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'¿LIBROS PARA CAMBIAR EL MUNDO?' (reportaje literario... y social), por Javier Rodríguez Marcos / 'Irène Némirovsky', poema de Elena Medel

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“Si haces una literatura no complaciente no pasas de ese lector dispuesto a que los libros le abran los ojos y no le anestesien, y al que no le importa mancharse y sufrir porque sabe que el dolor del conocimiento ayuda a reparar el daño"
(Marta Sanz)

"La creencia de que el mundo puede ser cambiado desde los libros es una arrogancia. Mejor creer que el mundo debe ser interrogado desde los libros”
(Sergio Ramírez)

Lemas del movimiento de los indignados, en una exposición sobre el 15-M celebrada en el Ateneo de Madrid en 2012. / GORKA LEJARCEGI (EL PAÍS)

¿LIBROS PARA CAMBIAR EL MUNDO?

La literatura puede ser una mera cuestión de tinta. El 15 de mayo de 2011 los indignados acamparon en la Puerta del Sol de Madrid y el 17 de septiembre de ese mismo año el movimiento Occupy Wall Street hizo lo propio en el Zuccotti Park de Manhattan. Tres semanas más tarde, el filósofo esloveno Slavoj Zizek se encaramó a uno de los bancos de la plaza neoyorquina y contó un chiste: un tipo de Alemania del Este fue enviado a trabajar a Siberia. Sabía que los censores leerían su correo, así que dijo a sus amigos: “Establezcamos un código. Si la carta que recibís está escrita con tinta azul, lo que diga en ella será cierto; si está escrita con tinta roja, será falso”. Un mes después llegó la primera carta. Estaba escrita en azul y decía: “Todo es maravilloso aquí. Las tiendas están repletas de buena comida. Los cines pasan buenas películas occidentales. Los apartamentos son grandes y lujosos. La única cosa que no se puede comprar es tinta roja”. Terminado el chiste, la glosa de Zizek a los manifestantes: “Así es como vivimos. Tenemos todas las libertades que queremos, pero nos falta tinta roja, el lenguaje con el que expresar nuestra no-libertad (...) Y eso es lo que estáis haciendo aquí: nos estáis dando tinta roja”.
Desmontados los campamentos, esa tinta simbólica ha llenado los libros hasta resucitar el viejo debate sobre el papel de la literatura como instrumento de cambio social. La crisis económica ha abierto un hueco en las librerías a novelas, ensayos y poemas atravesados por el paro, los desahucios o la precariedad laboral. Entre ellos emerge casi como un emblema la última novela de Rafael Chirbes,En la orillamejor libro de 2013 para varios periódicos españoles —éste incluido— y reciente premio Nacional de la Crítica. Sorprendido de su propio éxito, el escritor lo atribuye a la desolación y el cabreo de la gente: “En momentos menos feroces me verían como a un peligroso radical”. Chirbes tiene 62 años, pero las sensaciones de las que habla están presentes también en el nuevo poemario de Elena Medel, que tiene 29 y ha ganado el Premio Loewe a la creación joven con Chatterton. En su libro, dice Medel, está más presente lo colectivo que lo generacional a partir de “coordenadas personales” concretas: “La precariedad laboral y sentimental, el modo en que las relaciones de trabajo —qué ofrezco/qué recibo— se han trasladado a las relaciones a secas”. Y al fondo una pregunta —“¿cómo hemos llegado a este punto?”— teñida, esta vez sí, de una desazón con edad propia. “Pensábamos que viviríamos mejor que nuestros padres y no es así”, reflexiona. “Me pregunto en qué momento se torció todo y no tengo respuestas. Incluso cuando no se escribe literatura social se escribe contra algo. Yo escribo contra esa sensación y contra mí misma porque hemos seguido un modelo enloquecido, sabemos quiénes son los culpables y nuestra repuesta ha sido bajar la cabeza, la sumisión”.
Elena Medel subraya que el componente más explícitamente social de su último libro es el feminista: “Todavía se identifica lo masculino con lo universal y lo femenino, con lo particular”. Sin embargo, como escritora se siente una privilegiada respecto a la “lucha verdadera”: “¡Si hasta me han dado un premio Loewe! Una gran poeta como Ángela Figuera Aymerich tuvo que publicar Belleza cruel en México porque en España lo impidió la censura franquista”. Figuera (1902-1984), coetánea de la generación del 27 pero ausente de casi todas las antologías, ilustra bien, según Medel, la diferencia de trabajar bajo una dictadura o en una democracia.
El resurgir de la literatura comprometida en España ha vuelto los ojos hacia los autores que la practicaron bajo el franquismo. Sería el caso de Ángela Figuera y, también, el de Armando López Salinas, cuya novela La mina, una crítica de la explotación laboral publicada en 1960, se reeditó por primera vez en septiembre pasado sin los cortes de la censura. López Salinas murió en marzo pasado, pero el responsable de esa nueva edición, David Becerra Mayor, recuerda que la recuperación de La mina parece hecha a propósito, pero que ya en 2011 —“curiosamente, tres días antes del 15-M”— se celebraron unas jornadas de homenaje a su autor, referente de esa literatura social de la posguerra que pasó de ser tendencia dominante —de la mano de Blas de Otero, Gabriel Celaya,Antonio Ferres o Jesús López Pacheco— a ser denostada por, según sus críticos, privilegiar la denuncia frente a la estética. Contra La mina, dice David Becerra, se esgrimieron argumentos literarios que encubrían argumentos políticos: “Es una novela que molesta porque impugna el relato fundacional de la Transición, reducida a grandes gestos de grandes hombres. López Salinas nos recuerda quién resistió, quién luchó”.
Autor del estudio La novela de la no-ideología, Becerra es además uno de los firmantes del opúsculo colectivo ¿Qué hacemos con la literatura?, que forma parte de una colección de la editorial Akal —la misma que ha recuperado La mina— destinada a pensar qué hacer con la ecología, la educación o la financiación de los partidos. Entre esos firmantes está también Marta Sanz, cuyo nombre es, junto a los de Belén Gopegui e Isaac Rosa, uno de los que más se repite al hablar de literatura política (o de intervención o, ella no tiene reparos en utilizar el adjetivo, “urgente”). Eso sí, rechaza que esa urgencia se traduzca en descuido de la forma o en uso panfletario del contenido. “La literatura es en el 90% una cristalización de la ideología dominante, marcada por el consumo y por el despliegue de una cultura abaratada como ocio y espectáculo”, sostiene la escritora. “Eso se traduce en un canon que coloca el arte en un lugar sagrado, inofensivo. Todas las novelas son ideológicas, pero solo se señala la ideología cuando molesta”. 
Con todo, Marta Sanz reconoce no haber encontrado respuesta a la pregunta que se plantean todos los autores de literatura social desde que existen la sociedad y la literatura: ¿para quién se escribe? David Becerra recuerda que trató muchas veces el tema con López Salinas. ¿Qué hacer cuando los lectores potenciales de una obra —mineros, emigrantes— no pueden acceder a ella? “Armando trabajaba con esa contradicción en la cabeza”, cuenta Becerra. ¿Cómo la resolvía? “Pensando que no le correspondía a él arreglarlo sino al Ministerio de Educación. Ahora es distinto: el analfabetismo de la posguerra ya no existe”.
Cuenta Elena Medel que en ocasiones tiene la impresión de escribir para los convencidos, y esa misma expresión es la que usa Marta Sanz para reivindicar la necesidad de no ser previsible y dar una vuelta de tuerca a los prejuicios”. Sanz, no obstante, tiene claro el público que querría para su obra: “El de Sálvame”. También tiene claro que es imposible: “Si haces una literatura no complaciente no pasas de ese lector dispuesto a que los libros le abran los ojos y no le anestesien, y al que no le importa mancharse y sufrir porque sabe que el dolor del conocimiento ayuda a reparar el daño”.
¿La literatura comprometida debe experimentar con el lenguaje o ser lo más clara posible para que su denuncia sea eficaz? Aunque la obra de un poeta como Juan Gelman —llena de audacias gramaticales— sería una buena síntesis entre experimentación y compromiso, la nicaragüense Gioconda Belli subraya que el problema es común a toda la literatura: “Encontrar la calidad dentro de la expresión, porque cuando se vuelve panfletaria pierde fuerza y se descarta a sí misma. Hay obras coyunturales que si tienen calidad sobreviven a la coyuntura y se aplican a otras latitudes y situaciones. Yo escribí poemas durante la dictadura somocista que he visto reproducidos en Chile y ahora en Venezuela”. Hace poco, cuenta, vio en Twitter la foto de una pared en Caracas con los versos de su poema Huelga: “Quiero una huelga donde vayamos todos. / Una huelga de brazos, de piernas, de cabellos, / una huelga naciendo en cada cuerpo…”. “Otros poemas”, añade, “no los vuelvo a leer ni yo”.
Para el narrador guatemalteco Rodrigo Rey Rosa la literatura puede aspirar a influir a las clases dirigentes más que al gran público, “así la experimentación con el lenguaje no constituiría una barrera”. Lo dice antes de recordar que el 50% de la población de su país es analfabeta y después de señalar con ironía que la influencia de la literatura en la política no tiene por qué ser algo necesariamente positivo. “Esta clase de preguntas parecen hechas casi siempre desde un punto de vista biempensante de izquierda. Si la influencia que la literatura puede ejercer es de tendencia derechista o fascista, puede ser una suerte que su difusión sea limitada, ¿no?”. Rey Rosa, que reunió hace unos meses en Imitación de Guatemala cuatro novelas cortas, ha sabido manejar los recursos policiacos para narrar las matanzas de indígenas, el tráfico de niños o el secuestro de su propia madre. Cada vez que se plantea la tensión entre mayorías y minorías, surge la idea de Gramsci de que una literatura con pretensiones de cambiar el mundo debería partir de los géneros populares para llegar a todo su público potencial. De ahí que no tarde en sumarse a la conversación el que para algunos es el gran espejo de las miserias sociales: la novela negra. Tras recordar que escritores comprometidos como la propia Sanz o Manuel Vázquez Montalbán la han cultivado, David Becerra subraya que el molde no garantiza nada: “Hay autores que hacen una lectura patológica —el asesino es un enfermo aislado— y otros que tratan de desvelar la violencia invisible del capitalismo”. Lorenzo Silva, uno de los más señalados autores españoles del género —acaba de publicar, con trama política de fondo, Los cuerpos extraños—, tiene una opinión parecida y, además, apunta que las novelas nacen con la limitación de serlo: en una ficción nadie se da por aludido. Para ilustrarlo, recurre a su propia experiencia. Tras una larga carrera buceando en el delito como novelista, la primera denuncia le llegó por un libro de reportajes sobre “criminales y policías”.
El escritor argentino Patricio Pron —del que estos días se publica el ensayo El libro tachado y la novela Nosotros caminamos en sueños, una corrosiva visión de la guerra de las Malvinas— abunda en esa pérdida de relevancia: “La literatura ya no es el idioma común de la experiencia social”. ¿Lo fue alguna vez? “Ahí está la influencia de Zola en los movimientos sociales del siglo XIX o el papel de Orwell en el XX. Incluso las novelas del boom se leyeron en clave política porque coincidieron con los sueños de una generación en América Latina”. Según Pron, es posible que ese idioma común no quepa ya en un mundo tan fragmentado como el actual, en el que la gente se divide según sus hábitos de consumo. Incluido el consumo de literatura. De haberlo, apunta, habría que buscarlo en otros ámbitos: el 15-M, las redes sociales. Con sus matices. En las asambleas a las que fue, cuenta, se tenía la sensación de que había “un lenguaje en construcción”. La tinta roja de Zizek. “Aunque a veces se partiera totalmente de cero y se discutiera la distinción entre ser humano y ciudadano”. ¿Y las redes sociales? “El futuro será peor de lo que imagino si sus códigos —brevedad, falta de doblez— se convierten en imperativo categórico, pero me temo que la literatura ya no es el laboratorio del lenguaje ni el repositorio de los sueños colectivos”.
Respecto al papel de la literatura social, Pron es contundente: toda literatura interviene en su época y toda crítica debe ser primero autocrítica. “¿Por qué deberíamos esperar un cuestionamiento eficaz de nuestros modos sociales de existencia por parte de una literatura sin interés en cuestionar sus propios modos sociales de existencia?”, se pregunta. En su opinión, no hay alternativa sin cuestionar la institución literaria, “reflejo de la institución política”. De ahí que prefiera los inclasificables trabajos de César Aira oMario Bellatin frente a —“por hablar de cuatro buenos escritores”— los más explícitamente políticos de Ricardo Piglia u Horacio Castellanos Moya. A ello habría que añadir que la literatura trabaja “con otros plazos: si quieres intervenir en los asuntos de esta semana, llegas tarde; para eso está la prensa. El lector contemporáneo no necesita leer novelas para saber de la crisis. Muchos libros supuestamente críticos no son más que una estetización de problemas políticos”. ¿Estetización? “Sí, también hay una estética de la fealdad. Contar las cosas crudamente no es ser menos retórico”.

Patricio Pron insiste en que la literatura ha perdido relevancia, y el nicaragüense Sergio Ramírez explica que ése es el estadio más desconcertante para un escritor: “Donde el terreno es más difícil, es en aquellos países donde los regímenes autoritarios son indiferentes a la literatura porque no la consideran peligrosa. En una democracia la exploración en busca de temas es más ardua, porque ha perdido sus pretextos. Qué haríamos en América Latina sin corrupción institucional, sin autoritarismo iluminado, sin carteles de la droga…”. No es raro, pues, que en la charla que mantuvo con el israelí David Grossman en la última Feria del Libro de Guadalajara, Mario Vargas Llosa sostuviera que tanto en Latinoamérica como en Israel la idea de que escribir es una manera de influir mantiene su vigencia. Otra cosa es desde qué tribuna. Sergio Ramírez fue vicepresidente de Nicaragua con el Gobierno sandinista entre 1984 y 1990. ¿Después de pasar por el poder ha cambiado su idea sobre la capacidad de la literatura para mejorar la sociedad? “Ahora creo más firmemente que la literatura no es para convencer a nadie, sino para hacer preguntas”, dice. “Veo mejor el asunto cuando el escritor, desde la tribuna que le da la literatura, se expresa como ciudadano. La creencia de que el mundo puede ser cambiado desde los libros es una arrogancia. Mejor creer que el mundo debe ser interrogado desde los libros”.

(Fuente: El País, Babelia, 31-05-2014)

Irène Némirovsky
                                                   Para Benjamín Prado

Yo soy Elisabeth Gille llorando tu marcha:
éstas son mis cartas de cumpleaños quemadas.
Yo soy tu hija pequeña sin regalos de Navidad.
Persiguiendo a los nazis, saltando la valla.
Yo soy David Golder arruinado tras tu muerte.
Yo soy un acorde de piano cualquiera
que, de repente, en Issy-L'Evêque suena.
Yo soy Danièle Darrieux tirándose a un ministro nazi.
Yo soy la familia Kampf en un baile malogrado.
Yo soy las lágrimas que derramaste
en una cámara de gas en Auschwitz.
Yo soy el espíritu de la mala suerte.
Yo soy, como tú, una judía atea.
Yo también me exilié por la guerra.
Y soy un susurro al oído y un cuento de Chejov
y las moscas del otoño en un suburbio de Moscú
y soy un perro y soy un lobo
y soy un trago de vino de soledad...
Y soy tu todo y soy tu nada.
Y soy el cabrón alemán que te mató.
Y el germen de la semilla de tu ser.
Yo también me marché de Kiev.
Yo soy tú y a la vez yo.
Yo soy un insecto que por noviembre
merodea en los crematorios.
Yo soy la elegancia, el clasicismo y la frescura
de la boca que Hitler mandó callar un día.
Yo soy Grasset quemando todos tus fonemas
cuando tus hijas aún duermen a tu sombra.
Soy tu mano que acaricia sus cabellos
y que, dedos traviesos, imagina un nuevo cuento.
Y digo que este poema es Irène Némirovsky
lo mismo que yo soy Finlandia en 1918
y tú eres un corazón más en un mundo vacío.

SOBRE ELENA MEDEL: 

Poeta y crítica literaria nacida en Córdoba en 1985. Es una de las voces jóvenes de la poesía española. Desde  el año 2006 disfruta de una beca  del Ayuntamiento de Madrid en la Residencia de Estudiantes. Forma parte del equipo coordinador de La Bella Varsovia y colabora como articulista en diversos suplementos  literarios de la prensa española.  Su obra,  contenida en los poemarios "Mi primer bikini", Premio Andalucía Joven 2001, "Vacaciones" en 2004, 
"Tara" en 2006,  el cuaderno "Un soplo en el corazón"  en 2007  y "Cuentos eróticos de San Valentín" en 2007, 
ha sido traducida al árabe, inglés, italiano y portugués, y publicada en algunas antologías. 

(Fuente reseña: amediavoz.com)


ENTRADAS RELACIONADAS:

ACERCA DE LA NOVELA 'DEMOCRACIA', DE PABLO GUTIÉRREZ

"Marco es un fragmento infinitesimal del gran estallido, una esquirla de intrahistoria en el mitológico combate entre Economía y Humanidad" (Democracia) "La crisis repta, no vuela; muerde a ras de suelo y nunca en los despachos más altos" (Benjamín Prado, en Pura Lógica, 500 aforismos) "Los poderosos son los que dan las órdenes a los que mandan" (ídem)

MARTA SANZ: 'TRANSGRESORES Y HETERODOXOS EN LA NARRATIVA DEL NUEVO SIGLO' (CONFERENCIA EN EL XIV CONGRESO FUNDACIÓN CABALLERO BONALD)

("... a mí me interesa la cultura, contestataria y resistente,  que me ayuda a ver mejor y no esa otra que coloca una media sobre el objetivo de la cámara para difuminar o hacer más masticable, digerible y metabolizable la realidad. Los comedores de carne cruda y los caníbales a veces tenemos malas digestiones..." )

ENTREVISTA A MARTA SANZ

(No hay que gratificar al lector como a un cliente. Que la literatura sobre la crisis no se convierta
en merchandising... Me temo que la crisis es una cortina de humo para rebajar derechos: sociales, laborales, sanitarios… El otro día una mujer me decía que le parecía increíble que tuviera que volver a manifestarse diciendo: ‘Nosotras parimos, nosotras decidimos"


("¿Servimos de algo o somos efectivamente ridículos?... Si hablamos caemos en el ridículo, y si no, nos portamos como cobardes e incurrimos en mansedumbre... Ay si además de ocurrir cuanto ocurre, uno abriera los periódicos y no se encontrara en ellos más que asentimiento e indiferencia y silencio, solamente por temor al ridículo")


("... desde la literatura y el arte concebidos como instrumentos de cambio real; desde la urgente necesidad de una respuesta contra la amputación de la democracia y la conversión de todo en mercancía, en esta fase postmoderna del capitalismo avanzado...")


("Hace ya mucho que los “responsables de los desaguisados” aprendieron la lección: no hay que preocuparse de lo que diga nadie, así tenga prestigio o “mordiente”, porque nada dura y todo se olvida en seguida... si las protestas y manifestaciones les traen sin cuidado, y las huelgas; si pasan por alto a la sociedad civil, invadida, reducida a la mínima expresión, convertida en meros pagadores de impuestos...  ¿cómo van a sentirse “intimidados” por las opiniones de los escritores?")




("... la literatura tiene que ser un discurso que intervenga en lo público, que rompa con lo que tradicionalmente ha sido la literatura, una expresión del yo, para que participe en la configuración del nosotros...  La imagen de la literatura pura suele servir para potenciar el discurso idealista dominante.")




(A la historia de la literatura, a la historia del arte en general, siempre les ha acompañado, como algo inevitable, la tensión dialéctica entre dos dos formas aparentemente contradictorias de concebir la creación, a saber, el arte por el arte (el poeta sólo se debe a su arte, a la búsqueda de la belleza...) y el arte comprometido ("el poeta debe llorar y reír con su pueblo", "nada humano me es ajeno", el poeta debe denunciar las injusticias sociales, solidarizarse los que sufren, hacer valer su energía ideológica...)





'ESTA VEZ SÍ QUEREMOS QUE NOS PREGUNTEN', por Luis Enrique Ibáñez

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"Convoquen un referéndum para que sea la ciudadanía española la que, esta vez, decida el marco político de sus vidas. La voz del pueblo nunca puede ser ilegal. Es libre...

No se adelanten, aparten esos malos pensamientos de sus cabezas, no acallen las palabras con porras y balas de goma... No preparen la represión. No siembren el miedo..."


Mariano Rajoy y el Rey, abdicado, Juan Carlos

ESTA VEZ SÍ QUEREMOS QUE NOS PREGUNTEN

El rey ha abdicado. Muy bien. Sin embargo, antes de que empiecen todas las loas hipócritas, todos los reportajes hagiográficos, amasados con ternura en la inquebrantable complicidad de periódicos y revistas de la dulce farándula, antes, digo, podríamos pararnos a pensar, a hacernos preguntas, a proponer y a exigir que nos pregunten. Esta vez sí.

Vamos a cobijarnos  en las sabias palabras del filósofo Mariano Rajoy cuando, amparándose en el recuerdo de los constituyentes de 1812, afirmó: "Hay que ser valientes para hacer las reformas". 

Bien, presidente, es la hora de los valientes.

Es la hora de escuchar la voz del pueblo.

No se alarmen, no saquen ya a los antidisturbios, no empiecen a pegarnos, todavía. Hablemos. Permitan que expresemos nuestra opinión. Hacerlo no es pecado, señor Fernández Díaz.

Las palabras libres, las propuestas que puedan provenir del llamado pueblo soberano, sus deseos, su inteligencia, su voz, no pueden ser, no son, delito. Sólo pueden representar el espejo de su libertad deseada. La plasmación de su voluntad imperativa, la conformación de esa ciudadanía como sujeto político que quiere decidir su futuro, qué quiere elegir cuál va a ser la vía correcta por la que va transitar el devenir del pueblo español.

Sabemos, saben, perfectamente, desde que se ha conocido la noticia de la abdicación del Rey, que en los próximos días, quizá en las próximas horas, se van producir manifestaciones en las calles de este país, pidiendo la instauración de un nuevo marco político.

No preparen la represión. No siembren el miedo. No hablen del apocalipsis, no empiecen con la burda manipulación de ideas y de palabras. Olvídense de abofetear los significantes puros. No se agarren a vocablos envenenados por ustedes para bloquear el pensamiento, palabras del tipo antisistema, antidemocrático, violentos, anarquistas...

No hay nada más democrático que escuchar, atender... y obedecer el deseo del pueblo. Y recuerden que si se gobierna en contra de ese pueblo, eso no se llama Democracia. Se llama Tiranía. 

La adulteración transgénica que ustedes hacen del idioma social no puede durar eternamente, ni siquiera con la ayuda de esos dóciles y aprovechados medios, siempre a su servicio. Escuchen la realidad, la de verdad, no la inventada por ustedes, y servida con veneno dormilón en el plato sucio de esos medios acallados, de esos voceros de un sistema que ya no se sostiene.

¿Por qué no nos hacen un favor? ¿Por qué no nos recuerdan a todos el significado de la palabra referéndum? 

Permitan, por un día, que nos sintamos protagonistas, dejen que sintamos el sentido de un voto como algo real.

Convoquen un referéndum para que sea la ciudadanía española la que, esta vez, decida el marco político de sus vidas. La voz del pueblo nunca puede ser ilegal. Es libre. Y si ustedes no ordenan otra cosa, lo único que debería escucharse es la clara voluntad de un país, de sus ciudadanos, sobre su futuro. 

No se adelanten, aparten esos malos pensamientos de sus cabezas, no acallen las palabras con porras y balas de goma.

Queremos hablar. Queremos decidir. ¿Qué ahí de malo en ello? Probablemente que a muchos les iba a acabar los infinitos chollos económicos, antidemocráticos, de los que llevan gozando una eternidad. Sí, una eternidad. Eso es lo que nos parece a millones de españoles.

Dejemos todos que los vientos del pueblo nos lleven. Devolvamos la dignidad a los versos de Miguel Hernández,

Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

No soy de un pueblo de bueyes...


SELECTIVIDAD. ARTÍCULO: 'PRONTO SERÁ NORMAL TENER CIEN AÑOS'. PROPUESTA DE EXAMEN

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"La longevidad, que antes era una rareza que parecía propia de los patriarcas bíblicos, hoy es algo que empieza a ser bastante común... 

Hace un par de años el Fondo Monetario Internacional mostró en un informe su preocupación por el “riesgo” de que la gente viva más. Los viejos son tan irresponsables que se empeñan en no morirse"


PRONTO SERÁ NORMAL TENER CIEN AÑOS, por Rosa Montero


El demógrafo estadounidense James Vaupel dijo hace unas semanas que es probable que el 50% de los niños nacidos en España en 2014 lleguen a cumplir cien años. España, ya se sabe, es uno de los países más longevos del mundo. Actualmente la esperanza media de vida es 82,2, a sólo unas décimas de los dos primeros, Japón y Francia. Y no es sólo España: ahora mismo hay casi 500.000 personas en el mundo con más de cien años. La longevidad, que antes era una rareza que parecía propia de los patriarcas bíblicos, hoy es algo que empieza a ser bastante común.

Como nadie quiere morirse, se diría que estas son buenas noticias. Pero a mí la verdad es que me inquietan un poco. Es evidente que viviremos mucho más, pero ¿en qué condiciones físicas y sociales, a qué precio? Hay que prepararse para ese futuro. Siempre me ha parecido absurda e incluso algo suicida la poca atención que se presta a los ancianos en nuestro país. Es como si la gente no quisiera hablar de los viejos, como si no deseáramos recordar que todos vamos hacia allá, que la vejez es el territorio en donde pasaremos una buena parte de nuestra vida, eso si tenemos suerte, desde luego, porque para alcanzar la senectud hay que tener la estupenda suerte de no morirse. “Envejecer no es malo, sobre todo teniendo en cuenta la alternativa”, decía Mateo Alemán, el autor de la célebre novela picaresca Guzmán de Alfarache (por cierto que este año se cumplen cuatro siglos exactos de su muerte: la alternativa acabó atrapándolo, como a todos).

Le oí citar esta frase el otro día a José Antonio Serra, Tin para los amigos, jefe del servicio de geriatría del hospital madrileño Gregorio Marañón, en una estupenda conferencia que dio en la Fundación Ramón Areces. Serra es uno de los ocho promotores del recién creado Centro de Estudios del Envejecimiento. Entre ellos hay médicos especializados en salud pública, geriatras, epidemiólogos, sociólogos; son ocho personas interesadas en el reto de envejecer que han decidido agitar un poco las aguas y reflexionar públicamente sobre el tema para ver si la sociedad reacciona.

Siempre he pensado que la vejez es la época heroica de la existencia. Puede ser un trayecto muy duro y muy difícil (“hacerse mayor no es para blandengues”, reza un refrán estadounidense), pero también emocionante y pleno. De hecho, creo que una buena vejez puede rescatar y redimir una mala vida. Pero para ello tenemos todos que cambiar nuestros prejuicios. En la conferencia, Serra dijo que había hecho el experimento de googlear“envejecimiento problema” y se había encontrado con más de cinco millones de entradas. En cambio, “envejecimiento reto” sólo tenía dos millones de entradas, y ya me parecen muchas, teniendo en cuenta la mala prensa que sufren los ancianos (“cuestan mucho a la sociedad, son una carga…”). Hace un par de años el Fondo Monetario Internacional mostró en un informe su preocupación por el “riesgo” de que la gente viva más. Los viejos son tan irresponsables que se empeñan en no morirse.

Entre otras cosas, los ancianos son menos caros socialmente si tienen mejor salud y son más autónomos. La vejez no es una enfermedad, repite siempre Serra; uno puede ser viejo y estar muy sano; es más, su ambición de optimista irreductible es la de conseguir morir sanísimo. Sin embargo, a muchos viejos no se les atiende debidamente porque tanto a los familiares como al sistema médico e incluso al propio anciano les puede parecer que a esa edad es normal llorar y estar triste, cuando lo que tienen es una depresión; o caerse o que les duela algo, cuando puede que sean síntomas de alguna enfermedad no diagnosticada. Se habla de hígado senil, cardiopatía senil, demencia senil, como si la senilidad fuera la fuente de la dolencia, cuando “no hay ninguna enfermedad que se explique sólo por la edad”.

Hace cuatro años, Serra tomó a 40 ancianos entre 90 y 97 años de una residencia geriátrica y les puso a hacer gimnasia tres días a la semana durante dos meses. Bueno, puso sólo a la mitad, porque la otra mitad era el grupo de control. Y los ancianos mejoraron tanto su estabilidad, su fuerza, su ánimo, que tuvieron que cerrar el gimnasio con llave porque los 20 viejos del grupo de control, envidiosos, intentaban colarse en las instalaciones y hacer ejercicio por su cuenta. Quiero decir que la vida es maravillosa, el cuerpo es maravilloso, la mente humana es de una fortaleza y adaptabilidad increíbles. No hay que resignarse a ser viejos, hay que reinventar una nueva vejez. Estamos batiendo récords sociales de supervivencia y el mundo al que nos dirigimos tendrá que ser por fuerza distinto. Pero eso no tiene por qué ser malo. Como dice Tin Serra, el 30% de la población no puede ser un problema.

(Fuente: El País Semanal, 27-04-2014)

PREGUNTAS:

1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS

2ª TEMA. RESUMEN



3ª COMENTARIO CRÍTICO

Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)
2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qé argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?

4ª  PRIMERA OPCIÓN: EXPLICAR LAS RELACIONES SINTÁCTICAS QUE EXISTEN EN LAS SIGUIENTES PROPOSICIONES:
La longevidad, que antes era una rareza que parecía propia de los patriarcas bíblicos, hoy es algo que empieza a ser bastante común


SEGUNDA OPCIÓN: ANALIZAR LAS FORMAS VERBALES SEÑALADAS EN EL TEXTO (negrita)

TERCERA OPCIÓN: ANALIZAR LOS PRINCIPALES MECANISMOS DE COHESIÓN EN EL TEXTO


5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS





SELECTIVIDAD. Fragmento de 'CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA'. PROPUESTA DE EXAMEN

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"Sobre todo, nunca le pareció legítimo que la vida se sirviera de tantas casualidades prohibidas a la literatura, para que se cumpliera sin tropiezos una muerte tan anunciada...

Debajo de esa paráfrasis de desaliento, con un trazo feliz de la misma tinta de sangre, dibujó un corazón atravesado por una flecha"




Yo mismo exploré muchas veces con las aguas hasta los tobillos aquel estanque de causas perdidas, y sólo una casualidad me permitió rescatar al cabo de cinco años de búsqueda unos 322 pliegos salteados de los más de 500 que debió de tener el sumario.
El nombre del juez no apareció en ninguno, pero es evidente que era un hombre abrasado por la fiebre de la literatura. Sin duda había leído a los clásicos españoles, y algunos latinos, y conocía muy bien a Nietzsche, que era el autor de moda entre los magistrados de su tiempo. Las notas marginales, y no sólo por el color de la tinta, parecían escritas con sangre. Estaba tan perplejo con el enigma que le había tocado en suerte, que muchas veces incurrió en distracciones líricas contrarias al rigor de su ciencia. Sobre todo, nunca le pareció legítimo que la vida se sirviera de tantas casualidades prohibidas a la literatura, para que se cumpliera sin tropiezos una muerte tan anunciada.
Sin embargo, lo que más le había alarmado al final de su diligencia excesiva fue no haber encontrado un solo indicio, ni siquiera el menos verosímil, de que Santiago Nasar hubiera sido en realidad el causante del agravio. Las amigas de Ángela Vicario que habían sido sus cómplices en el engaño siguieron contando durante mucho tiempo que ella las había hecho partícipes de su secreto desde antes de la boda, pero no les había revelado ningún nombre. En el sumario declararon: «Nos dijo el milagro pero no el santo». Ángela Vicario, por su parte, se mantuvo en su sitio. Cuando el juez instructor le preguntó con su estilo lateral si sabía quién era el difunto Santiago Nasar, ella le contestó impasible:
-Fue mi autor.
Así consta en el sumario, pero sin ninguna otra precisión de modo ni de lugar.
Durante el juicio, que sólo duró tres días, el representante de la parte civil puso su mayor empeño en la debilidad de ese cargo. Era tal la perplejidad del juez instructor ante la falta de pruebas contra Santiago Nasar, que su buena labor parece por momentos desvirtuada por la desilusión. En el folio 416, de su puño y letra y con la tinta roja del boticario, escribió una nota marginal: Dadme un prejuicio y moveré el mundo.
Debajo de esa paráfrasis de desaliento, con un trazo feliz de la misma tinta de sangre, dibujó un corazón atravesado por una flecha. Para él, como para los amigos más cercanos de Santiago Nasar, el propio comportamiento de éste en las últimas horas fue una prueba terminante de su inocencia.
(Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada (1981)
PREGUNTAS:
1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
2ª TEMA RESUMEN
3ª COMENTARIO CRÍTICO
4ª TENIENDO EN CUENTA EL EXPLICAR EL SIGNIFICADO DE LAS SIGUIENTES EXPRESIONES:
a)  Dadme un prejuicio y moveré el mundo
b) Nos dijo el milagro pero no el santo
c) Debajo de esa paráfrasis de desaliento...
5ª CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DEL GÉNERO NARRATIVO / LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA
(Algunos exponentes especialmente representativos de la literatura contemporánea rompen deliberadamente los límites legales de los géneros, traspasan furtivamente todas las fronteras teóricas para imaginar libremente el discurrir de ¿la historia?)
ENTRADAS RELACIONADAS CON GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y 'CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA':
("La honra es la razón de la muerte de Santiago Nasar, y está relacionada con el hecho de que Ángela Vicario no es virgen en el momento de su matrimonio. Esta es una mentalidad tradicional en la sociedad hispana, y estas ideas forman el núcleo del teatro español clásico.")
(“si no hubiera sido escritor, hubiera querido ser taxista. En vez de estar sentado detrás de un escritorio día y noche, estaría escuchando las historias de los pasajeros y navegando las calles” "La raíz de su genio era tomar algo real, sumamente frecuente y habitual y casi periodístico, y exagerarlo hasta lo descomunal. Igual que Colombia, igual que nuestra América, igual que nuestra increíble humanidad que nadie como él, taxista de la eternidad, supo conquistar y expresar y volver inmortal."
("Si sus tres o cuatro novelas magistrales engañan a incautos, que las toman por espejos en lugar de espejismos, es porque él creó con ellas un universo paralelo, donde el tiempo circula en vez de pasar. En ese tiempo viven sus obras, sin recibir lesión apreciable con los años. Y él vive en ellas... García Márquez conoció esa cumbre y abismo de los grandes artistas: fue mayor que él mismo. Y así se le habrá venido encima la muerte, como al patriarca de su invención")
"Cuando más se odió a la poesía, se odiaba a la poesía épica, la poesía que contaba algo... ya nadie lo quiso hacer más, la poesía del relato de un pueblo... de las pasiones vividas... y yo no le tuve miedo a eso..." (P.N) "... a medida que uno avanza en el trabajo literario va perdiendo el sentido de la realidad y, en cambio, el trabajo de reportero tiene la ventaja de que lo mantiene a uno todos los días en contacto con la realidad inmediata (G.G.M)"


("Y no es que su padre “le enseñara” o “le mostrara” el hielo, es que le llevó a “conocerlo”. Tantos niños han esperado impacientemente a conocer el mar, a conocer la caza del oso, a conocer el amor, a conocer el mundo, a conocer la victoria, que el conocimiento del hielo es una hipérbole magnífica de todas las desesperadas ilusiones de la infancia...")


("El caudillo... busca convertir a las instituciones en meros decorados para imponer su voluntad única que termina siendo la razón de estado. Es la misma soledad sin ecos de Zacarías, el dictador de El otoño del patriarca... A través de la ficción aprendemos que el poder, su erótica y sus trasuntos no cambian nunca, enquistado como está en las entretelas del corazón humano, una bestia peligrosa que algunos logran domesticar y otros más bien azuzan dentro de sí mismos")

("... Anoche mismo me han contado que lo vieron con Aureliano Buendía en una pulquería de los arrabales de Macondo... Apuraban los tragos a puro pelo y se les hinchaba la vena de justicia cuando denunciaban los corazones blindados de hormigón olvidados de todos cuantos caen al otro lado de las avenidas...")


("... el escritor colombiano nunca abandonó ese tono de narrador oral que dijo haber aprendido de su abuela. Así, sus novelas y cuentos los habitan personajes que, como salidos de la mano de un dios, parecen tener vida propia. Algunos forman parte ya de ese universo de inconfundibles seres imaginarios que es la literatura universal")


("... el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad... Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz")

("... no existen sistemas establecidos de captación precoz de aptitudes y vocaciones tempranas... Los padres no están preparados para la grave responsabilidad de identificarlas a tiempo, y en cambio sí lo están para contrariarlas. Los menos drásticos les proponen a los hijos estudiar una carrera segura, y conservar el arte para entretenerse en las horas libres")

("Los primeros niños que vieron el promontorio oscuro y sigiloso que se acercaba por el mar, se hicieron la ilusión de que era un barco enemigo...")

(«Esta es mi mejor novela, la que mejor he podido controlar... He utilizado una técnica de reportaje, pero en la novela ya no queda del drama mismo o de los personajes sino el punto de partida, la estructura... La violencia en América Latina, y principalmente en Colombia, es un fenómeno de toda su historia, algo que nos viene de España")





'REFLEXIONES POSTELECTORALES', por Santi Ortiz

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"Estrepitosa caída han sufrido las dos caras del PPSOE –el partido único del Capital–, aunque no tan dura y contundente como de sobra han merecido...

El revuelo mediático y la alarma política suscitada por la presencia de Podemos en la vida parlamentaria... su demonización... es una prueba de lo nerviosos que se han puestos los fieles servidores de la “casta política” y los amos de la misma ante una formación que hace planear, por vez primera desde la traición felipista a la Democracia una verdadera alternativa real a lo que ha estado corrompiendo España desde hace más de treinta años"


REFLEXIONES POSTELECTORALES

     Concluido el circo electoral y atenuada la estela mediática que ha prolongado el acontecimiento, es hora de realizar mi particular balance parcial al respecto.

     En primer lugar, y aunque los medios de comunicación afines al Sistema lo silencien o pasen de puntillas sobre el dato, la abstención ha vuelto a ser la auténtica vencedora de los comicios. Si asimiláramos las elecciones a una plaza de toros, de cada mil asientos, sólo se habrían ocupado 456, dejando vacíos 544. O sea que los principales espadas de la política no han tenido tirón ni para cubrir media plaza. Después se pavonearán de representarnos a todos.

     Estrepitosa caída han sufrido las dos caras del PPSOE –el partido único del Capital–, aunque no tan dura y contundente como de sobra han merecido. Que todavía contabilicemos más de siete millones y medio de votantes que hayan optado por seguir apostando por los responsables del mantenimiento de los recortes en sanidad y educación, el rescate de los bancos, la prioridad en el pago de la deuda ilegítima, la bajada de salarios, la insostenible cifra de parados, la corrupción, la dilapidación del país, etc.,  habla mal de la inteligencia del electorado y bien de la fuerza que continúan teniendo los medios de comunicación afines al Sistema, que son todos los mayoritarios, para lavarle el cerebro a la gente. No obstante, una pérdida de más de cinco millones de votos respecto a las anteriores elecciones europeas, no deja de ser una clara muestra de que algo está cambiando en este país.

     El resultado más llamativo, aunque no tan inesperado como quieren hacernos creer los ciegos de la política profesional y sus voceros, ha sido la irrupción parlamentaria de Podemos, con más de un millón doscientos mil votos y cinco escaños. En esta formación, queda depositada la esperanza de los que están por la labor de la regeneración democrática de la política, sin ruptura revolucionaria, y de que seamos el pueblo, y no los poderes fácticos que nadie vota nunca y sus paniaguados de la política del medro y el pelotazo, quienes participemos en el gobierno del país para paliar las desigualdades que nos vienen impuestas desde Bruselas, el FMI y todos los cenutrios que se enriquecen a costa del sudor de los trabajadores.

     El revuelo mediático y la alarma política suscitada por la presencia de Podemos en la vida parlamentaria y las extrapolaciones que de ella pueden derivarse, su demonización continuada, el esfuerzo esquizofrénico por asociarlo a un dantesco panorama del que sería virtual culpable, las sarta de mentiras y descalificaciones que le han llovido a la formación de Pablo Iglesias desde todos los puntos cardinales de la farsa política que padecemos y de quienes se ganan como servidores su ración de pienso inoculando veneno, es una prueba de lo nerviosos que se han puestos los fieles servidores de la “casta política” y los amos de la misma ante una formación que hace planear, por vez primera desde la traición felipista a la Democracia, una verdadera alternativa real a lo que ha estado corrompiendo España desde hace más de treinta años.

     Este trato despiadado, desquiciado, visceral, lunático y atolondrado, sirve también para situar en su justo término a Izquierda Unida, que, aunque haya subido en votos, sigue llegando tarde a todos sitios y sin enterarse realmente de lo que pasa. Pudo haber capitalizado la indignación de la gente y no lo hizo, tuvo que venir el 15-M para refregarle por la cara su error. Pudo haberse desmarcado de una vez por todas con la política reaccionaria y neoliberal del PSOE y tampoco lo hizo y hasta llegó a formar coalición con los socialdemócratas en Andalucía contra el PP evidenciando no tener ni idea de cómo distinguir una derecha de otra. Pudo ahora haber formado coalición con Podemos, que le ofreció la posibilidad de ir juntos a las elecciones, pero sacaron pecho y condición de “casta” y despreciaron las propuestas de los perroflautas. Ahora, sin embargo, todo se le vuelve ofrecimientos y acercamientos, en otra demostración de su virtud de llegar a destiempo a la realidad de cada momento. Por eso, su crecimiento no molesta, no crea alarma entre las sanguijuelas ni entre los parásitos del órgano de propaganda del Sistema. Con ellos, no cambiará nada de verdad. Buscarán su espacio político, se acomodarán en él y serán “comprensivos” con la situación que vivimos, aunque lleguen a molestar un poquito con los reajustes que hayan de practicarse para hacerles sitio.

     Yo soy muy escéptico con poder cambiar el Sistema –esa tela de araña mafiosa y todopoderosa que todo lo impregna, adultera y contamina– desde su interior, de ahí que vea con cierta incredulidad la llegada de Podemos como fuerza política de peso y porvenir. Sin  embargo, creo que si hay una posibilidad de hacerlo, Podemos la tiene a su alcance. Tendrán que ser muy inteligentes, muy honrados, muy puros, para mantenerse en la línea que proponen y hacer caso omiso a los cantos de sirena que querrán comprarlos, a las amenazas que querrán asustarlos y tener un alma de acero para soportar la ofensiva que los medios de comunicación –todos lacayos del Sistema– desplegarán –ya lo hacen– contra ellos y sus ideas.

     Lo que programan realizar es muy difícil y su éxito pasa inexorablemente por tener detrás una gran mayoría del pueblo apoyándoles y haciendo causa común con sus aspiraciones. De momento, su comportamiento ante el triunfo es prometedor, veremos qué pasa cuando llegue el desgaste y las minas puestas en su línea de flotación por la casta política –sobre todo la de las “izquierdas” unidas o desunidas– comiencen a estallar. Pensemos que abolir la corrupción y el clientelismo de castas en la parodia política vigente, en que se instalan desde sindicatos a partidos “mayoritarios” y toda la podredumbre que infesta las altas y bajas instancias del país, es un trabajo ciclópeo donde la cantidad de intereses que Podemos pondría en peligro moverán cielo y tierra para seguir beneficiándose de los mismos y aniquilar cualquier potencial enemigo. No obstante, con alma de acero, corazón de paloma, ojo de águila, sabiduría de búho y, por supuesto, la verdad y la honradez por bandera y la fidelidad a los principios que han traído hasta aquí a la formación, no hay abismo que no se cruce ni castillo que se resista.


     Estaremos muy pendientes del desarrollo de los acontecimientos.



Columna para el comentario crítico: 'PERDIDOS', por Leila Guerriero / 'ANTONIO AZORÍN' (fragmento). ACTIVIDAD / 'PAPERBACK WRITER'

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“Cuando vengo a estos encuentros de escritores, me siento como un cura que ha perdido la fe en una reunión de obispos. Desde hace tiempo lo que escribo me sabe mal. Me gusta más lo que escriben los otros. Yo he perdido la fe, yo ya no escribo”

... recordé la voz de Pina Bausch diciendo, con una certeza nacida del horror y de los huesos, “Bailen, bailen, o estamos perdidos”

(Imagen tomada en pineros-web)

PERDIDOS

En la última novela de Rodrigo Fresán (La parte inventada, Mondadori), el escritor que la protagoniza piensa que dejar de escribir puede ser más sencillo que seguir haciéndolo: “Pasar el resto de la vida como alguien que ya no escribe (...) Y sonreír esa sonrisa triste de los que alguna vez fueron adictos a algo: la sonrisa de quienes están mejor de lo que estaban, pero no necesariamente más felices. La sonrisa de quienes (...) sospechan que en realidad ellos no eran los adictos sino, apenas, la adicción: la incontrolable sustancia controlada, la tan efectiva como pasajera droga. Y, entre temblores, comprenden que algo o alguien se los ha quitado de encima porque ya no les sirve (...) Y que por eso la droga ha partido, lejos de ellos, en busca de sustancias mejores y más poderosas”. En marzo, en Lima, durante una mesa redonda en la Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince sonrió esa sonrisa triste de los que alguna vez fueron adictos y dijo: “Cuando vengo a estos encuentros de escritores, me siento como un cura que ha perdido la fe en una reunión de obispos. Desde hace tiempo lo que escribo me sabe mal. Me gusta más lo que escriben los otros. Yo he perdido la fe, yo ya no escribo”. En la sala se escuchó un “¡ah!” aterrado, como si alguien hubiera deshecho el conjuro que mantenía cerrada la puerta de los monstruos. Si, al decir de Rubem Fonseca, “El objetivo honrado de un escritor es henchir los corazones de miedo”, Héctor Abad logró henchir, esa tarde, mi corazón de miedo. Y allí, sentada entre decenas de escritores, recordé la voz de Pina Bausch diciendo, con una certeza nacida del horror y de los huesos, “Bailen, bailen, o estamos perdidos”. No he dejado de pensar en esas cosas. Me parecen, a la vez, bellas y tristes, quizás amenazantes. Como la fe, como el amor, como la pérdida de todo lo encontrado.

(Fuente: El País, 04-06-2014)

ACTIVIDAD:

Redactar un texto en el que se exprese la opinión sobre el tema central de esta columna, relacionándolo con la obra de Miguel de Unamuno 'San Manuel bueno, mártir', con la actualidad, y también con el siguiente fragmento de Azorín:

Esta tarde hemos cumplido un deber triste: hemos acompañado hasta la santa tierra al que en vida fue nuestro amigo don Víctor.
Una rambla abre su ancho cauce entre el camposanto y el pueblo. La verdura se extiende en lo hondo bordeando el cauce, repta por el empinado tajo, se junta a la otra verdura de los huertos que respaldan las casas y aparecen colgados como pensiles.
Sarrió y Azorín, ya de regreso, han cruzado la rambla. Y Sarrió ha dicho:
—¿A que no sabe usted, Azorín, en lo que pensaba don Víctor cuando se estaba muriendo? Pensaba en un bastón, en su bastón. Y decía: «Que me devuelvan mi bastón... mi bastón de vuelta, ¿eh?... un bastón que tiene una chapa de plata... una chapa de plata que hace un ruido al caminar, ¿eh?»... Y luego en la agonía le ha gritado: «¡Mi bastón, mi bastón!»; y ha muerto. ¿No le parece a usted raro, Azorín?
Y Azorín ha contestado:
—No, querido Sarrió, no me parece raro. Unos piden luz, más luz, cuando se mueren; otros piden sus ideas, este pobre hombre pedía su bastón. ¡Qué importa bastón, ideas o luz! En el fondo, todo es un ideal. Y la vida, que es triste, que es monótona, necesita, querido Sarrió, un ideal que la haga llevadera: justicia, amor, belleza, o sencillamente un bastón con una chapa de plata.
Llegaba el crepúsculo. Y el cielo se encendía con violentos resplandores de incendio.


TEMA MUSICAL ¿RELACIONADO?'PAPERBACK WRITER', THE BEATLES

LETRA:

Dear Sir or Madam, will you read my book?
It took me years to write, will you take a look?
It's based on a novel by a man named Lear
And I need a job, so I want to be a paperback writer
Paperback writer

It's the dirty story of a dirty man
And his clinging wife doesn't understand
His son is working for the Daily Mail
It's a steady job but he wants to be a paperback writer
Paperback writer

Paperback writer

It's a thousand pages, give or take a few
I'll be writing more in a week or two
I can make it longer if you like the style
I can change it round and I want to be a paperback writer
Paperback writer

If you really like it you can have the rights
It could make a million for you overnight
If you must return it, you can send it here
But I need a break and I want to be a paperback writer
Paperback writer

Paperback writer

Paperback writer, paperback writer
Paperback writer, paperback writer
Paperback writer, paperback writer
Paperback writer, paperback writer 

COMENTARIOS Y TRABAJOS DE ALUMNOS DE 2º DE BACHILLERATO

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'EL REY ABDICA', por Santi Ortiz

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"... ruge la voz republicana pidiendo un referéndum donde el pueblo decida el modelo de Estado a seguir. Banderas tricolores besan los cielos de las plazas de España…

La muerte azul que a Sócrates subía desde sus pies helados es un ejemplo de lo que ya presiente la entraña del Sistema...

Por sus pasos contados, todo esto irá llegando…, o mejor dicho: hemos de irlo trayendo"

Puerta del Sol, Madrid, 2 de junio de 2014

EL REY ABDICA

     El pasado lunes, el Rey renunció a su corona para traspasarla al príncipe Felipe. Conmoción en España y en las redes sociales. La noticia monopoliza los medios de comunicación. Malos vientos deben de presagiar los augures entre bambalinas para quemar ahora ese cartucho. Cambiar de cara para que nada cambie, debe ser la consigna de los poderes fácticos. La irrupción de Podemos en las elecciones europeas y la decrepitud del PPSOE han puesto el nerviosismo a prueba de ansiolíticos. Por la tarde, ruge la voz republicana pidiendo un referéndum donde el pueblo decida el modelo de Estado a seguir. Banderas tricolores besan los cielos de las plazas de España. En la Puerta del Sol, en la de Cataluña, en Sevilla, en Bilbao, en Valencia y el País Vasco…, en las principales ciudades de nuestra Piel de Toro, el grito de “España, mañana, será republicana” se encampana en el atardecer como un toro de casta lanzando desafíos. Por las fosas comunes ignoradas de la memoria histórica, por las ya descubiertas, por aquellas que yacen sumidas en un exilio eterno, algo vibra, se inquieta, se conmueve, como queriendo sumar su grito de silencio a las voces que claman por lo que para ellos sería una victoria póstuma y el ansiado descanso de tantas ilusiones fusiladas.

     Entre los manifestantes, hay vidas de largo recorrido con luz de primavera en sus ojos marchitos, con la apostura de la dignidad nimbando sus cabellos de invierno, con la alegría de sentir retoñar la rebeldía silenciada por décadas. También la juventud alza su voz. Si con la marcha del Rey se clausura el periodo de dobleces y engaños, componendas y astucias, llamado Transición, los “ni-ni”, los que han de sumarse al exilio laboral fuera de España, los que engrosan las listas de paro juvenil más escandalosas de Europa, exigen participar en la elección de un posible nuevo modelo de Estado. Voz del pueblo, voz del cielo, que dice el mirabrás.

     Yo no creo en milagros ni en instantáneos cambios de tortilla; es más, si tuvieran las luces y el valor necesario y aceptaran convocar el referéndum que se les pide, hoy por hoy, estoy convencido de que lo ganarían; pero, teniendo aún la sartén por el mango, ¿quién es capaz de correr el riesgo de que les salga mal la jugada y el negocio se vaya a los infiernos? No obstante, como he mantenido en mis dos artículos anteriores, al margen de instantes estelares, veo las aguas del tiempo correr irreversiblemente por su cauce hacia el mar del mañana. Todo transcurre por sus pasos contados y el sistema corrupto comienza a estar envuelto en un hediondo tufo a putrefacción.

     Poco a poco se van quemando las etapas. De nuevo, el PP y el PSOE vuelven a estar de acuerdo como gregarios que son de la Corona para sacar del vacío legal la sucesión, y, a la vuelta de nada, tendremos el PPSOE funcionando como una sola cosa, tal como el empleado de Gas Natural admitía hace unos días en tanto que “el país lo necesita”. Ahora, la Monarquía se ha visto obligada a asumir un “relevo generacional” porque del crédito acumulado como supuesto salvador del golpe del 23-F a Juan Carlos no le queda nada y, seguramente, no iba a poder aguantar en su desdoro el creciente descontento que habrán de generar los recortes en los salarios y el aumento de impuestos y sacrificios a los ciudadanos que la Troika nos tiene diseñado para dentro de nada; esto es: cada vez le quedan menos ases en la manga a la oligarquía que nos gobierna. La muerte azul que a Sócrates subía desde sus pies helados es un ejemplo de lo que ya presiente la entraña del Sistema. No obstante, aún queda para que sus manos represoras queden paralizadas y más aún para que su cabeza deje de maquinar. Puede incluso que tengan preparado y envuelto en el secreto, por si llegara el caso, hasta un modelo de República que puedan manejar y desviar de sus fines hacia sus intereses con artera malicia. Todo sea por continuar medrando crasamente.

     De ahí que también en esto tangamos que ganarles por la mano elaborando ya, desde las bases, un proyecto concreto e imprescindible para traer la Tercera República. Además de banderas, ideas tricolores son las que hacen falta, y acuerdos programáticos, propuestas, discusiones: los cimientos precisos del flamante edificio que hemos de levantar para acoger en él la Justicia, los Derechos Humanos, la Democracia real, la Libertad sin mácula, la nueva Economía –al servicio de los seres humanos y no de mercaderes y Mercados–, la Solidaridad entre personas, pueblos, razas y religiones ateos incluidos.

     Memoria del pasado para honrar a los muertos, a los héroes, al pueblo masacrado, y vista en el futuro para construir entre todos un nuevo amanecer, un nuevo orden republicano, cuya finalidad sea mejorar las condiciones de vida y las esperanzas del conjunto de la Sociedad y no la salvaguarda del privilegio de unos pocos.


     Por sus pasos contados, todo esto irá llegando…, o mejor dicho: hemos de irlo trayendo.

Plaza del Cabildo, Sanlúcar, 2 de junio de 2014


ENTRADA RELACIONADA:


("... que sea la ciudadanía española la que, esta vez, decida el marco político de sus vidas. La voz del pueblo nunca puede ser ilegal. Es libre... No se adelanten, aparten esos malos pensamientos de sus cabezas, no acallen las palabras con porras y balas de goma... No preparen la represión. No siembren el miedo...")






'COMO SI FUÉSEMOS IDIOTAS, ¿LO SOMOS?', por Luis Enrique Ibáñez / 'MAL ESPAÑOL', LOVE OF LESBIAN

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Si lo que afirman esos dos hombretones es cierto, entonces a principios de agosto de 2011 el establecimiento del techo del déficit en las administraciones públicas... el establecimiento, a sangre y muerte, de la prioridad absoluta del pago deuda (ilegítima), no existían ni en el mundo jurídico, ni en el político. Eran imposibles... Ni siquiera podían ser hablados. Y sí fueron posibles... 

No están comprometidos sólo con la monarquía. Están comprometidos con todo lo que esa monarquía simboliza y protege...



COMO SI FUÉSEMOS IDIOTAS, ¿LO SOMOS?

Ruiz Gallardón, ese sátiro camuflado que va a acabar con la violencia estructural regalando violencia real (en el cuerpo de las mujeres, en las calles de todos, en el encierro diabólico de desdichados enfermos mentales), repite, como un loro amaestrado (cuando la urgencia aprieta, los mensajes de móvil funcionan de puta madre, ¿verdad, señores políticos?) las palabras del  fiscal general de Estado Eduardo Torres Dulce:

"Lo que no está en la Constitución no existe ni en el mundo jurídico, ni en el político". ('La Constitución puede ser modidicada, pero no tergiversada')

Con dos cojones, me quedo anonadado ante tamaña profundidad de discurso cognoscitivo, mentes privilegiadas, de otro nivel, en otra esfera, inalcanzables para nosotros, pobres súbditos mortales. La cabeza me echa humo.

Sin embargo, hay una cosa que no entiendo. Si lo que afirman esos dos hombretones es cierto, entonces a principios de agosto de 2011 el establecimiento del techo del déficit en las administraciones públicas, y, sobre todo, el establecimiento, a sangre y muerte, de la prioridad absoluta del pago deuda (ilegítima), no existían ni en el mundo jurídico, ni en el político. Eran imposibles. No podían ser. Ni siquiera podían ser hablados.

Y sí fueron posibles. Lo hicieron posible en una noche, con un telefonazo, con un sucio y oscuro apretón de manos, de espaldas a toda la ciudadanía, condenando a todo un país, salvando a los de siempre. Sí, lo hicieron.

Y no recuerdo yo a las masas enfebrecidas de españoles gritando en las calles eso de "¡Queremos el techo del déficit para todas las administraciones! ¡Exigimos la prioridad absoluta del pago de la deuda, aunque luego no nos quede para Educación, para Sanidad... Obedezcan al pueblo, sí al pago prioritario de la Deuda, lo queremos ya!".

En cambio, ahora mismo es indiscutible que una gran parte de la población española exige la convocatoria de un referéndum para que sean los ciudadanos los que decidan el modelo de estado en el que quieren vivir. ¿Que no aparece esa posibilidad en la Constitución? Tampoco aparece la ley de abdicación que ustedes están pergeñando por vía de urgencia, para que todo queda atado y bien atado, ¿o sí aparece? Es que me hago unos líos.

Hagan lo mismo que hicieron con la reforma del artículo 135 de la Constitución, pero esta vez para atender el deseo ciudadano. Echen a un lado esa espuria ley de abdicación, y siéntense a redactar las reformas legales, que al parecer necesitan, para convocar un referéndum sobre el modelo de Estado.

En aquella ocasión ustedes olvidaron repasar el artículo 92 de la Carta Magna, de esa Constitución que ustedes llevan años prostituyendo. El artículo 92, qué majo: "Las decisiones de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo". ¿Les suena? Digo yo que el modelo de Estado que un país desea constituye una decisión de especial trascendencia, ¿no?

Permitan que esta vez sea la voz del pueblo la que hable. 

Y déjense de memeces.

El PSOE se declara republicano (ver 'El PSOE aprueba entre abucheos no cuestionar la monarquía'), pero blinda, sin ningún debate, el estado monárquico, porque está comprometido con la monarquía. ¡Ole tus santos...! Yo me declaro creyente, pero me agarro a mi laicismo, porque me he comprometido con el estado aconfesional, no te jode. Yo no sé si se han vuelto idiotas del todo, o realmente piensan que todos los demás somos imbéciles. Pero no, no es que sean idiotas, o sí, yo que sé. 

Pero dicen la verdad... a medias. Están comprometidos, pero no terminan la frase. No terminan de decirnos con qué y quiénes están comprometidos. No están comprometidos sólo con la monarquía. Están comprometidos con todo lo que esa monarquía simboliza y protege. Están comprometidos con las grandes fortunas. Están comprometidos con los grandes bancos. Están comprometidos con las grandes empresas. Están comprometidos con el FMI, con el Banco Central Europeo, con los bancos alemanes. Están comprometidos con las grandes multinacionales, con esas entidades oscuras, privadas, que, cada vez de forma más descarada, se están adueñando del mundo. Están comprometidos con la Religión Neoliberal, cuyo evangelio empezó a propagarse en los años 80 (el empleado de los mercados, el telefonista aburrido de Gas Natural, fue su primer apóstol aquí, en este traicionado país), y ahora está terminando su globalización, la culminación de su imperio, la instauración de esa dictadura de la indecencia de la que hablaba Emilio Lledó ("La vida democrática jamás podrá desarrollarse mientras una ciudadanía, desconcertada y engañada con la codicia de los otros, se resigne, por la miserable ideología de la pragmacia, a soportar la dictadura de la indecencia", 'La libertad de hablar'), el Gran Estado de la Servidumbre Moderna. Sí, están comprometidos con la esclavitud de la Deuda, esa peste postmoderna que arrasa con todo. Y también ustedes, jerarcas del PSOE, están comprometidos, muy comprometidos, con la Iglesia Católica, la intocable, la permanente.

Eso al menos el PSOE de ahí arriba. Los militantes de base, la vieja guardia socialista, esos que están aquí abajo, esos que yo sé que todavía cobijan principios puros, ideales sinceros, esos militantes, digo, deberían pararse a pensar cómo queda su posición después de esta nueva traición de los mandamases, de esta nueva imposición de eso que llaman "el aparato del partido", de esos que desprecian la consulta a las bases, de esos que nos negaron referéndum ante la maldita reforma de la Constitución en 2011, de esos que ahora vuelven a negarnos a todos un referéndum para decidir entre Monarquía y República.

Susana Díaz, presidenta no votada de Andalucía, también se deshace en elogios a la figura del monarca, y también bendice el proceso continuación del sistema que se está cociendo, insisto, de continuación de lo atado sin consultas populares. Susana Díaz también respalda las decisiones tomadas por los barones de arriba. El PSOE de Andalucía es el mismo PSOE de Ferraz. Y el PSOE de Madrid, además de vendernos a los mercados, se arrodilla ahora ante el estado monárquico... Izquierda Unida, ¿qué esperas para salir de ahí? ¿De verdad crees que se puede seguir atacando al PSOE en Madrid, al bipartidismo, al PSOE de la Troika, al PSOE que practica políticas económicas de derechas... y a la vez defender que aquí, en Andalucía, gobierna una coalición de izquierdas? ("Izquierda Unida debe abandonar su adúltera relación con ese partido", 'Carta abierta a IU-A...')

Pero es que Susana Díaz es muy maja, tiene mucho carisma, y además, la pobre no goza del favor de ningún medio de comunicación... (¡por Dios, qué coñazo la cadena Ser con la matraca de la gran líder andaluza. que paren ya, por favor!,)

Es tan maja que mientras bendice el sistema que ya no se sostiene, y mientras revive con añoranza el dulce beso entregado a Emilio Botín,  nos informa de que ha enviado una carta al Papa invitándole a mantener una charla con ella sobre el paro juvenil. No es un chiste, es verdad. En la carta (ver noticia), antes de despedirse "Con mis mejores deseos para Su Santidad", le deja apuntados los teléfonos de su secretaria, y el suyo.

Señora Díaz, deje de cultivar su imagen, ya lo hacen otros por usted, y deje de escupir tantas simplezas que tan bien la retratan. Si quiere charlar sobre el paro juvenil, traiga a un par de cientos de jóvenes andaluces que han tenido que desterrarse, y haga que todos podamos escuchar su relato, el viaje amargo de una juventud inocente que ha sido despojada, aquí, de su futuro, arrojada a la selva. O charle con Fátima Báñez, otra ilustre andaluza, como usted. Que baje por aquí, y que explique a los jóvenes andaluces cómo tienen que rezarle a la Virgen del Rocío para no caer en la desesperación por no encontrar empleo. O no, mejor hagan una tertulia televisiva los tres: El Papa, Fátima Báñez y Susana Díaz... Amancio, Romeo y Julieta (ay, el inconsciente... ¿dónde están Tip y Coll?). Con ese debate entre los tres, moderado por Belén Esteban y Juan y Medio, arrasarían en las audiencias.

Si tantos impresentables siguen retorciendo las palabras, despedazando el lenguaje... que a nosotros nos pillen en las plazas, esos míticos lugares, los únicos, probablemente, en que podamos sentirnos cómodos.

Plaza, Pueblo y Palabra... José Luis Sampedro dixit.

Y Love Of Lesbian (sugerido inteligentemente por mi amiga Lidia Cerro) pide la palabra...

"... La oposición con el poder hizo croma, 
La simbiosis perfecta y las opciones de broma, 
Vuelan las gaviotas y en cada pico va una rosa.

Toma la palabra el que mueve el percal, 
El diputado e imputado que nunca cazarán. 
Como hacen las pulgas, 
Saltan a otro perro cuando hay purgas...


¡Anímense, no me van a juzgar, 
De la pasta, no sé, es mi intimidad! 
El erotismo se basa siempre en ocultar lo mejor, 
No pienso dimitir, es de mal español. 


"Anímense, amado pueblo vulgar o mi rueda de prensa, 
Se podría pinchar. 
No hay más preguntas, 
La banca gana, hagan juego o adiós...

No tengo el culo gordo, no lo creas, 
Es mi "Constitución

'MAL ESPAÑOL', LOVE OF LESBIAN



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("... ruge la voz republicana pidiendo un referéndum donde el pueblo decida el modelo de Estado a seguir. Banderas tricolores besan los cielos de las plazas de España…)


("... que sea la ciudadanía española la que, esta vez, decida el marco político de sus vidas. La voz del pueblo nunca puede ser ilegal. Es libre... No se adelanten, aparten esos malos pensamientos de sus cabezas, no acallen las palabras con porras y balas de goma... No preparen la represión. No siembren el miedo...")



'LO SENTIMOS', por Juan José Millás. SELECTIVIDAD, EJEMPLO DE EXAMEN

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"... ajenos del todo a lo que ocurre al otro lado de sus despachos, donde millones de contribuyentes hacen cola a las puertas de las oficinas del INEM, o malviven con salarios de Liliput, o han de salir al caer a la noche, como ratas, a buscar en los contenedores de basura algo que llevarse a la boca...

los que necesitamos atención somos nosotros"


LO SENTIMOS

Imaginemos un hospital en el que los enfermos viven pendientes de la salud de sus médicos; un parvulario donde los críos han de poner orden y enseñar canciones infantiles a sus profesores; un hogar en el que los hijos pequeños salieran a trabajar todos los días mientras los padres se van al instituto… Un mundo al revés, en fin, que hasta ahora venía siendo materia para la ficción y que de súbito ha saltado a la realidad. Ahí nos vemos usted y yo, ciudadanos de a pie, como se dice, agobiados por los problemas internos de la monarquía, del PSOE, del PP y de las instituciones en general. Quienes tendrían que estar las 24 horas del día dándole vueltas a cómo resolver nuestros problemas, que son muchos, andan de acá para allá completamente atribulados por conflictos internos, ajenos del todo a lo que ocurre al otro lado de sus despachos, donde millones de contribuyentes hacen cola a las puertas de las oficinas del INEM, o malviven con salarios de Liliput, o han de salir al caer a la noche, como ratas, a buscar en los contenedores de basura algo que llevarse a la boca. Significa que nuestros próceres parecen médicos enfermos, profesores ignorantes, legisladores sin conocimientos, cuando no pura y simplemente peña que va a lo suyo, aunque cobran con puntualidad un sueldo del Estado. Lo nuestro, lo de los ciudadanos que cruzamos las calles por el paso de cebra, es horrible. Ya no nos extraña que se repartan sobresueldos, ni que tengan cuentas en Suiza, ni que amnistíen a los defraudadores, ni que pillen a un miembro del Constitucional borracho en una moto, ni que una política en activo se dé a la fuga ante la presencia policial. Nos hacemos cargo, créannos, de sus problemas con el escalafón, con el alcohol, con la autoridad, con la familia, con el dinero negro, pero los que necesitamos atención somos nosotros.

(Fuente: El País, 06-06-2014)

PREGUNTAS:

1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS

2ª TEMA. RESUMEN



3ª COMENTARIO CRÍTICO

Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)
2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qé argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?
4ª ANÁLSIS DE LAS FORMAS VERBALES SEÑALADAS (negrita)
5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS


'RES PUBLICA', por Manuel Rivas

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"Si hay una palabra maltratada en la historia de España es la de república... Ahogada con una piedra al cuello. Enterrada en el limbo. Palabra exiliada. Palabra entre rejas. Palabra pecado...

Si ha vuelto, con ese algo de bella y salvaje, no ha sido desde los discursos del poder. ¿Cómo es posible que la palabra más maltratada de la historia de España retorne como un lexema de simpatía, como un ecosistema solidario? Es una utopía realizable"

Manifestación en la Puerta del Sol, Madrid

RES PUBLICA

Si hay una palabra maltratada en la historia de España es la de república. Es una palabra que, dicha aquí, nunca suena a abstracción. Forma parte de la naturaleza. Nombra a un ser concreto, que siempre se escribe con mayúscula: la República. Sí, hay muchas repúblicas, pero república, lo que se dice república, es la República. Lo sabían bien los que en las quemas de libros arrojaban a las llamas La República, de Platón, ese pseudónimo de Azaña. Lo importante era reducir la palabra a cenizas. Y lo que ocurrió con ella, solo la tierra lo sabe. Vejada, torturada, despellejada. Le arrancaron las vocales de las uñas, las consonantes de los dientes. Violada por mercenarios “infieles” en nombre de una Cruzada. Ahogada con una piedra al cuello. Enterrada en el limbo. Palabra exiliada. Palabra entre rejas. Palabra pecado. Hasta no hace mucho, se hablaba de ella como una especie condenada a extinguirse. Como una solitaria rana de San Antón. Como los anfibios que detectan y sufren los primeros el calentamiento global. Tal vez fue esa condición de desaparecida, esa experiencia de muerta inquieta, lo que la convirtió en una especie que sueña hacia adelante. Muchas plazas de España se han llenado estos días de anfibios republicanos. Y ahí está la palabra en los labios, saltando erótica desde el rincón excéntrico. La República. En otro tiempo, esa España republicana ilusionó a generaciones de todo el mundo como una reserva de esperanza peligrosamente escasa. Si ha vuelto, con ese algo de bella y salvaje, no ha sido desde los discursos del poder. ¿Cómo es posible que la palabra más maltratada de la historia de España retorne como un lexema de simpatía, como un ecosistema solidario? Es una utopía realizable. Mientras se elogia la madurez democrática, negar a los españoles un referéndum tiene el alto riesgo de atornillar la monarquía como una imposición patrimonial. Un asunto de monárquicos.

(Fuente: El País, 07-06-2014)

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(Si lo que afirman esos dos hombretones es cierto, entonces a principios de agosto de 2011 el establecimiento del techo del déficit en las administraciones públicas... el establecimiento, a sangre y muerte, de la prioridad absoluta del pago deuda (ilegítima), no existían ni en el mundo jurídico, ni en el político. Eran imposibles... Ni siquiera podían ser hablados. Y sí fueron posibles... No están comprometidos sólo con la monarquía. Están comprometidos con todo lo que esa monarquía simboliza y protege...)



("... ruge la voz republicana pidiendo un referéndum donde el pueblo decida el modelo de Estado a seguir. Banderas tricolores besan los cielos de las plazas de España…)


("... que sea la ciudadanía española la que, esta vez, decida el marco político de sus vidas. La voz del pueblo nunca puede ser ilegal. Es libre... No se adelanten, aparten esos malos pensamientos de sus cabezas, no acallen las palabras con porras y balas de goma... No preparen la represión. No siembren el miedo...")




'LUGARES INCIERTOS', por Luis Magrinyà / 'EL FANTASMA DE CANTERVILLE', de Óscar Wilde

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"Asoma de nuevo aquí esa célebre máxima del buen estilo que nos aconseja “no repetir” y que habitualmente aplicamos con ayuda de sinónimos. Ahora se trata de hiperónimos, que interpretamos asimismo como una solución..."

('Lugares inciertos', Luis Magrinyà)

"Puedes guardar tu secreto mientras yo posea tu corazón -dijo a media voz..."

('El fantasma de Canterville', Oscar Wilde)

El fantasma de Canterville.
Ilustración de F.H. Townsend (1887).

LUGARES INCIERTOS

Cuando el señor Hiram B. Otis, ministro estadounidense, se compra el castillo de Canterville cerca de Ascot, en Inglaterra, todo el mundo le dice que ha hecho una gran tontería, porque es indudable –afirma Oscar Wilde– que the place was haunted, es decir –según distintas traducciones–, que “aquella finca estaba embrujada” (Obras completas, Aguilar, Madrid, 1989, trad. de Julio Gómez de la Serna, p. 287), “el lugar estaba embrujado” (Lumen, Barcelona, 1960, trad. de Ricardo Torrente, p. 11), o “en la finca había duendes” (Libresa, Quito, 2005, no consta traductor, p. 9).
Lo que nos interesa aquí es la traducción de ese place: fijémonos en que, dejando aparte si es acertada o no la elección de “finca”, dos de las tres traducciones han evitado la palabra lugar. En el cuento de Oscar Wilde, en el párrafo siguiente, el mismo lord Canterville recurre aplace cuando dice: We have not cared to live in the place ourselves. Frase que nuestros traductores han convertido en “Nosotros mismos nos hemos resistido a vivir allí” (Gómez de la Serna), “Nosotros mismos hemos renunciado a vivir en el castillo” (Torrente) y “Nosotros mismos nos hemos resistido a habitar este lugar” (Libresa). De nuevo dos de las traducciones han evitado traducir place por lugar. Gómez de la Serna, de hecho (“la finca” y “allí”), no ha elegido esta palabra ninguna vez.
Con toda la razón, diríamos nosotros. Tanto place como lugar son grandes hiperónimos (palabras de significado muy amplio que abarca el de otras más concretas: mueble es el hiperónimo de silla, mesa, cómoda, etc.; vehículo lo es de coche, tren, avión, etc.), por lo que en principio pueden aplicarse a todo aquello que sea un ‘lugar’, desde la celda de un panal hasta el cosmos infinito. Pero también es cierto que, no por poder aplicarse, lo aplique uno sin discriminación. En eso también cada idioma tiene sus particulares parcelaciones y restricciones, y el uso de place en inglés, por ejemplo, es mucho menos selectivo que el de lugar en español. En español, si viviéramos en un castillo, diríamos precisamente eso, y no que “vivimos en el lugar”. Podemos decir una frase como “mi biblioteca, el lugar más fresco y oscuro de la casa” (Carlos Fuentes, Constancia (1989), FCE, México D. F., 1997, p. 23), donde lugar funciona y tiene sentido como hiperónimo; pero, si nos ponemos a leer en la biblioteca, yo creo que diríamos que “leemos en la biblioteca”, nunca que “leemos en el lugar”. Tenemos una conciencia bastante clara de cuándo debemos recurrir al hiperónimo y cuándo al término especializado. Y nuestra tendencia es a no usar el hiperónimo si no está calificado o especificado, es decir, adjetivado.
(Tal vez haya alguna excepción, cuando lugar se utiliza en locuciones adjetivas: la gente del lugarla lengua del lugarlas casas del lugar…Pero fijémonos aquí, donde en vez de necesitar un adjetivo el mismolugar forma parte de un adjetivo, en que se repite la dependencia: tampoco en estos casos lugar va solo, exige siempre otras palabras.)
Sin embargo, en traducciones y en textos autóctonos que inconscientemente las imitan, lugar aparece muchas veces suelto, sin «acompañamiento» ni dependencia, con una autonomía libérrima. En una cuarta traducción de El fantasma de Canterville, leemos que “había fantasmas en el lugar” y que “A nosotros no nos ha interesado vivir en el lugar” (Cuentos completos, Espasa-Calpe, Madrid, 2000, trad. de Catalina Montes, p. 243). Y en otros textos encontramos cosas como éstas:
“Una vez que se accionó la alarma del centro comercial, propietarios y consumidores abandonaron el inmueble ante un ineficaz cuerpo de seguridad que también salió del lugar” (“Amenaza de bomba en un centro comercial de Insurgentes”, Excelsior, México D. F, 21/X/96).
“Un día, a finales de enero, llevó a Lloyd con ella y le enseñó el lugar. Tenía nueve años y nunca había estado en un edificio tan grande y lujoso [el Parlamento de Londres]” (Ken Follet, La caída de los gigantes, Plaza & Janés, Barcelona, 2011, trad. de colectivo Anuvela, Google Libros).
“… la cafetería nunca parecía estar llena […], aunque […], quizás, ellugar tuviera movimiento más tarde, tal vez de camioneros” (Gay Talese, Honrarás a tu padre, Alfaguara, Madrid, 2011, trad. de Patricia Torres Londoño, p. 85).
“Así que comenzó a caminar tranquilamente desde su habitación en la parte posterior del inmenso motel hasta el frente del lugar y se detuvo cerca de la recepción del motel sobre la calle” (Talese, p. 126).
Asoma de nuevo aquí esa célebre máxima del buen estilo que nos aconseja “no repetir” y que habitualmente aplicamos con ayuda de sinónimos. Ahora se trata de hiperónimos, que interpretamos asimismo como una solución. El texto del Excelsior es muy ilustrativo: el autor ya ha dicho “centro comercial”, para no repetir dice a continuación “inmueble” y, como aún tiene que referirse una vez más a lo mismo, echa mano del lugar. Lo mismo ocurre con el de Ken Follet: como en la siguiente frase va a salir “edificio”, previene la repetición con un lugar… y entretanto ¿qué ha pasado con el Parlamento, que es de lo que realmente estamos hablando? Los dos ejemplos de la traducción de Talese obedecen al mismo criterio, pero lo curioso es que, en el primero, para no repetir “cafetería”, aparece el socorrido lugar cuando, si nos lo hubiéramos ahorrado, la frase habría tenido igualmente sentido; en cuanto al segundo pasaje, hay que reconocer que la traducción es tan errática que uno se admira de que su responsable haya dado con ese lugar para impedir, en la misma frase, la presencia abrumadora de un tercer “motel”.
Si muchísimas veces el famoso lugar es enteramente prescindible, en otras, si lo que queremos es “no repetir”, un simple deíctico –un “esto”, un “aquí”, un “allí”– nos podrían solventar limpiamente la papeleta:
“El jardín también estaba lleno de juguetes y trozos de madera. […] –Le dije tres veces esta semana que quería que ordenara este lugar –dijo Bill” (Talese, pp. 348-349).
“–¿Ustedes saben qué hacen en este lugar [una fábrica abandonada]? –Creo que fabrican discos […] –Pero el lugar está cerrado” (Talese, p. 371).
“… recibieron el aviso del incendio en el pub Club […] en cuyo interior no había nadie, y al lugar se desplazaron cuatro unidades con seis efectivos” (“Desalojadas tres plantas de un edificio en A Coruña por un incendio en un pub”, La Vanguardia9/XI/12).
En otros casos, la función de lugar no es la de “no repetir”. Cuál pueda ser, sin embargo, en el siguiente ejemplo sigue siendo para mí un misterio:
“… la joven salió con su hijo en brazos […] y, tras caminar unas cuantas manzanas, se limitó a entregarlo en unos brazos incógnitos que lo acogieron desde el interior de una portezuela descascarillada. Irene no entró en el lugar” (Jorge Volpi, En busca de Klingsor, Seix Barral, Barcelona, 1999, p. 302).
Seguramente sea ocioso buscar aquí una “función”. No parece ser más que un calco automático del uso inglés. Esta influencia suele concretarse en la elección estereotipada de lugar como traducción deplace, lo que explicaría el abandono de “parte” (y también de “lado” o “sitio”) en contextos que le son muy propicios:
“… un intelectual puede desarrollar su actividad en cualquier lugar, pero un militar sólo puede serlo dentro de un ejército” (José Luis Olaizola, La guerra del general Escobar (1983), Planeta, 1990, Barcelona, p. 115).
“¿Desde Saigón, desde Manila, desde Pnom Penh, desde Borneo? Desde cualquier lugar, pero siempre con amor” (Fernando Sánchez Dragó, El camino del corazón (1990), Planeta, Barcelona, 1993, p. 185).
“Asimismo existe una radiación residual, es decir, partículas radioactivas que se depositarán por todos los lugares” (Cesáreo Álvarez Rodríguez, Atención sanitaria inicial a múltiples víctimas, Ideaspropias, Vigo, 2007, p. 151).
En los ejemplos siguientes, se comprueba que en algunas partes parecen haberse olvidado ya de la palabra “casa”:
“Seguro que esa chiquilla era menor de edad. / Ven a mi lugar, sé que te va a encantar” (Quiero rock n’roll, canción del grupo mexicano Moderatto, 2005).
“Sebita pendejito caliente en mi lugar o en el tuyo sin dramas hago de todo vienes a mi lugar o yo voy al tuyo” (Sexosantiago.cl, 4/V/13).
Sin dramas, en efecto, nos despedimos por hoy.
(Fuente: El País)

EL FANTASMA DE CANTERVILLE

Cuando el señor Hiram B. Otis, el ministro de Estados Unidos, compró Canterville-Chase, todo el mundo le dijo que cometía una gran necedad, porque la finca estaba embrujada.
Hasta el mismo lord Canterville, como hombre de la más escrupulosa honradez, se creyó en el deber de participárselo al señor Otis cuando llegaron a discutir las condiciones.
-Nosotros mismos -dijo lord Canterville- nos hemos resistido en absoluto a vivir en ese sitio desde la época en que mi tía abuela, la duquesa de Bolton, tuvo un desmayo, del que nunca se repuso por completo, motivado por el espanto que experimentó al sentir que dos manos de esqueleto se posaban sobre sus hombros, mientras se vestía para cenar. Me creo en el deber de decirle, señor Otis, que el fantasma ha sido visto por varios miembros de mi familia, que viven actualmente, así como por el rector de la parroquia, el reverendo Augusto Dampier, agregado de la Universidad de Oxford. Después del trágico accidente ocurrido a la duquesa, ninguna de las doncellas quiso quedarse en casa, y lady Canterville no pudo ya conciliar el sueño, a causa de los ruidos misteriosos que llegaban del corredor y de la biblioteca.
-Señor -respondió el ministro-, adquiriré el inmueble y el fantasma, bajo inventario. Llego de un país moderno, en el que podemos tener todo cuanto el dinero es capaz de proporcionar, y esos mozos nuestros, jóvenes y avispados, que recorren de parte a parte el viejo continente, que se llevan los mejores actores de ustedes, y sus mejores prima donnas, estoy seguro de que si queda todavía un verdadero fantasma en Europa vendrán a buscarlo enseguida para colocarlo en uno de nuestros museos públicos o para pasearlo por los caminos como un fenómeno.
-El fantasma existe, me lo temo -dijo lord Canterville, sonriendo-, aunque quizá se resiste a las ofertas de los intrépidos empresarios de ustedes. Hace más de tres siglos que se le conoce. Data, con precisión, de mil quinientos setenta y cuatro, y no deja de mostrarse nunca cuando está a punto de ocurrir alguna defunción en la familia.
-¡Bah! Los médicos de cabecera hacen lo mismo, lord Canterville. Amigo mío, un fantasma no puede existir, y no creo que las leyes de la Naturaleza admitan excepciones en favor de la aristocracia inglesa.
-Realmente son ustedes muy naturales en Estados Unidos -dijo lord Canterville, que no acababa de comprender la última observación del señor Otis-. Ahora bien: si le gusta a usted tener un fantasma en casa, mejor que mejor. Acuérdese únicamente de que yo lo previne.
Algunas semanas después se cerró el trato, y a fines de estación el ministro y su familia emprendieron el viaje a Canterville.
La señora Otis, que con el nombre de señorita Lucrecia R. Tappan, de la calle Oeste, 52, había sido una ilustre "beldad" de Nueva York, era todavía una mujer guapísima, de edad regular, con unos ojos hermosos y un perfil soberbio.
Muchas damas norteamericanas, cuando abandonan su país natal, adoptan aires de persona atacada de una enfermedad crónica, y se figuran que eso es uno de los sellos de distinción de Europa; pero la señora Otis no cayó nunca en ese error.
Tenía una naturaleza magnífica y una abundancia extraordinaria de vitalidad.
A decir verdad, era completamente inglesa bajo muchos aspectos, y hubiese podido citársele en buena lid para sostener la tesis de que lo tenemos todo en común con Estados Unidos hoy en día, excepto la lengua, como es de suponer.
Su hijo mayor, bautizado con el nombre de Washington por sus padres, en un momento de patriotismo que él no cesaba de lamentar, era un muchacho rubio, de bastante buena figura, que se había erigido en candidato a la diplomacia, dirigiendo un cotillón en el casino de Newport durante tres temporadas seguidas, y aun en Londres pasaba por ser bailarín excepcional.
Sus únicas debilidades eran las gardenias y la patria; aparte de esto, era perfectamente sensato.
La señorita Virginia E. Otis era una muchachita de quince años, esbelta y graciosa como un cervatillo, con un bonito aire de despreocupación en sus grandes ojos azules.
Era una amazona maravillosa, y sobre su caballito derrotó una vez en carreras al viejo lord Bilton, dando dos veces la vuelta al parque, ganándole por caballo y medio, precisamente frente a la estatua de Aquiles, lo cual provocó un entusiasmo tan delirante en el joven duque de Cheshire, que le propuso acto continuo el matrimonio, y sus tutores tuvieron que expedirlo aquella misma noche a Elton, bañado en lágrimas.
Después de Virginia venían dos gemelos, conocidos de ordinario con el nombre de Estrellas y Bandas, porque se les encontraba siempre ostentándolas.
Eran unos niños encantadores, y, con el ministro, los únicos verdaderos republicanos de la familia.
Como Canterville-Chase está a siete millas de Ascot, la estación más próxima, el señor Otis telegrafió que fueran a buscarlo en coche descubierto, y emprendieron la marcha en medio de la mayor alegría. Era una noche encantadora de julio, en que el aire estaba aromado de olor a pinos.
De cuando en cuando se oía una paloma arrullándose con su voz más dulce, o se entreveía, entre la maraña y el frufrú de los helechos, la pechuga de oro bruñido de algún faisán.
Ligeras ardillas los espiaban desde lo alto de las hayas a su paso; unos conejos corrían como exhalaciones a través de los matorrales o sobre los collados herbosos, levantando su rabo blanco.
Sin embargo, no bien entraron en la avenida de Canterville-Chase, el cielo se cubrió repentinamente de nubes. Un extraño silencio pareció invadir toda la atmósfera, una gran bandada de cornejas cruzó calladamente por encima de sus cabezas, y antes de que llegasen a la casa ya habían caído algunas gotas.
En los escalones se hallaba para recibirlos una vieja, pulcramente vestida de seda negra, con cofia y delantal blancos.
Era la señora Umney, el ama de llaves que la señora Otis, a vivos requerimientos de lady Canterville, accedió a conservar en su puesto.
Hizo una profunda reverencia a la familia cuando echaron pie a tierra, y dijo, con un singular acento de los buenos tiempos antiguos:
-Les doy la bienvenida a Canterville-Chase.
La siguieron, atravesando un hermoso vestíbulo de estilo Túdor, hasta la biblioteca, largo salón espacioso que terminaba en un ancho ventanal acristalado.
Estaba preparado el té.
Luego, una vez que se quitaron los trajes de viaje, se sentaron todos y se pusieron a curiosear en torno suyo, mientras la señora Umney iba de un lado para el otro.
De pronto, la mirada de la señora Otis cayó sobre una mancha de un rojo oscuro que había sobre el pavimento, precisamente al lado de la chimenea y, sin darse cuenta de sus palabras, dijo a la señora Umney:
-Veo que han vertido algo en ese sitio.
-Sí, señora -contestó la señora Umney en voz baja-. Ahí se ha vertido sangre.
-¡Es espantoso! -exclamó la señora Otis-. No quiero manchas de sangre en un salón. Es preciso quitar eso inmediatamente.
La vieja sonrió, y con la misma voz baja y misteriosa respondió:
-Es sangre de lady Leonor de Canterville, que fue muerta en ese mismo sitio por su propio marido, Simón de Canterville, en mil quinientos sesenta y cinco. Simón la sobrevivió nueve años, desapareciendo de repente en circunstancias misteriosísimas. Su cuerpo no se encontró nunca, pero su alma culpable sigue embrujando la casa. La mancha de sangre ha sido muy admirada por los turistas y por otras personas, pero quitarla, imposible.
-Todo eso son tonterías -exclamó Washington Otis-. El detergente y quitamanchas marca "Campeón Pinkerton" hará desaparecer eso en un abrir y cerrar de ojos.
Y antes de que el ama de llaves, aterrada, pudiera intervenir, ya se había arrodillado y frotaba vivamente el entarimado con una barrita de una sustancia parecida a un cosmético negro. A los pocos instantes la mancha había desaparecido sin dejar rastro.
-Ya sabía yo que el "Campeón Pinkerton" la borraría -exclamó en tono triunfal, paseando una mirada circular sobre su familia, llena de admiración.
Pero apenas había pronunciado esas palabras, cuando un relámpago formidable iluminó la estancia sombría, y el retumbar del trueno levantó a todos, menos a la señora Umney, que se desmayó.
-¡Qué clima más atroz! -dijo tranquilamente el ministro, encendiendo un largo cigarro-. Creo que el país de los abuelos está tan lleno de gente, que no hay buen tiempo bastante para todo el mundo. Siempre opiné que lo mejor que pueden hacer los ingleses es emigrar.
-Querido Hiram -replicó la señora Otis-, ¿qué podemos hacer con una mujer que se desmaya?
-Descontaremos eso de su salario en caja. Así no se volverá a desmayar.
En efecto, la señora Umney no tardó en volver en sí. Sin embargo, se veía que estaba conmovida hondamente, y con voz solemne advirtió a la señora Otis que debía esperarse algún disgusto en la casa.
-Señores, he visto con mis propios ojos algunas cosas... que pondrían los pelos de punta a cualquier cristiano. Y durante noches y noches no he podido pegar los ojos a causa de los hechos terribles que pasaban.
A pesar de lo cual, el señor Otis y su esposa aseguraron vivamente a la buena mujer que no tenían miedo ninguno de los fantasmas.
La vieja ama de llaves, después de haber impetrado la bendición de la Providencia sobre sus nuevos amos y de arreglárselas para que le aumentasen el salario, se retiró a su habitación renqueando.

II
La tempestad se desencadenó durante toda la noche, pero no produjo nada extraordinario. Al día siguiente, por la mañana, cuando bajaron a almorzar, encontraron de nuevo la terrible mancha sobre el entarimado.
-No creo que tenga la culpa el "limpiador sin rival" -dijo Washington-, pues lo he ensayado sobre toda clase de manchas. Debe ser el fantasma.
En consecuencia, borró la mancha, después de frotar un poco. Al otro día, por la mañana, había reaparecido. Y, sin embargo, la biblioteca había permanecido cerrada la noche anterior, porque el señor Otis se había llevado la llave para arriba. Desde entonces, la familia empezó a interesarse por aquello. El señor Otis se hallaba a punto de creer que había estado demasiado dogmático negando la existencia de los fantasmas. La señora Otis expresó su intención de afiliarse a la Sociedad Psíquica, y Washington preparó una larga carta a los señores Myers y Podmone, basada en la persistencia de las manchas de sangre cuando provienen de un crimen. Aquella noche disipó todas las dudas sobre la existencia objetiva de los fantasmas.
La familia había aprovechado la frescura de la tarde para dar un paseo en coche. Regresaron a las nueve, tomando una ligera cena. La conversación no recayó ni un momento sobre los fantasmas, de manera que faltaban hasta las condiciones más elementales de "espera" y de "receptibilidad" que preceden tan a menudo a los fenómenos psíquicos. Los asuntos que discutieron, por lo que luego he sabido por la señora Otis, fueron simplemente los habituales en la conversación de los norteamericanos cultos que pertenecen a las clases elevadas, como, por ejemplo, la inmensa superioridad de miss Janny Davenport sobre Sarah Bernhardt, como actriz; la dificultad para encontrar maíz verde, galletas de trigo sarraceno, aun en las mejores casas inglesas; la importancia de Boston en el desenvolvimiento del alma universal; las ventajas del sistema que consiste en anotar los equipajes de los viajeros, y la dulzura del acento neoyorquino, comparado con el dejo de Londres. No se trató para nada de lo sobrenatural, no se hizo ni la menor alusión indirecta a Simón de Canterville. A las once, la familia se retiró. A las doce y media estaban apagadas todas las luces. Poco después, el señor Otis se despertó con un ruido singular en el corredor, fuera de su habitación. Parecía un ruido de hierros viejos, y se acercaba cada vez más. Se levantó en el acto, encendió la luz y miró la hora. Era la una en punto. El señor Otis estaba perfectamente tranquilo. Se tomó el pulso y no lo encontró nada alterado. El ruido extraño continuaba, al mismo tiempo que se oía claramente el sonar de unos pasos. El señor Otis se puso las zapatillas, tomó un frasquito alargado de su tocador y abrió la puerta. Y vio frente a él, en el pálido claro de luna, a un viejo de aspecto terrible. Sus ojos parecían carbones encendidos. Una larga cabellera gris caía en mechones revueltos sobre sus hombros. Sus ropas, de corte anticuado, estaban manchadas y en jirones. De sus muñecas y de sus tobillos colgaban unas pesadas cadenas y unos grilletes herrumbrosos.
-Mi distinguido señor -dijo el señor Otis-, permítame que le ruegue vivamente que engrase esas cadenas. Le he traído para ello una botella de "Engrasador Tammany-Sol-Levante". Dicen que una sola untura es eficacísima, y en la etiqueta hay varios certificados de nuestros agoreros nativos más ilustres, que dan fe de ello. Voy a dejársela aquí, al lado de las mecedoras, y tendré un verdadero placer en proporcionarle más, si así lo desea.
Dicho lo cual, el ministro de los Estados Unidos dejó el frasquito sobre una mesa de mármol, cerró la puerta y se volvió a meter en la cama.
El fantasma de Canterville permaneció algunos minutos inmóvil de indignación. Después tiró, lleno de rabia, el frasquito contra el suelo encerado y huyó por el corredor, lanzando gruñidos cavernosos y despidiendo una extraña luz verde. Sin embargo, cuando llegaba a la gran escalera de roble, se abrió de repente una puerta. Aparecieron dos siluetas infantiles, vestidas de blanco, y una voluminosa almohada le rozó la cabeza. Evidentemente, no había tiempo que perder; así es que, utilizando como medio de fuga la cuarta dimensión del espacio, se desvaneció a través del estuco, y la casa recobró su tranquilidad.
Llegado a un cuartito secreto del ala izquierda, se adosó a un rayo de luna para tomar aliento, y se puso a reflexionar para darse cuenta de su situación. Jamás en toda su brillante carrera, que duraba ya trescientos años seguidos, fue injuriado tan groseramente. Se acordó de la duquesa viuda, en quien provocó una crisis de terror, estando mirándose al espejo, cubierta de brillantes y de encajes; de las cuatro doncellas a quienes había enloquecido, produciéndoles convulsiones histéricas, sólo con hacerles visajes entre las cortinas de una de las habitaciones destinadas a invitados; del rector de la parroquia, cuya vela apagó de un soplo cuando volvía el buen señor de la biblioteca a una hora avanzada, y que desde entonces se convirtió en mártir de toda clase de alteraciones nerviosas; de la vieja señora de Tremouillac, que, al despertarse a medianoche, lo vio sentado en un sillón, al lado de la lumbre, en forma de esqueleto, entretenido en leer el diario que redactaba ella de su vida, y que de resultas de la impresión tuvo que guardar cama durante seis meses, víctima de un ataque cerebral. Una vez curada se reconcilió con la iglesia y rompió toda clase de relaciones con el señalado escéptico monsieur de Voltaire. Recordó igualmente la noche terrible en que el bribón de lord Canterville fue hallado agonizante en su tocador, con una sota de espadas hundida en la garganta, viéndose obligado a confesar que por medio de aquella carta había timado la suma de diez mil libras a Carlos Fos, en casa de Grookford. Y juraba que aquella carta se la hizo tragar el fantasma. Todas sus grandes hazañas le volvían a la mente. Vio desfilar al mayordomo que se levantó la tapa de los sesos por haber visto una mano verde tamborilear sobre los cristales, y la bella lady Steefield, condenada a llevar alrededor del cuello un collar de terciopelo negro para tapar la señal de cinco dedos, impresos como un hierro candente sobre su blanca piel, y que terminó por ahogarse en el vivero que había al extremo de la Avenida Real. Y, lleno del entusiasmo ególatra del verdadero artista, pasó revista a sus creaciones más célebres. Se dedicó una amarga sonrisa al evocar su última aparición en el papel de "Rubén el Rojo", o "el rorro estrangulado", su "debut" en el "Gibeén, el Vampiro flaco del páramo de Bevley", y el furor que causó una tarde encantadora de junio sólo con jugar a los bolos con sus propios huesos sobre el campo de hierba de "lawn-tennis". ¿Y todo para qué? ¡Para que unos miserables norteamericanos le ofreciesen el engrasador marca "Sol-Levante" y le tirasen almohadas a la cabeza! Era realmente intolerable. Además, la historia nos enseña que jamás fue tratado ningún fantasma de aquella manera. Llegó a la conclusión de que era preciso tomarse la revancha, y permaneció hasta el amanecer en actitud de profunda meditación.
 
III
Cuando a la mañana siguiente el almuerzo reunió a la familia Otis, se discutió extensamente acerca del fantasma. El ministro de los Estados Unidos estaba, como era natural, un poco ofendido viendo que su ofrecimiento no había sido aceptado.
-No quisiera en modo alguno injuriar personalmente al fantasma -dijo-, y reconozco que, dada la larga duración de su estancia en la casa, no era nada cortés tirarle una almohada a la cabeza...
Siento tener que decir que esta observación tan justa provocó una explosión de risa en los gemelos.
-Pero, por otro lado -prosiguió el señor Otis-, si se empeña, sin más ni más, en no hacer uso del engrasador marca "Sol-Levante", nos veremos precisados a quitarle las cadenas. No habría manera de dormir con todo ese ruido a la puerta de las alcobas.
Pero, sin embargo, en el resto de la semana no fueron molestados. Lo único que les llamó la atención fue la reaparición continua de la mancha de sangre sobre el parqué de la biblioteca. Era realmente muy extraño, tanto más cuanto que el señor Otis cerraba la puerta con llave por la noche, igual que las ventanas. Los cambios de color que sufría la mancha, comparables a los de un camaleón, produjeron asimismo frecuentes comentarios en la familia. Una mañana era de un rojo oscuro, casi violáceo; otras veces era bermellón; luego, de un púrpura espléndido, y un día, cuando bajaron a rezar, según los ritos sencillos de la libre iglesia episcopal reformada de Norteamérica, la encontraron de un hermoso verde esmeralda. Como era natural, estos cambios caleidoscópicos divirtieron grandemente a la reunión y se hacían apuestas todas las noches con entera tranquilidad. La única persona que no tomó parte en la broma fue la joven Virginia. Por razones ignoradas, sentíase siempre impresionada ante la mancha de sangre, y estuvo a punto de llorar la mañana que apareció verde esmeralda.
El fantasma hizo su segunda aparición el domingo por la noche. Al poco tiempo de estar todos ellos acostados, les alarmó un enorme estrépito que se oyó en el salón. Bajaron apresuradamente, y se encontraron con que una armadura completa se había desprendido de su soporte y caído sobre las losas. Cerca de allí, sentado en un sillón de alto respaldo, el fantasma de Canterville se restregaba las rodillas, con una expresión de agudo dolor sobre su rostro. Los gemelos, que se habían provisto de sus hondas, le lanzaron inmediatamente dos balines, con esa seguridad de puntería que sólo se adquiere a fuerza de largos y pacientes ejercicios sobre el profesor de caligrafía. Mientras tanto, el ministro de los Estados Unidos mantenía al fantasma bajo la amenaza de su revólver, y, conforme a la etiqueta californiana, lo instaba a levantar los brazos. El fantasma se alzó bruscamente, lanzando un grito de furor salvaje, y se disipó en medio de ellos, como una niebla, apagando de paso la vela de Washington Otis y dejándolos a todos en la mayor oscuridad. Cuando llegó a lo alto de la escalera, una vez dueño de sí, se decidió a lanzar su célebre repique de carcajadas satánicas, que en más de una ocasión le habían sido muy útiles. Contaba la gente que aquello hizo encanecer en una sola noche el peluquín de lord Raker. Y que tres sucesivas amas de llaves renunciaron antes de terminar el primer mes en su cargo. Por consiguiente, lanzó su carcajada más horrible, despertando paulatinamente los ecos en las antiguas bóvedas; pero, apagados éstos, se abrió una puerta y apareció, vestida de azul claro, la señora Otis.
-Me temo -dijo la dama- que esté usted indispuesto, y aquí le traigo un frasco de la tintura del doctor Dobell. Si se trata de una indigestión, esto le sentará bien.
El fantasma la miró con ojos llameantes de furor y se creyó en el deber de metamorfosearse en un gran perro negro. Era un truco que le había dado una reputación merecidísima, y al cual atribuía la idiotez incurable del tío de lord Canterville, el honorable Tomás Horton. Pero un ruido de pasos que se acercaban le hizo vacilar en su cruel determinación, y se contentó con volverse un poco fosforescente. En seguida se desvaneció, después de lanzar un gemido sepulcral, porque los gemelos iban a darle alcance.
Una vez en su habitación se sintió destrozado, presa de la agitación más violenta. La ordinariez de los gemelos, el grosero materialismo de la señora Otis, todo aquello resultaba realmente vejatorio; pero lo que más lo humillaba era no tener ya fuerzas para llevar una armadura. Contaba con hacer impresión aun en esos norteamericanos modernos, con hacerles estremecer a la vista de un espectro acorazado, ya que no por motivos razonables, al menos por deferencia hacia su poeta nacional Longfellow, cuyas poesías, delicadas y atrayentes, le habían ayudado con frecuencia a matar el tiempo, mientras los Canterville estaban en Londres. Además, era su propia armadura. La llevó con éxito en el torneo de Kenilworth, siendo felicitado calurosamente por la Reina-Virgen en persona. Pero cuando quiso ponérsela quedó aplastado por completo por el peso de la enorme coraza y del yelmo de acero. Y se desplomó pesadamente sobre las losas de piedra, despellejándose las rodillas y contusionándose la muñeca derecha.
Durante varios días estuvo malísimo y no pudo salir de su morada más que lo necesario para mantener en buen estado la mancha de sangre. No obstante lo cual, a fuerza de cuidados acabó por restablecerse y decidió hacer una tercera tentativa para aterrorizar al ministro de los Estados Unidos y a su familia. Eligió para su reaparición en escena el viernes 17 de agosto, consagrando gran parte del día a pasar revista a sus trajes. Su elección recayó al fin en un sombrero de ala levantada por un lado y caída del otro, con una pluma roja; en un sudario deshilachado por las mangas y el cuello y, por último, en un puñal mohoso. Al atardecer estalló una gran tormenta. El viento era tan fuerte que sacudía y cerraba violentamente las puertas y ventanas de la vetusta casa. Realmente aquél era el tiempo que le convenía. He aquí lo que pensaba hacer: Iría sigilosamente a la habitación de Washington Otis, le musitaría unas frases ininteligibles, quedándose al pie de la cama, y le hundiría tres veces seguidas el puñal en la garganta, a los sones de una música apagada. Odiaba sobre todo a Washington, porque sabía perfectamente que era él quien acostumbraba quitar la famosa mancha de sangre de Canterville, empleando el "limpiador incomparable de Pinkerton". Después de reducir al temerario, al despreocupado joven, entraría en la habitación que ocupaba el ministro de los Estados Unidos y su mujer. Una vez allí, colocaría una mano viscosa sobre la frente de la señora Otis, y al mismo tiempo murmuraría, con voz sorda, al oído del ministro tembloroso, los secretos terribles del osario. En cuanto a la pequeña Virginia, aún no tenía decidido nada. No lo había insultado nunca. Era bonita y cariñosa. Unos cuantos gruñidos sordos, que saliesen del armario, le parecían más que suficientes, y si no bastaban para despertarla, llegaría hasta tirarle de la puntita de la nariz con sus dedos rígidos por la parálisis. A los gemelos estaba resuelto a darles una lección: lo primero que haría sería sentarse sobre sus pechos, con el objeto de producirles la sensación de pesadilla. Luego, aprovechando que sus camas estaban muy juntas, se alzaría en el espacio libre entre ellas, con el aspecto de un cadáver verde y frío como el hielo, hasta que se quedaran paralizados de terror. En seguida, tirando bruscamente su sudario, daría la vuelta al dormitorio en cuatro patas, como un esqueleto blanqueado por el tiempo, moviendo los ojos de sus órbitas, en su creación de "Daniel el Mudo, o el esqueleto del suicida", papel en el cual hizo un gran efecto en varias ocasiones. Creía estar tan bien en éste como en su otro papel de "Martín el Demente o el misterio enmascarado".
A las diez y media oyó subir a la familia a acostarse. Durante algunos instantes lo inquietaron las tumultuosas carcajadas de los gemelos, que se divertían evidentemente, con su loca alegría de colegiales, antes de meterse en la cama. Pero a las once y cuarto todo quedó nuevamente en silencio, y cuando sonaron las doce se puso en camino. La lechuza chocaba contra los cristales de la ventana. El cuervo crascitaba en el hueco de un tejo centenario y el viento gemía vagando alrededor de la casa, como un alma en pena; pero la familia Otis dormía, sin sospechar la suerte que le esperaba. Oía con toda claridad los ronquidos regulares del ministro de los Estados Unidos, que dominaban el ruido de la lluvia y de la tormenta. Se deslizó furtivamente a través del estuco. Una sonrisa perversa se dibujaba sobre su boca cruel y arrugada, y la luna escondió su rostro tras una nube cuando pasó delante de la gran ventana ojival, sobre la que estaban representadas, en azul y oro, sus propias armas y las de su esposa asesinada. Seguía andando siempre, deslizándose como una sombra funesta, que parecía hacer retroceder de espanto a las mismas tinieblas en su camino. En un momento dado le pareció oír que alguien lo llamaba: se detuvo, pero era tan sólo un perro, que ladraba en la Granja Roja. Prosiguió su marcha, refunfuñando extraños juramentos del siglo XVI, y blandiendo de cuando en cuando el puñal enmohecido en el aire de medianoche. Por fin llegó a la esquina del pasillo que conducía a la habitación de Washington. Allí hizo una breve parada. El viento agitaba en torno de su cabeza sus largos mechones grises y ceñía en pliegues grotescos y fantásticos el horror indecible del fúnebre sudario. Sonó entonces el cuarto en el reloj. Comprendió que había llegado el momento. Se dedicó una risotada y dio la vuelta a la esquina. Pero apenas lo hizo retrocedió, lanzando un gemido lastimero de terror y escondiendo su cara lívida entre sus largas manos huesosas. Frente a él había un horrible espectro, inmóvil como una estatua, monstruoso como la pesadilla de un loco. La cabeza del espectro era pelada y reluciente; su faz, redonda, carnosa y blanca; una risa horrorosa parecía retorcer sus rasgos en una mueca eterna; por los ojos brotaba a oleadas una luz escarlata, la boca tenía el aspecto de un ancho pozo de fuego, y una vestidura horrible, como la de él, como la del mismo Simón, envolvía con su nieve silenciosa aquella forma gigantesca. Sobre el pecho tenía colgado un cartel con una inscripción en caracteres extraños y antiguos. Quizá era un rótulo infamante, donde estaban escritos delitos espantosos, una terrible lista de crímenes. Tenía, por último, en su mano derecha una cimitarra de acero resplandeciente.
Como nunca antes había visto fantasmas, naturalmente sintió un pánico terrible, y, después de lanzar a toda prisa una segunda mirada sobre el monstruo atroz, regresó a su habitación, trompicando en el sudario que le envolvía. Cruzó la galería corriendo, y acabó por dejar caer el puñal enmohecido en las botas de montar del ministro, donde lo encontró el mayordomo al día siguiente. Una vez refugiado en su retiro, se desplomó sobre un reducido catre de tijera, tapándose la cabeza con las sábanas. Pero, al cabo de un momento, el valor indomable de los antiguos Canterville se despertó en él y tomó la resolución de hablar al otro fantasma en cuanto amaneciese. Por consiguiente, no bien el alba plateó las colinas, volvió al sitio en que había visto por primera vez al horroroso fantasma. Pensaba que, después de todo, dos fantasmas valían más que uno solo, y que con ayuda de su nuevo amigo podría contender victoriosamente con los gemelos. Pero cuando llegó al sitio se halló en presencia de un espectáculo terrible. Le sucedía algo indudablemente al espectro, porque la luz había desaparecido por completo de sus órbitas. La cimitarra centelleante se había caído de su mano y estaba recostado sobre la pared en una actitud forzada e incómoda. Simón se precipitó hacia delante y lo cogió en sus brazos; pero cuál no sería su terror viendo despegarse la cabeza y rodar por el suelo, mientras el cuerpo tomaba la posición supina, y notó que abrazaba una cortina blanca de lienzo grueso y que yacían a sus pies una escoba, un machete de cocina y una calabaza vacía. Sin poder comprender aquella curiosa transformación, cogió con mano febril el cartel, leyendo a la claridad grisácea de la mañana estas palabras terribles:
He aquí al fantasma Otis
El único espíritu auténtico y verdadero
Desconfíen de las imitaciones
Todos los demás son falsificaciones
Y la entera verdad se le apareció como un relámpago. ¡Había sido burlado, chasqueado, engañado! La expresión característica de los Canterville reapareció en sus ojos, apretó las mandíbulas desdentadas y, levantando por encima de su cabeza sus manos amarillas, juró, según el ritual pintoresco de la antigua escuela, "que cuando el gallo tocara por dos veces el cuerno de su alegre llamada se consumarían sangrientas hazañas, y el crimen, de callado paso, saldría de su retiro".
No había terminado de formular este juramento terrible, cuando de una alquería lejana, de tejado de ladrillo rojo, salió el canto de un gallo. Lanzó una larga risotada, lenta y amarga, y esperó. Esperó una hora, y después otra; pero por alguna razón misteriosa no volvió a cantar el gallo. Por fin, a eso de las siete y media, la llegada de las criadas lo obligó a abandonar su terrible guardia y regresó a su morada, con altivo paso, pensando en su juramento vano y en su vano proyecto fracasado. Una vez allí consultó varios libros de caballería, cuya lectura le interesaba extraordinariamente, y pudo comprobar que el gallo cantó siempre dos veces en cuantas ocasiones se recurrió a aquel juramento.
-¡Que el diablo se lleve a ese animal volátil! -murmuró-. ¡En otro tiempo hubiese caído sobre él con mi buena lanza, atravesándole el cuello y obligándolo a cantar otra vez para mí, aunque reventara!
Y dicho esto se retiró a su confortable caja de plomo, y allí permaneció hasta la noche.

IV
Al día siguiente el fantasma se sintió muy débil y cansado. Las terribles emociones de las cuatro últimas semanas empezaban a producir su efecto. Tenía el sistema nervioso completamente alterado, y temblaba al más ligero ruido. No salió de su habitación en cinco días, y concluyó por hacer una concesión en lo relativo a la mancha de sangre del parqué de la biblioteca. Puesto que la familia Otis no quería verla, era indudable que no la merecía. Aquella gente estaba colocada a ojos vistas en un plano inferior de vida material y era incapaz de apreciar el valor simbólico de los fenómenos sensibles. La cuestión de las apariciones de fantasmas y el desenvolvimiento de los cuerpos astrales era realmente para ellos cosa desconocida e indiscutiblemente fuera de su alcance. Pero, por lo menos, constituía para él un deber ineludible mostrarse en el corredor una vez a la semana y farfullar por la gran ventana ojival el primero y el tercer miércoles de cada mes. No veía ningún medio digno de sustraerse a aquella obligación. Verdad es que su vida fue muy criminal; pero, quitado eso, era hombre muy concienzudo en todo cuanto se relacionaba con lo sobrenatural. Así, pues, los tres sábados siguientes atravesó, como de costumbre, el corredor entre doce de la noche y tres de la madrugada, tomando todas las precauciones posibles para no ser visto ni oído. Se quitaba las botas, pisaba lo más ligeramente que podía sobre las viejas maderas carcomidas, se envolvía en una gran capa de terciopelo negro, y no dejaba de usar el engrasador "Sol-Levante" para sus cadenas. Me veo precisado a reconocer que sólo después de muchas vacilaciones se decidió a adoptar este último medio de protección. Pero, al fin, una noche, mientras cenaba la familia, se deslizó en el dormitorio de la señora Otis y se llevó el frasquito. Al principio se sintió un poco humillado, pero después fue suficientemente razonable para comprender que aquel invento merecía grandes elogios y cooperaba, en cierto modo, a la realización de sus proyectos. A pesar de todo, no se vio libre de problemas. No dejaban nunca de tenderle cuerdas de lado a lado del corredor para hacerlo tropezar en la oscuridad, y una vez que se había disfrazado para el papel de "Isaac el Negro o el cazador del bosque de Hogsley", cayó cuan largo era al poner el pie sobre una pista de maderas enjabonadas que habían colocado los gemelos desde el umbral del salón de Tapices hasta la parte alta de la escalera de roble. Esta última afrenta le dio tal rabia, que decidió hacer un esfuerzo para imponer su dignidad y consolidar su posición social, y formó el proyecto de visitar a la noche siguiente a los insolentes chicos de Eton, en su célebre papel de "Ruperto el Temerario o el conde sin cabeza".
No se había mostrado con aquel disfraz desde hacía sesenta años, es decir, desde que causó con él tal pavor a la bella lady Bárbara Modish, que ésta retiró su consentimiento al abuelo de actual lord Canterville y se fugó a Gretna Green con el arrogante Jach Castletown, jurando que por nada del mundo consentiría en emparentar con una familia que toleraba los paseos de un fantasma tan horrible por la terraza, al atardecer. El pobre Jack fue al poco tiempo muerto en duelo por lord Canterville en la pradera de Wandsworth, y lady Bárbara murió de pena en Tumbridge Wells antes de terminar el año; así es que fue un gran éxito en todos los sentidos. Sin embargo, era, permitiéndome emplear un término de argot teatral para aplicarlo a uno de los mayores misterios del mundo sobrenatural (o en lenguaje más científico), "del mundo superior a la Naturaleza", era, repito, una creación de las más difíciles, y necesitó sus tres buenas horas para terminar los preparativos. Por fin, todo estuvo listo, y él contentísimo de su disfraz. Las grandes botas de montar, que hacían juego con el traje, eran, eso sí, un poco holgadas para él, y no pudo encontrar más que una de las dos pistolas del arzón; pero, en general, quedó satisfechísimo, y a la una y cuarto pasó a través del estuco y bajó al corredor. Cuando estuvo cerca de la habitación ocupada por los gemelos, a la que llamaré el dormitorio azul, por el color de sus cortinajes, se encontró con la puerta entreabierta. A fin de hacer una entrada sensacional, la empujó con violencia, pero se le vino encima una jarra de agua que le empapó hasta los huesos, no dándole en el hombro por unos milímetros. Al mismo tiempo oyó unas risas sofocadas que partían de la doble cama con dosel. Su sistema nervioso sufrió tal conmoción, que regresó a sus habitaciones a todo escape, y al día siguiente tuvo que permanecer en cama con un fuerte reuma. El único consuelo que tuvo fue el de no haber llevado su cabeza sobre los hombros, pues sin esto las consecuencias hubieran podido ser más graves.
Desde entonces renunció para siempre a espantar a aquella recia familia de norteamericanos, y se limitó a vagar por el corredor, con zapatillas de orillo, envuelto el cuello en una gruesa bufanda, por temor a las corrientes de aire, y provisto de un pequeño arcabuz, para el caso en que fuese atacado por los gemelos. Hacia el 19 de septiembre fue cuando recibió el golpe de gracia. Había bajado por la escalera hasta el espacioso salón, seguro de que en aquel sitio por lo menos estaba a cubierto de jugarretas, y se entretenía en hacer observaciones satíricas sobre las grandes fotografías del ministro de los Estados Unidos y de su mujer, hechas en casa de Sarow. Iba vestido sencilla pero decentemente, con un largo sudario salpicado de moho de cementerio. Se había atado la quijada con una tira de tela y llevaba una linternita y una azadón de sepulturero. En una palabra, iba disfrazado de "Jonás el Desenterrador, o el ladrón de cadáveres de Cherstey Barn". Era una de sus creaciones más notables y de las que guardaban recuerdo, con más motivo, los Canterville, ya que fue la verdadera causa de su riña con lord Rufford, vecino suyo. Serían próximamente las dos y cuarto de la madrugada, y, a su juicio, no se movía nadie en la casa. Pero cuando se dirigía tranquilamente en dirección a la biblioteca, para ver lo que quedaba de la mancha de sangre, se abalanzaron hacia él, desde un rincón sombrío, dos siluetas, agitando locamente sus brazos sobre sus cabezas, mientras gritaban a su oído:
-¡Bu!
Lleno de pánico, cosa muy natural en aquellas circunstancias, se precipitó hacia la escalera, pero entonces se encontró frente a Washington Otis, que lo esperaba armado con la regadera del jardín; de tal modo que, cercado por sus enemigos, casi acorralado, tuvo que evaporarse en la gran estufa de hierro colado, que, afortunadamente para él, no estaba encendida, y abrirse paso hasta sus habitaciones por entre tubos y chimeneas, llegando a su refugio en el tremendo estado en que lo pusieron la agitación, el hollín y la desesperación.
Desde aquella noche no volvió a vérsele nunca de expedición nocturna. Los gemelos se quedaron muchas veces en acecho para sorprenderlo, sembrando de cáscara de nuez los corredores todas las noches, con gran molestia de sus padres y criados. Pero fue inútil. Su amor propio estaba profundamente herido, sin duda, y no quería mostrarse. En vista de ello, el señor Otis se puso a trabajar en su gran obra sobre la historia del partido demócrata, obra que había empezado tres años antes. La señora Otis organizó una extraordinaria horneada de almejas, de la que se habló en toda la comarca. Los niños se dedicaron a jugar a la barra, al ecarté, al póquer y a otras diversiones nacionales de Estados Unidos. Virginia dio paseos a caballo por las carreteras, en compañía del duquesito de Cheshire, que se hallaba en Canterville pasando su última semana de vacaciones. Todo el mundo se figuraba que el fantasma había desaparecido, hasta el punto de que el señor Otis escribió una carta a lord Canterville para comunicárselo, y recibió en contestación otra carta en la que éste le testimoniaba el placer que le producía la noticia y enviaba sus más sinceras felicitaciones a la digna esposa del ministro.
Pero los Otis se equivocaban. El fantasma seguía en la casa, y, aunque se hallaba muy delicado, no estaba dispuesto a retirarse, sobre todo después de saber que figuraba entre los invitados el duquesito de Cheshire, cuyo tío, lord Francis Stilton, apostó una vez con el coronel Carbury a que jugaría a los dados con el fantasma de Canterville. A la mañana siguiente encontraron a lord Stilton tendido sobre el suelo del salón de juego en un estado de parálisis tal que, a pesar de la edad avanzada que alcanzó, no pudo ya nunca pronunciar más palabras que éstas:
-¡Doble seis!
Esta historia era muy conocida en un tiempo, aunque, en atención a los sentimientos de dos familias nobles, se hiciera todo lo posible por ocultarla, y existe un relato detallado de todo lo referente a ella en el tomo tercero de las Memorias de lord Tattle sobre el príncipe Regente y sus amigos. Desde entonces, el fantasma deseaba vivamente probar que no había perdido su influencia sobre los Stilton, con los que además estaba emparentado por matrimonio, pues una prima suya se casó en segundas nupcias con el señor Bulkeley, del que descienden en línea directa, como todo el mundo sabe, los duques de Cheshire. Por consiguiente, hizo sus preparativos para mostrarse al pequeño enamorado de Virginia en su famoso papel de "Fraile vampiro, o el benedictino desangrado". Era un espectáculo espantoso, que cuando la vieja lady Starbury se lo vio representar, es decir en víspera del Año Nuevo de 1764, empezó a lanzar chillidos agudos, que tuvieron por resultado un fuerte ataque de apoplejía y su fallecimiento al cabo de tres días, no sin que desheredara antes a los Canterville y legase todo su dinero a su farmacéutico en Londres. Pero, a última hora, el terror que le inspiraban los gemelos lo retuvo en su habitación, y el duquesito durmió tranquilo en el gran lecho con dosel coronado de plumas del dormitorio real, soñando con Virginia.

V
Virginia y su adorador de cabello rizado dieron, unos días después, un paseo a caballo por los prados de Brockley, paseo en el que ella desgarró su vestido de amazona al saltar un seto, de tal manera que, de vuelta a su casa, entró por la escalera de atrás para que no la viesen. Al pasar corriendo por delante de la puerta del salón de Tapices, que estaba abierta de par en par, le pareció ver a alguien dentro. Pensó que sería la doncella de su madre, que iba con frecuencia a trabajar a esa habitación. Asomó la cabeza para encargarle que le cosiese el vestido. ¡Pero, con gran sorpresa suya, quien allí estaba era el fantasma de Canterville en persona! Se había acomodado ante la ventana, contemplando el oro llameante de los árboles amarillentos que revoloteaban por el aire, las hojas enrojecidas que bailaban locamente a lo largo de la gran avenida. Tenía la cabeza apoyada en una mano, y toda su actitud revelaba el desaliento más profundo. Realmente presentaba un aspecto tan abrumado, tan abatido, que la pequeña Virginia, en vez de ceder a su primer impulso, que fue echar a correr y encerrarse en su cuarto, se sintió llena de compasión y tomó el partido de ir a consolarlo. Tenía la muchacha un paso tan ligero y él una melancolía tan honda, que no se dio cuenta de su presencia hasta que le habló.
-Lo he sentido mucho por usted -dijo-, pero mis hermanos regresan mañana a Eton, y entonces, si se porta usted bien, nadie lo atormentará.
-Es inconcebible pedirme que me porte bien -le respondió, contemplando estupefacto a la jovencita que tenía la audacia de dirigirle la palabra-. Perfectamente inconcebible. Es necesario que yo sacuda mis cadenas, que gruña por los agujeros de las cerraduras y que corretee de noche. ¿Eso es lo que usted llama portarse mal? No tengo otra razón de ser.
-Esa no es una razón de ser. En sus tiempos fue usted muy malo ¿sabe? La señora Umney nos dijo el día que llegamos que usted mató a su esposa.
-Sí, lo reconozco -respondió incautamente el fantasma-. Pero era un asunto de familia y nadie tenía que meterse.
-Está muy mal matar a nadie -dijo Virginia, que a veces adoptaba un bonito gesto de gravedad puritana, heredado quizás de algún antepasado venido de Nueva Inglaterra.
-¡Oh, no puedo sufrir la severidad barata de la moral abstracta! Mi mujer era feísima. No almidonaba nunca lo bastante mis puños y no sabía nada de cocina. Mire usted: un día había yo cazado un soberbio ciervo en los bosques de Hogsley, un hermoso macho de dos años. ¡Pues no puede usted figurarse cómo me lo sirvió! Pero, en fin, dejemos eso. Es asunto liquidado, y no encuentro nada bien que sus hermanos me dejasen morir de hambre, aunque yo la matase.
-¡Que lo dejaran morir de hambre! ¡Oh señor fantasma...! Don Simón, quiero decir, ¿es que tiene usted hambre? Hay un sándwich en mi costurero. ¿Le gustaría?
-No, gracias, ahora ya no como; pero, de todos modos, lo encuentro amabilísimo por su parte. ¡Es usted bastante más atenta que el resto de su horrible, arisca, ordinaria y ladrona familia!
-¡Basta! -exclamó Virginia, dando con el pie en el suelo-. El arisco, el horrible y el ordinario es usted. En cuanto a lo de ladrón, bien sabe usted que me ha robado mis colores de la caja de pinturas para restaurar esa ridícula mancha de sangre en la biblioteca. Empezó usted por coger todos mis rojos, incluso el bermellón, imposibilitándome para pintar puestas de sol. Después agarró usted el verde esmeralda y el amarillo cromo. Y, finalmente, sólo me queda el añil y el blanco. Así es que ahora no puedo hacer más que claros de luna, que da grima ver, e incomodísimos, además, de colorear. Y no le he acusado, aún estando fastidiada y a pesar de que todas esa cosas son completamente ridículas. ¿Se ha visto alguna vez sangre color verde esmeralda...?
-Vamos a ver -dijo el fantasma, con cierta dulzura-: ¿y qué iba yo a hacer? Es dificilísimo en los tiempos actuales agenciarse sangre de verdad, y ya que su hermano empezó con su quitamanchas incomparable, no veo por qué no iba yo a emplear los colores de usted para resistir. En cuanto al tono, es cuestión de gusto. Así, por ejemplo, los Canterville tienen sangre azul, la sangre más azul que existe en Inglaterra... Aunque ya sé que ustedes los norteamericanos no hacen el menor caso de esas cosas.
-No sabe usted nada, y lo mejor que puede hacer es emigrar, y así se formará idea de algo. Mi padre tendrá un verdadero gusto en proporcionarle un pasaje gratuito, y aunque haya fuertes impuestos sobre los espíritus, no le pondrán dificultades en la Aduana. Y una vez en Nueva York, puede usted contar con un gran éxito. Conozco infinidad de personas que darían cien mil dólares por tener antepasados y que sacrificarían mayor cantidad aún por tener un fantasma para la familia.
-Creo que no me divertiría mucho en Estados Unidos.
-Quizás se deba a que allí no tenemos ni ruinas ni curiosidades -dijo burlonamente Virginia.
-¡Qué curiosidades ni qué ruinas! -contestó el fantasma-. Tienen ustedes su Marina y sus modales.
-Buenas noches; voy a pedir a papá que conceda a los gemelos una semana más de vacaciones.
-¡No se vaya, señorita Virginia, se lo suplico! -exclamó el fantasma-. Estoy tan solo y soy tan desgraciado, que no sé qué hacer. Quisiera ir a acostarme y no puedo.
-Pues es inconcebible: no tiene usted más que meterse en la cama y apagar la luz. Algunas veces es dificilísimo permanecer despierto, sobre todo en una iglesia, pero, en cambio, dormir es muy sencillo. Ya ve usted: los gemelos saben dormir admirablemente, y no son de los más listos.
-Hace trescientos años que no duermo -dijo el anciano tristemente, haciendo que Virginia abriese mucho sus hermosos ojos azules, llenos de asombro-. Hace ya trescientos años que no duermo, así es que me siento cansadísimo.
Virginia adoptó un grave continente, y sus finos labios se movieron como pétalos de rosa. Se acercó y arrodilló al lado del fantasma, contempló su rostro envejecido y arrugado.
-Pobrecito fantasma -profirió a media voz-, ¿y no hay ningún sitio donde pueda usted dormir?
-Allá lejos, pasando el pinar -respondió él en voz baja y soñadora-, hay un jardincito. La hierba crece en él alta y espesa; allí pueden verse las grandes estrellas blancas de la cicuta, allí el ruiseñor canta toda la noche. Canta toda la noche, y la luna de cristal helado deja caer su mirada y el tejo extiende sus brazos de gigante sobre los durmientes.
Los ojos de Virginia se empañaron de lágrimas y sepultó la cara entre sus manos.
-Se refiere usted al jardín de la Muerte -murmuró.
-Sí, de la muerte. Debe ser hermosa. Descansar en la blanda tierra oscura, mientras las hierbas se balancean encima de nuestra cabeza, y escuchar el silencio. No tener ni ayer ni mañana. Olvidarse del tiempo y de la vida; morar en paz. Usted puede ayudarme; usted puede abrirme de par en par las puertas de la muerte, porque el amor la acompaña a usted siempre, y el amor es más fuerte que la muerte.
Virginia tembló. Un estremecimiento helado recorrió todo su ser, y durante unos instantes hubo un gran silencio. Le parecía vivir un sueño terrible. Entonces el fantasma habló de nuevo con una voz que resonaba como los suspiros del viento:
-¿Ha leído usted alguna vez la antigua profecía que hay sobre las vidrieras de la biblioteca?
-¡Oh, muchas veces! -exclamó la muchacha levantando los ojos-. La conozco muy bien. Está pintada con unas curiosas letras doradas y se lee con dificultad. No tiene más que éstos seis versos:
"Cuando una joven rubia logre hacer brotar
"una oración de los labios del pecador,
"cuando el almendro estéril dé fruto
"y una niña deje correr su llanto,
"entonces, toda la casa recobrará la tranquilidad
"y volverá la paz a Canterville.
"Pero no sé lo que significan".
-Significan que tiene usted que llorar conmigo mis pecados, porque no tengo lágrimas, y que tiene usted que rezar conmigo por mi alma, porque no tengo fe, y entonces, si ha sido usted siempre dulce, buena y cariñosa, el ángel de la muerte se apoderará de mí. Verá usted seres terribles en las tinieblas y voces funestas murmurarán en sus oídos, pero no podrán hacerle ningún daño, porque contra la pureza de una niña no pueden nada las potencias infernales.
Virginia no contestó, y el fantasma se retorcía las manos en la violencia de su desesperación, sin dejar de mirar la rubia cabeza inclinada. De pronto se irguió la joven, muy pálida, con un fulgor en los ojos.
-No tengo miedo -dijo con voz firme - y rogaré al ángel que se apiade de usted.
Se levantó el fantasma de su asiento lanzando un débil grito de alegría, cogió la blonda cabeza entre sus manos, con una gentileza que recordaba los tiempos pasados, y la besó. Sus dedos estaban fríos como hielo y sus labios abrasaban como el fuego, pero Virginia no flaqueó; el fantasma la guió a través de la estancia sombría. Sobre un tapiz, de un verde apagado, estaban bordados unos pequeños cazadores. Soplaban en sus cuernos adornados de flecos y con sus lindas manos le hacían gestos de que retrocediese.
-Vuelve sobre tus pasos, Virginia. ¡Vete, vete! -gritaban.
Pero el fantasma le apretaba en aquel momento la mano con más fuerza, y ella cerró los ojos para no verlos. Horribles animales de colas de lagarto y de ojazos saltones parpadearon maliciosamente en las esquinas de la chimenea, mientras le decían en voz baja:
-Ten cuidado, Virginia, ten cuidado. Podríamos no volver a verte.
Pero el fantasma apresuró el paso y Virginia no oyó nada. Cuando llegaron al extremo de la estancia el viejo se detuvo, murmurando unas palabras que ella no comprendió. Volvió Virginia a abrir los ojos y vio disiparse el muro lentamente, como una neblina, y abrirse ante ella una negra caverna. Un áspero y helado viento los azotó, sintiendo la muchacha que le tiraban del vestido.
-De prisa, de prisa -gritó el fantasma-, o será demasiado tarde.
Y en el mismo momento el muro se cerró de nuevo detrás de ellos y el salón de Tapices quedó desierto.

VI
Unos diez minutos después sonó la campana para el té y Virginia no bajó. La señora Otis envió a uno de los criados a buscarla. No tardó en volver, diciendo que no había podido descubrir a la señorita Virginia por ninguna parte. Como la muchacha tenía la costumbre de ir todas las tardes al jardín a recoger flores para la cena, la señora Otis no se inquietó en lo más mínimo. Pero sonaron las seis y Virginia no aparecía. Entonces su madre se sintió seriamente intranquila y envió a sus hijos en su busca, mientras ella y su marido recorrían todas las habitaciones de la casa. A las seis y media volvieron los gemelos, diciendo que no habían encontrado huellas de su hermana por ninguna parte. Entonces se conmovieron todos extraordinariamente, y nadie sabía qué hacer, cuando el señor Otis recordó de repente que pocos días antes habían permitido acampar en el parque a una tribu de gitanos. Así es que salió inmediatamente para Blackfell-Hollow, acompañado de su hijo mayor y de dos de sus criados de la granja. El duquesito de Cheshire, completamente loco de inquietud, rogó con insistencia a el señor Otis que lo dejase acompañarlo, mas éste se negó temiendo algún jaleo. Pero cuando llegó al sitio en cuestión vio que los gitanos se habían marchado. Se dieron prisa a huir, sin duda alguna, pues el fuego ardía todavía y quedaban platos sobre la hierba. Después de mandar a Washington y a los dos hombres que registrasen los alrededores, se apresuró a regresar y envió telegramas a todos los inspectores de Policía del condado, rogándoles que buscasen a una joven raptada por unos vagabundos o gitanos. Luego hizo que le trajeran su caballo, y después de insistir para que su mujer y sus tres hijos se sentaran a la mesa, partió con un criado por el camino de Ascot. Había recorrido apenas dos millas, cuando oyó un galope a su espalda. Se volvió, viendo al duquesito que llegaba en su caballito, con la cara sofocada y la cabeza descubierta.
-Lo siento muchísimo, señor Otis -le dijo el joven con voz entrecortada-, pero me es imposible comer mientras Virginia no aparezca. Se lo ruego: no se enfade conmigo. Si nos hubiera permitido casarnos el año último, no habría pasado esto nunca. No me rechaza usted, ¿verdad? ¡No puedo ni quiero irme!
El ministro no pudo menos que dirigir una sonrisa a aquel mozo guapo y atolondrado, conmovidísimo ante la abnegación que mostraba por Virginia. Inclinándose sobre su caballo, le acarició los hombros bondadosamente, y le dijo:
-Pues bien, Cecil: ya que insiste usted en venir, no me queda más remedio que admitirle en mi compañía; pero, eso sí, tengo que comprarle un sombrero en Ascot.
-¡Al diablo sombreros! ¡Lo que quiero es Virginia! -exclamó el duquesito, riendo.
Y acto seguido galoparon hasta la estación. Una vez allí, el señor Otis preguntó al jefe si no habían visto en el andén de salida a una joven cuyas señas correspondiesen con las de Virginia, pero no averiguó nada sobre ella. No obstante lo cual, el jefe de la estación expidió telegramas a las estaciones del trayecto, ascendentes y descendentes, y le prometió ejercer una vigilancia minuciosa. En seguida, después de comprar un sombrero para el duquesito en una tienda de novedades que se disponía a cerrar, el señor Otis cabalgó hasta Bexley, pueblo situado cuatro millas más allá, y que, según le dijeron, era muy frecuentado por los gitanos. Hicieron levantarse al guardia rural, pero no pudieron conseguir ningún dato de él. Así es que, después de atravesar la plaza, los dos jinetes tomaron otra vez el camino de casa, llegando a Canterville a eso de las once, rendidos de cansancio y con el corazón desgarrado por la inquietud. Se encontraron allí con Washington y los gemelos, esperándolos a la puerta con linternas, porque la avenida estaba muy oscura. No se había descubierto la menor señal de Virginia. Los gitanos fueron alcanzados en el prado de Brockley, pero no estaba la joven entre ellos. Explicaron la prisa de su marcha diciendo que habían equivocado el día en que debía celebrarse la feria de Chorton y que el temor de llegar demasiado tarde los obligó a darse prisa. Además, parecieron desconsolados por la desaparición de Virginia, pues estaban agradecidísimos al señor Otis por haberles permitido acampar en su parque. Cuatro de ellos se quedaron atrás para tomar parte en las pesquisas. Se hizo vaciar el estanque de las carpas. Registraron la finca en todos los sentidos, pero no consiguieron nada. Era evidente que Virginia estaba perdida, al menos por aquella noche, y fue con un aire de profundo abatimiento como entraron en casa el señor Otis y los jóvenes, seguidos del criado, que llevaba de las bridas al caballo y al caballito. En el salón se encontraron con el grupo de criados, llenos de terror. La pobre señora Otis estaba tumbada sobre un sofá de la biblioteca, casi loca de espanto y de ansiedad, y la vieja ama de llaves le humedecía la frente con agua de colonia. Fue una comida tristísima. No se hablaba apenas, y hasta los mismos gemelos parecían despavoridos y consternados, pues querían mucho a su hermana. Cuando terminaron, el señor Otis, a pesar de los ruegos del duquesito, mandó que todo el mundo se acostase, ya que no podía hacer cosa alguna aquella noche; al día siguiente telegrafiaría a Scotland Yard para que pusieran inmediatamente varios detectives a su disposición. Pero he aquí que en el preciso momento en que salían del comedor sonaron las doce en el reloj de la torre. Apenas acababan de extinguirse las vibraciones de la última campanada, cuando se oyó un crujido acompañado de un grito penetrante. Un trueno formidable bamboleó la casa, una melodía, que no tenía nada de terrenal, flotó en el aire. Un lienzo de la pared se despegó bruscamente en lo alto de la escalera, y sobre el rellano, muy pálida, casi blanca, apareció Virginia, llevando en la mano un cofrecito. Inmediatamente se precipitaron todos hacia ella. La señora Otis la estrechó apasionadamente contra su corazón. El duquesito casi la ahogó con la violencia de sus besos, y los gemelos ejecutaron una danza de guerra salvaje alrededor del grupo.
-¡Ah...! ¡Hija mía! ¿Dónde te habías metido? -dijo el señor Otis, bastante enfadado, creyendo que les había querido dar una broma a todos ellos-. Cecil y yo hemos registrado toda la comarca en busca tuya, y tu madre ha estado a punto de morirse de espanto. No vuelvas a dar bromitas de ese género a nadie.
-¡Menos al fantasma, menos al fantasma! -gritaron los gemelos, continuando sus cabriolas.
-Hija mía querida, gracias a Dios que te hemos encontrado; ya no nos volveremos a separar -murmuraba la señora Otis, besando a la muchacha, toda trémula, y acariciando sus cabellos de oro, que se desparramaban sobre sus hombros.
-Papá -dijo dulcemente Virginia-, estaba con el fantasma. Ha muerto ya. Es preciso que vayan a verlo. Fue muy malo, pero se ha arrepentido sinceramente de todo lo que había hecho, y antes de morir me ha dado este cofrecito de hermosas joyas.
Toda la familia la contempló muda y aterrada, pero ella tenía un aire muy solemne y muy serio. En seguida, dando media vuelta, los precedió a través del hueco de la pared y bajaron a un corredor secreto. Washington los seguía llevando una vela encendida, que cogió de la mesa. Por fin llegaron a una gran puerta de roble erizada de recios clavos. Virginia la tocó, y entonces la puerta giró sobre sus goznes enormes y se hallaron en una habitación estrecha y baja, con el techo abovedado, y que tenía una ventanita. Junto a una gran argolla de hierro empotrada en el muro, con la cual estaba encadenado, se veía un largo esqueleto, extendido cuan largo era sobre las losas. Parecía estirar sus dedos descarnados, como intentando llegar a un plato y a un cántaro, de forma antigua, colocados de tal forma que no pudiese alcanzarlos. El cántaro había estado lleno de agua, indudablemente, pues tenía su interior tapizado de moho verde. Sobre el plato no quedaba más que un montón de polvo. Virginia se arrodilló junto al esqueleto, y, uniendo sus manitas, se puso a rezar en silencio, mientras la familia contemplaba con asombro la horrible tragedia cuyo secreto acababa de ser revelado.
-¡Miren! -exclamó de pronto uno de los gemelos, que había ido a mirar por la ventanita, queriendo adivinar de qué lado del edificio caía aquella habitación-. ¡Miren! El antiguo almendro, que estaba seco, ha florecido. Se ven admirablemente las hojas a la luz de la luna.
-¡Dios lo ha perdonado! -dijo gravemente Virginia, levantándose. Y un magnífico resplandor parecía iluminar su rostro.
-¡Eres un ángel! -exclamó el duquesito, ciñéndole el cuello con los brazos y besándola.

VII
Cuatro días después de estos curiosos sucesos, a eso de las once de la noche, salía un fúnebre cortejo de Canterville-House. El carro iba arrastrado por ocho caballos negros, cada uno de los cuales llevaba adornada la cabeza con un gran penacho de plumas de avestruz, que se balanceaban. La caja de plomo iba cubierta con un rico paño de púrpura, sobre el cual estaban bordadas en oro las armas de los Canterville. A cada lado del carro y de los coches marchaban los criados llevando antorchas encendidas. Toda aquella comitiva tenía un aspecto grandioso e impresionante. Lord Canterville presidía el duelo; había venido del país de Gales expresamente para asistir al entierro, y ocupaba el primer coche con la pequeña Virginia. Después iban el ministro de los Estados Unidos y su esposa, y detrás, Washington y los dos muchachos. En el último coche iba la señora Umney. Todo el mundo convino en que, después de haber sido atemorizada por el fantasma por espacio de más de cincuenta años, tenía realmente derecho de verlo desaparecer para siempre. Cavaron una profunda fosa en un rincón del cementerio, precisamente bajo el tejo centenario, y dijo las últimas oraciones, del modo más patético, el reverendo Augusto Dampier. Luego, al bajar la caja a la fosa, Virginia se adelantó, colocando encima de ella una gran cruz hecha con flores de almendro, blancas y rojas. En aquel momento salió la luna de detrás de una nube e inundó el cementerio con sus silenciosas oleadas de plata, y de un bosquecillo cercano se elevó el canto de un ruiseñor. Virginia recordó la descripción que le hizo el fantasma del jardín de la Muerte; sus ojos se llenaron de lágrimas y apenas pronunció una palabra durante el regreso.
A la mañana siguiente, antes de que lord Canterville partiese para la ciudad, la señora Otis conferenció con él respecto de las joyas entregadas por el fantasma a Virginia. Eran soberbias, magníficas. Había, sobre todo, un collar de rubíes, en una antigua montura veneciana, que era un espléndido trabajo del siglo XVI, y el conjunto representaba tal cantidad que el señor Otis sentía vivos escrúpulos en permitir a su hija que se quedase con ellas.
-Señor -dijo el ministro-, sé que en este país se aplica la mano muerta lo mismo a los objetos menudos que a las tierras, y es evidente, evidentísimo para mí, que estas joyas deben quedar en poder de usted como legado de familia. Le ruego, por tanto, que consienta en llevárselas a Londres, considerándolas simplemente como una parte de su herencia que le fuera restituida en circunstancias extraordinarias. En cuanto a mi hija, no es más que una chiquilla, y hasta hoy, me complace decirlo, siente poco interés por estas futilezas de lujo superfluo. He sabido igualmente por la señora Otis, cuya autoridad no es despreciable en cosas de arte, dicho sea de paso (pues ha tenido la suerte de pasar varios inviernos en Boston, siendo muchacha), que esas piedras preciosas tienen un gran valor monetario, y que si se pusieran en venta producirían una bonita suma. En estas circunstancias, lord Canterville, reconocerá usted, indudablemente, que no puedo permitir que queden en manos de ningún miembro de la familia. Además de que todas estas tonterías y juguetes, por muy apreciados y necesitados que sean a la dignidad de la aristocracia británica, estarían fuera de lugar entre personas educadas según los severos principios, pudiera decirse, de la sencillez republicana. Quizá me atrevería a asegurar que Virginia tiene gran interés en que le deje usted el cofrecito que encierra esas joyas, en recuerdo de las locuras y el infortunio del antepasado. Y como ese cofrecito es muy viejo y, por consiguiente, deterioradísimo, quizá encuentre usted razonable acoger favorablemente su petición. En cuanto a mí, confieso que me sorprende grandemente ver a uno de mis hijos demostrar interés por una cosa de la Edad Media, y la única explicación que le encuentro es que Virginia nació en un barrio de Londres, al poco tiempo de regresar la señora Otis de una excursión a Atenas.
Lord Canterville escuchó imperturbable el discurso del digno ministro, atusándose de cuando en cuando el bigote gris para ocultar una sonrisa involuntaria. Una vez que hubo terminado el señor Otis, le estrechó cordialmente la mano y contestó:
-Mi querido amigo, su encantadora hijita ha prestado un servicio importantísimo a mi desgraciado antecesor. Mi familia y yo le estamos reconocidísimos por su maravilloso valor y por la sangre fría que ha demostrado. Las joyas le pertenecen, sin duda alguna, y creo, a fe mía, que si tuviese yo la suficiente insensibilidad para quitárselas, el viejo tunante saldría de su tumba al cabo de quince días para infernarme la vida. En cuanto a que sean joyas de familia, no podrían serlo sino después de estar especificadas como tales en un testamento, en forma legal, y la existencia de estas joyas permaneció siempre ignorada. Le aseguro que son tan mías como de su mayordomo. Cuando la señorita Virginia sea mayor, sospecho que le encantará tener cosas tan lindas que llevar. Además, señor Otis, olvida usted que adquirió usted el inmueble y el fantasma bajo inventario. De modo que todo lo que pertenece al fantasma le pertenece a usted. A pesar de las pruebas de actividad que ha dado Simón por el corredor, no por eso deja de estar menos muerto, desde el punto de vista legal, y su compra lo hace a usted dueño de lo que le pertenecía a él.
El señor Otis se quedó muy preocupado ante la negativa de lord Canterville, y le rogó que reflexionara nuevamente su decisión; pero el excelente par se mantuvo firme y terminó por convencer al ministro de que aceptase el regalo del fantasma. Cuando, en la primavera de 1890, la duquesita de Cheshire fue presentada por primera vez en la recepción de la reina, con motivo de su casamiento, sus joyas fueron motivo de general admiración. Y Virginia fue agraciada con la diadema, que se otorga como recompensa a todas las norteamericanitas juiciosas, y se casó con su novio en cuanto éste tuvo edad para ello. Eran ambos tan agradables y se amaban de tal modo, que a todo el mundo le encantó ese matrimonio, menos a la vieja marquesa de Dumbleton, que venía haciendo todo lo posible por atrapar al duquesito y casarlo con una de sus siete hijas. Para conseguirlo dio al menos tres grandes comidas costosísimas. Cosa rara: el señor Otis sentía una gran simpatía personal por el duquesito, pero teóricamente era enemigo de los títulos y, según sus propias palabras, "era de temer que, entre las influencias debilitantes de una aristocracia ávida de placer, fueran olvidados por Virginia los verdaderos principios de la sencillez republicana". Pero nadie hizo caso de sus observaciones, y cuando avanzó por la nave lateral de la iglesia de San Jorge, en Hannover Square, llevando a su hija del brazo, no había hombre más orgulloso en toda Inglaterra.
Después de la luna de miel, el duque y la duquesa regresaron a Canterville-Chase, y al día siguiente de su llegada, por la tarde, fueron a dar una vuelta por el cementerio solitario próximo al pinar. Al principio le preocupó mucho lo relativo a la inscripción que debía grabarse sobre la losa fúnebre de Simón, pero concluyeron por decidir que se pondrían simplemente las iniciales del viejo gentilhombre y los versos escritos en la ventana de la biblioteca. La duquesa llevaba unas rosas magníficas, que desparramó sobre la tumba; después de permanecer allí un rato, pasaron por las ruinas del claustro de la antigua abadía. La duquesa se sentó sobre una columna caída, mientras su marido, recostado a sus pies y fumando un cigarrillo, contemplaba sus lindos ojos. De pronto tiró el cigarrillo y, tomándole una mano, le dijo:
-Virginia, una mujer no debe tener secretos con su marido.
-Y no los tengo, querido Cecil.
-Sí los tienes -respondió sonriendo-. No me has dicho nunca lo que sucedió mientras estuviste encerrada con el fantasma.
-Ni se lo he dicho a nadie -replicó gravemente Virginia.
-Ya lo sé; pero bien me lo podrías decir a mí.
-Cecil, te ruego que no me lo preguntes. No puedo realmente decírtelo. ¡Pobre Simón! Le debo mucho. Sí; no te rías, Cecil; le debo mucho realmente. Me hizo ver lo que es la vida, lo que significa la muerte y por qué el amor es más fuerte que la muerte.
El duque se levantó para besar amorosamente a su mujer.
-Puedes guardar tu secreto mientras yo posea tu corazón -dijo a media voz.
-Siempre fue tuyo.
-Y se lo dirás algún día a nuestros hijos, ¿verdad?
Virginia se ruborizó.

(Fuente: Biblioteca Ciudad Seva)



'EL DÍA DE SAN JORGE' / 'MI PLEGARIA', DOS POEMAS HRISTO BOTEV (del libro recomendado 'HRISTO BOTEV, POESÍA')

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Dedicamos estos poemas a los parados del pensamiento (y de las piernas), a los que (alguien lo dijo) siempre dicen que nunca pasa nada, y, por su culpa, nunca pasa nada.

"Así balaba tras el pastor / el rebaño de ovejas dóciles, mansas,
mientras su rey, feliz imbécil, / como todos los reyes de este mundo, / con el lindo cayado les conducía... igual que a ti, tributo te cobra el rey, pobre pueblo, / para sus harenes abominables..."

"...no tú, quien al esclavo dictas
rezar, someterse..."

Hristo Botev

EL DÍA DE SAN JORGE

¡Regocíjate, pueblo! ¡Jóvenes, viejos,
alabad un día más a Dios y al Rey!

¡Hoy es San Jorge! Así balaba tras el pastor
el rebaño de ovejas dóciles, mansas,
mientras su rey, feliz imbécil, 
como todos los reyes de este mundo,
con el lindo cayado les conducía
entre los canes, fieles ministros
sin cartera, sin paga, más listos que el hambre.
Y si los viese un rey verdadero
¡Qué envidia, -diría- vive la ovejita
más feliz y contenta que mi pueblo....

Va el rebaño, con sus corderos,
trepa, avanza a duras penas, mortificado de tanta ruta,
trepa, avanza, para que pase bajo cuchillo la carne joven
en honor de San Jorge, el bandido de Dios
Desalmado, estúpido, podrido difunto...
                                                  ¿Exigirá sacrificios,
sangre, víctimas? No, el pastor, el pastor
la codicia, la garganta hambrienta, el pope
                                                                  borracho,
igual que a ti, tributo te cobra el rey, pobre pueblo,
para sus harenes abominables,
para aquellos que te quitan lo último,
y día tras día te martirizan
y les ofrendes tu sudor y tu sangre
y hasta bailas bajo el látigo.
¡Hala! Hoy ricos y vagabundos
cánticos cantan, delirantes, borrachos,
y con el pope juntos alaban al rey y a Dios...

¡Regocíjate, pueblo! Así las ovejas balan y balan
y entre canes al pastor siguen.

('Hristo Botev. Poesía'. Selección, traducción y prólogo de Zhivka Baltadzhieva. Editorial Amargord)

MI PLEGARIA

                    Bendito sea Dios nuestro...

¡Oh, mi Dios, Dios justo!
No tú, que estás en el cielo,
sino tú, en mí, en uno,
en mi corazón y alma...

¡No tú, a quien le rezan
los santones y los popes
y a quien queman velas
los ortodoxos capirotes;

no tú, quien has creado
al varón y la mujer del barro
y al hombre has dejado
ser esclavo en la tierra;

no tú, quien has ungido
a papas, reyes, patriarcas,
y marcado con desdicha
a mis hermanos hambrientos;

no tú, quien al esclavo dictas
rezar, someterse,
y le nutres hasta la tumba
con falsas esperanzas;

Sino tú, Dios del intelecto,
defensor de los caídos,
cuyo día los pueblos
festejarán ya muy pronto.

Inspira a cada uno
amor por la libertad vivo,
para que a muerte luche
contra los adversarios de la vida.

Afianza y mi mano...
Y cuando el esclavo se levante rebelado
que yo y mi tumba halle
en el campo de batalla.

No dejes que se enfríe
el corazón fiero en tierras ajenas
y mi voz se desvanezca
amortiguada en el baldío...

('Hristo Botev. Poesía'. Selección, traducción y prólogo de Zhivka Baltadzhieva. Editorial Amargord)


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("... es la acción la que emerge espoleada, la que nos llama a través de la palabra poética para sacudirnos la pereza, para abandonar la sumisión, para querer sentirnos vivos, para que podamos creer que sí, que  somos nosotros los únicos protagonistas de nuestro destino..." Dime, oh, dime, pobre pueblo, ¿quién te mece en esta cuna, en la cuna maldita de eterno esclavo?)


(... Los que roban, elegantes, el bocado de mi boca, de la boca del pueblo... El esclavo no se levanta, estamos todos copa en mano...)



'PODEMOS… O NO PODEMOS', por Santi Ortiz

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"Conozco a muchos comunistas, anarquistas, del 15-M, a muchos “rojos” y a gentes progresistas y liberales en el mejor sentido de la palabra, que son aficionados y amantes del arte taurino... 

desde la concepción neoliberal globalizadora, los objetos y manifestaciones culturales son meras mercancías... motivo añadido para que la cultura siga acentuando su secular horror vacui ...el vacío dejado por la cultura cesante es ocupado de inmediato por la que viene a sustituirla y a apropiarse de su mercado...quienes nos alineamos en favor de la regeneración democrática desde una posición izquierdista y progresista, otra causa nos inclina a luchar a favor del toreo y en contra de su abolición: la defensa de nuestra identidad cultural... 

la prohibición de la tauromaquia motivaría la desaparición de 190.000 reses, pérdida a la que habría que sumar unas 380.000 hectáreas de dehesa dedicadas hoy al toro bravo; terreno ecológico que sería reconvertido..."


PODEMOS… O NO PODEMOS

     Mal empezamos. En vez de sumar, restar. Con la falta que a todos nos hace la suma. Me meto en el documento final del programa colaborativo de Podemos, y en el punto 7 del capítulo sexto, titulado “Recuperar la tierra, construir la democracia”, me encuentro con su propuesta de “Prohibición de la tauromaquia” en base al establecimiento de leyes estatales de protección al derecho de los animales.

     No doy crédito. La pretendida izquierda real cayendo en las mismas torpezas demagógicas y haciendo causa en su programación principal de temas marginales como la abolición del toreo, como si de la pseudoizquierda del PSOE y sus allegados se tratase. En ésta, la jugada era comprensible pues le servía para maquillarse de progresismo, mientras apuntalaban con decretos y leyes la política neoliberal que nos ha traído a esta ruina; pero, en una formación de izquierda que irrumpe en la política trayendo el mensaje alentador de cambios radicales en los meollos de la economía y los derechos sociales, ¿a qué incluir este tema de por sí polémico y que puede restarles cantidad de votos? ¿Creen acaso, como sostienen los papanatas del Animalismo, que el toreo es de derechas? ¿Acaso, como en cualquier espectáculo de masas, no caben en su seno gente de toda condición e ideología? Conozco a muchos comunistas, anarquistas, del 15-M, a muchos “rojos” y a gentes progresistas y liberales en el mejor sentido de la palabra, que son aficionados y amantes del arte taurino. El otro día mismo, durante la corrida de Beneficencia, que se convirtió en un multitudinario homenaje al Rey, por aquello de su defensa de la Fiesta y su condición de buen aficionado, alguien –un valiente–, harto ya del baboseo de vivas al monarca, gritó desde un tendido un ¡Viva la República!, que a mí me puso la carne de gallina y a él le costó el abucheo de los que le rodeaban. Ese día, además, uno de los toreros actuantes, Iván Fandiño, no quiso sumarse al protocolo y no brindó ninguno de sus toros al Rey a pesar de que presidía oficialmente la que será su última corrida en la jefatura del Estado.

     ¿Qué se hace con ellos? ¿Qué se hace con nosotros?... Sí, conmigo y con todos los que luchamos por la regeneración democrática de este país y, además, somos amantes del toreo. ¿Por qué, estando de acuerdo casi en el noventa por ciento de los planteamientos que hace Podemos, nos obligan a desmarcarnos de ellos e incluso –como es mi caso, por haber dado mi sangre, mi juventud y mi amor al toreo– a posicionarnos como enemigos por no transigir que se elimine, y de la peor manera, lo que es un rasgo distintivo de nuestra cultura y nuestros sentimientos? ¿Es preciso restarnos? Al buscar alianzas con el fundamentalismo animalista antitaurino y acceder frívolamente a sus dictados, Podemos corre el riesgo de diseñar enemigos en sectores que nunca lo serían por su posición política y sí por sus reivindicaciones culturales.

     Desde la experiencia que me otorga la edad, puedo decirle a Pablo Iglesias –y eso Julio Anguita se lo puede corroborar– que uno de los distintivos de la izquierda verdadera; esto es: aquella que en la clandestinidad luchaba por acabar con el régimen de Franco y hacía proselitismo en las fábricas, en los tajos, en las escuelas, en los bares, donde fuera; uno de sus distintivos, repito, era la preparación intelectual, el conocimiento. El militante del partido comunista leía, estudiaba, debatía, se planteaba problemas, ideaba soluciones y buscaba hacerse con un criterio propio que le permitiera hablar como voz y no como eco de lo que decían los voceros del régimen. Barajaba argumentos y se curtía en los debates con los camaradas y con la gente no afín a sus ideas, a las que había que convencer con razones, con datos, no con eslóganes propagandísticos ni consignas panfletarias. He convivido con algunos de ellos y puedo asegurarles lo duro que era su esfuerzo y las horas que le dedicaban a su preparación, a veces, en campos del conocimiento de los que no tenían la menor base.

     ¿Qué se ha hecho de todo eso en relación con la tauromaquia? ¿Quiénes de cuantos se erigen en censores del toreo se han preparado, han conocido, han estudiado la cuestión para llenar de argumentaciones y razonamientos plausibles sus diatribas contra la Fiesta? Aparte de corear “La tortura no es cultura” y otras simplezas semejantes, ¿qué discurso es el suyo para pretender abolir el toreo?... Pero, si la inmensa mayoría de los taurófobos no han visto nunca una corrida de toros ni han pisado una plaza. Si no saben lo que es el toro de lidia ni de lo que están hablando. De este desconocimiento, suplido con un peligroso fanatismo, deriva la penuria del debate, las puerilidades y los disparates que el dogmatismo antitaurino hace suyos a desprecio de caer en el mayor de los ridículos, aunque eso parece hacer poca mella en sus prosélitos.

     El programa de Podemos basa la prohibición de la tauromaquia en la “defensa del derecho de los animales” y con ello ya empieza a sostener su discurso sobre premisas falsas: no existe tal derecho. ¿Por qué? Muy sencillo: no existen derechos sin deberes, y de estos últimos los animales, salvo el hombre, no tienen ninguno. Y si algún “inteligente” esgrime que los derechos del animal están recogidos en la UNESCO y la ONU, me va permitir que le contradiga: No es cierto. La Declaración de derechos del animal, que fue presentada por la Liga para los Derechos del Animal –nacida en el Reino Unido, de una iniciativa de las universidades de Harvard y Oxford– en una sesión extraordinaria de la Asamblea Permanente de Naciones Unidas, fue leída, pero no votada y, menos aún, aprobada o reconocida. Así que, aunque los animalistas lo lamenten y traten de colar su mentira al respecto, la de los animales no existe como una declaración universal de derechos, tal que los Derechos Humanos, por ejemplo; esos que a veces tan poco parecen preocuparles. Por lo tanto, si los derechos de los animales son inexistentes, difícilmente se puede hablar de elaborar leyes que los protejan, como pretende Podemos.

     Otra cosa es que, aunque los animales no tengan derechos, el hombre sí tenga obligaciones para con ellos; obligaciones que, como es lógico, dependerán del tipo de relación que se establezca entre el ser humano y el animal, pues nadie puede pretender que sean iguales las que ligue al hombre con un animal de compañía o a otro salvaje, como una víbora, por ejemplo.  

    La relación del hombre con el toro de lidia es muy singular, ya que éste en absoluto puede asimilarse a un animal de compañía y tampoco puede encuadrarse ni entre los animales domésticos ni entre los absolutamente salvajes. Es la finalidad para la que es criado: la lidia, la que determina la relación y obligaciones del hombre para con él. Una es criarlos preservando su naturaleza brava y respetando su integridad, y matarlos conforme exige la ética del toreo. La que regula este duelo singular parte de un reconocimiento: el enfrentamiento de dos especies desiguales en la que el hombre es superior al animal en el grado en que la inteligencia puede más que la fuerza. Desde esta perspectiva, la ética de la lidia establecerá un patrón de comportamiento que busque reducir tal desigualdad; esto es: equilibrar la ventaja con la que parte el hombre para que el animal tenga también su posibilidad de vencer; o dicho de otro modo: exigiendo a cambio que el torero se juegue su propia vida. Pero existe además una segunda obligación: restablecer la armonía rota por el acto de violencia que supone dar muerte al animal, cosa que logra devolviendo esa vida con creces; esto es: dando mucho más de lo que quita.

     Vayamos a los datos: actualmente, el descenso de festejos taurinos provocado por la crisis económica y todos sus daños colaterales, ha motivado que la cabaña brava española se haya reducido a unas 200.000 cabezas –número que sigue siendo importantísimo–, mientras que las que se lidian en la plaza no llega anualmente a las 10.000. Esto significa que, en la República del toreo, la muerte de menos del cinco por ciento de reses garantiza la supervivencia, desarrollo y cuidado del noventa y cinco por ciento restante; evidencia irrefutable de cómo el toreo devuelve con creces las vidas que quita.

     Invirtamos ahora la situación, supongamos que Podemos o el Animalismo fundamentalista consiguieran lograr sus propósitos abolicionistas y dejaran para su preservación, contemplación y posible estudio un determinado número de cabezas viviendo en el mismo biotopo convertido ahora en parque natural, ¿cuántas reses se conservarían?... Siendo más ilusos que optimistas, este número no superaría nunca el de 10.000. Entre otras razones, porque, ¿para qué más? –adviértase que ninguna ganadería brava se acerca a esa cifra ni de lejos. Pero, si además tenemos en cuenta lo especializado de su manejo, lo complicado del mismo y la profesionalidad que requiere andar con el toro de lidia, la cifra indicada se revelaría inalcanzable por el elevado coste de su mantenimiento. No obstante, démosla por buena. ¿En qué situación estaríamos?... Pues, en la que sobrevivirían el mismo número de reses que hoy se matan anualmente en los ruedos, y sucumbirían en los mataderos unos… ¡190.000 ejemplares! Los mismos que hoy retozan, corren, juegan y se pelean en nuestros campos garantizando el futuro de su raza.

     Resumiendo: la prohibición de la tauromaquia motivaría la desaparición de 190.000 reses, pérdida a la que habría que sumar unas 380.000 hectáreas de dehesa dedicadas hoy al toro bravo; terreno ecológico que sería reconvertido –sin contar con el perjuicio que ello causaría a otras especies como el lince, el jabalí, el buitre, etc., que vive en este entorno–, para constituir la catástrofe ecológica más espantosa sufrida por nuestro país tal vez en toda su historia; catástrofe de la que hoy estamos a salvo gracias a la existencia de la fiesta de los toros. ¿Les sigue pareciendo a los pensadores de Podemos un logro muy moderno, progresista y, sobre todo, ecológico, su abolición? ¿Así es como entienden, desde su perspectiva antitaurina, “recuperar la tierra”?

     El mensaje que queda latente en lo anteriormente dicho es que el destino del toro bravo está indisolublemente ligado al de la tauromaquia. Si ésta desaparece, el toro de lidia lo hará con ella, como así ocurrió con sus ancestros en todos los países de Europa donde pastaban y no había corridas. En el mundo real –no en el de cartón piedra de la factoría Disney, del que parecen sacar sus idealizados y humanizados modelos animales los fanáticos del animalismo–, la supervivencia de cada raza o especie lleva su coste en vidas. Es el inexcusable peaje a pagar por seguir existiendo. La vida se alimenta de vida –y entiéndase aquí el verbo alimentar en su sentido más amplio– y, lo mismo que cierto número de individuos de la clase oveja deben perecer para que el lobo siga viviendo, cierto número de individuos de la clase toro bravo deben morir en la plaza para que su raza siga enseñoreándose de los campos como hasta ahora. Pagar un peaje del 5%, como es su caso, supone uno de los menos costosos que podremos encontrar en la Naturaleza.

     Existe, además, otra causa que, a quienes nos alineamos en favor de la regeneración democrática desde una posición izquierdista y progresista, nos inclina a luchar a favor del toreo y en contra de su abolición: la defensa de nuestra identidad cultural.

     Desde el convulso arranque del siglo XXI, estamos asistiendo a un conjunto de transformaciones económicas, sociales y culturales que, con velocidad vertiginosa, derriba todo tipo de muros y fronteras para el capital financiero, comercial e industrial, al tiempo que amplía la brecha entre los niveles de pobreza y riqueza, desarrollo y atraso, al que tienen acceso los distintos pueblos.

     Gracias a dicha globalización, aparece y se expande la dictadura de un pensamiento único que trata de homogeneizar el planeta, no sólo en lo económico, político y social, sino que crea unas pautas comunes que abocan a los distintos pueblos a converger en una homogeneización cultural; esto es: a una cultura estandarizada, concebida como objeto de consumo y propiciada por los poderes generadores de nuestras necesidades, cuyos medios de comunicación nos aleccionan sobre lo que debemos comer, beber, pensar, vestir, comprar, leer, ver y gozar. Todo rasgo o manifestación cultural que no sea homologable a este estándar de cultura global está condenado a sufrir la presión colonizadora de los poderes transnacionales, su acoso y derribo y finalmente su desaparición tras ser deglutido por el Sistema. Al toreo le han asignado ese destino.

     Insistamos en que, desde la concepción neoliberal globalizadora, los objetos y manifestaciones culturales son meras mercancías, productos de consumo de los que extraer pingües dividendos; motivo añadido para que la cultura siga acentuando su secular horror vacui; es decir: que el vacío dejado por la cultura cesante es ocupado de inmediato por la que viene a sustituirla y a apropiarse de su mercado. Lo cual nos pone en alerta entre las posibles conexiones de grupos taurófobos y actuaciones antitaurinas a escala intercontinental –que requieren de una financiación conseguida nadie sabe de dónde– y el negocio de las mascotas, industria en expansión que llega a generar miles de millones de dólares anuales.

     A pesar de que una sociedad no puede subsistir sobre criterios de homogeneidad, los medios de comunicación vienen actuando como filtros selectivos capaces de influir en la identidad colectiva de los pueblos. En este contexto, ha de entenderse la exclusión informativa que dichos medios vienen practicando desde hace décadas con el toreo. La fiesta de los toros ha de ser eliminada como referente y sustituida por nuevos modelos y otros individuos que creen nuevas sensibilidades y estilos de vida para que la gente se identifique con ellos. Se trata de destruir parcelas identitarias ya existentes para sustituirlas por otras más acordes con los intereses del modelo estándar de cultura dominante. Del éxito de su gestión, habla el hecho de lo irreconocible que, al cabo de dos generaciones, se ha vuelto España en el ámbito de su cultura a través de los mecanismos de deshistorialización y desterritorialización. El ciudadano ha pasado a ser consumidor y más que por su historia o por el lugar donde vive, se identifica por las marcas que usa o por los bienes a los que puede acceder. Hemos dejado de creer en valores tradicionales, fruto de una historia y una experiencia, para meternos en un caótico carrusel donde no hay nada que no tenga un sentido utilitario y fugaz. Todo se descarta a una velocidad de vértigo y cuanto más rápida es su sustitución por nuevas cosas, mayor es nuestra dependencia de las mismas.

     En toda esta crisis de identidad que la globalización nos genera, el toreo se nos ofrece, pues, como un baluarte de nuestras raíces, como algo que nos ancla a una historia y a una forma de ser; una especie de bastión irreductible, como la aldea gala de Astérix y Obélix ante la invasión romana; un elemento indispensable de resistencia a ser absorbido por la cultura dominante, de cuño anglosajón, donde tan bien se mueven en su pretendida modernidad los colaboracionistas antitaurinos.

     Nada más que por la preservación de nuestra identidad cultural, fuerzas emergentes como Podemos, desmarcadas totalmente del modelo socioeconómico globalizador y neoliberal, al que plantan cara asistidos por la justicia y la razón, deberían alinearse en la defensa de la tauromaquia, independientemente de que les guste o no, y hacer un esfuerzo intelectual por alcanzar a conocer y ponderar sus innegables valores, cuestionando la imagen desvalorizante, desquiciada y pueril con que el antitaurinismo trata de difamarnos escupiendo en nuestro propio espejo.

     Si hay hombres llevados por los vientos, que gustan de ir de un sitio a otro y en todos lados se sienten como en casa y se reconocen en la coca cola que beben, el McDonald adonde van, las adidas que calzan, la royal canin que dan de comer a su perro, etc., porque han dejado de pertenecer a una patria para convertirse en ciudadanos-consumidores de la aldea global; existen otros hombres, apegados a la tierra, que cuidan y aman sus raíces y están orgullosos e identificados con su historia; unos hombres que no quieren que el viento les arrastre y los arranque de sus mitos, de su folklore, de sus creencias, de sus tradiciones, de su forma de ser y de sentir; hombres que no entienden el progreso como una imposición foránea, sino como resultado del desarrollo y evolución de una serie de capacidades científicas, técnicas y humanísticas.

     Este último tipo de personas, entre los que nos contamos los taurinos de izquierda, poseen todos los derechos a que se les respete su identidad cultural. Tenemos derecho a tener derechos y a que se nos acepte como minoría. Además, sería un contrasentido que, alentando en su programa la creación de empleo decente en los países del sur de Europa, con su pretendida prohibición enviara al desempleo a decenas de miles de trabajadores que viven de la actividad taurina y, encima, prescindiera de los recursos económicos que dicha actividad genera.

     Para terminar, quisiera hacer un llamamiento público a los representantes de Podemos para que no se dejen llevar por los prejuicios y tengan la humildad de descender a conocer mejor el mundo del toreo y los sentimientos y sensibilidades que ocasionan la lidia y cría del toro, porque, si lo hacen llevados por una auténtica inquietud de conocimiento, estoy seguro que reconsiderarán su postura abolicionista y darán paso a abrir un proceso limpio de debate –que tanta falta nos está haciendo a todos, seamos taurinos o no–, para situar el toreo, de una vez por todas, en el lugar ecológico, antropológico y cultural que le corresponde.





'LO CRUCIAL Y LO URGENTE', por Javier Marías. SELECTIVIDAD: Ejemplo de examen

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"... en Europa o América, son millares las mujeres que inmigran con la promesa de un empleo o de una boda “conveniente” y que, una vez llegadas a su destino, descubren que todo fue un engaño para dedicarlas a labores sexuales en régimen de esclavismo, con las consiguientes palizas, drogadicciones forzosas...

Tampoco entiendo a muchas mujeres de nuestro ámbito, que pierden sus energías en denuncias absurdas, en vez de ir a lo crucial y urgente..."

La cineasta Jane Campion

LO CRUCIAL Y LO URGENTE

Procuro no hablar mucho aquí de aquellos asuntos en los que “todos” estamos de acuerdo. Agregar mi apoyo o mi condena a una situación o a una causa evidentes suele parecerme superfluo, y podría dar la impresión de que sólo aspiro a colgarme la decorativa medalla, o de que me guardo las espaldas para que nadie me acuse de no haberme pronunciado sobre cuestiones que claman al cielo. Sin embargo hay alguna excepción de tarde en tarde, y se hace difícil callarse cuando por fin, y “gracias” al secuestro de casi trescientas niñas y adolescentes nigerianas por parte del grupo sanguinario-deficiente llamado Boko Haram, hay cierta reacción planetaria ante el sojuzgamiento de que son objeto las mujeres en grandes porciones del globo. Hay demasiados sitios en los que se las trata no ya como a ciudadanas de segunda, sino como a menores de edad permanentes, a prisioneras, a propiedades, a siervas, a animales de crianza o de carga, a prostitutas particulares, a esclavas. A individuos sin voz ni derechos ni autonomía, a criaturas forzosamente parasitarias a las que no se permite trabajar, ni ir a un hospital por su cuenta si están enfermas o heridas, ni conducir, ni mostrar el rostro ni el cabello, ni salir a la calle más que acompañadas de varones, es decir, de “tutores” o más bien dueños. También los hay, como se sabe, en los que se tirotea o envenena a las niñas por ir a la escuela, por intentar aprender algo, por negarse a languidecer en la oscuridad y la ignorancia como todas las generaciones que las precedieron. Hay niñas y profesores (y sobre todo profesoras) que se juegan la vida a diario por acudir a un aula, lo que en la esfera occidental constituye la cotidianidad más rutinaria de millones de críos. En algunos lugares esas aulas han de estar custodiadas por gente armada, para evitar atentados o raptos como el mencionado (antes hubo muchos otros).
Más acá, en Europa o América, son millares las mujeres que inmigran con la promesa de un empleo o de una boda “conveniente” y que, una vez llegadas a su destino, descubren que todo fue un engaño para dedicarlas a labores sexuales en régimen de esclavismo, con las consiguientes palizas, drogadicciones forzosas, amenazas continuas a sus familias (no digamos a sus hijos si los tienen); amenazas con frecuencia cumplidas. Todo esto se sabe, por lo que no entiendo a mis congéneres europeos. No soy puritano de derechas ni de izquierdas (tan coincidentes), y creo que quien elija dedicarse a alquilar su cuerpo –o sus órganos sexuales– es libre de hacerlo, lo mismo que otros alquilan sus manos, su espalda o su cerebro (casi todos algo alquilamos, y no por gusto). Jamás he estado con una puta, pero si un día –espero que no– me viera tentado o “necesitado”, lo último que se me ocurriría sería recurrir a una extranjera en mi país, africana, del Este, latinoamericana: nadie podría garantizarme que no era alguna de esas muchachas obligadas, embaucadas, cautivas. La mera sospecha me lo impediría.
Tampoco entiendo a muchas mujeres de nuestro ámbito, que pierden sus energías en denuncias absurdas, en vez de ir a lo crucial y urgente. Hace poco, la cineasta Jane Campion logró titulares al señalar que, de las sesenta y tantas ediciones del Festival de Cannes, sólo una directora –ella, creo– se había alzado con el mayor premio. Sí, suena fatal en principio. Pero ¿cómo no iba a ser así si durante décadas apenas había mujeres que dirigieran? Hasta hace una veintena de años –digamos–, se contaban con los dedos de las manos: Mabel Normand, Dorothy Arzner e Ida Lupino en Hollywood, Agnès Varda en Francia, Leni Riefenstahl, Margarethe Von Trotta y Danièle Huillet en Alemania, Ana Mariscal en España... En mucho menor grado, algo semejante ha sucedido con compositores, pintores y hasta escritores. Claro que si esto ha sido así, se ha debido a la tradicional relegación de la mujer a las tareas domésticas y a los impedimentos con que se ha encontrado para dedicarse a lo que le interesara. Pero así ha ido el mundo durante demasiados siglos. Quejarse de lo que se quejaba Campion viene a ser tan inútil, salvando algunas distancias, como protestar por que apenas haya habido generalas y almirantas.
Hay cosas, en cambio, que sí claman de verdad al cielo en nuestra parte de la tierra, y la más palmaria e incomprensible es que en nuestros países las mujeres perciben remuneraciones inferiores a los varones, exactamente por el mismo trabajo, por ocupar idénticos puestos y tener las mismas responsabilidades. Que semejantes afrenta y discriminación se perpetúen día tras día, y los Gobiernos no obliguen a los empresarios a igualar los salarios, es para mí uno de los mayores enigmas, además de la mayor injusticia. Pero los Gobiernos no prestan atención a cuestiones que afectan a la mitad de la humanidad, y por eso no tratan como a parias a países como Irán o Arabia Saudí, y tantos otros, en los que las mujeres malviven, sometidas y sin libertades. Hay quienes hablan de “diferentes” costumbres y “culturas” que se han de respetar y en las que no cabe inmiscuirse. Es como si se dijera que no había que inmiscuirse en la costumbre sudista de tener esclavos en las plantaciones, o en la “cultura” de los nazis de gasear judíos, homosexuales y gitanos. Salvando algunas distancias de nuevo, que en este caso –y bien mirado– no resultan tan insalvables.
(Fuente: El País Semanal, 08-06-2014)
PREGUNTAS PROPUESTAS:
1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
2ª TEMA. RESUMEN

3ª COMENTARIO CRÍTICO
Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)
2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qé argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?
4ª EXPLICAR LAS RELACIONES SINTÁCTICAS QUE SE DAN EN LAS SIGUIENTES PROPOSICIONES:
Hay cosas que sí claman de verdad al cielo en nuestra parte de la tierra, y la más palmaria e incomprensible es que en nuestros países las mujeres perciben remuneraciones inferiores a los varones
5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN





'OTRA BURDA MANIPULACIÓN DEL DIARIO EL PAÍS', por Luis Enrique Ibáñez

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"A algunos se les llena la boca de democracia, pero, al final, parecen mostrar su atávico miedo a que los ciudadanos hablen...

El País se está mostrando como un viejo pope que se cree defensor imprescindible de la democracia ortodoxa... Defensor, en última instancia, de un sistema que ya no se sostiene...

los desahucios siguen imparables, sosteniendo la sonrisa intacta de tantos banqueros, los suicidios invisibles también, cayendo tercamente detrás del telón. La estafa continúa. Chicos, leed a Dickens, en voz alta, ahí... en la plaza"


OTRA BURDA MANIPULACIÓN DEL DIARIO EL PAÍS

En su edición digital (primeras horas de la mañana del domingo 8 de junio), el diario El País pega de entrada un puñetazo al entendimiento y noquea, y paraliza, y falsea, y traviste la percepción de la realidad. Lo hace utilizando el poder de un titular amañado, siguiendo a la perfección el mensaje de fondo que subyacía en la conferencia que José Luis Zarzalejos dio en un Congreso Internacional de la Lengua Española, 'En el titular está el periódico'. Dadme un titular, y moveré el mundo. Fabrica uno bueno, y el estado de las cosas será el que nosotros digamos que es.

Así dice el titular:

"Una mayoría prefiere a Felipe VI que a un presidente republicano"

Ese es el titular, aplastante, demoledor, casi incontestable, y además aparece, anunciado los datos estadísticos de una encuesta, al parecer muy seria, acerca del pensar de los ciudadanos españoles sobre el marco político que desean, en este contexto ¿histórico? de abdicaciones, manifestaciones en las calles y desapegos entre la ciudadanía y sus supuestos representantes políticos, desapegos que a algunos les parecen preocupantes, sí, pero que no dejan de connotar una consecuencia lógica, una inteligencia practicada por la vía de la contemplación de lo que hacen los políticos, en gran mayoría, y la inteligencia de la reflexión ciudadana.

Justo después del titular, ya en tipografía menor y a modo de entradilla, se dice que "El 62% de la población está a favor de la convocatoria, en algún momento, de un referéndum para decir si prefieren que España siga siendo o no una Monarquía". 

Hemos subrayado la utilización perversa de la expresión en algún momento. El periodista la utiliza porque la expresión aparecía escrita, muy pensada, en la redacción de la pregunta. ¿Y por qué tenía que aparecer esa circunstancia temporal sine die en esa pregunta trascendental?

La respuesta es muy sencilla. La expresión está colocada en esa pregunta para ejercer de cortafuegos, como si se tratase de un escudo de seguridad antimisiles, antivozdelpueblo. Es decir, hacemos la pregunta porque no tenemos más remedio que hacerla. Pero si sale lo que nosotros no queremos (que una mayoría exprese su deseo de poder decir qué modelo de Estado prefieren), podremos argumentar, que sí, que la gente quiere un referéndum para decidir, pero que no tiene por qué ser ahora. Ahí está la sucia trampa de una pregunta que, bajo la apariencia de objetividad, esconde la más espuria de las manipulaciones.

A la gente se le ha hecho la pregunta ahora, en este contexto inmediato. Y su respuesta tiene que ver con el ahora en directo. No con un futuro abstracto, imperfecto, no como una posible posibilidad. Es como si nos dijesen "vale, sí, la gente lo quiere, el referéndum, pero parece que no lo sienten como algo urgente... así que bueno, ya veremos, si acaso dentro de 50 años nos damos un toque... o me das un perdida el finde..." Los ciudadanos que han contestado a la pregunta no llevaban "en algún momento" en su pensamiento. 

Los ciudadanos han dicho sí a la convocatoria del referéndum, a decidir ellos mismos, en este mismísimo momento.

El aplazamiento indefinido de la convocatoria del referéndum ya venía atado y bien atado en la propia redacción de la pregunta. Y a eso se llama manipulación "preventiva" de los posibles resultados de una encuesta hecha de modo tramposo, e interpretada también de modo tramposo.

Volvamos al titular, "Una mayoría prefiere a Felipe VI que a un presidente republicano". Lo primero que hay que decir es que en horas posteriores, la edición digital de El País cambió ese titular por uno más lógico: "La mayoría de españoles desea una consulta sobre el modelo de Estado". Ahora el titular sí tiene sentido periodístico, veracidad informativa, porque precisamente en ese dato se halla la verdadera esencia de la encuesta, su importancia indiscutible, su radicalidad imperativa. Ese dato no necesita interpretación. Ese dato se constituye como un mandato que emana de los encuestados y se clava certero en la pasividad cómplice de los que tienen que responder, de los que tienen que dar viabilidad a ese deseo claramente explicitado por la ciudadanía.

Pero es que, además, cuando en la primera portada digital El País se decía eso de "Una mayoría prefiere a Felipe VI..." también estaban pervirtiendo los resultados de la encuesta. Si abandonábamos el mentiroso lugar del titular, y nos adentrábamos en el cuerpo de texto de la noticia, ya no era "una mayoría". Ahora lo que podíamos leer era "casi la mitad de los encuestados asegura que si se planteara defendería una Monarquía encabezada por Felipe VI, aunque un 36%  esté por una República". Bien, "casi la mitad" no es sinónimo de "una mayoría". 

Además, ¿por qué se utiliza una expresión tan vaga, tan indefinida, para hablar de los partidarios de la Monarquía y, sin embargo, sí se nos da el porcentaje exacto, numérico, de los partidarios de la República? Si se nos da en el segundo, y se nos oculta en el primero, se nos está otorgando el derecho a imaginar la cifra de los partidarios de la Monarquía. ¿Qué porcentaje era? ¿El 37, el 38, el 39, el 40, el 41... cuál? Ese tapado de la cifra puede significar, casi con toda seguridad, que la cifra de los partidarios de la Monarquía estaba muy, muy cercana a la de los partidarios de la República.

Por eso debían ocultar la cifra. Y por eso falsearon la realidad en el primer titular.

El único dato relevante que nos muestra la encuesta, el único que de verdad se muestra incontestable, es, nada más y nada menos, que el 62% de los ciudadanos desea la convocatoria de un referéndum para decidir, ellos, el modelo de Estado para este país.

Lo demás sólo forma parte del enredo, del falseamiento, del servilismo, probablemente también del pago de los servicios prestados. "Servicios prestados...", esa fue la expresión utilizada por los grandes banqueros y empresarios del Ibex 35 cuando brindaron esa descarada ovación al Rey Juan Carlos en la última ocasión que se encontraron, cuando el monarca ya había anunciado su abdicación ('Los empresarios despiden al Rey con vítores y una larga ovación').

Servicios prestados... que cada uno imagine, con templanza literaria, el misterio escondido en esas dos palabras... servicios prestados.

La burda manipulación del diario El País abofetea la inteligencia de sus lectores. Sin embargo, los profesores de Lengua deberíamos estar agradecidos. Este tipo de hechos suponen un regalo maravilloso que podemos utilizar. Por ejemplo, cuando explicamos el tema de El lenguaje periodístico, cuando hablamos a nuestros alumnos del deber que tienen los medios de diferenciar claramente entre Información y Opinión, cuando les hacemos ver la importancia de un titular, cuando intentamos explicarles que en la selección de hechos y de palabras ya hay una manipulación de la realidad, cuando les impelemos a que estén atentos a lo que nos dijo Juan Goytisolo, precisamente en El País, a Lo que no es noticia... cuando intentamos ayudarles a que se constituyan, realmente, en ciudadanos críticos, ciudadanos que puedan sostener, con orgullo, un pensamiento libre, ciudadanos que puedan defenderse, con las armas que sólo la cultura y el conocimiento otorgan, de las constantes agresiones a la verdad... del desprecio generalizado de la ética informativa 

Defenderse, no admitir la pérdida del lenguaje, es decir, no admitir la pérdida de la libertad.

Es fácil, repetimos, ver la manipulación de brocha gorda, la zafiedad desinformativa que cae vomitada en medios como La Razón o ABC. Sin embargo, parece que cuesta más ver la otra manipulación, quizá más sofisticada, existente en otros medios autoproclamados progresistas, medios que parecen creerse valedores, guardianes sacrosantos, de la democracia, medios como la cadena SER y el diario El País.

Este periódico sigue contando con columnistas y colaboradores del más alto nivel intelectual, y de indiscutible independencia ideológica. Ahí está el insobornable Juan José Millás, o los impagables Juan Goytisolo, Rafael Argullol, Gustavo Martín Garzo... y otros. Escritores que yo busco con avidez para alimentar mi pensamiento, y también para que mis alumnos accedan a un discurso tan sólido como necesario,  a un decir distinto en lo literario, y también en lo que tiene de empeño crítico a la hora de reflexionar sobre la realidad, sobre esta actualidad de pesadilla que tanto nos hiere, que tanto nos calla.

No obstante, a veces me pregunto si no será que El País mantiene a esos colaboradores para que conformen una especie de vacuna defensiva que impida la revelación total, la visión absoluta, de una línea editorial cada vez más insoportable.

A algunos se les llena la boca de democracia, pero, al final, parecen mostrar su atávico miedo a que los ciudadanos hablen, a que el pueblo manifieste, de forma clara, sin imposiciones, sin miedos, lo que realmente desea.

El País se está mostrando como un viejo pope que se cree defensor imprescindible de la democracia ortodoxa, de una democracia que está en la picota, de una democracia que quiere ser controlada, de juguete.

Defensor, en última instancia, de un sistema que ya no se sostiene.

Como dice Luis García Montero acerca del empleado de los mercados, del telefonista aburrido de Gas Natural, de Felipe González, El País también se puede estar convirtiendo, no ya en un cínico, sino en un cínico ridículo. (1)

El País también manipuló la información sobre las Marchas de la Dignidad (ver 'Los medios, la dignidad y Adolfo Suárez... fin de ciclo').

El País también ocultó la existencia de Podemos durante meses (ver 'Lo que no es noticia: Podemos no existe para la SER y El País')

El País también dejó clara su posición cuando seleccionó (en una entrevista realizada a Raphael) como titular la frase "De esto se sale trabajando", ocultando otras mucho más sabrosas y contundentes como "... de esto en lo que nos han metido", "... hay que enseñar los dientes porque, si no, no nos hacen ni puñetero caso, no nos podemos quedar a llorar en casa", "Que se les dé su merecido y que cada palo aguante su vela. No se puede estar así" (ver 'Ejemplo de manipulación descarada: entrevista a Raphael en el diario El País')

En fin, que cada uno aguante su vela... y su línea editorial.

Y, por cierto, los desahucios siguen imparables, sosteniendo la sonrisa intacta de tantos banqueros, los suicidios invisibles también, cayendo tercamente detrás del telón. La estafa continúa.

Chicos, leed a Dickens, en voz alta, ahí... en la plaza.


(1) 'Un tiempo republicano' (publico.es)

La noticia comentada en El País

ENTRADAS RELACIONADAS:

COMO SI FUÉSEMOS IDIOTAS, ¿LO SOMOS?

(Si lo que afirman esos dos hombretones es cierto, entonces a principios de agosto de 2011 el establecimiento del techo del déficit en las administraciones públicas... el establecimiento, a sangre y muerte, de la prioridad absoluta del pago deuda (ilegítima), no existían ni en el mundo jurídico, ni en el político. Eran imposibles... Ni siquiera podían ser hablados. Y sí fueron posibles... No están comprometidos sólo con la monarquía. Están comprometidos con todo lo que esa monarquía simboliza y protege...)

EL REY ABDICA

("... ruge la voz republicana pidiendo un referéndum donde el pueblo decida el modelo de Estado a seguir. Banderas tricolores besan los cielos de las plazas de España… La muerte azul que a Sócrates subía desde sus pies helados es un ejemplo de lo que ya presiente la entraña del Sistema... Por sus pasos contados, todo esto irá llegando…, o mejor dicho: hemos de irlo trayendo")

ESTA VEZ SÍ QUEREMOS QUE NOS PREGUNTEN

("... que sea la ciudadanía española la que, esta vez, decida el marco político de sus vidas. La voz del pueblo nunca puede ser ilegal. Es libre... No se adelanten, aparten esos malos pensamientos de sus cabezas, no acallen las palabras con porras y balas de goma... No preparen la represión. No siembren el miedo...")




'DIOS', por Rosa Montero. SELECTIVIDAD, EJEMPLO DE EXAMEN

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"Me espeluzna el uso de Dios en una frase tan insensible, tan equivocada y tan cruel. España es el segundo país de Europa con más pobreza infantil...

El Dios de González es un Dios de renta alta que no se entera del mundo en el que vive"

EFE/Leonardo Muñoz

DIOS

El presidente de Madrid, González, dijo la semana pasada que, “gracias a Dios, no hay ningún problema de desnutrición” entre los niños madrileños. Me espeluzna el uso de Dios en una frase tan insensible, tan equivocada y tan cruel. España es el segundo país de Europa con más pobreza infantil; una cuarta parte de los niños no puede comer frutas y verduras todos los días; 2,5 millones de críos (el 30%) están en riesgo de exclusión social. Cierto, según el INE, Madrid tiene una de las tasas más bajas de pobreza, (13,4% frente a, por ejemplo, 31,3% de Castilla-La Mancha), pero sigue siendo mucho: 50.000 niños malnutridos, dice el PSOE. El Dios de González es un Dios de renta alta que no se entera del mundo en el que vive. En verano, los comedores infantiles cierran, y muchos de esos niños perderán la única comida sustancial del día. Por eso la Defensora del Pueblo pidió que se dedicara el euro por receta para mantenerlos abiertos. González y su Dios se negaron. Además, el presidente madrileño dijo: “¿Saben dónde hay desnutrición infantil? En Andalucía, no en Madrid”. También descorazona comprobar cómo ese tipo utiliza el hambre de los niños como un arma arrojadiza partidista, como una ficha más del juego sectario. Qué radiografía tan clara de su alma de piedra deja entrever semejante frase.
Lo cierto es que, por desgracia, hay niños desnutridos en toda España; Ayuda en Acción tiene en marcha un maravilloso plan de becas para comedores (y ahora, en verano, también en campamentos) que ya atiende a 7.200 críos y que aspira a llegar a más. Colaboremos con ellos (googlea Dile al Hambre para sumarte), alimentemos bien a nuestros niños, denunciemos a quienes deberían hacerlo y no lo hacen. Como González y su Dios.
(Fuente: El País, 10-06-2014)
PREGUNTAS:
1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
2ª TEMA. RESUMEN

3ª COMENTARIO CRÍTICO
Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)
2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qé argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?
4ª EXPLICAR EL SIGNIFICADO DE LAS SIGUIENTES EXPRESIONES:
"Me espeluzna el uso de Dios en una frase tan insensible"
"... utiliza el hambre de los niños como un arma arrojadiza partidista,como una ficha más del juego sectario"
"googlea Dile al Hambre para sumarte"
5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS



'CARACOLA', JUAN PERRO

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"...aparecer de pronto en La Habana y darse un un paseo susurrado por el Malecón...lanzar las 'raíces al viento' y volver, algún día, con las orejas abiertas"

Con mi corazón herido
La Noche estaba citada
Y salió tan perfumada...

(Fuente imagen: artelista.com)

Cuando el ruido mentiroso se amontona a nuestro alrededor, cuando las palabras gritan airadas, cuando las conversaciones serenas huyen aterradas de este presente desbocado... entonces lo mejor es pararse un momento, tomar aire, y largarse, aunque sea con la imaginación, aparecer de pronto en La Habana y darse un un paseo susurrado por el Malecón, buscar a esa mujer que no existe, la que guarda un secreto, la que regala andares de caracola... y esperar a la noche, y a su secreto, rociado como un murmullo discreto, sin ver cómo la santera serena nos mira de lejos, mientras remueve sabia el oleaje enfurecido de las pasiones esquivas... olvidarnos de todo, lanzar las raíces al viento, y volver, algún día, con las orejas abiertas
(LEI)




LETRA:

CARACOLA

Dicen que el sol ha caído

En una enorme caldera
Y remueve la santera
Su oleaje enfurecido


Con mi corazón herido

La Noche estaba citada


Y salió tan perfumada

Como una especia oriental
Ojos de negro cristal
Y labios de luz morada


Tiene la Noche un secreto

Que corre de boca en boca
Y a todo el mundo provoca
Con su murmullo discreto


Se acercó un muchacho prieto

A decirle a una española


A dónde va usté tan sola
Por el barrio del Vedado

Con un secreto guardado
Y andares de caracola


Caracola de Tritón

Rumor de las espirales
Que salpican los cristales
Azules del Malecón

(Fuente Letra: lahuellasonora.com)



MÁS DE JUAN PERRO EN ESTE SITIO:


(Al sur huyen del suelo las raíces Detras de un río de ruidosa plata 
Mojan su pico en sangre las perdices 
De los amores que esta tierra mata... 
Ay de aquel que atraviesa, forastero La frontera del sueño en esta tierra 
Que siempre estuvo en guerra, forastero...)


(Amor, no puedo pensar / Tengo en el alma un desierto / Lo tengo que atravesar / Encontrar un pozo negro / Y en sus aguas escuchar / El dulce son de los muertos)



("... En la frontera hay una flor que al emigrante hace olvidarse del temor... Esta noche yo quisiera tomar en la frontera un vaso de tu licor...")



("... Sobre el mundo caía un silencio precursor Pandora en una caja de lámparas dormía... Te estás haciendo el listo jugando con las ondas...)


("Dicen que jugar con fuego No es cosa de hombres cabales Yo soy hombre, fumo y bebo Y bailo en los carnavales")






'LAS HISTORIAS INFANTILES QUE ASUSTABAN A LOS ADULTOS', por Nuria Barrios

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“Recuerdo mi infancia con mucha claridad… Sabía cosas terribles. Pero sabía que no podía permitir que los adultos supieran que lo sabía. Los habría asustado”

Sendak, el autor de álbumes infantiles más importante del siglo XX, poseía el don de hablar de las cosas terribles que saben los niños en un lenguaje que ellos adoran. Y, efectivamente, asustaba a los adultos

Portada de 'La cocina de noche' / KALANDRAKA

LAS HISTORIAS INFANTILES QUE ASUSTABAN A LOS ADULTOS

Una cita de Maurice Sendak abre la última novela de Neil GaimanEl océano al final del camino: “Recuerdo mi infancia con mucha claridad… Sabía cosas terribles. Pero sabía que no podía permitir que los adultos supieran que lo sabía. Los habría asustado”.
Sendak, el autor de álbumes infantiles más importante del siglo XX, poseía el don de hablar de las cosas terribles que saben los niños en un lenguaje que ellos adoran. Y, efectivamente, asustaba a los adultos. Tanto Donde viven los monstruos como La cocina de noche, dos de sus libros más conocidos, fueron criticados y censurados en varias librerías de Estados Unidos. A los biempensantes les asustaba la fuerza grotesca de los monstruos que juegan con Max o el desnudo de Miguel, el protagonista de La cocina de noche. “Los niños lo saben todo”, le dijo Sendak a Art Spiegelman durante un paseo por los bosques de Connecticut, donde vivía. “En realidad, la niñez es intensa y rica. Es vital, misteriosa y profunda”.
Vitales, misteriosos y profundos son sus libros. También transgresores y tiernos. Sendak no escribía para niños. Hablaba de la memoria emocional de la niñez, de su tensión y su urgencia. Del peligro, el aburrimiento, el miedo, la cólera, el juego… Su obra ha inspirado y fascinado por igual a críos, adultos y artistas. Nuevas y cuidadas ediciones de sus libros más importantes están llegando a las librerías de la mano de la editorial Kalandraka, que ha nombrado 2014 “El año Sendak”. De momento, ha publicado Donde viven los monstruos y La cocina de noche, a las que seguirá Al otro lado, inédita en nuestro país.
Donde viven los monstruos narra la historia de Max, que es enviado a la cama sin cenar como castigo a sus travesuras. Ataviado con un disfraz de lobo, Max convertirá su dormitorio en un bosque y ante él aparecerá el océano y un barco con su nombre que le llevará, navegando a través del día y de la noche, hasta donde viven los monstruos. Y aunque ellos le mostrarán sus dientes terribles y sus ojos terribles y sus garras terribles, Max los amansará y será elegido rey, pues él es el más monstruoso de todos. Donde viven los monstruos ha vendido más de 20 millones de copias en 32 idiomas desde su publicación hace 51 años. Ha entrado en la Casa Blanca para ser leído en voz alta por Barack Obama. Ha sido llevado a la ópera y, en 2009, Spike Jonze lo llevó al cine con un guion de Dave Eggers.
La cocina de noche transcurre, de nuevo, mientras los adultos duermen. Miguel sueña que se cuela en la cocina donde tres cocineros idénticos a Oliver Hardy amasan los panes y pasteles que desayunaremos. Desnudo, el niño sobrevuela el cuarto en una avioneta hecha con masa de pan. Llega hasta la botella de leche, que ilumina la cocina como la Vía Láctea, al ritmo de las entusiastas voces de los cocineros. “¡Más leche, sí, más leche! ¡Más leche en el pastel! Cocemos y doramos ¡y así sale de bien!”. El sueño está contado en viñetas que a menudo ocupan toda la página, con un breve y lúdico texto rimado.
El álbum, publicado en 1970, permanece todavía hoy en la lista de libros censurados de la Asociación de Libreros Americanos.
Sendak, que escribió e ilustró más de cien libros, murió en 2012 con 83 años. Cuando le preguntaban qué sucedió con Max, solía contestar que no se había casado, aún vivía con su madre y apenas salía, excepto para ver a su terapeuta.
(Fuente: El País, Babelia)




'FOR WHAT IT´S WORTH', BUFALO SPRINFIELD (entrada revisada y ampliada)

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LIBERTAD PARA CARLOS Y CARMEN. NO ACALLARÁN LAS VOCES, NO BORRARÁN LAS CALLES, LAS PLAZAS SIGUEN AHÍ, Y SON NUESTRAS
Este tema es una sugerencia de Ada Patón
Pasan los años oscuros, las décadas amarillas, y las personas normales, decentes y vestidas de ética, siguen necesitando tomar las calles para hacer oír sus voces. Ellas, su palabra, y la represión, sus porras. Demandas de justicia lanzadas al aire de las sociedades modernas y golpes negros a los cuerpos indefensos de los que quieren hablar. Estados Unidos de los sesenta, la Inglaterra de Margaret Thatcher, la España de hoy... el mundo de hoy. 
Pesado y siniestro retorno imperecedero de la mentira y de la estafa que nunca se van... Los dioses se han marchado, nos queda la música... y el pensamiento, y la acción, y la voz



"A thousand people in the street... Paranoia strikes deepInto your life it will creepIt starts when you're always afraidYou step out of line, the man come and take you away"



LETRA:

There's somethin' happenin' hereWhat it is ain't exactly clearThere's a man with a gun over thereTellin' me, I got to beware

I think it's time we stop, children, what's that sound?Everybody look what's going down

There's battle lines being drawnNobody's right if everybody's wrongYoung people speakin' their mindsGettin' so much resistance from behind

I think it's time we stop, hey, what's that sound?Everybody look what's going down

What a field day for the heat(Hmm, hmm, hmm)A thousand people in the street(Hmm, hmm, hmm)Singing songs and carrying signs(Hmm, hmm, hmm)
Mostly say, hooray for our side(Hmm, hmm, hmm)

It's time we stop, hey, what's that sound?Everybody look what's going down

Paranoia strikes deepInto your life it will creepIt starts when you're always afraidYou step out of line, the man come and take you away

We better stop, hey, what's that sound?Everybody look what's going downWe better stop, hey, what's that sound?Everybody look what's going downWe better stop, now, what's that sound?Everybody look what's going down

We better stop, children, what's that sound?Everybody look what's going down



ENTRADAS RELACIONADAS:


("Vienen de frente gigantes de azul con las bocas llenas de su democracia, pero el miedo ha dejado de ser la actitud... Suena en cada cabeza un hermoso runrún: "Nos quieren en soledad, nos tendrán en común"... ¿No hace hoy un día precioso para explosionar?")


(Cambiaron paz por deudas, ataron nudos, cuerdas y la patrulla nos detuvo por mirar...)


("Os frustraremos los sueños, os haremos depresivos, robaremos el futuro y, además, nos votaréis.
Os bajaremos los sueldos, os quitaremos derechos, nos llevaremos la pasta y, además nos votaréis...
La palmaréis en urgencias, os quedaréis sin escuelas... y, además, nos votaréis... Os llenaremos las calles de sangre y antidisturbios, os zurraremos la hostia y, además, nos votaréis... os mentiremos mil veces y volveréis a creer")


(Esta canción, ofrecida en un vídeo concebido de forma magistral, pertenece a la década de los 80. En aquellos años, en Inglaterra, la crisis social, laboral, las revueltas obreras, dibujaban un paisaje urbano lleno de pesimismo y miseria. La política económica, antisocial, de Margaret Thatcher, en perfecta armonía con Ronald Reagan, causó heridas gravísimas en las capas medias y bajas de la sociedad inglesa. Muchos ciudadanos ingleses fueron expulsados a la marginalidad y, además, muchísimos ingleses indignados, que saltaron a las calles)



(... los aires de pesadilla, casi kafkianos, se mezclan con el griterío de una muchedumbre que está a punto de estallar, que debe estallar)



("Como diría el demasiado célebre Toynbee, el blues es una respuesta del esclavo al reto de la opresión" "Y mi mujer tuvo que dejarme... se estaba muriendo de hambre... mi casa hecha pedazos, sí, mi mujer me dejó")




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