Quantcast
Channel: Lengua y Literatura de Bachillerato... y otras cosas
Viewing all 2602 articles
Browse latest View live

'SOLO EN LA PLAZA, SOLO', por Luis Enrique Ibáñez

$
0
0
MAÑANA SÁBADO, 14 DE OCTUBRE, CONCENTRACIÓN EN SANLÚCAR POR LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN, PLAZA DEL CABILDO, A LAS 12:00 HORAS
"Te plantaste allí solo, en la plaza..."¡vete a tu tierra!", te gritaron, mientras te arrancaban de las manos, por la espalda, tu digna pancarta... te dejaron en la orilla, en la orilla de ese diálogo que reclamabas, en la orilla de todo, no te dejaron mezclarte, el lenguaje dejó de existir y fue el grito vacío, pero grito, el que se erigió en guardia jurado de la plaza. Pero no ganaron ellos, no ganó el grito. 

Ganaste tú, con ese temple clásico y mudo, que todo lo dice"



"La libertad de expresión es un bien escaso. Sería terrible dejar a los fanáticos marcar los límites" (Salman Rushdie)

SOLO EN LA PLAZA, SOLO

Te plantaste allí solo, en la plaza, sólo tú, vestido de blanco, en la plaza, no mirabas a tu alrededor, lo único que hacías era concentrarte en hacer lo que habías decidido que tenías que hacer, lo demás no importaba, estabas allí, en la plaza, y tenías un cometido, nada podía distraerte, ni siquiera el hecho de estar solo, muy solo, en la plaza. Era una de tantas plazas, de tantas ciudades, de tantos sueños...

Bajaste a la plaza, porque ya antes habías creído en las palabras de Vicente Aleixandre, "Allí cada uno puede mirarse y puede alegrarse y puede reconocerse... Baja, baja despacio y búscate entre los otros. Allí están todos, y tú entre ellos. Oh, desnúdate y fúndete, y reconócete...". Sin embargo, a ti no te ocurrió como Aleixandre quería. No pudiste fundirte en los otros, no pudiste reconocerte en ellos. Ellos tampoco te reconocieron. O, quizá, sí, te reconocieron como un Otro al que había que callar, no importaba lo que quisiera decir, había que taparle la boca, había que demostrarle que estaba molestando a la tribu. ¿Por qué? 

Porque quería hablar, quería dialogar, y quería hacerlo más allá de lo que pueda dictar cualquier identidad. Y ahí está el problema, ahí está el veneno inoculado hasta el centro del estómago, tabicando el cerebro: esas malditas identidades que a tantos han hecho creer que existe un Nosotros, que existe un Ellos, y que, por tanto, ellos no pueden decirnos nada, no son de aquí, "¡vete a tu tierra!", te gritaron, mientras te arrancaban de las manos, por la espalda, tu digna pancarta, corriendo después, como niños pequeños, cobardes, a refugiarse en la masa, a protegerse entre esos gritos que aplaudían lo que ellos creían había sido un acto heroico: arrancarle a un hombre solo su palabra, a un hombre solo. 

Creíamos que la bicha estaba encerrada, pero entre muchos le han abierto todas las puertas. Y ahora se pasea orgullosa por las calles de esta tierra que, otra vez, parece haber perdido el corazón. En el poema citado, Aleixandre afirmaba "Hermoso es, hermosamente humilde y confiante, vivificador y profundo, sentirse bajo el sol, entre los demás, impelido, llevado, conducido, mezclado, rumorosamente arrastrado. No es bueno quedarse en la orilla". Sin embargo, a ti, solo, te dejaron en la orilla, en la orilla de ese diálogo que reclamabas, en la orilla de todo, no te dejaron mezclarte, el lenguaje dejó de existir y fue el grito vacío, pero grito, el que se erigió en guardia jurado de la plaza. Pero no ganaron ellos, no ganó el grito. 

Ganaste tú, con ese temple clásico y mudo, que todo lo dice.

En medio de la eclosión del 15-M, el añorado maestro, José Luis Sampedro, acuñó, inteligente y colectivo, el siguiente lema, 'Plaza, Pueblo y Palabra'. Recuperemos la Plaza, busquemos al Pueblo, y no permitamos que nadie, absolutamente nadie, nos robe la Palabra. Es lo único que puede quedarnos, lo demás ya se lo llevaron. Y es nuestro deber recuperarlo. Para ello sigamos creyendo en Blas de Otero, nos queda la palabra... no hay otra.

Gracias por la lección, ciudadano, queda tanto por hacer.

El texto anterior constituyó la primera parte de la introducción al programa de radio 'Si yo tuviera una escoba', en edición especial, ayer, con motivo del suceso acaecido en Sanlúcar


ENTRADA RELACIONADA:

'EN LA PLAZA', de Vicente Aleixandre

(... Entra en el hervor, en la plaza. Entra en el torrente que te reclama y allí sé tú mismo. ¡Oh pequeño corazón diminuto, corazón que quiere latir para ser él también el unánime corazón que le alcanza!)












'ENTRE FLORES', por Manuel Vicent / 'NOCIÓN DE PATRIA', de Mario Benedetti / PROPUESTA DE EXAMEN (según PAU)

$
0
0
"Nadie supo explicar cómo sobrevino la guerra, pero de pronto aquel espejo de felicidad evanescente saltó en pedazos y pocas semanas después aquella gente cortés y pacífica de Baden Baden estaba ebria de sangre; era imposible mantener una conversación sensata con los viejos amigos, que se habían convertido en patriotas ciegos, en unionistas o independentistas fanáticos”

"Quizá mi única noción de patria
sea esta urgencia de decir Nosotros
quizá mi única noción de patria
sea este regreso al propio desconcierto"(M.Benedetti)


ENTRE FLORES

Había amanecido un sol radiante aquel 28 de junio de 1914 en Baden Baden, según cuenta Stefan Zweig. Era la víspera de San Pedro y San Pablo y muchos burgueses austriacos, alegres y confiados, habían decidido pasar el día de fiesta en ese balneario, que parecía haber sido levantado solo para el placer del espíritu. Una orquesta de violines y pistones hacía sonar un vals bajo los perfumados tilos del parque; algunos veraneantes apostaban en la ruleta del casino y otros ataviados con pamelas y sombreros blancos, seguidos de niñas vestidas con colores claros, cruzaban los puentecillos de hierro colado que unen los jardines a uno y otro lado del río Oos. En medio de esta perfecta armonía, de repente, la orquesta dejó de sonar. Algunos oyentes rodearon a un guardia que en ese momento estaba fijando en un tablón visible un cartel con la noticia de que el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono del imperio austro- húngaro, y su mujer habían sido asesinados en Sarajevo a manos de Gravilo Princip, un nacionalista serbio que luchaba por la independencia de su país frente a Austria. Nadie dio demasiada importancia a ese hecho, de modo que el vals comenzó a sonar de nuevo desde el mismo compás interrumpido y aquellos felices burgueses siguieron ejerciendo su exquisita cortesía en los sillones. Nadie supo explicar cómo sobrevino la guerra, pero de pronto aquel espejo de felicidad evanescente saltó en pedazos y pocas semanas después aquella gente cortés y pacífica de Baden Baden estaba ebria de sangre; era imposible mantener una conversación sensata con los viejos amigos, que se habían convertido en patriotas ciegos, en unionistas o independentistas fanáticos. “Quien no es capaz de odiar, tampoco lo es de amar de verdad”, decían algunos. Aquella guerra que nadie quería produjo una espantosa carnicería con millones de muertos.
Fuente: El País, 15-10-2017)

'NOCIÓN DE PATRIA'

Cuando resido en este país que no sueña
cuando vivo en esta ciudad sin párpados
donde sin embargo mi mujer me entiende
y ha quedado mi infancia y envejecen mis padres
y llamo a mis amigos de vereda a vereda
y puedo ver los árboles desde mi ventana
olvidados y torpes a las tres de la tarde
siento que algo me cerca y me oprime
como si una sombra espesa y decisiva
descendiera sobre mí y sobre nosotros
para encubrir a ese alguien que siempre afloja
el viejo detonador de la esperanza.

Cuando vivo en esta ciudad sin lágrimas
que se ha vuelto egoísta de puro generosa
que ha perdido su ánimo sin haberlo gastado
pienso que al fin ha llegado el momento
de decir adiós a algunas presunciones
de alejarse tal vez y hablar otros idiomas
donde la indiferencia sea una palabra obsena.

Confieso que otras veces me he escapado.
Diré ante todo que me asomé al Arno
que hallé en las librerías de Charing Cross
cierto Byron firmado por el vicario Bull
en una navidad de hace setenta años.
Desfilé entre los borrachos de Bowery
y entre los Brueghel de la Pinacoteca
comprobé cómo puede trastornarse
el equipo sonoro del Chateau de Langeais
explicando medallas e incensarios
cuando en verdad había sólo armaduras.

Sudé en Dakar por solidaridad
vi turbas galopando hasta la Monna Lisa
y huyendo sin mirar a Botticelli
vi curas madrileños abordando a rameras
y en casa de Rembrandt turistas de Dallas
que preguntaban por el comedor
suecos amontonados en dos metros de sol
y en Copenhague la embajada rusa
y la embajada norteamericana
separadas por un lindo cementerio.

Vi el cadáver de Lídice cubierto por la nieve
y el carnaval de Río cubierto por la samba
y en Tuskegee el rabioso optimismo de los negros
probé en Santiago el caldillo de congrio
y recibí el Año Nuevo en Times Square
sacándome cornetas del oído.

Vi a Ingrid Bergman correr por la Rue Blanche
y salvando las obvias diferencias
vi a Adenauer entre débiles aplausos vieneses
vi a Kruschev saliendo de Pennsylvania Station
y salvando otra vez las diferencias
vi un toro de pacífico abolengo
que no quería matar a su torero.
Vi a Henry Miller lejos de sus trópicos
con una insolación mediterránea
y me saqué una foto en casa de Jan Neruda
dormí escuchando a Wagner en Florencia
y oyendo a un suizo entre Ginebra y Tarascón
vi a gordas y humildes artesanas de Pomaire
y a tres monjitas jóvenes en el Carnegie Hall
marcando el jazz con negros zapatones
vi a las mujeres más lindas del planeta
caminando sin mí por la Vía Nazionale.

Miré
admiré
traté de comprender
creo que en buena parte he comprendido
y es estupendo
todo es estupendo
sólo allá lejos puede uno saberlo
y es una linda vacación
es un rapto de imágenes
es un alegre diccionario
es una fácil recorrida
es un alivio.

Pero ahora no me quedan más excusas
porque se vuelve aquí
siempre se vuelve.
La nostalgia se escurre de los libros
se introduce debajo de la piel
y esta ciudad sin párpados
este país que nunca sueña
de pronto se convierte en el único sitio
donde el aire es mi aire
y la culpa es mi culpa
y en mi cama hay un pozo que es mi pozo
y cuando extiendo el brazo estoy seguro
de la pared que toco o del vacío
y cuando miro el cielo
veo acá mis nubes y allí mi Cruz del Sur
mi alrededor son los ojos de todos
y no me siento al margen
ahora ya sé que no me siento al margen.

Quizá mi única noción de patria
sea esta urgencia de decir Nosotros
quizá mi única noción de patria
sea este regreso al propio desconcierto.


PROPUESTA DE EXAMEN

PREGUNTAS:

1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
2ª TEMA. RESUMEN


3ª COMENTARIO CRÍTICO

Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)

2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qé argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?

4ª ANÁLISIS SINTÁCTICO:
... era imposible mantener una conversación sensata con los viejos amigos, que se habían convertido en patriotas ciegos
5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS











'DESCRIBIR', por Juan José Millás / 'POR TIERRAS DE ESPAÑA', de Antonio Machado / PROPUESTA DE EXAMEN (según PAU)

$
0
0
"La tele abarca mucho, pero aprieta poco. No logra trasmitir con la intensidad debida el significado de que las brasas hayan penetrado, por ejemplo, en el dormitorio de un matrimonio mayor de cualquiera de las zonas incendiadas para devorar en cuestión de segundos las zapatillas de cuadros que estos señores se calzaban para acudir a la cocina"

"El hombre de estos campos que incendia los pinares 
y su despojo aguarda como botín de guerra... Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares..."


DESCRIBIR

Una tele, por grande que sea, no es capaz de abarcar la cantidad de llamas que durante estos días se han propagado por Galicia, Portugal y Asturias. Aunque los reporteros desplazados a las zonas del desastre den aquí o allá con imágenes ocasionalmente extraordinarias, no somos capaces de apreciar en toda su extensión la magnitud de la catástrofe. La tele abarca mucho, pero aprieta poco. No logra trasmitir con la intensidad debida el significado de que las brasas hayan penetrado, por ejemplo, en el dormitorio de un matrimonio mayor de cualquiera de las zonas incendiadas para devorar en cuestión de segundos las zapatillas de cuadros que estos señores se calzaban para acudir a la cocina. Esos dos pares de zapatillas dormían tranquilamente cada uno en un lado de la cama, cuando una serpiente de fuego acabó en décimas de segundo con el fieltro para cebarse enseguida en las suelas de goma, que se retorcían como condenados en el infierno debajo del somier. La tele carece de sensibilidad para llegar a ese detalle, y perseguir a la serpiente, que repta ahora por el suelo de sintasol para alcanzar el armario, donde tras abrir un boquete como el de un disparo en el pecho a cañón tocante, engulle los trajes de novio y de novia con los que los cónyuges, que han muerto en el incendio, deberían ser amortajados.
Lo malo es que, como damos por hecho que las imágenes de la tele bastan, tampoco los demás medios se esfuerzan en describir con precisión notarial lo sucedido. Ya lo saben ustedes por la tele, nos vienen a decir. Es la misma excusa que esgrimen los novelistas perezosos para no complicarse la vida: ningún lector ignora cómo es una calle de Los Ángeles, afirman, las han visto mil veces en el cine. ¿Para qué contárselas?
(Fuente: El País, 20-10-2017)
POR TIERRAS DE ESPAÑA

El hombre de estos campos que incendia los pinares 
y su despojo aguarda como botín de guerra, 
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra. 


      Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra. 

      Es hijo de una estirpe de rudos caminantes,
pastores que conducen sus hordas de merinos
a Extremadura fértil, rebaños trashumantes
que mancha el polvo y dora el sol de los caminos. 

      Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto,
hundidos, recelosos, movibles; y trazadas
cual arco de ballesta, en el semblante enjuto
de pómulos salientes, las cejas muy pobladas. 

      Abunda el hombre malo del campo y de la aldea,
capaz de insanos vicios y crímenes bestiales,
que bajo el pardo sayo esconde un alma fea,
esclava de los siete pecados capitales. 

      Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza,
guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;
ni para su infortunio ni goza su riqueza;
le hieren y acongojan fortuna y malandanza. 

      El numen de estos campos es sanguinario y fiero:
al declinar la tarde, sobre el remoto alcor,
veréis agigantarse la forma de un arquero,
la forma de un inmenso centauro flechador. 

      Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
—no fue por estos campos el bíblico jardín—:
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.

PROPUESTA DE EXAMEN

PREGUNTAS:

1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
2ª TEMA. RESUMEN


3ª COMENTARIO CRÍTICO

Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)

2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qé argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?

4ª FUNCIÓN SINTÁCTICA DE LAS PALABRAS SEÑALADAS (negrita)

5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS












'DANZAD, DANZAD, MALDITOS', por Luis Enrique Ibáñez

$
0
0
CICLO DE CINE Y CRISIS: 'DANZAD, DANZAD MALDITOS', JUEVES 26 DE OCTUBRE A LAS  SIETE DE LA TARDE,  EN LA MORERA, CALLE FARIÑAS, 31, SANLÚCAR DE BARRAMEDA

"La angustia, la desesperación de un población abandonada a su suerte en ese paisaje en el que un orgulloso individualismo se adueña, sin resistencia, de todo el presente, de un tiempo al que el adjetivo hostil se le queda pequeño... Estamos hablando de ayer, estamos hablando de hoy, seguimos, todos, danzando al compás de una música que no conocemos, de una música que nos ha sido impuesta... Todos somos, de algún modo, participantes de un concurso, de una mortal carrera sin fin"


DANZAD, DANZAD, MALDITOS

¿Hasta dónde puede llegar un ser humano por asegurarse algo de comer y un lugar donde dormir? ¿Hasta dónde puede llegar un ser humano explotando a otros seres humanos? ¿Forma parte de la condición humana la experiencia de de ese goce lascivo al contemplar, extasiados, el atroz sufrimiento de personas ahogadas por la desesperación infinita? ¿En qué parte de nuestro cerebro está ubicada la pulsión por ese detestable placer?

Seguimos nuestro viaje por el ciclo 'Cine y Crisis'. En la primera parada pudimos convivir con la familia de Tom Joad ('Las uvas de la ira') y así comprobamos, una vez más, cómo en tiempos de crisis, de estafa, la explotación del trabajador se convierte en el núcleo esencial de la perversa relación laboral. La explotación, y la represión, la supresión de cualquier intento de reclamar derechos, de exigir dignidad. Estamos en este ciclo para intentar interpretar este maldito presente con la ayuda de la Historia, esa historia que con frecuencia se comprende mejor a través del cine, a través del relato.

Después viajamos en el tiempo hasta el insoportable presente y nos adentramos en los demoníacos laberintos de la ingeniería financiera, para ver a esos vampiros que, con sólo pulsar un botón del ordenador, nos han convertido a todos en esclavos de una deuda fantasma, volátil, mientras la sonrisa de los de arriba se derrama sobre nuestra miseria. Fue con 'Margin Call'.

Ahora volvemos a la Gran Depresión, a ese momento de la Historia que está ahí, advirtiéndonos de lo que siempre ocurre, volvemos al cine, no podemos hacer otra cosa. Y así, con 'Danzad, danzad, malditos', podremos vernos a  nosotros mismos, estrujando nuestra resistencia para poder comer, aceptando las normas del espectáculo, aunque sólo seamos las víctimas esperpénticas de ese maldito programa de televisión, ahí estamos.




Mucha gente cree que el auge de los reality shows es algo de ahora. Todo está inventado. Cuando en Estados Unidos la Depresión se reía de la condición humana, surgieron grandes espectáculos que consistían en ver cómo la degradación humana se convertía en el mejor pasto para superar las audiencias, en el todo vale, y se podía oír a un presentador decir "La gente quiere ver miseria para olvidarse de su propia miseria". Y la gente aceptaba el envite, gente pobre que se gustaba a sí misma viendo, y aplaudiendo, a gente más pobre, gente arrastrada por el fango de la perdida humanidad. Y es que no se sabe bien qué aterra más, si el infinito sufrimiento de los concursantes, o la obscena mirada de ese público contemplando, disfrutando el horror... imposible no acordarse de la canción de Vetusta Morla, "Regocijados, escuchándolo todo, sin confesar el modo de ser testigos en su festín... ese que nos está matando" ('La mosca en tu pared'). El odioso goce de ese voyeur que disfruta contemplando la tragedia.

La angustia, la desesperación de un población abandonada a su suerte en ese paisaje en el que un orgulloso individualismo se adueña, sin resistencia, de todo el presente, de un tiempo al que el adjetivo hostil se le queda pequeño. Los personajes sin futuro ya no viajan en busca del Dorado, como en 'Las uvas de la ira'. Ahora son anclados a un escenario, convertidos en títeres, ahora son los protagonistas sin nombre de un espectáculo innombrable.

Estamos hablando de ayer, estamos hablando de hoy, seguimos, todos, danzando al compás de una música que no conocemos, de una música que nos ha sido impuesta. Se caen, como repetidas gotas de lluvia, esas palabras de una de las protagonistas de la película: "Quizá, este endiablado mundo sea solo un escenario. Todo está amañado, incluso antes de que puedas actuar... Voy a bajarme de este tiovivo. Estoy harta de toda esta mierda...".

Todos somos, de algún modo, participantes de un concurso, de una mortal carrera sin fin en la que el premio no es otra cosa que seguir, más o menos de pie, dentro de un sistema que, tarde o temprano, termina ahogándote.

Y también ahora ocurre lo que anunciaba el presentador de ese abominable concurso:


"El que gane lo hará sobre el sufrimiento y los cuerpos destrozados de los demás"




Imágenes reales de esos concursos celebrados en Estados Unidos en aquellos años de la Gran Depresión. Durante aquella época tan dura en Estados Unidos, se popularizaron una serie de concursos, donde el premio se conseguía a base de aguantar bailando más que nadie. La necesidad de ganar por todos aquellos que deseaban dinero y fama hacía que el maratón durase días y días.
Una novela escalofriante de Horace McCoy, "¿Acaso No Matan a los Caballos?", ambienta su trama en el sórdido microcosmos que se creaba en esas competiciones, llenas de desgraciados que se quebraban en las pistas, mientras las voces de los megáfonos les arengaban a continuar.



ENTRADAS RELACIONADAS:


("La programación de películas de este ciclo pretende, alternando obras clásicas de indudable valor con películas modernas, que clavan su mirada en las causas y consecuencias de esta macabra crisis, no es otra cosa que sentar las bases para una reflexión crítica, que nos permita establecer las macabras semejanzas entre distintos periodos de la historia... Siniestras semejanzas que parecen demostrar que nunca aprendemos, que estamos abonados a la esclavitud y que, al parecer, siempre gana la Banca, y siempre pierde esa gente normal a la que un personaje de 'Margin Call' se refiere diciendo, "que se joda")



(PRESENTACIÓN DEL CICLO 'CINE Y CRISIS'... 'LAS UVAS DE LA IRA"... Una especie de ente inefable, inaprensible, dotado de connotaciones religiosas, y que cuando habla produce el mismo efecto que los antiguos oráculos, el oráculo ha hablado, los mercados han dicho... la confianza de los mercados, la desconfianza de los mercados, la opinión de los mercados, el diagnóstico de los mercados... Y todos nosotros, los pequeños hombrecillos, esperando aterrados la voz de los mercados...")


PINCHAR EN LA IMAGEN PARA ACCEDER A LA NOVELA DE HORACE McCOY, ADAPTADA AL CINE POR SIDNEY POLLACK








'ALGUIEN QUE ESCUCHA', por Rosa Montero / 'POEMA DEL LIBRO', de José Ángel Buesa (artículos relacionados)

$
0
0
"... no me cabe la menor duda de que los libros nos salvan la vida y nos ayudan, justamente, a sobrellevar los momentos más duros. Decía Camus que el arte en general, y la literatura en particular, era nuestra mayor arma contra el horror... en lo peor de la noche siempre nos salva la poderosa magia que los libros encierran, a saber: alguien que necesita compartir y alguien que escucha"


Bibliotaeca de Holland House tras los bombardeos de 1940, Londres



ALGUIEN QUE ESCUCHA

Estoy en la pequeña pero formidable feria del libro de Gaillac, un precioso pueblo francés cercano a Albi. La feria, que dura dos días, está plantada en una plaza, un montón de carpas alegres y blancas. Aquí nos sentamos nada más y nada menos que 70 autores tras nuestros libros (un enorme plantel para una feria así). Por las tardes se anima, pero por las mañanas hace un frío pelón y, mientras nos encaminamos hacia una probable cistitis, nos pasamos horas sin vender un colín. Bueno, exagero: de cuando en cuando se acerca alguien y te compra una novela, y entonces tú te sientes tan agradecida que inmediatamente le pedirías en matrimonio, independientemente de su edad y su sexo. En realidad somos como feriantes de los mercados callejeros, feriantes vendiendo calcetines y bragas de palabras.

Tiene su gracia este regreso a la compraventa más básica, al arte como un modesto exudado de la realidad cotidiana. Hoy en esta plaza de Gaillac ofrezco libros en un puesto como podría ofrecer manzanas, porque ambas cosas nos sirven para mantenernos con vida. Hace dos días me preguntaban en Toulouse si las novelas pueden proporcionarnos salidas y consejos en los momentos de profunda zozobra como el que vivimos (escribo este texto, que tarda dos semanas en imprimirse, un día antes de la supuesta declaración de independencia) y yo contesté que no, si de lo que estamos hablando es de una fórmula de urgencia para vadear la crisis. Uno no escribe para enseñar nada, escribe para aprender, para intentar poner un poco de luz en las tinieblas de lo que somos. El sentido de escribir novelas es la búsqueda del sentido de la existencia, y no podemos traicionar esa ambición pura de conocimiento para dar doctrina, por muy bien intencionada que esa doctrina sea.
Y, sin embargo, no me cabe la menor duda de que los libros nos salvan la vida y nos ayudan, justamente, a sobrellevar los momentos más duros. Decía Camus que el arte en general, y la literatura en particular, era nuestra mayor arma contra el horror. Siempre me ha maravillado esa foto de 1941 de una biblioteca londinense destruida por las bombas nazis. El techo se ha caído, formando una colina de cascotes en mitad de la sala. Pero tres paredes siguen en pie, cubiertas aún de estanterías y de libros, y cuatro hombres están distribuidos por la precaria ruina, mirando los lomos, ojeando algún volumen, absortos en lo que hacen. Podría pensarse que andan buscando algo con lo que evadirse de su situación, pero yo creo que están haciendo justo lo contrario: no leen para olvidar, sino para luchar contra la oscuridad. Porque en la continuidad de los libros y en la complicidad con tantas otras personas que, lejos en el tiempo y en el espacio, apostaron por la sensatez y la convivencia reside la esperanza de un futuro luminoso pese a todo. La larga trenza que a lo largo de los siglos formamos los lectores y los escritores (que también somos lectores) es la cuerda que nos saca del pozo.
Los ciudadanos del llamado primer mundo vivimos dentro de un espejismo de seguridad. Nos creemos tan a salvo de todo que a veces hasta nos pensamos inmortales, cuando lo cierto es que la realidad es un tembloroso castillo de naipes, un reflejo en el agua que una simple piedra puede destruir. Mientras escribo esto, mis amigos de la hermosa isla de Puerto Rico llevan tres semanas sin luz en un 90% de la población, sin agua potable en un 65%. El huracán María abrasó la isla como un fuego; no queda ni una hoja, ni un verdor; la gente vive entre las ruinas sin techo de sus casas, expuesta a las enfermedades, el hambre, la sed, la inseguridad. Es como un ensayo general del apocalipsis. El mundo conocido puede desaparecer en un segundo, por un soplido de ogro de la naturaleza o por un despertar del monstruo interior, como sucedió en Yugoslavia, cuando viejos y amables vecinos comenzaron a sacarse literalmente las tripas los unos a los otros. Vivimos a un paso del abismo.
Por eso me conmueve esta preciosa y pequeña feria con su empeño de encender de palabras la oscuridad. Porque en lo peor de la noche siempre nos salva la poderosa magia que los libros encierran, a saber: alguien que necesita compartir y alguien que escucha.
(Fuente: El País Semanal, 22-10-2017)
POEMA DEL LIBRO
Entre todos mis libros, es éste el que prefiero

éste que un día dejé a medio leer
lo cerré de repente, lo puse en el librero,
y ya lo cubre el polvo del ayer.

Recuerdo que era un libro de una belleza
era como si en cada frase floreciera un rosal
pero temí de pronto que me desencantara
si seguía leyendo hasta el final.

Y ahí está en el librero, donde lo puse un día
tal vez un poco triste por lo que no leí,
pues recordé, muchacha, que casi fuiste mía,
y al guardar aquel libro, pensé en ti...



ACERCA DE JOSÉ ÁNGEL BUESA (CUBA, 1910-1982):
Poeta romántico cubano nacido en Cienfuegos, con una obra primordialmente elegíaca. Se le ha llamado y se le conoce como el "poeta enamorado". Fue posiblemente el más popular de los poetas en la Cuba de su época. Su popularidad se debe en gran parte a la claridad y profunda sensibilidad de su obra. Elogiado por muchos de sus contemporáneos y también por los más jóvenes lectores, que aprecian en sus versos una melodía extraordinaria y un fuerte sentimiento de amor. Muchos de sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués, ruso, polaco, japonés y chino. Otros muchos han sido musicalizados o recitados en unos 40 discos. A los 7 años empieza a escribir sus primeros versos. Fue también novelista y escritor de guiones para la televisión cubana, también fue director de célebres programas de radio en diversas emisoras. En los últimos años de su vida, vivió como exiliado fuera de Cuba y se dedicó a la enseñanza, ejerciendo como catedrático de literatura en la Universidad Nacional de la República Dominicana. Murió el 14 de agosto de 1982.
(Fuente: epdlp.com)
ENTRADAS RELACIONADAS:


("De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo... el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación... Un libro no debe requerir un esfuerzo, la felicidad no debe requerir un esfuerzo")


(“leer, según el retrato de Chardin, es un acto silencioso y solitario”. ¿Y a quién puede interesarle ese recogimiento en una sociedad tan vibrante como la nuestra, tan volcada hacia delante, tan hiperconectada gracias a las nuevas tecnologías? ¿Qué diablos pinta, en verdad, un tipo con sombrero pasando las hojas de un libro cuando con un clic la Red te sirve cualquier tipo de conocimiento de manera instantánea?... Eso sí... “hay muchos que se creen a sí mismos seres emancipados cuando lo único que han hecho ha sido desabotonarse la ropa”)

'A MÍ, DE ADOLESCENTE, ME PROHIBIERON LAS NOVELAS', por Juan José Millás / 'UN LECTOR', de J.L. Borges

("El libro ha tenido siempre algo de callejón frecuentado por personas huidizas con tendencia, como decíamos, a la clandestinidad... el joven verdaderamente peligroso es aquel que un viernes o un sábado por la noche se queda en casa leyendo Madame Bovary... Ese individuo que se queda a leer Madame Bovary, les aseguro, es una bomba... Porque la realidad está hecha de palabras, de modo que quien domina las palabras domina la realidad... invito siempre a los alumnos a preguntarse hasta qué punto es real la realidad")

CELEBRACIÓN DE LA LECTURA, ELOGIO DE LA LENTITUD("... ¿quién tiene tiempo hoy para zambullirse en una novela o para liarse en los vericuetos de un ensayo o para andarse con un montón de versos que tratan de vanos amoríos o del desastre de vivir? leer no es más que eso: apartarse del ruido y entrar en otro mundo habitado por palabras. Siempre toca hacerlo solo y con tiempo, eligiendo la lentitud frente a la velocidad de nuestras circunstancias. Merece la pena. Ese “acto silencioso y solitario” está tan lleno de riquezas y placeres que quizá tenían razón aquellos antiguos cuando se esforzaban en arreglarse para vivir un momento tan especial")


("... Justo en el momento en el que Tolstoi parece haber suspendido ligeramente la intriga, Anna se coloca en las rodillas un almohadón... Después, pide a Aniuska una linterna, que sujeta en el brazo de la butaca, y saca de su bolsita roja un cortapapeles y una novela inglesa... toda lectura activa contiene el gesto más profundamente democrático que conozco. Es el gesto de quien sabe abrirse al mundo y a las verdades relativas del otro... Si se exige talento a un escritor, debe exigírsele también al lector... Los escritores fallan a los lectores, pero también ocurre al revés")
("Los profesores nos quejamos sin cesar, y más ahora que Bolonia nos “obliga” a organizar seminarios y prácticas que suelen requerir lectura. No leen libros, no son capaces de seguir un artículo académico; por no leer muchos ni siquiera se acercan a una novela. Sin embargo, en secundaria y en bachillerato sí lo hacen: es obligatorio... Ahora pretendemos que los alumnos aprendan en cuatro meses lo que antes procesaban en ocho. La primera víctima de esta recorte fue la lectura sosegada, solitaria y fecunda de libros académicos")


("No es el aprendizaje de un idioma lo que su padre le otorga. Lo que está ante sus ojos es el extraordinario advenimiento en el lenguaje. No se trata de un conocimiento que necesite ser inventariado. Se trata de dejarse invadir dulcemente por el lenguaje que, a partir de ese momento, hablará a través de ella. Ella será su enviada")





'LLANTO', por Juan José Millás / 'QUÉ LÁSTIMA', de León Felipe / PROPUESTA DE EXAMEN

$
0
0
"Entonces fue cuando el hombre se dirigió a ella para decirle que no le diera vergüenza mirarle, pues él podía soportarlo.

La señora se agachó a recoger la caca del perro y al incorporarse estaba llorando. Usted lo puede soportar, dijo, pero yo no. Incongruentemente, añadió que era profesora de Historia. El mendigo sacó de la mochila, para mostrársela, una Historia del mundo contemporáneo... Es lo único que he leído en mi vida, explicó, leer es muy instructivo... Mucho, asintió ella... mientras se sorbía los mocos provocados por el ataque de llanto"


LLANTO

El mendigo dijo: “No le dé vergüenza mirarme”. Se dirigía a una señora muy arreglada cuyo perrito había parado para hacer sus necesidades a la altura del indigente, que permanecía sentado en el suelo, sobre un cartón mugriento, con la espalda apoyada en la pared del McDonalds de la Gran Vía. La señora, que no quería violentar al perrito, observaba de reojo al pobre: su vaso de plástico con dos o tres monedas, su botella de agua, su paraguas, su bolsa de supermercado llena de fruta, sus pies descalzos y negros por la roña, su mochila rota… Entonces fue cuando el hombre se dirigió a ella para decirle que no le diera vergüenza mirarle, puesél podía soportarlo.

La señora se agachó a recoger la caca del perro y al incorporarse estaba llorando. Usted lo puede soportar, dijo, pero yo no. Incongruentemente, añadió que era profesora de Historia. El mendigo sacó de la mochila, para mostrársela, una Historia del mundo contemporáneo: un viejo libro de bolsillo con las hojas hinchadas, como los tobillos de alguien que sufre hidropesía. Es lo único que he leído en mi vida, explicó, leer es muy instructivo. Mucho, asintió ella haciendo un nudo en la bolsa de la caca del animal, mientras se sorbía los mocos provocados por el ataque de llanto. Si quiere, se ofreció, mañana le traigo otro libro. Tráigame uno sobre el mundo antiguo, por contrastar, dijo el hombre. La mujer anduvo ocho o nueve pasos y regresó para dejarle unas monedas. No haberse molestado, manifestó él. No es molestia, aseguró ella. Déjeme la caca del perro, sugirió él entonces, también tengo que deshacerme de una mía. Ella, tras resistirse un poco, se la entregó. Luego comenzó a andar hacia Callao, tirando del perro, que se resistía a alejarse de su mierda.

(Fuente: El País, 27-10-2017)

QUÉ LÁSTIMA

 ¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde esta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después... ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
(que me contaran
viejas historias domésticas como a Francis Jammes y a Ayala)
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra en el puño de la espada!
Y, ¡qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque..., ¿Qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!

Sin embargo...
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca...
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente a través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa...
Ella entonces me llama
¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.

Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja
muy blanca...
En una caja
muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana...
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por el cristal de mi ventana...
¡Y la muerte también pasa!

¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón de viejo cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa...
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!


PROPUESTA DE EXAMEN

PREGUNTAS:

1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
2ª TEMA. RESUMEN


3ª COMENTARIO CRÍTICO

Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)

2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qué argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?

4ª FUNCIÓN SINTÁCTICA DE LAS PALABRAS SEÑALADAS (negrita)

5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS




 ENTRADAS RELACIONADAS:


("... se alejaba, presa de un confuso miedo a lo desconocido, de un miedo de pobre que teme vagamente mil cosas, las caras nuevas, las injurias, las miradas recelosas de las personas que no lo conocían...Esperaba no se sabe qué, con esa vaga esperanza que permanece constantemente dentro de nosotros... después de tantos años en que no hablaba con nadie, casi había perdido la facultad de hablar; y su pensamiento también estaba demasiado confuso como para expresarse por medio de palabras... Lo encerraron en la cárcel de la ciudad. Los gendarmes no pensaron que pudiera tener necesidad de comer...")

 

(Baudelaire sugiere a los de abajo un posible método de supervivencia... "Había, pues, digerido todas las elucubraciones de esos contratistas de la felicidad pública de los que aconsejan a todos los pobres que se hagan esclavos... Su voz, pues, me cuchicheaba esto: «Sólo es igual a otro quien lo demuestra, y sólo es digno de libertad quien sabe conquistarla.»... acuérdese, si es filántropo de veras, que a todos sus colegas, cuando pidan limosna, hay que aplicarles la teoría que he tenido el dolor de ensayar en sus espaldas.»)

'LOS OJOS DE LOS POBRES', DE CHARLES BAUDELAIRE

("... sacaba a sus hijos a tomar el aire del anochecer. Todos harapientos. Las tres caras tenían extraordinaria seriedad, y los seis ojos contemplaban fijamente el café nuevo, con una admiración igual, que los años matizaban de modo diverso" "... me dijiste: «¡Esa gente me está siendo insoportable con sus ojos tan abiertos como puertas cocheras! ¿Por qué no pedís al dueño del café que los haga alejarse?»)









'HOY NO ME PUEDO LEVANTAR', por Luis Enrique Ibáñez / ACOSO ESCOLAR: PROGRAMA ÍNTEGRO 'SI YO TUVIERA UNA ESCOBA'

$
0
0
"Ese rincón del instituto, los ojos de Arturo y su grupo mirándome, su sonrisa mientras me cogía las gafas y las pisaba justo delante de mí, la carcajada de su chica... Lo que sí sé es que hay momentos del día que tendrían que estar prohibidos… la llegada al instituto, los cambios de clase, el recreo, la salida del instituto… hay muchos más, claro, pero con esos sería suficiente para empezar, para acabar... 

Creo que lo único que quiero es seguir aquí, tapado, en la cama, sin ver, sin escuchar nada… desaparecido"

HOY NO ME PUEDO LEVANTAR

Dani, levántate ya, que no vas a llegar… ¡Daniiiii, vamos! Mamá, hoy no puedo ir al instituto, no me encuentro bien… Joder, ¿qué te pasa? Me duele mucho la garganta… ¡Otra vez! Espera, que subo, joder, joder, lo que no me pase a mí… A ver, no parece que tengas fiebre, pero no tienes buena cara… Dios que tortura… Pero me duele mucho al tragar, mamá, de verdad… Vale, vale, tranquilo, voy a traerte un zumo y una pastilla, a ver si se te pasa pronto… ¡que ya no puedes perder más clases… y yo tengo que irme al curro, hostias, y tu padre, qué bien se largó… no me hagas caso, ahora vengo, tapate, no cojas frío… Dioooos!

No sólo me tapé, me hice un ovillo y me cubrí todo entero, con la sábana, con la manta, con la colcha, totalmente desaparecido en lo que yo creía era un refugio inexpugnable. Pero no era cierto, no era así, los recuerdos se colaban por todos lados. Ese rincón del instituto, los ojos de Arturo y su grupo mirándome, su sonrisa mientras me cogía las gafas y las pisaba justo delante de mí, la carcajada de su chica mientras me decía “¿Lo ves, corazón, ahora estás más guapito? Su cara seria, amenazadora, mientras me tocaba el estómago… “Aunque con esta barriguita habrá que hacer algo… ¿de cuánto estás, encanto?

La hostia que me dio Arturo fue la señal para que el grupo emprendiera la marcha… yo me quedé ahí, en cuclillas, en el rincón, siempre en el rincón… esta palabra rincón, rincón, se había pegado a mí como una lapa, nunca he sabido lo que significa lapa, lapa, tapa, atrapa, capa, caparazón, no estoy, no quiero estar...

¿Pero qué haces? Era la voz de mi madre, cabreada porque en vez de verme a mí, lo que observaba parecía una pelota deforme en el interior de la cama… una pelota deforme en el interior de la cama, eso era yo. Salí de aquella ridícula posición sudando, ¡nada, yo qué sé… me sigue doliendo mamá! ¡Que ya lo has dicho! Anda, tómate esto, que como llegue tarde otra vez me van echar y entonces nos va a doler todo, ¡a los dos! ¡Qué a gusto estará él… se fue rezando mi madre, ya en la puerta añadió, como para que yo no lo oyera, ¡el muy cabrón! Ella se fue, apenas se despidió, yo me quedé en la cama, pensé que siempre me quedaría ahí, escondido, pero los malditos recuerdos y ese pinchazo en el estómago no se iban, seguían allí, conmigo… menos mal que tiré el móvil a la fuente que está al lado del colegio, fue justo después de que Arturo, animado por sus incondicionales, me arrancara la mochila de la espalda y la lanzara a la misma fuente, mientras decía ¡date prisa, cógela, no vas a poder hacer la tarea para mañana, gordito, y a ti te gustan las tareas, ¿verdad, gordito? Esperé a que se fueran, riéndose, siempre riéndose, esperé porque temía que si intentaba recuperar la mochila, ellos me empujarían a la verdosa agua de la fuente… volvía a sudar, en el recuerdo y en la cama… Cuando se fueron, antes de rescatar la mochila, dejé caer el móvil a la fuente, no lo quería… el móvil para mí era un potro de tortura… ¿quién inventó el whatsapp? Otra vez el recuerdo, ese mensaje en el que Él me decía “parece que a mi novia no le gusta tu barriga, gordito, creo que tendremos que hacer algo con ella” Ya no sé cuántas noches he estado sin dormir… el día de la fuente, ante mi enésima humillación, una chica se movió, parecía que iba a intervenir, pero cerró los ojos y, simplemente, se marchó, se dio la vuelta… quiero seguir en la cama, sólo en la cama, aunque vengan los recuerdos, aquí no puede pasarme nada, creo, pero, ¿mi madre? Todavía oigo cómo le decía por teléfono a mi padre ¡que no, coño, que no le compres otro móvil, joder, que aprenda a tener cuidado…! Nadie se puede imaginar lo aliviado que me sentí cuando oí esas palabras en boca de mi madre… yo no quería otro móvil, de ninguna manera, para qué… yo sólo quería seguir en la cama… por qué se fue ese profesor cuando le dije que no me pasaba nada… no estoy seguro de que se creyera mis palabras, tampoco estoy seguro de lo que pienso, ni de él, ni de nada.

Lo que sí sé es que hay momentos del día que tendrían que estar prohibidos… la llegada al instituto, los cambios de clase, el recreo, la salida del instituto… hay muchos más, claro, pero con esos sería suficiente para empezar, para acabar.

Desde hace meses sólo puedo escuchar una canción, ‘Copenhague’, “Ella duerme tras el vendaval... sueña con despertar en otro tiempo, en otra ciudad… dejarse llevar…”
Creo que lo único que quiero es seguir aquí, tapado, en la cama, sin ver, sin escuchar nada… desaparecido.

AQUÍ, EL LA EDICIÓN ÍNTEGRA DEL PROGRAMA DEDICADO AL ACOSO ESCOLAR EN 'SI YO TUVIERA UNA ESCOBA' (ASOCIACIÓN CULTURAL COSTA DE LA LUZ EN RADIO ESQUINA, SANLÚCAR DE BARRAMEDA)






LA SITUACIÓN

(Del Informe realizado por la profesora de Psicología de la Universidad de Córdoba (UCO), Eva Romera, para el Centro de Estudios Andaluces, ente perteneciente a la Consejería de la Presidencia y Administración Local de la Junta de Andalucía, enero 2017)

El acoso escolar se enquista en las aulas andaluzas. Este problema que sufren los alumnos no parece menguar, a tenor del informe realizado por la profesora de Psicología de la Universidad de Córdoba (UCO), Eva Romera, para el Centro de Estudios Andaluces, ente perteneciente a la Consejería de la Presidencia y Administración Local de la Junta. Dicha encuesta desvela que tres de cada diez alumnos de Primaria sufren bullying en los colegios de la comunidad autónoma. Esta situación disminuye en el instituto, aunque el paso a Secundaria entraña otro problema: se incrementa el número de agresores.

El uso de internet y las redes sociales provoca que el acoso se extienda fuera del aula. El informe también presta atención a los adolescentes que confiesan haber sufrido algún tipo de violencia física durante sus primeras relaciones sentimentales. La autora del estudio propone para atajar este fenómeno una formación específica del profesorado para actuar en dichos casos y el desarrollo de planes de trabajo en el aula para concienciar al alumnado de la importancia del respeto y la tolerancia.

El referido estudio ha consistido en una encuesta realizada durante el pasado curso en 35 centros educativos de Andalucía. De ellos, 20 son colegios y 15 institutos, según mencionó ayer su autora en la presentación del informe que se llevó a cabo en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus). En los cuestionarios han participado 3.000 alumnos del último ciclo de Primaria y de los cuatro cursos de la ESO. La muestra se realizó en dos ocasiones, una en octubre y otra en mayo, con el fin de comprobar la evolución del acoso durante el curso.

La muestra concluye que tres de cada diez alumnos andaluces de Primaria son víctimas del bullying, una cifra que permanece casi inalterable desde que comienza el curso hasta que finaliza. En esta etapa el papel de agresor lo desempeña un 2,6% de los escolares, mientras que el de agresor victimizado supone el 15,7% del alumnado. Este rol lo desarrollan aquellos menores que son víctimas de acoso y a la vez también acosan, por lo que asumen esta situación como un fenómeno "normal" en el colegio. Por su parte, la mitad de los estudiantes encuestados reconocen ser espectadores de casos de bullying.

En Secundaria (a partir de los 12 años) el acoso escolar disminuye. Romera incide en que hay una edad (los 15 años) que supone un punto de inflexión en el comportamiento de los adolescentes. En esta etapa obligatoria el número de los alumnos que son víctimas de acoso en el instituto suponían el 17,6% cuando fueron encuestados en octubre, porcentaje que creció hasta el 23,3% en mayo, cifras, en todo caso, menores que las registradas en Primaria. Se mantienen, en cifras similares a la del colegio, los agresores victimizados (un 17,6%). Por contra, aumentan los agresores, hasta suponer el 6,7% de los estudiantes encuestados. Este incremento, según la profesora de Psicología de la UCO, es una "mala señal", pues "teóricamente" los alumnos, a medida que crecen, tienen "un mejor criterio moral", principio que no se evidencia con dichos datos.

Por sexos, las alumnas presentan porcentajes más altos en los roles de víctima y espectador en Primaria y ESO, aunque en los dos últimos cursos del instituto las chicas aumentan su implicación como agresoras.En cuanto a las formas de acoso, la más utilizada es la verbal, aunque en los colegios también está muy presente la violencia física. En el instituto se repite dicho patrón, aunque destacan las agresiones "relacionales", basadas en la difusión de rumores falsos y en los insultos a terceras personas que no están presentes. En este punto, el informe destaca que las alumnas muestran "mayor habilidad en el uso de formas sutiles para hacer daño"

Otro fenómeno analizado en el estudio es el ciberbullying, esto es, el acoso mediante el uso de dispositivos digitales con acceso a internet. El porcentaje de víctímas en este caso -tanto en los colegios como en los institutos- alcanza el 9% del alumnado encuestado, mientras que el de los agresores victimizados llega al 7%. En el caso del agresor, resulta destacable su presencia en los últimos cursos de la ESO, etapa en la que el alumno ya dispone de dispositivos digitales propios y de un mayor manejo de herramientas tecnológicas. Estos roles se mantienen a lo largo del curso, lo que -según el informe- lleva a pensar que los centros no cuentan con medidas suficientes para prevenir estos casos. En el ciberacoso destacan los perfiles falsos en las redes y las fotos comprometidas que en ellas se cuelgan.

Por último, se analiza el dating violence, los comportamientos violentos en las parejas adolescentes. Entre los encuestados, un 3% afirma haber sufrido alguna agresión física leve de forma ocasional y un 1%, de manera frecuente. Un 5% confiesa haber recibido una agresión grave en alguna ocasión y un 1,5%, de forma reiterada.


(Fuente: diariodesevilla.es)










'MIGUEL HERNÁNDEZ Y EL COMPROMISO', por Luis Enrique Ibáñez

$
0
0
"Vivimos un momento trágico en el que deberíamos llevar la palabra compromiso, el compromiso infinito que Miguel Hernández nos regaló pegado, sellado con sangre, en cada paso que damos... Su implicación nunca fue desde la distancia, siempre fue desde dentro, y pagó por ello... él escribió desde abajo, desde la trinchera, en las barricadas. Miguel Hernández masticó el hambre, olió la sangre, acarició las heridas, contempló el rostro terrible de la muerte de frente, sin moverse. Por ello sus versos conmocionan… a través de ellos, podemos sentir, podemos tocar el horror..."
INTERVENCIÓN EN LAS X JORNADAS DE 'POESÍA EN PALACIO', SANLÚCAR DE BARRAMEDA

"Vivimos un tiempo confuso, turbador, vivimos en un tiempo canalla. Vivimos en un tiempo de guerra. No se ven los tanques por aquí, pero el Mediterráneo se ha convertido en una fosa común, mientras una miserable Europa, que se llama a sí misma civilizada, aparta la mirada  y se siente confortada llenando las orillas de esa fosa con una plaga turística tan infantil como embrutecida"



MIGUEL HERNÁNDEZ Y EL COMPROMISO

Vivimos un tiempo confuso, turbador, vivimos en un tiempo canalla. Vivimos en un tiempo de guerra. No se ven los tanques por aquí, pero el Mediterráneo se ha convertido en una fosa común, mientras una miserable Europa, que se llama a sí misma civilizada, aparta la mirada  y se siente confortada llenando las orillas de esa fosa con una plaga turística tan infantil como embrutecida.

Vivimos en un país que acaba de entregar una medalla a un representante de la dictadura franquista que acabó con la vida, que no con la palabra, de Miguel Hernández. Es el mismo país adornado de cunetas que esconden los huesos de tantas víctimas olvidadas, humilladas.

Vivimos también un tiempo en el que, curiosamente, la simbología religiosa está adquiriendo un auge inusitado: políticos, de distintos colores, que ponen medallas a distintas vírgenes, alcaldes, socialistas, laicos, obsesionados con levantar gigantescos monumentos a otra virgen, en fin, un sindiós.

Vivimos un momento trágico en el que deberíamos llevar la palabra compromiso, el compromiso infinito que Miguel Hernández nos regaló pegado, sellado con sangre, en cada paso que damos. Recordar esa mirada del poeta que levantó sus ojos para ver su rostro en el rostro de todos los demás, de todos los que sufrían, de todos los que demandaban sin saberlo la fuerza liberadora de su verbo poético, la palabra que denuncia la injusticia, la estafa, y se despliega generosa en lo colectivo, un yo gigante que gusta de convertirse en un nosotros social, solidario y emancipador.

Mencionaba antes la creciente e inaudita imposición de lo religioso. La influencia católica intentó captar al poeta desde el principio hasta el final de su vida. “… la enorme influencia que la Iglesia Católica ha vertido a lo largo de los siglos, haciendo de Orihuela un pueblo a su medida, un lugar que rinde vasallaje al poder eclesiástico ajustando a su pulso el ritmo de las costumbres y de la vida cotidiana” (imposible no acordarse de nuestra inmediatez, aquí, en Sanlúcar de Barrameda, y en tantos otros lugares). Luego su amistad con Ramón Sijé. Y por último, y trágico, saber que ya en la cárcel, el enfermo poeta fue visitado múltiples veces por representantes religiosos que le aseguraban (le chantajeaban) que si se retractaba de sus ideas diabólicas podría aliviar la miserable situación económica de su familia, también su situación personal. Él siempre se negó, y ello le costó la ausencia y el silencio de su esposa. La respuesta que Miguel espetó a aquellos enviados fue la siguiente: “Tengo una vida, que puse al servicio de mi ideal, y si tuviera doscientas vidas lo mismo las hubiera dado y las volvería a dar ahora”. Mantuvo su pensamiento, su propia fe, y al hacerlo nos mantuvo en pie a todos nosotros. Lo religioso, lo íntimo, lo individual, por un lado, la solidaria colectividad, por otro. Miguel Hernández salió del primer estadio y se sumergió de lleno en el segundo. Pareciera como si hubiera leído el poema que 75 años más tarde escribiría José Manuel Caballero Bonald, ‘Secta’. Dice así:

Me asomo a un mundo numerado y veo
la secta envilecida de los hijos
de quienes ya eran hijos del oprobio.

Solapan sus linajes con cosméticos,
pero aun así no pueden
encubrir esa abyecta condición de gregarios
que sustenta su fe.

Se llaman
como sus gentes se llamaron,
nombres trucados de homicidas, nombres
hereditarios de secuaces
de soldadescas y de clerecías.

Son los mismos
que siguen solazándose
con las soflamas de los patriotas
y empuñan de continuo estandartes y cruces
con que emular a sus mayores,
mientras avanza por las avenidas
un cortejo triunfal de bienpensantes.

Líbrate, compañero,
de esas iglesias y esos mentecatos.

Después de leer estos versos de Caballero Bonald, Miguel Hernández escribió lo siguiente,

'SONREÍDME'

Vengo muy satisfecho de librarme
de la serpiente de las múltiples cúpulas,
la serpiente escamada de casullas y cálices:
su cola puso acíbar en mi boca, sus anillos verdugos
reprimieron y malaventuraron la nudosa sangre de mi corazón.

Vengo muy dolorido de aquel infierno de incensarios locos, de aquella boba gloria: sonreídme./

Sonreídme, que voy
a donde estáis vosotros los de siempre,
los que cubrís de espigas y racimos la boca del que nos escupe,
los que conmigo en surcos, andamios, fraguas, hornos,
os arrancáis la corona del sudor a diario.

Me libré de los templos: sonreídme,
donde me consumía con tristeza de lámpara
encerrado en el poco aire de los sagrarios.
Salté al monte de donde procedo,
a las viñas donde halla tanta hermana mi sangre,
a vuestra compañía de relativo barro.

Agrupo mi hambre, mis penas y estas cicatrices
que llevo de tratar piedras y hachas
a vuestras hambres, vuestras penas y vuestra herrada carne,
porque para calmar nuestra desesperación de toros castigados
habremos de agruparnos oceánicamente.

Nubes tempestuosas de herramientas
para un cielo de manos vengativas
no es preciso. Ya relampaguean
las hachas y las hoces con su metal crispado,
ya truenan los martillos y los mazos
sobre los pensamientos de los que nos han hecho
burros de carga y bueyes de labor.

Salta el capitalista de su cochino lujo,
huyen los arzobispos de sus mitras obscenas,
los notarios y los registradores de la propiedad
caen aplastados bajo furiosos protocolos,
los curas se deciden a ser hombres
y abierta ya la jaula donde actúa de león
queda el oro en la más espantosa miseria.

En vuestros puños quiero ver rayos contrayéndose,
quiero ver a la cólera tirándoos de las cejas,
la cólera me nubla todas las cosas dentro del corazón
sintiendo el martillazo del hambre en el ombligo,
viendo a mi hermana helarse mientras lava la ropa,
viendo a mi madre siempre en ayuno forzoso,
viéndonos en este estado capaz de impacientar
a los mismos corderos que jamás se impacientan.

Habrá que ver la tierra estercolada
con las injustas sangres,
habrá que ver la media vuelta fiera de la hoz ajustándose a las nucas,

habrá que verlo todo notablemente impasibles,
habrá que hacerlo todo sufriendo un poco menos de lo que ahora sufrimos bajo el hambre,
que nos hace alargar las inocentes manos animales
hacia el robo y el crimen salvadores.

Fueron muchos los escritores, los poetas, que decidieron poner su palabra al servicio de los demás, al servicio de ese compromiso que denuncia y llama a la acción, a la resistencia, a la defensa de la libertad, a la defensa, sí, de la República. Sin embargo, a nuestro entender, nadie lo hizo manteniendo una altura poética tan asombrosa como la que siguió regalando Miguel Hernández. Nunca, jamás, perdió su conciencia artística, su saberse poeta, poeta, sí, poeta que  se diluye en su pueblo.

Su implicación nunca fue desde la distancia, siempre fue desde dentro, y pagó por ello. En lo que se refiere a la Guerra Civil, él fue, sin ninguna duda, el poeta más representativo. Además de agarrarse con fuerza a esa desconcertante talla poética, sus palabras sonaban tan verdaderas que a través de ellas podemos ver, podemos tocar el horror. Y esto es así, porque él escribió desde abajo, desde la trinchera, en las barricadas. Miguel Hernández masticó el hambre, olió la sangre, acarició las heridas, contempló el rostro terrible de la muerte de frente, sin moverse. Por ello sus versos conmocionan… a través de ellos, podemos sentir, podemos tocar el horror

'EL SOLDADO Y LA NIEVE' 

Diciembre ha congelado su aliento de dos filos,
y lo resopla desde los cielos congelados,
como una llama seca desarrollada en hilos,
como una larga ruina que ataca a los soldados.

Nieve donde el caballo que impone sus pisadas
es una soledad de galopante luto.
Nieve de uñas cernidas, de garras derribadas,
de celeste maldad, de desprecio absoluto.

Muerde, tala, traspasa como un tremendo hachazo,
con un hacha de mármol encarnizado y leve.
Desciende, se derrama como un deshecho abrazo
de precipicios y alas, de soledad y nieve.

Esta agresión que parte del centro del invierno,
hambre cruda, cansada de tener hambre y frío,
amenaza al desnudo con un rencor eterno,
blanco, mortal, hambriento, silencioso, sombrío.

Quiere aplacar las fraguas, los odios, las hogueras,
quiere cegar los mares, sepultar los amores:
y se va elevando lentas y diáfanas barreras,
estatuas silenciosas y vidrios agresores.

Que se derrame a chorros el corazón de lana
de tantos almacenes y talleres textiles,
para cubrir los cuerpos que queman la mañana
con la voz, la mirada, los pies y los fusiles.

Ropa para los cuerpos que pueden ir desnudos,
que pueden ir vestidos de escarchas y de hielos:
de piedra enjuta contra los picotazos rudos,
las mordeduras pálidas y los pálidos vuelos.

Ropa para los cuerpos que rechazan callados
los ataques más blancos con los huesos más rojos.
Porque tienen el hueso solar estos soldados,
y porque son hogueras con pisadas, con ojos.

La frialdad se abalanza, la muerte se deshoja,
el clamor que no suena, pero que escucho, llueve.
Sobre la nieve blanca, la vida roja y roja
hace la nieve cálida, siembra fuego en la nieve.

Tan decididamente son el cristal de roca
que sólo el fuego, sólo la llama cristaliza,
que atacan con el pómulo nevado, con la boca,
y vuelven cuanto atacan recuerdos de ceniza.


EL HOMBRE ACECHA(1937-1939)


Nadie con tanta esperanza, con tanta entrega, con tanto deseo de vencer… nadie mejor que él para dehojarnos la derrota,

'ETERNA SOMBRA'

Yo que creí que la luz era mía
precipitado en la sombra me veo.
Ascua solar, sideral alegría
ígnea de espuma, de luz, de deseo.

Sangre ligera, redonda, granada:
raudo anhelar sin perfil ni penumbra.
Fuera, la luz en la luz sepultada.
Siento que sólo la sombra me alumbra.

Sólo la sombra. Sin astro. Sin cielo.
Seres. Volúmenes. Cuerpos tangibles
dentro del aire que no tiene vuelo,
dentro del árbol de los imposibles.

Cárdenos ceños, pasiones de luto.
Dientes sedientos de ser colorados.
Oscuridad del rencor absoluto.
Cuerpos lo mismo que pozos cegados.

Falta el espacio. Se ha hundido la risa.
Ya no es posible lanzarse a la altura.
El corazón quiere ser más de prisa
fuerza que ensancha la estrecha negrura.

Carne sin norte que va en oleada
hacia la noche siniestra, baldía.
¿Quién es el rayo de sol que la invada?
Busco. No encuentro ni rastro del día.

Sólo el fulgor de los puños cerrados,
el resplandor de los dientes que acechan.
Dientes y puños de todos los lados.
Más que las manos, los montes se estrechan.

Turbia es la lucha sin sed de mañana.
¡Qué lejanía de opacos latidos!
Soy una cárcel con una ventana
ante una gran soledad de rugidos.

Soy una abierta ventana que escucha.
por donde va tenebrosa la vida.
Pero hay un rayo de sol en la lucha
que siempre deja la sombra vencida.

Miguel Hernández siempre, incluso desde lo más hondo de la depresión, de la tristeza, deja, no voy a decir una puerta, pero sí una rendija abierta a la esperanza, y eso es algo que es muy de agradecer, algo, además, estratégicamente necesario, ahora también.


Estoy aquí para hablar del compromiso social, ético, global, de Miguel Hernández, sin embargo, mejor que lo que pueda hacer cualquiera, lo hace él, en su dedicatoria a Vicente Aleixandre, con motivo de la publicación de su libro 'Viento del pueblo'

Vicente: a nosotros, que hemos nacido poetas entre todos los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres. Nosotros venimos brotando del manantial de las guitarras acogidas por el pueblo, y cada poeta que muere deja en manos de otro, como una herencia, un instrumento que viene rodando desde la eternidad de la nada a nuestro corazón esparcido [...] Nuestro cimiento será siempre el mismo: la tierra. Nuestro destino es parar en las manos del pueblo. Sólo esas honradas manos pueden contener lo que la sangre honrada del poeta derrama vibrante. Aquel que se atreve a manchar esas manos, aquellos que se atreven a deshonrar esa sangre, son los traidores asesinos del pueblo y la poesía, y nadie los lavará: en su misma suciedad quedarán cegados...

En el siguiente libro, 'El hombre acecha', aunque el poeta se barruntaba el trágico final de la guerra, la llegada de la derrota, mantiene una vez más erguida la palabra, viva la esperanza. Y así le dice a Pablo Neruda:

"Tú preguntas por el corazón, y yo también. Miras cuántas bocas cenicientas de rencor, hambre, muerte, pálidas de no cantar, no reír: resecas de no entregarse al beso profundo. Pero mira el pueblo que sonríe con una florida tristeza, augurando el porvenir de la alegre sustancia. Él nos responderá. Y las tabernas hoy tenebrosas como funerarias, irradiarán el resplandor más penetrante del vino y la poesía."

Otra vez la palabra‘hambre’. Hoy también hay hambre, también hay gente explotada hasta lo inimaginable (aunque ahora a la explotación la llamen ‘horarios flexibles’ y ‘salarios competitivos’, claro después de habernos acostumbrado  que llamen ‘optimización de los recursos humanos a lo que en realidad son despidos masivos, ya vale todo…), hoy también hay unos poquitos que viven obscenamente ricos sentados en el hambre de tantos. Del hambre y de la explotación habla el siguiente poema, El hambre,

'EL HAMBRE'

Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.

El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.

Los años de abundancia, la saciedad, la hartura
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.

Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes.
Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.

Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,
cicatrices y heridas, señales y recuerdos
del hambre, contra tantas barrigas satisfechas:
cerdos con un origen peor que el de los cerdos.

Por haber engordado tan baja y brutalmente,
más abajo de donde los cerdos se solazan,
seréis atravesados por esta gran corriente
de espigas que llamean, de puños que amenazan.

No habéis querido oír con orejas abiertas
el llanto de millones de niños jornaleros.
Ladrábais cuando el hambre llegaba a vuestras puertas
a pedir con la boca de los mismos luceros.

En cada casa, un odio como una higuera fosca,
como un tremante toro con los cuernos tremantes,
rompe por los tejados, os cerca y os embosca,
y os destruye a cornadas, perros agonizantes.

Voy acabando, pero quería contarles que precisamente ayer por la tarde estuve conversando con Gabriel Celaya sobre Miguel Hernández

Siguiendo a Pablo Neruda, estábamos de acuerdo en que no nos quedamos solos cuando murió, al contrario, estamos entre todos aquellos que le buscan.

Estamos entre los que recuerdan una voz que además de derramarse, de fundirse dolorosamente con sus semejantes, supo también volar sola para alcanzar extrañas y soñadas cimas poéticas.
Adivinando palabras futuras, hizo suyas las faltas y sintió a cuantos sufrían, escribió, cantó, cantó mucho más allá de sus penas personales, que fueron demasiadas, y según lo hacía ensanchaba su imagen en el espejo secular de todos nosotros.

Quiso, y tuvo, su propio camino poético, pero cuando las circunstancias cambiaron, y la crueldad decidió pasearse por los campos de España, supo dar un puñetazo en la mesa y maldecir la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales, maldecir a los que se desentienden, a los que se evaden. Algo que nos pide que hagamos nosotros ahora: denunciar a los que se desentienden, señalar a aquellos celestiales a los que señaló José Agustín Goytisolo

Sí, pensó que la poesía era necesaria, poesía para el pobre, necesaria como el pan de cada día, y convirtió ese pensamiento en un arma, en un arma vital, en un arma cargada de voz, y de futuro. Buero Vallejo se coló y nos recordó que puede haber poetas grandes, pero pocos son, además de grandes, absolutamente necesarios. Miguel Hernández, sí. Necesario ayer, urgente hoy.

Estamos ante una palabra que se jugó (y perdió) la vida navegando entre hachazos de agua por el oscuro mar de la injusticia.

Estamos ante una voz que amó hasta disolverse y que, derribada, se levanta, poderosa, para volver a lanzar la vida al aire de los sueños.
Estamos ante una palabra para nada gastada, una palabra que vuelve a llamar a las puertas de nuestra conciencia, una voz que en tiempos de renovadas injusticias quiere hacerse presente, y lo hace, quiere hacerse necesaria para todo aquel que todavía guarde y proteja con mimo el significado de la palabra DIGNIDAD.

Señoras y señores, ya sí acabo, creo que la oceánica voz de Miguel Hernández nos exige a todos nosotros, aquí y ahora,

Que nos dejemos de ridiculeces, 

Que nos dejemos de monumentos,

Que demos techo a los sin techo,

Refugio a los No Refugiados,

Y pan a los que pasan hambre.


Muchas gracias.








'TERROR SOLAR', por Manuel Vicent / 'SEQUÍA', de Mario Benedetti / PROPUESTA DE EXAMEN (según PAU)

$
0
0
"La eterna primavera producirá la locura en las semillas y la gente sabrá que el fin del mundo está cerca cuando haya que segar el trigo en enero y se vuelvan carnívoras todas las flores de mayo. El buen tiempo inmutable será una maldición que acabará creando pánico, pero lejos de flagelarse como los penitentes en las procesiones medievales, la gente seguirá chapoteando en aguas" 

"... también los corazones están secos

hace ya mucho que no llueven sueños..."


TERROR SOLAR

Una eterna primavera puede convertirse en una forma de terror. Si uno consulta en Internet la temperatura del valle de Josafat, donde se va a celebrar el Juicio Final, resulta que allí siempre brilla un sol radiante, de 27 grados, con ligera brisa y noches estrelladas, un clima ideal para acoger la ingente masa de una humanidad culpable. Esa gente feliz que a estas alturas del año, camino ya de la Navidad, llena las playas del Mediterráneo y chapotea con toda inocencia en el agua, no sabe que en cierto modo está viviendo un ensayo del Apocalipsis. Hasta ahora se nos ha hecho creer que el fin del mundo se producirá con una lluvia de fuego bajo un sonido de trompetas que los ángeles fieros tocarán para despertar a los muertos. Pero también podría suceder que este espectáculo escatológico en medio de las tinieblas fuera sustituido por un perenne cielo azul, producto de un anticiclón ferozmente anclado en las Azores, de forma que la caricia de un sol azucarado en la piel se convierta en un placer insoportable. La eterna primavera producirá la locura en las semillas y la gente sabrá que el fin del mundo está cerca cuando haya que segar el trigo en enero y se vuelvan carnívoras todas las flores de mayo. El buen tiempo inmutable será una maldición que acabará creando pánico, pero lejos de flagelarse como los penitentes en las procesiones medievales, la gente seguirá chapoteando en aguas del Mediterráneo y sobre esa convulsa masa carnal extendida en las playas, extenuada en la propia felicidad, se abrirá el Séptimo Sello y el veredicto fatal de la historia será emitido. El siniestro oficio de los antiguos profetas que se relamían anunciando toda suerte de calamidades en las postrimerías lo ejercerán ahora los hombres del tiempo y sus pronósticos de un Sol primaveral, deslumbrante e interminable serán nuestra condena.
(Fuente: El País, 29-10-2017)


SEQUÍA

No llueve
Hace ya meses que no llueve
Los pastizales y los bosques arden
Cuando los roza el fósforo del sol

también los corazones están secos
hace ya mucho que no llueven sueños
Pero los corazones no se incendian
cuando los roza el fósforo del sol



PROPUESTA DE EXAMEN

PREGUNTAS:

1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS

2ª TEMA. RESUMEN







3ª COMENTARIO CRÍTICO



Preguntas guía para el comentario crítico



1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)



2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qé argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
 
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?



4ª ANÁLISIS SINTÁCTICO:
El buen tiempo inmutable será una maldición que acabará creando pánico, pero la gente seguirá chapoteando en aguas del Mediterráneo


5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS



VER OTRA CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS

ENTRADA RELACIONADA:
'EL OPTIMISMO IRRITANTE', por Manuel Rivas / 'EXTINCIÓN', de Jackie Kay
("El cambio climático está en los grandes incendios, en las temperaturas extremas, en el envenenamiento del aire, en el crecimiento de los mares... El cambio climático está en el lenguaje. Lo intoxica, lo desalma. Está en la cultura. Con la uniformidad transgénica y clónica. En el periodismo. Lo deshidrata y lo incendia. Está en la política. La corrompe y desdemocratiza... No hay ideas, sino medias ideas. Es el calentamiento" "Cerramos las fronteras, amigos; lo hicimos. Ni árboles, ni plantas, ni inmigrantes... No hay lloricas por el reciclaje o por el calentamiento global" 




'DE LA CORRUPCIÓN', por Luis Enrique Ibáñez / 'MIRADA INTERNACIONAL', por Daniella Nery / 'LA CENICIENTA ABANDONA EL BAILE', de Juan Antonio Gallardoski

$
0
0
"Se  trata de nublar el pensamiento de una sociedad que poco a poco, al ir consumiendo tantas palabras intoxicadas, empieza a estar preparada para ver como normal lo que en realidad son robos escandalosos, atracos casi perfectos. Pareciera como si esa población no terminara de percibir que cuando alguien mete la mano en la caja pública, está metiendo la mano en su propia cartera... Y es que si no nos planteamos romper el terrible nudo gordiano constituido por bancos, empresas, medios de comunicación y partidos políticos, resultará imposible limpiar esta cloaca"

PROGRAMA ÍNTEGRO 'SI YO TUVIERA UNA ESCOBA', DEDICADO A LA CORRUPCIÓN 
(Presentación y Coordinación, Darío Galo. Invitado especial, Fernando Cabral. Introducción, Luis Enrique Ibáñez. Mirada Internacional, Daniella Nery. Conclusión, Juan Antonio Gallardoski)



Nos gustaría comenzar con un poema de Juan José Vélez Otero...

RÉGIMEN DE LUDÓPATAS

La tumba de Ali Babá
ha sido saqueada
por sus correligionarios.

Han robado
treinta monedas de plata,
la lámpara de Aladino,
un reloj de arena,
un alfanje repujado
con escudos de nobleza,
dos estribos, una fusta
y cuatro cadenas
con las señas de un esclavo.

Justo en la puerta
se han repartido el botín
y han elegido a suerte
un nuevo adalid: Sidi Hassam,
el beneficiario de las treinta monedas.

La tumba de Sidi Hassam
volverá a ser profanada.
Sus correligionarios
se echarán a suerte
de nuevo los tesoros.

La apódosis se repite.
                    Etcétera.


La primera corrupción, que da pie a todo, es la del lenguaje, ya lo dijo Octavio Paz. Luego, es fácil, viene la demoníaca corrupción de la realidad. Y ahí no han tenido ni freno, ni escrúpulos. Recordemos cómo la semántica ha sido ridiculizada con expresiones del tipo "austeridad", "optimización de recursos", "espíritu emprendedor... aventurero", "animar a la búsqueda activa de empleo", y tantas otras. 

Se  trata de nublar el pensamiento de una sociedad que poco a poco, al ir consumiendo tantas palabras intoxicadas, empieza a estar preparada para ver como normal lo que en realidad son robos escandalosos, atracos casi perfectos. Pareciera como si esa población no terminara de percibir que cuando alguien mete la mano en la caja pública, está metiendo la mano en su propia cartera esa que lleva pegadita, y cada vez más delgada, en el bolsillo de su pantalón. También se podría deducir, y esto es terrible, que gran parte de esa población aloja, escondida en un rincón de su cerebro, la espantosa idea de que ellos, si pudieran, harían lo mismo. Y este es el segundo y fatídico efecto (el primero es simplemente el robo a espuertas por unos -no tan pocos- del dinero de todos) que produce esta ciénaga de corrupción, la aprobación del delito, su normalización, su rendida aceptación como si se tratase de una característica inherente a la naturaleza humana. Y no lo es. 

Siendo esto así, se entenderá que muchos, aunque se encuentren a otros niveles, se sentirán justificados alargando su mano hacia algo que no les pertenece, aunque ese "algo" sea una ridiculez. Lo importante, lo que ya no se borra, es la asimilación del acto... si los de arriba, ya saben, qué importancia tiene esto que yo hago. La tiene, y mucha, porque así nos condenamos todos. Quizá, la mayor victoria de ese "capitalismo salvaje" del que hablaba Ricardo Piglia ('El camino de Ida') consista en que todos, incluidos aquellos que creemos estar luchando contra él, lo llevamos inoculado en nuestro interior. Nuestros propios hábitos de vida, y nuestra cómoda inacción, denuncian la posible hipocresía de muchos de nuestros actos y declaraciones.

Y es que, aunque Manuel Vicent afirmaba que "El escándalo de la corrupción creciente, agobiante y reiterada está a punto de provocar un salto cualitativo en la convivencia. Puesto que la clase política no asume la obligación de recoger la basura propia es posible que la ciudadanía decida quemarla en medio de las plazas con un ritual público de exorcismo y purificación del sistema. En este país los partidos políticos están jugando con fuego. Sin necesidad de invocar al profeta Isaías habrá que advertir que se acerca el momento en que una chispa, cualquier desgracia imprevisible, puede sintetizar toda la frustración, la cólera y el odio suspendidos en el aire, alimentados por la miseria, y producir una descarga explosiva, que se llevará por delante, no solo a esa pandilla de políticos golfos, sino el sueño de un país que un día apostó por la libertad y la democracia". ('Descarga')

Nosotros creemos que queda aún lejos esa explosión de la ciudadanía ante tanta estafa. Prueba de ello son las innumerables convocatorias electorales en las que políticos corruptos, condenados, han sido votados mayoritariamente. Los que lo hicieron también son responsables del estado de la cosa, porque, como el mismo Vicent clamaba en otro lugar, "A estas alturas, un ciudadano libre tiene la obligación de saber que votar a un Gobierno corrupto es un acto inmoral, que te hace cómplice de la corrupción... si de forma consciente votas a un político corrupto es porque tú en su caso harías exactamente lo mismo... Aunque los medios de información descubran y aireen cada día sus delitos de cohecho, malversaciones de caudales públicos y robos descarados... Los votas, pero tú eres un ciudadano honorable..." ('Infección')


De cualquier modo, nosotros, al no creer que esto que tenemos sea una democracia real, estamos con Jorge Alemán cuando afirma "La clase política es el síntoma de una estructura. La corrupción se piensa como una anomalía pero yo creo que la corrupción en el nuevo orden del capitalismo no es una anomalía, es un hecho estructural del cual los políticos son sus síntomas."

Y es que si no nos planteamos romper el terrible nudo gordiano constituido por bancos, empresas, medios de comunicación y partidos políticos, resultará imposible limpiar esta cloaca, porque, como dice Beatriz Gimeno, "... llevamos décadas viviendo una democracia secuestrada, un expolio organizado, un robo a mano armada;  y lo cierto es que ningún partido de los que ha gobernado ha puesto ningún tipo de cortafuego real a esto, ni ha favorecido la real separación de poderes, ni ha creado verdaderos controles (sino al contrario), ni ha castigado la corrupción y ni siquiera se ha preocupado un poco por la confusión entre lo público y lo privado..."


Resultado de imagen de EL ROTO CORRUPCION

Distinguir lo público y lo privado... ahí está la cuestión... repugna ver la lista de políticos que cruzan sonrientes tantas puertas giratoriaspolíticos que después acaban en los consejos de administración de grandes bancos o empresas, o al revés, empresarios de multinacionales que terminan siendo ministros Ahí tienen el vergonzante caso de Morenés, de presidente de una multinacional armamentística pasa a ministro de Defensa, sin comentarios, o Felipe González, en Gas Natural, o Aznar, en Endesa, o Rodrigo Rato (exvicepresidente de Gobierno, expresidente del FMI) que, después de hacer quebrar Bankia, después de que todos pusiéramos miles de millones para su rescate, después de restregarnos tarjetas opacas, después, fichó por el Banco Santander...la lista podría ocupar decenas de folios. Dicen que es legal, claro, lo es, ahí tenemos también la corrupción inherente al sistema. No se trata de la Gurtel, no le llaman corrupción, que cada cual escoja la palabra que desee.

Y, en cualquier momento, resuenan en nuestra mente las palabras de El Buscón, de Quevedo... hay quien dice que siempre fuimos así, que somos un país de pícaros...

"-Hijo, esto de ser ladrón no es arte mecánica sino liberal.
Y de allí a un rato, habiendo suspirado, decía de manos:

-Quien no hurta en el mundo, no vive. ¿Por qué piensas que los alguaciles y jueces nos aborrecen tanto? Unas veces nos destierran, otras nos azotan y otras nos cuelgan..., no lo puedo decir sin lágrimas (lloraba como un niño el buen viejo, acordándose de las que le habían batanado las costillas). Porque no querrían que donde están hubiese otros ladrones sino ellos y sus ministros"

Todo lo que llevamos dicho hasta ahora podría interpretarse, huyendo, como una cuestión general, como algo que no tiene que ver con nosotros, con nuestra inmediatez. En absoluto. Todo es extrapolable a cualquier comunidad, a cualquier localidad. También a Sanlúcar de Barrameda. Y así, se hace urgente conocer las relaciones reales que se dan entre las distintas entidades financieras, las empresas, los medios de comunicación y los partidos políticos de de nuestra ciudad. Conocerlas de verdad.

Sólo llevaba diez días habitando aquel despacho. Después de tantos meses de dudas, y de presiones que yo creía bienintencionadas, accedí a ir en aquella lista. Creí en sus palabras, me decían que alguien como yo sería una extraordinaria oportunidad para cambiar las cosas, para hacer algo distinto. El hombre del partido, al que yo creía totalmente sincero (más tarde recordaría que nunca entendí por qué estaba siempre sonriendo), me decía que estaba harto de la estructura del partido, de ver siempre las mismas caras, de soportar siempre las mismas inercias, y que yo supondría un punto de inflexión, un algo distinto que haría que las formas políticas de esta ciudad cambiaran, que el estar ahí comunicaría a los ciudadanos que el cambio (no sé por qué no sospeché de esta palabra) era posible.

Sólo llevaba diez días, y aquella mañana, mientras yo revisaba proyectos y apuntaba defectos, carencias y otras anomalías, él entró, sin llamar, en el despacho, venía acompañado de otra persona... te presento a Antonio Sanz, el Presidente de Promotoras Salices... es un enamorado de nuestra ciudad, y tiene grandes ideas para dinamizar esas parte de la localidad que tanta falta le hace... Al cabo de un mes, me acostumbré a recibir algunos sobres negros que contenían un incierto dinero. La primeras noches conciliar el sueño me costaba una barbaridad, pero, según pasaban los días, llegué a pensar que no hacía nada malo, que había echado muchas horas y que era merecedor de una compensación por mi esfuerzo, por todo lo que estaba haciendo por la comunidad... y lo creí, lo creí de verdad... en dos semanas ya dormía como un lirón, con la satisfacción de saberme con el deber cumplido, orgulloso, digno... y deseoso de saberme reconocido... Sólo más tarde, ante la mirada callada de los míos, comencé a entender, pero me resistía, ya era prisionero de un código feroz... algunos le llaman mafia... comencé a entender incluso antes de que el juez me citara... pero eso era por la noche, en el escenario representaba perfectamente mi papel.

De la misma manera que la población asume la estafa, los protagonistas de la misma interiorizan su inocencia, llegando a exhibirse como víctimas de un sistema que no les comprende... cortando de tajo la idea de que ellos son el cáncer, parte de él, de este sistema... yo que lo he dado todo... ingratos. Llegan, olvidando todo lo que en principio les llevó ahí, a creer en la mierda, a hacer suyas esas palabras del Amo que de forma magistral reflejó Chirbes en su novela 'Crematorio', "Por un principio elemental, los ricos nunca pueden ser demasiados, no puede haber una clase dirigente".., bastante es que podáis seguir ahí, nosotros estamos aquí, y hacemos cosas, coño"

Y el pueblo sigue bajando la cabeza, aburrido, idiotizado, absorto en Sálvame y, lo peor, incluso admirando a los dueños del sistema, a los que se lo llevan todo, admirándoles... y votándoles... ahí estamos.

Pío Baroja definió nuestra situación:

"El pueblo no tenía el menor sentido social; las familias se metían en sus casas, como los trogloditas se metían en su cueva. No había solidaridad; nadie sabía ni podía utilizar la fuerza de la asociación...

El pueblo aceptó la ruina con resignación... Aquel estoicismo acabó de hundir al pueblo...

se conseguía haciendo que el más inepto fuera el que gobernara... los más aptos allí eran precisamente los más ineptos (...)

- ¡Qué hermosa sería una revolución -decía Andrés a su patrona-, no una revolución de oradores y de miserables charlatanes, sino una revolución de verdad."

('El árbol de la ciencia')


Sería tan necesario que todos aprendiéramos a decir que no… Mario Benedetti.

DECIR QUE NO


Ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero

ver que el dinero forma un cerco
alrededor de tu esperanza
sentir que otros
los peores
entran a saco por tu sueño

ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero

no obstante
cómo desalienta
verte bajar tu esperanza
saberte lejos de ti mismo

oírte
primero despacito
decir que sí
decir sí quiero
comunicarlo luego al mundo
con un orgullo enajenado

y ver que un día
pobre diablo
ya para siempre pordiosero
poquito a poco
abres la mano

y nunca más
puedes cerrarla.





MIRADA INTERNACIONAL

De la madre que usa el coche de la empresa sólo un día para fines personales hasta el político que compra facturas falsas para recibir beneficios de una construcción que nunca va a salir del papel. ¿Qué país no sufre con la corrupción? La verdad es que no hay país sin este mal. Pero hay que mirar qué hacen aquellos que lograron disminuir considerablemente  la corrupción.

Dinamarca es el país menos corrupto del mundo, según la ONG Transparencia Internacional. Una investigación hecha por la BBC destacó 8 puntos fundamentales del éxito de este país en la lucha contra la corrupción.

Primero – Menos privilegios para los políticos.

Esto es muy importante, porque así no tienen más beneficios que cualquier ciudadano. Lo que hacen no es más que un trabajo. Si una persona desea enriquecerse no va a ser político.

Segundo – Poco espacio para nombrar cargos.

Es muy difícil beneficiarse del sector público ya que el político electo tiene que trabajar con el mismo equipo de la gestión anterior. Además de eso, el profesional que no denuncie una acción ilícita es despedido, así ninguna persona se interesa en proteger corruptos.

Tercero Transparencia amplia.

Las páginas webs de los gobiernos, de todas las instancias, suelen tener muchas informaciones sobre gastos políticos, salarios, inversiones por áreas y mucho más. Y cualquier ciudadano puede solicitar informaciones que no aparezcan en la web.

Cuarto – Policía confiable y preparada.

Es muy raro que ocurran casos de corrupción relacionadas con la policía danesa. Las personas confían en la institución. Después de terminar la formación, los policías reciben al menos dos años de entrenamiento. La cultura danesa prefiere el uso de métodos no coercitivos: los policías llevan armas, pero son muy poco propensos a usarlas.  Además de eso, la policía tiene muy buenas condiciones de trabajo lo que suma mejor calidad a su servicio.

Quinto – Baja impunidad.

El código penal de Dinamarca prohíbe sobres activos o pasivos, abuso de poder público, especulación, fraude, lavado de dinero y soborno.  En 2013 el parlamento adoptó medidas para fortalecer la prevención, investigación y denuncia de crímenes económicos. Las penas hoy son desde multa hasta prisión de seis años. No son penas consideradas muy rígidas, pero son aplicadas y cumplidas.

Pero la cultura danesa también tiene mucho valor para no fortalecer la corrupción. Los ciudadanos tienen una baja tolerancia a la ilegalidad incluso con individuos de la convivencia más cotidiana que infringen normas más simples. 

Sexto – Confianza social.

En Dinamarca es común coger un libro en préstamo en la biblioteca sin tener que acudir a ningún funcionario o coger un producto de un establecimiento y dejar el dinero, o también dejar el carrito del bebé, con el bebé, fuera del restaurante.
La confianza ayuda a prevenir la corrupción una vez que convierte el desvío de esa conducta en un tabú social.

Sétimo – Fuerte oficina contra la corrupción.

La oficina contra la corrupción parlamentaria es un órgano que recibe cinco mil reclamaciones al año y por lo menos cincuenta por ciento resultan en críticas o recomendaciones. Más que meras notificaciones, esta institución independiente tiene el poder de promover mudanzas más profundas ayudando a controlar el poder legislativo y el ejecutivo.

Octavo – Empeño constante contra a corrupción.

El combate a la corrupción en Dinamarca empezó en el siglo diecisiete, pero sufrió un descenso en el siglo diecinueve después de una crisis económica. Para controlar el problema fue instaurada una tolerancia cero en la administración real. Desde entonces el nivel de corrupción es muy bajo.

Es un proceso largo, pero el mayor mérito de Dinamarca es su empeño y constancia desde entonces.

Este ha sido nuestro viaje de hoy y desde aquí me despido deseando que podamos aprender de nuestros hermanos daneses y también podamos cambiar las cosas por aquí con mayor seriedad y perseverancia.


INVESTIGACIÓN:



LA CENICIENTA ABANDONA EL BAILE

de Juan Antonio Gallardoski, de su nuevo disco
que será presentado en directo en Café Memphis
de Sanlúcar de Barrameda el próximo 25 de noviembre.

Yo era un tonto
Y de pronto
Lo que he visto
Me ha hecho dos tontos.

Compramos casas, parcelas y chaletes
Los “chimilacos”  llevaban cocodrilos
Huimos del drama y nos tentó el sainete
Y el que hacía el tonto, siempre era mi vecino.

Nos mareaban con cifras los banqueros
El mundo hambriento importaba un pepino
Hacíamos cábalas con cheques pintureros
Y el que hacía el tonto siempre era mi vecino.

Yo era un tonto
Y de pronto
Lo que he visto
Me ha hecho dos tontos


Social demócratas, peperos y rojazos
Eso iba en gustos, incluso en el destino
Todos marchamos detrás del pelotazo
Y el que hacía el tonto siempre era mi vecino.

A los estoicos llamábamos pelmazos
A los auténticos; catetos y cansinos
El mundo libre, molaba mucho, mazo
Y el que hacía el tonto siempre era mi vecino.

Un día cogíamos y poníamos a Irak
Patas arriba, con trolas y asesinos,
Lo hacíamos claro, para la libertad
Y el que hacía el tonto siempre era mi vecino.

Gadafis, Libias, Arabia en primavera
Alá es tan grande, tan justo y tan divino
Que enarbolamos unidos su bandera
Y el que hacía el tonto siempre era mi vecino

Y rescatábamos a algunos del naufragio
Un día a los bancos, da igual si me arruino
Hicimos la ola al voraz empresario
Y el que hacía el tonto siempre era mi vecino

Y el que hacía el tonto siempre era mi vecino
Que no cambió de coche, de mujer
Que se quedó varado en el camino
Mientras la historia nos ponía del revés

Porque era un tonto
Y de pronto
Lo que has visto te ha hecho dos tontos

Y el que hacía el tonto siempre era mi vecino
Y lo sabían en su comunidad
Su no a la guerra, sus aires distinguidos
Su desaliño, sus gafas, su gabán.

Y el que hacía el tonto
Que quiso ser honrado y que luchó
Que no perdió la vida en los casinos
Ni en las ruletas de la especulación.

Porque era un tonto
Se lo dijimos
Ahora es dos tontos.

Porque era un tonto y así se lo dijimos
Y lo que vio por el mundo mundial
Le hizo dos tontos, así era mi vecino
Un tonto, tonto, ay que fatalidad.










'GROTESCO' y 'CANCIÓN DE OTOÑO', de Paul Verlaine

$
0
0

"... Y con sus agrias guitarras,
Crispando la mano de los liberados,
Canturrean unos aires extraños,
Nostálgicos y rebeldes...

Id, pues, vagabundos sin tregua,

Errad, funestos y malditos,
A lo largo de los abismos y de las playas
Bajo el ojo cerrado de los paraísos..."


GROTESCO
Sus piernas por toda montura,
Por todo bien el oro de sus miradas,
Por el camino de las aventuras
Marchan harapientos y huraños.


El prudente, indignado, los arenga;
El tonto compadece a esos locos aventurados;
Los niños les sacan la lengua
Y las chicas se burlan de ellos.


Sin más que odiosos y ridículos,
Y maléficos, en efecto,
Y tienen el aire, en el crepúsculo,
De un mal sueño.


Y con sus agrias guitarras,
Crispando la mano de los liberados,
Canturrean unos aires extraños,
Nostálgicos y rebeldes


Y es, en fin, que sus pupilas
Ríe y llora – fastidioso-
El amor de las cosas eternas,
¡Viejos muertos y antiguos dioses!


Id, pues, vagabundos sin tregua,
Errad, funestos y malditos,
A lo largo de los abismos y de las playas
Bajo el ojo cerrado de los paraísos.


La naturaleza del mundo se aísla
Para castigar como es preciso
La orgullosa melancolía
Que te hace marchar con la frente alta,


Y, vengando en ti la blasfemia
De inmensas esperanzas vehementes,
Hiere tu frente de anatema.


CANCIÓN DE OTOÑO

Los sollozos más hondos
del violín del otoño
son igual
que una herida en el alma
de congojas extrañas
sin final.
Tembloroso recuerdo
esta huida del tiempo
que se fue.
Evocando el pasado
y los días lejanos
lloraré.
Este viento se lleva
el ayer de tiniebla
que pasó,
una mala borrasca
que levanta hojarasca
como yo.



ACERCA DE PAUL VERLAINE:


Poeta francés que figura entre los principales representantes del movimiento simbolista. Verlaine nació el 30 de marzo de 1844, en Metz, hijo de un oficial del ejército. Estudió en el liceo Bonaparte de París. Sus primeras obras, entre las que destacan Poemas saturnianos (1866) y Fiestas galantes (1869), se caracterizan por el antirromanticismo propio de los parnasianos. El verso se centra más en los aspectos técnicos que en los sentimientos. En 1870 contrajo matrimonio, pero abandonó a su esposa dos años más tarde para viajar y vivir con el poeta de 17 años Arthur Rimbaud. En 1873 Verlaine, en estado de embriaguez, hirió a Rimbaud de un disparo y pasó los dos años siguientes en prisión. La colección Romanzas sin palabras (1874), escrita durante su estancia en la cárcel, está basada en su relación con Rimbaud. Esta lamentable coyuntura le hizo volver al catolicismo de su infancia y su reconversión inspiró un volumen de poesía religiosa titulado Sabiduría (1881). Verlaine dio clases de francés en Inglaterra de 1875 a 1877 y luego regresó a Francia donde dio clases de inglés por espacio de un año. Intentó entonces, sin éxito, convertirse en campesino, con su alumno Lucien Létinois, al que llamaba su hijo adoptivo y a quien dedicó muchas de las elegías de Amor (1888). Létinois murió repentinamente de fiebres tifoideas en 1883. El resto de la vida de Verlaine transcurrió entre periodos de desenfreno alcohólico y periodos de arrepentimiento ascético. Con la publicación de Los poetas malditos (1884), una obra crítica, y Antonio y ahora (1884), una colección de poemas, Verlaine se transformó en poeta simbolista, preocupado por los sueños y la ilusión. Su influencia se manifiesta en los poetas franceses posteriores. El sonido de su poesía es por lo general más importante que su significado. También escribió prosa autobiográfica, como Memorias de un viudo (1886), Mis hospitales (1891) y Confesiones (1895). Murió el 8 de enero de 1896 en París.

(Fuente: epdlp.com)






'LA OREJA SOLA', por José C. Rosales / 'PARA ESCUCHAR CON AUDÍFONOS', de Julio Cortázar / PROPUESTA DE EXAMEN (según PAU)

$
0
0
"Supongo que serán un indicio, el síntoma letal del mutismo ambulante, de la torpe abundancia de lo inútil, de la ambiciosa soledad de una oreja insatisfecha y triste: cada uno encerrado con sus noticias y su música, de aquí para allá, siempre esperando que suene lo que nunca oiremos"


LA OREJA SOLA

Ayer gasté media mañana en buscar los auriculares de mi móvil de ahora. La verdad es que casi nunca me los pongo, estoy acostumbrado a que todo lo que escucho también lo escuchen los demás, y no suelo entregarme a las cadencias de los artilugios analógicos o digitales a horas intempestivas, a medianoche o a la hora de la siesta, cuando la gente de mi barrio descansa, a esa hora sólo escucho el rumor de mi propia conciencia o la respiración de aquellos que duermen o meditan conmigo, en el mismo lugar, al mismo tiempo que medito yo. Nunca uso los auriculares. Ahora sí: tendré que seguir las noticias en alguna emisora y, sin el cable de los auriculares, la radio del móvil no funciona, hace décadas que no escuchaba tan nervioso la radio. 

Así que estaba buscándolos y, antes de encontrar los que necesitaba, he ido tropezándome con veinticuatro o veinticinco auriculares. Si hubiera continuado habría podido alcanzar la treintena, quién sabe. Pienso que más de veinte auriculares son demasiados para una sola persona. Hay gente que acumula multas de tráfico o pozos de petróleo mientras que yo sólo acumulo auriculares de todos los colores. Recuerdo lo que decía un jefe sioux, que el hombre blanco es el único animal que caza más carne de la que puede comer. La vida cambia y ahora podríamos decir que el hombre blanco (también la mujer blanca) son los únicos animales que tienen más auriculares de los que podrían usar en cuatro vidas, tienen más auriculares que orejas. En mis cajones veo los audífonos que me dieron en algún museo o a bordo de un avión transoceánico, mientras viajaba en un autobús interurbano o dormitaba en un tren de provincias. Luego están los auriculares que venían con los móviles que me han acompañado durante una temporada o los que traían las viejas y minúsculas radios de hace más de veinte años. Supongo que tendrá algún sentido la presencia de tantos auriculares, no sólo en mi casa, he consultado con los vecinos y en sus casas ocurre algo semejante: el mundo sufre la invasión de los audífonos, hay audífonos en todas las esquinas, si te distraes podrías regresar a tu casa con más auriculares. Supongo que serán un indicio, el síntoma letal del mutismo ambulante, de la torpe abundancia de lo inútil, de la ambiciosa soledad de una oreja insatisfecha y triste: cada uno encerrado con sus noticias y su música, de aquí para allá, siempre esperando que suene lo que nunca oiremos.

(Fuente: Granada Hoy, 24-09-2017) 

 PARA ESCUCHAR CON AUDÍFONOS

Me fascina que la mujer que está a mi lado escuche discos con audífonos, que su rostro refleje sin que ella lo sepa todo lo que está sucediendo en esa pequeña noche interior, en esa intimidad total de la música y sus oídos. Si también yo estoy escuchando, las reacciones que veo en su boca o sus ojos son explicables, pero cuando sólo ella lo hace hay algo de fascinante en esos pasajes, esas transformaciones instantáneas de la expresión, esos leves gestos de las manos que convierten ritmos y sonidos en movimientos gestuales, música en teatro, melodía en escultura animada. Por momentos me olvido de la realidad, y los audífonos en su cabeza me parecen los electrodos de un nuevo Frankenstein llevando la chispa vital a una imagen de cera, animándola poco a poco, haciéndola salir de la inmovilidad con que creemos escuchar la música y que no es tal para un observador exterior. Ese rostro de mujer se vuelve una luna reflejando la luz ajena, luz cambiante que hace pasar por sus valles y sus colinas un incesante juego de matices, de velos, de ligeras sonrisas o de breves lluvias de tristeza. Luna de la música, última consecuencia erótica de un remoto, complejo proceso casi inconcebible.

¿Casi inconcebible? Escucho desde los audífonos la grabación de un cuarteto de Bartok, y siento desde lo más hondo un puro contacto con esa música que se cumple en su tiempo propio y simultáneamente en el mío. Pero después, pensando en el disco que duerme ya en su estante junto con tantos otros, empiezo a imaginar decursos, puentes, etapas, y es el vértigo frente a ese proceso cuyo término he sido una vez más hace unos minutos. Imposible describirlo – o meramente seguirlo – en todos sus pasos, pero acaso se pueden ver las reminiscencias, los picos del complejísimo gráfico. Principia por un músico húngaro que inventa, transmuta y comunica una estructura sonora bajo la forma de un cuarteto de cuerdas. A través de mecanismos sensoriales y estéticos, y de la técnica de su transcripción inteligible, esa estructura se cifra en el papel pentagramado que un día será leído y escogido por cuatro instrumentistas: operando a la inversa el proceso de creación, estos músicos transmutarán los signos de la partitura en materia sonora. A partir de ese retorno a la fuente original, el camino se proyectará hacia adelante; múltiples fenómenos físicos nacidos de violines y violoncellos convertirán los signos musicales en elementos acústicos que serán captados por un micrófono y transformados en impulsos eléctricos; estos serán a su vez convertidos en vibraciones en impulsos eléctricos; estos serán a su vez convertidos en vibraciones mecánicas que impresionarán una placa fonográfica de la que saldrá el disco que ahora duerme en su estante. Por su parte el disco ha sido objeto de una lectura mecánica, provocando las vibraciones de un diamante en el surco (ese momento es el más prodigioso en el plano material, el más inconcebible en términos no científicos), y entra ahora en juego un sistema electrónico de traducción de los impulsos a señales acústicas, su devolución al campo del sonido a través de altavoces o de audífonos más allá de los cuales los oídos están esperando en su condición de micrófonos para a su vez comunicar los signos sonoros a un laboratorio central del que en el fondo no tenemos la menor idea útil, pero que hace media hora me ha dado el cuarteto de Bela Bartok en el otro vertiginoso extremo de ese recorrido que a pocos se les ocurre imaginar mientras escuchan discos como si fuera la cosa más sencilla de este mundo.

Cuando entro en mi audífono,
cuando las manos lo calzan en la cabeza en la cabeza con cuidado
porque tengo una cabeza delicada
y además y sobre todo los audífonos son delicados,
es curioso que la impresión sea la contraria,
soy yo el que entra en mi audífono, el que asoma la cabeza
a una noche diferente, a una oscuridad otra.
Afuera nada parece haber cambiado, el salón con sus lámparas,
Carol que lee un libro de Virginia Wolf en el sillón de enfrente,
los cigarrillos, Flanelle que juega con una pelota de papel,
lo mismo, lo de ahí, lo nuestro, una noche más


('Salvo el crepúsculo', 1984)





PROPUESTA DE EXAMEN



PREGUNTAS:



1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS

2ª TEMA. RESUMEN







3ª COMENTARIO CRÍTICO



Preguntas guía para el comentario crítico



1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)



2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qué argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?



4ª FUNCIÓN SINTÁCTICA DE LAS PALABRAS SEÑALADAS (negrita)




5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS






 





'LOS EMOTICONOS... EN CONTRA DE', por María V. Zanetti / ' VOCALES', por Juan J. Millás / PROPUESTA DE EXAMEN (según PAU)

$
0
0
Traemos aquí dos columnas de opinión que tratan sobre la posible simplificación del lenguaje, y por tanto del pensamiento, proveniente del vértigo de la comunicación en las redes sociales... emoticonos, abreviaturas, limitación de caracteres. Propuesta de examen sobre el primer texto.

"Las emociones han suplantado a las razones en un mundo de sentimientos peliculeros y prefabricados y lo que es peor, son emociones light, de baja calidad expresiva... El lenguaje, leer y escribir con un estilo único y propio... nos hace libres y  constituye el mayor aprendizaje... Los emoticonos... son una maquinaria de simplificación verbal, y por tanto mental" (Vela Zanetti)

"Parece que el pato, en la lengua, lo pagan las vocales. ¿Y en el pensamiento? ¿De qué modo o por dónde se reduce el pensamiento?"(Millás)



LOS EMOTICONOS

Las emociones han suplantado a las razones en un mundo de sentimientos peliculeros y prefabricados y lo que es peor, son emociones light, de baja calidad expresiva. Con ellos nos adentramos en un estúpido lugar,un bosque chato y uniforme de signos + carácter (eso es lo que significa la palabra "emojis" en origen) que amenaza con devolvernos a la infancia, pero no para recuperar la inocencia  y la vivacidad imaginativa, sino para suministrarnos una complaciente realidad homogénea y ¿feliz?  del presente supersónico relatado y hasta enlatado por una en multitud de mensajitos planos. ¿Es para llevarse las manos a la cabeza? Yo creo que si.

El lenguaje, leer y escribir con un estilo único y propio, del tipo que sea, popular, culto, científico, técnico, paranoico, nos hace libres y  constituye el mayor aprendizaje y adelanto en la vida de un niño y en su percepción del mundo. Los emoticonos no son los misteriosos dibujos de la niñez, ni la sofisticada lengua de los adultos. Son una maquinaria de simplificación verbal, y por tanto mental, llena de trampas; una gansada más, ¡vaya! de ese mundo nuestro, -no se si existe la palabra pero soy adicta a los neologismos-, "a-conversacional". He repasado este sistema de idiotización y comunicación y he percibido su fondo no únicamente ñoño, sino hasta vagamente furioso o al menos, en su primitivismo, violento. En el bloque de dibujos que engloba "Ropa" aparece ¡una corona real! . En el  que representa la "Amistad sincera y el amor" hay un emoticono que es ¡un anillo de pedida con un solitario diamante!. Algo que ninguna mujer puede perderse. En el apartado de "Caritas" se incluyen dos manos alzadas de dedos abiertos de los que salen chispas azules: ¿es que la Cienciología ha inundado también este alfabeto blanco? En la sección de "Animales", la verdad, me sobra tanto gato y echo de menos a los unicornios, el ave fénix y los lémures; mientras que en el dedicado a la "Alimentación" hay explosión de golosinas y no distingo ni angulas, ni chorizos; eso sí, hay una copita de dry Martini, imprescindible para una cita caliente. Y lo peor de todo, en la sección de "Transportes" no encuentro el funambulismo. Vamos  hacia la catástrofe, os lo juro.

(Fuente: elmundo.es, 06-11-2015)

  VOCALES

Twitter es el territorio de las palabras rotas. De este modo ocupan menos espacio y se rentabilizan mejor los 140 caracteres. Pero una palabra rota es una palabra rota. Imaginemos una casa en la que, para ahorrar espacio, la vajilla estuviera compuesta de medios platos y de medias cucharas y de medios tenedores. De media nevera también y de media estufa y de medio cepillo de dientes o de la mitad de la cama. Una casa con la mitad del retrete y la mitad del bidé y la mitad de la pastilla de jabón. Toda la casa rota, con un 30% de microondas y un 40% de sofá y un 10% de ventanas. Y, en esa casa, una familia en la que al padre le faltaran las piernas, a la madre los brazos y a los niños la nariz y los labios. Todo muy económico. Si entráramos en ella, reconoceríamos un hogar, sin duda, y distinguiríamos a los padres de los hijos del mismo modo que traducimos QTL por Qué tal, QT1BD por Que tengas un buen día, o TKM por Te quiero mucho. ¿Pero quién viviría allí? Alguien, desde luego, que fuera la mitad de sí mismo. Y no solo la mitad de sí mismo en cuanto al cuerpo, sino también en cuanto a la mente. Un hemipléjico total.

La realidad, quizá por influencia de las palabras, se vuelve hemipléjica. Los contratos de trabajo están rotos igual que los salarios, que funcionan a medio gas. La capacidad de protesta de los trabajadores ha caído en picado, lo mismo que la influencia de los sindicatos en el hemimundo laboral. A un amigo le escribió su médico el siguiente mensaje: ¿Sgs con prblms d prstt? Que, después de mucho estudiar, logró leer como ¿Sigues con problemas de próstata? Parece que el pato, en la lengua, lo pagan las vocales. ¿Y en el pensamiento? ¿De qué modo o por dónde se reduce el pensamiento?

(Fuente: El País, 10-11-2017)

PROPUESTA DE EXAMEN (sobre el primer artículo)

PREGUNTAS:

1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
2ª TEMA. RESUMEN


3ª COMENTARIO CRÍTICO

Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)

2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qé argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan?
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?

4ª EXPLIQUE EL SIGNIFICADO DE LAS EXPRESIONES DESTACADAS (negrita)
5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS


VER OTRA CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS 








'PARA QUIÉN ESCRIBO', de Vicente Aleixandre / 'ESCRIBIR', por Juan José Millás

$
0
0
"... Para todos escribo. Para los que no me leen sobre todo 
escribo. Uno a uno, y la muchedumbre. Y para los 
pechos y para las bocas y para los oídos donde, sin 
oírme, está mi palabra...

Para el que se irguió como torre de indignación, y se 
desplomó sobre el mundo.
Y para las mujeres muertas y para los niños muertos, 
y para los hombres agonizantes..."

"En situaciones extremas, la literatura sale a presión, como por la grieta de una tubería reventada"(Millás)

Vicente Aleixandre

PARA QUIÉN ESCRIBO
¿Para quién escribo?, me preguntaba el cronista, el periodista
o simplemente el curioso.
No escribo para el señor de la estirada chaqueta, ni para su bigote
enfadado, ni siquiera para su alzado índice
admonitorio entre las tristes ondas de música.
Tampoco para el carruaje, ni para su ocultada señora
(entre vidrios, como un rayo frío, el brillo de los
impertinentes).
Escribo acaso para los que no me leen. Esa mujer que
corre por la calle como si fuera a abrir las puertas
a la aurora.
O ese viejo que se aduerme en el banco de esa plaza
chiquita, mientras el sol poniente con amor le toma,
le rodea y le deslíe suavemente en sus luces.
Para todos los que no me leen, los que no se cuidan de
mí, pero de mí se cuidan (aunque me ignoren).
Esa niña que al pasar me mira, compañera de mi
ventura, viviendo en el mundo.
Y esa vieja que sentada a su puerta ha visto vida,
paridora de muchas vidas, y manos cansadas.
Escribo para el enamorado; para el que pasó con su
angustia en los ojos; para el que le oyó; para el que
al pasar no miró; para el que finalmente cayó cuando
preguntó y no le oyeron.
Para todos escribo. Para los que no me leen sobre todo
escribo. Uno a uno, y la muchedumbre. Y para los
pechos y para las bocas y para los oídos donde, sin
oírme, está mi palabra.
II
Pero escribo también para el asesino. Para el que con
los ojos cerrados se arrojó sobre un pecho y comió
muerte y se alimentó, y se levantó enloquecido.
Para el que se irguió como torre de indignación, y se
desplomó sobre el mundo.
Y para las mujeres muertas y para los niños muertos,
y para los hombres agonizantes.
Y para el que sigilosamente abrió las llaves del gas y la
ciudad entera pereció, y amaneció un montón de cadáveres.
Y para la muchacha inocente, con su sonrisa, su corazón,
su tierna medalla, y por allí pasó un ejército de
depredadores.
Y para el ejército de depredadores, que en una galopada final fue a hundirse en las aguas.
Y para esas aguas, para el mar infinito.
Oh, no para el infinito. Para el finito mar, con su limitación
casi humana, como un pecho vivido.
(Un niño ahora entra, un niño se baña, y el mar, el
corazón del mar, está en ese pulso.)
Y para la mirada final, para la limitadísima Mirada Final,
en cuyo seno alguien duerme.
Todos duermen. El asesino y el injusticiado, el regulador
y el naciente, el finado y el húmedo, el seco
de voluntad y el híspido como torre.
Para el amenazador y el amenazado, para el bueno y el
triste, para la voz sin materia
y para toda la materia del mundo.
Para tí, hombre sin deificación que, sin quererlas mirar,
estás leyendo estas letras.
Para tí y todo lo que en ti vive,
yo estoy escribiendo.

(Vicente Aleixandre, "En un vasto dominio", Edición Diario Público, 2010, deHerederos de Vicente Aleixandre, 1962 )

ESCRIBIR
"13.15. Todos los tripulantes de los compartimientos sexto, séptimo y octavo pasaron al noveno. Hay 23 personas aquí. Tomamos esta decisión como consecuencia del accidente. Ninguno de nosotros puede subir a la superficie. Escribo a ciegas". Estas palabras, escritas por un oficial del Kursk en un pedazo de papel, tienen la turbadora exactitud que pedimos a un texto literario. El autor está rodeado de bocas que exhalan un pánico que ni siquiera nombra. Él mismo debe de encontrarse al borde de la desesperación, pero no tiene tiempo ni papel para recrearse en la suerte. Ha de hacer, pues, una selección rigurosa de los materiales narrativos, y el resultado es esa obra maestra en la que, sin embargo, sólo cuenta aquello a lo que se puede asignar un número: la hora y la cantidad de hombres. En situaciones extremas, la literatura sale a presión, como por la grieta de una tubería reventada. El documento del oficial del Kursk es bueno porque es necesario. Mientras la muerte trepaba por sus piernas, ese hombre se entregó con fría vehemencia a la literatura. Y de qué modo.Naturalmente, lo que no dice ocupa más de lo que dice, pero lo ausente ha de aportarlo el lector, que es tan responsable de lo que lee como el escritor de lo que escribe. Sería absurdo comenzar una novela afirmando de un frutero que es bípedo. El lector tiene la obligación de saber que los fruteros son bípedos y que están dotados de cuatro extremidades con cinco dedos en cada una de ellas. Sin estos sobreentendidos primordiales, la escritura resultaría imposible.
Lo curioso es que un billete con cuatro líneas aparecido en el bolsillo de un cadáver responda de súbito a la vieja pregunta de para qué sirve la literatura. Sirve para contarlo. Todos aquellos que aspiran a escribir deberían recitar el texto del Kursk como una oración. Ser escritor, al menos cierto tipo de escritor, significa vivir rodeado de pánico percibiendo a tu alrededor bultos que pasan de un compartimiento a otro con los calcetines mojados. Y tú eres uno de esos bultos: aquel que, por encima o por debajo del miedo, está poseído por la necesidad de contarlo, aunque las posibilidades de que alguien lo lea sean muy escasas. Escribo a ciegas.
(Fuente: El País, 03-11-2017)
TAMBIÉN DE VICENTE ALEIXANDRE EN ESTE SITIO:
("Allí cada uno puede mirarse y puede alegrarse y puede reconocerse... Baja, baja despacio y búscate entre los otros. Allí están todos, y tú entre ellos. Oh, desnúdate y fúndete, y reconócete...")
("Yérguete y mira la raya azul del increíble crepúsculo, la raya de la esperanza en el límite de la tierra. Y con grandes pasos seguros, enderézate, y allí apoyado, confiado, solo, échate a andar...")


("... Yo os vi agitar los brazos. Un viento huracanado movió vuestros vestidos iluminados por el poniente trágico. Vi vuestra cabellera alzarse traspasada de luces, 
y desde lo alto de una roca instantánea 
presencié vuestro cuerpo hendir los aires 
y caer espumante en los senos del agua...")


'ALEIXANDRE', por Antonio Lucas / 'UNIDAD EN ELLA', de Vicente Aleixandre


("Provoca una colisión extraordinaria el leer un puñado de poemas de Vicente Aleixandre y pasar luego al periódico... Son dos Españas las que están ahí también representadas. Dos mundos contrarios. El de las luminosas landas del idioma y aquel otro donde flotan con todas las sospechas ciertos políticos de cilindrada trilera entrando y saliendo de los juzgados... No han leído un libro en la puta vida. No saben de Aleixandre. Y se les nota")

(... Porque el docto profesor que no entiende / sonríe cordialmente por las mañanas, / golpea a la tarde con gozo sobre los omóplatos, / y por la noche, vestido con sus más delicadas jerarquías, sabe decir con finura: "Oh, no, todos somos iguales...".)






'DIVERSIDAD', por Juan J. Millás / 'BUENAS NOCHES Y BUENA SUERTE' (discurso final)

$
0
0
Dos buenos "textos" para trabajar con nuestros alumnos eso que llaman "medios de comunicación", ahí está la televisión"
"Todas las cadenas son la Cadena y todos los programas son el Programa. Monoteísmo en vena. No hay escapatoria, no hay marcha atrás. Hemos caído en una red tejida con los hilos de acero del pensamiento estándar, donde ya no se concibe otro gusto que el establecido"(J.J.Millás)

"Pero a menos que nos liberemos de nuestros excesos, y reconozcamos que la televisión es principalmente usada para distraernos, desviarnos, entretenernos y aislarnos..." (Edward Murrow, 'Buenas noches y buena suerte')


DIVERSIDAD

La estandarización, en algunos sectores, se produce cuando todos se quieren parecer al que tiene éxito. La mayoría de los programas de televisión, por ejemplo, se podrían emitir, indistintamente, en cualquier cadena. No son marca de la casa, sino mera repetición agónica de lo preexistente. Significa que las emisoras se reconocen únicamente por su logo, que viene a ser como si las novelas solo se diferenciaran por su título. En la lucha por imitar el producto de éxito de la competencia, la programación deviene en una masa informe entre cuyos pliegues resulta difícil encontrar algo insólito. A mayor cantidad de canales, menos diversidad. De ahí la experiencia, conocida por todos, de esa tarde de sábado en la que se recurre a la tele para evitar el suicidio y, tras recorrer todas las emisoras sin hallar nada de interés, ni siquiera le quedan a uno fuerzas para volarse la cabeza. De hecho ya se la ha volado al dispararse en la sien con el mando a distancia.
El apelmazamiento. Todo se apelmaza. La globalización, que homologa cuanto toca, hace imposible el alumbramiento de una idea extraordinaria. La originalidad produce miedo económico. ¿Y si no funciona? El apelmazamiento proporciona beneficios innumerables al sistema, pues crea gente apelmazada. Los españoles consumimos cuatro horas diarias de tele, lo que supone un lavado de cerebro colectivo que ni en Corea del Norte, aunque con vaselina. No importa la cadena que veas ni el programa que selecciones. Todas las cadenas son la Cadena y todos los programas son el Programa. Monoteísmo en vena. No hay escapatoria, no hay marcha atrás. Hemos caído en una red tejida con los hilos de acero del pensamiento estándar, donde ya no se concibe otro gusto que el establecido.
(Fuente: El País, 15-09-2017)








'LA UTOPÍA DE LAS BIBLIOTECAS IDEALES', por Jordi Llovet / 'PREFACIO DE CRONWELL', de Víctor Hugo

$
0
0
"... las listas de una “biblioteca ideal” pecan siempre de alguna arbitrariedad y suelen tener un valor epocal... quizá deberíamos suponer que, para el lector común de nuestros días, no exista mejor biblioteca ideal que aquella que él ha leído con placer"

"El autor pleitea, por el contrario, por conseguir la libertad del arte contra el despotismo de los sistemas, de los códigos y de las reglas. Tiene por costumbre seguir a la ventura el asunto que escoge por inspiración y cambiar de molde cada vez que cambia de composición; huye sobre todo del dogmatismo en las artes"(Víctor Hugo)





LA UTOPÍA DE LAS BIBLIOTECAS IDEALES


Preguntarse hoy por una “biblioteca ideal” resulta casi una utopía, además de un anacronismo: este es el daño que le ha hecho a la producción literaria la mercadotecnia y la falta de un conocimiento consolidado por parte del lector común en materia de literatura.

Es posible que en la Grecia del siglo V existiera algo así como una “biblioteca ideal”, como lo atestigua la colección, perdida en buena parte pero documentada, de la biblioteca de Alejandría. Salvo en casos de pérdida irremisible de muchas obras de la antigüedad, aquella biblioteca helenística debió de poseer lo que la tradición había llegado a considerar la gran literatura en lengua griega. Sucedió lo mismo en Roma, cuyos “rollos” de escritura, aun cuando fuesen de una calidad literaria menos homogénea que la griega, demostrarían que los rétores, los gramáticos y los filósofos tuvieron claro qué era lo que podía considerarse ideal —de acuerdo con baremos religiosos, estéticos, políticos y didácticos—, y qué debía ser considerado non classicus, es decir, de poca categoría.

También en la Edad Media resultaron vigentes varios criterios, además del que concibió el de Aquino, tan aristotélico —ad pulchritudinem tria requirintur: integritas, consonantia, claritas—, para considerar qué era lo bueno, o lo ideal, y qué lo secundario, gracias a la autoridad de la compleja red de valores propia de los largos siglos tardorromanos, y luego neolatinos, basada primero en la teología cristiana, y luego en el no menos poderoso código —a partir del siglo XII—, de la sociedad caballeresca y feudal. La producción de literatura era entonces tan escasa, y se encontraba tan anclada en modelos que, directa o indirectamente, procedían del dogma cristiano, que era poco concebible la creación de poesía, teatro o épica contraria a una ideología y unos mitos que, como la realeza, se hallaban por fuerza impregnados de símbolos y argumentos predeterminados e ineludibles. Las bibliotecas medievales —dejando a un lado los clásicos conservados por las órdenes monásticas y las casas nobles— fueron casi siempre representaciones de un mundo simbólico en el que tenían un papel muy poco significativo las muestras “heréticas”, paganas o no canónicas, de expresión literaria.

Solo a partir del humanismo, o a partir de fenómenos como la invención de la imprenta, el redescubrimiento de la grandeza de las literaturas griega y latina, la consolidación de las lenguas vulgares, la labor de los traductores o el contacto frecuente entre hombres de letras de países muy diversos, solo entonces, y de un modo progresivo, la literatura proliferó de un modo extraordinario; y los marcos conceptuales, o los “campos” de lo literario se volvieron tan distintos, que surgió por vez primera, en nuestra civilización escrita, una enorme disparidad de criterios, de géneros literarios, de asuntos y de públicos lectores u oidores de lo que empezó a constituirse, con mucha entidad y cada vez mayor autonomía, el ámbito universal de lo literario.

A partir de los primeros siglos modernos, el panorama literario presentó tal variedad de formas, de recursos y de regulación estética, que ya entonces podría haberse iniciado la disputa —tan poderosa durante el siglo XVIII— acerca de lo clásico y lo moderno, lo bueno y lo malo, lo ideal y lo rechazable. Cada vez más, escribir se convirtió en un trabajo independiente de nuestra herencia clásica, y los libros, cuando ya eran propiamente los códices asequibles que seguimos usando, respondieron a criterios desgajados de todo dogmatismo, proclives a satisfacer gustos distintos, amigos de la novedad y la singularidad. No cabe duda de que los clásicos grecolatinos, o la propia Biblia, siguieron aquilatando una gran parte de las literaturas modernas y contemporáneas —véase Moby Dick, de Melville, por ejemplo, e incluso Ulysses, de Joyce—, pero esta influencia, en el seno de producciones enteramente libres, pasó a convertirse en solo una referencia de autoridad, un vestigio agradecido del acervo antiguo.

Más varió aún el panorama cuando, en la época posterior a la Ilustración, las literaturas conocieron un despliegue de una osadía fabulosa —así las literaturas del Romanticismo—, los índices de alfabetización se multiplicaron de manera exponencial, y la lectura se convirtió en un hábito cada vez más extendido, más “democrático” y menos sujeto a cualquier forma de mitología colectiva o de dogmatismo teológico. Si todavía en los siglos renacentistas o en el Grand Sièclefrancés se pudo hablar de una “biblioteca ideal” o de lo que podía ser idealmente la “buena literatura”, parece claro que, entre el siglo XIX y nuestros días, la literatura rebosó por completo los márgenes de la tradición y lo “canónico”; de modo que actualmente no hay casi ninguna instancia que pueda arrogarse el derecho a establecer el listado de lo que llamaríamos “la biblioteca ideal”.

Harold Bloom presentó uno, muy famoso, en su libro El canon occidental, en el que, sin disimulo alguno, privilegiaba a la literatura inglesa, y a Shakespeare en especial, con la más absoluta tranquilidad. Una tarea así resulta siempre inútil, por cuanto existen, en nuestro continente, muchos autores y libros hoy poco leídos, pero de gran categoría, que durante un tiempo ascendieron al canon literario o cayeron de él por razones que suelen ser circunstanciales, ideológicas o partidistas. No hay más que ver la lista de los autores premiados con el Nobel de literatura para darse cuenta de que muchos de ellos subieron al Parnaso del canon literario —como pasó con el parnaso cervantino— para caer de él al cabo de pocos decenios, si no años: véase el caso de nuestros Echegaray y Benavente, o los casos de R.C Eucken (Alemania), W. Reymond (Polonia), o E.A. Karlfeldt (Suecia).

La undécima edición de The Encyclopaedia Britannica (1911, con dos volúmenes complementarios de 1920), en opinión de Borges la mejor edición de cuantas se han estampado de esta enciclopedia ejemplar, apenas sabía en esa fecha quiénes eran Flaubert, Melville o Hölderlin, pero dedicaba a Alfred Lord Tennyson, un poeta de autoridad muy relativa, doce columnas.

Basten estos ejemplos para comprender que las listas de una “biblioteca ideal” pecan siempre de alguna arbitrariedad y suelen tener un valor epocal, refigurado con el paso de los años gracias al número de ediciones y de lectores que puede llegar a poseer un libro, por la entronización de determinados autores a cargo de la academia o de colectivos fanáticos, o por el reconocimiento tardío de ciertos valores que han pasado siglos en el desván del olvido.


La academia, y con ella los programas de enseñanza de la literatura en escuelas y universidades, serían desde hace tiempo la única garantía de conservación de un criterio estético en relación con el mercado y la difusión de productos literarios.Invisible e ineficaz, cada vez más, la autoridad de esas instancias, lo que corresponde es suponer que cada lector posee hoy su biblioteca de excelencias. Así lo apreciaba ya Paul Valéry en una entrada de sus Cahiers, bajo el epígrafe “Obras maestras”: “No es nunca el autor quien hace una obra maestra. La obra maestra se debe a los lectores, a la calidad del lector. Lector ceñido, con finura, con parsimonia, con tiempo y una ingenuidad armada [...] Solo él puede conseguir la obra maestra, exigir la particularidad, el cuidado, los efectos inagotables, el rigor, la elegancia, la perdurabilidad, la relectura de un libro”. Valéry se refería a lectores muy capaces, como él mismo, pero es posible que, en estos momentos, ni siquiera existan esos finos lectores en términos generales. Por consiguiente, quizá deberíamos suponer que, para el lector común de nuestros días, no exista mejor biblioteca ideal que aquella que él ha leído con placer y que, en el mejor de los casos, en un gesto nuevamente benedictino, conservará en su biblioteca hasta la muerte.

(Fuente: babelia.com)

PREFACIO DE CRONWELL

A MI PADRE
V. H.
El drama que damos a luz no lleva en sí nada que lo recomiende a la atención y a la benevolencia del público; no tiene, para atraer sobre él el interés de los hombres, políticos, la ventaja del veto de la censura administrativa, ni para inspirar simpatía literaria a los hombres de buen gusto, el honor de que lo haya rechazado oficialmente el infalible comité de la lectura. Se presenta ante el público solo, pobre y desnudo, como el enfermo del Evangelio, solus pauper nudus.
Después de titubear mucho tiempo, el autor del drama se decidió a recargarle con notas y con prólogos, y ambas cosas son ordinariamente indiferentes para los lectores. Éstos se enteran más del talento del escritor que de su modo de ver, y sea la obra mala o buena, no les importa sobre qué ideas se asienta ni en qué capacidad ha germinado. Nadie visita los sótanos de un edificio después que ha recorrido las salas, y el que come la fruta del árbol no se acuerda de sus raíces.
Por otra parte, las notas y los prefacios son algunas veces un medio cómodo de aumentar el peso de un libro y de aumentar, al menos en la apariencia, la importancia de un trabajo; táctica es ésta semejante a la de los generales que, para que sea más imponente su frente de batalla, ponen en línea hasta los bagajes. Después, mientras que los críticos se encarnizan con el prefacio y los eruditos con las notas, puede suceder que hasta la misma obra se le escape y pase intacta a través de los fuegos cruzados, como un ejército que se libra de un mal paso, huyendo entre los combatientes de la vanguardia y de la retaguardia.
Estos motivos, aunque son dignos de consideración, no son los que al autor han decidido. No tenía necesidad de hinchar este volumen, que ya de por sí es demasiado grueso. Además, el autor, no sabe por qué, ha notado que sus prólogos, francos e ingenuos, más que le han protegido contra los críticos, le han servido para comprometerle. En vez de servirle de buenos y de fieles escudos, le han jugado la mala pasada que suelen hacer los trajes extraños, esto es, que señalan en la batalla al soldado que los lleva, y que en vez de servirle de defensa, le atraen todos los tiros.
Consideraciones de otro orden han influido también sobre el autor. Cree que, si efectivamente no se visita por placer los sótanos de un edificio, algunas veces se tiene curiosidad de examinar los cimientos; por lo que se entrega otra vez con un prefacio a la cólera de los folletinistas. Che sara, sara. Nunca se ha cuidado gran cosa del éxito de sus obras y no le asustó nunca el qué dirán literario. En la flagrante discusión en que se empeñan en el teatro y en la escuela el público y los académicos, quizá se oiga con algún interés la voz de un solitario aprendiz de la naturaleza y de la verdad que se ha retirado muy joven del mundo literario por amor a las letras y que aporta a él buena fe a falta de buen gusto, convicción a falta de talento y estudios literarios a falta de ciencia.
El autor se limitará a exponer consideraciones generales sobre el arte, sin la idea de querer construir una fortaleza para su propia obra y sin pleitear en favor ni en contra de nadie. El ataque y la defensa de su libro es menos importante para él que para cualquier otro; es poco afecto a las luchas personales, pues siempre ofrece espectáculo miserable ver que se alborota el amor propio de los combatientes. Protesta, pues, de antemano contra cualquiera interpretación que se dé a sus ideas y contra cualquiera aplicación que se haga de sus palabras, diciendo como el fabulista español:
Quien haga aplicaciones
con su pan se lo coma.
Debe el autor confesar, sin embargo, que algunos de los principales campeones de las «sanas doctrinas literarias» le han dispensado el honor de arrojarle el guante, a él, casi desconocido, simple e imperceptible espectador de la curiosa pelea que no tiene la fatuidad de querer decidir. En las páginas siguientes se leerán las objeciones que les opone; éstas son su honda y su piedra: los que quieran, que se las arrojen a la cabeza de los Goliats clásicos.
Dicho esto pasemos adelante.
Debemos partir de un hecho. La misma naturaleza de civilización, o para emplear una expresión más exacta aunque más extensa, la misma sociedad no ha ocupado siempre el mundo. El género humano en conjunto ha crecido, se ha desarrollado y ha madurado como nosotros. Desde niño pasó a ser hombre, y nosotros presenciamos ahora su imponente vejez. Antes de la época, que la sociedad moderna llama antigua, existió otra era, que los antiguos llamaban fabulosa, y que sería más exacto llamar primitiva. He aquí, pues, tres edades sucesivas en la civilización, desde su origen hasta nuestros días. Como la poesía se superpone siempre a la sociedad, probaremos a desentrañar, según la forma de ésta, cuál ha debido ser el carácter de aquélla en las tres grandes edades del mundo: los tiempos primitivos, los tiempos antiguos y los tiempos modernos.
En los tiempos primitivos, cuando el hombre se despierta en un mundo que acaba de nacer, la poesía se despierta con él. En presencia de las maravillas que le deslumbran y que le embriagan, su primera palabra es un himno. Está tan cerca aún de Dios, que todas sus meditaciones son himnos y todos sus sueños visiones. En su efusión, canta como respira. Su lira no tiene más que tres cuerdas: Dios, el alma y la creación; pero este triple misterio lo envuelve todo, esa triple idea todo lo abarca. La tierra está todavía casi desierta. Existen en ella familias, pero no pueblos; padres, pero no reyes. Cada raza existe tranquilamente, sin propiedad, sin ley, sin rozamientos y sin guerras. Todo es de cada uno y de todos. La sociedad es una comunidad, y nada molesta al hombre que vegeta en la vida pastoral y nómada por la que empiezan todas las civilizaciones, y que es propicia a las contemplaciones solitarias y a las caprichosas fantasías. Su pensamiento, como su vida, es semejante a la nube que cambia de forma y de camino, según el viento que la arrastra. He aquí el primer hombre, he aquí el primer poeta. Es joven y lírico; su plegaria condensa su religión y la oda es toda su poesía.
La oda de los tiempos primitivos es el Génesis.
Poco a poco la adolescencia del mundo desaparece. Todas las esferas se agrandan; la familia se convierte en tribu y la tribu se convierte en nación. Cada uno de estos grupos de hombres se agrupa alrededor de un centro común y nacen los reinos. El instinto social sucede al instinto nómada. El campo abre paso a la ciudad, la tienda al palacio, el arco al templo. Los jefes de los Estados nacientes son aún pastores, pero pastores de pueblos; su cayado pastoril tiene ya la forma de cetro. Todo se para y se fija. La religión adquiere una forma, los ritos reglamentan la oración y el dogma viene a encuadrarse en el culto. De este modo el sacerdote y el rey se dividen la paternidad del pueblo; de este modo a la comunidad patriarcal sucede la sociedad teocrática.
Entretanto las naciones comienzan a estar demasiado prietas en el globo y se molestan y se magullan; de esto provienen los choques de los imperios y la guerra. Se desbordan las unas sobre las otras, y esto hace necesarios los viajes y las emigraciones de los pueblos. La poesía refleja esos grandes acontecimientos; de las ideas pasa a los sucesos, y canta los siglos, los pueblos y los imperios, y convirtiéndose en épica, da a luz a Homero.
Homero, en efecto, domina a la sociedad antigua. En aquella sociedad todo es sencillo, todo es épico. La poesía es religión, la religión es ley. A la virginidad de la primera edad sucede la castidad de la segunda. Todo lo impregna una especie de gravedad solemne, así en las costumbres domésticas como en las costumbres públicas. Los pueblos sólo han conservado de la vida errante el respeto al extranjero y al viajero. La familia tiene una patria a la que todo se liga; profesa el culto del hogar y el culto de la tumba.
Volvemos a repetir que la expresión de semejante civilización sólo puede ser la epopeya. La epopeya tomará en ella muchas formas, pero jamás perderá su carácter. Píndaro es más sacerdote que patriarcal, más épico que lírico. Si los analistas contemporáneos, necesarios en esa segunda edad del mundo, recogen las tradiciones de aquellos siglos, no pueden conseguir que la cronología se desprenda de la poesía; la historia, para ellos, continúa siendo epopeya. Herodoto es un Homero.
Sobre todo en la tragedia antigua, la epopeya resalta por todas partes. Sube a la escena griega sin perder en cierto modo sus proporciones gigantescas y desmesuradas. Los personajes de sus tragedias son todavía héroes, semidioses y dioses; sus resortes consisten en sueños, en oráculos y en fatalidades; sus cuadros en enumeraciones, en funerales y en combates; los actores declaman lo que cantan los rapsodas. Más aún; cuando la acción completa y todo el espectáculo épico ha pasado en la escena, lo que queda, el coro lo toma. El coro comenta la tragedia, infunde valor a los héroes, hace descripciones, llama a la luz del día, se lamenta, explica el sentido moral de lo que se propone el autor y adula al público que le escucha. El coro es, pues, el caprichoso personaje colocado entre el espectáculo y el espectador, es el poeta completando su epopeya.
El teatro de los antiguos era como su drama, grandioso, pontifical, épico. Podía contener treinta mil espectadores, porque las representaciones se hacían al aire libre, a la luz del sol, y duraban todo el día. Los actores ahuecaban y fingían la voz, se ponían mascarilla y hacían crecer su estatura. Querían ser gigantes como los papeles que desempeñaban. La escena era inmensa, y podían representar a la vez el interior y el exterior de un templo, de un palacio, de un campamento, de una ciudad. En ella se desarrollaban vastos espectáculos: ya representaba a Prometeo sobre la montaña, ya a Antígena buscando desde lo alto de la torre a su hermano Polynice en el ejército enemigo, ya a Evadné arrojándose desde lo alto de una roca a las llamas de la hoguera donde se quema el cuerpo de Capanée (de Eurípides), y un bajel que llega al puerto y que desembarca en la escena cincuenta princesas con su comitiva (de Esquilo). En aquella época la arquitectura y la poesía tienen carácter monumental; la antigüedad no tiene nada tan solemne ni tan majestuoso, y mezcla en el teatro su culto y su historia. Sus primeros comediantes son sacerdotes, y sus juegos escénicos ceremonias religiosas, fiestas nacionales.
Haremos la última observación para marcar bien el carácter épico de aquellos tiempos, que consiste en decir que la tragedia antigua, así por los asuntos que trata como por las formas que adopta, no hace más que repetir la epopeya. Los trágicos antiguos se ocupan en detallar a Homero, conciben las mismas fábulas, las mismas catástrofes y los mismos héroes. Todos se abrevan del río homérico. Siempre se ocupan de la Ilíaday de la Odisea. Como Aquiles, que arrastra a Héctor, la tragedia griega da vueltas alrededor de Troya. Poco a poco la edad de la epopeya llega a su fin. Así como la sociedad que ella representa, la poesía se gasta afianzándose sobre sí misma. Roma se calca sobre la Grecia y Virgilio copia a Homero, y para morir dignamente la poesía épica expira de su último parto.
Había sonado su hora. Iba a empezar una nueva era para el mundo y para la poesía.
La religión espiritualista, que suplanta al paganismo material y exterior, deslizándose en el corazón de la sociedad antigua, la mata, y en el cadáver de una civilización decrépita deposita el germen de la civilización moderna. Esta religión es completa, porque es verdadera; entre el dogma y el culto sella profundamente la moral. Desde luego, como primeras verdades, enseña al hombre que existen dos vidas, una pasajera y otra inmortal, una en la tierra y otra en el cielo. Enseña al hombre que es doble, como su destino; que se encierran en él un animal y una inteligencia, un alma y un cuerpo; que él es el punto de intersección, el anillo común de dos cadenas de seres que abarcan la creación, desde la serie de seres materiales hasta la serie de seres incorporales, cuya primera serie empieza en la piedra y llega hasta el hombre, y cuya segunda serie, partiendo del hombre, acaba en Dios. Quizá comprendieron una parte de esas virtudes algunos sabios de la antigüedad, pero desde el Evangelio data su plena y luminosa revelación. Las escuelas paganas caminaban a tientas en la oscuridad de la noche, asiéndose de las mentiras como de las verdades en el camino que seguían a la ventura. Algunos de dichos filósofos lanzaban a veces sobre los objetos débiles claridades, que sólo los iluminaban por una parte y sólo servían para oscurecer más la otra. De esto provinieron los fantasmas que creó la filosofía antigua. Sólo era capaz la sabiduría divina de sustituir por una claridad igual y vasta las iluminaciones vacilantes de la sabiduría humana. Pitágoras, Epicuro, Sócrates y Platón son antorchas, pero Jesucristo es la luz del día.
Por otra parte, nada hay tan material como la teogonía antigua. Lejos de pensar, como el cristianismo, en separar el espíritu del cuerpo, da forma y fisonomía a todo, hasta las esencias y las inteligencias. Todo en ella es visible, palpable y carnal. Sus dioses necesitan que una nube los oculte a los ojos humanos. Beben, comen y duermen: puede herírseles y su sangre se derrama; puede estropeárseles y cojean eternamente. Esa religión tiene dioses y semidioses. Su rayo se forja en una fragua, en la que se hace entrar, entre otros ingredientes, tres imbris forti radios. Su Júpiter suspende el mundo de una cadena de oro; su sol sube en un carro tirado por cuatro caballos; su infierno es un precipicio que su geografía pone en la boca en el globo; su cielo es una montaña.
De este modo el paganismo, que petrifica todas sus creaciones formadas de la misma arcilla, empequeñece la divinidad y engrandece al hombre. Los héroes de Romero tienen tanta talla como sus dioses. Ajax desafía a Júpiter, Aquiles vale tanto como Marte. Acabamos de ver cómo el cristianismo, por el contrario, separa profundamente el espíritu de la materia, estableciendo un abismo, entre el alma y el cuerpo y otro abismo entre el hombre y Dios.
En dicha época, para no omitir ningún rasgo del bosquejo que estamos trazando, debemos notar que con el cristianismo y por su influencia se introdujo en el espíritu de los pueblos un sentimiento nuevo, desconocido de los antiguos y singularmente desarrollado en los modernos; un sentimiento que es más que la gravedad y menos que la tristeza: la melancolía. El corazón del hombre, entorpecido hasta entonces por los cultos jerárquicos y sacerdotales, no tenía por qué despertar y encontrar en él el germen de una facultad inesperada al sentir el soplo de una religión humana, porque es divina; de una religión que convierte la plegaria del pobre en riqueza del rico; de una religión de igualdad, de libertad y de caridad. ¿Podía dejar de ver las cosas bajo nuevo aspecto desde que el Evangelio le hizo ver que existe el alma al través de los sentidos y la eternidad detrás de la vida?
Por otra parte, en aquel momento el mundo sufrió tan profunda revolución que revolucionó a los espíritus. Hasta entonces las catástrofes de los imperios raras veces llegaban hasta el corazón de las poblaciones; sólo las sufrían los reyes que caían y las majestades que pasaban. El rayo sólo estallaba en las altas regiones, y los acontecimientos se desarrollaban con toda la solemnidad de la epopeya: en la sociedad antigua, el individuo estaba colocado tan bajo, que para que le hirieran los trastornos necesitaba que la adversidad descendiese hasta su familia; de tal modo que él no conocía el infortunio, fuera de los dolores domésticos. Raras veces las desgracias generales del Estado desarreglaban su vida. Pero en cuanto se estableció la sociedad cristiana, trastornó el antiguo continente, removiéndolo hasta sus raíces. Los acontecimientos, encargados de destruir la antigua Europa y de reedificar la nueva, se chocaban, se precipitaban sin tregua y se arrojaban las naciones atropelladamente, unas hacia la luz y otras hacia la oscuridad. Moviose tal estrépito en la tierra, que fue imposible que algo del tumulto universal no llegara hasta el corazón de los pueblos. Aquello, más que un eco, fue un contragolpe. El hombre, replegándose en sí mismo al presenciar tan enormes vicisitudes, comenzó a compadecer a la humanidad y a comprender las amargas irrisiones de la vida. De este sentimiento, que condujo a la desesperación a Catón el pagano, el cristianismo hizo nacer la melancolía.
Al mismo tiempo nació el espíritu de examen y de curiosidad, porque las grandes catástrofes eran al mismo tiempo grandes espectáculos de dolorosas peripecias. Entonces fue cuando el Norte se lanzó sobre el Mediodía, el universo romano cambió de forma y se experimentaron las últimas convulsiones de un mundo que agonizaba. Desde que murió ese mundo, bandadas de retóricos, de gramáticos y de sofistas abatieron su vuelo como mosquitos sobre el inmenso cadáver, y se les vio pulular, y se les oyó zumbar en aquel foco de putrefacción. Acudieron a examinar, a comentar y a discutir. Cada miembro, cada músculo, cada fibra del cuerpo yacente fue examinado en todos los sentidos. Debieron sentir verdadera alegría los anatomistas del pensamiento, de poder desde sus primeros ensayos hacer experimentos en gran escala y de tener por objeto disecar una sociedad muerta.
De este modo vemos apuntar a la vez, y dándose la mano, al genio de la melancolía y de la meditación y al demonio del análisis y de la controversia. Al uno de los extremos de esta era de transición está Longino y al otro San Agustín. No hay que despreciar dicha época, que encerraba en gérmenes todo lo que después ha dado frutos; no hay que despreciar ese tiempo, en el que los escritores han abonado la tierra para que produjera la cosecha mucho más tarde. La Edad Media está injertada en el Bajo Imperio.
Estableciendo la nueva religión una sociedad nueva, veremos también crecer sobre esta doble base una poesía nueva. Hasta entonces, obrando en esto como el politeísmo y la filosofía antigua, la musa puramente épica de los antiguos sólo había estudiado la naturaleza por una sola cara, rechazando sin compasión de los dominios del arte todo lo que en el mundo, sometido a su imitación, no se relacionase con cierto tipo de lo bello. Tipo que desde luego fue magnífico, pero que le sucedió lo que le sucede a todo lo que es sistemático; en sus últimos tiempos degeneró en falso, mezquino y convencional. El cristianismo dirigió la poesía hacia la verdad. Como él, la musa moderna lo verá todo desde un punto de vista más elevado y más vasto; comprenderá que todo en la creación no es humanamente bello, que lo feo existe a su lado, que lo deforme está cerca de lo gracioso, que lo grotesco es el reverso de lo sublime, que el mal se confunde con el bien y la sombra con la luz. La musa moderna preguntará si la razón limitada y relativa del artista debe sobreponerse a la razón infinita y absoluta del creador; si el hombre debe rectificar a Dios; si la naturaleza mutilada será por eso más bella; si el arte tiene el derecho de quitar el forro, si esta expresión se nos permite, al hombre, a la vida y a la creación; si el ser andará mejor quitándole algún músculo o el resorte; en una palabra, si ser incompletos es la manera de ser armoniosos. Entonces fue cuando, fijándose en los acontecimientos, a la vez risibles y formidables, y por la influencia del espíritu de melancolía cristiana y de crítica filosófica que acabamos de notar, la poesía dio un gran paso, un paso decisivo, un paso que, semejante a la sacudida que produce un terremoto, cambiará la faz del mundo intelectual. Obrará como la naturaleza, mezclará en sus creaciones, pero sin confundirlas, la sombra y la luz, lo grotesco y lo sublime, el cuerpo y el alma, la bestia y el espíritu; porque el punto de partida de la religión debe ser el punto de partida de la poesía.
He aquí, pues, un principio extraño a la antigüedad, un tipo nuevo introducido en la poesía, y con la condición de estar en el ser modificado el ser todo entero; he aquí una forma nueva desarrollada en el arte. Este tipo es lo grotesco; esta forma es la comedia.
Séanos permitido insistir, ya que acabamos de indicar el rasgo característico, sobre la diferencia fundamental que separa, según nuestra opinión, el arte moderno del arte antiguo, la forma actual de la forma muerta, o, para servirnos de palabras más vagas, pero más admitidas, la literatura romántica de la literatura clásica.
Nuestros contrarios, al oír esto, contestan que hace ya tiempo que nos veían venir y que van a anonadarnos con nuestros propios argumentos, diciéndonos lo siguiente: -¿Queréis que lo feo sea un tipo digno de imitarse y lo grotesco un elemento de arte? Tenéis mal gusto literario. El arte debe rectificar a la naturaleza, debe ennoblecerla, debe saber elegir. Los antiguos no se han ocupado jamás de lo feo ni de lo grotesco, no han confundido jamás la comedia con la tragedia. Estudiad a Aristóteles, a Boileau y a La Harpe. -¡Eso es verdad!
Sin duda son sólidos dichos argumentos, y sobre todo nuevos. Pero nuestra misión no consiste en refutarlos. No tratamos de edificar un sistema: Dios nos libre de sistemas; sólo hacemos constar un hecho. Somos historiadores y no críticos. Que el hecho agrade o disguste, poco importa, cuando el hecho existe. Reanudemos, pues, nuestro bosquejo y tratemos de probar que de la fecunda unión del tipo grotesco con el sublime nace el genio moderno, tan complejo, tan variado en sus formas, tan inagotable en sus creaciones, enteramente opuesto en esto a la uniforme sencillez del genio antiguo, y de probar que de este hecho necesario debemos partir para establecer la diferencia radical y real que existe entre las dos literaturas.
No queremos con esto decir que la comedia y lo grotesco fueran desconocidos absolutamente de los antiguos; esto sería por otra parte imposible, porque nada crece sin raíces; la segunda época siempre existe en germen en la primera. Desde la Ilíada, Thersites y Vulcano representan la comedia, el primero entre los hombres y el segundo entre los dioses. Tiene demasiada naturalidad y originalidad la tragedia griega para que algunas veces no intervenga en ella la comedia. Por ejemplo, y para no citar más que lo que recordemos de memoria, la escena de Menelao con la portera del palacio (Elena, acto I); la escena del músico griego (Oreste, acto IV); los tritones, los sátiros y los cíclopes son grotescos; las sirenas, las furias, las harpías son grotescas; Polifemo es un grotesco terrible y Sileno es un grotesco bufón.
Pero en todos esos ejemplos y en otros muchos se conoce que el arte estaba aún en su infancia. La epopeya, que en aquella época imprimía su forma a todo, pesaba sobre ella y la ahogaba. El grotesco antiguo es tímido y procura siempre esconderse. Se ve que no está en su terreno, porque aquélla no es su naturaleza, y se oculta todo lo que puede. Los sátiros, los tritones y las sirenas casi no son deformes; las parcas y las harpías son más vergonzosas por sus atributos que por sus caras; las furias son hasta hermosas, y por eso se las llama euménides, esto es, tiernas y bienhechoras. Tiende la mitología un velo de grandeza y de divinidad sobre lo grotesco. Polifemo es un gigante, Midas es un rey y Sileno es un dios.
De este modo la comedia pasa casi desapercibida en el gran conjunto épico de la antigüedad. Al lado de los carros olímpicos, ¿qué significa la carreta de Thespis? Comparados con los colosos homéricos, Esquilo, Sófocles y Eurípides, ¿qué significan Aristófanes y Plauto? Homero los eclipsa a todos; como Hércules se llevó a los pigmeos, él se los lleva ocultos bajo su piel de león.
En el pensamiento de los modernos, por el contrario, lo grotesco desempeña un papel importantísimo. Se mezcla en todo; por una parte crea lo deforme y lo horrible, y por otra lo cómico y lo jocoso. Atrae alrededor de la religión mil supersticiones originales y alrededor de la poesía mil imaginaciones pintorescas. Siembra a manos llenas en el aire, en el agua, en la tierra y en el fuego esas miríadas de seres intermediarios que encontramos vivos en las tradiciones populares de la Edad Media; hace girar en la oscuridad el circulo espantoso del Sábado; pone cuernos a Satanás, pies de macho cabrío y alas de murciélago; es él el que ya arroja en el infierno cristiano las espantosas figuras que evocarán más tarde el genio áspero de Dante y de Milton, o ya le puebla de formas ridículas, en medio de las que servirá de diversión Callot, el Miguel Ángel burlesco. Lo grotesco, si del mundo ideal se pasa al real, desarrolla en él inagotables parodias de la humanidad. Son creaciones de su fantasía los Scaramuches, los Crispines y los Arlequines, siluetas de hombres que hacen muecas, tipos enteramente desconocidos de la grave antigüedad, y que sin embargo, todos han nacido en la clásica Italia. Es él, en fin, el que, coloreando el mismo drama, al mismo tiempo con la imaginación del Mediodía y con la imaginación del Norte, hace brincar a Sganarelle alrededor de Don Juan y arrastrarse a Mefistófeles alrededor de Fausto.
La poesía antigua, viéndose obligada a dar compañeras al cojo Vulcano, trató de disfrazar su deformidad, dándole en cierto modo proporciones colosales. El genio moderno conserva ese tipo de herreros sobrenaturales, pero le imprime bruscamente un carácter opuesto que les hace más chocantes; cambia los gigantes en enanos y convierte a los cíclopes en gnomos. Con la misma originalidad que a la hidra de Lerna, la substituye por los dragones locales de nuestras leyendas. Todas estas creaciones sacan de su propia naturaleza el acento enérgico y profundo, ante el que parece que haya querido retroceder muchas veces la antigüedad.
Las euménides griegas son mucho menos horribles, y por consecuencia menos verdaderas, que las brujas de Macbeth; Plutón no es tan infernal como el diablo.
Tenemos la convicción de que podría escribirse un libro que ofreciese mucha novedad sobre el empleo del grotesco en las artes. Podrían probarse en él los grandes efectos que los modernos han sacado de ese tipo fecundo, sobre el que una crítica mezquina se encarniza en la actualidad. Quizá nosotros mismos, por el asunto que tratamos, nos veamos obligados a señalar de paso alguno de sus rasgos. Diremos ahora solamente que, como objetivo cerca de lo sublime, como medio de contraste, lo grotesco es el más rico manantial que la naturaleza ha abierto al arte. Rubens sin duda lo comprendió así, porque le complacía en el desarrollo de las pompas reales, en sus coronamientos y en sus brillantes ceremonias mezclar la repugnante figura de algún bufón. La belleza universal, que la antigüedad difundía por todas partes solemnemente, era algo monótona; cuando una misma impresión se repite sin cesar, a la larga fatiga. Lo sublime sobre lo sublime con dificultad produce un contraste, y necesitamos descansar hasta de lo bello. Parece, por el contrario, que lo grotesco sea un momento de pausa, un término de comparación, un punto de partida, desde el que nos elevamos hacia lo bello con percepción más fresca y más deseada. La salamandra hace resaltar la ondina, y el gnomo embellece al silfo. Podemos decir con exactitud que el contacto de lo deforme ha dotado a lo sublime moderno de algo más puro, de algo más grande que lo bello antiguo, y debe ser así. Cuando el arte es consecuente consigo mismo, conduce con más seguridad cada cosa a su fin. Si el Elíseo homérico está muy lejos de ofrecer el encanto etéreo y la angélica suavidad del paraíso de Milton, es porque bajo del Edén existe un infierno mucho más horrible que el tártaro pagano. Ni Francesca de Rímini ni Beatriz serían tan deslumbradoras en un poeta que no se encerrara en la torre del Hambre, obligándonos a presenciar la repugnante comida del conde Ugolino. Dante no tendría tanta gracia si no tuviera tanta fuerza. Las náyades carnosas, los robustos tritones y los céfiros libertinos carecen de la fluidez diáfana de nuestras ondinas y de nuestras sílfides, y es porque la imaginación moderna, que hace vagar por nuestros cementerios a los vampiros, a los ogros, a las almas en pena y a los aparecidos, consigue dar a esos seres fantásticos la forma incorporal y la pura esencia que jamás tuvieron las ninfas paganas. La Venus antigua es hermosa y admirable, mas ¿quién ha infundido en las figuras de Juan Goujon la elegancia esbelta, extraña y aérea? ¿Quién les dio el carácter, hasta entonces desconocido, de vida y de grandiosidad, sino su proximidad a las esculturas rudas y poderosas de la Edad Media?
Si durante el desarrollo necesario de nuestras ideas, que aún pudieran profundizarse más, el hilo de ellas no se ha roto en el espíritu del lector, debe haber comprendido con qué gran potencia lo grotesco, ese germen de la comedia que ha recogido la musa moderna, ha debido crecer y engrandecerse desde que se ha transportado a un terreno más propicio para él que el paganismo y la epopeya. En efecto, en la poesía nueva, mientras que lo sublime representa el alma tal como ella es, purificada por la moral cristiana, lo grotesco representa el papel de la humana estupidez. El primer tipo, desprendido de toda liga impura, estará dotado de todos los encantos, de todas las gracias y de todas las bellezas, y llegará un día en que cree a Julieta, a Desdémona y a Ofelia. El segundo tipo representará todo lo ridículo, todo lo defectuoso y todo lo feo. En esta división de la humanidad y de la creación, a él le corresponderán las pasiones, los vicios y los crímenes; será injurioso, rastrero, glotón, avaro, pérfido, chismoso e hipócrita; será más tarde Yago, Tartufo, Basilio, Poionio, Harpagón, Bartolo, Falstaff, Scapín y Fígaro. Lo bello no tiene más que un tipo, lo feo tiene mil. Es porque lo bello, humanamente hablando, sólo es la forma considerada en su expresión más simple, en su simetría más absoluta, en su armonía más íntima con nuestra organización; por eso nos ofrece siempre conjunto completo, pero restringido. Lo que llamamos lo feo, por el contrario, es un detalle de un gran conjunto que no podemos abarcar y que se armoniza, no con el hombre, sino con la creación entera; por eso nos presenta sin cesar aspectos nuevos, pero incompletos.
Es un estudio curioso seguir el advenimiento y la marcha de lo grotesco en la era moderna. Al principio es una invasión, una irrupción, un desbordamiento; es un torrente que rompe su dique. Atraviesa al nacer la literatura latina, que muere, prestando sus encantos a Perseo, a Petronio y a Juvenal, y dejando en ella El asno de oro, de Apuleyo. Desde allí se difunde en la imaginación de los pueblos nuevos que rehacen la Europa, y fluye en los cuentistas, en los cronistas y en los romanceros, extendiéndose del Sur al Septentrión. Se mezcla entre las fantasías de las naciones tudescas, y al mismo tiempo vivifica con su soplo los admirables romanceros españoles, que son la verdadera Ilíada de la caballería. Imprime sobre todo su carácter a la maravillosa arquitectura, que en la Edad Media ocupa el sitio de todas las artes. Deja su estigma en la frente de las catedrales, encuadra sus infiernos y sus purgatorios en la ojiva de sus pórticos, haciéndoles llamear en sus vidrios; desarrolla sus monstruos, sus dueñas y sus demonios alrededor de los capiteles, a lo largo de sus frisos y al borde de sus techos. Se instala bajo innumerables formas en la fachada de madera de las casas, en la fachada de piedra de las torres y en la fachada de mármol de los palacios. De las artes pasa a las costumbres, y mientras hace que el público aplauda a los graciosos de la comedia, da a los reyes los bufones. Más tarde, en el siglo de la etiqueta nos enseñará a Scarrón sentado en la cama de Luis XIV. Desde las costumbres penetra también en las leyes, y mil caprichos fabulosos atestiguan su paso por entre las instituciones de la Edad Media. Después de haber penetrado en las artes, en las costumbres y en las leyes, penetra hasta en la Iglesia, y le vemos arreglar en todas las villas católicas alguna de esas ceremonias singulares, alguna de esas procesiones extrañas, en las que la religión sale acompañada de todas las supersticiones, esto es, lo sublime rodeado de lo grotesco. En fin, para pintar de un solo rasgo cómo es lo grotesco en la referida aurora de las letras, para expresar cuánta es su verbosidad, su fuerza y su savia de creación, diremos que arroja de una vez en el campo de la poesía moderna tres Homeros jocosos: Ariosto en Italia, Cervantes en España y Rabelais en Francia.
Creemos inútil hacer resaltar más la influencia de lo grotesco en la tercera civilización. En la época llamada romántica, todo demuestra su alianza íntima y creadora con lo bello.
Debemos decir que en la época en que nos hemos detenido está muy marcado el predominio del grotesco sobre el sublime de las letras; pero eso lo produjo la fiebre de la reacción, el ardor de la novedad, que ya pasó. El tipo de lo bello vuelve a recobrar bien pronto su papel y su derecho, que no consiste en excluir al otro principio, sino en dominarle, y así sucedió. Llegó el tiempo en que lo grotesco se satisfizo en poder contar con uno de los rincones de los cuadros de Murillo y en las páginas sagradas de Pablo Veronés; con mezclarse en los dos admirables Juicios finales, que enorgullecen a las artes; en la escena arrebatadora de horror con que Miguel Ángel enriquecerá al Vaticano, y con las espantosas caídas de hombres que Rubens precipitará desde lo alto de las bóvedas de la Catedral de Anvers. Llegó el momento en que va a establecerse el equilibrio entre los dos principios. Un hombre, un poeta, rey poeta soberano, como Dante llama a Hornero, va a fijar dicho equilibrio. Estos dos genios rivales, que acabo de citar, juntan su doble llama, y de esta llama brota Shakespeare.
He aquí que hemos llegado a la cumbre poética de los tiempos modernos. Shakespeare es el drama, y el drama que funde bajo un mismo soplo lo grotesco y lo sublime, lo terrible y lo jocoso, la tragedia y la comedia; el drama que es el carácter propio de la tercera época de la poesía, de la literatura actual.
Resumiendo con rapidez los hechos que acabamos de observar hasta aquí, veremos que la poesía cuenta tres edades, cada una correspondiente a una época de la sociedad, la oda, la epopeya y el drama. Los tiempos primitivos son líricos, los tiempos antiguos épicos y los tiempos modernos dramáticos. La oda canta la eternidad, la epopeya solemniza la historia y el drama retrata la vida. El carácter de la primera poesía es la ingenuidad, el de la segunda es la sencillez, y el de la tercera es la verdad. Los rapsodas marcan la transición de los poetas líricos a los poetas épicos, y los romanceros la de los poetas épicos a los poetas dramáticos. Los historiadores nacen con la segunda época, los cronistas y los críticos con la tercera. Los personajes de la oda son colosos, como Adán, Caín y Noé; los de la epopeya son gigantes, como Aquiles, Atreo y Orestes; los del drama son hombres, como Hamlet, Macbeth y Otelo. La oda vive de lo ideal, la epopeya de lo grandioso, el drama de lo real. Esta triple poesía mana de estos tres grandes manantiales, la Biblia, Homero, Shakespeare.
Tales son, y nos concretamos a sacar este resultado, las diferentes fisonomías del pensamiento en las diferentes eras del hombre y de la sociedad; sus tres semblantes, de juventud, de virilidad y de vejez. Ya se examine una literatura particular, ya todas las literaturas en masa, llegaremos siempre al mismo resultado: veremos siempre a los poetas líricos antes que a los poetas épicos, y a los poetas épicos antes que a los poetas dramáticos. En Francia, Malesherbes viene antes que Chapelain, Chapelain antes que Corneille; en la antigua Grecia, Orfeo antes que Homero y Homero antes que Esquilo. En el Libro Sagrado, el Génesis antes que los Reyes; los Reyes antes que Job; o para tomar la gran escala que vamos recorriendo, la Biblia antes que la Ilíada y la Ilíada antes que Shakespeare.
La sociedad empieza por cantar lo que sueña, después refiere lo que hace, y al fin describe lo que piensa. Por esto, digámoslo de paso, el drama, que reúne las cualidades más opuestas, puede tener a la vez mucha profundidad y gran relieve, ser filosófico y pintoresco.
Será oportuno añadir aquí que todo en la naturaleza y en la vida pasa por las tres fases: por lo lírico, por lo épico y por lo dramático, porque todo nace, se agita y muere. Si no fuera ridículo confundir las fantásticas ideas de la imaginación con las deducciones severas del raciocinio, podría decir un poeta que la salida del sol, por ejemplo, es un himno, el mediodía una brillante epopeya y la puesta del sol un sombrío drama, en el que luchan el día y la noche, la vida y la muerte. Pero esto es pura fantasía. Concretémonos a los hechos reales que acabamos de resumir, y completémoslos con una observación importante. De ningún modo hemos pretendido designar a las tres épocas de la poesía exclusivo dominio; sólo hemos tratado de fijar su carácter dominante. La Biblia, ese divino monumento lírico, encierra, como acabamos de indicar, una epopeya y un drama en germen en los Reyes y en Job. Se ve en los poemas homéricos todavía un resto de poesía lírica y un principio de poesía dramática. La oda y el drama se cruzan en la epopeya; hay de todo en todos; sólo que en cada uno de esos géneros existe un elemento generador al que se subordinan los demás y que impone al conjunto su carácter propio.
El drama es la poesía completa. La oda y la epopeya sólo lo contienen en germen, pero el drama encierra a la una y a la otra en su desarrollo. El que dijo que los franceses no tienen la cabeza épica fue justo y agudo, pero si hubiera añadido los modernos, su frase espiritual hubiera sido más profunda. Es incontestable, sin embargo, que se ve el genio épico en la prodigiosa tragedia Athalia, que es tan sencilla y tan grandiosamente sublime, que el siglo de Luis XIV no la pudo comprender. Es cierto también que la serie de los dramas-crónicas de Shakespeare presenta un gran aspecto de epopeya, pero la poesía lírica es la que mejor sienta al drama; nunca la estorba, se plega a todos sus caprichos y desarrolla todas sus formas, y tan pronto es sublime, como en Ariel, como es grotesca, como en Calibán. Nuestra época, que sobre todo es dramática, por esta razón es eminentemente lírica, y es que hay siempre cierta relación entre el principio y el fin; la puesta de sol tiene algo de la salida; el viejo vuelve a ser niño, pero la última infancia no se parece a la primera: es tan triste como aquella alegre; lo mismo le sucede a la poesía lírica. Deslumbradora y llena de ilusiones aparece en la aurora de los pueblos, pero reaparece triste, sombría y pensativa en el crepúsculo de la tarde de las naciones. La Biblia, que empieza risueña por el Génesis, termina amenazadora con el Apocalipsis.
Para hacer más comprensibles las ideas que acabamos de aventurar, por medio de una imagen compararemos la poesía lírica primitiva con un lago apacible que refleja las nubes y las estrellas, y a la epopeya con el río que corre, reflejando en sus orillas bosques, campos y ciudades, a arrojarse en el Océano del drama. Como el lago, el drama refleja el cielo como el río refleja las costas, pero él sólo encierra abismos y tempestades.
Al drama, pues, viene a desembocar toda la poesía moderna. El Paraíso perdido fue drama antes de ser epopeya; bajo aquella forma se presentó al principio a la imaginación del poeta y se queda impresa en la memoria del lector; de tal modo resalta el antiguo croquis dramático que imaginó Milton. Cuando Dante terminó su terrible Infierno y le cerró las puertas, no quedándole otro trabajo que el de bautizar su obra, el instinto de su genio le hizo ver que su poema multiforme era emanación del drama y no de la epopeya, y sobre el frontispicio del gigantesco monumento escribió con su pluma de bronce: Divina comedia.
Se ve, pues, que los dos únicos poetas de los tiempos modernos que tienen la talla de Shakespeare tratan de aproximarse a su unidad, concurren con él a dar tinte dramático a toda nuestra poesía, mezclan como él lo grotesco y lo sublime, y lejos de separarse del gran conjunto literario que se apoya sobre Shakespeare, Dante y Milton son los arcos que sostienen el edificio del que ocupa él el pilar central, son los contrafuertes de la bóveda de que Shakespeare es la clave. Permítasenos insistir en algunas ideas ya enunciadas.
Desde el día en que el cristianismo dijo al hombre:
-«Eres un ser doble, compuesto de dos seres, uno perecedero y otro inmortal», desde ese día se ha creado el drama. ¿Es otra cosa, en efecto, el contraste de todos los días, la lucha de todos los instantes entre dos principios opuestos, que están siempre juntos en la vida, y que se disputan al hombre desde la cuna hasta el sepulcro?
La poesía hija del cristianismo, la poesía de nuestro tiempo es el drama; la realidad es su carácter, y la realidad resulta de la combinación de los dos tipos, lo sublime y lo grotesco, que se encuentran en el drama, como se encuentran en la vida y en la creación. La poesía verdadera, la poesía completa consiste en la armonía de los contrarios. Ya es hora de decirlo en alta voz, puesto que, aquí sobre todo, las excepciones confirman la regla; todo lo que existe en la naturaleza está dentro del arte.
Colocándonos en este alto punto de vista para juzgar las mezquinas reglas convencionales, para desbrozar los laberintos escolásticos, para resolver todos los problemas raquíticos, que los críticos de los dos últimos siglos representaron trabajosamente alrededor del arte, debe maravillarnos la prontitud con que se ha resuelto la cuestión del teatro moderno. El drama no tuvo más que dar un paso para romper todos los hilos de tela de araña con los que creyeron atarle las milicias de Liliput mientras estuvo durmiendo.
Así, cuando pedantes aturdidos pretenden que lo deforme, lo feo y lo grotesco no deben ser jamás objeto de imitación para el arte, debe respondérseles que lo grotesco es la comedia, y la comedia forma parte del arte. Para ellos Tartufo no será bello ni Pourceaugnac noble, y Pourceaugnac y Tartufo serán siempre dos pimpollos del arte. Debe objetárseles también que si se les arroja de esa barrera de la segunda línea de aduanas, renuevan la prohibición de aliar lo grotesco con lo sublime, de fundir la comedia en la tragedia, y debe hacérseles comprender que en la poesía de los pueblos cristianos, lo grotesco representa la parte material del hombre y lo sublime el alma. Esos dos tallos del arte, si se impide que mezclen sus ramas, si se les separa sistemáticamente, producirán por todo fruto, uno de ellos la abstracción de vicios y de ridiculeces y el otro la abstracción del crimen, del heroísmo y de la virtud. Los dos tipos, aislados de este modo y entregados a sí mismos, se irán cada uno por su lado, dejando entre ellos la realidad, el uno a su derecha y el otro a su izquierda. Por lo tanto, después de hacer estas abstracciones, quedará por representar lo más importante, al hombre; faltará hacer el drama.
En el drama, tal como se ejecuta, o tal por lo menos como se puede concebir, todo se encadena y se deduce en él como en la realidad: en él representan su papel el cuerpo y el alma, y los hombres y los acontecimientos, puestos en juego por este doble agente, pasan de jocosos a terribles, y alguna vez a ser terribles y bufones a un tiempo. Así un juez dirá: –Condenado a muerte y vamos a comer. Así el Senado romano deliberará sobre el rodaballo de Domiciano. Así Sócrates, bebiendo la cicuta y asegurando que el alma es inmortal y que existe un Dios único, se interrumpirá para recordar que no se olviden de sacrificar un gallo a Esculapio. Así la reina Elisabeth jurará y hablará en latín. Así Richelieu sufrirá la influencia del capuchino José, y Luis XI la de su barbero Olivier. Así Cromwell dirá: –He metido al rey en mi saco y al Parlamento en mi bolsillo, y la misma mano que firma el decreto de muerte de Carlos I pintarrajeará con tinta el rostro de un regicida. Así César en su carro triunfal tendrá miedo de caer. Por que los hombres de genio, por grandes que sean, tienen siempre su lado grotesco que se ríe de su inteligencia; por esa parte tocan con la humanidad y por esa parte son dramáticos. «De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso», decía Napoleón, cuando se convenció de que era un simple mortal, y este relámpago de un alma de fuego que se entreabre ilumina a la vez el arte y la historia; ese grito de agonía es el resumen del drama y de la vida.
Estos contrastes se encuentran en los poetas, considerados como hombres. A fuerza de meditar sobre la existencia, de hacer resaltar la dolorosa ironía, de lanzar el sarcasmo y la burla sobre nuestras debilidades, esos hombres, que excitan la risa del público, acaban por estar tristes. Esos Demócritos son también Heráclitos; Beaumarchais era taciturno, Molière era sombrío, Shakespeare era melancólico.
Una de las supremas bellezas del drama es lo grotesco; no es sólo conveniente, sino que con frecuencia es necesario. Algunas veces se presentan estos tipos en masas homogéneas, por medio de caracteres completos, como Daudin, Prusias, Trissotin, Bridoison, la nodriza de Julieta; algunas veces inspirando terror, como Ricardo III, Begears, Tartufo y Mefistófeles; algunas veces respirando gracia y alegría, como Fígaro, Osrick, Mercurio y Don Juan. Este tipo se infiltra por todas partes, porque así como los seres vulgares tienen muchas veces accesos de lo sublime, los seres más distinguidos pagan con frecuencia su tributo a lo trivial y a lo ridículo: por eso constante e imperceptiblemente lo grotesco está presente en la escena hasta cuando calla, hasta cuando se esconde, y merced a su influencia nos libra de impresiones monótonas. Ya lanza la risa, ya lanza el horror en la tragedia. Consigue que el farmacéutico encuentre a Romeo, las tres brujas a Macbeth y los enterradores a Hamlet; algunas veces, en fin, como en la escena del rey Lear y su bufón, mezcla sin producir discordancia su voz chillona con las sublimes, lúgubres y fantásticas músicas del alma.
Véase, pues, cómo la arbitraria distinción de los géneros desaparece ante la razón y el buen gusto, y con la misma facilidad desaparecerá también la falaz regla de las dos unidades. Decimos dos y no tres unidades, porque la unidad de acción y no de conjunto, que es la única, verdadera y fundada, está hace ya mucho tiempo fuera de toda discusión.
Contemporáneos distinguidos, tanto extranjeros como nacionales, han atacado, ya teórica, ya prácticamente, esta ley fundamental del código pseudo-aristotélico. Por otra parte, el combate no podía ser muy largo. A la primera sacudida ha estallado; ¡tan carcomida estaba la viga de la antigua casucha escolástica!
Lo más extraño es que los rutinarios tienen la pretensión de apoyar la regla de las dos unidades en la verosimilitud, cuando precisamente la realidad es la que la mata. No hay nada tan inverosímil y tan absurdo como el vestíbulo, el peristilo o la antecámara, sitios públicos en los que nuestras tragedias se desarrollan, en los que se presentan, no se sabe cómo, los conspiradores a declamar contra el tirano y el tirano a declamar contra los conspiradores, por turno, como si se hubieran dicho bucólicamente:
Alternis cantemus; amant alterna Camenoe.
¿Han existido jamás peristilos de esa clase? ¿Hay algo más opuesto, no sólo a la verdad, sino también a verosimilitud? Resulta de todo esto que lo que es característico, íntimo y local, y no puede pasar en la antecámara o en la calle, esto es, el drama entero, pasa entre bastidores. Sólo vemos en cierto modo en el teatro los codos de la acción, las manos están fuera. En vez de escenas nos dan recitados, en vez de cuadros descripciones. Graves personajes, colocados como el coro antiguo, entre el drama y el espectador, le refieren lo que sucede en el templo, en el palacio o en la plaza pública, de modo que muchas veces nos dan tentaciones de gritar: -«Pues llevadnos allí, que eso es digno de verse.»
Se nos objetará que la regla que repudiamos está tomada del teatro griego, pero nosotros replicaremos, exigiendo que se nos diga si se parece en algo nuestro teatro al teatro griego. Además, ya hicimos ver la prodigiosa extensión de la escena antigua, que le permitía abarcar una localidad entera, de tal modo, que el poeta, podía, según las necesidades de la acción, transportarla como quisiera de un extremo del teatro al otro, lo que era casi un equivalente al cambio de decoraciones. El teatro griego estaba circunscrito a un fin nacional y religioso, y era mucho más libre que el nuestro, que sólo tiene por objeto divertir, o si se quiere, enseñar a los espectadores. Uno obedece sólo a las leyes que le son propias, mientras que, el otro se aplicaba condiciones de ser perfectamente extrañas a su esencia.
Se empieza a comprender ahora que la localidad exacta es uno de los elementos de la realidad. Los personajes hablando u obrando no son los únicos que graban en el espíritu del espectador el sello fiel de los hechos. El sitio en que ha sucedido una catástrofe es un testimonio inseparable y terrible, y la ausencia de esta especie de personaje mudo dejaría incompletas en el drama las más grandes escenas de la historia. El poeta sólo se atrevería a asesinar a Rizzio en la cámara de María Stuardo, ni a dar de puñaladas a Enrique IV en otra parte que en la calle de la Ferronerie, ni a quemar a Juana de Arco en otra parte que en el Mercado Viejo, ni a decapitar a Carlos I ni a Luis XVI en otros sitios que en las plazas siniestras desde las que se ven White-Hall y las Tullerías.
La unidad de tiempo no es más sólida que la unidad de lugar. La acción, encerrada en las veinticuatro horas, es cosa tan ridícula como encerrarla en el vestíbulo. Toda acción tiene su duración propia, como tiene su sitio particular. Causa risa querer propinar la misma dosis de tiempo a todos los acontecimientos y aplicarles la misma medida. Nos burlaríamos del zapatero que quisiera meter los mismos zapatos en todos los pies. Atravesar la unidad de tiempo y la unidad de lugar como los barrotes de una jaula y hacer entrar en ella pedantescamente todas las figuras y todos los pueblos que la Provincia desarrolla en grandes masas en la realidad, es mutilar los hombres y las cosas, es querer que haga visajes la historia. Es más; todo esto morirá durante la operación; de este modo los mutiladores dogmáticos alcanzan su resultado ordinario; esto es, que lo que estaba vivo en la crónica esté muerto en la tragedia. Por eso con frecuencia la jaula de las unidades sólo encierra un esqueleto.
Además, si veinticuatro horas pueden compendiarse en dos, será también lógico deducir que cuatro horas puedan compendiar cuarenta y ocho, y la unidad de Shakespeare no será la unidad de Corneille.
Éstos son los pobres ardides que desde hace dos siglos las medianías, la envidia y la rutina fraguan contra el genio, limitando de este modo el vuelo de nuestros grandes poetas. Con las tijeras de las unidades les han cortado un ala, ¿y qué nos han dado en cambio de las plumas arrancadas a Corneille y a Racine? Campistrón.
Concebimos que se nos pudiera objetar que los cambios demasiado frecuentes de decoraciones pueden embrollar y fatigar al espectador, produciendo en él el efecto del deslumbramiento; que las traslaciones multiplicadas de un sitio a otro en poco tiempo pueden exigir contraexposiciones que enfríen el interés; que debe temerse que, produzcan en medio de la acción lagunas que impidan que las partes del drama se adhieran perfectamente entre ellas, y que además desconcierten al espectador, no pudiendo comprender qué debe haber en aquellos vacíos; pero éstas son precisamente las dificultades del arte; éstos son los obstáculos propios de tal o de cual asunto, y sobre lo que no se puede legislar dando una ley para todos ellos. El genio debe resolverlos los poetas no deben eludirlos.
Nos bastará, en fin, para demostrar lo absurdo de la regla de las dos unidades, presentar la última razón, tomada de las entrañas del arte.
La existencia de la tercera unidad, la unidad de acción, es la única que todos admiten, porque resulta de un hecho: el ojo y el espíritu humano sólo pueden abarcar un conjunto cada vez; la unidad de acción es tan necesaria como las otras dos son inútiles; es la que marca el punto de vista del drama y, por lo tanto, excluye a las otras dos. No puede haber tres unidades en un drama, como no puede haber tres horizontes en un cuadro. Pero no hay que confundir la unidad con la sencillez de la acción. La unidad del conjunto no rechaza de ningún modo las acciones secundarias en que debe apoyarse la acción principal; sólo se necesita que estas partes, prudentemente subordinadas al todo, graviten sin cesar hacia la acción central y se agrupen alrededor de ella en los diferentes planos del drama. La unidad del conjunto es la ley de perspectiva del teatro.
-Los grandes genios han sufrido esas reglas que rechazáis -nos replicarán los críticos-. Desgraciadamente tenéis razón. Dios sabe adónde hubieran llegado esos hombres admirables si no les hubieseis cortado el vuelo. Se han prestado a aceptar vuestros grillos sin combatiros. Por eso Pedro Corneille, maltratado por debutar con su maravilla el Cid, tiene que luchar luego con Mairet, Claveret, D´Auvignac y Scuderi, y denunciar a la posteridad sus violencias. He aquí lo que le dijeron: «Joven, es menester aprender antes de enseñar.» Racine experimentó los mismos disgustos sin resistirse tanto como Corneille, porque carecía del genio, del carácter y de la esperanza de éste; se encerró en el silencio y abandonó al desdén de su época su arrebatadora elegía Esther y su magnífica epopeya Athalia.
Indudablemente nos ha privado de poseer muchas bellezas la cadena de críticos clásicos que empieza en Scuderi y termina en La Harpe; bellezas que su soplo árido ha secado en germen. A pesar de ellos nuestros grandes poetas han hecho brillar su genio oprimido por las trabas, y con frecuencia ha sido inútil que los quisiesen amurallar entre los dogmas y las reglas. Como el gigante hebreo, al huir, han arrancado las puertas de su prisión y se las han llevado a la montaña.
Esto no obstante, se repite y quizá se repetirá durante mucho tiempo: -¡Seguid las reglas! ¡Imitad a los modelos, que las reglas son las que los forman!- Pero es menester distinguir entre dos clases de modelos; los que se han escrito siguiendo las reglas, o los modelos de los que se han sacado las reglas. ¿En cuál de las dos categorías debe el genio buscar su sitio? Aunque siempre sea enojoso estar en contacto con los pedantes, vale mil veces más enseñarles que recibir lecciones de ellos. Después sólo se trata de imitar, ¿y el reflejo vale tanto como la luz? ¿El satélite que se arrastra sin cesar por el mismo círculo vale tanto como el astro centraly generador? A pesar de su magnífica poesía, Virgilio no es más que la luna de Homero.
Ahora veamos a quién hemos de imitar. ¿A los antiguos? Acabamos de probar que su teatro no tiene ninguna semejanza con el nuestro. Voltaire, que no está por Shakespeare, no está tampoco por los griegos; nos va a decir por qué: «Los griegos se han dedicado a espectáculos que son repulsivos para nosotros. Hipólito, destrozado por su caída, cuenta sus heridas y lanza gritos de dolor. A Filóctetes le acometen accesos en sus sufrimientos, y sangre negra mana de su herida. Edipo, lleno de sangre que gotea aún del hueco de sus ojos que acaba de arrancarse, se queja de los dioses y de los hombres. Se oyen los gritos de Clytemnestra, a la que ahoga su propio hijo, y Electra grita en medio del teatro: «Herid, matad, no perdonéis a nadie, que ella no ha perdonado a nuestro padre.» Se ve a Prometeo atado en una roca con clavos que se le hunden en el pecho y en los brazos. Las furias contestan a la sombra siniestra de Clytemnestra con aullidos que no tienen articulación humana: el arte estaba en su infancia en los tiempos de Esquilo, como en Londres en los tiempos de Shakespeare ¿Hay que imitar a los modernos? No hay de qué.
Pudiera objetársenos que concebimos el arte de tal manera, que parece que sólo contemos con los grandes poetas y con los genios; pero a eso debemos contestar que el arte no debe contar con las medianías; no las prescribe nada, no las conoce, no existen para él; el arte da alas y no muletas; por eso nada ha importado que Aubignac siguiese las reglas y que Campistrón imitara modelos. Esto nada le importa al arte, porque él no edifica palacios para las hormigas, y las deja formar su hormiguero sin saber si llegarán a apoyar sobre su base la parodia de su edificio.
Los críticos de la escuela escolástica colocan a sus poetas en difícil posición: por una parte les dicen sin cesar: Imitad a los modelos; por otra parte, proclaman constantemente que los modelos son inimitables; y luego, si a fuerza de trabajos estos escritores consiguen hacer pálida copia o calco descolorido de las obras de los maestros, los citados críticos les dicen unas veces: No se parece a nada; y otras veces: Se parece a todo; y por una lógica creada ex profeso para ello, cada una de estas dos fórmulas es una verdadera crítica.
Digámoslo en voz alta. Ha llegado el tiempo en que la libertad, como la luz, penetrando por todas partes, penetra también en las regiones del pensamiento. Es preciso inutilizar por inservibles las teorías, las poéticas y los sistemas. Hagamos caer la antigua capa de yeso que ensucia la fachada del arte. No debe haber ya ni reglas ni modelos; o mejor dicho, no deben seguirse más que las reglas generales de la naturaleza, que se ciernen sobre el arte, y las leyes especiales que cada composición necesita, según las condiciones propias de cada asunto. Las primeras son interiores y eternas, y deben seguirse siempre; las segundas son exteriores y variables, y sólo sirven una vez. Las primeras son las vigas de carga que sostienen la casa, y las segundas son los andamios que sirven para edificarla y que se hacen de nuevo para cada edificio; unas son el esqueleto y otras la vestidura del drama. Estas reglas, sin embargo, no están escritas en los tratados de poética. El genio, que adivina más que aprende, extrae para cada obra las primeras reglas del orden general de las cosas, las segundas del conjunto aislado del asunto, que trata, no como el químico que enciende el hornillo, sopla el fuego, calienta el crisol, analiza y destruye, sino como la abeja, que vuela con alas de oro, se posa sobre las flores y extrae la miel, sin que los cálices pierdan su brillo ni las corolas su perfume.
Insistimos en que el poeta sólo debe seguir los consejos de la naturaleza, de la verdad y de la inspiración, que ésta es también una verdad y una naturaleza. Lope de Vega decía:
Que cuando he de escribir una comedia,
encierro los preceptos con seis llaves.
Efectivamente, no son demasiado seis llaves para encerrar los preceptos. El poeta debe tener mucho cuidado de no copiar a nadie, y ni aun tomar por modelo a Shakespeare o a Molière, a Schiller o a Corneille. Si el verdadero talento pudiera abdicar hasta este punto de su verdadera naturaleza, y desprenderse de su originalidad personal para transformarse en otro, lo perdería todo representando el papel de Sosie. Sería el dios que se convertía en lacayo. Es preciso beber en los manantiales primitivos; que la misma savia, esparcida por todo el suelo, que produce todos los árboles del bosque, los produce diferentes en figura, en hojas y en frutos; la misma naturaleza fecunda y nutre a los genios más distintos. El poeta es un árbol que puede ser batido por todos los vientos y abrevado por todos los rocíos que producen sus obras, que son sus frutos, como, el fabulista produce sus fábulas. ¿Por qué encadenarse a un maestro? ¿Por qué esclavizarse a un modelo? Vale más ser zarza o cardo, que se nutre de la misma tierra que el cedro y que la palmera, que ser hongo o liquen de los grandes árboles; la zarza vive y el hongo vejeta; además, que por grandes que sean el cedro y la palmera, la sustancia que se saque de ellos puede no convertirnos en grandes por nosotros mismos. El parásito de un gigante resultará todo lo más enano. La encina, a pesar de ser colosal, sólo puede producir el muérdago.
Si algunos de nuestros poetas han sido notabilísimos imitando, es porque, modelándose con la forma antigua, han seguido, sin embargo, las inspiraciones de su naturaleza y de su genio y han sido originales en algo. Sus ramajes se extendían sobre el árbol inmediato, pero sus raíces se sumergían en el suelo del arte; han sido yedra, pero no muérdago. Después ha llegado otra clase de imitadores, que no teniendo ni raíces en tierra ni genio en el alma, han tenido que concretarse a la imitación. Como dice Carlos Nodier: «Después de la escuela de Atenas vino la escuela de Alejandría.» Entonces llegó la irrupción de las medianías, y entonces pulularon esas poéticas, que son tan cómodas para ella y tan embarazosas para el talento. Entonces dijeron que todo estaba ya escrito y prohibieron a Dios que creara otros Molières y otros Corneilles. Quisieron que la memoria hiciera las veces de la imaginación, reglamentando este descubrimiento con aforismos por este estilo: «Imaginar, dice la Harpe con cándida seguridad, no es en el fondo otra cosa que recordar
Debe copiarse la naturaleza y la verdad. Nosotros, con la idea de demostrar que en vez de demoler el arte las ideas nuevas sólo tratan de reconstruirle con más solidez y con mejores fundamentos, vamos a indicar cuál es el límite infranqueable que, según nuestra opinión, separa la realidad según el arte, de la realidad según la naturaleza. Sólo puede confundirlas el aturdido, como lo hacen algunos partidarios moderados del romanticismo. La verdad en el arte no puede ser, como lo creen muchos, la realidad absoluta. El arte no puede dar la cosa misma. Supongamos que uno de los promovedores irreflexivos de la naturaleza absoluta, de la naturaleza vista fuera del arte, asiste a la representación de una pieza romántica, del Cid por ejemplo. Desde las primeras palabras extrañará que el Cid hable en verso, y dirá que hablar en verso no esnatural, que debe hablarse en prosa. En segundo lugar, dirá que el Cid habla en francés, y la naturaleza requiere que hable su lengua, esto es, que hable en español. Pero no es esto todo; antes de llegar a la décima frase castellana, el defensor de larealidad absoluta debe levantarse y preguntar si el Cid que está hablando es el verdadero Cid en carne y hueso. ¿Con qué derecho el actor que lo representa, y que se llama Pedro o Jaime, toma el nombre del Cid? Eso es falso. Por el mismo motivo debe exigir que el sol del cielo sustituya al sol de la maquinaria, y árboles reales y casas verdaderas a los mentirosos bastidores. Colocándonos en semejante pendiente, a la que la lógica nos arrastra, no sabemos ya dónde iremos a parar.
Debe, pues, reconocerse, so pena de caer en el absurdo, que el dominio del arte y de la naturaleza son perfectamente distintos. La naturaleza y el arte son dos cosas diferentes, y si no lo fueran, la una o la otra no existiría. El arte, además de su parte ideal, tiene una parte terrestre y positiva. Haga lo que haga, está encerrado entre la gramática y la prosodia, y posee para sus creaciones más caprichosas formas, medios de ejecución y todo un material que remover: para el genio, éstos son los instrumentos; para la medianía, éstas son las herramientas.
Se ha dicho que el drama es un espejo que refleja la naturaleza; pero si este espejo es ordinario y presenta la superficie plana y unida, sólo se verán en él los objetos como una imagen turbia y sin relieve, fiel, pero descolorida, porque sabido es que el color de la luz pierde con la reflexión simple. Es preciso, pues, que el drama sea un espejo de concentración que, en vez de debilitar, recoja y condense los rayos colorantes, que de una claridad haga luz y de una luz llama. Entonces sólo el drama será digno del arte.
El teatro es un punto de vista óptico. Todo lo que existe en el mundo, en la historia, en la vida y en el hombre, debe y puede reflejarse en él, pero embellecido por la vara mágica del arte. El arte hojea los siglos y la naturaleza, interroga a las crónicas, estudia para reproducir la realidad de los hechos, sobre todo la de las costumbres y la de los caracteres; restaura lo que los analistas han truncado, adivina sus omisiones y las repara, llena sus lagunas por medio de imaginaciones que tienen color de época; agrupa lo que ellos han esparcido, reviste el todo con una forma poética y natural a la vez, y le da la vida de verdad saliente que engendra la ilusión, el prestigio de realidad que apasiona a los espectadores después de haber apasionado al poeta. De este modo el objeto del arte es casi divino; consiste en resucitar si se trata de la historia, y en crear si se trata de la poesía.
Es grandioso ver desenvolverse majestuosamente un drama en el que el arte desarrolla poderosamente la naturaleza; el drama en que la acción camina a su desenlace con firmeza y con facilidad, sin difusión y sin verosimilitud; en el que el poeta llena plenamente el objeto múltiple del arte, que consiste en abrir al espectador doble horizonte, iluminando a la vez el interior y el exterior de los hombres; el exterior por medio de sus discursos y de sus acciones, el interior por los apartes y por los monólogos, creando en el mismo cuadro el drama de la vida y el drama de la conciencia.
Concíbese que para una obra de este género, si el poeta debe elegir entre los asuntos (y debe), no debe escoger lo bello, sino lo característico. No porque le convenga dar, como se dice ahora, color local, esto es, añadir algunos toques chillones aquí y allá, en un conjunto que continúe siendo falso y convencional, sino porque no es en la superficie del drama donde debe estar el color local, sino en el fondo, en el corazón mismo de la obra, desde el que se esparza por fuerza de ella natural e igualmente y, por decirlo así, en todos los rincones del drama, como la savia que sube desde las raíces a las hojas altas del árbol. El drama debe estar impregnado de color de época; debe aspirarse en ella de tal modo, que nos apercibamos de que entrando y saliendo de él hemos cambiado de siglo y de atmósfera. Se necesitan algunos estudios y bastante trabajo para conseguirlo, pero esto le da más mérito. Es conveniente que obstruyan las avenidas del arte zarzas y espinos que hagan retroceder a todos menos a las voluntades fuertes. Además, este estudio, cuando lo sostiene una ardiente inspiración, garantizará al drama del defecto que le mata, el de ser común. Éste es el defecto de los poetas de vista corta y de cortos alientos.
Es indispensable que en la época de la escena las figuras aparezcan con sus rasgos más salientes y más individuales; hasta las más vulgares y triviales deben tener personificación propia. No debe abandonarse ningún hilo suelto en el drama. Como Dios, el verdadero poeta debe estar presente en todas las partes de su obra. El genio debe parecerse al acuñador, que imprime la efigie real lo mismo en las piezas de cobre que en las monedas de oro.
Consideramos, y esto probará a los hombres de buena fe que no tratamos de reformar el arte, consideramos que el verso es uno de los medios más propios para preservar al drama del defecto que acabamos de señalar; consideramos que el verso es uno de los diques más poderosos para preservarnos de la irrupción de lo común. Aquí nos vamos a permitir indicar un error que creemos que padece la literatura joven, tan rica ya en autores y en obras, error que, por otra parte, justifican las increíbles aberraciones de la antigua escuela. El nuevo siglo está aún en la edad de su crecimiento y es árbol que se puede enderezar con facilidad.
Se ha formado en los últimos tiempos, como penúltima ramificación del viejo tronco clásico, o mejor dicho, se ha formado una de esas excrecencias, uno de esos pólipos que desarrolla la decrepitud y que son más signo de descomposición que prueba de vida: se ha formado una singular escuela de poesía dramática. Esta escuela parece que tenga por maestro y por tronco común al poeta que marca la transición del siglo XVIII al XIX, al hombre de las descripciones y de las perífrasis, a Delille, que, según refieren, se vanagloriaba, a la manera que Homero se jactaba de haber descrito doce camellos, cuatro perros, tres caballos, seis tigres, etc., de haber hecho muchas descripciones de invierno, de estío, de primavera, de puestas de sol, y tantas auroras que era imposible contarlas.
Pues Delille pasó a la tragedia. Es el fundador de una escuela que pretende ser maestra en la elegancia y en el buen gusto, y que floreció recientemente. La tragedia no es para esta escuela lo que es, por ejemplo, para Shakespeare, un manantial de emociones de todas clases, sino un cuadro cómodo para resolver una multitud de insignificantes problemas descriptivos, que es lo que se propone durante su curso; en vez de rechazar, como la verdadera escuela clásica francesa, las trivialidades y las cosas ordinarias de la vida, las busca y las recoge con avidez. Lo grotesco, evitado cuidadosamente en la tragedia del tiempo de Luis XIV, se admite en esta escuela, peroennoblecido. Su objeto parece que sea extender cartas de nobleza a todo lo más vulgar del drama, y cada una de estas cartas contiene una larga tirada de versos.
A la musa de esta escuela, que está acostumbrada a las caricias de la perífrasis, las palabras propias que alguna vez la frotarían con aspereza le causan horror, no es digno de ella hablar con naturalidad; ella critica a Corneille porque dice crudamente:
-Un montón de hombres perdidos de deudas y de crímenes.
-Climene, ¿quién lo hubiera creído? Rodrigo, ¿quién lo hubiera dicho?
-Cuando Flaminius regateaba con Aníbal.
-¡Ah! ¡No queráis barajarme con la República!, etc.
Esa Melpómene, como se llama a sí misma, se estremecería de pasar sólo la vista por una crónica: deja a los eruditos el cuidado de averiguar la época en que pasan los dramas que escribe; la historia para ella es de mal tono y de mal gusto. ¿Cómo ha de poder tolerar, por ejemplo, que los reyes y las reinas juren? Desde la dignidad real se deben elevar a la dignidad trágica. En una palabra, nada es tan común como su elegancia y su nobleza convencional. Carece de rasgos, de imaginación y de invención en el estilo. Sólo es retórica ampulosa, llena de lugares comunes, de flores trasnochadas y de la poesía de los versos latinos. Sólo tiene ideas prestadas que viste con imágenes de pacotilla. Los poetas de esta escuela son elegantes a la manera de los príncipes y princesas de teatros, que están siempre seguros de encontrar en los vestuarios mantos reales y coronas de similor, que sólo tienen el defecto de servir para todo el mundo. Si los poetas de esa escuela no hojean la Biblia, en cambio constituye su evangelio un libro grueso, que se llama el Diccionario de la rima; éste es el manantial de su poesía, fontes aquarum.
Se comprende que de ese modo la naturaleza y la verdad queden malparadas; porque sería gran casualidad que sobrenadase alguna ruina de ellas en el cataclismo de arte falso, de estilo falso y de poesía falsa de esa escuela. Esto ha infundido error a nuestros reformadores más distinguidos. Chocándoles el embarazarniento, el aparato y lo pomposo de esta pretendida poesía dramática, han creído que los elementos de nuestro lenguaje poético eran incompatibles con lo natural y con lo verdadero. Estaban tan cansados de los alejandrinos, que les condenaron sin querer oírles, y de esta condena han deducido, quizá con precipitación, que el drama debía escribirse en prosa.
Pero éste es un segundo error, porque si, en efecto, el estilo es falso, como en el desarrollo del diálogo de ciertas tragedias francesas, no es culpa de los versos, sino de los versificadores; debe condenarse, no la forma que se emplea, sino a los que emplean esa forma; a los obreros, no a las herramientas.
Para convencerse que la naturaleza de nuestra poesía no pone obstáculos a la libre expresión de lo verdadero, no es quizá en Racine donde debe estudiarse nuestra versificación; debe estudiarse en algunas obras de Corneille y en todas las obras de Molière. Racine es poeta divino, elegiaco, lírico y épico; Molière es dramático; pero ya es hora de hacer justicia y de destruir las críticas amontonadas por el mal gusto del último siglo sobre el estilo admirable de Molière, que se sienta en la cumbre de la poesía, no sólo como poeta, sino también como escritor.
En el verso abarca la idea y la incorpora, estrechándola y desarrollándola al mismo tiempo, prestándole figura esbelta, estricta y completa, y ofreciéndonosla como en elixir. El verso es la forma óptica del pensamiento; por eso conviene a la perspectiva escénica. Escrito el verso de cierto modo, comunica su relieve a las ideas que sin él pasarían desapercibidas por insignificantes y vulgares. Hace más sólido y más firme el tejido del estilo. Es el nudo que para el hilo. Es la cintura que sostiene la túnica y que la hace formar pliegues. ¿Qué puede perder, pues, al entrar en el verso la naturaleza y la verdad? Se lo preguntamos a nuestros prosistas: ¿pierde algo la naturalidad en la poesía de Molière? ¿El vino, que nos permite decir algunas trivialidades de sobra, deja de ser vino porque esté embotellado?
Si tuviésemos el derecho de decir y de imponer nuestra opinión sobre el estilo del drama, diríamos que debía expresarse en verso libre, franco, leal, que se atreviera a decirlo todo sin gazmoñería y expresarlo todo sin rebuscamientos, pasando del tono natural de la comedia al de la tragedia, de lo sublime a lo grotesco; siendo a la vez positivo y poético, artístico e inspirado, profundo y repentino, suelto y verdadero; sabiendo quebrar a propósito y colocar en distintos sitios la cesura, para evitar la monotonía de los alejandrinos. Inclinándose más a cortar el verso que a invertirle, siendo fiel a la rima, a esta esclava reina, a esta suprema gracia de nuestra poesía; debe ser el estilo inagotable en la verdad de sus giros, teniendo pleno conocimiento de los secretos de la elegancia y de la factura; tomando, como Proteo, mil formas sin cambiar de tipo ni de carácter; ocultándose, siempre detrás del personaje; siendo lírico, épico o dramático, según lo exija la situación; sabiendo recorrer todo el pentagrama poético, ir de arriba abajo, desde las ideas más elevadas hasta las más vulgares, desde las más graciosas a las más graves, desde las exteriores hasta las abstractas, sin salirse jamás de los límites que debe tener una escena hablada; en una palabra, el estilo debe ser como lo escribía el hombre privilegiado al que una hada benéfica dotara del alma de Corneille y de la cabeza de Molière. Nos parece que entonces la versificación sería tan bella como la prosa.
No habría entonces ninguna relación entre la poesía que presentamos como modelo y la poesía cuya autopsia cadavérica acabamos de verificar. La diferencia que la separa es fácil de comprender.
Repitamos que el verso, sobre todo en el teatro, debe despojarse de todo amor propio, de toda exigencia y de toda coquetería. El verso en el drama sólo es una forma, que debe admitirlo todo, que no debe imponer nada; antes por el contrario, debe recibirlo todo del drama, para transmitir al espectador textos de leyes, juramentos reales, locuciones populares, comedia, tragedia, risa, lágrimas, prosa y poesía.
Esta forma debe ser de bronce y encerrar el pensamiento en el metro, y con ella el drama es indestructible, porque le graba de antemano en el espíritu del actor, le advierte lo que suprime y lo que añade, le impide alterar su papel y hace sagrada cada palabra, consiguiendo que lo que dijo el poeta se encuentre mucho tiempo después fijo en la memoria del espectador. La idea templada en el verso adquiere muchas veces más incisión y más brillo; es hierro convertido en acero. Compréndese que la prosa sea necesariamente más tímida y se vea obligada a privar al drama de poesía lírica o épica, reduciéndolo al diálogo y a lo positivo y careciendo de los manantiales antes indicados. La prosa tiene las alas más cortas, es de más fácil acceso; las medianías se encuentran mejor escribiéndolas, y si exceptuamos unas cuantas obras distinguidas como las que han aparecido en estos últimos tiempos, el arte sería muy pronto un montón de abortos y de embriones.
Otra fracción de los reformistas se inclina a que el drama se escriba parte en verso y parte en prosa, como lo hizo Shakespeare. Esta manera tiene sus ventajas. Podría, sin embargo, no haber oportunidad ni belleza en las transiciones de una forma a otra, y además, cuando el tejido es homogéneo es mucho más sólido. Después de todo, que el drama esté escrito en prosa, sólo es una cuestión secundaria. La categoría de una obra debe fijarse, no por su forma, sino por su valor intrínseco. En cuestiones de esta clase no hay mas que una solución; sólo hay un peso que puede inclinar la balanza del arte, el peso del genio.
Sea prosista o versificador, el primero e indispensable mérito del escritor dramático consiste en la corrección; no en la corrección de la superficie, que es la cualidad o el defecto de la escuela descriptiva, sino en la corrección íntima, profunda y razonada que se penetra del genio de un idioma que ha sondeado las raíces y que ha hojeado las etimologías; corrección que es siempre libre, porque se hace con seguridad y sabe que va siempre acorde con la lógica de la lengua, a pesar de que afirmen ciertas opiniones, que sin duda no han meditado en lo que afirman, y entre las que debe colocarse la del autor de este libro, que la lengua francesa no está fijada y que no se fijará. Las lenguas no se fijan. El espíritu humano está siempre en movimiento y las lenguas hacen lo mismo que él. ¿Cambiando el cuerpo cómo no ha de cambiar el traje? El francés del siglo XIX no puede ser el francés del siglo XVIII, como éste no es el francés del siglo XVII, ni el del XVII es el del XVI. La lengua de Montaigne no es la de Rabelais, la lengua de Pascal no es la de Montaigne, la lengua de Montesquieu no es la de Pascal. Cada una de esas cuatro lenguas, considerada en sí misma, es admirable, porque es original. Cada época tiene ideas propias, y debe tener palabras propias para expresar sus ideas. Las lenguas son como el mar, oscilan sin cesar. En tiempos dados dejan una ribera del mundo del pensamiento e invaden otra, y todo lo que las olas dejan desierto se seca en el suelo; de esta manera las ideas se extinguen y las palabras se van. Sucede en los idiomas humanos como en todo: cada siglo trae y se lleva algo. Esto sucede fatalmente, y es en vano que se intente petrificar la móvil fisonomía de nuestro idioma bajo una forma cualquiera; es en vano que nuestros Josués literarios griten a la lengua que se pare, porque ni las lenguas ni el sol se paran nunca. El día en que se fijan es el día que mueren; por eso el francés de cierta escuela contemporánea es una lengua muerta.
Tales son las ideas actuales del autor de este libro sobre el drama. Está muy lejos de tener la pretensión de presentar su ensayo dramático como emanación de estas ideas, que, por el contrario, no son quizá, hablando francamente, más que revelaciones de la ejecución. Le hubiera sido más cómodo, sin duda, y más hábil fundar el drama sobre el prefacio y defender el uno con el otro. Prefiere tener menos habilidad y más franqueza. Quiere ser el primero en reconocer la flojedad del lazo que liga el prólogo al drama. Su primer proyecto, que no llevó a cabo, fue dar al público la obra sola; el demonio sin los cuernos, como decía Iriarte. Después de haber terminado el drama, a ruegos de algunos amigos, probablemente ciegos, se determinó a publicar el prefacio, a trazar el mapa del viaje poético que acababa de hacer, a darse razón de las adquisiciones buenas o malas que aportaba, y de los nuevos aspectos bajo los que el dominio del arte se había presentado a su espíritu. Debe tenerse en cuenta, contra él, el dictamen, o sea reproche, que un crítico alemán le ha dirigido, de haber tratado de escribir una poética para su poesía. A pesar de este reproche, debemos contestar que el autor tuvo más intención de deshacer que de hacer poéticas. Después de todo, ¿no será mejor escribir poéticas después de haber escrito poesía, que poesía después de haber escrito una poética? Pero no, no se trata de esto; el autor no tiene talento creador, ni la pretensión de establecer sistemas. «Los sistemas, dice espiritualmente Voltaire, son como los ratones que pasan por veinte agujeros, pero que al fin encuentran dos o tres en donde no pueden entrar.» Esto hubiera sido emprender un trabajo inútil y superior a sus fuerzas.
El autor pleitea, por el contrario, por conseguir la libertad del arte contra el despotismo de los sistemas, de los códigos y de las reglas. Tiene por costumbre seguir a la ventura el asunto que escoge por inspiración y cambiar de molde cada vez que cambia de composición; huye sobre todo del dogmatismo en las artes. No quiera Dios que aspire nunca a ser de esos románticos o clásicos que escriben sus obras según uno de los dos sistemas, que se condenan para siempre a que su talento no tenga más que una forma y a no seguir otras leyes que las de su organización y las de su naturaleza. La obra artificial de semejantes hombres, por mucho talento que tengan, no existe para el arte; es una teoría, pero no una poesía.
Después de haber indicado en todo lo que precede cuál ha sido, según nuestra opinión, el origen del drama, cuál es su carácter y cuál debe ser su estilo, ha llegado el momento de descender de esas cumbres generales del arte al caso particular que nos hizo subir hasta ellas. Sólo nos resta enterar al lector de nuestra obra, de Cromwell, y como éste no es un asunto que nos complace, sólo diremos de él unas cuantas palabras.
Oliverio Cromwell pertenece al número de los personajes históricos que, siendo muy célebres, son poco conocidos. La mayor parte de sus biógrafos, algunos de ellos historiadores, han dejado incompleta su gran figura, como si no se hubieran atrevido a reunir todos los rasgos del colosal prototipo de la reforma religiosa y de la revolución política de Inglaterra. Casi todos se han concretado a reproducir con mayores dimensiones el sencillo y siniestro perfil que de él trazó Bossuet, bajo su punto de vista monárquico y católico, desde su púlpito de obispo, que se apoyaba en el trono de Luis XIV.
Como todo el mundo, el autor de este libro daba crédito a la susodicha biografía, y el nombre de Cromwell sólo despertaba en él la idea sumaria de un regicida fanático y de un gran capitán. Pero estudiando la crónica y hojeando a la ventura las memorias inglesas del siglo XVII, empezó a notar que se desarrollaba ante sus ojos un Cromwell enteramente nuevo, que no era únicamente el Cromwell militar y político de Bossuet, sino un ser complejo, heterogéneo, múltiple, compuesto de elementos contradictorios, bueno y malo, lleno de genio y de pequeñez; una especie de Tiberio-Daudin, tirano de Europa y juguete de su familia; regicida, que humillaba a los embajadores de los reyes, y al que torturaba su hija; austero y sombrío en sus costumbres, pero entreteniéndose con cuatro bufones que tenía a su lado; que escribía malos versos; que era sobrio, sencillo y frugal; soldado grosero y político sutil; hábil en las argucias teológicas; orador pesado, difuso y oscuro, pero que sabía hablar al alma a los que quería seducir; hipócrita y fanático; visionario dominado por fantasmas desde su niñez; que creía en los astrólogos y los proscribía; excesivamente desconfiado, siempre amenazador y rara vez sanguinario; rígido observador de las prescripciones puritanas; brusco y desdeñoso con sus familiares, acariciando a los sectarios que temía, engañando sus remordimientos con sutilezas; grotesco y sublime; en una palabra, siendo uno de esos hombres cuadrados por la base, como les llamaba Napoleón.
El autor de este drama, al encontrarse con este raro y chocante conjunto, conoció que la silueta apasionada de Bossuet era insuficiente. Empezó a dar vueltas alrededor de esta elevada figura, y le acometió la ardiente tentación de pintar al gigante bajo todas sus fases y bajo todos sus aspectos. La materia era abundante. Tras de pintar al hombre de guerra y al hombre de Estado, faltaba dibujar aún al teólogo, al pedante, al mal poeta, al visionario, al bufón, al padre, al marido, al hombre Proteo, en una palabra, al Cromwell doble; homo et vir.
Sobre todo hay en su vida una época en que carácter tan singular se desarrolla bajo todas sus formas. No es esta época, como pudiera creerse al primer golpe de vista, la del proceso de Carlos I, a pesar de palpitar en ella un interés sombrío y terrible, sino la época en que el ambicioso trató de recoger el fruto de la muerte del rey; fue el momento en que Cromwell había llegado a una altura que hubiera sido para cualquier otro la cumbre posible de la fortuna; cuando era dueño de Inglaterra, en la que sus mil facciones enmudecían; cuando era dueño de Escocia y de Irlanda, y árbitro de Europa por su armada, por su ejército y por su diplomacia; cuando trató de realizar el primer sueño de su infancia y el último móvil de su vida, el de proclamarse rey. La historia no ha ocultado jamás tan alta enseñanza en un drama tan alto. El Protector obliga al principio a que se lo supliquen; y la augusta tarea empieza por las peticiones que en este sentido le dirigen las comunidades, las ciudades y los condados, a las que sigue un bill del Parlamento. Cromwell, que es el autor anónimo de esta farsa, aparece descontento de estas peticiones, y después de avanzar la mano hacia el cetro la retira, y se le ve aproximarse oblicuamente hacia el trono, a él, que ha tenido valor para barrer la dinastía. Al fin se decide bruscamente; ordena que empavesen a Westminster y que en dicho palacio levanten un estrado: encargan la corona a un platero y llegan a fijar el día de la ceremonia, que tuvo un desenlace extraño. El día señalado, ante el pueblo, la milicia y los comunes, en la gran sala de Westminster, sobre el estrado, del que quería descender rey, sobresaltado de súbito parece despertar: al contemplar la corona pregunta si sueña y qué es lo que significa aquella ceremonia, y pronunciando un discurso que dura tres horas, rehúsa admitir la dignidad real. ¿Fue que sus espías le avisaron de que se fraguaban dos conspiraciones combinadas, la de los caballeros y la de los puritanos, que debían estallar aquel mismo día? ¿Fue que la revolución se produjo en él al oír los murmullos del pueblo, que se indignó al ver que el regicida iba a escalar el trono? ¿Fue sólo sagacidad de genio, instinto prudente de una ambición desenfrenada, que comprende que un paso más cambia de repente la posición y la grandeza de un hombre, y no se atreve a exponerse a la impopularidad? ¿Fue todo esto a la vez? Esto es lo que no pone en claro ninguno de los documentos contemporáneos; y de ese modo dejan en completa libertad al poeta y hacen ganar al drama, que puede ocupar los huecos que deja la historia. Por lo que acabamos de decir puede comprenderse que el drama debe ser inmenso y único, desarrollándolo en la hora decisiva, en la gran peripecia de vida de Cromwell. Cromwell íntegro juega en esta comedia que se representa entre Inglaterra y él.
Este es el hombre y esta es la época que hemos intentado bosquejar.
El autor se ha dejado arrastrar por el placer infantil de tocar todas las teclas de ese gran clavicordio; otros más hábiles hubieran podido sacar de él más elevadas y más profundas armonías, pero no de esas armonías que halagan al oído, sino de esas armonías que agitan al hombre, como si cada cuerda del clavicordio se ligase a una fibra del corazón. El autor ha cedido al deseo de pintar los fanatismos, las supersticiones, las enfermedades de las religiones en ciertas épocas y de amontonar debajo y alrededor de Cromwell toda aquella corte, todo aquel pueblo y todo aquel mundo, haciendo de él la unidad que imprima la impulsión al drama. El autor ha querido pintar la doble conspiración que tramaron dos partidos que se aborrecían, que se ligaron para derribar al hombre que les molestaba, pero que se unieron sin confundirse; ha querido describir el partido puritano, fanático, sombrío y desinteresado, que tomó por jefe a un hombre demasiado pequeño para representar tan gran papel, al egoísta y pusilánime Lambert; y al partido de los caballeros, aturdido, alegre y poco escrupuloso, pero capaz de sacrificarse, que tenía por jefe al hombre que, exceptuando su abnegación, le podía representar menos, al probo y severo Ormond. El autor ha querido describir a aquellos embajadores tan humildes delante de aquel soldado de fortuna, y a aquella corte extraña, en la que se mezclaban los aventureros y los grandes señores, y los cuatro bufones que el desdeñoso olvido de la historia permite crear, y la familia del Protector, de la que cada miembro es una plaga para él. El autor describe, además, a Thurloe, que fue el Achates del Protector; al rabino judío Israel-Ben-Manassé, espía, usurero y astrólogo, vil por dos partes y sublime por la tercera; al caprichoso Rochester, ridículo y espiritual, elegante y crapuloso, jurando sin cesar, siempre enamorado y siempre borracho, de lo que se vanagloriaba con el obispo Burnet, mal poeta y buen gentilhombre, jugándose la cabeza y sin cuidarse de ganar la partida con tal de divertirse; y al salvaje Carr, tan característico y tan fanático. Finalmente, el autor dibuja las siluetas de los fanáticos de todas clases: Harrison, fanático pilluelo; Barebone, comerciante fanático; Syndercomb, homicida; Agustín Garland, asesino lacrimoso y devoto; al bravo coronel Overton, hombre de letras algo declamador; al austero y rígido Ludlow y al célebre Milton.
No indicaremos aquí a ninguno de los personajes de último orden, a pesar de que cada uno de ellos tiene su vida real y su individualidad marcada, y a pesar de que todos contribuyeron a la seducción que ejerció en la imaginación del autor esta vasta escena de la historia, de cuya escena sacó el drama. Lo escribió en verso porque así le pareció conveniente. Se verá, cuando se lea, qué poco se acordaba el autor de su obra al escribir este prefacio, comprendiendo el desinterés con que combatía el dogma de las unidades. La acción del drama no sale de Londres; empieza el 25 de junio de 1657, a las tres horas de la madrugada, y termina el 26 al mediodía, por lo que se ve que casi lo ha encerrado en la prescripción clásica tal como la desean los profesores de poesía. Pero no es por el permiso de Aristóteles, sino por el permiso de la historia, por lo que el autor ha agrupado así su drama, y porque teniendo un interés igual, prefiere concentrar el asunto a desparramarlo.
Es evidente que este drama, con sus grandes proporciones, no puede caber en las representaciones escénicas; es demasiado largo. Sin embargo, se conoce en todas sus partes que ha sido escrito para representarse. Al adelantar en la concepción de su plan, el autor reconoció la imposibilidad de que se admitiese en el teatro esta reproducción fiel de una época, dado el estado excepcional en que nuestro teatro se encuentra, entre la Caribdis académica y el Scila administrativo, entre los jurados literarios y la censura política. Era preciso elegir entre la tragedia artificiosa, cazurra, falsa, pero que pudiera representarse, o el drama insolentemente verdadero y que tuviera que desterrarse de la escena: el autor se decidió por lo segundo; por esto, desesperando de verlo jamás en escena, el autor se entregó a las fantasías de la composición y al placer de desarrollar en grandes proporciones todo el argumento que el drama requería, y ya que el drama no puede aparecer en el teatro, desea que tenga la ventaja de que sea lo más completo posible bajo el punto de vista histórico.
Por otra parte, los comités de lectura sólo son un obstáculo de segundo orden. Si alguna vez la censura dramática comprende que la inocente y exacta imagen de Cromwell y de su tiempo están tomados fuera de nuestra época y les permite llegar hasta el teatro, sólo en ese caso el autor podría extraer del drama otro drama que se aventuraría a representar y que quizá lo silbarían.
Hasta entonces continuará estando alejado del teatro, pues siempre abandonará demasiado pronto su querido y casto retiro por las agitaciones del nuevo mundo. Quiera Dios que no se arrepienta jamás de haber expuesto la virgen oscuridad de su nombre y de su persona a los escollos, a las borrascas y a las tempestades del parterre, y sobre todo a las miserables intrigas de bastidores; a haber entrado en la atmósfera variable, tempestuosa, en la que dogmatiza la ignorancia, en la que silba la envidia, en la que se arrastran las cábalas, en la que se desconoce con frecuencia la probidad del talento, en la que el noble candor del genio está algunas veces fuera de su sitio, en la que la medianía consigue rebajar a su nivel a superioridades que la ofuscan, en la que se encuentran muchos pigmeos por cada gigante y muchas nulidades para encontrar un Talma.
Suceda lo que suceda, el autor cree que debe advertir de antemano que el menor número de personajes que pudiera ponerse en un drama extraído del Cromwell siempre ocuparían el tiempo de una larga representación. Es difícil establecer un teatro romántico de otro modo. Porque si se pretende escribir tragedias de otra manera que las tragedias en que intervienen uno o dos personajes, tipos abstractos de una idea puramente metafísica, que se pasean solamente en un fondo sin profundidad que ocupan los confidentes, encargados de llenar los vacíos de una acción sencilla, uniforme y monótona, es poco una noche entera para desarrollar bajo todas sus fases a un hombre extraordinario y toda una época de crisis; al primero con su carácter, con su genio que se acopla a éste, con las creencias que les dominan a los dos, con las pasiones que vienen a destruir las creencias, el carácter y el genio, y acompañado del cortejo innumerable de hombres de todas clases que agentes diversos hacen revolotear a su alrededor; y luego, para pintar la época con sus costumbres, sus leyes, sus modas, su espíritu, sus supersticiones, sus acontecimientos y su pueblo. Compréndese, en efecto, que semejante cuadro debe ser gigantesco; porque en vez de satisfacerse con la pintura de una individualidad, como se satisface el drama abstracto de la antigua escuela, deben presentarse veinte, cuarenta, cincuenta individualidades, todas de relieve y con todas sus proporciones. Intervendrán multitud de personajes en el drama; ¿y no sería injusto acortarle dos horas de duración, para conceder las dos horas restantes a la ópera cómica o a la farsa?
Esperamos, pues, que no tardarán en Francia a acostumbrarse a consagrar una noche entera a la representación de un solo drama. En Inglaterra y en Alemania se ponen en escena dramas que duran seis horas. Los griegos, de los que tanto hemos hablado, llegaban algunas veces hasta hacer representar doce o dieciséis piezas cada día. En los pueblos amigos de los espectáculos, la atención es más viva de lo que se cree. El casamiento de Fígaro, que constituye el nudo de la gran trilogía de Beaumarchais, llena toda una noche y no ha cansado nunca a nadie. Beaumarchais era digno de aventurar el primer paso hacia ese adelanto del arte moderno, al que es imposible desarrollar en dos horas el invencible interés que resulta de una acción vasta, verdadera y multiforme. Es un error creer, como algunos creen, que el espectáculo compuesto de una sola obra dramática sería monótono y parecería largo: al contrario, perdería su longitud y monotonía actual.
Al terminar el autor lo que ha tratado de exponer al público, ignora cómo acogerá la crítica su drama y estas ideas sumarias, desprovistas de sus corolarios y de sus ramificaciones y recogidas al paso y con la prisa de concluir. Indudablemente parecerán a los discípulos de La Harpe descaradas o extrañas; pero si por ventura, desnudas y francas como las presenta, pueden contribuir a encarrilar por el verdadero camino al público que ha alcanzado ya esmerada educación, y al que tan notables escritos de crítica o de aplicación, en libros o en periódicos, han madurado bastante para comprender el arte, que siga esta impulsión, sin ocuparse de si la da un hombre desconocido, una voz sin autoridad y una obra de poco mérito. Soy una campana de cobre que llama a los pueblos a que acudan al verdadero templo a rezar al verdadero Dios.
Existe hoy aún el antiguo régimen literario, como existe el antiguo régimen político. El último siglo pesa todavía sobre el actual y le oprime sobre todo con la crítica. Se encuentran aún, por ejemplo, hombres vivos que os repiten la definición que del gusto dio Voltaire: El gusto en la poesía no es otra cosa que lo que son los adornos para las mujeres.» Definido así el gusto, es una coquetería. Definición chocante que pinta maravillosamente la poesía llena de afeites, recamada y empolvada, del siglo XVIII y su literatura con guardainfante llena de dijes y adornos; que ofrece el admirable resumen de la época en que hasta los mayores genios, estando en contacto con ella, se convirtieron en pequeños, al menos por una parte; de una época en la que Montesquieu pudo y debió escribir el Templo de Guido, Voltaire el Templo del Gusto y Juan Jacobo el Adivino de la aldea.
El gusto es la razón del genio; esto es lo que establecerá bien pronto una crítica poderosa, franca y sabia, la crítica del siglo que empieza a hacer brotar vigorosos retoños en las viejas y secas ramas de la escuela antigua. Esta crítica joven es grave como la otra era frívola, es erudita como la otra era ignorante, y ha creado órganos autorizados y hasta nos sorprende algunas veces poniendo en hojas volantes excelentes artículos que emanan de ella. Esta crítica, uniéndose a todo lo que encuentra superior en las letras, nos librará de dos azotes, del clasicismo caduco y del falso romanticismo. Porque el genio moderno ha producido ya su sombra, su parásito, su clásico, que se hombrea con él, que se viste con sus colores, que toma su librea y que, semejante al discípulo del brujo, pone en juego, diciendo palabras que ha aprendido de memoria, elementos de acción cuyo secreto ignora.
Pero lo que es preciso destruir antes que todo es el gusto anticuado y falso, del que hay que quitar el orín a la literatura actual. Es en vano que la roa y la empañe. Está hablando una generación joven, severa y poderosa, que no lo comprende ya. La cola del siglo XVIII se arrastra aún en el siglo XIX; mas no somos nosotros, los jóvenes que hemos conocido a Bonaparte, los que la llevamos.
Nos acercamos al momento en que ha de prevalecer la crítica nueva, establecida sobre base ancha, sólida y profunda, y se comprenderá bien pronto que debe juzgarse a los escritores, no según las reglas y los géneros, que están fuera de la naturaleza y del arte, sino según los principios inmutables del arte y según las leyes especiales de su organización personal. La razón de todos se avergonzará de aquella critica que se ensañó contra Corneille y contra Racine y que rehabilitó risiblemente a Milton. La crítica de una obra se colocará bajo el punto de vista del autor y examinará el asunto con los mismos ojos que éste. Se abandonará, y así lo dice Chateaubriand, «la crítica mezquina de los defectos por la grandiosa y fecunda de las bellezas». Es hora ya de que los espíritus discretos cojan el hilo que liga con frecuencia lo que, según nuestro capricho particular, llamamos defecto a lo que llamamos belleza. Los defectos son con frecuencia la condición nativa, necesaria y fatal de las cualidades.
Scit genius natale comes qui temperat astrum.
No hay medalla que no tenga su reverso, ni talento al que su propia luz no haga sombra, ni humo sin fuego. La originalidad se compone de todo eso. El genio es necesariamente desigual; no hay altas montañas sin profundos precipicios. Igualad el monte con el valle y sólo os resultará una estepa, una banda, la llanura de los Sablons en vez de los Alpes, en la que sólo volarán alondras, pero no águilas.
Además, hay que tomar en cuenta la parte del tiempo, del clima y de las influencias locales. La Biblia y Homero nos chocan algunas veces por sus mismas sublimidades. ¿Quién se atreverá a rechazarles una palabra? Nuestra misma debilidad se incomoda con frecuencia de los atrevimientos inspirados del genio, por no poder abarcar los objetos con su vasta inteligencia. Además de todo esto se encuentran faltas que sólo toman raíces en las obras magistrales, porque sólo hay ciertos genios capaces de ciertos defectos. Se reprocha a Shakespeare que abuse de la metafísica, que abuse de su talento, de escenas parásitas, de obscenidades, de los ultrajes mitológicos tan de moda en su época, de la extravagancia, de la oscuridad y de las esperanzas del estilo; pero la encina, ese árbol gigante, tiene aspecto grandioso, ramas nudosas, follaje sombrío, la corteza áspera y ruda, pero siempre es la encina.
El autor de este libro conoce como el que más los muchos y groseros defectos que tienen sus obras; si rara vez los corrige, es porque le repugna volver a repasarlas; además, que ninguna de ellas lo merece. El trabajo que perdería borrando las imperfecciones de sus libros, prefiere emplearlo en despojar su espíritu de defectos. Su método consiste en corregir una obra con otra. Entretanto, de cualquier modo que se trate a su libro se compromete a no defenderle ni en todo ni en parte.
Si su drama es malo, ¿por qué se ha de empeñar en que sea bueno? Si es bueno, ¿por qué le ha de defender? El tiempo hará justicia al libro. El éxito del momento sólo es importante para el editor. Si despierta la cólera de la crítica la publicación de este ensayo, el autor la dejará que pase. ¿Qué ha de replicarle? El autor no es de los que hablan, como dice el poeta castellano,
Por la boca de su herida.
Una palabra para concluir. Habrán notado los lectores, que en esta carrera larga a través de cuestiones tan diversas, el autor se ha abstenido generalmente de apoyar su opinión personal en textos y citas autorizadas, pero no ha sido por carecer de ellas. «Si el poeta establece cosas imposibles según las reglas del arte, indudablemente comete una falta, pero cesa de ser falta cuando por ese medio llega al fin que se propuso, porque encontró lo que buscaba.» «Toman por galimatías todo lo que la debilidad de sus conocimientos no les permite comprender. Tratan sobre todo de ridículos los sitios maravillosos de los que el poeta, con la idea de entrar mejor en la razón, sale, si puede decirse así, de la misma razón. El precepto que establece por regla no seguir algunas veces las reglas, es un misterio del arte que no es fácil hacer comprender a los hombres que carecen de gusto literario y que una especie de capricho del espíritu hace insensibles a lo que llama la atención ordinariamente a los hombres.» ¿Quién dice lo primero? Aristóteles. ¿Quién dice lo segundo? Boileau. Por esas dos muestras puede comprender cualquiera que el autor del drama hubiera podido, como cualquier otro, acorazarse con nombres ilustres y refugiarse detrás de reputaciones consolidadas. Pero ha abandonado este modo de argumentar a los que lo consideran invencible, universal y soberano; en cuanto a él, prefiere razones a autoridades, y le gustan más las armas que las insignias.
(Fuente: Biblioteca Ciudad Seva)

ENTRADA RELACIONADA:
'SOBRE LOS CLÁSICOS', por Jorge Luis Borges
("Clásico no es un libro (lo repito) que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad")






Comentario de texto, 'EL LUGAR DE LA FELICIDAD', por José Manuel Bernal (alumno del IES Cristóbal Colón, Sanlúcar de Bda), / Machado y Juan Perro

$
0
0
"El escrito tiene un marcado carácter subjetivo. Esto se puede ver con las numerosas marcas de subjetividad que nos encontramos. Una de ellas es el intenso uso de la primera persona del plural (“descubrimos”, “nuestro”, “nos empecinamos”…). Con esta marca de subjetividad lo que se consigue es además de señalar una implicación en el tema por parte del autor, una apelación al lector. La implicación en el tema también se puede ver con el uso de la primera persona del singular (“recordé”,”tiendo a pensar”,”comparto”…). De la misma manera, tenemos un léxico valorativo... verbos como "pensar", "compartir"… Con ellos se expresa la opinión y/o la postura del autor"

'Arearea', de Paul Gauguin, 1892. Óleo sobre lienzo. 75 x 94. Museo d’Orsay

TEMA

Reflexión sobre la localización interna e individual de la felicidad y propuesta para alcanzar la verdadera. 

RESUMEN

El texto comienza con una cita de Albert Camus. A partir de esta llega a la conclusión de que la felicidad no es alcanzada por la mayoría de mortales. Posteriormente se da una explicación del porqué no se alcanza. La razón expuesta es porque se suele entender la felicidad como un objetivo cumplido de diversa índole. Sin embargo, el autor explica que la felicidad está en el propio camino que se sigue. Finalmente, se da la solución de cómo cambiar de una idea a otra. La clave está en el sentido común, viviendo el día a día. Para terminar, queda dicho que la felicidad está dentro de cada una de las personas. 

COMENTARIO CRÍTICO

El texto a comentar es un texto periodístico perteneciente al género de opinión. En concreto es una columna de opinión escrita por José Aguilar y publicada en el diario Granada Hoy el día 1 de noviembre de 2004. 

La temática del artículo es fundamentalmente una reflexión acerca de cómo conseguir la verdadera felicidad y cómo alcanzarla. Atendiendo al tema se puede comentar que no es un tema actual, más bien atemporal, ya que ha sido, es y será uno de los interrogantes que acompaña a los seres humanos: ¿Qué es la felicidad? ¿Cómo serlo? En el propio texto se nos da indicios de esta atemporalidad. Por ejemplo, se cita a Homero que es de la Antigua Grecia hasta Albert Camus del siglo XX, siendo el texto del siglo XXI. Con esto se puede ver que es un tema trascendente en la historia del pensamiento. 

En relación se puede hablar de la originalidad o no del tema. No es un tema original. Como consecuencia de la recurrencia histórica a tratarlo se han publicado numerosas obras relacionados con los caminos de la felicidad. Sin embargo, cabe decir que el enfoque que da el autor al decir que una vez cumplidos los sueños, nos parece algo minúsculo sí que me parece original debido a que, a pesar de ser algo que a cualquier persona experimentada, no es algo que se suele exponer con mucha frecuencia. Asimismo, se puede decir que es un tema que acompaña a la humanidad por naturaleza, de ahí que considere este tema como universal. No obstante, en países donde no se cumplen ni las necesidades básicas como en los subdesarrollados, este tema tiene poca cabida. 

Aprovechando que estamos hablando del tema, se puede decir que el tema superficialmente parece no ser polémico, ya que la mayoría ha sentido o sentirá esa sensación de al conseguir algo tras mucho esfuerzo o trabajo. Pese a ello, hay muchas personas que sí que defienden a lo extremo que, por ejemplo, el dinero da la felicidad o la fama, tal y como se expone al principio del tercer párrafo del texto y también que defienden lo contrario. Consecuentemente puede abrir alguna leve discusión.

El escrito tiene un marcado carácter subjetivo. Esto se puede ver con las numerosas marcas de subjetividad que nos encontramos. Una de ellas es el intenso uso de la primera persona del plural (“descubrimos”, “nuestro”, “nos empecinamos”…). Con esta marca de subjetividad lo que se consigue es además de señalar una implicación en el tema por parte del autor, una apelación al lector. La implicación en el tema también se puede ver con el uso de la primera persona del singular (“recordé”,”tiendo a pensar”,”comparto”…). De la misma manera, tenemos un léxico valorativo tal y como verbos como "pensar", "compartir"… Con ellos se expresa la opinión y/o la postura del autor. También hace uso de puntos suspensivos en dos ocasiones (“buscando…la felicidad”). La característica de esta marca subjetiva es que rompe la línea melódica del texto para llamar la atención del receptor. Igualmente, aparecen expresiones como “no sé que poeta”, sin concretar el artista de manera que deja cierto suspense y acercándose al lector por su registro un tanto coloquial. El uso de figuras retóricas como la interrogación retórica y la comparación. El propio texto y su contenido es muy subjetivo por el tema que trata y el uso de su propia experiencia para poder defender la tesis. 

Con todas estas marcas se pone de manifiesto la función expresiva del lenguaje, lo que significa que se está dando una valoración. La función representativa aparece cuando se expone información de manera objetiva informando de la situación que tenemos. En este caso, la tenemos de manera un tanto ligada a la emotiva. Se pone de manifiesto con el uso de la tercera persona, léxico no valorativo, modo indicativo. La función apelativa se puede encontrar en la intención del texto de cambiar la manera de pensar acerca del medio para alcanzar la felicidad. La función poética está presente con las figuras retóricas previamente comentadas. 

El texto tiene un carácter argumentativo porque se sostiene una tesis a defender. Esta tesis es que la felicidad está en cada uno y en el camino, no en un objetivo en concreto. Para ello, utiliza diversos argumentos. Entre ellos está el argumento de autoridad cuando toma citas de autores como Camus, Horacio, Waltari. También aparece el argumento de tradición con el mito expuesto en párrafo dos, con el que se marca cómo se opinaba al respecto en el pasado, en lo tradicional. El de experiencia personal, ya que se presenta su experiencia como argumento, por ejemplo cuando se habla de esa sensación ya comentada tras conseguir un anhelado objetivo. El argumento de utilidad está presente al decir: “conviene no equivocarse sobre el lugar de la felicidad”. 

Tema secundario importante que trata es la necesidad de aprovechar el momento, el alejamiento a las actividades mundanas, la vida de un hombre como un recorrido en un camino o la vida es corta. Con esto se hace referencia a tópicos literarios como el carpe diem, el beautus ille, el homo viator, el tempus fugit, respectivamente. 

En mi opinión, la sociedad en la que nos encontramos los países occidentales influye en el concepto de felicidad que tengamos. El consumismo nos hace tener una visión más materialista y teniendo en cuenta la gran importancia de las apariencias. Sin embargo, un poco de lógica y razón nos llevaría a darnos cuenta del verdadero camino para conseguir la dicha. Considero el correcto aquel en que se tiene en cuenta todo, es decir, hay un punto de vista sistemático de la vida y no de sueños puntuales. Otro aspecto que me ha llamado la atención ha sido la fecha en la que se publicó el artículo: el 1 de noviembre, día de todos los santos. En este día usualmente se añora a los seres queridos que no están en el mundo y utiliza este día para hacer esta reflexión acerca de la felicidad. Bajo mi criterio, los sueños y objetivos son sumamente necesarios en la vida debido a que si no tenemos un incentivo para continuar adelante puede que nuestro estado de ánimo se vea afectado. Es necesario plantarse metas y conseguirlas, para así tener cierta satisfacción personal. El problema está cuando estos objetivos no son cumplidos. Si nuestro único fundamento son las ambiciones, este será el momento en que nos derrumbaremos. De aquí se saca la necesidad de entender la felicidad como algo intrínseco.  Refuto al autor que los sí que los sueños cumplidos nos pueden hacer felices de una manera muy efímera, pero sí que interviene en la dicha de cada cual. Pienso que los objetivos deben ser un suplemento a la felicidad que nos daría ese sentido común del que nos habla el autor: todo puede tener una parte buena. Creo que en momentos de bajo ánimo pensar que somos afortunados por tener el gran privilegio de vivir y teniendo nuestras necesidades básicas cubiertas, ¿qué más pedir? El resto son complementos que , aunque no vienen mal en absoluto, podemos en un caso muy malo, prescindir de ellos. 

Un artículo relacionado con el tema es “Felicidad, ja, ja” de Mario Vargas Llosa. En él, se expresa que la felicidad es algo individual y no colectivo. Para ello utiliza el ejemplo de Dinamarca que es considerado el país más feliz y los problemas que allí aparecen como los atentados. Me despertó una pregunta: ¿se puede la felicidad medir según lo que dice Aguilar de la felicidad en el interior de cada cual?

En conclusión, me ha parecido un texto bastante eficaz porque considero que ha conseguido su intención -al menos en mi caso- que es despertar al lector para que busque la verdadera felicidad. Si no abrimos los ojos y seguimos encerrados en la caja cuyas únicas salidas sean las metas alcanzadas, probablemente viviremos en esa caja durante toda nuestra vida. Hay que salir de ella y ser feliz, independientemente de nuestros sueños cumplidos o no. Somos algo efímero. Hoy estamos, tal vez mañana no. 

EL TEXTO, 'EL LUGAR DE LA FELICIDAD', de José Aguilar (Granada Hoy, 01-11-2004):

Con ocasiones del fuenral de una persona querida recordé, hace poco, el sentencioso dictamen de Albert Camus: "Los hombres mueren sin sber por qué no han podido ser felices". A veces tiendo a pensar que no han podido ser felices porque han perdido demasiado tiempo y derrochado demasiadas energías buscando... la felicidad. Precisamente.

No comparto la moraleja del cuento aquel en que el rey encontró por fin a un hombre feliz, un solo, y resultaba que no tenía camisa. Es un mito construido para consolar a los pobres y que hagan la revolución. No se puede ser feliz cuando las necesidades básicas no están cubiertas, eso está claro. Pero no es verdad que los seres humanos, una vez satisfecho el mínimo vital -que también es variable, porque mientras más se tiene, más se quiere-, nos empecinamos en definir la felicidad como el logro de una meta, y a ella supeditamos toda nuestra actividad.

Hay quien sitúa esa meta en la conquista del poder, quien anhela la acumulación de riqueza, quien pugna por el prestigio social y quien persigue la fama. Ocurre lo siguiente: o no se consigue el objetivo propuesto, con lo cual se acumula la frustración y, por tanto, infelicidad, o se conquista lo deseado, y entonces uno se da cuenta de que no le llena del todo, que lo que parecía el no va más apenas satisface las expectativas, que lo que se soñó maravilloso acaba pareciéndonos ramplón y minúsculo. Eso, sin contar con que todo resulta pasajero y circunstancial, y nunca dura tanto como nuestras ensoñaciones alimentaron.

Quizás todo es más imple y el destino de os sueños es deshacerse como azucarillos, sea porque no se consiguen o porque siempre necesitamos inventarnos quimeras nuevas. A todo esto, los años pasan y llegamos a alcanzar la sabiduría cuando ya no nos sirve de nada. Suele ser tarde, en efecto, cuando descubrimos -y muchos, ni eso- que la auténtica felicidad está en el camino y no en un destino concreto. Es en el camino, que inexorablemente conduce a la desaparición, tarde o temprano, donde se encuentran las cosas y las personas que podrán hacernos felices si supiéramos valorarlos en el momento en que los tenemos a nuestra disposición. Cualquier momento es feliz... con tal de que ya haya pasado, dijo no sé qué poeta.

¿Estamos condenados, pues? No necesariamente. Solo hace falta para librarse de esta maldición una buena dosis de sentido común que nos libre de las tentaciones de la ambición y el inconformismo. Horacio lo recomendaba: "Actúa sabiamente. Destila las uvas para el vino y, para tan breve tiempo, suprime las largas aspiraciones (...) Goza el día que vives, confiando lo menos que puedas en el que ha de venir". Amén. En cambio, Sinué el egipcio lo entendió, como digo, demasiado tarde: "No sé lo que quiero, pero sea lo que fuere, he estado buscándolo en lugares equivocdos". La vida es tan corta que conviene no equivocarse sobre el lugar de la felicidad, que no está en ninguna parte, sino dentro de cada cual. 



(Granada Hoy, 01-11-2004)







ACERCA DE 'AREAREA', DE PAUL GAUGUIN:


La palabra que da título a la obra, arearea, es tahitiana y significa diversión o entretenimiento alegre y gozoso.

Forma parte de los cuadros que pintó el autor durante una de sus primeras estancias en Tahití y representa a dos mujeres bajo un árbol, una de las cuales se encuentra tocando la flauta. Un perro olfateando el suelo a la izquierda y un grupo de tres mujeres adorando un tótem al fondo completarían la imagen, cuyo colorido y composición es la característica de estas obras del pintor.

Las tonalidades de color se aplican de manera plana sin buscar degradados ni efectos que busquen dar volumen ni sensación de profundidad, siguiendo la influencia de las estampas japonesas que tanto inspiraron a Gauguin. La utilización de verdes, amarillos, naranjas y blancos le sirven al artista para conseguir un efecto en la imagen que transmite felicidad.

Estilísticamente el cuadro se ha enmarcado en numerosas tendencias y corrientes estéticas, si bien es cierto es que no podemos ver ninguna que predomine, pudiéndose afirmar que lo que predomina es el característico estilo del pintor, más allá de unos estilos o corrientes artísticas determinadas.
Una de las cosas que pretendió Gauguin fue dar “musicalidad” al cuadro, algo que consigue con la representación de la mujer tocando la flauta y por otra parte con la sinfonía de colores que utiliza para representar los elementos, que lejos de ser arbitrarios pretenden sugerir sensaciones, por asociación, que simulen las que se pueden transmitir con la música.

La composición destaca por la compleja organización de los elementos de la obra. No hay nada simétrico ni un esquema racional aparente, incrementado por la ausencia de perspectiva y profundidad que resulta de la superposición de planos.

El predominio de la línea y el trazo en los contornos de los elementos lo acercan a técnicas como el cloisonismo, más típica de técnicas artísticas como la orfebrería y que vemos más desarrolladas en obras posteriores del pintor. Gauguin buscaba en todo momento una expresión plástica personal encaminada hacia una pureza espiritual alejada de artificios estéticos.

Por este motivo buscó incansablemente durante su vida conocer lugares lo más primitivos posible, a los que el hombre moderno no hubiera “contagiado” su modelo de civilización, y que así pudiera representar su verdadera esencia.

 (Fuente: tuitearte.es)


SOBRE PAUL GAUGHIN:

 Pintor postimpresionista francés, cuyos colores exuberantes, formas bidimensionales planas y temática contribuyeron a dar forma al arte moderno. Nació en París el 7 de junio de 1848, en una familia liberal de clase media, su madre era hija de la célebre socialista y feminista Flora Tristán. Después de una juventud aventurera, que incluye una estancia de cuatro años en Perú con su familia y un empleo en la marina mercante francesa, se convirtió en un agente de bolsa de París con éxito, llevando una confortable vida burguesa con su mujer, la danesa Mette-Sophie Gad, y sus cinco hijos. En 1874, después de conocer al pintor Camille Pissarro y ver la primera exposición de los impresionistas, se hizo coleccionista y pintor aficionado. Expuso con los impresionistas en 1876, 1880, 1881, 1882 y 1886. En 1882, debido a la quiebra de la Bolsa, decidió convertir su afición a la pintura en oficio. Un año después, su mujer e hijos se fueron a vivir con la familia de ella a Dinamarca. A comienzos de 1884 él se trasladó a Ruán, donde vivía Pissarro. Hombre en la carretera (Ruán) pintado entonces y que se encuentra en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid (España), es una muestra típica del estilo paisajista de Gauguin, aún dominado por la influencia del impresionismo. Entre 1886 y 1891 Gauguin vivió principalmente en la Bretaña (a excepción del viaje a Panamá y Martinica entre 1887 y 1888), donde era el centro de un pequeño grupo de pintores experimentales conocidos como la escuela de Pont-Aven. Bajo la influencia del pintor Émile Bernard, se alejó del impresionismo y adoptó un estilo menos naturalista, al que denominó sintetismo. Halló inspiración en el arte indígena, en los vitrales medievales y en los grabados japoneses, estos últimos los conoció a través de Vincent van Gogh en 1888, durante los dos meses que vivieron juntos en Arles, en el sur de Francia. Tras el altercado en el que Van Gogh intentó matarle, abandonó la ciudad.
Su nuevo estilo, marcado por la absorción de influencias del arte primitivo bretón, se caracterizó por la utilización de amplias zonas planas de colores encendidos, como en el Cristo amarillo (1889, Galería Albright-Knox, Buffalo, Estado de Nueva York, Estados Unidos). En 1891, arruinado y endeudado, se embarcó hacia Tahití escapando de la civilización europea, una sociedad gobernada por el oro, y de todo lo que es artificial y convencional. A excepción de una visita a Francia entre 1893 y 1895, permaneció el resto de su vida en las Antillas, primero en Tahití y después en las islas Marquesas. Las características esenciales de su pintura experimentaron pocos cambios, mantuvo la expresividad cromática, el rechazo a la perspectiva y la utilización de formas amplias y planas. Sin embargo, influido por el ambiente tropical y la cultura polinesia, su obra fue cobrando fuerza expresiva a medida que el tema se fue haciendo más característico, la escala de sus cuadros mayor y sus composiciones más simples. Su temática abarcó desde escenas de la vida cotidiana, como Tahitianas en la playa (1891, Museo de Orsay, París, Francia), hasta inquietantes escenas de supersticiosa aprensión, como El espíritu de los muertos observa (1892, Galería de Arte Albright-Knox). Su obra maestra es la inmensa alegoría, que es así su testamento pictórico, ¿De dónde venimos, qué somos, dónde vamos? (1897, Museo de Bellas Artes, Boston, Estados Unidos), pintado inmediatamente antes de su intento de suicidio. Una modesta pensión que le enviaba un marchante de arte de París le mantuvo hasta su muerte, el 9 de mayo de 1903, en el pueblo de Atuana, isla de Dominica (islas Marquesas). Sus experimentaciones atrevidas con el color constituyen el antecedente directo del fauvismo. La fuerza de sus formas pictóricas influyó en el pintor noruego Edvard Munch y en la posterior escuela expresionista.


(Fuente: epdlp)







'ALBERT CAMUS Y EL BOMBERO DE BILBAO', por M. Rivas / 'EL REBELDE', de Baudelaire 'EL HOMBRE REBELDE', de Albert Camus (fragmentos)

$
0
0
"Ha estado en muchas situaciones comprometidas. Pero lo de las bombas es otra cosa. Le apena ver que los barcos sigan cargando toneladas y toneladas. Y no le parece precisamente un motivo de complacencia el que España sea la séptima potencia exportadora de armamento"

“¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero negar no es renunciar: es también un hombre que dice sí desde su primer movimiento”(Albert Camus)

Escaladores de Greenpeace despliegan en la Basílica del Pilar una pancarta gigante para denunciar que en Aragón se fabrican bombas de racimo, septiembre 2007 (greenpeace.org)


ALBERT CAMUS Y EL BOMBERO DE BILBAO

Me he encontrado a la personificación del hombre rebelde. “¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero negar no es renunciar: es también un hombre que dice sí desde su primer movimiento”. En El hombre rebelde, de Albert Camus, no hay un personaje principal, con nombre propio. La voz que narra es la conciencia. Pero ese arquetipo podría llamarse tranquilamente Ignacio Robles. Ina, en confianza. Ina, 41 años, casado y con dos criaturas (2 y 3 años), trabaja de bombero en Bilbao. Ha dicho “no” muchas veces, apostando la cabeza frente a la injusticia. Pero he aquí una prueba sencilla de que ese “no” dice “sí” desde su primer movimiento. El bombero de Bilbao, el hombre rebelde, ha construido con sus manos la propia casa. La ha levantado en dos años, en Getxo, su lugar natal. Y espera habitarla con la familia esta Navidad.

No todo va bien. Este año tuvo la sensación por vez primera de que iba a tumbarlo la injusticia. El 13 de marzo pasado lo enviaron a un servicio de prevención en el cargamento de un buque en el puerto de Bilbao. Era un barco de Arabia Saudí. Él vio una señal de explosivos en los contenedores. Preguntó de qué se trataba la carga. Alguien respondió lacónico: “¡Son bombas, proyectiles!”. Ignacio se quedó clavado bajo la lluvia. Pensó en Yemen, o Yemen pensó en él. Una catástrofe humanitaria. Desde 2015, miles de muertos y heridos civiles por bombardeos de la aviación saudí. El caso es que la conciencia le dijo que no. Él explicó que no iba a hacer aquel servicio: “No me deja la conciencia”. Lo relevaron, sin más. Creyó que todo quedaría ahí. Pero un mes después, por la prensa, se enteró de que le habían abierto un expediente por falta grave y que podía costarle hasta seis años sin empleo. “El suelo se movió bajo los pies”, dice. “Tenía una familia que cuidar. Era la primera vez que dudaba por haber dicho que no”.
Pancarta alertando sobre el cambio climático, Puerta de Alcalá, diciembre 2010 (greenpeace.org)
Ignacio había estudiado varios cursos de ingeniería industrial y trabajaba como conductor del camión de su padre, cuando decidió presentarse, con 25 años, a unas oposiciones de bombero. Era difícil. Muchos aspirantes. Pero tenía estudios, era buen deportista, y le ayudó el carnet de camionero. Como le sirvió para una de las acciones de impacto internacional en las que participó. El transporte de un camión cargado de maíz transgénico desde Provenza y que los de Greenpeace vaciaron en la puerta de la casa de Sarkozy en París. Ese mismo año, 2007, Ignacio fue uno de los escaladores que hizo posible en la basílica del Pilar de Zaragoza una emocionante performance, una imagen que recorrió el mundo: la colocación de una gran montaña de zapatos de niños para denunciar las mutilaciones causadas por las bombas de racimo. España era fabricante y exportadora de esos artefactos y aquel acto del Pilar fue decisivo para la prohibición. Cuando se colocaron grandes pancartas en lo alto de la Torre de Belém de Lisboa o de la Puerta de Alcalá de Madrid para alertar por el cambio climático, allí estaba Ina, el bombero de Bilbao. Como estaba en Jerusalén, en 2013, durante la visita de Obama. Él fue el encargado de llevar desde España una pancarta de 200 metros en la mochila. En el control le preguntaron qué era y respondió con seguridad: “¡La vela de un barco!”. De alguna forma, lo era. La del arca de Noé. Estuvieron 10 horas a la vista de los mandatarios del mundo clamando contra el calentamiento global. Los detuvieron. “Los policías hebreos compartieron con nosotros su comida”. Y era también Ignacio uno de los activistas que en 2014 escaló al tejado del Congreso español para protestar por la “especulativa” Ley de Costas.

Escaladores de Greenpeace descuelgan una pancarta en Jerusalén para pedir a Obama que pare las prospecciones de petróleo en el Ártico (gareenpeace.oarg)



El expediente disciplinario de Bilbao todavía no se ha resuelto, aunque la calificación ya no es de falta grave. El primer activismo de Ignacio es ser bombero. Ha estado en muchas situaciones comprometidas. Pero lo de las bombas es otra cosa. Le apena ver que los barcos sigan cargando toneladas y toneladas. Y no le parece precisamente un motivo de complacencia el que España sea la séptima potencia exportadora de armamento. “¿Puestos de trabajo? Orbea y BH fabricaban armas y ahora hacen bicicletas”. Sonríe: “¡Podríamos ser la primera potencia en bicicletas!”. Es domingo y el hombre rebelde se va a terminar su casa.
(Fuente: El País Semanal, 19-11-2017)
'EL REBELDE', de Charles Baudelaire

Un ángel fiero cae como un águila
desde el cielo y coge con sus puños
los cabellos del hombre descreído
y sacudiéndolo le dice: «Siempre
acatarás la ley (pues que yo soy
un Ángel bueno, ¿entiendes?) ¡Te lo exijo!
Sabe que hay que amar, y sin remilgos,
al pobre o al deforme,
al imbécil o al malo,
para hacer a Jesús, en cuanto pase,
blandos tapices con tu caridad.
¡Pues tal es el amor! Y antes que el alma
se hastíe, vuelve a encender tus éxtasis
en la gloria divina, que ése era
el placer verdadero de su supremo encanto».
Y el ángel, afligiendo
de igual modo a quien ama,
con puños de gigante tortura al anatema;
mas siempre el condenado

le replica: «¡No quiero!».


NOTICIA RELACIONADA:
(Tenemos que implicarnos en ayudar a los refugiados. Si tienes una responsabilidad, hay que asumirla. Es muy fácil cambiar de canal y poner el 'Gran Hermano', pero las noticias siguen ahí")
'EL HOMBRE REBELDE', de Albert Camus (fragmentos)
1. "Hacia 1820 existe todavía la virtud entre los primeros revolucionarios rusos, los decembristas. El idealismo jacobino no ha sido corregido todavía en esos caballeros. Y hasta se trata de una virtud consciente. "Nuestros padres eran sibaritas; nosotros somos Catones", dice uno de ellos, Pedro Viasemsky. Se le agrega únicamente el sentimiento, que se volverá a encontrar hasta en Bakunin y los socialistas revolucionarios de 1905, de que el sufrimiento es regenerador. Los decembristas hacen pensar en esos nobles franceses que se aliaron con el tercer estado y renunciaron a sus privilegios. Patricios idealistas, tuvieron su noche del 4 de agosto y para liberar al pueblo decidieron sacrificarse a sí mismos. Aunque su jefe, Pestel, tiene un pensamiento político y social, su conspiración fracasada no cuenta con un programa firme; ni siquiera es seguro que hayan creído en el triunfo. "Sí, moriremos -decía uno de ellos en vísperas de la insurrección-, pero será una hermosa muerte". Fue, en efecto, una hermosa muerte. En diciembre de 1825 el cuadro de los insurgentes fue destruido a cañonazos en la plaza del Senado, en San Petersburgo. Los sobrevivientes fueron deportados, no sin que antes se ahorcara a cinco de ellos, pero con tanta torpeza que hubo que repetir la operación. Se comprende sin dificultad que estas víctimas, ostensiblemente ineficaces, fueron veneradas con un sentimiento de exaltación y de horror por toda la Rusia revolucionaria. Eran ejemplares, si no eficaces. Marchaban, al comienzo de esta historia revolucionaria, los derechos y la grandeza de lo que Hegel llamaba irónicamente la bella alma, con respecto a la cual deberá definirse, sin embargo, el pensamiento revolucionario."
2. "...todo lo que se puede sacar de la observación de Scheler, es que, por la teoría de la libertad política, hay en el hombre, en el seno de nuestras sociedades, un aumento de la noción de hombre y, por la práctica de esta misma libertad, la insatisfacción correspondiente. La libertad de hecho no ha aumentado proporcionalmente a la conciencia que el hombre ha adquirido de ella. De esta observación no se puede deducir sino esto: la rebelión es el acto del hombre informado que posee la conciencia de sus derechos. Pero nada nos permite decir que se trate solamente d los derechos del individuo. Al contrario, parece, por la solidaridad ya señalada, que se trata de una conciencia cada vez más amplia que la especie humana adquiere de sí misma a lo largo de su aventura. En realidad, el súbdito del Inca o el paria no se plantean el problema de la rebelión porque ha sido resuelto por ellos en una tradición; antes de que hubieran podido planteárselo la respuesta era lo sagrado. Si en el mundo sagrado no se encuentra el problema de la rebelión, es porque en verdad, no se encuentra en él ninguna problemática real, pues todas las respuestas han sido dadas de una vez. La metafísica está reemplazada por el mito. Ya no hay interrogaciones, no hay sino respuestas y comentarios eternos, que en tal caso pueden ser metafísicos. Pero antes de que el hombre entre en lo sagrado, y también para que entre en él, y desde que sale de él, y también para que salga, hay interrogación y rebelión. El hombre rebelde es el hombre situado antes o después de lo sagrado, y dedicado a reivindicar un orden humano en el cual todas las respuestas sean humanas, es decir, razonablemente formuladas. Desde ese momento toda interrogación, toda palabra es rebelión, en tanto que en el mundo de lo sagrado toda palabra es acción de gracias."
PINCHAR EN LA IMAGEN PARA LEER ÍNTEGRO 'EL HOMBRE REBELDE'






'AMERICAN IDIOT' / 'BOULEVARD OF BROKEN DREAMS', Green Day

$
0
0
"¿Puedes oír el sonido de la histeria? Bienvenido a un nuevo tipo de tensión... Los sueños televisivos del mañana... No formo parte de un orden de estupideces, ahora todos hacen la propaganda, y cantan en la era de la paranoia... una nación bajo los nuevos medios de comunicación, la era informativa de la historia... a lo largo de la alienación, donde no todo está bien..."


"... los sueños televisivos del mañana, no somos los que tenemos que seguirlos..."


LETRA:


Don't wanna be an American idiot
Don't want a nation under the new media
And can you hear the sound of hysteria?
The subliminal mind-fuck America
Welcome to a new kind of tension
All across the alien nation
Where everything isn't meant to be okay
Television dreams of tomorrow
We're not the ones who're meant to follow
For that's enough to argue
Well maybe I'm the faggot America
I'm not a part of a redneck agenda
Now everybody do the propaganda
And sing along to the age of paranoia
Welcome to a new kind of tension
All across the alien nation
Where everything isn't meant to be okay
Television dreams of tomorrow
We're not the ones who're meant to follow
For that's enough to argue
Don't wanna




LETRA:


I walk a lonely road
The only one that I have ever known
Don't know where it goes
But it's only me, and I walk alone
I walk this empty street
On the boulevard of broken dreams
Where the city sleeps
And I'm the only one, and I walk alone
I walk alone, I walk alone
I walk alone and I walk a
My shadow's the only one that walks beside me
My shallow heart's the only thing that's beating
Sometimes I wish someone out there will find me
Till then I walk alone
Ah ah ah ah ah
Ah ah ah ah ah
I'm walking down the line
That divides me somewhere in my mind
On the border line of the edge
And where I walk alone
Read between the lines
What's fucked up and every thing's all right
Check my vital signs to know I'm still alive
And I walk alone
I walk alone, I walk alone
I walk

EL 'ESTABLISHMENT', QUE NO CESA, por Jesús Maraña 'THE ESTABLISHMENT BLUES', Sixto Rodríguez

$
0
0
"... el 15-M... suponía sobre todo una impugnación sistémica... poner fin a las prácticas de dominación social ejercidas por grupos poderosos insaciables en su voracidad sobre beneficios y privilegios. ¿Ha sido derrotado el establishment? ¿Están hoy más vigilados, controlados y regulados esos poderes corporativos y financieros...La respuesta es que no... los mimbres que temblaron ante los movimientos indignados no sólo se mantienen firmes sino que incluso acarician la tentación de plantear respuestas regresivas..."

"Los políticos usando y abusando de la gente.
La mafia crece y crece, como la contaminación en el río. Y tu me dices que esto es lo que hay... este sistema va a caer pronto" (Sixto Rodríguez)

"... la gran banca ha ganado casi 80.000 millones de euros desde 2009, un 40% más de lo que costó a los contribuyentes el rescate del sector financiero..."

EL 'ESTABLISHMENT', QUE NO CESA

En su intervención ante la junta de accionistas de Prisa, su presidente Juan Luis Cebrián explicó este miércoles el plan de sucesión de sí mismo recurriendo a un verso de Miguel Hernández“Me voy, me voy, me voy, pero me quedo”. No es un caso aislado si hablamos de negocios, y no de amor como pretendía el poeta. Caracterizan el gen de los poderosos su tendencia a acumular poder y su resistencia a perderlo, cueste lo que cueste… a los demás.  Si abordamos con perspectiva lo que viene ocurriendo desde el 15-M hasta hoy, uno de los hechos más relevantes es el esfuerzo permanente del establishment para aparentar una disposición al cambio sin mover en el fondo un solo mimbre que ponga en riesgo los intereses prioritarios del poder económico, financiero, mediático y político ostentados desde hace décadas por un grupo limitado de nombres y apellidos.

Es obvio que el movimiento de la indignación visibilizado en el 15-M tuvo el efecto político directo de romper el dibujo parlamentario fundamentalmente bipartidista para transformarlo en un puzle de cuatro grandes fuerzas, sin mayorías claras y dependientes además de los escaños nacionalistas. Pero el 15-M, inexplicable sin una crisis económica profunda gestionada con las recetas insolidarias de los mismos sabios neoliberales que la habían provocado, suponía sobre todo una impugnación sistémica. Lo que se exigía de forma masiva y transversal ideológicamente era poner fin a las prácticas de dominación social ejercidas por grupos poderosos insaciables en su voracidad sobre beneficios y privilegios. ¿Ha sido derrotado el establishment? ¿Están hoy más vigilados, controlados y regulados esos poderes corporativos y financieros causantes del crack de 2008 que sirvió para justificar el austericidio y derivó en el crecimiento de la desigualdad?
"... las tres grandes grandes eléctricas españolas han ganado 4.300 millones en nueve meses mientras el recibo de la luz sube casi un 13%"

La respuesta es que no. Y el grave conflicto institucional y social provocado desde Cataluña no puede ser utilizado como “banderón de humo” para ocultar esa contundente realidad. Abundan estos días los indicios de que el estallido del independentismo y la respuesta desde el Estado pueden dañar gravemente las posibilidades de un cambio real al que aspiraban las masas simpatizantes del 15-M. El 21-D y las citas electorales posteriores (anticipadas o no) irán plasmando el cumplimiento o no de los augurios. Lo cierto a día de hoy es que los mimbres que temblaron ante los movimientos indignados no sólo se mantienen firmes sino que incluso acarician la tentación de plantear respuestas regresivas en lugar de transformadoras.

En su exitoso ensayo El Establishment, el provocador escritor británico Owen Jones citaba a un exasesor de Margaret Thatcher y autor de un exitoso blog político que sin ningún pudor afirmaba: “El capital siempre encuentra formas de protegerse de los votantes”. Así es. Se trata de un fenómeno transnacional, como lo es la certeza de que una gran parte del negocio de los magnates empresariales (aquí o en el Reino Unido) tiene su origen en los recursos públicos, vía adjudicaciones, concursos, contrataciones a dedo o subvenciones. Muchos de los que denostan todo lo público y defienden a gritos privatizar hasta el aire no mantendrían su cuenta de resultados sin la inestimable ayuda de los Estados.


La cruda realidad


Por no aburrir a la audiencia, sólo sugiero repasar algunas de las portadas recientes de infoLibre más allá del día a día del conflicto catalán. Hemos sabido que las tres grandes eléctricas españolas han ganado 4.300 millones en nueve meses mientras el recibo de la luz sube casi un 13%; que los beneficios de las grandes corporaciones están ya en los niveles previos a la crisis, pero que el salario medio de los españoles cayó en 2016 por primera vez desde hace una década; que la gran banca ha ganado casi 80.000 millones de euros desde 2009, un 40% más de lo que costó a los contribuyentes el rescate del sector financiero (principalmente las cajas); que Fomento considera razonable pagar a auditoras privadas para establecer las condiciones de la relicitación de las autopistas de peaje rescatadas por los contribuyentes; o que la Comisión Nacional del Mercado de Valores denuncia la opacidad de las grandes empresas sobre los sueldos e indemnizaciones que pagan a sus consejeros. (De hecho no es posible calcular con exactitud los millones de euros que el propio Juan Luis Cebrián va a cobrar por irse de presidente de Prisa para quedarse como presidente de El País).

Podríamos continuar con ejemplos referidos al mantenimiento de unos privilegios ofensivos para cualquier contribuyente honesto y consciente de que en estos años de crisis la carga fiscal del trabajo sigue muy por encima de la del capital a la hora de contribuir al sostenimiento de las arcas públicas. Pero conviene no olvidar tampoco la gravedad de los hechos relacionados con la corrupción que pudre las estructuras del partido gobernante al tiempo que mantiene todas las expectativas de renovarse en el poder si los efectos del estallido independentista sacuden a las izquierdas en la medida que pronostican las encuestas. Hemos sabido que la propia fiscalía del primero de los juicios pendientes sobre la trama Gürtel considera acreditada “plena y abrumadoramente” la existencia y funcionamiento de unacaja B del Partido Popular; que han sido localizados en Colombia 4,6 millones de euros supuestamente sustraídos por el expresidente de Madrid Ignacio González a la empresa pública Canal de Isabel II; que el responsable directo de la investigación policial de la Gürtel ha declarado en sede parlamentaria que “indiciariamente” Rajoy y otros dirigentes del PP recibieron “sobres con dinero procedente de la caja B del partido” (el jefe de este jefe de la UDEF ha dicho días más tarde que no daba crédito a esos “indicios”).

Podríamos continuar con unos cuantos datos incontestables que establecen un nexo entre la Gürtel, la Púnica, la Operación Lezo, la trama valenciana, la balear… que certifica que durante los últimos treinta años el PP ha recibido financiación irregular y ha pagado actos de campaña mediante donativos de empresarios que de esa forma creían garantizarse adjudicaciones de contratos públicos de las administraciones gobernadas por el PP. En cualquier democracia homologable el máximo responsable de una formación política contaminada de arriba abajo por escándalos de corrupción habría visto finiquitada su carrera política el mismo día que se conocieron sus SMS de apoyo al tesorero con cuentas millonarias en Suiza. Aquí, sin embargo, Mariano Rajoy se declara en su “mejor momento”, dispuesto a repetir como candidato en las elecciones generales cuando él mismo decida que le conviene convocarlas. Pretender aplicar el ventilador a todos los partidos políticos o comparar esa fórmula de competencia electoral ilegal con los supuestos pagos “venezolanos” supuestamente recibidos por algunos dirigentes de Podemos y rechazados una y otra vez por los tribunales es simplemente ofensivo.

El establishment, también apodado casta, trama o 1%, goza de buena salud en sus ramas política, económica, empresarial, financiera o mediática. Mayormente porque hace ya tiempo quelas distintas ramas se confunden en un mismo árbol. No se explica de otro modo ese “me voy pero me quedo” de Juan Luis Cebrián cuando los propios acreedores de Prisa reconocen que su retirada era la condición imprescindible para lograr la ampliación de capital necesaria que evite la quiebra del principal grupo de comunicación español o la posibilidad de que caiga directamente en manos de fondos buitre. El verso citado por Cebrián pertenece al libro de sonetos El rayo que no cesa. Pertenecer al establishment desde hace cuarenta años permite de algún modo no cesar nunca, hasta el punto que el mismo ejecutivo que provocó la ruina del grupo periodístico más influyente (quien quiera conocer detalles puede pinchar aquí) sea premiado indefinidamente con tal de que contribuya a la estabilidad del tinglado.

P.D. Para quienes desde posiciones progresistas sufran la tentación de caer en la melancolía o la resignación es recomendable la lectura del nuevo ensayo de Naomi KleinDecir No no basta. Aunque su análisis se centra en la Norteamérica de Trump, muchas de sus reflexiones son perfectamente globales y trasladables a la realidad española. Hay alternativas al discurso único, y las más plausibles exigen"unidad en la resistencia y en la transformación". Incluye argumentos discutibles, pero se carga de razón cuando defiende que hay que superar la 'pantalla' de la indignación y pasar a una acción política, cívica, intelectual y social capaz de superar los miedos que con tanta eficacia manipula el establishment.  

(Fuente: infolibre.es, 17-11-2017
)



LETRA:

The mayor hides the crime rate
council woman hesitates
Public gets irate but forget the vote date
Weatherman complaining, predicted sun, it's raining
Everyone's protesting, boyfriend keeps suggesting
you're not like all of the rest

Garbage ain't collected, women ain't protected
Politicians using, people they're abusing
The mafia's getting bigger, like pollution in the river
And you tell me that this is where it's at

Woke up this morning with an ache in my head
I splashed on my clothes as I spilled out of bed
I opened the window to listen to the news
But all I heard was the Establishment's Blues.

Gun sales are soaring, housewives find life boring
Divorce the only answer smoking causes cancer
This system's gonna fall soon, to an angry young tune
And that's a concrete cold fact

The pope digs population, freedom from taxation
Teeny Bops are uptight, drinking at a stoplight
Miniskirt is flirting I can't stop so I'm hurting
Spinster sells her hopeless chest

Adultery plays the kitchen, bigot cops non-fiction
The little man gets shafted, sons and monies drafted
Living by a time piece, new war in the Far East
Can you pass the Rorschach test?

It's a hassle it's an educated guess.
Well, frankly I couldn't care less. 



ENTRADAS RELACIONADAS:

'LOS QUE MANDAN', por Luis García Tojar / 'LA ILIADA' (Canto último, fragmento) / 'MATRIX' (Neo y el arquitecto)

("... en una situación hegemónica como la que en este momento disfruta la casta del capital cualquier pequeña concesión —una quita de deuda o un banco público, por ejemplos— puede ser entendida como muestra de debilidad, y más en medio de una crisis que para esta elite no tiene otra solución que plusvalía y desposesión: intensificar la explotación del trabajo y extraer directamente riqueza de la población")



'NO, NO VIVIMOS EN DEMOCRACIA', por Luis Enrique Ibáñez

("... vivimos ahogados en un Golpe de Estado Financiero que ya muestras sus garras, su poder, a nivel global. Un Poder Económico que ya se encuentra fundido sutilmente (y no tan sutilmente) con el Poder Político... Son organismos supranacionales, y absolutamente antidemocráticos, los que deciden, ordenan, ejecutan esas medidas trascendentales... Y si alguien insinúa querer salirse del redil, consultando a la ciudadanía, se le elimina... La prostitución del lenguaje como estrategia imprescindible para anular la consciencia colectiva")







Viewing all 2602 articles
Browse latest View live