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Channel: Lengua y Literatura de Bachillerato... y otras cosas
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SELECTIVIDAD LENGUA JUNIO 2014 (opción A). ENLACES DE REFERENCIA

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"¡Y eso no puede ser, caballeros! Ustedes no creen en nada: Son iconoclastas y son cínicos. Afortunadamente hay una juventud que no son ustedes, una juventud estudiosa, una juventud preocupada, una juventud llena de civismo"



DON FILIBERTO: ¡Esa broma es intolerable! ¡Baje usted los pies! ¡Dónde se ha visto igual grosería!

DORIO DE GADEX: En el Senado Yanqui.

DON FILIBERTO: ¡Me ha llenado usted la carpeta de tierra!

DORIO DE GADEX: Es mi lección de filosofía ¡Polvo eres, y en polvo te convertirás!

DON FILIBERTO: ¡Ni siquiera sabe usted decirlo en latín! ¡Son ustedes unos niños procaces!

CLARINITO: Don Filiberto, nosotros no hemos faltado.

DON FILIBERTO: Ustedes han celebrado la gracia, y la risa en este caso es otra procacidad ¡La risa de lo que está muy por encima de ustedes!Para ustedes no hay nada respetable: ¡Maura es un charlatán!

DORIO DE GADEX: ¡El Rey del Camelo!

DON FILIBERTO: ¡Benlliure (1) un santi bon barati!

DORIO DE GADEX: Dicho en valenciano.

DON FILIBERTO: Cavestany (2), el gran poeta un coplero.

DORIO DE GADEX: Profesor de guitarra por cifra.

DON FILIBERTO: ¡Qué de extraño tiene que mi ilustre jefe les parezca un mamarracho!

DORIO DE GADEX: Un yerno más.

DON FILIBERTO: Para ustedes en nuestra tierra no hay nada grande, nada digno de admiración. ¡Les compadezco! ¡Son ustedes bien desgraciados! ¡Ustedes no sienten la Patria!

DORIO DE GADEX: Es un lujo que no podemos permitimos. Espere usted que tengamos automóvil, Don Filiberto.

DON FILIBERTO: ¡Ni siquiera pueden ustedes hablar en serio! Hay alguno de ustedes, de los que ustedes llaman maestros, que se atreve a gritar viva la bagatela. ¡Y eso no en el café, no en la tertulia de amigos, sino en la tribuna de la Docta Casa! ¡Y eso no puede ser, caballeros! Ustedes no creen en nada: Son iconoclastas y son cínicos. Afortunadamente hay una juventud que no son ustedes, una juventud estudiosa, una juventud preocupada, una juventud llena de civismo.


(Ramón María del Valle-Inclán, Luces de Bohemia)

Cuestiones

1. Señale y explique la organización de las ideas contenidas en el texto. (Puntuación máxima: 1,5 puntos).

2.    2.a. Indique el tema del texto. (Puntuación máxima: 0,5 puntos).
       2.b. Resuma el texto. (Puntuación máxima: 1 punto).

3. Realice un comentario crítico del contenido del texto. (Puntuación máxima: 3 puntos).

4. Analice sintácticamente el siguiente fragmento: Es un lujo que no podemos permitirnos. (Puntuación máxima: 2 puntos).

5. Exponga las principales características de género del teatro. (Puntuación máxima: 2 puntos).

(1) Mariano Benlliure, escultor valenciano, fue miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

(2) Juan A. Cavestany, poeta y dramaturgo sevillano, fue miembro de la Real Academia Española.


ENLACES DE REFERENCIA:

LUCES DE BOHEMIA (fragmento)... Y LA REALIDAD DE HOY. ACTIVIDADES

LUCES DE BOHEMIA (REUNIÓN DE MATERIALES)

LUCES DE BOHEMIA (breve análisis)

VOCABULARIO ÚTIL PARA LA LECTURA DE LUCES DE BOHEMIA

EL TEATRO DE GARCÍA LORCA. BODAS DE SANGRE. EL TEATRO ESPAÑOL HASTA 1939

LOS GÉNEROS LITERARIOS





Artículo de opinión: ¿CUENTO O NOVELA?, por Juan José Millás

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"¿Cuántas veces dio la mano el Rey? ¿Tres mil, cuatro mil? ¿Le quedarían entre los dedos restos de cocaína, residuos de dólares ingresados en cuentas suizas...? Lo bueno habría sido que entre los dos mil invitados hubieran introducido, disfrazados de gente bien, a un mendigo, a una pobre, a un indigente, a un parado, a una inmigrante ecuatoriana, a una investigadora sin beca, a un niño sin comedor. Para que se le quedara también entre los dedos algo de toda esa peña expulsada fuera de la historia"

Los Reyes FelipeVI y Letizia saludan al presidente de La Caixa, Isidro Fainé, en la recepción a los representantes institucionales en el Palacio Real (EFE)

¿CUENTO O NOVELA?

Menos mal que el Rey a última hora decidió destapar el Rolls Royce, porque con la capota puesta tenía algo de furgón funerario. Habría parecido que iban a su entierro. En eso el Papa ha marcado tendencia, hay que reconocérselo. Yo habría hecho lo mismo, con independencia de lo que me aconsejaran los servicios de seguridad. Carece de mérito porque yo tengo menos que perder que el Papa y que Felipe VI: en el metro me coloco siempre al borde del andén con la esperanza de que algún loco me empuje al paso del convoy. Y ustedes perdonen por esta cuña de intimidad en la crónica de un acontecimiento histórico. ¿De verdad histórico? ¿Qué prefijos caben delante de la palabra más usada estos días? ¿Pre, post, a, contra, trans, extra? ¿Prehistórico, poshistórico, ahistórico, contrahistórico, transhistórico, extrahistórico? Quizá fue más ahistórico que otra cosa. La a es un prefijo negativo (amoral, acéfalo, afásico, anormal…).
Dejémoslo, pues, en ahistórico porque la parafernalia utilizada guardaba más relación con el registro literario que con el rigor científico que atribuimos a los historiadores. Un cuento. Asistíamos al comienzo de un cuento y este cuento, desde el punto de vista del lector ingenuo, comenzaba con el paseo en Rolls a pecho descubierto. Todo lo anterior había sido prólogo y los prólogos son un coñazo. Por eso no hay antologías de prólogos al modo en que las hay de poesía o de relato breve. Significa también que los prólogos se escriben por compromiso. Se los arrancan a uno y uno los escribe porque no sabe decir que no o porque debe un favor al peticionario.
Hasta el discurso del nuevo Rey parecía redactado por un prologuista sin ganas. La mayoría de los expertos de la tele insistían en que había sido estupendo porque le había dedicado el trofeo (la Corona), como en los Oscar, a la familia, porque había hablado en él de la unidad de España y esas cosas, o porque había citado a Cervantes. Era un discurso estupendo, en fin, porque había sido previsible hasta el tuétano tanto en el fondo como en la forma, en el caso de que en el fondo se agite otra cosa que no sea la forma. Lo rompedor habría sido que se refiriera a la corrupción, pero no se habla de la cuerda en casa del ahorcado.
El cuento entonces comenzaba con el recorrido a pecho descubierto (a cráneo descubierto en la medida en la que el Rolls tenía también algo de calavera). Pues sí, de acuerdo, la fábula arrancó bien, pero enseguida se tornó aburrida. A veces, uno desenganchaba de lo que ocurría en la tele y se preguntaba, por ejemplo, cómo interpretarían las ratas de las alcantarillas el sonido del automóvil y el repiqueteo de los cascos de los caballos. Si España fuera un taller literario y yo su director, habría encargado a los alumnos que contaran todo desde el punto de vista de las ratas (no se apuren, servidor estaba ahí para representarlas).
Como ven, no es fácil hacer la crónica de un suceso tan largo en el que no sucede nada. ¿Cómo contar, por ejemplo, el besamanos, tan tedioso? ¿Cuántas veces dio la mano el Rey? ¿Tres mil, cuatro mil? ¿Le quedarían entre los dedos restos de cocaína, residuos de dólares ingresados en cuentas suizas, escamas de quienes habían estrechado previamente la mano de Bárcenas o de El Bigotes? Lo bueno habría sido que entre los dos mil invitados hubieran introducido, disfrazados de gente bien, a un mendigo, a una pobre, a un indigente, a un parado, a una inmigrante ecuatoriana, a una investigadora sin beca, a un niño sin comedor. Para que se le quedara también entre los dedos algo de toda esa peña expulsada fuera de la historia. Pero entonces estaríamos hablando ya de una novela.
(Fuente: El País, 20-06-2014)
ENTRADA RELACIONADA:
("Las imágenes muestran el desfile de los nuevos reyes por las calles de Madrid. Es evidente que han calculado mal en número de figurantes que debían acudir a la cita... Craso error. En la representación de motivos fantásticos la puesta en escena es esencial... al mismo tiempo en que Felipe VI habla al vacío, la policía carga contra ciudadanos españoles que portan insignias republicanas...)

'LA NOCHE DE FUEGO', JUAN PERRO

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... Voy buscando un arroyo que apague
La marea de fuego
Pero el ruido del mar me retiene

En un rincón de esta playa...



... Palabras lanzadas a un blanco
Que corre desnudo

Como un perro acosado
Un loco fugitivo
Que lleva al enemigo


En su interior...



LETRA:

LA NOCHE DE FUEGO

Cuando la luz se apaga caen

Mis brazos como papel
De seda en aguas del océano
Más negro


El viento las cenizas me trae

Del mundo que ayer
Hice arder
Vienen a recordarme el precio


Como un perro acosado

Un loco fugitivo
Que lleva al enemigo
En su interior


Voy buscando un arroyo que apague

La marea de fuego
Pero el ruido del mar me retiene
En un rincón de esta playa


Cuatro pedazos de fotografía

Cuyos nombres me hablan aún
Palabras lanzadas a un blanco
Que corre desnudo


Como un perro acosado

Un loco fugitivo
Que lleva al enemigo
En su interior


Voy buscando un arroyo que apague

La marea de fuego
Pero el ruido del mar me retiene
En un rincón de esta playa


(Fuente Letra: lahuellasonora.com)


MÁS DE JUAN PERRO EN ESTE SITIO:


("... El deseo es una flecha disparada, que en la espalda del arquero está clavada..." (Juan Perro-Santiago Auserón)


("...aparecer de pronto en La Habana y darse un un paseo susurrado por el Malecón...lanzar las 'raíces al viento' y volver, algún día, con las orejas abiertas" Con mi corazón herido / La Noche estaba citada / Y salió tan perfumada...)



(Al sur huyen del suelo las raíces Detras de un río de ruidosa plata 
Mojan su pico en sangre las perdices 
 
De los amores que esta tierra mata... 
 Ay de aquel que atraviesa, forastero La frontera del sueño en esta tierra 
 Que siempre estuvo en guerra, forastero...)


(Amor, no puedo pensar / Tengo en el alma un desierto / Lo tengo que atravesar / Encontrar un pozo negro / Y en sus aguas escuchar / El dulce son de los muertos)



("... En la frontera hay una flor que al emigrante hace olvidarse del temor... Esta noche yo quisiera tomar en la frontera un vaso de tu licor...")



("... Sobre el mundo caía un silencio precursor Pandora en una caja de lámparas dormía... Te estás haciendo el listo jugando con las ondas...)


("Dicen que jugar con fuego No es cosa de hombres cabales Yo soy hombre, fumo y bebo Y bailo en los carnavales")


'NO INÚTILMENTE', de José Ángel Valente

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Dedicamos este poema a todos aquellos que, a pesar de todo, siguen luchando por algo, peleando por las palabras que sí les pertenecen... dedicado, especialmente, a mis amigos de Sanlúcar que hoy han estado donde había que estar. Y es que nada es inútil.

... las palabras, que no nos pertenecen,
se asocian como nubes
que un día el viento precipita
sobre la tierra
para cambiar, no inútilmente, el mundo.



(Fotografía cortesía de Ezequiel y Carmen)

NO INÚTILMENTE


Contemplo yo a mi vez la diferencia
entre el hombre y su sueño de más vida,
la solidez gremial de la injusticia,
la candidez azul de las palabras.

No hemos llegado lejos, pues con razón me dices
que no son suficientes las palabras
para hacernos más libres.

Te respondo
que todavía no sabemos
hasta cuándo o hasta dónde
puede llegar una palabra,
quién la recogerá ni de qué boca
con suficiente fe
para darle su forma verdadera.

Haber llevado el fuego un solo instante
razón nos da de la esperanza.

Pues más allá de nuestro sueño
las palabras, que no nos pertenecen,
se asocian como nubes
que un día el viento precipita
sobre la tierra
para cambiar, no inútilmente, el mundo.



TAMBIÉN DE JOSÉ ÁNGEL VALENTE EN ESTE SITIO:


PARA OPROBIO DEL TIEMPO / POETA EN TIEMPOS DE MISERIA

(Y así la Historia, la grande Historia, resultaba / turbio negocio de alta complicidad o medianía... / Poeta en tiempo de miseria, en tiempo de mentira / y de infidelidad)

'AGUARDÁBAMOS LA PALABRA' Y 'ÚLTIMA REPRESENTACIÓN'

("Ahora no sabemos si la palabra es nosotros o éramos nosotros la palabra...Y nosotros aguardamos la palabra")
'EL SON DE LOS MUERTOS, DE JUAN PERRO' / 'CONVERSACIÓN CON DIFUNTOS', DE ÁNGEL L. PRIETO / 'MAQUIAVELO EN SAN CASCIANO', DE JOSÉ ÁNGEL VALENTE

"Vengo a la compañía de los hombres antiguos / que en amistad me acogen... / Con ellos hablo, de ellos tengo respuesta" (Valente, 'Maquiavelo en San Casciano'


"... la palabra que haga / saltar los duros goznes, / dar paso a la riada..."



'ENLACE', minicuento de JOSÉ BALZA

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¿Recordáis vosotros, profesores, si, en alguna ocasión, habéis utilizado referencias, citas, inexistentes?

A pesar del tiempo, aún caigo en la ansiedad vivificadora y densa que surge al contacto con los estudiantes. Siempre concebí cada hora de clases como un castillo de mil puertas...

'El mal estudiante' de Jaime Lafuente Salsano

ENLACE

A pesar del tiempo, aún caigo en la ansiedad vivificadora y densa que surge al contacto con los estudiantes. Siempre concebí cada hora de clases como un castillo de mil puertas que únicamente sirven, todas  la vez, para entrar.

Entre mis alumnos han predominado ingenuos, creyentes e incapaces de imaginar. Alguna vez, para cierto examen, recomendé varias bibliografías (es decir: diversos exámenes, múltiples acercamientos al tema): y entre cada grupo de estudiantes (y de textos recomendables) deslicé como tributo  Borges un autor imaginario y un libro falso.

Ese día, el menos audaz de ellos no sólo eligió precisamente cierto volumen, irreal para mí, sino que centró el examen en una síntesis de aquel libro, en una adaptación del mismo y luego en el establecimiento de principios que sólo de allí podrían extenderse. Antes de su propia firma, el alumno indicó una cita textual. Nadie se ha enterado hasta hoy. Ignoro si mi intervención coincidió con algo real; no quise saber si el alumno creó una teoría y un autor para no decepcionarme (se) o si, asombrosamente, él era (va a ser) el misterioso autor de la bibliografía.


(Del libro 'Grandes minicuentos fantásticos', selección de Benito Arias, Edit. Alfaguara)


PINCHAR EN LA IMAGEN PARA LEER OTRO CUENTO DEL JOSÉ BALZA, 'LA MUJER DE ESPALDAS'

http://www.biblioteca.org.ar/libros/89632.pdf


José Balza (Delta del Orinoco, 1939) es uno de los escritores venezolanos más prolíficos de los últimos tiempos. Este narrador y ensayista ha denominado ejercicios narrativos a todos sus relatos
Ha publicado libros sobre teoría literaria, sobre artes plásticas, cine, música y televisión. Sus relatos han sido traducidos al italiano, francés, inglés, alemán y hebreo. Ha dictado cursos, seminarios y conferencias en universidades, entre los cuales destacan: la Universidad Autónoma de México, la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de Salamanca, la Universidad de Viena, la Sorbonne de París, la Universidad de New York.
Colaborador asiduo de revistas de América latina, Estados Unidos y Europa. En 1984 conduce el programa de televisión Texto y Figura, transmitido por los canales 5 y 8 de Venezuela y por el Canal A, CUNY de New York.
Sus novelas comprenden: Marzo anterior (1965), Largo (1968), Setecientas palmeras plantadas en el mismo lugar (1974), D (1977), Percusión (1982), Media noche en video:1/5 (1988), Después Caracas (1995) y la novela breve Un Hombre de Aceite (2008).
Entre sus libros de cuentos destacan: Órdenes (1970), Un rostro absolutamente (1982), La mujer de espaldas (1968), La mujer porosa (1996), y El doble arte de morir (2008); y entre los libros de ensayo: Este mar narrativo (1960-87), Iniciales (1989), Espejo espeso (1997), Observaciones y aforismos (2005), Ensayos crudos(2006). Gran parte de su obra ha sido publicada por Monte Ávila Editores.
(Fuente reseña: Wikipedia)






'LAS PALABRAS Y LA CALLE', por Luis Enrique Ibáñez

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"... Y para poner el lazo a su afán literario, Felipe VI se acordó de Don Quijote, fue un tremendo error... porque, al recordarnos a Cervantes, otras frases indiscutibles de Don Quijote llaman a la puerta, "La sangre se hereda, y la virtud se conquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale" "Cada cual es hijo de sus obras"...

Felipe VI es rey, sólo por ser hijo de su padre, que a su vez fue rey sólo porque así lo quiso un dictador. Seamos francos, por favor....

No se puede maquillar con el barniz de la falsa juventud un estado que ya huele a podrido. Imposible."

Joven a la que se prohíbe el paso por llevar una chapa republicana "¿Me lo está diciendo en serio?"

LAS PALABRAS Y LA CALLE

Las palabras abstractas es lo que tienen. Por una lado, son portadoras de de una posible belleza que hay que pensar, una belleza que debemos imaginar, que tiene que ser rumiada en el interior de nuestro intelecto, elaborada, y también sentida. Belleza es una palabra abstracta. Las palabras abstractas, es cierto, provocan el pensamiento, despiertan la inteligencia, y también mueven el corazón. Pero, por otro lado, esas palabras, sobre todo en el discurso político, en el discurso oficial, son utilizadas impunemente (inmunidad es  en principio otra palabra abstracta, que luego se concreta en la imposibilidad Real de que Alguien que hubiera cometido un delito pudiera ser juzgado por ello), como coartadas cobardes para ocultar la realidad, para no decir nada, para, al no concretar nada, tomar partido por el continuismo paralizante, por el trágico estado de las cosas. Cuando así son utilizadas, como envolviéndonos en una espesa niebla lingüística que impide nuestro movimiento, las palabras abstractas no procuran belleza, al contrario, se constituyen en vehículos en los que viajan, cómodas y risueñas, la mentira y la censura.

En su discurso, Felipe VI, dijo, entre otras naderías, 

"Cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español"

Se supone que ese "caber todos" está referido a caber todos en el Estado español, el Estado, vaya palabra, abstracta, intangible, porosa, etérea, ¿qué es el Estado?

El Estado, por un lado, la calle, por otro. La calle, ese mito vivo donde la realidad se puede tocar, se concreta en actos, en voces, en gritos... en prohibiciones. 

En la recepción ofrecida por el nuevo jefe del Estado cabían más de 3.000 personas. En la calle, que es mucho más vasta, no cabíamos todos. 

Mientras el nuevo monarca pronunciaba sus amplias y vacías palabras, en la calle varios policías prohibían el paso, prohibían su existencia, a una joven que, simplemente, llevaba una chapa republicana en su blusa. Felipe VI, esa joven no cabía. Sin embargo, sí cabía otro transeúnte salido de un película de terror, un joven que iba envuelto en una bandera española con el símbolo franquista. 


El fantasma cabía, la joven real, no. Luego aquí no cabemos todos, Felipe VI.

Otra vez viene el montaje en paralelo de la realidad para que podamos apreciar la distancia infinita que existe entre los malditos cuentos de hadas, relatados en el palacio, y las tercas escenas de este sucio neorrealismo español, soportado en las calles.

También dijo el nuevo y antiguo monarca,

“Quiero también transmitir mi cercanía y solidaridad a todos aquellos ciudadanos a los que el rigor de la crisis económica ha golpeado duramente hasta verse heridos en su dignidad como personas. Tenemos con ellos el deber moral de trabajar para revertir esta situación y el deber ciudadano de ofrecer protección a las personas y a las familias más vulnerables”

Otra vez palabras hueras, gastadas, perdidas en su abstracción. "Cercanía, solidaridad... heridos en su dignidad... protección... familias más vulnerables, bla, bla, bla". 

¿Por qué no dio un paso al frente, Majestad? ¿Por qué no habló del execrable crimen de los desahucios que ha provocado (provoca, y provocará) miles de suicidios entre sus súbditos? Estamos hablando de muertes, señor.


¿Cómo lo iba a hacer? Entre sus dorados invitados se encontraban todos los presidentes de las grandes corporaciones financieras, todos esos magnates que se pasan por el forro el código de buenas prácticas bancarias (ese código que hizo el gobierno para que nada se hiciese), todos los que a diario practican actitudes asesinas que expulsan de la vida a sus súbditos, Majestad Felipe VI.

Es con todos los Botines con los que Su Majestad mostró su cercanía, su solidaridad, su protección... su invulnerabilidad. Queda claro al lado de quién está, y no es precisamente al lado de las familias más vulnerables.


También quiso hace gala de su exquisitez literaria, citando a varios escritores representativos de las lenguas oficiales. Con ese adorno se culminó la antítesis histórica: nombró a Antonio Machado, podría haberse extendido hablando del insobornable ideal republicano del escritor andaluz, un ideal que le llevó a morir, triste y derrotado, fuera del territorio español. Creo que Antonio Machado no habría asistido a esa real recepción, ni habría sido invitado, ni él, por supuesto, habría querido ir. 

No compren alianzas con los pobres muertos.

Y para poner el lazo a su afán literario, Felipe VI se acordó de Don Quijote, fue un tremendo error,

Decía Cervantes en boca de Don Quijote: "no es un hombre más que otro si no hace más que otro"

Fue un tremendo horror porque, al recordarnos a Cervantes, otras frases indiscutibles de Don Quijote llaman a la puerta,

"La sangre se hereda, y la virtud se conquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale(Capítulo XLII, Segunda parte)

"Cada cual es hijo de sus obras(Capítulo IV, Primera Parte)

Felipe VI es rey, sólo por ser hijo de su padre, que a su vez fue rey sólo porque así lo quiso un dictador. Seamos francos, por favor.

Y otro asunto que nos dice mucho. En la ceremonia de la proclamación los símbolos religiosos fueron ocultados... temporalmente. No obstante, el segundo acto de Felipe VI consistió en una misa privada en palacio oficiada por el arzobispo castrense Juan del Río, y por ese extraordinario dechado de bondad que es Rouco Varela.



Rouco Varela, el piadoso, el santo que pasa horas y horas, días, entre los hambrientos, entre los sin techo, parando desahucios, amparando siempre a los perseguidos por la justicia. Rouco Varela, el mártir de esta España laica y descreída, Rouco, el desprendido, el que jamás se mancha las manos con el dinero de los poderosos, con el dinero de los banqueros. Rouco, la encarnación de la palabra hecha bondad.

Rouco Varela, el que sabe escuchar, el que no quiso abrir la puerta de su palacio arzobispado a aquellos yayoflautas, creyentes, cristianos de base, que querían entregarle un escrito en el que demandaban otra postura de la Iglesia Católica ante ante el sufrimiento del pueblo por esta estafa de los demonios. Esas dignas personas mayores gritaban proclamas del tipo,


"¡Vergüenza!", "Somos mayores y no tenemos prisa"

"Los capos que nos rodean, mantillas y rosarios llevan" 

"El pueblo masacrado y el clero callado"

Y Rouco se negó a recibirles. Permaneció oculto, en su palacete.


Grupo de yayoflautas que no fueron recibidos por Rouco, a las puertas del arzobispado. Criticaban la pasividad de la Iglesia Católica ante la crisis

No se ocultó en la proclamación de Felipe VI, y al día siguiente, triunfante, ofició la misa privada del nuevo Rey de la Modernidad, en este Reino de España laico y aconfesional, ¿a que dan risa estas palabras?

Y digo yo que el nuevo y joven rey, en lugar de preparar una misa con el general, perdón, con el cardenal Rouco, podría haber visitado (o recibido, si estaba cansado) a esos ancianos luchadores, los de la periferia de Madrid, los de los barrios pobres, los que viven la vida de rabia y abandono, allí, cerca de esas parroquias proscritas que, con toda seguridad, ni siquiera Rouco conoce. Ah, ya, esto es demagogia, ¿verdad? Acabáramos. Llegó la famosa palabrita y mandó parar. Cuando ella se vaya, aparecerá seguro su palabra amiga para tomar el relevo: populismo.

Es imposible. 

No se puede maquillar con el barniz de la falsa juventud un estado que ya huele a podrido.

Imposible.



'LA VERDAD EN TUS OJOS', por Raúl Galán Vázquez

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PRIMER PREMIO EN LA IV EDICIÓN DEL CONCURSO "INVÉNTATE UN MITO", ORGANIZADO POR EL IES FRANCISCO PACHECO DE SANLÚCAR DE BARRAMEDA

"Las pupilas se dilatarían con las emociones positivas y se contraerían con las negativas haciendo saber lo que era del agrado de las personas y lo que producía rechazo en ellas, sólo con mirarles a los ojos...

Al ser Afrodita, diosa del amor, la que ayudó a conseguir a Óculos una fuente de luz, los ojos de las personas brillarían de una manera especial cuando estuviesen enamoradas..."


Los profesores siempre andamos pensando, como muy obligados, estrategias para fomentar la afición a la lectura en nuestros alumnos. Quizá, una idea eficaz sea fomentar la escritura, que ellos encuentren el placer que se halla en ese proceso mágico que consiste en juntar palabras, bucear otros mundos, abrir la imaginación, pelear con las frases... construir una historia. Eso es lo que provocan iniciativas como las del IES Francisco Pacheco con su concurso 'Invéntate un mito'.

Eso es lo que ha conseguido Raúl Galán con su relato. Esperamos que él haya disfrutado escribiéndolo... tanto como nosotros al leerlo

LA VERDAD EN TUS OJOS

Hubo una época muy lejana en la que los ojos no eran como los conocemos hoy. Al principio de la humanidad los ojos de las personas eran completamente blancos. Aunque podían ver perfectamente, no tenían iris ni pupilas. Esto cambió un día en el que cierta diosa se hartó de las mentiras de los humanos.

Veritas, la diosa de la verdad, no podía soportar que los humanos se mintieran los unos a los otros. Nunca podía descansar porque los humanos mentían mucho y debía acudir al lugar donde se producía cada mentira para descubrirla. Por eso, decidió que cada persona tendría una pequeña esfera negra en cada ojo rodeada por una franja de color que, de forma conjunta, se comportaran de manera extraña al pronunciar la mentira.

Así, cuando alguien mintiera, la persona mentida podría percatarse de la falsedad de la mentirosa al mirar sus ojos moviéndose descontroladamente por el nerviosismo de poder ser descubierto.

Veritas convocó a todos los dioses en el Olimpo para traer al mundo al que sería el dios de los ojos. Todos los dioses acudieron a la llamada de Veritas porque también querían solucionar el problema de la mentira. Veritas llevó al Olimpo el pavo real más majestuoso del mundo y cada dios centró su mirada en uno de los ojos de su esbelta cola. El ave comenzó a metamorfosearse en un joven y bello dios al que Veritas bautizó como Óculos.

Veritas informó a Óculos del problema y de lo que debía hacer para solucionarlo. Óculos aceptó su misión y propuso que los ojos no reflejaran sólo la mentira, sino también los sentimientos más profundos del corazón.

Lo primero que hizo Óculos fue colocar las esferas negras en el centro de los ojos de los humanos. Para ello, pidió a Nix que le diera pequeñas perlas de oscuridad de la noche. Con cada perla que cogía Nix del cielo nocturno, aparecía un pequeño punto que irradiaba luz, dando así origen a las estrellas. Óculos puso una perla de noche en cada ojo de los humanos. A estas perlas que incrustó en los ojos las llamó pupilas en honor a los pupilos, que eran personas que se hospedaban en un domicilio particular durante la noche.

Las pupilas se dilatarían con las emociones positivas y se contraerían con las negativas haciendo saber lo que era del agrado de las personas y lo que producía rechazo en ellas, sólo con mirarles a los ojos.

Como las pupilas eran perlas de oscuridad de la noche, desaparecerían completamente con la luz. Para que esto no ocurriera, Óculos pidió a Apolo que le entregara una fuente de luz solar. Apolo no se la quiso dar porque tenía envidia de Óculos.

Apolo, que además de dios del Sol era el dios de la belleza masculina, no soportaba que Óculos fuera tan bello como él y que además le superara en extravagancia y exotismo, porque al urgir del pavo real conservó su maravilloso plumaje.

Óculos no se rindió en su objetivo y cambió de plan. Pensó que la mentira era muy perjudicial para el amor y que por eso Afrodita no le negaría su ayuda. Óculos le pidió a Afrodita que consiguiera la fuente de luz de Apolo utilizando sus encantos femeninos y Afrodita accedió.

Afrodita se le insinuó a Apolo y le pidió que le diera la fuente de luz para que Óculos pudiera proporcionársela a los ojos de los humanos. Apolo le entregó a Afrodita una aureola que despedía rayos de luz muy luminosos. Pero Afrodita no cumplió su palabra y, tras conseguir lo que quería, desapareció sin haber obtenido Apolo lo que quería de ella.

Afrodita entregó la reluciente aureola a Óculos y la colocó sobre su cabeza. Así obtuvo la fuente de luz que necesitaba para aclimatar las pupilas a la claridad. Óculos puso luz en pequeñas cantidades en los ojos de los humanos iluminando la noche de la mirada.

Al ser Afrodita, diosa del amor, la que ayudó a conseguir a Óculos una fuente de luz, los ojos de las personas brillarían de una manera especial cuando estuviesen enamoradas.

Apolo estaba muy enfadado por haber caído en la trampa de Óculos y Afrodita, y por eso se dedicó desde ese momento a dañar los ojos de los humanos. Cuando alguien mirara al Sol, les molestaría a la vista y les haría daño para fastidiar a su envidiado enemigo. También intentaría hacer desaparecer las pupilas, pero no lo conseguiría, solo reduciría su tamaño porque estaban protegidas por su propia luz.

Para que los ojos reflejaran más sentimientos, Óculos le pidió a Iris, diosa del arco iris, que le ayudara. Iris le dio a Óculos un cetro que contenía los tres colores más abundantes del planeta: el marrón de la tierra, el azul del mar y el verde de la vegetación. Cuando Óculos cogió el cetro, alrededor de sus desnudas pupilas aparecieron dos franjas de color que tenían una zona marrón, otra azul y otra verde.
Con la ayuda del cetro que Iris le proporcionó, Óculos bordeó las pupilas de cada humano con uno de estos tres colores según el estado de ánimo que tuviera cuando lo hiciera: Si Óculos estaba alegre, los ojos de la persona serían marrones; si estaba triste, serían azules y si se sentía esperanzado, serían de color verde. A estos bordes de color los llamó iris, en honor a la diosa que le ayudó en su misión.

Óculos le puso un dispositivo de movimiento automático a los iris para detectar las mentiras y el nerviosismo. Así, cuando las personas mintieran poniéndose nerviosas, los iris harían que los ojos desviaran la mirada hacia todas direcciones para que la falsedad fuese descubierta en el acto. Este dispositivo también desviaría la mirada hacia otras direcciones en diversas circunstancias:

- Desviaría la mirada hacia abajo para indicar desánimo y depresión, y hacer que las personas que se encontraran alrededor de la que estuviera triste, aunque ésta dijera que no le pasaba nada, se dieran cuenta de su estado y pudieran ayudarla.

- En caso de desesperación, desviaría la mirada hacia arriba para elevar la paciencia. - A la hora de disimular, se moverían automáticamente hacia los lados para conocer la posición de todo el mundo y no ser descubierto.

- Y por último, el dispositivo de movimiento se desconectaría sólo para activar la concentración. De esta manera, al estar concentrados, los ojos no se moverían lo más mínimo de su posición inicial.

Para que reflejasen la tristeza en abundancia, Óculos puso los lacrimales junto a los ojos. Pensó que sería beneficioso para la humanidad que, cuando una persona llorase porque le habían hecho algún mal, los ojos se inundaran como Zeus inundó la Tierra por la impiedad de los humanos. Esto haría que el culpable de las lágrimas se aterrorizara creyendo que, por haber hecho ese mal, Zeus podría inundar la Tierra por segunda vez. El ver las lágrimas, solía despertar en las personas la pena y la compasión y hacía que quisieran ayudar a la persona que lloraba para que la posibilidad de que Zeus enviara otro diluvio desapareciera.

Las personas dejaron al fin de mentirse tanto porque, al hacerlo, eran descubiertos por sus propios ojos. Tampoco podían ocultar sus sentimientos más profundos. Los ojos se convirtieron en el reflejo del alma, en los transmisores de los sentimientos que nunca mienten, a diferencia de las palabras.



Columna para el comentario crítico: 'EUFORIAS', por Leila Guerriero. Propuesta de examen

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"Ese fue el año en el que mis abuelos compraron un televisor, el año en que yo supe que existían los mundiales de fútbol, y el año en que no supe casi nada más: ni que los niños podían torturarse, ni que mientras se jugaban los partidos bajo la mirada de ese hombre que me daba pavor mucha gente padecía un grado intenso de tortura, degradación, ruina, desastre..."


EUFORIAS

“¿A partir de qué edad se puede empesar a torturar a un niño?”. En el comienzo de la novela Dos veces junio, del argentino Martín Kohan, un conscripto lee esa frase en un cuaderno de comunicaciones del Ejército y no le llama la atención el contenido, sino la falta de ortografía: empesar con ese. El pequeño desastre ortográfico pone al conscripto tras los pasos del médico que puede responder a esa pregunta, a lo largo de una interminable noche que transcurre durante un partido de Argentina en el Mundial de 1978. Ese fue el año en el que mis abuelos compraron un televisor, el año en que yo supe que existían los mundiales de fútbol, y el año en que no supe casi nada más: ni que los niños podían torturarse, ni que mientras se jugaban los partidos bajo la mirada de ese hombre que me daba pavor (Jorge Rafael Videla, cuya visita a mi ciudad, en 1977, había significado un desembarco apoteósico) mucha gente padecía un grado intenso de tortura, degradación, ruina, desastre. El día en que Argentina ganó el campeonato yo, que tenía 11 años, me puse muy contenta y les rogué a mis padres, que no querían, que nos sumáramos al festejo. Recuerdo que iba en el asiento de atrás del auto. Hacía frío, y todo estaba gris y yo gritaba, en medio de la multitud, “¡Ar-gen-tina!”. Al día siguiente fue lunes, y nada había cambiado en ninguna parte, y mis padres estaban disgustados, y el largo invierno que había empezado en algún momento seguía allí, y siguió durante todos y cada uno de los días que duró la dictadura. No sé por qué les cuento esto. Me gustan los Mundiales. Pero nunca he dejado de pensar en las cosas que pueden estar pasando a metros de la euforia mía: para quién es un invierno gris en medio de mi estúpido verano.

(Fuente: El País, 25-06-2014)

PREGUNTAS:
1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
2ª TEMA. RESUMEN

3ª COMENTARIO CRÍTICO
Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)
2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qé argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?
4ª ANÁLISIS SINTÁCTICO:
les rogué a mis padres, que no querían, que nos sumáramos al festejo
5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS





'LA METAMORFOSIS' (fragmento). Ejemplo de examen y enlaces de apoyo

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"Gregor, a pesar de su triste y repugnante forma actual, era un miembro de la familia... el deber familiar era aguantarse la repugnancia y resignarse, nada más que resignarse..."



TEXTO:


La grave herida de Gregor, cuyos dolores soportó más de un mes – la manzana permaneció empotrada en la carne como recuerdo visible, ya que nadie se atrevía a retirarla –, pareció recordar, incluso al padre, que Gregor, a pesar de su triste y repugnante forma actual, era un miembro de la familia, a quien no podía tratarse como un enemigo, sino frente al cual el deber familiar era aguantarse la repugnancia y resignarse, nada más que resignarse.

Y si Gregor ahora, por culpa de su herida, probablemente había perdido agilidad para siempre, y por lo pronto necesitaba para cruzar su habitación como un viejo inválido largos minutos – no se podía ni pensar en arrastrarse por las alturas –, sin embargo, en compensación por este empeoramiento de su estado, recibió, en su opinión, una reparación más que suficiente: hacia el anochecer se abría la puerta del cuarto de estar, la cual solía observar fijamente ya desde dos horas antes, de forma que, tumbado en la oscuridad de su habitación, sin ser visto desde el comedor, podía ver a toda la familia en la mesa iluminada y podía escuchar sus conversaciones, en cierto modo con el consentimiento general, es decir, de una forma completamente distinta a como había sido hasta ahora.


('La metamorfosis', Franz Kafka)
PREGUNTAS:

1ª FRANZ KAFKA. VIDA Y CONTEXTO HISTÓRICO Y LITERARIO

2ª 'LA METAMORFOSIS' Y EL RESTO DE OBRA DE GOETHE

3ª TEMA CENTRAL DEL FRAGMENTO Y SU RELACIÓN CON EL RESTO DE LA OBRA

4ª ASPECTOS FORMALES Y ESTILÍSTICOS EN EL FRAGMENTO

5ª 'LA METAMORFOSIS' Y SU RELACIÓN CON LA ACTUALIDAD


ENLACES DE APOYO:



("El mundo narrativo de Kafka es a la vez abstracto y concreto, simbolista y realista , extraño y normal. Su talento le hace captar lo extraño, "lo siniestro" que se encuentra dentro de lo aparentemente ordinario, normal")


("De modo que el infierno terrenal que nos ofrece Kafka se inspira a menudo en la invasión... Tales son los monstruos que el sueño pervertido de la razón puede llegar a producir. A veces... no es necesario que esa intrusión se haga efectiva: basta sólo con el miedo a que tal cosa pueda ocurrir. Y es que quizá no hay nada más terrible que la, mirada ceñuda del Estado cuando sale de su abstracción para fijar amenazadoramente los ojos en algún ciudadano...")



(Kafka nos demuestra que el ser humano está atrapado en el sentimiento de una falta inconsciente, que su pecado es tan originario como desconocido, y que su crimen es inapelable... Hoy en día el mensaje del arrepentimiento se transmite por canales más políticos que religiosos, y se nos quiere cargar con la culpa de esta falsa crisis atribuyéndola a nuestros excesos... lo peor,  que buena parte de la ciudadanía termine sucumbiendo a este mensaje")




(«Si no me retuviera a causa de mis padres, hace tiempo que hubiera comunicado mi cese»)



("El sueño revela una realidad que es mucho más fuerte que la imaginación")





("¿La transformación obedece a la intención de salvar o de castigar a aquel en quien se opera?... Los autores responden en formas diversas según su época, su convicción teológico-filosófica y las circunstancias en que surge su obra...")




"Exclamó en voz baja: "Queridos padres, a pesar de todo siempre los he querido", y se dejó caer."

La lectura de este relato puede servir de perfecto complemento para la otra lectura, la obligatoria, La metamorfosis. Podéis establecer la oportunas relaciones, equivalencias, entre los dos relatos y, así, poseer más "herramientas" paara el comentario crítico... al utilizar citas, ideas, que no sÓlo provengan de Gregorio Samsa



(Kafka apenas escribía para los demás, ante todo escribía para sí mismo. Con esta actividad pretendía otorgar un sentido a su "existencia vacía")




("No hay nada afuera en los estados modernos")



Y otra vez, Kafka viene en nuestra ayuda, para que conversemos, para explicarnos de nuevo el desamparo del hombre ante la Ley y, en general, en qué consiste la alienación del hombre moderno, cómo habitamos, sin advertirlo, el desconcierto esencial.

"Lentamente, balanceando la cabeza, jugando con los tiradores, comencé a caminar bajo las miradas severas de los señores. Aún creía que una sola palabra sería suficiente para que yo, que vivía en la ciudad, fuese liberado, incluso con honores, en ese pueblo campesino. Pero luego de atravesar el umbral de la puerta, pude escuchar al juez que se acercó a recibirme: “Este hombre me da lástima”. Sin duda alguna, no se refería con esto a mi estado actual sino a lo que me esperaba en el futuro..."


'EL ESCUDO DE LA CIUDAD', RELATO BREVE DE F. KAFKA




(Las obras clásicas tienen, esencialmente, la gran virtud de poder ser releídas, esto es, de poder ser reinterpretadas, de poder servir de ayuda para que podamos entender todos los presentes que seguimos viviendo... sufriendo. 

¿Quién vigila hoy las puertas de la Ley" ¿Dónde viven los buitres?)





(Kafka ya nos anunció algunos de los grandes problemas que pesarían sobre el hombre moderno, la soledad, la incomunicación, el agobio de la monstruosa burocracia...)





"Más las palabras de Grete sólo habían logrado inquietar a la madre (...)

- ¡Ay, Dios mío! ¡Ay, Dios mío! (...)

- ¡Ojo, Gregorio! -gritó la hermana con el puño en alto y enérgica mirada.
(La metamorfosis)




("Alguien tenía que haber calumniado a Joseph K, pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo...")




'EL TEST DEL MIEDO', por Miguel Roig

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"Cámaras por todas partes. Desde hace años. Convivimos con ellas, con la vigilancia total y con un concepto de seguridad que nace cuando acaba el mundo bipolar...

Los papeles difundidos por Assange y Snowden dejan claro que todo se lee, escucha, escruta, graba y archiva. Todos espiados, ¿todos protegidos? ¿O todos culpables?
Ese es el insight: puedo ser yo"
Julian Assange y Edward Snowden

EL TEST DEL MIEDO

Con el agente de la CIA Jason Bourne, Hollywood puso en circulación su versión propia de James Bond. Tan fuerte ha sido el empeño que hasta las iniciales del nombre y el apellido del héroe estadounidense coinciden con las del agente 007. En la tercera entrega de la saga, El ultimátum de Bourne, se asiste a una escena rodada en Londres, en la estación de tren y metro Waterloo.
Se supone que en la estación, Bourne debe contactar con un periodista del periódico The Guardian a quien le entregará una información que, de publicarse, pondría en riesgo la seguridad de Estados Unidos. Bourne tiene sus razones para enojarse con sus mandos y está dispuesto a traicionarles, pero la CIA no es ajena a este movimiento y va detrás de los pasos de su agente rebelde. Tan cerca llega que, sin que medie problema alguno, los servicios ingleses ponen a disposición de la CIA el circuito cerrado de televisión de Waterloo para que dirija la operación desde Nueva York. Por supuesto, el periodista es asesinado en medio de la multitud, un ciudadano es confundido con un contacto de Bourne y por esa razón los agentes estadounidenses –no perder la perspectiva de que estamos en Inglaterra– le persiguen hasta que dentro de un autobús al fin lo reducen y secuestran Todo esto ocurre en un espacio público y los agentes se mueven entre los transeúntes con total soltura.
En el caso de Bourne, el director de escena está al otro lado del Atlántico. Se trata de una ficción, por supuesto, pero ocurre que después de los testimonios hechos públicos por Julian Assange a través de WikiLeaks y los del exanalista de la CIA, Edward Snowden, curiosamente publicados por The Guardian, nada de lo que vemos en la película nos parece ajeno a la realidad.
Cámaras por todas partes. Desde hace años. Convivimos con ellas, con la vigilancia total y con un concepto de seguridad que nace cuando acaba el mundo bipolar. Si hasta 1989 el enemigo estaba del otro lado del muro, en un planeta global está en todas partes. Después del 11 de septiembre de 2001, el enemigo puede ser el pasajero de un avión o alguien sentado junto a nosotros en el metro.
Con la segunda guerra de Irak, la seguridad, vivió una metamorfosis que si bien estaba en parte asumida por la opinión pública se oficializó de una manera cabal: el ejercito privado.
La eficacia del Estado, supuestamente, ya no sirve ni siquiera para armar una defensa idónea: del guardia jurado de una tienda de la calle Mayor de los noventa, hemos pasado al   marine, contratado por una empresa privada, que irrumpe en la madriguera de Osama bin Landen.
Hace poco, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, cuando presentó la Ley de Seguridad Privada, aprobada en marzo de este año, no tuvo ningún pudor en admitir públicamente que este instrumento tenía como misión ampliar el nicho de negocio de las empresas del sector.
Si la seguridad es un negocio, el mismo necesita un marketing para difundirlo e imponerlo en el mercado y controlar el insight (creencia, conducta o deseo inconsciente del consumidor) correcto para su venta.
En este caso, no hay insight más común y corriente que el miedo. Tanto a ser atacado como señalado. Si el enemigo está en todas partes, también puedo ser yo mismo el enemigo. No hace demasiado tiempo, el diputado de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares vio como se utilizaba una fotografía suya por parte del FBI para difundir una supuesta imagen de Osama bin Laden envejecido. Los papeles difundidos por Assange y Snowden dejan claro que todo se lee, escucha, escruta, graba y archiva. Todos espiados, ¿todos protegidos? ¿O todos culpables?
Ese es el insight: puedo ser yo.
Ikea se especializa por una alta sensibilidad para analizar todas las tendencias que se van imponiendo en el cuerpo social: salir del armariola proliferación de los singleslos movimientos independentistas o los estragos de la crisis son traducidos en mensajes que capitaliza para construir su marca y captar consumidores.
La marca de cosméticos Nivea ha hecho lo propio pero con el insight del miedo. En algunas salas de espera de aeropuertos alemanes se alerta a la gente allí reunida, a través de las pantallas de televisión, la megafonía y en las portadas de periódicos, de la búsqueda de una persona altamente peligrosa y se invita a huir de su proximidad y avisar a las autoridades a quien la aviste. Claro, se trata de una cámara oculta que fotografía y filma a la ‘víctima’ que está sentada en esa sala de espera y que de repente ve pasar a personas con periódicos que tienen su foto en la portada al tiempo que oye su descripción física por los altavoces y por supuestas ediciones especiales del telediario. Cuando la persona elegida está absolutamente intimidada, aparecen dos policías que ante ella, al borde del colapso, abren una caja de metal en la que hay una crema Nivea que –según la promesa publicitaria– combate los efectos del estrés en la piel y le muestran un reclamo que dice: DESESTRÉSATE (sic).
El ‘test del estrés’ como le llama Nivea, se hace sobre una buena cantidad de personas que, en su totalidad, rozan el ataque de pánico.
Escritores como Orwell, con 1984, Huxley con Un mundo feliz o Bradbury con Fahrenheit 451, o, con mayor radicalidad aún, Kafka, han alumbrado el lado oscuro de la vida cotidiana. Hoy pareciera que no está en manos del arte la sublimación de los pliegues feroces de al realidad, sino en expresiones artesanales como la publicidad. O tal vez esté en los autores mencionados, en cuyos textos se puede entrever que la pesadilla también llega, sin duda, contada con los beneficios de un producto.
(Fuente: el diario.es)

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COLUMNA 'EL DELATOR' / POEMA 'INFORMÁTICA'

("Internet ha robado el pensamiento individual, la rebeldía y el libre albedrío a los humanos como Prometeo le robó el fuego a los dioses, pero al contrario de lo que sucedió en la mitología no es Internet el que sufre el castigo, sino tu mismo el que permaneces encadenado en un centro de datos a merced de cualquier político, espía, policía...")

DEFENDERNOS DEL CONTROL DIGITAL

("... nos enfrentamos al desvergonzado cinismo de los representantes del orden mundial, que imaginan que creen en sus ideas de democracia, derechos humanos, etcétera. Tras las revelaciones de WikiLeaks, la vergüenza —la suya, y la nuestra por tolerar ese poder— es mayor porque se hace pública. Lo que debería avergonzarnos es la reducción gradual en el mundo del margen para lo que Kant llamaba el “uso público de la razón”)

EL RIESGO PARA LA LIBERTAD

("Hoy se conocen todas las preferencias y debilidades: todos nos volvemos de cristal, transparentes... La vulneración de la libertad no duele, no se nota, no se experimenta como una enfermedad, una inundación o una carencia de oportunidades laborales. La libertad muere sin que las personas sean heridas físicamente")

UN MUNDO SIN LIBROS: FARENHEIT 451

LA CARTA EN LA QUE ORWELL EXPLICA 1984 / ESTUDIO Y LA NOVELA ÍNTEGRA / PELÍCULA COMPLETA

(La mayoría de ellos apoyan métodos dictatoriales, policías secretas y la sistemática falsificación de la Historia siempre que beneficie “a los nuestros”)

'ME CAGO EN PÉREZ-REVERTE: ¡VIVAN LAS BRIGADAS INTERNACIONALES!', por Rafael Narbona / '1936', de Luis Cernuda

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"Con su estilo de rufián familiarizado con las reyertas y las puñaladas traperas, Pérez-Reverte finaliza su detestable artículo con un exabrupto: “No es cierto que nos ayudaran; déjenme de milongas pamperas, de camelos retóricos, de demagogia. El arriba firmante se cisca en la solidaridad internacional de las derechas y las izquierdas, en los discursos y en la mandanga”.

 No establecer diferencias entre un nazi de la Legión Cóndor y un brigadista como José Eduardo Almudéver constituye una infamia..."

José Eduardo Almudéver nació en Marsella durante una gira del circo donde trabajaba su madre, natural de Valencia. Falsificó su edad para alistarse en las Brigadas Internacionales y no obedeció la orden de retirarse al extranjero, lo cual le costó ser capturado y recluido en los durísimos campos de concentración de Los Almendros y Albatera

ME CAGO EN PÉREZ-REVERTE: ¡VIVAN LAS BRIGADAS INTERNACIONALES
Siempre he considerado a Arturo Pérez-Reverte un macarra envalentonado por el éxito de su mediocre literatura. En una época que impide permanecer al margen de la historia, sin convertirse en cómplice de la ofensiva neoliberal contra los derechos y libertades de los ciudadanos, no está de más recordar su deleznable artículo “La guerra que todos perdimos” (19-04-11), donde mete en el mismo saco al “mono azul de miliciano, la boina de requeté o la camisa azul de Falange”. Pérez-Reverte tampoco establece distinciones entre los voluntarios de las Brigadas Internacionales y los voluntarios de la Italia fascista o la Alemania nazi. Todos eran “hijos de puta que ni siquiera sabían hablar en castellano y vinieron aquí a mojar en la sangre y en la muerte que solo era de nuestra incumbencia, sin que a ellos les hubiera dado nadie maldita vela en nuestro entierro”. Al releer esta miserable frase, he recordado el homenaje de Luis Cernuda a los brigadistas en su hermoso poema “1936”: “Gracias, compañero, gracias / por el ejemplo. Gracias por que me dices / que el hombre es noble. / Nada importa que tan pocos lo sean: / uno, uno tan solo basta / como testigo irrefutable / de toda la nobleza humana”.
59.380 brigadistas de 54 países diferentes lucharon en la guerra civil española (sería más correcto decir “guerra de clases”). No eran soldados profesionales, sino trabajadores, intelectuales o ex combatientes de la Gran Guerra reclutados por la Internacional Comunista. 15.000 perdieron la vida en el campo de batalla, muchas veces con edades que apenas rozaban los veinte años. Los primeros brigadistas llegaron a Albacete el 14 de octubre de 1936. Entre ellos había escritores de notable talento como Ralph Winston Fox y John Conrford. De nacionalidad británica, ambos murieron en la batalla de Lopera, una estrepitosa derrota que no obstante frenó el avance franquista hacia Andújar y Jaén. En la batalla del Jarama, cayó el poeta irlandés Charles Donnelly, que se refugió en unas olivas, huyendo del fuego de las ametralladoras franquistas instaladas en el cerro Pingarrón. Poco antes de morir, susurró: “Incluso las olivas sangran”. El poeta inglés Christopher Caudwell también falleció en el frente del Jarama. La presencia de numerosos escritores, poetas, médicos, artistas y científicos en las Brigadas Internacionales explica que algunos historiadores hayan descrito a los voluntarios como “la unidad militar más intelectual de la historia”.
CORNFORD
Las Brigadas Internacionales desempeñaron un papel esencial en la Batalla de Madrid. 1.550 hombres y 78 mujeres establecieron su cuartel general en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense. Gracias a su enorme despliegue y a sus abundantes bajas, pudieron frenar a los golpistas en la Casa de Campo, la carretera de Valencia y la sierra de Guadarrama. Las Brigadas Internacionales no resultaron menos cruciales en la Batalla del Jarama y en la Batalla de Guadalajara. No tuvieron tanto éxito en la Batalla de Belchite y en la Batalla de Teruel sufrieron muchas bajas, intentando evitar que las tropas franquistas reconquistaran la plaza. Su sacrificio no fue menor en la Batalla de Caspe y en la Batalla del Ebro, donde intervinieron como tropas de choque. Su actividad como guerrilla fue particularmente meritoria, pues se infiltraron en pequeños grupos en las líneas enemigas para sabotear su red de comunicaciones. En 1938, el número de voluntarios se había reducido a un tercio. El 21 de septiembre, Juan Negrín, Presidente del Gobierno, anunció la retirada inmediata e incondicional de los combatientes extranjeros del bando republicano, con la ingenua esperanza de que el bando sublevado respondiera con un gesto semejante. El 28 de octubre de 1938 se organizó un homenaje de despedida en Barcelona. Las Brigadas Internacionales desfilaron por última vez. Manuel Azaña, Negrín, Companys y Vicente Rojo encabezaron un acto que reunió a 250.000 personas bajo el lema: “Caballeros de la libertad del mundo: ¡buen camino!”. Dolores Ibarruri, Pasionaria, pronunció un discurso emotivo y vibrante: “¡Podéis marcharos orgullosos! Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia!”. No suele mencionarse que el 15% de los voluntarios eran de origen judío. La mayoría eran comunistas o anarquistas sin convicciones religiosas. Muchos de los brigadistas no pudieron volver a sus países de origen, pues les esperaban dictaduras fascistas (Alemania, Austria, Italia, Bulgaria). Otros, se enfrentaron a gobiernos que perseguían al comunismo o les exigían cuentas por haber combatido en las filas de un ejército extranjero (Canadá, Suiza). Algunos acabaron en campos de concentración franceses. Otros se incorporaron a la resistencia. Cuatro brigadistas yugoslavos organizaron el Ejército Partisano de Liberación: Peko Dapcevic, Koca Popovic, Kosta Nad y Petar Drapsin. Todos son considerados grandes héroes nacionales. Entre los brigadistas ilustres, puede mencionarse a Willy Brandt, el pintor mexicano David Alfaro Siqueiros o el mariscal Tito. Los voluntarios de la Brigada Abraham Lincoln regresaron a Estados Unidos sin problemas, pero durante los años del macartismo sufrieron el hostigamiento del gobierno, que les consideraba simpatizantes de la Unión Soviética. El 26 de enero de 1996 el Congreso de los Diputados les concedió la nacionalidad española, a cambio de renunciar a su propia nacionalidad. La Ley de Memoria Histórica eliminó este ofensivo requisito en 2006 y en junio de 2009 la embajada española en Londres entregó varios pasaportes. La derecha española nunca ha ocultado su odio hacia las Brigadas Internacionales y ha boicoteado sistemáticamente cualquier clase de homenaje o reconocimiento.
BRIGADAS 3
José Eduardo Almudéver nació en Marsella durante una gira del circo donde trabajaba su madre, natural de Valencia. Falsificó su edad para alistarse en las Brigadas Internacionales y no obedeció la orden de retirarse al extranjero, lo cual le costó ser capturado y recluido en los durísimos campos de concentración de Los Almendros y Albatera. Al ser liberado, se enroló en el maquis hasta 1947. Hace poco, con 94 años, evocó su primera experiencia en el frente: “Íbamos doscientos con fusiles, pero sin balas. Había que tener corazón para ir a la primera línea a luchar sin una bala”. No puedo evitar pensar en mi madre, que solo era una niña de doce años cuando le cayó una bomba de la aviación nazi en la calle de la Palma en el Madrid de 1937. Milagrosamente, el artefacto no explotó, pero una lluvia de cristales cayó sobre su cuerpo desnutrido. Mi abuelo era contable del Ministerio de Hacienda y ese mismo año fue trasladado a Barcelona, gracias a lo cual mi madre pudo contemplar la despedida de las Brigadas Internacionales y escuchar a la Pasionaria. No ha olvidado que los voluntarios se marcharon entre abrazos y flores arrojadas por una multitud conmovida por su valor y altruismo. Tampoco ha olvidado el miedo que estremeció a Barcelona cuando la Legión y los Tabores de Regulares pisaron la Avenida del Catorce de Abril, más tarde Avenida del Generalísimo y, en la actualidad, Avinguda Diagonal.
Con su estilo de rufián familiarizado con las reyertas y las puñaladas traperas, Pérez-Reverte finaliza su detestable artículo con un exabrupto: “No es cierto que nos ayudaran; déjenme de milongas pamperas, de camelos retóricos, de demagogia. El arriba firmante se cisca en la solidaridad internacional de las derechas y las izquierdas, en los discursos y en la mandanga”. No establecer diferencias entre un nazi de la Legión Cóndor y un brigadista como José Eduardo Almudéver constituye una infamia. Sin embargo, Pérez-Reverte considera que no es suficiente y cita su experiencia como corresponsal para vomitar más insidias: “Yo he pasado veintiún años yendo a guerras que no eran mías, y sé de qué iba Hemingway. Por eso me cago en Hemingway y en la madre que lo parió”. No esperaba menos de un meapilas que ha adquirido una fama abocada a disiparse tan deprisa como la de José María Gironella, autor del lamentable best-seller Los cipreses creen en Dios (1953), uno de los grandes éxitos de la literatura franquista. Hemingway nunca me ha inspirado demasiada simpatía. De hecho, creo que se parece bastante a Pérez-Reverte: fanfarrón, pendenciero, bocazas. Pienso en la infancia de mi madre, rota por la sublevación de Franco, y reparo en que Almudéver y otros jóvenes como él combatieron a los fascistas con mucho corazón y pocas balas. Arrojar porquería sobre su memoria me parece una inexcusable indignidad. Por eso, me cago en Pérez-Reverte y en los gilipollas que le han encumbrado. ¡Vivan las Brigadas Internacionales!
(Fuente: rafaelnarbona.es)
'1936', de Luis Cernuda

Recuérdalo tú y recuérdalo a otros,
Cuando asqueados de la bajeza humana,
Cuando iracundos de la dureza humana:
Este hombre solo, este acto solo, esta fe sola.
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros.

En 1961 y en ciudad extraña,
Más de un cuarto de siglo
Después. Trivial la circunstancia,
Forzado tú a pública lectura,
Por ella con aquel hombre conversaste:
Un antiguo soldado
En la Brigada Lincoln.

Veinticinco años hace, este hombre,
Sin conocer tu tierra, para él lejana
Y extraña toda, escogió ir a ella
Y en ella, si la ocasión llegaba, decidió a apostar su vida,
Juzgando que la causa allá puesta al tablero
Entonces, digna era
De luchar por la fe que su vida llenaba.

Que aquella causa aparezca perdida,
Nada importa;
Que tantos otros, pretendiendo fe en ella
Sólo atendieran a ellos mismos,
Importa menos.
Lo que importa y nos basta es la fe de uno.

Por eso otra vez hoy la causa te aparece
Como en aquellos días:
Noble y tan digna de luchar por ella.
Y su fe, la fe aquella, él la ha mantenido
A través de los años, la derrota,
Cuando todo parece traicionarla.
Mas esa fe, te dices, es lo que sólo importa.

Gracias, Compañero, gracias
Por el ejemplo. Gracias porque me dices
Que el hombre es noble.
Nada importa que tan pocos lo sean:
Uno, uno tan sólo basta
Como testigo irrefutable
De toda la nobleza humana.


ENTRADAS RELACIONADAS:


(«De todas las historias de la historia, sin duda la más triste es la de España, porque termina mal», dice el conocido poema de Jaime Gil de Biedma. La Guerra Civil fue una de esas tristes historias de la historia, una de esas historias de España que terminaron mal. Y sin embargo habría terminado todavía peor si no hubiera sido por aquellos hombres y mujeres que vinieron a participar en aquella gran epopeya colectiva.")




ANA MARÍA MATUTE SE HA IDO (reunión de materiales, in memoriam)

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"Sobre la famosa crueldad de los cuentos de hadas... me estremece pensar y saber que se mutilan, bajo pretextos inanes de corrección política más o menos oportunos, y que unas manos depredadoras, imaginando tal vez que ser niño significa ser idiota, convierten verdaderas joyas literarias en relatos no sólo mortalmente aburridos, sino, además, necios"


Probablemente, su marcha no se deba sólo al curso natural de la vida, que acaba siempre ahí. Quizá, quiso irse definitivamente al otro lado del cuento para permanecer agarrada a las palabras inventadas, a los que son de verdad, lejos, muy lejos, de esos textos oficiales, artificiales, textos rendidos a esa expresión que tanto odiaba, a lo "políticamente correcto", es decir, rendidos a la censura que prohíbe la visión del sufrimiento, que vela la realidad para que no pueda ser contada. La amputación de las historias para ocultar la tragedia provocaba su ira. Curiosamente, ahora algunos políticos argumentan, para no abrir comedores escolares, que la miseria se haría demasiado visible. Prohibir la literatura, prohibir la vida... seguir bailando como bobos la misma música repetida en el turbio teatro de tantas vanidades, de tantas fechorías. Ahora es ella la que está al otro lado del espejo, contando cuentos, sin parar, a los habitantes complacidos de ese lugar. Supongo que a veces se tomará un descanso para escuchar las historias que allí le regalan.

Una vez soñé que me encontraba con ella. Y que pasábamos la tarde charlando en una cafetería, con una botella de Cardhu haciendo de testigo menguante. Sólo hablamos de un tema, de la película 'La noche del cazador', de Charles Laughton... de niños, de pesadillas, de monstruos, de ángeles, del aprendizaje del sufrimiento, de ser niños, pero no imbéciles, de la imaginación que puede salvar, de correr a oscuras, de noche, por medio del bosque, porque nos están persiguiendo para matarnos, de encontrar esa casa, de encontrar más niños, de salvarnos, de vivir.
(LEI)




Reproducimos, en primer lugar, uno de los fragmentos más impresionantes (permanece en la memoria desde hace muchos años) de toda la literatura de la autora. Podemos recrearnos en esa progresiva tensión, disfrutar de esos fogonazos poéticos (... se dio cuenta de cómo le estaban mirando las mujeres, el mozo del establo y la luna... Rígida, con la cara tapada, estaba la muerte servida en el lecho... Entonces rodó de un solo tajo todo el calor de la noche. Por uñas y ojos, le entró invierno...) que se columpian entre lo más siniestro y lo más bello, como ecos lorquianos jamás pensados, podemos, en fin, ver la escena, como si el mejor director de cine de todos los tiempos la hubiese rodado en un momento de mágica inspiración.



"En la aldea ocurría algo extraño. La puerta de la empalizada estaba abierta. Por encima del tejado se había parado la luna. En el patio, tres mujeres estaban sentadas en el suelo, en hilera, con los mantos sobre la cabeza y las manos abandonadas en las rodillas. Manos de campesina, ociosas, abandonadas sobre la falda negra.
 Esto le dio la verdadera sensación de anormalidad. Los pies de Juan Niño se detuvieron. Entonces se dio cuenta de cómo le estaban mirando las mujeres, el mozo del establo y la luna. ¡Oh, luna quieta! Nadie le había contado a Juan Niño el cuento del viejo que llevaba leña a la luna, pero también a él prendía los ojos, como a todos los niños del mundo. En la puerta de la casa apareció una de las criadas. Al verle, se tapó la cara como si fuera a llorar. Juan Niño comprendía que debía continuar avanzando, avanzando, hasta que una fuerza ajena y superior se lo impidiera. Cruzó el patio y subió la escalera. En el cuarto de la madre había luz, y en el suelo se recortaba el cuadro amarillo de la puerta. Era una luz especial, una luz con olor, gusto y tacto. No había en ella nada violento ni deslumbrante. Vidriosa y densa, emborronaba la oscuridad como un aliento. Siguió avanzando, menudo y solemne, con los brazos caídos a lo largo del cuerpo. Al cruzar el umbral, su sombra apenas dejaba en el suelo un negro parpadeo. En todo él había algo de temblor estelar, de hierba azotada. Se detuvo, al fin, junto a los barrotes de la cama. Rígida, con la cara tapada, estaba la muerte servida en el lecho. Allí, la cintura breve y negra y las manos amarillas que no iban a tocar más su cabeza. La habitación parecía llena de moscas que zumbaran. Entonces rodó de un solo tajo todo el calor de la noche. Por uñas y ojos, le entró invierno, y parecía que huía su sangre como un río. ¡Ser niño, tener sólo cinco años! de pronto, se encontró abrazado a ella frenéticamente, sin un solo golpe de corazón. Era como si la vida se le hubiese detenido y ya nunca más pudiera volver a respirar. Le arrancó el lienzo de la cara, y la vio hinchada, de color morado y sanguinolento. Se había ahorcado."

(Ana María Matute, Fiesta al noroeste. Cátedra, Madrid 2001)


A continuación una de la mejores entrevistas (tan didáctica como sentimental), que ha ofrecido Ana María Matute en televisión.

La entrevista: Ana María Matute


"El cuento llega y se marcha por la noche, llevándose debajo de las alas la rara zozobra de los niños. A escondidas, pegándose al frío y a las cunetas, va huyendo"



LOS CUENTOS VAGABUNDOS


Pocas cosas existen tan cargadas de magia como las palabras de un cuento. Ese cuento breve, lleno de sugerencias, dueño de un extraño poder que arrebata y pone alas hacia mundos donde no existen ni el suelo ni el cielo. Los cuentos representan uno de los aspectos más inolvidables e intensos de la primera infancia. Todos los niños del mundo han escuchado cuentos. Ese cuento que no debe escribirse y lleva de voz en voz paisajes y figuras, movidos más por la imaginación del oyente que por la palabra del narrador. 


He llegado a creer que solamente existen media docena de cuentos. Pero los cuentos son viajeros impenitentes. Las alas de los cuentos van más allá y más rápido de lo que lógicamente pueda creerse. Son los pueblos, las aldeas, los que reciben a los cuentos. Por la noche, suavemente, y en invierno. Son como el viento que se filtra, gimiendo, por las rendijas de las puertas. Que se cuela, hasta los huesos, con un estremecimiento sutil y hondo. Hay, incluso, ciertos cuentos que casi obligan a abrigarse más, a arrebujarse junto al fuego, con las manos escondidas y los ojos cerrados. 



Los pueblos, digo, los reciben de noche. Desde hace miles de años que llegan a través de las montañas, y duermen en las casas, en los rincones del granero, en el fuego. De paso, como peregrinos. Por eso son los viejos, desvelados y nostálgicos, quienes los cuentan. 



Los cuentos son renegados, vagabundos, con algo de la inconsciencia y crueldad infantil, con algo de su misterio. Hacen llorar o reír, se olvidan de donde nacieron, se adaptan a los trajes y a las costumbres de allí donde los reciben. Sí, realmente, no hay más de media docena de cuentos. Pero ¡cuántos hijos van dejándose por el camino! 



Mi abuela me contaba, cuando yo era pequeña, la historia de la Niña de Nieve. Esta niña de nieve, en sus labios, quedaba irremisiblemente emplazada en aquel paisaje de nuestras montañas, en una alta sierra de la vieja Castilla. Los campesinos del cuento eran para mí una pareja de labradores de tez oscura y áspera, de lacónicas palabras y mirada perdida, como yo los había visto en nuestra tierra. Un día el campesino de este cuento vio nevar. Yo veía entonces, con sus ojos, un invierno serrano, con esqueletos negros de árboles cubiertos de humedad, con centelleo de estrellas. Veía largos caminos, montañas arriba, y aquel cielo gris, con sus largas nubes, que tenían un relieve de piedras. El hombre del cuento, que vio nevar, estaba muy triste porque no tenía hijos. Salió a la nieve, y, con ella, hizo una niña. Su mujer le miraba desde la ventana. Mi abuela explicaba: «No le salieron muy bien los pies. Entró en la casa y su mujer le trajo una sartén. Así, los moldearon lo mejor que pudieron.» La imagen no puede ser más confusa. Sin embargo, para mí, en aquel tiempo, nada había más natural. Yo veía perfectamente a la mujer, que traía una sartén negra como el hollín. Sobre ella la nieve de la niña resaltaba blanca, viva. Y yo seguía viendo, claramente, cómo el viejo campesino moldeaba los pequeños pies. «La niña empezó entonces a hablar», continuaba mi abuela. Aquí se obraba el milagro del cuento. Su magia inundaba el corazón con una lluvia dulce, punzante. Y empezaba a temblar un mundo nuevo e inquieto. Era también tan natural que la niña de nieve empezase a hablar... En labios de mi abuela, dentro del cuento y del paisaje, no podía ser de otro modo. Mi abuela decía, luego, que la niña de nieve creció hasta los siete años. Pero llegó la noche de San Juan. En el cuento, la noche de San Juan tiene un olor, una temperatura y una luz que no existen en la realidad. La noche de San Juan es una noche exclusivamente para los cuentos. En el que ahora me ocupa también hubo hogueras, como es de rigor. Y mi abuela me decía: «Todos los niños saltaban por encima del fuego, pero la niña de nieve tenía miedo. Al fin, tanto se burlaron de ella, que se decidió. Y entonces, ¿sabes qué es lo que le pasó a la niña de nieve?» Sí, yo lo imaginaba bien. La veía volverse blanda, hasta derretirse. Desaparecería para siempre. «¿Y no apagaba el fuego?», preguntaba yo, con un vago deseo. ¡Ah!, pero eso mi abuela no lo sabía. Sólo sabía que los ancianos campesinos lloraron mucho la pérdida de su pequeña niña. 



No hace mucho tiempo me enteré de que el cuento de la Niña de Nieve, que mi abuela recogiera de labios de la suya, era en realidad una antigua leyenda ucraniana. Pero ¡qué diferente, en labios de mi abuela, a como la leí! La niña de nieve atravesó montañas y ríos, calzó altas botas de fieltro, zuecos, fue descalza o con abarcas, vistió falda roja o blanca, fue rubia o de cabello negro, se adornó con monedas de oro o botones de cobre, y llegó a mí, siendo niña, con justillo negro y rodetes de trenza arrollados a los lados de la cabeza. La niña de nieve se iría luego, digo yo, como esos pájaros que buscan eternamente, en los cuentos, los fabulosos países donde brilla siempre el sol. Y allí, en vez de fundirse y desaparecer, seguirá viva y helada, con otro vestido, otra lengua, convirtiéndose en agua todos los días sobre ese fuego que, bien sea en un bosque, bien en un hogar cualquiera, está encendiéndose todos los días para ella. El cuento de la niña de nieve, como el cuento del hermano bueno y el hermano malo, como el del avaro y el del tercer hijo tonto, como el de la madrastra y el hada buena, viajará todos los días y a través de todas las tierras. Allí a la aldea donde no se conocía el tren, el cuento caminando. 



El cuento es astuto. Se filtra en el vino, en las lenguas de las viejas, en las historias de los santos. Se vuelve melodía torpe en la garganta de un caminante que bebe en la taberna y toca la bandurria. Se esconde en los cruces de los caminos, en los cementerios, en la oscuridad de los pajares. El cuento se va, pero deja sus huellas. Y aun las arrastra por el camino, como van ladrando los perros tras los carros, carretera adelante. 


El cuento llega y se marcha por la noche, llevándose debajo de las alas la rara zozobra de los niños. A escondidas, pegándose al frío y a las cunetas, va huyendo. A veces pícaro, o inocente, o cruel. O alegre, o triste. Siempre, robando una nostalgia, con su viejo corazón de vagabundo.

(Fuente: Biblioteca Ciudad Seva)




"... si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mis libros, por favor créanselas. Créanselas porque me las he inventado"




DISCURSO ÍNTEGRO AL RECOGER EL PREMIO CERVANTES

Majestades, autoridades:
Sospecho que no soy la primera en decir que nunca, durante la larga travesía de mi vida (salpicada, por cierto, de abundantes tempestades), imaginé que llegara a conocer un día como este. Y, junto a la inmensa alegría que me invade, debo confesarles que preferiría escribir tres novelas seguidas y 25 cuentos, sin respiro, a tener que pronunciar un discurso, por modesto que este sea. Y no es que menosprecie los discursos: solo los temo. Mi incapacidad para ellos quedará manifiesta enseguida y, por tanto, me permito apelar a su benevolencia. Pero antes deseo hacerles partícipes de mi agradecimiento: este premio lo considero como el reconocimiento, ya que no a un mérito, al menos a la voluntad y amor que me han llevado a entregar toda mi vida a esta dedicación.
Así que esta anciana que no sabe escribir discursos solo desea hacerles partícipes de su emoción, de su alegría y de su felicidad -¿por qué tenemos tanto miedo de esa palabra?- a todos cuantos han hecho posible este sueño, sueño que me acompaña desde la infancia. Desde aquel día en que oí por vez primera la mágica frase: "Érase una vez..." y conmovió toda mi pequeña vida.
Érase una vez un hombre bueno, solitario, triste y soñador: creía en el honor y la valentía, e inventaba la vida. San Juan dijo: "El que no ama está muerto", y yo me atrevo a decir: "El que no inventa, no vive". Y llega a mi memoria algo que me contó hace años Isabel Blancafort, hija del compositor catalán Jordi Blancafort. Una de ellas, cuando eran niñas, le confesó a su hermanita: "La música de papá no te la creas, se la inventa". Con alivio, he comprobado que toda la música del mundo, la audible y la interna -esa que llevamos dentro, como un secreto - nos la inventamos. Igual que aquel soñador convertía en gigantes las aspas de un molino, igual que convertía en la delicada Dulcinea a una cerril Aldonza. Inventó sensibilidad, inteligencia y acaso bondad -el don más raro de este mundo - en una criatura carente de todos esos atributos (¿Y quién no ha convertido alguna vez a un Aldonzo o Aldonza de mucho cuidado en Dulcineo o Dulcinea...?).
El tiempo en el que yo inventaba era un tiempo muy niño y muy frágil, en el que yo me sentía distinta: era tartamuda, más por miedo que por un defecto físico. La prueba de ello es que esa tartamudez desapareció durante los bombardeos. O así lo creo. Pero el caso es que, salvo excepciones, las niñas de aquel tiempo, mujeres recortadas, poco o nada tenían que ver conmigo. Y traigo esto a cuento para explicar -y quizá explicarme de algún modo- mi extrañeza, mi entrega total, absoluta, a esto que luego supe se llamaba Literatura. Y que ha sido, y es, el faro salvador de muchas de mis tormentas.
Sí, este galardón que tanta felicidad y optimismo me causa -y no olvidemos que el optimismo y los planes de futuro, a los ochenta y cinco años, son cuestiones a meditar o poner en tela de juicio- puede ser el colofón a la entrega de toda una vida que, en mis tiempos mozos, consideré en su mayor parte una "vida de papel". Y recuerdo. Recuerdo. Sólo tenía un amigo, mi muñeco Gorogó, que, naturalmente, más tarde incorporé a una de las novelas con las que me siento más identificada, Primera memoria. Aunque no haya escrito nunca una novela autobiográfica, estoy en sus páginas. Todo eran inventos, hasta que supe que en la Literatura -en grande-, como en la vida, se entra con dolor y lágrimas. [...]
La osadía que impulsa a los adolescentes y a los ignorantes y a los fabricantes de inventos y de sueños -¿acaso no son, a veces, una misma cosa?-, todo eso me empujó a llevar mi primera novela -escrita años antes, a los 17- a probar fortuna en una de las más prestigiosas editoriales. Pero mi mayor osadía era no sólo llevar una novela casi adolescente a una importante editorial, sino que, encima, la llevaba escrita a mano, en un cuaderno escolar, cuadriculado, con las tapas de hule negro (Si alguien de mi edad me está escuchando, sabrá de qué tipo de libreta hablo. Eran las libretas de la posguerra). Yo iba a Destino cada día, con mi libretita bajo el brazo, 19 años y calcetines -que entonces estaban de moda a esa edad- y mi aspecto aún más aniñado del normal. Un empleado que se había fijado en mí (debía de resultar patética) se conmovió con mis pretensiones y mi libreta y me consiguió una entrevista con el director. Se trataba del novelista Ignacio Agustí, que acababa de tener un enorme éxito con su novela Mariona Rebull. Cuando vio mi cuadernito lleno de letras e "inventos", tuvo la delicadeza de no manifestar ni burla ni extrañeza. Debo agradecérselo, era un verdadero señor. Con infinita paciencia, me explicó que debía pasarlo a máquina y que ellos la leerían, y que ya me dirían algo. Aún hoy me sonrojo recordándolo. Era la criatura más ignorante y despistada de cuanto el mundo editorial se refería. Nadie de mi entorno, ni familiares, ni amistades, conocidos o saludados (como diría Josep Pla) había tenido nada que ver con el mundo editorial. Eran lectores, eso sí, pero de la confección de un libro lo ignoraban todo. Afortunadamente, la lectura y los libros no escasearon en mi familia. Cosa que he de agradecerles, porque no era muy frecuente en la España de entonces.

Cuando Alicia, por fin, atravesó el cristal del espejo y se encontró no sólo con su mundo de maravillas, sino consigo misma, no tuvo necesidad de consultar ningún folleto explicativo. Se lo inventó, como la música de papá
Pocos días después, tuve la enorme alegría -y, por qué no decirlo, el vago temor- de que la editorial Destino me contratase el libro. Eso sí, con la sorpresa de mi estupefacto padre, a quien yo no había anticipado nada de aquellos afanes, y que fue requerido para dar validez a mi contrato con su firma, pues yo era menor de edad. Animada por el éxito de aquellos primeros pasos, y enterada de la existencia del Premio Nadal -que había ganado otra mujer joven, Carmen Laforet, aunque ella era algo mayor que yo-, envié mi segunda novela, escrita a los 19, con la esperanza de obtenerlo yo también. No fue así, pero tengo aún la satisfacción y acaso orgullo de constatar que quedó en tercer lugar, cuando se llevó el premio el gran Miguel Delibes.
La novela citada, llamada Los Abel, y escrita, que no publicada, a los 17 años, suplantó en el contrato a Pequeño teatro (que, 11 años más tarde, obtuvo el Premio Planeta). Y ese fue mi verdadero bautizo de entrada en el mundo editorial. Empecé a conocer a escritores y todo tipo de gentes de "invenciones", puesto que me aparté totalmente del que había sido hasta aquel momento mi entorno natural. Conocí y viví un clima distinto, muy distinto del que había sido el mío habitual hasta aquel momento, y que, paradójicamente, resultaba mucho más afín a mi naturaleza. Y continué inventando invenciones, y viene a mi memoria un día en que inventé el "arzadú"... Brotaba esporádica, espontáneamente, cuando buscaba el nombre de una flor. Si existía, vivía sólo en la memoria de su delicadeza, su color, su perfume, aunque no constara en ningún libro ni catálogo de botánica. Y, así, llegó un día en que estudiosos y minuciosos profesores y escolares americanos se interesaron por el arzadú, y me brearon a preguntas: no lo encontraban por ninguna parte [...]. Desde aquí les pido perdón a aquellas gentes de buena voluntad. Tómenlo como lo que era: una invención más. La había introducido no sólo en algunos de mis cuentos, sino también en alguna novela; y, al fin, yo me lo creía, y me lo creo: el arzadú brota cada primavera, o cada otoño, en las vastas y ahora ya remotas colinas de los sueños. De los sueños que convierten Aldonzas en Dulcineas, y quién sabe cuántas flores más. Tantas como soñadores, o poetas existan. Y cuando por fin vi publicado por vez primera mi primer libro,Los Abel, dormí toda la noche con el ejemplar bajo la almohada. Y el gran honor con el que hoy se me ha distinguido reúne para mí tanto una trayectoria literaria como vital: no puedo separar la una de la otra. Desde que tengo uso de razón, he leído, he escrito, he escuchado... Desde aquel primer cuento inventado a los cinco años hasta este último libro, que los recoge casi todos, compruebo con satisfacción que por fin el cuento ha ingresado entre los géneros respetados de nuestra literatura. Aun cuando contemos con entre sus cultivadores desde el inmenso Cervantes, que honra con su nombre este premio, hasta los más recientes de nuestros escritores, jóvenes y no tan jóvenes, hasta hace poco aún se lo ha considerado literatura "menor". Pero por fin en España se empieza a reconocer en el cuento, en el relato corto, el valor y la importancia que merece.

¿Y aún nos preguntamos por qué los niños leen poco? Yo recuerdo aquellos días en Sitges, hace años, cuando algunas tardes de otoño venía a mi casa un tropel de niños y, junto al fuego -como está mandado-, oían embelesados repetir por enésima vez las palabras mágicas: "Érase una vez ...". Y habían dejado la televisión para escucharlas
Sobre la famosa crueldad de los cuentos de hadas -que, por cierto, no fueron escritos para niños, sino que obedecen a una tradición oral, afortunadamente recogida por los hermanos Grimm, Perrault y Andersen, y en España, donde tanta falta hacía, por el gran Antonio Almodóvar, llamado "el tercer hermano Grimm" -, me estremece pensar y saber que se mutilan, bajo pretextos inanes de corrección política más o menos oportunos, y que unas manos depredadoras, imaginando tal vez que ser niño significa ser idiota, convierten verdaderas joyas literarias en relatos no sólo mortalmente aburridos, sino, además, necios. ¿Y aún nos preguntamos por qué los niños leen poco? Yo recuerdo aquellos días en Sitges, hace años, cuando algunas tardes de otoño venía a mi casa un tropel de niños y, junto al fuego -como está mandado-, oían embelesados repetir por enésima vez las palabras mágicas: "Érase una vez ...". Y habían dejado la televisión para escucharlas.
Yo no había cumplido los once años cuando estalló la guerra civil española. Unos niños acostumbrados a no salir de casa si no era acompañados por sus padres o la niñera nos vimos haciendo interminables colas para conseguir pan o patatas. No es raro, pues, que yo me permitiera, años más tarde, definir esa generación a la que pertenezco como la de "los niños asombrados". Porque nadie nos había consultado en qué lado debíamos situarnos. Nadie nos había informado de nada y nos encontramos formando parte de un lado o de otro, tal y como me confesó un día Jaime Salinas. Yo, ahora, sólo recuerdo que el mundo se había vuelto del revés, que por primera vez vi la muerte, cara a cara, en toda su devastadora magnitud; no condensada, como hasta aquel momento, en unas palabras -"el abuelito se ha ido y no volverá..."-, sino a través de la visión, en un descampado, de un hombre asesinado. Y conocimos el terror más indefenso: el de los bombardeos. Y aquellos cuentos, aquellas historias para niños", añadieron en su ruta interna de niña asombrada un aprendizaje. Atroz. Mucho más atroz que los cuentos de hadas.
En lugar de cuentos aislados, empecé a escribir entonces una revista, de la que era editora, escritora y repartidora, una revista "a mano" que se pasaban unos a otros mis hermanos y mis primos, algún amigo... Había de todo: desde cuentos, por supuesto (que siempre acababan con un "continuará" del que yo aún no tenía clara noticia), hasta crítica de cine, con sus correspondientes fotografías recortadas de alguna revista. Y recuerdo ahora como, en medio de todo aquel horror, qué encanto, qué maravilloso invento de la vida era para mí aquella llamada revistilla... Y todo lo que yo ignoraba, que sería lo que continuaría mañana...
Entonces escribí mi primera novela. Se llamaba Juanito, y ocurría durante la Revolución Francesa. Pero pueden imaginar qué extraña Revolución Francesa relataba... Claro está: me la inventé, pero algo tienen los inventos-sueños, porque, cuando durante la noche, toda la casa dormida, acudía al cuarto de mis dos hermanos, José Antonio y José Luis, y, ayudada por una linternilla de pilas, se la leía, protestaban cuando yo decía "continuará" (Y eso quería decir hasta la noche siguiente). Entonces parecía llenarse de magia la habitación a oscuras de los niños. Niños asombrados -como cuando, en cierta ocasión, vi surgir, al partir un terrón de azúcar en la oscuridad, una chispita azul-, algo que me reveló que yo sería escritora, o que ya lo era.
Con ello sólo quiero decir que aquella lucecita azul, aquel virus, no me abandonó nunca. Cuando Alicia, por fin, atravesó el cristal del espejo y se encontró no sólo con su mundo de maravillas, sino consigo misma, no tuvo necesidad de consultar ningún folleto explicativo. Se lo inventó, como la música de papá.
Ahora, tras estas deshilvanadas palabras, ojalá haya logrado trasmitirles algo de mi alegría, mi gratitud por la distinción que aquí me trae. Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mis libros, por favor créanselas. Créanselas porque me las he inventado.
Muchas gracias.

Ana María Matute, en 1993 (EL PAÍS)


FRAGMENTO DE 'PARAÍSO INHABITADO'
I
Nací cuando mis padres ya no se querían. Cristina, mi hermana mayor, era por entonces una jovencita displicente, cuya sola mirada me hacía culpable de alguna misteriosa ofensa hacia su persona, que nunca conseguí descifrar. En cuanto a mis hermanos Jerónimo y Fabián, gemelos y llenos de acné, no me hacían el menor caso. De modo que los primeros años de mi vida fueron bastante solitarios. 

Uno de mis recuerdos más lejanos se remonta a la noche en que vi correr al Unicornio que vivía enmarcado en la reproducción de un famoso tapiz. Con asombrosa nitidez, le vi echar a correr y desaparecer por un ángulo del marco, para reaparecer enseguida y retomar su lugar; hermoso, blanquísimo y enigmático. 

Nunca supe por qué razón el Unicornio había intentado escapar del cuadro y durante mucho tiempo me intrigó, y aun me atemorizó un poco. Por aquellos días yo no debía de tener más de cinco años -quizá sólo cuatro-, pero ese recuerdo tiene un lugar relevante entre los primeros de mi vida. A veces, los recuerdos se parecen a algunos objetos, aparentemente inútiles, por los que se siente un confuso apego. Sin saber muy bien por qué razón, no nos decidimos a tirarlos y acaban amontonándose al fondo de ese cajón que evitamos abrir, como si allí fuéramos a encontrar alguna cosa que no se desea, o incluso se teme vagamente. 

Más o menos por aquellos tiempos en que vi echar a correr al Unicornio, fui enterándome, poco a poco, de que había nacido a destiempo. La primera noticia concreta la tuve durante mis prolongadas escuchas bajo la mesa del cuarto de la plancha. Junto a la cocina y el antiguo cuarto de jugar -ahora convertido en cuarto de estudio, porque Jerónimo y Fabián estudiaban allí, y aparentemente ya nadie jugaba en aquella familia- eran mis espacios habituales.

Las personas más cercanas a mí eran precisamente las que los frecuentaban y ocupaban: Tata María y la cocinera Isabel. Escondida debajo de la mesa de la plancha, escuchaba sus conversaciones, a menudo tan misteriosas que, cuando hablaban del mundo y la vida en general, me despertaban innumerables preguntas, pero si se referían a mí resultaban muy claras. De este modo tuve el temprano conocimiento de que había nacido tarde y en el momento menos oportuno para la familia. 

-ésta no ha tenido la suerte de sus hermanos, pobrecilla -murmuraba Isabel, siempre sentimental, mientras recogía y guardaba alguna cosa. Tata María se limitaba a levantar los ojos al techo y, de cuando en cuando, acompañado de un golpe de plancha, murmurar algo ininteligible.

A pesar de todo, mis primeros años no fueron desgraciados. Incluso me atrevo a decir que fueron más felices que los de algunos niños nacidos en circunstancias más favorables. Entre otras cosas, yo ya me había fabricado un mundo propio, donde vivía sumergida en algún elemento nebuloso, y a veces extraordinariamente cálido, con la calidez que -por lo oído bajo la mesa de la plancha- me había sido de algún modo regateada. Esconderme bajo aquella mesa -aun con el convencimiento de que las dos mujeres sabían, o sospechaban, mi presencia- no era el único de mis refugios. No puedo recordar exactamente cuándo empecé a saltar de la cama y recorrer el mundo nocturno de la casa. Suponía a todos dormidos. Y lo estaban, o no estaban, o estaban en algún lugar muy alejado de mí. Pero la casa, no. La casa despertaba precisamente entonces. 

Tata María, y la cocinera Isabel, me habían leído, la primera, y contado, la segunda, muchos cuentos. Los libros desechados ya por mis hermanos fueron, primero en sus labios y poco más tarde leídos por mí misma, lo más revelador y dichoso de mi primera infancia. Y no es extraño -o no lo era entonces- que en alguna de aquellas correrías nocturnas, descalza y en camisón, viera una bandada de príncipes cisnes -once, exactamente- volar cielo arriba, o escuchara suavemente, entre el vaivén de las cortinas de mi ventana, la llamada de un conocido caramillo. 

Cristina me había aceptado a regañadientes en su cuarto. Casi lloró pidiendo que no la obligaran a compartir sus cosas con las mías (yo no tenía nada, excepto el osito Celso). Y mamá dijo que Cristina tenía razón: ella era una mujercita, y yo, un "gorgojo". Así que por aquellas noches ya tenía un dormitorio propio, claro que mucho más pequeño que el que hasta entonces había compartido con Cristina. Era una habitación, no en la llamada parte "noble" de la casa, sino en la zona del cuarto de estudio, el de las Tatas, el de la plancha, la cocina... En fin allí donde yo me movía libremente y sin temor. Se trataba de un cuarto pequeño, con una ventana de cortinas azules y amarillas, y gruesos visillos blancos, con un casi invisible zurcidito en una esquina, que había cosido Tata María. Cuando se corrían los visillos, se podía apreciar, en su amplitud, el patio interior que tanta importancia tuvo para mi primera infancia, y mis recuerdos. No era precisamente un jardín encantador, era un espacioso patio interior con el suelo cubierto de lositas hexagonales de color gris. Al fondo del portal de la casa, había una puerta grande que sólo se abría para dar paso a ese patio y al garaje -minigaraje-, donde guardaban los dos o tres únicos coches de los vecinos de la casa. En una plaquita dorada, de otros tiempos, aún se leía: "ENTRADA DE CARRUAJES".

Cuando me asomaba a la ventana de mi cuarto, contemplaba el ir y venir de los chóferes. Entre ellos estaba Paco, mi primer amigo, porque fue la primera persona con la que entablé conversación fuera de la familia. Visto desde mi ventanita, Paco era un hombre para mí gigantesco, que calzaba botas altas, como si fuera a montar a caballo. Era mi amigo, porque él me llamaba su novia, y me lanzaba besos con la mano.

También consideraba amigo mío al farolero, aunque jamás había cruzado una palabra con él, pero en mis escapadas al salón, le veía desde el balcón, allá abajo. En los atardeceres iba encendiendo, con una larga pértiga, llamitas azuladas, temblorosas, dentro de sus fanales. Era un hombre bajito, vestido de azul marino, con gorra adornada de una cinta roja, a quien nunca vi la cara, porque en la ciudad era siempre otoño, o invierno, y a esas horas ya no se veía con claridad lo que ocurría más allá de los balcones. Eran precisamente los balcones del llamado Salón -nombrado así, con cierto deleite en boca de Tata María y la cocinera Isabel- allí a donde yo acudía, noctámbula y rodeada de una niebla cálida que sólo transparentaba cuanto yo deseaba ver, y jamás he vuelto a recuperar. Ahora la niebla sólo es niebla, conocida y húmeda, fría y casi desprovista de misterio.

Pero no entonces.

Entonces, el mundo empezaba cuando yo saltaba sigilosa de la cama, me asomaba a la puerta y vigilaba cautelosamente el largo pasillo que conducía a la otra puerta, la que me llevaría a la habitación más misteriosa de la casa: el salón, tan respetado por las dos mujeres que componían, entonces, lo más parecido a mi familia, y, para mí, el umbral del mundo en que realmente vivía. La noche era mi lugar, el que yo me había creado, o él me había creado a mí, allí donde yo verdaderamente habitaba. Despertar en la noche, adormecer en la mañana, y aquel vivir a contrapelo, fue quizá la razón de la tenue felicidad que me salvó de cosas como saber que nunca fui deseada, de haber nacido a destiempo en una familia que había ya perdido la ilusión y la práctica del amor.
Al salón se llegaba cruzando el pasillo. Cuando se atravesaban las puertas encristaladas que conducían a la zona donde el parquet se enceraba y cubría a trechos por gruesas alfombras. Aquellas alfombras (aún hoy soñadas) donde se hundían a placer los pies descalzos. A veces yo creía que el pasillo era un río, y que por él se deslizaban barcos de papel de periódico, como los que hacía a veces Tata María, cuando yo era aún muy pequeña, con las páginas de los ABC atrasados. Y en uno de aquellos barcos, llenos de sucesos y anuncios, yo navegaba, con un dedo sobre los labios para imponer silencio a todas las invisibles y visibles criaturas que me acompañaban o espiaban en la travesía. La oscuridad no era total, como en el dormitorio. Apenas se cruzaba la puerta encristalada empezaba la noche de las luces apagadas y las luces que se encienden de trecho en trecho, a veces repentinamente; un súbito cuadro de luz amarilla sobre el suelo, que poco después desaparecía; y un poco más allá, el reflejo de la luna en algún objeto cristalino. Hasta llegar al otro lado de la puerta en vaivén, como las de las películas de vaqueros, pero de cristal. Y empezaba mi noche, con el salón y las llamitas que había encendido mi amigo el farolero y teñían los visillos de un tenue resplandor azul.

El salón era, quizá, la habitación más importante de la casa. Yo desembarcaba a sus puertas y lo contemplaba temiendo, con el golpeteo de mi corazón, que llegara uno de aquellos altos y extraños seres Gigantes que me atemorizaban -entre los que se contaban también, pese a mí misma, papá y mamá- y me devolvieran al temible reino del sol. El desapego de los Gigantes favorecía, de todos modos, el éxito de aquellas incursiones nocturnas. Si no tenía acceso a sus vidas, ellos no la tendrían a la mía: y la mía era infinitamente mejor. Eso me parecía entonces (y aún puedo afirmar ahora, cuando estoy a punto de decir adiós a cuanto me rodea y me rodeó). No puedo permitirme el disimulo ni la falsedad, porque estoy recuperando recuerdos, retazos de un barco de papel arrinconado al fondo de un cajón que nunca tuve valor para abrir.

Acostumbraba a instalarme agazapada bajo un sofá de altas patas torneadas, hermoso e incómodo -como casi todo lo hermoso-. No era un espionaje, más bien un refugio.

Se trataba de la más espaciosa de las habitaciones. Para mí, entonces, tan enorme como lo eran sus muebles y todo cuanto allí se acumulaba. A menudo tomaban formas de animales o montañas, y hasta cascadas, que caían suavemente y sin ruido sobre los dibujos de la alfombra. Olía de un modo especial, distinto al resto de la casa. Yo le llamo ahora "olor al salón", una mezcla de olor a alfombra calentada por los radiadores, y a cera de parquet, y a madera de caoba. Del techo colgaban dos grandes lámparas, como árboles de cuyas ramas, en lugar de hojas, nacían cristales. Reflejaban estrellitas móviles, como si tuvieran vida y su vida fuera el resplandor que emanaba de allá abajo, de la acera donde, a su vez, otras llamitas azules temblaban en sus fanales.

Tata María y la cocinera Isabel sentían un respeto casi reverencial hacia aquellas dos lámparas a las que, ante mi desconcierto, llamaban "arañas". La única araña que yo había visto apareció un día en el cuarto trastero, junto a la cocina. Fue una verdadera conmoción en el mundo en que yo me movía (la cocina, el cuarto de plancha, la despensa). Apareció provocando gritos histéricos. Ante mi asombro, Tata María, siempre tan seria y mesurada, se subió a una silla, sofocando gritos con la mano sobre la boca, hasta que Isabel mató a la araña de un palmetazo. Era un animal pequeño, negro y peludo, que me despertó más curiosidad que asco y, finalmente, una cierta compasión. Isabel recogió en un papel lo que quedaba de ella y lo tiró a la basura. Así que poca cosa tenía que ver con las dos lámparas que tanta admiración, y hasta veneración, despertaban en las dos mujeres. Cosas como éstas contribuían a aumentar día a día la distancia que me separaba del mundo de las personas mayores: Gigantes lejanos, impredecibles y un poco ridículos.

No sé si los cristales-hojas de aquellas lámparasarañas tenían vida propia, pero lo cierto es que yo creía oír un tintineo lejano y misterioso entre sus ramas, y que los fulgores que de unas a otras iban comunicándose formaban parte de alguna conversación, en un idioma que aún yo no conocía, pero estaba a punto de aprender. Había también un reloj, dorado, con la esfera de porcelana blanca y dibujos azules rodeada de brillantes falsos, que me atraía especialmente, por asociarlo a uno de los inapreciables tesoros que mencionaban los cuentos, aún leídos por la Tata o contados por Isabel, con que se nutría mi imaginación. A través de los cristales, visillos y cortinas que impedían la visión de la calle, la calle estaba ahí abajo, muy próxima, porque vivíamos en un entresuelo, que entonces se llamaba principal, y quizá ahora también. Cuando me deslizaba suavemente sobre la alfombra y llegaba a uno de aquellos dos balcones que se abrían al mundo exterior, descorría los visillos y me asomaba al de los faroles y el farolero. Enfrente, al otro lado de la calle, veía la pared de ladrillos rojos que bordeaba los jardines de la iglesiaconvento de la Milagrosa, adonde me llevaba la Tata los domingos. Por encima de la tapia, sobresalían las copas de los árboles y, cuando hacía viento, veía y oía su balanceo nocturno, como una voz que quisiera comunicar algo a alguien en alguna parte, en algún tiempo. Sentía entonces un leve escalofrío, no sé aún si de temor o de placer, sobre todo en las noches de luna, como aquella en que vi echar a correr al Unicornio. En los cuentos de Andersen, el gran cómplice de mis primeros años, había aprendido que las flores tenían su lenguaje, sus bailes nocturnos, donde reinaban, y poco después languidecían hasta acabar en la basura. Pero sobre todo, aprendí que existía un lenguaje secreto, un lenguaje al que yo tenía acceso. Un día en que nos visitó la tía Eduarda, oí decir a mamá, preocupada: "Esta niña no habla... es un tormento conseguir que diga una sola palabra", y Eduarda -no le gustaba que la llamáramos tía, sólo Eduarda- le contestó: "Mejor para ella". Me miró por primera vez, con sus grandes ojos azules, parecidos o quizá iguales a los del Unicornio, y añadió: "Tendrá otro lenguaje". Con otro lenguaje, y sabiendo que las flores marchitas pueden resucitar en la noche, y también cuentan sus historias las tazas, los tenedores, las agujas de zurcir y las sartenes, recalaba yo, en mi barquito de papel de periódico, hasta la gruta bajo el alto e incómodo sofá, donde me permitían ver, oír y oler todas aquellas criaturas que fingían no verme, pero me querían. O así me gustaba creerlo. Ya, tiempo atrás, un par de estatuillas, una blanca, la otra negra, me habían hecho señas. A veces levantaban la mano y la agitaban como un saludo, otras sonreían. Y, cosa rara, sonreía más la oscura, aquella a la que apenas podía ver la cara. Pero sobre todas estas cosas, había como un viento bajo, secreto, que avanzaba conmigo a ras de suelo, rozando la alfombra, hacia los balcones: como cuando en otoño oí crepitar las hojas caídas, bajo las pezuñas del Unicornio. Todavía no había estado nunca en un bosque y, sin embargo, lo presentí, tal como fue años después: cuando ya leía, y no sólo escuchaba historias de labios de María o Isabel, sino que podía levantarlas yo misma de entre las páginas de aquellos libros que tanta importancia tuvieron para mí.

Allí, bajo el sofá, o bajo cualquier otro mueble donde pudiera ovillarme, asistía a ecos, susurros y chispazos de luz que iban comunicándose, unos a otros. Una conversación entre destellos que yo, poco a poco, iba entendiendo. Sí, existía otro lenguaje, y era el mío. Eduarda tenía razón.

Aunque también, en ocasiones, hacía, precipitadamente, la travesía a la inversa: cuando oía conversaciones de Gigantes en el salón, con las arañas encendidas, las cortinas cerradas, ruido de copas y extrañas y casi sofocadas risas que para mí, entonces, eran únicamente sonidos guturales, ligeramente punzantes. Recuerdo ahora algo que entonces no sabía: yo, en mi primera infancia, además de no hablar no me reí nunca. Ignoraba lo que era la risa, y la verdad es que también a mis hermanos Jerónimo y Fabián tardé mucho en oírles reír. Ni siquiera cuando llegaban del colegio, entraban en el cuarto de estudio y vaciaban las carteras encima de la mesa. Ceñudos, incómodos consigo mismos, ya no demasiado niños ni todavía hombres, en esa tierra de nadie que se llama adolescencia. Se enfrascaban en sus libros, rodaban lápices, se abrían y cerraban cuadernos, intercambiaban frases, preguntas, y a veces, se levantaban y se enzarzaban en un simulacro de pelea -que acababa siempre sin vencido ni vencedor- y retornaban a sus estudios. O así lo parecía, de nuevo rodeados de lápices, cuadernos, gomas de borrar y algún que otro sacapuntas de hoja demasiado gastada. Pero nunca, entonces, les oí reírse. Cristina, por supuesto, quedaba muy lejos de estas cosas, encastillada en su habitación. Y sonreía.

Pues bien, cuando había risas en el salón, y las lucesamarillas en las arañas ya no eran chispazos de luz comunicándose mensajes entre sí, sombras y reflejos reproducidos misteriosamente en el techo o en la pared, palabra silenciosa, lenguaje secreto, entonces, como dije, hacía la travesía al revés, daba la vuelta a mi barco de papel, con sus noticias de jarabe para la tos, aceite de hígado de bacalao, píldoras para aumentar los senos y Cerebrino Mandri, y me dirigía a la cocina, porque sus habitantes de carne y hueso, ya ni siquiera se reían, dormían profundamente, e incluso podía oírse el zumbido de algún que otro ronquido a través de la puerta del llamado cuarto de las Tatas. Y en la cocina, también existía otro retazo del mundo en que yo habitaba. Andersen me había dicho que las tazas, las teteras, los tenedores y hasta las sartenes tienen también su vida nocturna. Me asomaba a la alacena, y creía escuchar la afónica voz, lastimera y resentida de la vieja tetera cruzada por una grieta apenas visible, pero que anunciaba su rotura inminente. Y oía las quejas de las cucharillas y tenedores mezclados al tuntún en el cajón más variopinto de la cocina: allí donde iban a parar todos los desparejados, derrotados soldados de alguna perdida batalla contra el tiempo, retirados ya para siempre del comedor de los Gigantes. Lloraban, por sentirse separados de algún compañero o amigo que habían creído inseparable, y yo oía su llanto. Y recuerdo muy bien una cucharilla puesta a secar en una taza, por la que se deslizaba una lágrima como una diminuta estrella, tan despacio que parecía que no acababa de caer. También el grillo despertaba, las noches de verano, en su diminuta jaula, junto a los restos de una hoja de lechuga amorosamente colocada por Isabel. Y el vaso de cristal, al borde de la ventana, con su verde y exultante ramo de perejil. A veces, desde el patio de la cocina -no era como el de mi novio Paco-, me llegaba algún ruido. Por la abierta ventana, otra ventana de luz amarilla, se encendía en la pared de enfrente. Algún grifo goteaba. Luego, otra vez el silencio de la noche, con todo su esplendor, aquel que ponía al descubierto -por lo menos entonces y para mí- los mil mundos ocultos de la casa y quizá de todas las casas.

Y así fue como una noche vi echar a correr al Unicornio. Fue una carrera fugaz, como los destellos de cristal, hasta desaparecer en un ángulo del cuadro, seguido de un leve rumor de follaje pisoteado, y olor a hojas caídas. Al poco, regresó. Volvió a colocarse mansamente, bajo las manos de una mujercita rubia, que, según me parecía, lo contemplaba entre amorosa, divertida o estupefacta. 
Tengo muy presente aquella noche, porque precisamente a la mañana siguiente me vi cara a cara, por vez primera, en el mundo de los Gigantes. Quiero decir, que me llevaron al colegio del paseo del Cisne: Saint Maur.

El colegio del paseo del Cisne había sido antes el colegio de Cristina. Fue esto lo primero que oí apenas crucé aquel umbral y subí sus escaleras. Tata María secó con la punta del delantal una lágrima de mi mejilla, me recomendó que fuera buena, que obedeciera siempre, y que cuando me pasara algo malo dijera el Jesusito de mi vida, pero que no haría falta, porque aquellas señoras eran muy buenas y muy santas y ya vería yo qué bien. Pero cuando nos separaron, de la mano de sor Monique, volví la cara y la vi que también se llevaba la punta del delantal a los ojos, y tenía la boca fruncidita, como aquellos calcetines que llevaba en una bolsa y zurcía junto a la merienda, cuando íbamos al parque, que entonces se llamaba Los Jardines del Museo. Porque había un museo, con un enorme esqueleto dentro, que se llamaba Mamut, y yo lo relacionaba, sin motivo ni sentido alguno, con la palabra mamá.

En cuanto estuve sentada en la clase de párvulos, Madame Saint Genis -nada de sor, eso era para las tatas del colegio- se inclinó afectuosamente hacia mí, que estaba sentada en primera fila, en un pupitre doble -quiero decir que era para dos pero yo aún no tenía compañera- y, en tanto me invadía una vaharada indefinible, mezcla de incienso, velas y aliento a café con leche (seguramente acababa de desayunar), me comunicó que Cristina, la gran Cristina que me había arrojado de su dormitorio y me hacía sentir culpable de haber nacido, o por lo menos de haber nacido a destiempo, había sido una alumna ejemplar, intachable, piadosa, aplicada y dulce. Que esperaban de mí un comportamiento que no desentonara del de ella y que mi familia era muy querida por ellas. Yo tenía entonces cinco años.

Lo que saqué en limpio de aquella conversación -mejor dicho, monólogo- fue una serie de preguntas. ¿Aplicada?, y me dije: ¿aplicada a qué? Hasta entonces esta palabra era muy concreta y específica. Por ejemplo, a una cataplasma que me habían puesto el año anterior, una vez que tosía mucho. 

Jerónimo y Fabián tenían pocas y brevísimas conversaciones conmigo pero mostraban hacia mí una cierta simpatía, o quizá ternura, que entonces yo no lograba apreciar. Una vez, viéndoles vaciar sus carteras sobre la mesa, les pregunté: "¿Cómo es el colegio?". Ellos se miraron, y Jerónimo me dijo: "¡Es el ejército!". Fabián añadió: "Es el ejército: tú formas parte de un batallón, y tienes capitanes, tenientes, generales...". Jerónimo se inclinó hacia mí, y por primera vez me acarició la cabeza. Pero yo no lo había olvidado, y poco después me encontré con mi teniente, o capitán, o general... Todas aquellas señoras que Tata María había calificado como buenas y santas. Y que todo iría bien. 

(Fuente: elcultural.es)

24 de noviembre de 2010. La escritora Ana María Matute (d), celebra su designación como ganadora del Premio Cervantes de literatura en el restaurante Alfonso de Barcelona, acompañada por Silvia Sesé, de Destino (i) y por María Paz Ortuño, estudiosa de su obra . (MARCEL.LÍ SÀENZ/EL PAÍS)

FRAGMENTO DE'PECADO DE OMISIÓN'

Durmieron en el mismo chozo de barro, bajo los robles, aprovechando el abrazo de las raíces. En el chozo sólo cabían echados y tenían que entrar a gatas, medio arrastrándose. Pero se estaba fresco en el verano y bastante abrigado en el invierno. El verano pasó. Luego el otoño y el invierno. Los pastores no bajaban al pueblo, excepto el día de la fiesta. Cada quince días un zagal les subía la collera: Pan, cecina, sebo, ajos. A veces, una botella de vino. Las cumbres de Sagrado eran hermosas, de un azul profundo, terrible, ciego. El sol, alto y redondo, como una pupila impertérrita, reinaba ahí. En la neblina del amanecer, cuando aún no se oía el zumbido de las moscas ni crujido alguno, Lope solía despertar, con la techumbre de barro encima de los ojos. Se quedaba quieto un rato, sintiendo en el costado el cuerpo de Roque el Mediano, como un bulto alentante. Luego, arrastrándose, salía para el cerradero. En el mismo cielo, cruzados como estrellas fugitivas, los gritos se perdían, inútiles y grandes. Sabía Dios hacia qué parte caerían. Como las piedras. Como los años. Un año, dos, cinco. "

Noviembre de1999. Grabación de la serie documental "Esta es mi tierra" para TVE, Caballero Bonald, Ana María Matute, josefina Aldecoa, Martín de Blas y Angel Gonzalez (LUIS MAGÁN / EL PAÍS)
CUENTO 'LOS CHICOS'
Eran cinco o seis, pero así, en grupo, viniendo carretera adelante, se nos antojaban quince o veinte. Llegaban casi siempre a las horas achicharradas de la siesta, cuando el sol caía de plano contra el polvo y la grava desportillada de la carretera vieja, por donde ya no circulaban camiones ni carros, ni vehículo alguno. Llegaban entre una nube de polvo que levantaban sus pies, como las pezuñas de los caballos. Los veíamos llegar y el corazón nos latía de prisa. Alguien, en voz baja, decía: «¡Que vienen los chicos...!» Por lo general, nos escondíamos para tirarles piedras, o huíamos.

Porque nosotros temíamos a los chicos como al diablo. En realidad, eran una de las mil formas de diablo, a nuestro entender. Los chicos, harapientos, malvados, con los ojos oscuros y brillantes como cabezas de alfiler negro. Los chicos, descalzos y callosos, que tiraban piedras de largo alcance, con gran puntería, de golpe más seco y duro que las nuestras. Los que hablaban un idioma entrecortado, desconocido, de palabras como pequeños latigazos, de risas como salpicaduras de barro. En casa nos tenían prohibido terminantemente entablar relación alguna con esos chicos. En realidad, nos tenían prohibido salir del prado bajo ningún pretexto. (Aunque nada había tan tentador, a nuestros ojos, como saltar el muro de piedras y bajar al río, que, al otro lado, huía verde y oro, entre los juncos y los chopos.) Más allá, pasaba la carretera vieja, por donde llegaban casi siempre aquellos chicos distintos, prohibidos.

Los chicos vivían en los alrededores del Destacamento Penal. Eran los hijos de los presos del Campo, que redimían sus penas en la obra del pantano. Entre sus madres y ellos habían construido una extraña aldea de chabolas y cuevas, adosadas a las rocas, porque no se podían pagar el alojamiento en la aldea, donde, por otra parte, tampoco eran deseados. «Gentuza, ladrones, asesinos.. .» decían las gentes del lugar. Nadie les hubiera alquilado una habitación. Y tenían que estar allí. Aquellas mujeres y aquellos niños seguían a sus presos, porque de esta manera vivían del jornal que, por su trabajo, ganaban los penados.

El hijo mayor del administrador era un muchacho de unos trece años, alto y robusto, que estudiaba el bachillerato en la ciudad. Aquel verano vino a casa de vacaciones, y desde el primer día capitaneó nuestros juegos. Se llamaba Efrén y tenía unos puños rojizos, pesados como mazas, que imponían un gran respeto. Como era mucho mayor que nosotros, audaz y fanfarrón, le seguíamos adonde él quisiera.

El primer día que aparecieron los chicos de las chabolas, en tropel, con su nube de polvo, Efrén se sorprendió de que echáramos a correr y saltáramos el muro en busca de refugio.

-Sois cobardes -nos dijo-. ¡Esos son pequeños!

No hubo forma de convencerle de que eran otra cosa, de que eran algo así como el espíritu del mal.

-Bobadas -nos dijo. Y sonrió de una manera torcida y particular, que nos llenó de admiración.

Al día siguiente, cuando la hora de la siesta, Efrén se escondió entre los juncos del río. Nosotros esperábamos, detrás del muro, con el corazón en la garganta. Algo había en el aire que nos llenaba de pavor. (Recuerdo que yo mordía la cadenita de la medalla y que sentía en el paladar un gusto de metal raramente frío. Y se oía el canto crujiente de la cigarra entre la hierba del prado.) Echados en el suelo, el corazón nos golpeaba contra la tierra.

Al llegar, los chicos escudriñaron hacia el río, por ver si estábamos buscando ranas como solíamos. Y para provocarnos, empezaron a silbar y a reír de aquella forma de siempre, opaca y humillante. Era su juego: llamarnos sabiendo que no apareceríamos. Nosotros seguíamos ocultos y en silencio. Al fin, los chicos abandonaron su idea y volvieron al camino, trepando terraplén arriba. Nosotros estábamos anhelantes y sorprendidos, pues no sabíamos lo que Efrén quería hacer.

Mi hermano mayor se incorporó a mirar por entre las piedras y nosotros le imitamos. Vimos entonces a Efrén deslizarse entre los juncos como una gran culebra. Con sigilo trepó hacia el terraplén, por donde subía el último de los chicos, y se le echó encima.

Con la sorpresa, el chico se dejó atrapar. Los otros ya habían llegado a la carretera y cogieron piedras, gritando. Yo sentí un gran temblor en las rodillas, y mordí con fuerza la medalla. Pero Efrén no se dejó intimidar. Era mucho mayor y más fuerte que aquel diablillo negruzco que retenía entre sus brazos, y echó a correr arrastrando a su prisionero al refugio, donde le aguardábamos. Las piedras caían a su alrededor y en el río, salpicando de agua aquella hora abrasada. Pero Efrén saltó ágilmente sobre las pasaderas y, arrastrando al chico, que se revolvía furiosamente, abrió la empalizada y entró con él en el prado. Al verlo perdido, los chicos de la carretera dieron media vuelta y echaron a correr, como gazapos, hacia sus chabolas.

Sólo de pensar que Efrén traía a una de aquellas furias, estoy segura de que mis hermanos sintieron el mismo pavor que yo. Nos arrimamos al muro, con la espalda pegada a él, y un gran frío nos subía por la garganta.

Efrén arrastró al chico unos metros, delante de nosotros. El chico se revolvía desesperado e intentaba morderle las piernas, pero Efrén levantó su puño enorme y rojizo y empezó a golpearle la cara, la cabeza, la espalda. Una y otra vez, el puño de Efrén caía, con un ruido opaco. El sol, brillaba de un modo espeso y grande sobre la hierba y la tierra. Había un gran silencio. Sólo oíamos el jadeo del chico, los golpes de Efrén y el fragor del río, dulce y fresco, indiferente, a nuestras espaldas. El canto de las cigarras parecía haberse detenido. Como todas las voces.

Efrén estuvo un rato golpeando al chico con su gran puño. El chico, poco a poco, fue cediendo. Al fin, cayó al suelo de rodillas, con las manos apoyadas en la hierba. Tenía la cara oscura, del color del barro seco, y el pelo muy largo, de un rubio mezclado de vetas negras, como quemado por el sol. No decía nada y se quedó así, de rodillas. Luego, cayó contra la hierba, pero levantando la cabeza, para no desfallecer del todo. Mi hermano mayor se acercó despacio, y luego nosotros.

Parecía mentira lo pequeño y lo delgado que era. «Por la carretera parecían mucho más altos», pensé. Efrén estaba de pie a su lado, con sus grandes y macizas piernas separadas, los pies calzados con gruesas botas de ante. ¡Qué enorme y brutal parecía Efrén en aquel momento!

-¿No tienes aún bastante? -dijo en voz muy baja, sonriendo. Sus dientes, con los colmillos salientes, brillaban al sol-. Toma, toma...

Le dio con la bota en la espalda. Mi hermano mayor retrocedió un paso y me pisó. Pero yo no podía moverme: estaba como clavada en el suelo. El chico se llevó la mano a la nariz. Sangraba, no se sabía si de la boca o de dónde. Efrén nos miró.

-Vamos -dijo-: Este ya tiene lo suyo-. Y le dio con el pie otra vez.

-¡Lárgate, puerco! ¡Lárgate en seguida!

Efrén se volvió, grande y pesado, despacioso hacia la casa, muy seguro de que le seguíamos.

Mis hermanos, como de mala gana, como asustados, le obedecieron. Sólo yo no podía moverme, no podía, del lado del chico. De pronto, algo raro ocurrió dentro de mí. El chico estaba allí, tratando de incorporarse, tosiendo. No lloraba. Tenía los ojos muy achicados, y su nariz, ancha y aplastada, brillaba extrañamente. Estaba manchado de sangre. Por la barbilla le caía la sangre, que empapaba sus andrajos y la hierba. Súbitamente me miró. Y vi sus ojos de pupilas redondas, que no eran negras, sino de un pálido color de topacio, transparentes, donde el sol se metía y se volvía de oro. Bajé los míos, llena de una vergüenza dolorida.

El chico se puso en pie despacio. Se debió herir en una pierna, cuando Efrén le arrastró, porque iba cojeando hacia la empalizada. No me atreví a mirar su espalda, renegrida, y desnuda entre los desgarrones. Sentí ganas de llorar, no sabía exactamente por qué. Únicamente supe decirme: "Si sólo era un niño. Si era nada más que un niño, como otro cualquiera".


ESCENA DE 'EL POLÍTICO' ('ALL THE KING´S MEN, 1949)

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Otra vez llega el cine clásico para enseñarnos el presente. Creemos que este es un momento muy oportuno para revisar esta película.

"La fábrica de ladrillos pertenece a un familiar de uno de los comisionados, los comisionados rechazaron el proyecto barato de la escuela... Y tú, ¿qué me dices de tus hijos? Están creciendo tan ignorantes como tú por falta de escuela... una escuela se derrumbó, porque la política había podrido los ladrillos..."



"La fábrica de ladrillos pertenece a un familiar de uno de los comisionados, los comisionados rechazaron el proyecto barato de la escuela...

Sabéis perfectamente lo que necesitáis... tú, ese de ahí, tienes agujeros en los pantalones... escúchate el estómago, ¿no le oyes protestar de hambre? Y tú, ¿qué pasa con tus tomates? Se te han podrido por falta de carretera para llevarlos al mercado. Y tú, ¿qué me dices de tus hijos? Están creciendo tan ignorantes como tú por falta de escuela.

Había un campesino que creció como vosotros... sabía lo que era levantarse al amanecer para dar de comer a los cerdos... aún no había salido el sol y tenía que andar seis kilómetros para ir a una escuela, de una sola habitación... sabía muy bien lo que era la pobreza

Y comprendió que si había que hacer algo, tendría que hacerlo él mismo. Así que por las noches se puso a estudiar. Estudió Derecho, porque pensó que así podría cambiar las cosas un poco, para él, y para la gente como él...

Empezó pensando en sí mismo, pero comprendió una cosa: que no conseguiría nada sin la ayuda del pueblo... de vuelta a su pueblo natal... una escuela se derrumbó, porque la política había podrido los ladrillos..."



All the King's Men (El político o Todos los hombres del rey) es una Película estadounidense de 1949 basada en la novela homónima de Roberte Penn Warren y dirigida por Robert Rossen..
Sinopsis:
La película narra el ascenso político de Willie Stark (Broderick Crawford) un honrado político de un condado rural estadounidense que se caracteriza por su lucha contra la corrupción. En su ascenso al poder Willie se volverá tan corrupto como aquellos a los que denunció en sus comienzos.
En 1949 y en plena época de testificación en las sesiones del Comiaté de Actividades Antinorteamericanas , Rossen deasafía a todo el mundo, consiguiendo una de sus películas más extraordinarias. 
A pesar del escándalo que supuso en su día, la calidad de la cinta no le dio más remedio a sus compañeros para considerar la película como el mejor film del año. Rossen consigue el Oscar como productor, una nominación como mejor director y otra como mejor guion adaptado. Broderici Crawford y Mercedes McCampbridge también sendas estatuillas como mejor actor y mejor actriz secundaria respectivamente.

Después del éxito de El político, Rossen sería llamado en 1951 a la Comité de Actividades Antiamericanas para testificar. En esa primera intervención, no dio ningún nombre sobre posibles compañeros del Partido Comunista. Pero después del boicot al que fue sometido en todos los estudios, le llevó a volver a aparecer ante el comité en 1953 para dar el nombre de varios personajes de la industria cinematográfica de pasado comunista.

(Wikipedia)

ENTRADAS RELACIONADAS:
("Todos somos culpables por hacer posible la ocupación, y porque de esa manera caemos en las garras de los invasores del país... ")


("...La televisión está enfocada, básicamente, a distraernos, engañarnos, entretenernos y aislarnos..." Todavía no hemos aprendido la lección... Medios de comunicación, televisión y educación... O, quizá, mucha gente sí la ha aprendido, pero es evidente que el sistema de poder sigue deseando moldear una ciudadanía adormecida, embrutecida, sin ninguna conciencia crítica. Así, el poder puede campar a sus anchas, mientras los ciudadanos, aborregados, siguen entretenidos, narcotizados, mirando la pantalla...)





 

TRES POEMAS DE MICHAEL AUGUSTIN: 'SOBRE LOS POEMAS', 'SOBRE LOS LECTORES', 'EN EL TINTERO'

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... Poemas


había ya


antes de que hubiera poetas.


Los poemas


son cristales de ventanas


arañados...

Los lectores pagan


para ser insultados por los escritores...

'El lector', de István Nagy

Sobre los poemas

Los poemas
no se escriben,
los poemas ocurren.



Poemas
había ya
antes de que hubiera poetas.


Los poemas
son cristales de ventanas
arañados.


Los poemas
se pueden convertir en abono
y por ello
de ningún modo
se deben quemar.


Los poemas
están abiertos a cualquier cosa
(incluso los herméticos).


Los poemas
del extranjero
no requieren
permiso de residencia.
Sólo basta con un buen traductor.


Nadie debe
ser obligado
a leer un poema
y mucho menos a escribir uno.


Los poemas
no pueden responder
por su autor.


Los poemas
no leen poemas.


Los poemas

en cualquier momento
se pueden
intercambiar por otros.


Sobre los lectores

"‘Los escritores están siempre al servicio’", – Borges


Los lectores tienen que leer todo.


A los lectores les falta un tornillo
en la estantería de libros.


Los lectores sólo leen
lo que se ha escrito para ellos.


Los lectores conocen el mundo
sólo en blanco y negro.


Los lectores se saltan
precisamente aquello
digno de ser leído.


Los lectores persiguen sólo una cosa.


Los lectores se dejan
embaucar por autores
completamente desconocidos.


Los lectores con gusto
se dejan cautivar,
obedecen las palabras
y son voyeurs.


Los lectores pagan
para ser insultados por los escritores.


A los lectores les gustaría,
pero no pueden.


Cuando los lectores están borrachos
leen todo doble.

Cuando están sobrios,
leen sólo la mitad.


En el tintero

A veces,
dice el poeta,
puedo casi
oírlos gritar,
a los poemas,
desde el fondo del tintero.

¡Sácame de aquí!
¡Sácame de aquí!



SOBRE EL AUTOR:

Michael Augustin Lübeck, Alemania, 1953. poeta, traductor y locutor de radio, trabaja en Radio Bremen, donde conduce un programa radial de poesía y sirve como editor de los documentales radiales semanales. Es autor de varios libros de poemas, drama y cuentos, entre ellos: Kleines Brimborium y Das perfekte Glück. Algunas de sus obras han sido traducidas al inglés, italiano, polaco, gaélico y holandés. Ha traducido obras de Roger McGough, Adrian Mitchell y Raymond Carver, entre otros. Ha recibido los premios Friedrich-Hebbel y Kurt-Magnus. En 1984 formó parte del programa internacional de escritura de la Universidad de Iowa, y durante el 2003 fue escritor en residencia Max-Kade, en Dickinson College (EEUU).

(Fuente: festivaldepoesiademedellin.org)


SOBRE ISTVÁN NAGY, AUTOR DEL CUADRO 'EL LECTOR':

István Nagy (1873-1937), húngaro. Es un pintor del realismo moderno húngaro y del constructivismo. Sus obras tienen características muy personales como se evidencia en sus retratos y paisajes.

(Fuente: boverijuancarlospintores)




'PEQUEÑA CRÓNICA DE UNA CORONACIÓN', por Gustavo Martín Garzo

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"En el teatro, cuando la función termina, los actores abandonan la escena y regresan exhaustos a sus vidas ordinarias; mientras que aquí los actores siguen apegados a sus personajes y se van por las calles saludando a unos y a otros como si se negaran a aceptar que el telón se bajó. Y lo curioso es que lejos de tomarlos por locos, no son pocos los que les siguen la corriente...


La vieja idea de una familia sagrada no debería tener cabida... En España hay tres millones de niños que viven en el umbral de la pobreza..."



PEQUEÑA CRÓNICA DE UNA CORONACIÓN

También la monarquía, a juzgar por el barullo que se ha organizado estos días, tiene su discreto encanto, como aquella burguesía de que habló Luis Buñuel. Veamos en qué consiste. Una familia es elegida por un poder misterioso para representar a un pueblo, que asume mansamente este designio fuera de toda justificación racional. En otro tiempo, tal poder dimanaba de la divinidad. Algo así como si Dios mismo eligiera a una familia especial para poner un poco de sensatez en ese caos que es la vida del hombre en el mundo. Con la llegada de las democracias modernas son los ciudadanos los que eligen a sus gobernantes a través del sufragio. La vieja idea de una familia sagrada no debería tener cabida en este nuevo orden y sin embargo algunos países se empeñan en conservarla sin que por eso, y esto es lo extraño, les vaya peor que a aquellos que la han desechado.
Un acto como el de la coronación del nuevo rey bien podría confundirse con una función teatral. Una función donde un grupo de actores, adultos e infantiles, representan una obra donde dan vida a personajes que pertenecen a un mundo y un tiempo anterior al nuestro. Hay una diferencia entre el teatro y lo que acabamos de ver. En el teatro, cuando la función termina, los actores abandonan la escena y regresan exhaustos a sus vidas ordinarias; mientras que aquí los actores siguen apegados a sus personajes y se van por las calles saludando a unos y a otros como si se negaran a aceptar que el telón se bajó. Y lo curioso es que lejos de tomarlos por locos, no son pocos los que les siguen la corriente y se agolpan en las aceras para saludarlos, que es lo que hacían duques, venteros y cabreros cuando se encontraban con don Quijote, y a este le daba por hablarles de caballeros andantes, de cuevas encantadas o de la olvidada Edad de Oro. Pero ¿acaso el nuevo rey nos ha hablado de cosas así? Porque si los duques seguían el juego a don Quijote no era para reírse de él, o no sólo, sino porque algo les decía que aquellas bellas locuras que escuchaban de sus labios ocultaban viejas verdades olvidadas por los hombres. Es lo que pasa cuando vamos al teatro, que aun reconociendo su mentira, acudimos a verlo porque es allí donde reconocemos nuestros sueños, nuestras fantasías, nuestros deseos.
"el resto del tiempo estamos aquí harapientos en las sucias cabañas de la realidad. Es como si viviésemos en un letargo profundo. Nos despertamos, de vez en cuando... y luego nos zambullimos de nuevo en el sueño vacío
Recuerdo haber visto en mi ciudad, en los tiempos de la transición, una pintada que decía así: “Los reyes, a los cuentos”. Y, ciertamente, es en cuentos y leyendas donde reyes, príncipes y princesas tienen su verdadero reino. La realeza no simboliza entonces un estado de privilegio sino de autorrealización personal. Es rey quien muestra en plenitud lo que es, quien representa la verdad de los suyos. Por eso la rosa es la reina de las flores, y cuando los amantes se dan ese título están hablando del esplendor que halla cada uno en los brazos del otro. Rey mío, les dicen las madres a sus niños pequeños, pues representan la plenitud de sus vidas, y hasta llamamos silla de la reina a ese asiento que forman dos personas asiéndose por las muñecas para llevar a otra en volandas. “Somos”, escribe Ionesco, “como Cenicienta, que vive en la espera de una transfiguración del mundo, que vive en la espera de unas horas de fiesta fastuosa, gloriosa; el resto del tiempo estamos aquí harapientos en las sucias cabañas de la realidad. Es como si viviésemos en un letargo profundo. Nos despertamos, de vez en cuando, por unos instantes, y luego nos zambullimos de nuevo en el sueño vacío”. La presencia de los reyes responde en cuentos y leyendas a un deseo humano esencial, el deseo de transfiguración. Por eso es importante que cuando, por algún accidente inexplicable, algún rey o alguna reina se cuele en el mundo real, no olvide el mundo al que pertenece. Eso esperan los que creen ingenuamente en ellos, que traigan a la vida de cada día la verdad de los cuentos.
La verdadera amenaza para los reyes no está en los pobres republicanos, sino en los que les celebran y jalean (por cierto, ¿por qué, de pronto, hay tantos?), y, naturalmente, en las mismas casas reales. Algo así pasa con la religión. Ese mundo de romerías, de vírgenes descoloridas en remotas ermitas, de velas encendidas, de pequeños exvotos, ese mundo de calladas oraciones, de diálogos con los difuntos y espera de los ángeles, ¿a quién puede molestar? Hablan de la honda tristeza de la vida, de la necesidad de consuelo, del radical desamparo del ser humano frente a la injusticia, la enfermedad y la muerte. No, no es de ese mundo tan humilde del que debemos huir, sino de los falsos sacerdotes y de su afán de manipulación y dominio. Y no hay más que ver las reverencias forzadas, y un tanto ridículas, de algunas damas de nuestra derecha para darse cuenta de que también hay dos formas de visitar un palacio. En realidad, estas damas se mueven por los salones como si todo aquello —los jarrones dorados, los tapices, la guardia que rinde honores, la servidumbre que sirve, hasta el mismo rey y la reina— les perteneciera.
Para la pobre gente un palacio es otra cosa: un lugar donde podrían dejar de sufrir. Memorias y deseos / de cosas que no existen. No es extraño, por eso, que estén dispuestos hasta a perdonar a los reyes sus egoísmos y sus enredos familiares, porque ¿qué familia no los tiene? En todas hay desavenencias, deslealtades, madres que lloran por las noches, parientes que roban. Ni siquiera les importa que su reina no parezca feliz, pues ¿quién es feliz en este mundo tan cruel? ¡Pobrecita princesa de los ojos azules! / Está presa en sus oros, está presa en sus tules, / en la jaula de mármol del palacio real; / el palacio soberbio que vigilan los guardas, / que custodian cien negros con sus cien alabardas, / un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
No, no ha sido acertado el discurso del nuevo rey. Por demasiado cauto y formal, por haber sido pensado para complacer a las instituciones y justificarse a sí mismo y a la Corona antes que para contentar a su pueblo. Pero ¿a quién le interesa defender una abstracción como la Corona? El nuevo rey no debería olvidar que es la gente más humilde la única que cree de verdad en él, y que es de ella de la que debe hablar. Hablar de sus problemas y de las injusticias que padece, de la desigualdad creciente del mundo en que viven, de ese imperio del dinero que amenaza con destruir el sueño de un bien común. Hablar, en suma, de la necesidad de un Estado que corrija las desigualdades y que ampare a los que más lo necesitan. Porque si no es para hablar de todo eso, para hablar de verdad de lo que le pasa a su pueblo, ¿para qué este necesitaría fantasear con un rey?

Por eso, de toda la ceremonia, lo más hermoso sin duda eran las dos princesas. Fiódor Dostoievski decía que la salvación sólo puede venir de los niños, y daba gusto ver los rostros luminosos de las pequeñas en un ambiente tan carente de poesía. Todo a su alrededor —el silencio forzado de unos, las ovaciones interminables de otros, las expresiones de sublime aburrimiento de nuestros anteriores presidentes— resultaba previsible y sin demasiado interés. Sólo ellas no parecían saber muy bien qué pasaba allí, ni entender gran cosa de lo que los adultos hacían —y es mejor que no lo aprendan nunca—, como le habría pasado a cualquier niño en esa situación. Permanecían discretamente sentadas, obedientes a sus padres, y sus pies colgaban de las sillas en sus bailarinas doradas (¿o no eran doradas?). En España hay tres millones de niños que viven en el umbral de la pobreza y esos dos pares de piececitos flotando indefensos a dos palmos del suelo les representaban a todos. ¿Se dieron cuenta los que estaban allí?
(Fuente: El País, 28-06-2014)
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("... Y para poner el lazo a su afán literario, Felipe VI se acordó de Don Quijote, fue un tremendo error... porque, al recordarnos a Cervantes, otras frases indiscutibles de Don Quijote llaman a la puerta, "La sangre se hereda, y la virtud se conquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale" "Cada cual es hijo de sus obras"... Felipe VI es rey, sólo por ser hijo de su padre, que a su vez fue rey sólo porque así lo quiso un dictador. Seamos francos, por favor... No se puede maquillar con el barniz de la falsa juventud un estado que ya huele a podrido. Imposible.")
("¿Cuántas veces dio la mano el Rey? ¿Tres mil, cuatro mil? ¿Le quedarían entre los dedos restos de cocaína, residuos de dólares ingresados en cuentas suizas...? Lo bueno habría sido que entre los dos mil invitados hubieran introducido, disfrazados de gente bien, a un mendigo, a una pobre, a un indigente, a un parado, a una inmigrante ecuatoriana, a una investigadora sin beca, a un niño sin comedor. Para que se le quedara también entre los dedos algo de toda esa peña expulsada fuera de la historia")
("Las imágenes muestran el desfile de los nuevos reyes por las calles de Madrid. Es evidente que han calculado mal en número de figurantes que debían acudir a la cita... Craso error. En la representación de motivos fantásticos la puesta en escena es esencial... al mismo tiempo en que Felipe VI habla al vacío, la policía carga contra ciudadanos españoles que portan insignias republicanas...)
("Mientras leo en la prensa que Ana Botella pide a los ciudadanos ¡españoles! que, durante el día de la coronación de Felipe, adornen balcones y fachadas con la bandera de España, observo por la ventana de mi habitación a una mujer mayor que, apoyada en su viejo bastón, busca tesoros inexistentes en el contenedor de la basura. Al fondo presume, luminosa y feliz, la fachada de una sucursal bancaria...")
("Aterrados por el aliento de la calle, harta de tanto atropello, los poderes han reaccionado en bloque para taparlo con kilos de merengue monárquico... Cuantas más personas evidencian ser ciudadanos, más se lanzan a exaltar el paternalismo de la monarquía para vasallos. De un rey que no responde ni ante las leyes, lo que secundan como lo más natural quienes apoyan esta forma de organización del Estado... con la propaganda no se come, ni se sana, ni se aprende, ni se paga la luz y la vivienda, ni se detiene el expolio de nuestro patrimonio, derechos y libertades, ni se siembra el futuro. Porque lo saben, se emplean tan a fondo en tejer las redes que preserven sus privilegios")
OTRA BURDA MANIPULACIÓN DEL DIARIO EL PAÍS

("A algunos se les llena la boca de democracia, pero, al final, parecen mostrar su atávico miedo a que los ciudadanos hablen... El País se está mostrando como un viejo pope que se cree defensor imprescindible de la democracia ortodoxa... Defensor, en última instancia, de un sistema que ya no se sostiene... los desahucios siguen imparables, sosteniendo la sonrisa intacta de tantos banqueros, los suicidios invisibles también, cayendo tercamente detrás del telón. La estafa continúa. Chicos, leed a Dickens, en voz alta, ahí... en la plaza")

ARGUMENTOS REPUBLICANOS: CONTRA EL REY DE LOS ESCLAVOS

("El mecanismo de la herencia cosifica a los súbditos. Nos lleva al estado de propiedades que cambian de manos en virtud a una sucesión sanguínea en la que, como objetos inertes, no tenemos ni voz ni voto sobre el cambio de dueño. Una vez más, escribe Milton, nos convertimos por ello en "esclavos del rey"... Dudley Digges, en 1628: "El rey que no se ata a las leyes es un rey de esclavos"... "una monarquía que no ha de rendir cuentas es la peor clase de tiranía y la que menos han de soportar los hombres que han nacido libres" "… cuanto más arraiga en las naciones la corrupción, / Y por sus vicios caen en la servidumbre, / Tanto más prefieren la esclavitud a la libertad, / Una cómoda esclavitud a la libertad esforzada")




("... el círculo se ha cerrado... Ayer, 295 diputados cerraron, con la mirada perdida y la palabra presa, toda posibilidad de que los ciudadanos de este país decidan... Dieron un portazo traidor, delante de nosotros, en nuestras narices... ¿a quién dicen que representan en ese congreso, dónde reside la soberanía del pueblo? Palabras desahuciadas, palabras exiliadas, palabras enmudecidas, palabras, palabras... sólo palabras")


(Si lo que afirman esos dos hombretones es cierto, entonces a principios de agosto de 2011 el establecimiento del techo del déficit en las administraciones públicas... el establecimiento, a sangre y muerte, de la prioridad absoluta del pago deuda (ilegítima), no existían ni en el mundo jurídico, ni en el político. Eran imposibles... Ni siquiera podían ser hablados. Y sí fueron posibles... No están comprometidos sólo con la monarquía. Están comprometidos con todo lo que esa monarquía simboliza y protege...)

EL REY ABDICA

("... ruge la voz republicana pidiendo un referéndum donde el pueblo decida el modelo de Estado a seguir. Banderas tricolores besan los cielos de las plazas de España… La muerte azul que a Sócrates subía desde sus pies helados es un ejemplo de lo que ya presiente la entraña del Sistema... Por sus pasos contados, todo esto irá llegando…, o mejor dicho: hemos de irlo trayendo")

ESTA VEZ SÍ QUEREMOS QUE NOS PREGUNTEN

("... que sea la ciudadanía española la que, esta vez, decida el marco político de sus vidas. La voz del pueblo nunca puede ser ilegal. Es libre... No se adelanten, aparten esos malos pensamientos de sus cabezas, no acallen las palabras con porras y balas de goma... No preparen la represión. No siembren el miedo...")
OTROS ARTÍCULOS DE G. MARTÍN GARZO EN ESTE SITIO:


("... las locuras de Don Quijote tienen el poder de suspender por un momento el principio de realidad. Su función es abrir una grieta, y, más allá de la lógica, llevarnos a la comprensión profunda e inmediata de una verdad nueva... Nada que ver con la locura. La locura es no tener en cuenta a los otros y pocos héroes los han tenido tan en cuenta como el nuestro. La gran lección de sus aventuras es que un mundo sin justicia no merece la pena... La ironía, para Cervantes, es la capacidad de aceptar las contradicciones de la vida; de aceptar, en suma, que nada es de una sola manera")


("No vemos la realidad, sino sus múltiples simulacros... Vivimos bajo el signo de las copias y los ecos. Bajo del signo de la pobre ninfa Eco...  Dos cosas nos diferencian de la delicada ninfa: la conciencia de su desdicha y su vocación de amor... Mirar tiene que ver con la atención, con la renuncia a poseer, es un acto de amor... Llegar a un lugar sin daño, eso es mirar. Solo el verdadero cine nos lleva a lugares donde ver y soñar se confunden")


LA ORACIÓN DEL JOROBADITO

("En los planes de estudio desaparecen las asignaturas, como la filosofía y la literatura, que hablan del jorobadito y su pandilla y se sustituyen por otras que solo buscan adoctrinar a los niños... la verdadera cultura no tiene que ver con el deseo de éxito o de notoriedad, sino con el deseo de ser y de saber. El verdadero lector no busca en los libros lo que le halaga o confirma, sino lo que le niega y disloca: busca lo que no tiene... 
Leer es tirar los dados de nuevo..." “Las músicas oídas son dulces, pero / más dulces son las no oídas”)


("Nuestra vida está llena de preguntas que no podemos evitar hacernos sin descanso. Para mantenerlas vivas y mitigar a la vez la angustia que nos produce no conocer sus respuestas existe el mundo de las fábulas y los cuentos, el mundo inagotable de la ficción. Estamos perdidos y buscamos un camino que transforme nuestra vida en una historia que merezca la pena contar, una historia que nos consuele con su belleza... las religiones nos dicen que ésta no es nuestra verdadera vida y que sólo la muerte puede conducirnos a ella; los cuentos, que el paraíso está en el mundo y que hay que vivir como si fuera posible alcanzarlo. El árbol que canta, el pájaro que habla y el agua de oro... leo para seguir el rastro de luz que dejan en la noche esas moritas cautivas de mi infancia")

("... no filma a los niños para decirnos cómo son sino para mostrarnos cuánto necesitamos su verdad. “Al contrario de lo que leo con frecuencia”, declara François Truffaut, “las películas no pueden hacerse con niños para comprenderlos mejor. Los niños deben ser filmados solo porque los amamos". El cine, en suma, como refugio de significado, esperanza de lo que no ha desaparecido" "En cada escena de la película ('El sol del membrillo') late la nostalgia de esa añorada comunidad humana. Una comunidad amenazada...")


("... también nosotros hemos renunciado a preguntarnos por las causas que hacen que las cosas sean así... ¿Por qué no se obliga a los bancos nacionalizados a dar crédito a las empresas que lo necesitan y no hay un banco público que se enfrente a un problema como el los desahucios? ¿Por qué se permiten los delirantes salarios de la banca? ¿Por qué si tenemos la misma moneda tenemos que pagar distintos intereses por la deuda? ... La última pregunta de Perceval, la más dolorosa de todas, solo puede ser entonces si puede llamarse democracia a esto que tenemos")


SUAVE PATRIA ("La única patria decente (...) es la infancia. Todos tenemos una patria así. En ella están los lugares en los que vivimos, la lengua con que aprendimos a nombrar el mundo y a disipar el miedo a la ausencia de los seres amados... Están los juegos misteriosos, las olorosas fiestas... las primeras lecturas... Y esa patria oculta, secreta, nada tiene que ver con las banderas, los himnos... los tertulianos y los equipos de fútbol que pueblan esos parques temáticos de la identidad a que tan proclives son todos los patriotismos...")

LO QUE AÚN ES NUESTRO (“Me sigo preguntando, añade, si existe algo así como una forma de esperanza en toda escritura poética. (...) Una esperanza que vive en el hecho de decir, y en el lenguaje mismo” (Elisa Martín Ortega, en El lugar de la palabra) No importa la deslealtad de cuantos habiendo sido elegidos para defender el bien común solo piensan en gobernar para sí mismos y los que son como ellos, no importa lo arrasado que descubramos este triste país ni lo injusta y vulgar que nos parezca la sociedad que compartimos, siempre que algo nos hace preguntarnos con asombro “¿qué es?”)
LOS PAÍSES IMAGINADOS ("... La realidad está enferma y necesitamos el elixir de esa flor misteriosa que sólo en los países imaginados florece")
POR UNA ESCUELA PÚBLICA, LAICA Y LITERARIA ("...Las palabras de la escuela deben ser ese ¡ábrete Sésamo! capaz de abrir las piedras y llevar al niño a la cueva donde se guardan los tesoros del corazón humano. Pero también, como las llamas de la cerillera, deben ayudarle a ver el mundo...")

LOS PLACERES SENCILLOS ("El fútbol es como el armario lleno de zapatos de Legrá: una colección de inolvidables momentos y luminosas imágenes que nos dicen que, más allá de nuestras congojas y conflictos cotidianos, en la vida existe la leve e incomprensible felicidad")

CONTRA LA CULTURA DEL DINERO ("Deberían ponerse en los colegios e institutos las películas de John Ford, deberían verlas sobre todo nuestros políticos de derechas y nuestros banqueros")


LA DECADENCIA DE LAS PALABRAS ("Es cierto, sin embargo, que muy pocas veces las palabras han valido menos que hoy... cuanto más hablamos y escuchamos hablar menos parece valer lo que decimos...")

LAS VÍRGENES SUICIDAS ("Los hombres y las mujeres actuales viven sin apenas poner límites a sus deseos, y sin embargo pocas veces han tenido menos cosas que contarse. La ausencia de relatos define su convivencia...")


EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS (SE INCLUYEN ALGUNAS ESCENAS DE LA VERSIÓN CINEMATOGRÁFICA DE F.F. COPPOLA ("Drácula es también, entre muchas otras cosas, una novela sobre la escritura de un libro")




DOS CITAS PARA PROFESORES: VILA-MATAS (CON FLAUBERT) Y PHILIP ROTH

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"... no es necesario que seas un Al Capone para transgredir las reglas, sino que basta con que pienses..."

"... a quienes horroriza que nuestros jóvenes sean los más atrasados en materia de educación habría que recordarles que ellos, los adultos, no sólo son los responsables del desastre, sino que son tan aburridos, incultos y bárbaros como esos jóvenes"

Imagen de Frans Masereel (1)

Hoy en día, el fantasma de la estupidez recorre nuestras aulas. Pero a quienes horroriza que nuestros jóvenes sean los más atrasados en materia de educación habría que recordarles que ellos, los adultos, no sólo son los responsables del desastre, sino que son tan aburridos, incultos y bárbaros como esos jóvenes. Flaubert ya vio venir todo ese futuro apogeo de la banalidad cuando dijo que se hablaba mucho del embrutecimiento de la plebe, pero se hacía en términos injustos e incompletos, pues habría que empezar por ilustrar a las clases ilustradas. Éstas comenzaban ya entonces a moverse sin ética ni estética, tal como hoy en día hacen tan triunfalmente. Flaubert lo vio con absoluta claridad: "Llegará un tiempo en que todo el mundo se habrá convertido en hombre de negocios (para entonces, gracias a Dios, ya habré muerto). Peor lo pasarán nuestros sobrinos. Las generaciones futuras serán de una tremenda grosería."

(EnriqueVila-Matas 'Dietario voluble')




Sus ademanes y posturas eran del todo naturales, tendía a la verbosidad y era casi amenazante al expresar sus ideas. Le apasionaba dar explicaciones, clarificar, hacernos comprender, y por ello descomponía en sus principales elementos cualquier cosa de la que habláramos, con la misma meticulosidad con que efectuaba el análisis gramatical de una frase en la pizarra. Tenía un talento especial para dramatizar los interrogantes que suscitaban los temas, para darnos la intensa sensación de que estábamos escuchando un relato incluso cuando realizaba una tarea estrictamente analítica, y para examinar con toda claridad, a fondo y en voz alta, lo que leíamos y escribíamos.

Junto con la fuerza muscular y la evidente inteligencia, el señor Ringold aportaba a la clase una espontaneidad visceral que era reveladora para los chicos amansados y adecentados incapaces de comprender todavía que obedecer las reglas del decoro impuestas por un profesor no tenía nada que ver con el desarrollo mental. Su simpática predilección por arrojarte un borrador de pizarra cuando le dabas una respuesta errónea tenía más importancia de la que quizás él mismo imaginaba. O tal vez no, tal vez el señor Ringold sabía muy bien que aquello que los chicos como yo necesitábamos aprender no era sólo las manera de expresarnos con precisión y reaccionar con más discernimiento a lo que nos decían, sino a ser revoltosos sin ser estúpidos, a no disimular demasiado ni comportarnos demasiado bien, a iniciar la liberación del ardimiento masculino, encerrado en la corrección institucional que tanto intimidaba a los muchachos más brillantes.
Uno percibía, en el sentido sexual, la autoridad de un profesor de enseñanza media como Murray Mingold, una autoridad masculina en absoluto corregida por la piedas, mientras que, en el sentido religioso, percibía la vocación de un profesor como Murray Mingold, que no se diluía en la amorfa aspiración norteamericana a tener un gran éxito, un hombre que, al contrario que las profesoras, podría haber elegido cualquier otra profesión, pero prefirió dedicarnos su vida. No deseaba más que tratar con jóvenes en los que pudiera influir, y lo que más le satisfacía era la respuesta que obtenía de ellos.

Desde luego, en ese momento no se evidenció la impresión que su audaz estilo docente producía en mi sentido de la libertad; ningún chico pensaba así con respecto a la escuela o a los profesores. No obstante, el anhelo incipiente de independencia social tuvo que ser alimentado en cierta manera por el ejemplo de Murray, y así se lo dije cuando, en julio de 1997, y por primera vez desde que me gradué en la escuela de enseñanza media, en 1950, me encontré con Murray, ya con noventa años, pero, en todos los aspectos visibles, todavía el profesor cuya tarea consiste, de forma realista y sin parodiarse a sí mismo ni exagerar de un modo teatral, en personificar para sus alumnos la rebelde expresión "me importa un comino", en enseñarles que no es necesario que seas un Al Capone para transgredir las reglas, sino que basta con que pienses.
(Philip Roth,'Me casé con un comunista')


(1) Frans Masereel (Blankenberge, Bélgica, 30 de julio de 1889- Aviñón, 3 de enero de 1972) fue un artista belga, uno de los más importantes creadores en el campo de la xilografía. Destacado pacifista, trató con frecuencia temas de interés social.



'EL 15-M ES LA TINTA', por Luis Enrique Ibáñez

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"El 15-M, creo, debe seguir siendo esa energía transformadora de conciencias individuales, ese lenguaje nuevo que despierta mentalidades y las echa a andar, de individuos que, al cambiar ellos mismos, inciden inevitablemente en el cambio colectivo.

Por eso el 15-M no se concreta en siglas. No puede estar sentado en un sillón de diputado... se moriría... el 15-M es el lenguaje, no el texto. Propicia el texto, y también lo vigila para que las palabras puedan encarnar la verdad, para que no sean prostituidas"


EL 15-M ES LA TINTA

El 15-M no es Podemos, ni Podemos es el 15-M. Sin embargo, el 15-M puede haber provocado la aparición de Podemos.

Podemos podría ser el texto, un texto. El 15-M es la tinta. Aunque pueda parecerlo, no es una cuestión de vanagloria. De lo que se trata es de estrategias, de fijación de funciones.


La tinta roja de la que hablaba el filósofo esloveno Slavoj Zizek cuando tomó la palabra en una asamblea de Occupy Wall Street para contar el siguiente chiste: 


... un tipo de Alemania del Este fue enviado a trabajar a Siberia. Sabía que los censores leerían su correo, así que dijo a sus amigos: “Establezcamos un código. Si la carta que recibís está escrita con tinta azul, lo que diga en ella será cierto; si está escrita con tinta roja, será falso”. Un mes después llegó la primera carta. Estaba escrita en azul y decía: “Todo es maravilloso aquí. Las tiendas están repletas de buena comida. Los cines pasan buenas películas occidentales. Los apartamentos son grandes y lujosos. La única cosa que no se puede comprar es tinta roja”. Terminado el chiste, la glosa de Zizek a los manifestantes: “Así es como vivimos. Tenemos todas las libertades que queremos, pero nos falta tinta roja, el lenguaje con el que expresar nuestra no-libertad (...) Y eso es lo que estáis haciendo aquí: nos estáis dando tinta roja” (¿Libros para cambiar el mundo?)


Por eso el 15-M es el lenguaje, no el texto. Propicia el texto, y también lo vigila para que las palabras puedan encarnar la verdad, para que no sean prostituidas, para que los significantes cabalguen libres de esas riendas anodinas y esclavizantes de la vieja política.


El 15-M está afuera. No está dentro, porque está en todas partes. Estas palabras tampoco deben ser entendidas como vanidad, todo lo contrario, es la humildad de los que saben que siempre están en la ribera, abriendo las fronteras del pensamiento, pero nunca exigiendo su propiedad, y nunca permitiendo que alguien alquile ninguna palabra. El 15-M hace la guerra de guerrillas, en ningún lado, en todas partes. 


Es tinta roja que transforma el lenguaje, recuperándolo, denunciando su perversión.

El 15-M, creo, debe seguir siendo esa energía transformadora de conciencias individuales, ese lenguaje nuevo que despierta mentalidades y las echa a andar, de individuos que, al cambiar ellos mismos, inciden inevitablemente en el cambio colectivo.


Por eso el 15-M no se concreta en siglas. No puede estar sentado en un sillón de diputado... se moriría.

Es el idioma que, fuera del sistema, puede ser utilizado para que otros, dentro, alumbren textos nuevos que puedan cambiar este sistema que nos mata. Palabras jóvenes que muerdan los viejos dogmas. Textos que están abiertos a la intertextualidad y a la revisión continua. Revisar, vigilar, para no perder el origen del cambio, esto es, la plaza asambleria y la democracia real, directa. 

Abiertos a la intertextualidad... a ser capaces de actuar en otros textos anquilosados para que puedan abrir sus palabras, sacarlas a la calle, ventilarlas, lavarlas, alimentarlas de calle, y de acciones. Esto es lo que podría estar pasando, debería pasar, con, por ejemplo, Izquierda Unida, que se está viendo forzada por la irrupción de Podemos a renovar su viejo dialecto, a preguntarse por su estructura, a repensar sus jerarquías, su democracia interna. También Izquierda Unida se está viendo obligada a reconocer el histórico error de su coalición con el PSOE en Andalucía, muchos ya lo denunciamos en su momento. Si se está al lado de uno de los principales valedores del golpe de estado financiero que soportamos, no se puede estar, al mismo tiempo, en la calle, buscando la nueva poesía que quiere salirnos al paso, que nos llama a todos. Es científicamente imposible, y lo saben.

El 15-M es conciencia que crea y vigila. 

Pero no es sólo una abstracción. El 15-M es, también, acción y movimiento. El 15-M es tomar la plaza y hablar, es parar desahucios, es prestar ayuda, es hacer escraches, es invadir sucursales de bancos, es plantarse ante las infamias contra los inmigrantes (Juan José Millás: "El 15-M ha evolucionado a una especie de superhéroe colectivo que aparece allí donde está a punto de perpetrarse una injusticia. Ha evitado ya decenas de desalojos en los que los desahuciados eran viudas o ancianos o personas con problemas de movilidad", 'Ningún ser humano es ilegal'), es ir a la cárcel, Carmen y Carlos están condenados, es imaginación, las multas a los bancos por aplicar a su antojo el euríbor parten de asambleas del 15-M, es estudiar, es leer, es mirar al otro lado de la falsa noticia, es negar los recortes, vengan de Madrid, o de Sevilla (con su fantástica coalición de izquierdas), es negar la falsa Deuda, es pedir la renta básica, es cambiar la ley hipotecaria, es derribar la espuria Ley Electoral, es acabar con la opaca Financiación de Partidos, es destrozar la concubina y obscena relación entre corporaciones financieras, medios de comunicación y partidos políticos... es provocar un Nuevo Proceso Constituyente... del que nadie hablaba hasta que el 15-M lo verbalizó, en una plaza del sur.

Por todo ello, Podemos no es la cristalización política, electoral, del 15-M, no lo puede ser, porque el movimiento social que nace en Sol, y que ha parido tantos otros movimientos y mareas, no puede ser, no debe ser, concretado, estandarizado, perdería su razón vital, su nutriente energía, su capacidad de transformar.

Y si, imaginemos (no lo deseamos), la formación Podemos terminara siendo un bluff, si olvidara lo que predica, si abandonara la plaza, si se apoltronara en escaños y despachos, si expulsara el espíritu asambleario, si hiciera extraños amigos, si accediera a recibir a los bancos, si dejara la calle, si no estuviera en las movilizaciones, si no se jugara en cuello ante los desahucios, si pervirtiera el lenguaje como los otros... entonces, el 15-M, que está afuera, oculto de las instituciones, presente en la calle, en la plaza, estará ahí... y lo denunciará.

Lo denunciará, y seguirá haciendo lo que tiene que hacer: pensar, hablar, estudiar... y no parar de actuar, al lado de abajo, en la calle, con otros movimientos, insobornable, y atento, sin parar de moverse, anticipando, y obligando.

Ya se lo anunció Don Quijote a los anónimos del 15-M, Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato? 

Que así sea.




Columna para el comentario crítico:'MALA LECHE', por Manuel Vicent. Propuesta de examen

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"... si el recipiente se instala en medio de una tertulia política... la leche concentra la codicia, el rencor, la ambición, la miseria, la estupidez, el fanatismo de su entorno y la convierte en una pócima venenosa...

La mala leche que hoy se ha apoderado en nuestra sociedad responde de los latidos de un corazón colectivo devastado"


MALA LECHE

Los latidos del corazón constituyen también una forma de conocimiento. Según los biólogos más avanzados esa bomba mecánica es la que excita y pone en estado mental al cerebro y no al revés; incluso algunos líderes espirituales la han elevado a la categoría de oráculo de nuestro propio futuro. Si a un electrocardiograma se le aplica un zoom muy potente se pueden descubrir entre sus quebradas líneas de sístole y diástole unos espasmos microscópicos cuya lectura nada tiene que ver con la medicina sino con el campo magnético que el corazón expande y que afecta a todos los seres vivos de alrededor, incluidas bacterias y personas. Se ha hecho la prueba de ese poder con un recipiente lleno de leche. Conectados a una corriente se introducen dos electrodos en el recipiente, que se coloca en el centro de la mesa en la que estás departiendo una cena agradable con amigos. Los gérmenes vivos que contiene la leche responden a las sensaciones positivas o negativas del corazón de los comensales. Sus latidos no solo elevan la sangre al cerebro de los presentes para mover el mecanismo de sus pensamientos; también desvían las descargas emocionales hacia el recipiente que son captadas por los electrodos. La placentera sensación de amistad, la armonía feliz y las risas del grupo, purifican la leche, la eximen de bacterias y la convierten en el mejor postre de sobremesa, en leche merengada. Pero si el recipiente se instala en medio de una tertulia política, en el hemiciclo del Congreso de los Diputados, en la mesa del consejo de administración de un banco, la leche concentra la codicia, el rencor, la ambición, la miseria, la estupidez, el fanatismo de su entorno y la convierte en una pócima venenosa. La mala leche que hoy se ha apoderado en nuestra sociedad responde de los latidos de un corazón colectivo devastado. Por eso el aire es irrespirable.

(Fuente: El País, 29-06-2014)

PREGUNTAS:
1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
2ª TEMA. RESUMEN

3ª COMENTARIO CRÍTICO
Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)
2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qé argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?
4ª EXPLICAR EL SIGNIFICADO DE LAS SIGUIENTES EXPRESIONES:
- ... se pueden descubrir entre sus quebradas líneas de sístole y diástole unos espasmos microscópicos cuya lectura nada tiene que ver con la medicina
- ... algunos líderes espirituales la han elevado a la categoría de oráculo de nuestro propio futuro
- La mala leche que hoy se ha apoderado en nuestra sociedad responde de los latidos de un corazón colectivo devastado
5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS




TRES POEMAS DE FRANCISCO MATOS PAOLI

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"... es porque alcanzo en la ideal destreza
de los vocablos, total entereza...
Y la existencia, entonces, da sus frutos"



LA IGNORANCIA DEL AYER SON FLORES

Después de revisar el llanto, el luto,
la arrancada de fe que se desborda,
he ofrecido a mi sangre monocorda
pasión cambiante, extática, con fruto

provisto de este tedio en que se fía
toda la elucubrada, azul paciencia
en que fundé la Patria. Y esta ciencia
tan deleznable, esta letanía

que transforma el placer, muy divorciado
del ayer, es sentido o es legado 
que ya percibo en otros ruiseñores

más atentos al ritmo sorprendido
que es la ignorancia, recuerdo, mi olvido
en la vieja ciudad que veja flores.


LA EXISTENCIA COMO IMAGINACIÓN VERBAL

¿Por qué será que me demoro, en cuanto
a existir en tedioso laberinto?
Este cansancio que sujeta al plinto
dela estatua, me produce un tanto

de tristeza tangible. Pero el llanto
que está en las cosas, que están en jacinto
de mustia indecisión, o el vino tinto
de espesas señas (canto y recanto)

inventan el rebrillo palabrero.
Si languidezco en el igual sendero
que choca contra cielos diminutos,

es porque alcanzo en la ideal destreza
de los vocablos, total entereza...
Y la existencia, entonces, da sus frutos.


VALOR DE LA PALABRA

Soy contrario: es rezago la Palabra
como rebrillo que pulso ciega.
Hay tanto tedio proverbial: la vega
displicente, el revuelto abracadabra

que me asalta cada noche sin sentido,
el expediente abierto a los horrores,
el bejuco del alma, tan asido
a la piedra que yace sin amores,

y el del abismo simulado.
Hay tanto tedio proverbial: lo dado,
a veces, contra el Hijo, es desencanto

de dados preteridos en azares...
Me olvido de estos nombres, de este Lares
en que tuve silencio, y voz, y llanto.


Francisco Matos Paoli (Lares (Puerto Rico); 9 de marzo de 1915 - San Juan, Puerto Rico; 10 de julio de 2000), poeta y escritor puertorriqueño. A la edad 15 años publica su primer poemario: Signario de Lágrimas (1931). En 1942 contrae matrimonio con la escritora Isabel Freire Meléndez. En el año 1943 se inicia como profesor en la Universidad de Puerto Rico. Siendo Secretario General del Partido Nacionalista Puertorriqueño, es arrestado el 2 de noviembre de 1950, acusado de intentar derrocar al gobierno de los Estados Unidos por la fuerza; y posteriormente condenado a 10 años de cárcel. El 26 de mayo de 1955 es indultado por Luis Muñoz Marín, entonces gobernador de Puerto Rico. Matos Paoli, publicó cientos de libros de poesía. Fue el poeta de la victoria por la calidad y extensión de su obra, y ha sido nominado para el premio Nobel de literatura en más de una ocasión.



'MONARQUÍA Y CRISIS ECONÓMICA', por Juan Torres

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"Los partidos mayoritarios han convertido instituciones esenciales para la convivencia democrática, como el Tribunal Constitucional, el de Cuentas, el Consejo Superior del Poder Judicial, el Tribunal Supremo o la Fiscalía, en meros instrumentos de partido...

Controlan a su antojo los medios de comunicación públicos.... Se reparten con opacidad cientos de millones de ayudas del Estado, basan su predominio en una ley electoral injusta y conforman un oligopolio político que resuelve con pleno acuerdo las grandes cuestiones...

La monarquía... ha desempeñado un papel central en el mantenimiento de todo este lamentable estado de cosas"


MONARQUÍA Y CRISIS ECONÓMICA

Los partidos mayoritarios que constituyen el soporte del actual régimen político español defienden a la monarquía afirmando que es un factor de estabilidad política y social y que por ello su papel está fuera de discusión, como lo está la propia Constitución o la democracia en nuestro país. Pero a mi juicio los hechos demuestran claramente lo contrario.
La Constitución, en lugar de convertirse en la pieza que asegure el ejercicio de los derechos, la igualdad y el bienestar de los españoles –y, por tanto, la estabilidad económica y social- se ha convertido en un simple papel mojado. Los partidos mayoritarios la vienen incumpliendo reiteradamente e incluso la han modificado sin contar con la opinión del pueblo para dar satisfacción a potencias extranjeras, dinamitando así uno de sus principios fundamentales: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.
Los partidos mayoritarios han convertido instituciones esenciales para la convivencia democrática, como el Tribunal Constitucional, el de Cuentas, el Consejo Superior del Poder Judicial, el Tribunal Supremo o la Fiscalía, en meros instrumentos de partido. El artículo 117 establece que la justicia emana del pueblo y se administra por jueces y magistrados “sometidos únicamente al imperio de la ley” pero los partidos mayoritarios se aseguran en todas esas instituciones mayorías inamovibles a su servicio. Controlan a su antojo los medios de comunicación públicos cuya pluralidad es esencial para que exista democracia. Se reparten con opacidad cientos de millones de ayudas del Estado, basan su predominio en una ley electoral injusta y conforman un oligopolio político que resuelve con pleno acuerdo las grandes cuestiones sin consultar a los ciudadanos, y en particular las que han tenido que ver con la crisis económica en la que estamos.
No hay norma más incumplida en España que la Constitución. Su artículo 9 establece que “corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas” y “remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud”. Pero la realidad es que las políticas que se vienen aplicando han convertido a España en el país más desigual de la Unión Europea. El artículo 47 afirma que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada” pero cientos de miles han sido desahuciados para salvaguardar los derechos y los privilegios de la banca. El artículo 14 dice que “Los españoles son iguales ante la ley”, pero lo cierto es que, a diferencia de la gente normal y corriente, los banqueros gozan de todo tipo de ayudas, que los grandes patrimonios apenas tributan, que los delincuentes políticos y financieros apenas si son perseguidos o que cuando raramente son condenados resultan finalmente indultados. Y prácticamente no hay ni un solo precepto del capítulo tercero de la Constitución sobre los principios rectores de la política social y económica que se haya cumplido en los últimos años, como prueban de manera evidente todos los indicadores económicos y sociales.
La realidad es que la Constitución no es salvaguarda de derechos para todos los españoles porque no se cumple y que precisamente por eso vivimos en una democracia muy imperfecta o limitada, y que incluso últimamente patina en aspectos básicos que tienen que ver con el ejercicio de derechos y libertades personales, como prueba la criminalización de la protesta y la persecución a la que se encuentran sometidas miles de personas por el simple hecho de haberse manifestado pacíficamente contra los recortes de derechos que se vienen produciendo.
La crisis económica que estamos viviendo tiene mucho que ver con todo eso. Tal y como expliqué junto a Vicenç Navarro y Alberto Garzón en el libro Hay alternativasla crisis española está en gran parte producida por la gran desigualdad y por los privilegios que tienen los grandes grupos oligárquicos que ya desde el franquismo dominan todos los resortes del poder en España. Un poder que se consolidó en la transición y que se mantiene todavía gracias a las políticas que han aplicado los partidos mayoritarios y al entramado institucional muy poco democrático que sostienen.
La monarquía no solo es ajena a eso, ni es un poder arbitral, como se quiere hacer ver, sino que ha desempeñado un papel central en el mantenimiento de todo este lamentable estado de cosas. Su estrecha y permanente vinculación con los grandes grupos económicos y financieros es tan evidente que hasta se muestra en la financiación del ocio del monarca o en sus actividades como comisionista de sus grandes negocios. Incluso los llamados “periodistas del corazón” se han hecho eco de ello. Jaime Peñafiel, por ejemplo, escribió hace poco en su blog refiriéndose al rey Juan Carlos: “Desde el año 1973, gracias a las gestiones que hizo, a petición de Franco, ante el rey de Arabia Saudí para que a España no le faltara petróleo en aquella crisis, el gobierno autorizó a que, el entonces príncipe, recibiera un céntimo por cada barril de crudo que entraba en el país. Este acuerdo comisionista lo respetaron Adolfo Suárez y Felipe González. Ignoro quien acabó con tal práctica, ¿Fue José María Aznar? Aquello permitió que don Juan Carlos adquiriera una pequeña fortuna, incrementada, posteriormente, por otros, digamos, negocios”.
Lejos de haber actuado como garante de la Constitución en beneficio de la igualdad y del ejercicio efectivo de sus derechos por todos los españoles, la monarquía que ha encabezado don Juan Carlos de Borbón ha sido una pieza fundamental del entramado que viene permitiendo que en España detenten el poder prácticamente los mismos grupos que hace 70 u 80 años.
Como escribimos en Hay alternativas, cuando a finales de 2006 empezaba a estallar la crisis sólo una veintena de grandes familias eran propietarias del 20,14 por ciento del capital de las empresas del Ibex-35 y una pequeña élite de 1.400 personas, que representaba el 0,0035 por ciento de la población española, controlaba recursos equivalentes al 80,5 por ciento del PIB.
Don Juan Carlos de Borbón ha estado siempre con esas familias y grupos de poder, confundiendo sus intereses con los del resto de los españoles y provocando así no ya la crisis en la que estamos de un modo abstracto sino el sufrimiento y la frustración concreta de los millones de españoles que han perdido sus empleos, sus patrimonios, sus empresas y hasta su esperanza o incluso sus vidas en beneficio exclusivo de los mismos de siempre.
Por eso, lo que se plantea con el fin de su reinado no es una simple sucesión en el trono sino si vamos a continuar en la deriva hacia el desmantelamiento de la democracia y al pisoteo de la Constitución, que son necesarios para poder seguir aplicando las políticas que benefician a los de arriba, o si los españoles vamos a ser de verdad los dueños de nuestras vidas y de nuestro futuro. Una disyuntiva que equivale a preguntarse si se nos van a seguir imponiendo las cosas o si los españoles vamos a poder pronunciarnos directamente, mediante el voto y los referenda, sobre las políticas económicas y sociales y sobre quién queremos que nos represente a la hora de llevarlas a cabo.
(Fuente: publico.es)
Juan Torres López es Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla. Autor de numerosos libros y trabajos científicos entre los que destacan últimamente Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero y Lo que debes saber para que no te roben la pensión, escrito junto a Vicenç Navarro, y la última edición de Economía Política, un conocido manual de introducción a la economía. Su web es Ganas de Escribir.
(Fuente: publico.es)



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