de diferencia.)


(“Estamos formando un ejército de pequeños filólogos analfabetos, que distinguen la estructura morfológica de una frase pero no comprenden su significado”)






Columna periodísica: 'HUNDIDO', por Leila Guerriero. PROPUESTA DE EXAMEN (según PAU)

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"... quizás se empiece a pensar en medidas preventivas más eficaces, como bombardear las casas de potenciales inmigrantes o, incluso, impedir que nazcan... la propuesta dice sin tapujos lo que tantos, sin atreverse, querrían decir: muéranse en sus países, víctimas de la guerra, el hambre y las pestes, pero no vengan aquí a dar –a darnos- su horrendo espectáculo"



HUNDIDO

Prevenir es mejor que curar. Con esa certidumbre, España e Italia promueven una resolución de la ONU que permita aplicar la prevención al fenómeno de los inmigrantes que intentan entrar a Europa en barcazas como la que naufragó hace poco con 850 personas en su precario buche. El planteo es sencillo. Lo informaba este periódico días atrás: “La mejor forma de evitar que los inmigrantes se ahoguen intentando alcanzar Europa es impedir que embarquen en Libia”. La idea es obtener un permiso para hundir las barcazas en puerto, antes de que partan, y, de esa manera, evitar el “espectáculo horrendo” que, según el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, produjo el naufragio. Es razonable: a nadie le gusta presenciar espectáculos así y, cuando se trata de no ofender sensibilidades, no hay que fijarse en gastos. Si la medida obtiene respaldo, otros países podrían unirse. La Argentina, por ejemplo, podría organizar quemas masivas de los buses que ingresan inmigrantes por la frontera norte, y terminar con el problema antes de que empiece. Convendría, de todos modos, tener cuidado. La historia de la humanidad demuestra que el camino de la prevención, una vez iniciado, es difícil de detener, y, cuando se constate que con hundir buques vacíos no basta, quizás se empiece a pensar en medidas preventivas más eficaces, como bombardear las casas de potenciales inmigrantes o, incluso, impedir que nazcan: no hay mejor manera de evitar el horrendo espectáculo de la pobreza y la exclusión que impedir que pobres y excluídos vengan al mundo. Con todo, la propuesta dice sin tapujos lo que tantos, sin atreverse, querrían decir: muéranse en sus países, víctimas de la guerra, el hambre y las pestes, pero no vengan aquí a dar –a darnos- su horrendo espectáculo.

(Fuente: El País, 29-04-2015)

PREGUNTAS:
1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
2ª TEMA. RESUMEN

3ª COMENTARIO CRÍTICO
Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)
2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qué argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas?
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
("... culpable de haber nacido, de haber nacido al otro lado, en la cara mala del mundo, en la otra orilla. Eres culpable de no soportar tu hambre amarilla, eres culpable de asomarte sin permiso al otro lado, a este lugar prohibido y mentiroso. Eres culpable de creer en los sueños azules, de pensar que una valla es sólo una valla...")
 

("Algún día, algún adolescente del futuro, nos mirará a la cara y dirá: "Pero tú lo sabías, ¿verdad?... "Sabías que a su desesperación se les oponían dentelladas de acero. ¿Y qué hiciste para impedirlo?"... Las nuestras hieren y matan a los que vienen, pero nosotros, de vallas para adentro, si no gritamos contra este horror es que ya estamos muertos")


("Y, mientras la vida va dejando oleadas de cadáveres y un reguero de sangre a los pies del muro, en el interior de la zona elitista la gente sufre problemas tan extraños...")
("Pero nuestra curiosa vergüenza es pasajera y apenas de tanto en tanto oímos los gritos de dolor. Cuando se apacigüe esta tragedia se apaciguará también nuestra conciencia, a la espera de otra nueva que nos impulse, otra vez, a indagar en la neblinosa cadena de las responsabilidades... ... nos decimos, tranquilizadoramente, que nada podemos hacer. Mientras se oye el grito de los que vindican justicia, la cadena de responsabilidades no tiene fin.")

(En estos países, el hombre que se atreve a vivir sin un techo ha de ser detenido y condenado, para que no desencadene el fin del mundo. Y no son los únicos. Hay un montón de países donde no tener una casa donde vivir y carecer de recursos económicos es un delito. Casualmente son los mismos donde un ladrón de guante blanco no es un delincuente”)

EL MENSAJE, por Juan José Millás / 'VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS'

("A lo mejor resulta que nos conmueve más un grito de socorro escrito en un papel que salido de la propia garganta del desventurado... ... ¿Qué diríamos de alguien que frente a una catástrofe natural se pusiera a legislar la catástrofe en vez de acudir en ayuda de los damnificados? Pues eso es lo que están haciendo los políticos")
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?
4ª EXPLICAR LAS RELACIONES SINTÁCTICAS QUE SE DAN ENTRE LAS SIGUIENTES PROPOSICIONES:
La Argentina, por ejemplo, podría organizar quemas masivas de los buses que ingresan inmigrantes por la frontera norte, y terminar con el problema antes de que empiece.

5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS




BALTADZHIEVA NOS DESCUBRE A BOTEV, UN POETA QUE NECESITAMOS AHORA

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"La poesía combativa, la llamada al sujeto callado, al esclavo que asiente, emergió con fuerza este pasado viernes en el Patio de Columnas de Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda...

La lectura que Baltadzhieva realizó al final de algunos poemas del poeta búlgaro elevó la temperatura emocional del momento, creando una atmósfera única en la que se mezclaban la reivindicación, lo poético, y, simplemente, el valor de la palabra, el valor del decir que soporta la dignidad del sujeto, un decir distinto que quiere, y lo hace, recuperar la condición del ser humano"


La poesía combativa, la llamada al sujeto callado, al esclavo que asiente, emergió con fuerza este pasado viernes en el Patio de Columnas de Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda.

Allí tuvo lugar el acto, en cuya organización ha colaborado la Delegación de Cultura del Ayuntamiento, de presentación del libro ‘Hristo Botev. Poesía’. La ciudad de Sanlúcar tuvo el lujo de acoger a Zhivka Baltadzhieva, profesora de la Universidad Complutense, poeta de reconocido prestigio internacional,   y autora de la selección, estudio previo, y traducción de los poemas de Hristo Botev.

La asistencia fue masiva, y entre público se hallaban personas de todas las edades, jóvenes y no tan jóvenes, otorgando al momento un aura que parecía ligar momentos de rebeldía, de ahora, y de tantos momentos pasados en que ha sido necesaria, momentos que ahora piden ser recordados para poder alimentar el pensamiento y, también, la acción necesaria.

Zhivka Baltadzhieva disertó sobre la obra y vida de Botev, y lo hizo creando un relato en que se mezclaban los sufrimientos de su vida, los de Botev, y los nuestros de ahora, y lo hizo insistiendo en la esperanza, en la necesidad de creer en el ser humano.

Insistía en que la poesía de Botev, además de la desalienante dureza necesaria, significaba, antes que nada, un amor inmenso al ser humano.

La lectura que Baltadzhieva realizó al final de algunos poemas del poeta búlgaro elevó la temperatura emocional del momento, creando una atmósfera única en la que se mezclaban la reivindicación, lo poético, y, simplemente, el valor de la palabra, el valor del decir que soporta la dignidad del sujeto, un decir distinto que quiere, y lo hace, recuperar la condición del ser humano.

La presentación tuvo, además, el regalo de la interpretación en directo de dos adaptaciones musicales de poemas de Botev, a cargo de Paco Luque, artista sensible y solidario, que desde el principio aceptó ser partícipe y actor indispensable de un hecho en el que, además de la palabra, la música también se hacía necesaria.

Luis Enrique Ibáñez, profesor de Lengua y Literatura en el IES Cristóbal Colón, fue el encargado de presentar a Zhivka Baltadzhieva. Insistió en la urgencia, como decía Botev, de no asumir la condición de oprimido, de rebelarse ante un lenguaje, una inercia, que acostumbra a la quietud, al silencio, de no asumir esta “dictadura de la indecencia” de la que habla Emilio Lledó.

Ana Morillo, Delgada de Cultura, presidió al acto y agradeció la presencia del público y de todas las colaboraciones que lo hicieron posible. Además, subrayó el color combativo que la poesía de Botev ofrece.

La Librería Fórum también intervino eficazmente en la organización del evento.









'ESPERANZA AGUIRRE O LA CÓLERA DE DIOS', por Luis Enrique Ibáñez

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El siguiente texto está dedicado a todos los que hoy, con renovada dignidad, han salido a la calle a exigir 'pan, techo y trabajo para todos', sean de donde sean.

"De lo que se trata es, simplemente, de borrar la realidad, de no afear, con la miseria infinita, sus calles indecentes, sus "espacios verdes" que ella decía. Son ellos, los que se alían con los fondos buitres de inversión, esos que dejan a la gente sin casa, sin nada, los que se espantan de la fealdad de la pobreza, de la fealdad acusadora que portan los sin casa, los sin nada...

el problema de verdad, lo encontramos en todas esas personas anónimas que escuchan las palabras de la Cólera como si fueran palabras normales"


ESPERANZA AGUIRRE O LA CÓLERA DE DIOS

Tal vez sería necesario exigir algo de prudencia a los padres, a la hora de decidir el nombre que le van a poner a sus hijos. Porque un nombre es algo, en principio, para toda la vida, y eso es mucho, aunque para algunos no lo sea tanto y, además, su paso por aquí consista sólo en un paseo por la injusticia, el sufrimiento provocado y consentido, y la desesperanza más absoluta.

Creo que su nombre completo es Esperanza Aguirre o la Cólera de Dios (si no la han visto, háganlo ya, me refiero a la película).

Esta mujer, que supongo terminará beatificada, quiere restringir las manifestaciones en el centro de la ciudad, multar desde el Ayuntamiento a los autores de grafitis y prohibir que se duerma en la calle. Con respecto a esto último declaró, sin que pasara nada a su alrededor, sin que nadie se levantara y se largara despreciando sus salvajadas, declaró, digo, lo siguiente: "hay personas, generalmente de origen extranjero, y muchas veces perteneciendo a organizaciones, que duermen en la calle pero se las arreglan, no para sobrevivir, sino para vivir muy bien". Y concluyó que "éste es un fenómeno que hay que erradicar en Madrid"

"Personas, generalmente de origen extranjero". ¿Qué hay debajo de esa expresión? Como bien sabe cualquier aficionado a la gramática (haberlos, haylos) la función del complemento del nombre es determinar, concretar, especificar, seleccionar una parte significativa (para el que habla) del sustantivo con la intención de que el receptor no se pierda en la difusa (para algunos) generalidad del concepto. 

En este caso, el CN "de origen extranjero" intenta decirnos que son personas sí, pero de una clase especial. De lo cual, podríamos concluir que si hay distintas clases de personas, no todas las personas son iguales. Esto sería un análisis demasiado superficial. Si realmente pudiéramos penetrar el alma de Esperanza Aguirre o la Colera de Dios, la expresión original, la que de verdad ella quería decir sería: "Los extranjeros no son personas, personas. No son personas de verdad. Por tanto, no merecen ser objeto de nuestra atención". El inconsciente es lo que tiene, que muchas veces no podemos sujetarlo del todo, y es entonces cuando el Sujeto Real asoma la cabeza.

Dada la talla intelectual de Aguirre o la Cólera de Dios, no pretendemos que lea la poesía completa de John Donne, pero sí que durante un tiempo prudencial (tres años, por ejemplo) aplazara todas sus actividades solidarias, y se dedicara a reflexionar sobre aquellos versos del poeta inglés, extranjero, sí, "Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad".

Sin embargo, doña Esperanza Aguirre o la Cólera de Dios, no sólo se desnudó con ese "generalmente, de origen extranjero". Además, mintió. Cualquiera que se dé un paseo por Madrid, podrá comprobar que la mayoría de las personas expulsadas de la vida que habitan sus calles llevan apellidos españoles. Y también podrá comprobar que no pertenecen a ninguna mafia, "organizaciones", dice ella, sutil.

No pertenecen a ninguna mafia, no. Al contrario, son víctimas de las mafias que nos gobiernan, esas que sí constituyen el ser de Aguirre, ya saben, fondos de inversión, gurteles, bancos y demás.

Las autoridades europeas, muy inteligentes y civilizadas, están barajando la idea, para acabar con las tragedias de inmigrantes en nuestras costas, de ir a los lugares de origen y destruir los barcos. Tiene su lógica, ¿no? Si no pueden coger un barco, no se ahogarán. Morirán en su lugar de origen, pero sin molestarnos. Por eso, en su magnífico artículo, Leila Guerriero aventuraba que "quizás se empiece a pensar en medidas preventivas más eficaces, como bombardear las casas de potenciales inmigrantes o, incluso, impedir que nazcan: no hay mejor manera de evitar el horrendo espectáculo de la pobreza y la exclusión que impedir que pobres y excluidos vengan al mundo"

Aguirre o la Cólera de Dios va en la misma línea que las autoridades europeas con sus inercias asesinas, con su continuo mirar para otro lado, con su eterna hipocresía. Por ello, la Cólera afirma, refiriéndose a los sin techo, a los sin nada, que "éste es un fenómeno que hay que erradicar en Madrid".

De lo que se trata es, simplemente, de borrar la realidad, de no afear, con la miseria infinita, sus calles indecentes, sus "espacios verdes" que ella decía. Son ellos, los que se alían con los fondos buitres de inversión, esos que dejan a la gente sin casa, sin nada, los que se espantan de la fealdad de la pobreza, de la fealdad acusadora que portan los sin casa, los sin nada.

Quieren que sólo veamos su propia mismidad, que la presencia de la infame Otredad que ellos han creado se vaya escupida por los desagües de la vergüenza. La crueldad, la injusticia, la muerte consentida, existen, están ahí, pero lo importante no es acabar con ellas, sino evitar a toda costa su visibilidad. De esa manera, todos podremos seguir, vivos y muertos, contemplando eternamente esa mierda de "Retablo de las Maravillas" que nos siguen vendiendo. Basta con apartar la vista, y, si no podemos, apartarlos a ellos.


Si quiere seguir inspirándose, en su objetivo de acabar con los espejos, (Drácula tampoco los soportaba, le recordaban quién no era, a ella los espejos de la calle le recuerdan lo que es) debería leer, si tiene tiempo, las 'Sátiras Políticas', de Johnatan Swift, concretamente, aquella que lleva por título "Una modesta proposición: Para prevenir que los niños de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o el país, y para hacerlos útiles al público". La idea básica sería hacerlos desparecer, de las calles, y de la vida y, en su caso, convertirlos en comida para aliviar el hambre de las personas normales. Recordar a la Cólera que todos los textos de ese libro de Swift están basados en una figura retórica, y no tan retórica, llamada 'ironía', a ver si se lo va a tomar al pie de la letra, y cree que ha descubierto el Dorado, que ella es capaz, como su antepasado.

De todas formas, la clave no se halla en todo lo dicho hasta aquí. El significado real de lo que ella dice no tiene nada que ver con su persona. El problema, el problema de verdad, lo encontramos en todas esas personas anónimas que escuchan las palabras de la Cólera como si fueran palabras normales. Oyen decir que los mendigos, no sólo sobreviven, sino que viven muy bien, y se quedan tan panchos, seguros, recogidos en su vergonzante complicidad. 

Todos ellos, todos los que no se escandalizan cuando llegan a sus oídos esas obscenas barbaridades, todos, son los verdaderos culpables.

Esperanza Aguirre o la Cólera de Dios declaró en una ocasión"la sangre Aguirre que corre por mis venas ha demostrado con creces ser una sangre valiente"

Cólera, Don Quijote, imagino que no lo has leído, afirmó "la sangre se hereda y la virtud se conquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre lo que la sangre no vale". Tú sólo posees sangre, no conoces el significado de la palabra virtud.

Aquí te dejo, cariño, un recuerdo otro antepasado tuyo, creo, 












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