Quantcast
Channel: Lengua y Literatura de Bachillerato... y otras cosas
Viewing all 2602 articles
Browse latest View live

METIDOS EN EL JARDÍN DE 'LAS FLORES DEL MAL', por Winston Manrique Sabogal (enlaces relacionados)

$
0
0

La obra cumbre de Baudelaire se edita en una arriesgada versión


“Vengas tu del infierno o del cielo, ¿qué importa,

¡Belleza!, monstruo enorme e ingenuo, mas temido,
si tus ojos, tu risa, tu pie, me abren la puerta
de un infinito que amo y que nunca he conocido?”




METIDOS EN EL JARDÍN DE 'LAS FLORES DEL MAL'

Ese es. Ahí está parte del corazón de Charles Baudelaire en Las flores del mal. Poemas preñados de fervor y furia bajo la luminosa oscuridad del amor y del deseo. Baudelaire (1821-1867) se convierte en un asaltador de la belleza donde los demás no la ven, o la penalizan, o la mezquinan, o la destierran. Un libro con 126 poemas publicado en 1857 y en 1861 que cerró el romanticismo y abrió el modernismo que acaba de ver una nueva y arriesgada traducción bilingüe en la editorial Vaso Roto, a cargo de Manuel J. Santayana. Ha apostado por una traducción que busca no solo el ritmo sino la endiablada métrica original.
Antes que Santayana, lo hicieron a su manera Antonio Martínez Sarrión, Luis Martínez de Merlo, Pedro Provencio y Enrique López Castellón. Ellos saben lo que es, de verdad, entrar en ese jardín literario dionisiaco y apolíneo a la vez, para sacarlo del francés al insuflarle nueva vida en español. Conocen senderos-latidos de Baudelaire como:
“Y tu cuerpo se estira y se ladea

cual frágil navecilla
que hunde sus palos bajo la marea
cuando roza la orilla”.

O
“Tu mano roza en vano mi pecho que se arroba;

lo que ella busca, amiga, es sitio que ha saqueado
la mujer con sus garras y sus dientes de loba.
No hay corazón; las bestias ya lo han devorado”.

Sentidos baudelaireanos que confrontan al ser humano con su naturaleza para descubrirle las cosas que piensa y desea sin saberlo. Aún. O que centellea lo que en cada uno aguarda agazapado y anhelante para hacerse visible.
El último en revivirlo ha sido Manuel J. Santayana. Entró en Las flores del mal allá por 1974, ya en el exilio en Estados Unidos, con su francés precario. Leyó diversas y autorizadas ediciones francesas críticas: “Durante muchos años abandoné el proyecto, pero en el 2012 regresó el impulso, tras una intensa relectura de la obra completa, y me di a la tarea trabajando, como dice un octosílabo de mi venerado Alfonso Reyes, ‘a hurtos de la labor”.
Entrar en ese jardín, recuerda el traductor, es dialogar con un espíritu incomparable: “acceder al horror, a la admiración y a la piedad. Y a un fervor y una fe en la poesía más allá de toda vanidad”. La aportación del maestro francés es su “ejemplo de exactitud formal para desnudar los abismos de la conciencia humana y revelar —poéticamente— la complejidad de la inteligencia, la sensibilidad y la imaginación de un ser humano, sus perplejidades y contradicciones”.
Lo más complicado de trasladar esos bordes del precipicio, reconoce Santayana, son las dificultades del rigor: “sintácticas, silábicas, métricas. Vencerlas depende de las aptitudes que el traductor ponga al servicio de su objetivo”. De elegir un poema, él se queda con Recogimiento, entre los breves:
“Se juiciosa, oh mi pena, y a la calma ya vuelve.

Pedías el Ocaso; ya desciende, aquí llega;
una atmósfera oscura a la ciudad envuelve,
y a unos trae la paz que a los otros les niega”.

Y entre los más largos elige, El viaje, uno de cuyos pasajes aclara:
“Pero viajeros solo son aquellos que parten

por partir; corazones como globos, ligeros,
sin que de un fatal sino ellos jamás se aparten,
y siempre: ¡vamos! A ignotos derroteros”.

El viaje de Enrique López Castellón por el territorio Baudelaire empezó con los años noventa con una traducción literal en bolsillo para Busma. Siguió recorriendo lento sus caminos y su biografía y su época, hasta que empezó a preparar una nueva traducción para la editorial Abada en 2012. “Quería mantener la métrica, pero no el ritmo, porque es imposible. Es un jardín muy complicado porque Baudelaire expresa nuevas sensaciones del hombre moderno en lenguaje popular, corriente o ramplón, y poetiza el lenguaje periodístico que al verterlo resulta difícil. Su estética es revolucionaria”. Ahí está, dice, el arranque de su inolvidable El balcón:
“¡Madre de los recuerdos, la amante más querida,

Tú, mis placeres todos! ¡Tú, todos mis deberes!
Te acordarás de cada caricia compartida,
del hogar, del hechizo de los atardeceres,
¡madre de los recuerdos, la amante más querida!”.

Hace cuarenta años este poeta maldito empezó a llegar con gozosa claridad a España. Y quien decidió darlo a conocer en serio fue Antonio Martínez Sarrión. Lo hizo para desagraviarlo. Un día de 1974 Sarrión entró a una librería, cogió un tomo de Las flores del mal, de editorial Río Nuevo, y quedó consternado “ante esa traducción infame”. Fue a casa, abrió una edición en francés al azar y tradujo tres poemas que en 1975 publicó en la revista La ilustración poética española e iberoamericana, en la que él colaboraba junto a José Esteban y Jesús Munárriz. El poeta Gil de Biedma y el editor Carlos Barral leyeron los poemas y le dijeron que tenía que traducir todas Las flores del mal.
Dos años después, en 1977, La Gaya Ciencia publicó su versión con tal éxito que se agotó y se convirtió en referencia. Después, Javier Pradera, editor de Alianza, le dijo que le gustaría publicar el libro. Sarrión aceptó y eligió hacerlo en formato bolsillo, “porque al ser más barata todos podrían leer a Baudelaire”. Llegó a librerías en 1982. La última apareció en 2012, después de 22 ediciones y más de 60.000 ejemplares vendidos, “revisada y con algunos ajustes”. Lo hizo a petición del editor. Sarrión, con 73 años, pensó que estaría bien hacerlo “antes de desaparecer de este mundo”.
Mientras, Baudelaire le susurra: “Haces bien en ocuparte de mis flores; que te paguen lo que a mí no me pagaron”. De ese jardín prefiere Una que pasaba, en cuya tercera estrofa muchos se ven y se han preguntado sin saberlo:

“Un fulgor… ¡y la noche! Fugitiva beldad,
cuyo mirar me ha hecho nacer una vez más,
¿no te veré ya nunca, sino en la eternidad?”.

(Fuente: El País)


("... A partir de aquí empieza el descalabro, la mala vida, el lujo inmoderado, los burdeles oscuros, la bohemia de altura, el dandismo más exaltado y la poesía más original, descarnada, profunda y anhelante que quepa imaginar. Se puede decir que de esa grieta existencial incurable nació el remedio doloroso de su poesía, que empezó a escribir pronto, “con paciencia y con furia”, y a la que le puso distintos títulos —Las LesbianasLos limbos— hasta de que acabara siendo Las flores del mal...")

MÁS DE BAUDELAIRE EN ESTE SITIO:




(Y el París sombrío, frotándose los ojos / Empuñaba sus útiles, viejo laborioso.)













'ERA LA VIDA', por Leila Guerriero / 'LA VIDA ES SUEÑO', JORNADA III, ESCENA XIX / 'NO VOLVERÉ A SER JOVEN', GIL DE BIEDMA Y LOQUILLO

$
0
0
"A fin de año, más que nunca, la vida no es la vida sino una patética declamación de buenas intenciones, una renovación del permiso de postergarlo todo, una fe idiota en que nunca será demasiado tarde para nada. “Toda la inmortalidad que puedes desear está presente / aquí y ahora”


ERA LA VIDA

Debería, por ejemplo, empezar por viajar más, por viajar menos, por no viajar en absoluto. Debería hacer las paces con mi padre, debería depender menos de mi padre, debería ver a mi padre más seguido. Debería salir de esta casa en la que paso tanto tiempo sola, debería quedarme en casa y no salir a aturdirme con gente que no me importa en absoluto. Debería terminar mi novela. Debería renunciar a este trabajo que detesto. Debería ir a bailar antes de ser el más viejo de la discoteca. Debería divorciarme. Debería empezar a usar toda esa ropa que hace años que no uso. Debería ir a recitales. Debería invitarla a cenar, invitarlo a un bar, decirles que soy gay. Debería parar con la cocaína. Debería probar alguna vez un trago, debería beber menos, debería dejar de beber. Debería aprender a tocar la guitarra. Debería ir a África mientras todavía puedo caminar. Debería cambiar de analista, conseguir un analista, dejar de ir al analista. Abandonar las pastillas. Ceder. No ceder. Arrojarme en paracaídas, tomar un curso de buceo, poner un hotel en la montaña, un bar en una playa de Brasil. Ir más despacio, ponerme en marcha, no mirar atrás. A fin de año, más que nunca, la vida no es la vida sino una patética declamación de buenas intenciones, una renovación del permiso de postergarlo todo, una fe idiota en que nunca será demasiado tarde para nada. “Toda la inmortalidad que puedes desear está presente / aquí y ahora”, escribió el poeta chileno Gonzalo Millán en Veneno de escorpiónazul, su diario de vida y de muerte, y esa bestia terrible de la poesía, la uruguaya Idea Vilariño, dijo, mejor que nadie, peor que nunca: “Alguno de estos días / se acabarán las bromas y todo eso / esa farsa / esa juguetería / las marionetas sucias / los payasos / habrán sido la vida”.

(Fuente: El País, 17-12-2014) 

 'LA VIDA ES SUEÑO', JORNADA III, ESCENA XIX 

SEGISMUNDO


Es verdad, pues: reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!):
¡que hay quien intente reinar
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

NO VOLVERÉ A SER JOVEN, LOQUILLO Y GIL DE BIEDMA










'EL MOMENTO ES AHORA, NO HAY OTRO... GANEMOS SANLÚCAR, YA', por Luis Enrique Ibáñez / 'RESITUACIÓN', Nacho Vegas

$
0
0
"Si nos quieren en soledad, que nos tengan en común... 
Los ciudadanos de Sanlúcar tienen que percibir que les estamos ofreciendo, proponiendo, un mensaje absolutamente nuevo... Se trata de ser eficaces aquí, y ahora...

Queremos acabar con el lenguaje casposo, trillado, con el discurso grueso y tramposo que lleva años dominando la política en nuestra ciudad. Y para hacerlo, para vencer, para convencer, debemos ser capaces de generar una ilusión inédita. Con la acción, con el idioma, y también con el envoltorio"

ASAMBLEA CIUDADANA POR LA UNIDAD
CANDIDATURA POPULAR  PARA LAS MUNICIPALES EN SANLÚCAR
VIERNES 19 DE DICIEMBRE, COLEGIO BLAS INFANTE, 18:30

EL MOMENTO ES AHORA, NO HAY OTRO... GANEMOS SANLÚCAR, YA


Se palpa un deseo, es evidente. Se puede oír en la calle, en las conversaciones, también en las miradas y en las sonrisas abiertas. Ese deseo casi se puede tocar, esta ahí al lado, mirándonos, esperando que salgamos de esas dudas que siempre habitamos y vayamos por él, lo cojamos, lo expandamos, y le obliguemos a materializarse, a estar, y a ser. Ese deseo no es otro que el hecho de que la ciudadanía, libre de todo, y pensante, decida ganar el Ayuntamiento, decida ser protagonista de la cosa pública, instalar un nuevo idioma político y, desde ahí, gestionar para la gente, rescatar las palabras para que vuelvan a ser de todos, igual que la riqueza, a lomos de la honestidad, soplados por la conciencia colectiva, la única que ahora vale.

Y, sin embargo, parece que estamos a punto de ser tan mentecatos que no vamos a aprovechar la oportunidad que se nos presenta. Al final, parece que no nos creemos lo que afirmamos, y eso que hablamos con grandes aires de gente tan revolucionaria como ilusionada, pero, al final, presos de la aburrida cotidianidad. Y no podemos permitir que la abulia, las palabras de siempre, invadan nuestro pensamiento

Sigo creyendo que se pueden cambiar las cosas, y debe ser de un modo radicalmente distinto. O accedemos a ello, o seremos tan oficiales como esos a los que criticamos, esos a los que queremos echar, porque sí, llámenlo demagogia si quieren, pero debemos recuperar el Ayuntamiento para que sea de todos, debemos recuperar, ahí reside la radicalidad necesaria, el significado de la palabra 'democracia'. No hay más.

no podemos permitir que la abulia, las palabras de siempre, invadan nuestro pensamiento

Pero sí, parece, que, en última instancia, somos rehenes de las inercias que queremos combatir. Estamos, y no estamos. No terminamos de creer en lo que decimos. Seguimos presos de nuestras consignas, de grupo, y también individuales. Y ahí nos incluyo a todos.

Y eso tiene un nombre: miedo. Miedo a abandonar nuestros hábitos, a salir de ese código que conocemos y al que creemos que le debemos fidelidad, feligreses siempre, cerrados al cambio, negados al viaje. ¿A quién debemos algo? Sólo nos lo debemos a nosotros. Que no nos líen. Nos lo debemos a nosotros y a toda la gente que se encuentra ávida de un idioma diferente. Esto es importante. Tenemos una responsabilidad, y tendremos una culpa, cuando pase el tiempo, si no hemos sabido soportarla. 

Debemos cambiar el lenguaje, si es que creemos que podemos hacerlo. No nos cerremos, por favor.

Vivimos todos en Sanlúcar de Barrameda. Todos hemos estado juntos en demasiadas historias como para fingir ahora que no nos conocemos, para fingir, claudicando, que pertenecemos a casilleros separados.

Es el momento de escuchar, otra vez, a Gramsci, "Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza".

Pues eso, vamos a instruirnos, vamos a agitarnos, cada vez más, y vamos a organizarnos, de verdad

Sé que todos tenemos nuestro corazoncito (y también nuestras consignas, unos, y otros), que el cariño histórico es importante y no debemos renunciar a él... pero la historia nos está llamando, y no podemos hacerla esperar.



Los ciudadanos de Sanlúcar tienen que percibir que les estamos ofreciendo, proponiendo, un mensaje absolutamente nuevo. Y eso sólo se puede hacer a través de una Agrupación de Electores. El formato de coalición de partidos (incluso explicando que los movimientos sociales, de lucha, se unirían a esa coalición) sería percibido, con toda seguridad, como un poco "más de lo mismo". 

Se trata de ser eficaces aquí, y ahora. Las intenciones de aquellos que abogan por la coalición pueden ser buenas, pero si se hace de esa manera, no se transmitiría, en absoluto, la idea de que estamos ante algo excepcional.

Los representantes de los partidos que están en esta historia deben pensar que se trata de una aventura puntual, exclusivamente para las municipales, exclusivamente para ganar el Ayuntamiento de Sanlúcar. Después, cuando lleguen las otras convocatorias (autonómica, generales), ellos seguirán con sus estrategias de partido.

Queremos acabar con el lenguaje casposo, trillado, con el discurso grueso y tramposo que lleva años dominando la política en nuestra ciudad. Y para hacerlo, para vencer, para convencer, debemos ser capaces de generar una ilusión inédita. Con la acción, con el idioma, y también con el envoltorio.

Fue realmente alentador, emocionante, ver el número de personas que estábamos el otro día en la Asamblea por la Unidad. Tan sólo hace unos meses, no habríamos imaginado esa escena. Y lo que subyacía en ella era la necesidad, la obligación, de hacer algo radicalmente distinto, algo que nunca se haya hecho. Y estamos capacitados para hacerlo.

La oportunidad es aquí, ahora. Y no estoy seguro de que volvamos a tener otra.

Sí estoy seguro de que si no la aprovechamos, nos arrepentiremos... y mucho.


Vamos a escuchar esta nueva canción y en cuanto termine que siga, de verdad, la resituación. Porque sí, Ellosnos quieren en soledad, debemos hacerlesver que nos tendrán en común

Que siga el runrún...

"Vienen de frente gigantes de azul
con las bocas llenas de su democracia,
pero el miedo ha dejado de ser la actitud.
Suena en cada cabeza un hermoso runrún:
"Nos quieren en soledad, nos tendrán en común"...
¿No hace hoy un día precioso para explosionar?"



LETRA:

Eres un gato observando el horror,
hay quien te mira y se frota las manos.
Los otros evitan la conversación
y hay algunos que se arrojan desde el balcón.
De pronto un ruido, un motivo de celebración.

Vienen de frente gigantes de azul
con las bocas llenas de su democracia,
pero el miedo ha dejado de ser la actitud.
Suena en cada cabeza un hermoso runrún:
"Nos quieren en soledad, nos tendrán en común."

Ven ya que aquí estamos a salvo,
oye esta nueva canción
y en cuanto termine que empiece la resituación.

Mira y admira, ¿Qué hay en la ciudad?
Dicen que es un elefante varado.
Algunos lo llaman el circo mundial
y hay quien acude a diario allí a vomitar.
¿No hace hoy un día precioso para explosionar?

Ven ya que aquí estamos a salvo,
oye esta nueva canción
y en cuanto termine que siga la resituación.






'DE WATERLOO AL KURDISTÁN', por Luis Goytisolo

$
0
0
"Gracias a las actuales técnicas, el despliegue informativo que nos llega suele ser tan apabullante como de dudoso crédito no menos respecto a la noticia en sí que a las imágenes que la ilustran... ese carácter instantáneo de la información es perfectamente compatible con un elemental montaje de imágenes ubicables en un escenario que nada tiene que ver con lo redactado a pie de foto...

los avatares de ese petróleo que mana del Kurdistán sigue siendo un misterio"


DE WATERLOO AL KURDISTÁN

En La feria de las vanidades, Thackeray, con el humor que le caracteriza, relata la desbandada que en los familiares de la oficialidad británica asentados en Bruselas provocó el rumor de que Napoleón había derrotado a Wellington en los preliminares de Waterloo; de no poder hacerse con un carruaje, a uña de caballo. Sólo cuando los rumores se vieron disipados por las noticias de lo que realmente había sucedido volvió a sus cauces la vida cotidiana tanto a un lado como al otro del Canal. Una batalla que supuso un cambio en la Historia, no ya de Francia, sino de toda Europa.
De hecho, la incertidumbre ante este tipo de situaciones había sido la norma hasta entonces en el mundo entero: las noticias llegaban a caballo o en velero. Las cosas sólo empezaron a cambiar algunos años después de Waterloo, en el curso del siglo XIX. El lenguaje propio del telégrafo, el alfabeto morse, el teléfono, la radio, fueron transformando el panorama no sólo en relación a la noticia sino también al propio desarrollo de la guerra. Y, de inmediato, haciendo posible la aparición de algo estrechamente asociado al enfrentamiento bélico propiamente dicho: la propaganda, la manipulación de la noticia al servicio de cada una de las partes.
En los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial llegó a parecer que todo iba a cambiar. Organizaciones como Naciones Unidas, Organización Mundial para la Salud, la UNESCO, las reformas sociales, la paz por encima de todo… Había guerras lejanas y regímenes represivos, pero todo eso parecía estar ya camino de extinguirse. Paralelamente, la información y la comunicación no cesaban de extenderse en rapidez y amplitud, de aproximarlo todo a todos. Fue a partir del cambio de milenio, tomando como hito o punto de partida el atentado de las Torres Gemelas —que recuerdo haber visto en directo, vía TV, comentado por Ana Blanco si mal no recuerdo— cuando aquel panorama apacible inició una brusca transformación. Un atentado en el que ya figuraban dos de los principales factores del cambio: la proximidad de Wall Street, epicentro del mundo de los negocios, y la proclamación, como fenómeno ubicuo, del radicalismo islámico. A partir de entonces, el protagonismo de Wall Street y de ese radicalismo, junto con la posibilidad de recibir información inmediata de todo sin necesidad de salir de casa, merced a las diversas pantallas de uso cotidiano, no ha cesado de incrementarse.
Paralelamente, las perspectivas de paz y prosperidad, de ese mundo más feliz programado décadas atrás, se esfumaron de pronto. Y el escenario inicialmente elegido, las tierras de Afganistán, no tardó en extenderse a la totalidad del ámbito islámico. Occidente había intervenido ya en diferentes ocasiones en varios países del área —el Egipto de Nasser, el Irán del Sha de Persia, el Irak de Sadam Hussein— siempre con resultados a la larga contraproducentes: se agredía a un régimen más o menos totalitario pero más o menos laico, al tiempo que se allanaba el camino a un islamismo radical. Pero tales hechos, aislados el uno del otro y producidos a lo largo de varias décadas, dieron paso a una súbita proliferación de revueltas que en mayor o menor medida han terminado afectando, país por país, al mundo musulmán en su conjunto.
Lo más llamativo es que semejantes hechos fueron inicialmente celebrados en el ámbito mediático como una primavera. Para empezar, Túnez: un país que cuando lo visité, no hace tantos años, producía una impresión similar a la de determinados centros turísticos de la otra orilla del Mediterráneo y donde era posible ver, por ejemplo, a una mujer policía dirigiendo la circulación, sus negros cabellos asomando bajo la gorra. O Egipto, lugar de gente especialmente amigable, donde los callos en la frente de tanto inclinarse hasta tocar el suelo durante el rezo representaban tan sólo a una minoría. Incluso Libia, regida sin duda por un dictador con veleidades terroristas que ya le habían acarreado los bombardeos del Golfo de Sirte a modo de castigo, pero sin forzarle a dejar el poder, un acierto —probablemente interesado— del presidente norteamericano. Y es que la Libia que yo conocí en los últimos años del gadafismo no dejaba de ser un país con una renta per cápita muy superior a la de cualquier otro país del Magreb; o donde un colegio de niñas como el que visité se diferenciaba poco de un colegio de niñas occidental. Caso similar al de Siria, más bien una dictablanda, donde las mujeres podían elegir libremente llevar o no llevar velo o entrar en un bar, y donde la población laica o de otras creencias no tenía especiales problemas.
Y de pronto aparecen esas diversas misteriosas milicias que, país por país, van sustituyendo el poder establecido por el caos y la destrucción, que en algunos casos —Siria, Libia— termina arrasando ciudades enteras. Sólo recientemente, en determinados lugares —Egipto, Túnez— la situación parece hallarse en vías de recomponerse.
Ahora bien: ¿dónde está el origen de semejante epidemia primaveral? Porque las convicciones individuales, por más que se vean alentadas por una prédica religiosa, no bastan. Una cosa son los sentimientos y creencias personales y otra la posibilidad de reaccionar como se ha reaccionado, de organizarse, de convertir al creyente en miembro de una milicia armada. ¿Dónde está la clave? ¿En el negocio de las armas? Mucho se ha dicho y escrito acerca de eso, de los intereses personales de los ensalzadores de tales movimientos, de su vinculación con la industria armamentística; eso está claro. Pero alguien tiene que aportar el dinero para pagar esas armas, lo que sitúa el problema en un nivel superior, a caballo de los intereses políticos y de los económicos. Semejante situación no deja de crear contradicciones, como la de que determinados estados se encuentren apoyando al mismo tiempo a los dos bandos enfrentados al mismo tiempo. Tal es el caso de Qatar, por ejemplo, o de Arabia Saudí o de la Turquía de Erdogan en su deriva fundamentalista. Y son ya varios los países occidentales que han terminado por verse abocados a similares contradicciones, no forzosamente negativas desde el punto de vista del mundo de los negocios.
Gracias a las actuales técnicas, el despliegue informativo que nos llega —instrumento esencial en estos conflictos a la vez que negocio complementario— suele ser tan apabullante como de dudoso crédito no menos respecto a la noticia en sí que a las imágenes que la ilustran: casas destruidas, muertos y más muertos, milicianos disparando desde una ventana mientras un compañero habla tranquilamente por el móvil… Y es que, ¿cómo distinguir una casa en ruinas de otra, cómo saber dónde se encuentra realmente el hombre que está disparando? Porque ese carácter instantáneo de la información es perfectamente compatible con un elemental montaje de imágenes ubicables en un escenario que nada tiene que ver con lo redactado a pie de foto.
La súbita aparición del Estado Islámico es particularmente ilustrativa. Por un lado, en lo que se refiere a la oscuridad de sus orígenes. Por otro, en relación al elemento clave de cuanto sucede más allá de todo radicalismo, esto es, el petróleo. Algo que enfrenta a unos países productores con otros y a unos consumidores con otros, de forma más intensa y contradictoria que nunca. De ahí que esas milicias armadas que extienden tan vertiginosamente su poder hayan situado el epicentro de su actividad en Mosul, capital del Kurdistán iraquí, una de las principales zonas petrolíferas del país. Un petróleo que constituye su principal y más segura fuente de financiación, lo que explica que entre combates, destrucción y ejecuciones masivas, el preciado líquido siga manando como si tal cosa. Ahora bien: ¿quién compra ese petróleo? Misterio. Un misterio que nadie parece tener especial empeño en esclarecer. Pudimos ver como quien dice en directo la ejecución de Bin Laden. Pero los avatares de ese petróleo que mana del Kurdistán sigue siendo un misterio.

Waterloo, Bruselas, el Canal, son lugares próximos unos de otros y las incertidumbres en aquellos tiempos eran de corta duración; noticias relativas a hechos similares ocurridos por aquel entonces en el Kurdistán sin duda hubieran tardado semanas en llegar. Hoy, las recibimos mientras suceden. Pero la newsshop, esa fotoshop aplicada a las noticias, difumina el hecho de que, una vez más, se está sustituyendo lo malo por lo peor.
(Fuente: El País, 20-12-2014)

'ESTE PROGRAMA ACABA ANTES DE LAS 00:00 HORAS', por Luis Enrique Ibáñez 'LAS SALAS DE ESPERA', Vetusta Morla

$
0
0
"Resulta increíble comprobar hasta qué punto somos capaces de recibir con estúpida normalidad mensajes, órdenes, que invaden, sin ningún pudor, nuestro espacio privado. El Gran Hermano no sólo nos ha teletransportado al siglo XIX, sino que ha decidido tutelar nuestra vida...

 sobre todo, la vida laboral y familiar se concilia teniendo trabajo... En un país con seis millones de parados, incrustar ese mensaje televisivo constituye un sarcasmo insoportable"


ESTE PROGRAMA ACABA ANTES DE LAS 00:00 HORAS

Esto es, "acuéstese antes de las 12, mañana tiene que trabajar para nosotros, usted debe producir bien y, como últimamente le vemos algo relajadillo, aquí estamos nosotros para recordarle cuáles son sus deberes con la sociedad, ¿verdad que lo entiende? Y si usted no tiene trabajo, si usted no tiene la fortuna de ser también un esclavo en nuestras manos, queremos que mañana disponga de todo el tiempo posible, y en buenas condiciones, para que llore por las esquinas, para que arrastre por los rincones la vida de mierda que lleva. Lo hacemos por su bien, ¿comprende?"

Resulta increíble comprobar hasta qué punto somos capaces de recibir con estúpida normalidad mensajes, órdenes, que invaden, sin ningún pudor, nuestro espacio privado. El Gran Hermano no sólo nos ha teletransportado al siglo XIX, sino que ha decidido tutelar nuestra vida. El estado, secuestrado por el poder financiero, considera esa tarea, nuestro tutelaje, como una condición imprescindible para mantenernos a todos los súbditos en una eterna y viscosa minoría de edad.

En el vídeo promocional de esta imbecilidad se nos dice "A partir de ahora ver La 1 te sentará aún mejor... nuestra programación termina justo a tiempo para que puedas conciliar vida laboral y familiar, Televisión Española, programación responsable".

¿Para que puedas conciliar vida laboral y familiar? Váyanse a la mierda. La vida laboral y familiar no se concilia tratándonos como si fuéramos sus hijos pequeños, sus hijos tontos. La vida laboral y familiar se concilia con leyes justas que que la hagan posible. Se concilia no moviendo, como si fuesen fichas de juguete, a los trabajadores, de oficina en oficina, cuando a alguien se le antoja. Se concilia con buenos salarios. Se concilia con decentes permisos de paternidad, maternidad, etc. Se concilia con dignos servicios públicos de guarderías. No se concilia con un vergonzante vamos a la cama, que hay que madrugar... para adultos.

Y, sobre todo, la vida laboral y familiar se concilia teniendo trabajo. 

En un país con seis millones de parados, incrustar ese mensaje televisivo constituye un sarcasmo insoportable, una broma demasiado macabra. Imagino cómo lo recibirá, en medio de su impuesta depresión, un parado de larga duración de esos que están entre los 40 y los 50 años... "¿para conciliar qué... cabrones?"

En el fondo, lo que proponen es que los que sí tenemos trabajo, nos preocupemos sólo de lo nuestro y nos olvidemos de todo, que borremos de nuestra mente la imagen de todos aquellos que ahora viven en los desagües de la sociedad, expulsados de ella.

De cualquier modo, en mi opinión, lo peor de todo reside en el hecho de que esa estética, siniestramente orwelliana, pase desapercibida. Porque  es el Gran Hermano el que interrumpe nuestra conversación familiar, privada, metiéndose sin permiso en nuestras casas, dándonos órdenes, terminando la tarea encomendada de volvernos idiotas. ¿Te he preguntado yo a qué hora acaba este programa? ¿No? Pues lárgate de mi casa, de mi pantalla, de mi película. Si quisiéramos saber a qué hora acaba un programa, podemos hacerlo de un millón de maneras. No necesitamos que vosotros invadáis el poco espacio privado que nos queda.

Pero no, no se trata de "información". Se trata, sencillamente, de reeducación, de programación, de instalar un tutorial en nuestras vidas, de formatear el el terreno que aún quede libre en nuestra conciencia, de dirigirnos, de instaurar hábitos y modelos de vida acordes con el sistema. Porque, como decía Emilio Lledó, en 'Pensar hoy', a propósito del pensamiento... este es "un objeto delicado, misterioso, porque está lleno de grumos mentales, de opiniones que se van formando y que, muchas veces, no podemos controlar, ni siquiera saber cómo han venido, por qué las tenemos. Desconocemos incluso si son verdaderamente nuestras o nos las han puesto en el cerebro... Un objeto delicado y por ello peligroso. Está expuesto a mil ataques en los que podemos perder lo que somos y el sentido de dónde estamos". Y quizá, de eso se trate, de que perdamos la orientación, de que nuestra brújula la manejen otros, que mientras nos comportamos como buenos niños, obedientes, olvidemos los asuntos realmente importantes... a la cama.

Se trata, en suma, de convencernos de que somos sujetos incompletos y que, por tanto, necesitamos que alguien nos diga lo que tenemos que hacer, que alguien nos diga lo que está bien, y lo que está mal.

Que nos lleven de la mano, como idiotas... al matadero. Algunos pensarán que no hay para tanto, pero todo tiene que ver con todo.

En '1984', de George Orwell, podemos leer "El Gran Hermano es la concreción con que el partido se presenta al mundo. Su función es actuar como punto de mira para todo... Nada era del individuo a no ser unos cuantos centímetros cúbicos dentro de su cráneo"

Claro que también allí viven, todavía, estas palabras:

"Si la masa empezaba a reflexionar se daría cuenta de que nunca podría imponerse a los demás y acabaría sublevándose...Si todos disfrutasen por igual del lujo y del ocio, la gran masa de seres humanos, a quienes la pobreza suele imbecilizar, aprenderían muchas cosas y empezarían a pensar por sí mismos"

Pues eso, que por ahí andamos.


... quieren olvidar su condición de marionetas...



LETRA:

En la sala de espera 
de estos ojos cerrados
hay atada una flor 
a un cordel muy, muy largo. 

En la sala de espera
de este otoño sin respiración,
cada rostro es la cruz
de un pastor sin rebaño.

Pasan por aquí, quieren olvidar
su condición de marionetas;
un artista más en el Festival de la Paciencia.

En las salas de espera 
de entrevistas e infartos, 
de estaciones ausentes, 
nadie es de ningún lado.

Pasan por aquí, quieren olvidar
su condición de marionetas:
un artista más en el Festival de la Paciencia.
Pasan por aquí, van a subastar
calma, control y noches en vela.
No pueden salir, nadie quiere entrar;
no hay ida y vuelta.

En la sala de espera 
ya no hay sillas ni bancos.
Sólo hay voces urgentes,
nadie aguarda sentado. 

Pasan por aquí, van a subastar
calma, control y noches en vela;
otro artista más en el Festival de la Paciencia.
Pasan por aquí, quieren recordar
cómo y por qué se vieron en ésta.
No pueden salir, nadie quiere entrar;
no hay ida y vuelta.







'BASTA CON QUE PIENSES... ME CASÉ CON UN COMUNISTA', Philip Roth (fragmento)

$
0
0
"no es necesario que seas un Al Capone para transgredir las reglas, sino que basta con que pienses...
en ese momento no se evidenció la impresión que su audaz estilo docente producía en mi sentido de la libertad; ningún chico pensaba así con respecto a la escuela o a los profesores"


BASTA CON QUE PIENSES

Sus ademanes y posturas eran del todo naturales, tendía a la verbosidad y era casi amenazante al expresar sus ideas. Le apasionaba dar explicaciones, clarificar, hacernos comprender, y por ello descomponía en sus principales elementos cualquier cosa de la que habláramos, con la misma meticulosidad con que efectuaba el análisis gramatical de una frase en la pizarra. Tenía un talento especial para dramatizar los interrogantes que suscitaban los temas, para darnos la intensa sensación de que estábamos escuchando un relato incluso cuando realizaba una tarea estrictamente analítica, y para examinar con toda claridad, a fondo y en voz alta, lo que leíamos y escribíamos.

Junto con la fuerza muscular y la evidente inteligencia, el señor Ringold aportaba a la clase una espontaneidad visceral que era reveladora para los chicos amansados y adecentados incapaces de comprender todavía que obedecer las reglas del decoro impuestas por un profesor no tenía nada que ver con el desarrollo mental. Su simpática predilección por arrojarte un borrador de pizarra cuando le dabas una respuesta errónea tenía más importancia de la que quizás él mismo imaginaba. O tal vez no, tal vez el señor Ringold sabía muy bien que aquello que los chicos como yo necesitábamos aprender no era sólo las manera de expresarnos con precisión y reaccionar con más discernimiento a lo que nos decían, sino a ser revoltosos sin ser estúpidos, a no disimular demasiado ni comportarnos demasiado bien, a iniciar la liberación del ardimiento masculino, encerrado en la corrección institucional que tanto intimidaba a los muchachos más brillantes.

Uno percibía, en el sentido sexual, la autoridad de un profesor de enseñanza media como Murray Mingold, una autoridad masculina en absoluto corregida por la piedas, mientras que, en el sentido religioso, percibía la vocación de un profesor como Murray Mingold, que no se diluía en la amorfa aspiración norteamericana a tener un gran éxito, un hombre que, al contrario que las profesoras, podría haber elegido cualquier otra profesión, pero prefirió dedicarnos su vida. No deseaba más que tratar con jóvenes en los que pudiera influir, y lo que más le satisfacía era la respuesta que obtenía de ellos.

Desde luego, en ese momento no se evidenció la impresión que su audaz estilo docente producía en mi sentido de la libertad; ningún chico pensaba así con respecto a la escuela o a los profesores. No obstante, el anhelo incipiente de independencia social tuvo que ser alimentado en cierta manera por el ejemplo de Murray, y así se lo dije cuando, en julio de 1997, y por primera vez desde que me gradué en la escuela de enseñanza media, en 1950, me encontré con Murray, ya con noventa años, pero, en todos los aspectos visibles, todavía el profesor cuya tarea consiste, de forma realista y sin parodiarse a sí mismo ni exagerar de un modo teatral, en personificar para sus alumnos la rebelde expresión "me importa un comino", en enseñarles que no es necesario que seas un Al Capone para transgredir las reglas, sino que basta con que pienses.



'ESAS COSAS Y ESOS SEÑORES', por Alex Grijelmo (se incluyen enlaces a artículos relacionados)

$
0
0
Ay, que manía tienen... cuando la realidad les agrede, nunca se refieren a ella con su verdadero nombre.

"A veces procuramos no poner nombre a algo...

Para combatir algo, hace falta conocerlo y nombrarlo. Es decir, asumirlo como real; y enfadarse con palabras reales. Los vocablos inconcretos sirven para salir del paso pero transmiten escasísima confianza al paciente (que tenderá a impacientarse). 
Nos hablan de regeneración. Pero mal empezamos si quienes dicen enfrentarse a la corrupción no se atreven siquiera a mirarla a los ojos y llamarla por su nombre"


ESAS COSAS Y ESOS SEÑORES

A veces procuramos no poner nombre a algo. Por ejemplo, a la relación que uno mantiene con determinada persona o a la nueva función laboral que desempeña. Eso puede deberse a que no hay palabra precisa para ello pero también a que todas las que afloran nos muestran algún borde defectuoso o nos molestan.
El 9 de noviembre se desarrolló en Cataluña un hecho que ha sido calificado como “consulta”, “referéndum” o “fiesta ciudadana”, según la perspectiva de cada cual. Y se ha producido también en ese caso una situación incómoda a la hora de dar en la flor del nombre adecuado.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, anunció que no se celebraría la consulta, y también dijo que no se celebraría laconsulta ilegal. Después, una vez que sí se produjo la consulta, proclamó: “No ha habido consulta, sino un simulacro”. Sin embargo, la Fiscalía denunció a sus promotores por haber convocado una consulta ilegal.
¿En qué quedamos?: Según Rajoy, no hubo consulta, y por tanto no hubo consulta ilegal. Según la Fiscalía, hubo consulta y además fue ilegal.
¿Se habría denunciado a alguien por convocar un simulacro de consulta? Suponemos que no, pues en tal situación no se daría un acto de desobediencia al Tribunal Constitucional, sino un simulacro de desobediencia.
Transcurridos unos días de todo eso, el presidente tuvo que referirse a lo sucedido. ¿Y cómo debía denominar entonces a la consulta-referéndum-simulacro?
Si decía “consulta” o “referéndum”, eso significaba que se celebró, y que daba por cumplido el anuncio del presidente de la Generalitat, Artur Mas, y por incumplido su pronóstico de que no se celebraría la consulta.
Y dijo Mariano Rajoy refiriéndose a Mas: “Se ha convertido en presidente de una parte de los catalanes, minoritaria, y ha abandonado a la gran mayoría, que no ha querido acompañarle enlo que ocurrió el 9 de noviembre”.Si, por el contrario, pronunciaba “simulacro”, se podía entender como una descalificación del fiscal, que emprendió acciones por haberse convocado un referéndum ilegal en toda regla, valga la paradoja. ¿Cómo resolver eso? Muy fácil. Pidiendo ayudas a los recursos gramaticales disponibles para sustantivar sin sustantivos.
Así que ni consulta, ni referéndum, ni simulacro: lo que ocurrió. ¿Y qué ocurrió?: Eso ya lo sabe usted —respondería Mariano Rajoy—, no me obligue a mí a definirlo, con el lío que se puede montar. Lo que ocurrió es “lo”.
La inconcreción y la distancia cotizan al alza en el lenguaje político. ¿Qué hacer si un periodista pregunta por Rodrigo Rato y hay que mencionarlo? Está claro: se habla de “ese señor” (“esa persona por la que usted se interesa”, más exactamente). ¿Qué hacer si un periodista se interesa por Bárcenas y hay que referirse a él? Fácil también: se habla nuevamente de “ese señor” (“ese señor es un presunto delincuente que está en Soto del Real”). ¿Y si alguien se interesa por los negocios de Francisco Granados? Otro “ese señor” y asunto concluido.
También pueden aparecer preguntas sobre la corrupción política del PP, y entonces se introducen leves variaciones: "Esas cosas”,“esas malas prácticas”. Y, por el mismo camino, las obras en la sede central pagadas con dinero ilegal son “ese asunto”.
No sé ustedes, pero si yo sufriera una enfermedad grave y mi dolencia tuviese un nombre concreto, desconfiaría del médico que me dijera “no se preocupe, ya sé que sufre usted un asunto”. Y si me robaran en casa, no diría después: “Cáspita, he sido víctima de unas malas prácticas”.
Para combatir algo, hace falta conocerlo y nombrarlo. Es decir, asumirlo como real; y enfadarse con palabras reales. Los vocablos inconcretos sirven para salir del paso pero transmiten escasísima confianza al paciente (que tenderá a impacientarse).
Nos hablan de regeneración. Pero mal empezamos si quienes dicen enfrentarse a la corrupción no se atreven siquiera a mirarla a los ojos y llamarla por su nombre.
(Fuente: El País, 21-12-2014)
ENTRADAS RELACIONADAS:

SOBRE EL SIGNIFICADO PROFUNDO DE ALGUNAS DECLARACIONES
(Tenemos que devolver al lenguaje su lugar en el mundo, desenmascarando a aquellos que prostituyen las palabras, arrogándose el derecho de ser los amos... Otra interesante declaración ha sido la repetida de forma cansina por distintos políticos de distintos partidos los días previos a las elecciones. Era la siguiente: "La democracia de verdad, la democracia real, es la que se ejerce yendo a emitir el voto el día de las elecciones"Está claro que el mensaje profundo que habitaba en esa oración aparentemente vacía de significado era "No me toquéis las narices, y seguid desfilando como borregos hacia las urnas, no vaya a ser que se ponga en entredicho de verdad el tingladillo que nos hemos montado.")

LA PERVERSIÓN DEL LENGUAJE
("¿qué es más extremista? ¿La miseria de las pobres víctimas de los desahucios y la voz ética de los que la denuncian, o la de los manipuladores interesados de las palabras, que no buscan otra cosa que hacer valer su poder —político, mediático— para deformar hechos y personas, con el fin de anular la última verdad —el intolerable sufrimiento de los más débiles— que esos hechos y personas representan?")

LA OCUPACIÓN DEL LENGUAJE
("...competitividad, moderación salarial, dar confianza a los mercados, privilegios (para denominar derechos), copago. Se exponen como verdades incuestionables pero su sentido y alcance nunca se explicitan, pues parecen lograr mayor eficacia práctico-política cuanto menor es su precisión semántica. Por ejemplo, “libertad” asume un significado muy cercano a “seguridad”...")


ACERCA DE LA PERSUASIÓN... ¡ALERTA! (GORGIAS, SOFISTA, SINCERO)

OTROS ARTÍCULOS DEL AUTOR EN ESTE SITIO:
("... sabemos que las palabras no sólo significan sino que también evocan. Y evocan porque se contaminan... Cuando escuchamos esa expresión, todos nos quedamos más tranquilos... tiende a poner en igualdad de condiciones al agresor y a su víctima, quienes supuestamente saldan con la sangre un desequilibrio en su balanza de agravios... Los ultras, los delincuentes... también forman parte del género humano")
ARRANCAR UN VERBO PEGAJOSO

("Las etapas, los congresos, los campeonatos no empiezan o comienzan: arrancan. Las obras, los empeños o los programas no se acometen, se emprenden o se inician: arrancan. Los procesos, las tormentas o los acontecimientos no se desencadenan o se desatan: arrancan. Las ideas no se activan o se impulsan: arrancan. Y, luego, cuando se trata de arrancar el coche, resulta que lo ponemos en marcha")

("El idioma nos sirve para comunicarnos, y todas sus herramientas son buenas o malas en función de los interlocutores. Muchos vocablos expresan lo que tanto el emisor como el receptor entienden... “Pifostio” tampoco ha entrado en el nuevo Diccionario, y sin embargo miles de lectores entenderán la oración “se montó un pifostio”... “Jo, tengo la pantalla de la tableta muy dedoseada”)

(Acerca de una palabra amable que, además de ser maltratada, es utilizada para mafiosos cambios semánticos. "... el Consejo de Administración de Telefónica había aprobado una aportación única de 35 millones de euros para el “plan de pensiones” de su presidente... La voz “pensión” nos evoca de ese modo el esfuerzo previo y el pequeño fruto de lo que se logra al ahorrar de a poquito... ahora nos topamos con un nuevo sentido de “pensión”: una pensión rica, tremendamente rica incluso; que se beneficia de la connotación de la palabra pero se parece poco a las circunstancias en que este prestigio se ha forjado")

(Sobre significado y sentido, dos conceptos con los que algunos juegan demasiado bien... cuidado con ellos. "Esa técnica de llevar al lector a entender lo que no se dice (estudiada en la pragmática, una rama de la lingüística) se usa con demasiada frecuencia en la prensa, en el lenguaje político y en el sindical. ¿Se está mintiendo cuando se induce a una conclusión falsa? Como explica Williams, si vemos a un ciego que camina hacia un precipicio y no le advertimos de ello, nosotros no lo matamos; pero ¿qué diferencia hay?")
("... los agentes actúan antes de preguntar y de analizar. Arrojan a la persona inmigrante al otro lado de la linde sin saber si está enferma o exhausta, sin decirle ni buenos días, sin saber si es objeto de persecución política o discriminatoria, si ha caído en una red de trata de personas o si huye de un violador... la lavadora de palabras ya se ha puesto en marcha. El poder y su entorno no hablan de "expulsiones en caliente", sino de que se quiere "adecuar la ley a la práctica" )
(Para la reflexión y el debate. Cuando tratamos el tema de 'El lenguaje periodístico' con nuestros alumnos de Bachillerato, hacemos especial hincapié en la obligación que tienen los distintos medios de comunicación de diferenciar claramente los géneros informativos, por un lado, y los géneros de opinión, por otro. A raíz del falso documental (falsedad aclarada al final del programa) emitido en el famoso programa de Jordi Évole sobre el intento de golpe de estado del 23-F, Alex Grijelmo reflexiona sobre las difusas fronteras que separan información, opinión... y ficción. "El programa de La Sexta se hallaba en su derecho de ofrecer un espectáculo, o una provocación para demostrar lo fácil que resulta engañar a un público. Pero lo estaba haciendo con un formato que los telespectadores habían entendido, hasta ese momento, destinado a contenidos rigurosos, serios, precisos. Un formato de documental")
("Este cibermundo sin jerarquías vivirá mucho tiempo. Por eso convendría responder a su desafío reforzando las estructuras previas del pensamiento de los escolares, de modo que procesen con inteligencia la información desestructurada, tan inadvertida como fenómeno que ni siquiera la calificamos con ese adjetivo. Casi nadie usa una palabra de connotación negativa para algo que ahora se ve tan prestigioso")

("... las palabras tienen su propio inconsciente y, por tanto, se pueden psicoanalizar también... El lenguaje político está repleto del verbo “querer”, pero con la idea dentro de él de hacer, de decidir, de ordenar... si entre el “quiero” de un ciudadano y el logro de su anhelo media un tramo largo, apenas se aprecia distancia psicológica entre estos “quiero” tan repetidos por los poderosos...)

("Los políticos abusan de estas fórmulas, que suelen sonarnos ajenas. Nuestra desconfianza se activa quizás con dos indicios: lo artificioso del vocablo y el hecho de que sólo se pueda pensar en su lado bueno, pues casi nunca tienen un antónimo simétrico... En esto se ha producido una nueva expropiación de la calle, y también de las palabras. Podían haberlo denominado internalización, sin embargo se llamó casting. Ya está todo listo para que algún día ese vocablo pueda funcionar como eufemismo de la censura")
("... resulta curioso que las mismas personas que dicen "catalanes y catalanas", o "españoles y españolas", o "murcianos y murcianas", para que las catalanas, las españolas y las murcianas no queden fuera del discurso, acudan luego a fórmulas como "Cataluña no está de acuerdo", "España piensa tal cosa" o "Murcia prefiere", expresiones con las cuales se silencia a los ciudadanos y ciudadanas que, dentro de esos sujetos colectivos, tienen posiciones divergentes... cualquier catalán puede presumir, si así lo desea, de que en su tradición literaria figuren tanto el Quijote como Tirant lo Blanc, obras ambas que leerá sin problema en la lengua original")
("... una cosa es el sistema de la lengua, que permitiría esa fórmula, y otra el empleo que cada cual decida hacer de ella. Quizás a muchos eso del “natural” les suene poco natural, paradójicamente; pero se les podría replicar que más raro será el derechazo de un zurdo... el genio del idioma lo adapta todo cuando esa actividad se populariza. Entonces los complejos iniciales ante el inglés se desvanecen y ya no hace falta distinguirse con palabras selectivas")
("Un objeto no puede sentirse ofendido. Tampoco una idea. Por mucho que lo intentemos... ¿cómo se pueden regular las ofensas y los ultrajes a España, a la bandera, a las comunidades y, ya puestos, también a los ayuntamientos, las diputaciones, las comarcas, las vegas y los valles? Malamente... Está en marcha una ley que se prevé incluya palabras desviadas de su significado, como “ofender” o “ultrajar”; verbos que tampoco se realizan por sí mismos, sino que necesitan la contribución del complemento que recibe la acción. Y los complementos de esta ley no pueden contribuir a ello porque no son personas")
("... comprobamos a veces que alguien se queda más ancho que largo ante un caso de corrupción tras anunciar que “se van a depurar responsabilidades”. Y cuando un significado se fuerza, cuando no responde a lo que el Diccionario viene diciendo de él, conviene reflexionar al respecto. Sobre todo si la manipulación semántica procede del poder, ya sea político, económico o sindical: cuando viene de los que pontifican ante el micrófono, y no de lo que circula entre el pueblo... esas expresiones hacen luego que algunos se sientan cómodos al proferirlas, porque inconscientemente les sirven de escondrijo... nos gustaría más que ... se propusieran en su lugar “la dimisión de todos los culpables")

("Cristiano Ronaldo no recibe el apelativo de “inmigrante”, sino el de “extranjero”, pese a que técnicamente cumple los requisitos del inmigrante... los hijos de los inmigrantes marroquíes o colombianos de empleos más menestrales tienen reservado otro nombre en las estadísticas y en nuestro imaginario: son “inmigrantes de segunda generación”... ... a menudo les negamos lo más definitivo, lo que va por la vía emocional: las palabras. La palabra español, la palabra igual, la palabra votante, la palabra ciudadano, la palabra vecino, la palabra contribuyente. El término “inmigrante”, hereditario además, las aniquila todas, ocupa sus espacios y, a veces, también arrincona los derechos que se vinculan a ellas")
("La pragmática (una rama de los estudios sobre el lenguaje) estudia el sentido de lo que decimos por encima del significado que tenga cada palabra pronunciada. Abundantes análisis han ido descubriendo y precisando los mecanismos que nos conducen a inferir obligatoriamente aquello que no se ha dicho y que, sin embargo, forma parte de lo que estamos diciendo")
(Alex Grijelmo nos regala un paseo generoso por esa ciencia tan española, la del insulto popular, ciego. "En un hipotético código penal de los insultos, algunos (como “nazi”) deberían acarrear una indemnización severa, y otros sólo una buena multa pagadera en cómodos plazos. Pero todos ellos han de provocar la descalificación simétrica de quien los ha proferido; nunca la de quien los recibe. Así que, por favor, señorías: ya que van a descalificarse ustedes mismos, les sugerimos que insulten con más cuidado.")
("La política y el periodismo abundan en pleonasmos malos. Y queríamos llegar hasta aquí para preguntarnos si la abundancia de pleonasmos no implicará que algunas personas están dejando de creer en la fuerza de muchas palabras y en sus significados redondos... Quienes se expresan así imaginan acaso fisuras en las palabras más sólidas; o quizás esos vocablos se les han desgastado por su desempeño falso y artificial... Dentro de un cuento infantil o dentro de algún que otro programa electoral")

("El episodio da pie a deducir un Cervantes que asume el léxico hermano (también escribe lladres, en vez de ladrones) y que retrata el deseo de entendimiento de la época por encima de diferencias entre catalanes y castellanos o bandoleros y caballeros... ... Pistoletes o pedreñales, galgos o podencos, amigo Sancho, son poco más que palabras, sí. Pero con palabras creamos la amistad y la convivencia, y a veces las palabras son en sí mismas hechos que hablan")

(“Auditoría”, “evolución”, “sostenible”, ”crecimiento”, ”racionalizar”, “transparencia”… son vocablos de prestigio... palabras de prestigio se impregnan de respeto y bendicen todo cuanto tocan, pues llevan dentro connotaciones positivas, objetivas, ajenas al debate. Y que a veces nos engañan... ... El discurso político regala vocablos como estos, que endulzan la frase... valdrá la pena fijarse bien en todas las palabras que haya alrededor")
(Una lección de gramática para hacer una crítica al, con tanta frecuencia, falaz lenguaje de los políticos. "Los políticos (por acá y por acullá) abusan de la ambigüedad y de los conceptos amplios: “Futuro”, “libertad”, “institucionalización”... Es el lenguaje que le sirve al poder, no el que le sirve a la gente. Y cuando ellos se expresan así, los demás tenemos derecho a decidir que preferimos sustantivos precisos y verbos con todos sus complementos")

(Por eso son tan importantes los matices que, en nuestro idioma, las formas verbales nos regalan. Son inmensas las posibilidades que, por ejemplo, la coexistencia del pretérito perfecto simple, el pretérito imperfecto y el pretérito perfecto compuesto, pongamos, abren para nuestra expresividad... y también para la manipulación. Qué razón tiene el autor, porque ¿cuánto duró tu error, amiguete? 
"Esa elección (“en dos palabras”) de la forma “me equivoqué”, cuyo tiempo verbal (pretérito perfecto simple) presenta además la acción como terminada hace mucho, modifica nuestra percepción subliminal de lo ocurrido. Al ser expresada de ese modo, se reducen los daños al momento en que una persona decide apoyar a otra porque confía en ella. Y se diluye la circunstancia de que el nombrado defraudó una y otra vez esa confianza, y no de repente ni de forma inopinada, sino martilleando...")

("Dentro de la misma maniobra, la expresión “rueda de prensa” se va arrinconando para dejar paso a esta “comparecencia” voluntaria. El compareciente, además, suele explicarse de pie, con tribuna o atril, en posición superior. No con la cabeza a similar o inferior altura como sucedería en el juzgado. Para eso es un alto cargo, para estar en alto")

("La verdad jurídica de las palabras difiere a veces de su verdad semántica y etimológica, y de cómo las entiende la sociedad. Eso suele generar disgusto y derivar en controversia; pero, sobre todo, alienta la desconfianza.... generalmente el sentido de las palabras coincide con el sentido común")



("El problema sobreviene cuando alguien se topa con un lenguaje vulgar en un ámbito donde esperaba un léxico esmerado, o, por el contrario, cuando quien está diciendo algo suelta unas cuantas frases pedantes que no casan con el ambiente de desenfreno y cachondeo que le envuelve")


("Las oraciones adversativas y las concesivas muestran a veces nuestro subconsciente: Alguna vez habremos oído: “Es un restaurante marroquí, pero muy bueno”, o algo similar. Y ahí la conjunción “pero” delata el pensamiento estropeado.... en algunas ocasiones los periodistas transferimos nuestros prejuicios junto con la información que difundimos.")


("... La austeridad consiste ahora en que las medicinas se conviertan para muchos en un lujo... en que llegar a fin de mes constituya todo un alarde. Austeridad es que a alguien lo echen de su casa y que por tanto recorte sus gastos en calefacción y en electricidad.")


("Tal vez la calidad de la vida pública se pueda medir contabilizando el léxico circulante (cabría componer un índice con el aumento de eufemismos, la abundancia de archisílabos o la profusión de tecnicismos oscuros); pero también la calidad de los periódicos tendrá algo que ver con el número de rumores que publiquen.") 

'LA VIDA MANCA' y 'POLVORADO', NACHO VEGAS

$
0
0

Una valla enorme y en ella 

la cara sonriente del desagracia'o 
que permitió que echaran de su casa 
a Conchita y a Ladislao 
y a otros 50 vecinos... 
logré llegar hasta él 
y le arranqué de cuajo la nariz...
y le arranque aquella sonrisa también 
dije: "¿inspira esto ilusión? 



Es de muy agradecer que, en su último disco, Nacho Vegas bajara al barro, y se arremangara, para denunciar y proponer, para pelearse a puñetazos con esta abyecta realidad, porque sí, cada uno es muy libre de cantarle al amor, a la primavera, o incluso la vida es bella. Pero no sé yo, con la que nos están dando, parece necesario utilizar lo de uno para la urgencia de lo de todos.
(LEI)

... Y en dos minutos, y a la vez, llegaron 

Policía y Guardia Civil 
se enzarzaron entre ellos 
yo aproveché para huir...




LETRA:

Amanecí con la única certeza 
de que hoy iba a morir 
tres noches de insomnio 
sabía que esto iba a ocurrir. 

Y salgo a la calle 
y siento unas ganas 
horribles de destrozar 
algo que no sea frágil 
que me pueda manca 
vi una pared fui a por ella. 

Y al tercer cabezazo ya sentí 
brotar la sangre de mi nariz 
chillé, mirando hacia las nubes 
no creeréis lo que vi. 

Una valla enorme y en ella 
la cara sonriente del desagracia'o 
que permitió que echaran de su casa 
a Conchita y a Ladislao 
y a otros 50 vecinos. 

Y así me puse a trepar, 
logré llegar hasta él 
y le arranqué de cuajo la nariz 
volví a mirar el cartel 
vi que rezaba "ilusión". 

Pero allí lo ilusionante 
fue que no tenía bastante 
y le arranque aquella sonrisa también 
dije: "¿inspira esto ilusión?, 
porque a mí me inspira muerte". 

Y en dos minutos, y a la vez, llegaron 
Policía y Guardia Civil 
se enzarzaron entre ellos 
yo aproveché para huir. 

Y mis ropas hechas jirones 
apestaban a muerte y destrucción, 
pensé tendría que hacer algo 
para apartar de mi este olor 
fui hasta la vida alegre. 

Llegué y me dijo Isa que la vida allí 
no tiene prisa por terminar 
y cantó por Lucha Villa 
que pa'que nos vamos a lamentar. 

Si total lo que no saben ellos 
es que está de nuestra parte la mar 
y aunque allí también huela algo a muerte 
podríamos llegar a expropiar, 
un día el Cruz de Regatas. 

Y en un impulso vital 
sentí la necesidad 
de ir a bañarme a la Cantábrica 
llamar a Luco y a Juan 
y hacer lo que nos divierte. 

Después cruzar las 7 esquinas 
y llegar a Zarracina 
y tal vez coger cuarto y mitad 
porque si me pongo bien 
no me acuerdo de la muerte. 

Y solo un rato después 
logré volver a dormir 
soñé que el mundo era otro lugar 
yo entraba en un chalet 
y percibía el hedor y vi. 

Un cuerpo hinchado y flotando 
boca abajo en la piscina 
creo que era Miguel Bosé 
y unos metros más allá 
Víctor y Ana mirando. 

Y empapado en sudor 
desperté de aquel horror 
y sin embargo creía sentir 
que algo cambio por aquí 
tal vez sería nuestra suerte y volví. 

A cruzar las 7 esquinas 
y llegúe hasta Zarracina 
cogeremos otro cuarto más, 
¿no ves que me pongo bien? 
y me olvido de la muerte. 

Ahora no se si esto lo soñé 
o fue del todo real, 
hay quién me llama tímido 
hay quién me dice imbécil social. 

Da igual lo que tengo claro 
es que este viaje esta tocando a su fin 
y así me fui vagabundeando 
igual que si fuera un perrín 
abandonado en la calle. 

Subí al cerro y miré, 
que aquello empezaba a arder 
y me sentí algo así como feliz 
ya puedo echar a rodar 
es hora de marcharse. 

Me despeñé en tres piruetas 
por el cerro hacia mi meta 
que no era otra cosa que la mar, 
¿sabéis como es el final? 
es como un desparramarse.



¿Dónde está nuestro pan, patrón? 

¿Dónde quedó todo ese dinero? 
¿Lo tiene oculto bajo el colchón 
o lo escondió en otro sucio agujero? ...


tengo educación, 

pero, no señor, esta no es infinita. 
Y el día en que se me agote, usted 
tal vez reciba alguna visita. 

Y ese día, lo lamento, será colorado, 
colorín, se ha terminado el cuento. 
Polvo somos, lo sabemos, 
y en pólvora nos convertiremos




LETRA:

¿Dónde está nuestro pan, patrón? 
¿Dónde quedó todo ese dinero? 
¿Lo tiene oculto bajo el colchón 
o lo escondió en otro sucio agujero? 

Yo tengo un Tápies, dice Juan Luis; 
yo tengo un Antonio López, dice Jaume. 
¿Quién de los dos sabrá decir 
cuántos muertos tiene a sus espaldas? 

Y hay fantasmas recorriendo Europa entera, 
van desde Berlín a Pola Lena. 
Se oyen ruidos de cadenas 
que hoy chasquean, hoy que hay luna llena. 

¿Dónde está todo aquel amor 
del que nos hablaron siendo niños? 
¿Era otra forma de extorsión 
o era tan solo un espejismo? 

Mire que tengo educación, 
pero, no señor, esta no es infinita. 
Y el día en que se me agote, usted 
tal vez reciba alguna visita. 

Y ese día, lo lamento, será colorado, 
colorín, se ha terminado el cuento. 
Polvo somos, lo sabemos, 
y en pólvora nos convertiremos. 

Y ese día, lo lamento, será colorado, 
colorín, se ha terminado el cuento. 
Polvo somos, lo sabemos, 
y en pólvora nos convertiremos. 
Polvo somos, ya sabemos, 
y en pólvora nos convertiremos, 
en pólvora nos convertiremos.




TAMBIÉN DE NACHO VEGAS EN ESTE SITIO:


(En su disco anterior, en la canción 'Como hacer crac', (un tema casi profético, fue escrito poco antes del estallido del 15-M) Nacho Vegas soñaba cosas como Te informan de que han desarticulado a la cúpula de la CEOE... Y una niña susurra a tu oído que han desahuciado a la familia Botín... Es la bomba que va a estallar... Una multitud haciendo crac. En su nuevo trabajo nos dice "Vienen de frente gigantes de azul con las bocas llenas de su democracia, pero el miedo ha dejado de ser la actitud. Suena en cada cabeza un hermoso runrún: "Nos quieren en soledad, nos tendrán en común"... ¿No hace hoy un día precioso para explosionar?")






(



'DICCIONARIO PENAL', por Javier Marías / 'ODA AL DICCIONARIO', de Pablo Neruda

$
0
0
Javier Marías explica qué es un diccionario

"El DRAE no “sanciona”, no “legaliza”, no “da carta de naturaleza”, no “autoriza” a utilizar un vocablo... La gente habla y escribe como le da la gana, y al hacerlo le trae sin cuidado lo que incluya o diga el Diccionario... un registro de lo que los hablantes deciden emplear libre y espontáneamente (eso sí, de forma mayoritaria y duradera)... 

Da lo mismo que un término sea obsceno, desagradable, peyorativo, despreciativo, ofensivo, incluso racista. De sus existencia y vigencia no hay que culpar a las Academias, sino a los hablantes... lo último que le corresponde a un diccionario es ejercer la censura"


DICCIONARIO PENAL

A raíz de la nueva edición del Diccionario de la RAE (la 23ª), han arreciado las protestas por parte de colectivos e individuos. Unas, porque no se ha suprimido o modificado tal o cual acepción de una palabra; otras, porque se ha añadido alguna, atendiendo a su vigencia entre los hablantes; las de más allá, porque se han incorporado vocablos aquí inauditos, olvidando que son frecuentes en países que comparten con nosotros la lengua: por ejemplo, “amigovio”, el cual, por desafortunado que en mi opinión resulte, se emplea en la Argentina, México, el Uruguay y el Paraguay. Muchas quejas son ya antiguas y simplemente se redoblan, cada vez con mayor intolerancia, como corresponde a nuestros tiempos. Los judíos se enfurecen por el mantenimiento de “judiada”, que está en los clásicos; los gitanos se manifiestan ante la sede de la Academia exigiendo que desaparezca la acepción “trapacero”, sin tener en cuenta que también se recoge la elogiosa “que tiene arte y gracia para ganarse las voluntades de otros”; los enfermos de cáncer juzgan denigrante el siguiente sentido: “proliferación en el seno de un grupo social de situaciones o hechos destructivos”, como en la frase “la corrupción es el cáncer de la democracia”; las asociaciones de autismo se indignan ante esto: “dicho de una persona: encerrada en su mundo, conscientemente alejada de la realidad”, como en “Rajoy gobierna en plan autista”. Como los aquejados de cretinismo son ya menos que antaño, no me consta que se hayan encolerizado por el significado “estupidez, idiotez, falta de talento”, ya longevo. Pero, puestos a ser susceptibles, el número de ofendidos podría ser incontable.
Los frailes podrían soliviantarse porque “frailuno” sea “propio de fraile”, aunque se señale que es término despectivo; los jesuitas porque “jesuítico” quiera decir: “dicho del comportamiento: hipócrita, disimulado”; los lagartos –si pudieran– de que la forma masculina pueda ser “ladrón del campo” y la femenina “prostituta”; las ratas de que figure su nombre para “persona despreciable”, al igual que los perros, a los que se añade el agravio de que “perra” sea también “puta”, lo mismo que las vacas inglesas por uno de los sentidos de “cow”. Aunque los animales no puedan, todo se andará: oiremos clamar al cielo a sus exaltados “defensores”, que pedirán la eliminación de estas ofensas. No entro en las reivindicaciones supuestamente feministas (en realidad pacatas, la mayoría), por demasiado abundantes y ya vetustas.
Uno se pregunta qué es lo que estos colectivos e individuos furiosos no entienden de lo que es tan fácil de entender. El DRAE no “sanciona”, no “legaliza”, no “da carta de naturaleza”, no “autoriza” a utilizar un vocablo, no señala lo que es admisible o inadmisible, entre otras razones porque no tiene poder para ello. La gente habla y escribe como le da la gana, y al hacerlo le trae sin cuidado lo que incluya o diga el Diccionario. Éste no “faculta” ni “impide”, tampoco castiga ni multa, ni siquiera reprende a nadie, todo eso está fuera de sus atribuciones. El DRAE es neutro, es un mero recipiente, un registro de lo que los hablantes deciden emplear libre y espontáneamente (eso sí, de forma mayoritaria y duradera). Cuando un uso arraiga, o figura en textos importantes, al Diccionario no le queda sino recogerlo. Da lo mismo que un término sea obsceno, desagradable, peyorativo, despreciativo, ofensivo, incluso racista. De sus existencia y vigencia no hay que culpar a las Academias, sino a los hablantes, y lo que todos esos colectivos olvidan es que los hablantes son libres para bien y para mal, y que lo último que le corresponde a un diccionario es ejercer la censura.
¿Por qué habría que hacer más caso a los autistas o a los judíos que a los jesuitas o a los puritanos? Estos últimos se sienten ofendidos por la presencia de “follar”, “polla” o “coño”, que antiguamente estaban ausentes. ¿Sería hoy esto aceptable? No, a todas luces: el Diccionario sería tildado, con motivo, de censor y mojigato. Y es justamente ese espíritu, el censor, el que anima a quienes protestan: cada cual quiere que se supriman –es decir, se prohíban– los vocablos que siente agraviosos. Si subrayo este último verbo es porque cada quejoso o indignado habla desde su subjetividad, y como éstas son infinitas, también lo serían las podas. Los que denuestan el Diccionario son enemigos de la libertad y autoritarios, aspiran a la prohibición y sujeción del habla, y además creen, erróneamente, que la censura del DRAE acabaría con el uso de las acepciones que los enojan, como si esa obra fuera una especie de Policía o de Código Penal capacitada para llevar a la cárcel a los infractores, a quienes se valieran de términos no consignados en ella. ¿Tan difícil es de entender lo ya expresado? El DRAE no impone nada, no puede; tampoco veta nada, no puede; a lo sumo orienta, guía, recomienda o desaconseja. Está a merced de lo que los hablantes deciden, y éstos son libres, mal que les pese a muchos con vocación dictatorial. Un solo ejemplo inocuo: etimológicamente, deberíamos haber dicho “crocodilo”, y a ello obedecieron el inglés y el francés “crocodile” y el alemán “Krokodil”. A españoles e italianos se nos antojó que el nombre fuera “cocodrilo” y “coccodrillo”, y así fue y seguramente será hasta que nuestras lenguas desaparezcan. Para lo cual no falta mucho, dicho sea de paso, pero esa es otra historia.
(Fuente: El País Semanal, 21,12,2014)

"... una
sílaba,
un temblor, un sonido,
una semilla:

de tierra soy y con palabras canto"


'ODA AL DICCIONARIO', PABLO NERUDA


LOMO de buey, pesado
cargador, sistemático
libro espeso:
de joven
te ignore, me vistió
la suficiencia
y me creí repleto,
y orondo como un
melancólico sapo
dictaminé: "Recibo
las palabras
directamente
del Sinaí bramante.
Reduciré
las formas a la alquimia.
Soy mago".

El gran mago callaba.

El Diccionario,
viejo y pesado, con su chaquetón
de pellejo gastado,
se quedó silencioso
sin mostrar sus probetas.

Pero un día,
después de haberlo usado
y desusado,
después
de declararlo
inútil y anacrónico camello,
cuando por largos meses, sin protesta,
me sirvió de sillón
y de almohada,
se rebeló y plantándose
en mi puerta
creció, movió sus hojas
y sus nidos,
movió la elevación de su follaje:
árbol
era,
natural,
generoso
manzano, manzanar o manzanero,
y las palabras,
brillaban en su copa inagotable,
opacas o sonoras
fecundas en la fronda del lenguaje,
cargadas de verdad y de sonido.

Aparto una
sola de
sus
páginas:
Caporal
Capuchón
qué maravilla
pronunciar estas sílabas
con aire,
y más abajo
Cápsula
hueca, esperando aceite o ambrosía,
y junto a ellas
Captura Capucete Capuchina
Caprario Captatorio
palabras
que se deslizan como suaves uvas
o que a la luz estallan
como gérmenes ciegos que esperaron
en las bodegas del vocabulario
y viven otra vez y dan la vida:
una vez más el corazón las quema.

Diccionario, no eres
tumba, sepulcro, féretro,
túmulo, mausoleo,
sino preservación,
fuego escondido,
plantación de rubíes,
perpetuidad viviente
de la esencia,
granero del idioma.
Y es hermoso
recoger en tus filas
la palabra
de estirpe,
la severa
y olvidada
sentencia,
hija de España,
endurecida
como reja de arado,
fija en su límite
de anticuada herramienta,
preservada
con su hermosura exacta
y su dureza de medalla.
O la otra
palabra
que allí vimos perdida
entre renglones
y que de pronto
se hizo sabrosa y lisa en nuestra boca
como una almendra
o tierna como un higo.

Diccionario, una mano
de tus mil manos, una
de tus mil esmeraldas,
una
sola
gota
de tus vertientes virginales,
un grano
de
tus
magnánimos graneros
en el momento
justo
a mis labios conduce,
al hilo de mi pluma,
a mi tintero.
De tu espesa y sonora
profundidad de selva,
dame,
cuando lo necesite,
un solo trino, el lujo
de una abeja,
un fragmento caído
de tu antigua madera perfumada
por una eternidad de jazmineros,
una
sílaba,
un temblor, un sonido,
una semilla:
de tierra soy y con palabras canto.



ENTRADAS RELACIONADAS:

EL DICCIONARIO DE LO QUE NO EXISTE, por Ramón Gómez de la Serna

("Encontrar materia para un nuevo diccionario es como meter el caño en un yacimiento de petróleo y ver surgir la riqueza. Pero el diccionario que se echa de menos, el que podría ser una lección maravillosa, en vez de una redundancia de recopilaciones, es el diccionario de lo que no existe")


("Pues mira, hijo, este es uno de los libros, y ahí tengo los otros, guaradados como oro en paño y con los que tú te harás un hombre de provecho. Si yo hubiera abido que existían estos libros, a estas horas sería un gran hombre, quién sabe si juez o médico, o incluiso cardenal en la propia Roma, y no como tu abuelo o tu padre, sino de verdad, con las papeles bien en orden. El primero era un diccionario. "Aquí vienen todas las palabras que existen, sin faltar ni una". El segundo era un atlas: "Y aquí todos los lugares y accidentes del mundo", y el tercero una enciclopedia")

PALABRAS EN BUSCA DE DICCIONARIO

(El idioma nos sirve para comunicarnos, y todas sus herramientas son buenas o malas en función de los interlocutores. Muchos vocablos expresan lo que tanto el emisor como el receptor entienden... “Pifostio” tampoco ha entrado en el nuevo Diccionario, y sin embargo miles de lectores entenderán la oración “se montó un pifostio”... “Jo, tengo la pantalla de la tableta muy dedoseada”)



'EL MÁS ALLÁ ES LA CALAVERA', por Juan José Milás

$
0
0
"La historia de la arquitectura es en cierto modo la historia del cuerpo, y viceversa. Cuando a una construcción le abandona el alma, cuando muere, comienza la lenta descomposición de los órganos nucleados en torno a su estructura ósea. El más allá es la calavera... los inmuebles difuntos hablan de nosotros a quien quiera escucharlos. Y su lengua es hermosa, eufónica, aunque también terrible. Imposible admirar esa devastación sin sentirla propia"



EL MÁS ALLÁ ES LA CALAVERA

He aquí un edificio en ruinas, lo mismo da de dónde. Lo que nos interesa ahora es lo que queda de él: el costillar. Tuvo pulmones, corazón, recto, uréteres; tuvo sus partes blandas, sus glándulas, sus ganglios, sus amígdalas. Disponía de venas, segregaba sus propios jugos, metabolizaba sólidos y líquidos… Todos los animales grandes llevamos dentro la urdimbre de una catedral, de un frontón, de una fábrica. Cuando en pleno desierto aparece el esqueleto de una vaca al que han sacado brillo las hienas o los buitres, no nos impresiona tanto lo que tiene de bastidor orgánico como lo que posee de arquitectura artificial. La arquitectura artificial, en cambio, nos remite a nuestra propia osamenta.
Observen, en la foto, los restos de carne adheridos aún a esas clavículas de hierro, no se pierdan el rojo o rosa dominante de la sangre, en proceso de evaporación. Diríamos que acaban de sacrificar a la bestia y que los matarifes se han marchado a comer dejando a medias el deshuese. Somos, en efecto, la medida de todas las cosas, construimos las casas y los hangares y los sótanos a nuestra imagen y semejanza. La historia de la arquitectura es en cierto modo la historia del cuerpo, y viceversa. Cuando a una construcción le abandona el alma, cuando muere, comienza la lenta descomposición de los órganos nucleados en torno a su estructura ósea. El más allá es la calavera. Desde el cráneo vacío, los inmuebles difuntos hablan de nosotros a quien quiera escucharlos. Y su lengua es hermosa, eufónica, aunque también terrible. Imposible admirar esa devastación sin sentirla propia.
(Fuente: El País Semanal)



'WITH A LITTLE HELP FROM MY FRIENDS', JOE COCKER

$
0
0
Sólo hubiéramos necesitado un poco de ayuda de nuestros amigos, pero no la tuvimos, ni la entregamos, ni nos la entregaron... No pudo ser. Me temo, estoy seguro, que nos arrepentiremos... 



What would you think if i sang out of tune,
would you stand up and walk out on me?
lend me your ears and i'll sing you a song
and i'll try not to sing out of key.
Oh, i get by with a little help from my friends



LETRA:

What Would You Think If I Sang Out Of Tune,
Would You Stand Up And Walk Out On Me?
Lend Me Your Ears And I´ll Sing You A Song
And I´ll Try Not To Sing Out Of Key.

Oh, I Get By With A Little Help From My Friends
Mm, I Get High With A Little Help From My Friends
Mm, Gonna Try With A Little Help From My Friends

What Do I Do When My Love Is Away
(does It Worry You To Be Alone?)
How Do I Feel By The End Of The Day,
(are You Sad Because You´re On Your Own?)

No, I Get By With A Little Help From My Friends
Mm, I Get High With A Little Help From My Friends
Mm, Gonna Try With A Little Help From My Friends

Do You Need Anybody
I Need Somebody To Love
Could It Be Anybody
I Want Somebody To Love.

Would You Believe In A Love At First Sight
Yes, I´m Certain That It Happens All The Time
What Do You See When You Turn Out The Light
I Can´t Tell You But I Know It´s Mine,

Oh, I Get By With A Little Help From My Friends
Mm, I Get High With A Little Help From My Friends
Mm, Gonna Try With A Little Help From My Friends

Do You Need Anybody
I Just Need Someone To Love
Could It Be Anybody
I Want Somebody To Love.

Oh, I Get By With A Little Help From My Friends
With A Little Help From My Friends.



'EL TOREO Y SU ÉTICA (II)', por Santi Ortiz

$
0
0
"... el hombre tiene que permitir que el toro pueda expresar su naturaleza brava. Tiene que darle espacio para que corra y se manifieste, para que le acometa como un alud y desarrolle su instinto de pelea, para que su caos inunde de desorden el redondo escenario de la acción y llene de inquietudes –de miedo– la mente de los contempladores...

Impedir el abuso de la superioridad biológica del hombre sobre el toro, la bravura de la res de lidia y la valentía del torero, son los elementos sobre los que se alza la ética del toreo"


EL TOREO Y SU ÉTICA (II)

     Ya está el toro en la arena. Comienza su lidia. Dos individuos de especies distintas dan curso a su enfrentamiento. La ética que reglaba nuestras obligaciones en la crianza del toro, respetando y potenciando su naturaleza brava y llevándolo virgen a la plaza, entrega ahora el testigo a la ética del toreo. No es que hablemos de dos éticas distintas, pero los hechos morales que regulan sí son diferentes. Aquí empieza a vivirse el meollo de todo lo anterior, lo que le confiere sentido. El toro está criado y seleccionado culturalmente para la lidia, y ante la lidia está. Es el momento crucial de la prueba, del examen final. Todos se someten a él: el toro, porque ha de demostrar en la lucha su naturaleza brava exhibiéndola en el grado que la tenga; el ganadero, porque en el comportamiento de cada toro verá cumplido o defraudado los propósitos de su selección, y el torero, porque, al igual que el hombre machadiano, ve llegado el momento de hacer camino al andar. El etéreo abanico de posibilidades que desplegaba anteriormente su surtido de incertidumbres queda concretado y marcado por el cuchillo de la realidad. Lo hipotético ha desaparecido. Entramos en el tremendo mundo de los hechos. A partir de ahí, para el toro empieza la pelea y para el torero la acción: la lucha con la materia de su arte. El rito ha comenzado.

     Partiendo de la base de la superioridad de la inteligencia humana sobre la fuerza bruta, la ética del toreo exige al hombre someterse al dictado de las reglas que limitan su modo de actuar y comportarse para que su ventaja se acorte y el animal tenga su chance. Está prohibido, por ejemplo, recortar a los toros de salida –esto es: cortarles violentamente el viaje de su embestida–, para evitar que se lastimen o destronquen. Igualmente, no está permitido cegarlos con la capa provocando el choque contra la barrera ni tampoco hacerlos derrotar –cornear– en los burladeros, por el riesgo de que se despunten o se rompan un pitón. Y  sobre todo, al torero le está vedado torear y matar al toro de cualquier forma. A medida que el toreo ha venido evolucionando, las exigencias de quietud, limpieza, armonía, despaciosidad –temple–, encadenamiento –ligazón– de los pases,  se han acrecentado. En cuanto a la forma de realizar la estocada, ha de ser cara a cara, frente a frente. Y por arriba, nunca por un costado. Ni siquiera se admite –aunque a veces se haga para llevarse la repulsa del público– que el acero caiga bajo y no en lo alto de la cruz. El toro es un animal que va a morir combatiendo y al que, por ello, se le presta el respeto debido a lo largo y ancho de su vida –en el campo y en la plaza– y en su muerte. Para tener el derecho de torearlo y matarlo, el torero ha de asumir el riesgo de que, en el transcurso de la lidia, el toro pueda cogerlo, herirlo o matarlo a él también.

     Toda la ética de la lidia va encaminada a favorecer ese respeto. En consecuencia, el hombre tiene que permitir que el toro pueda expresar su naturaleza brava. Tiene que darle espacio para que corra y se manifieste, para que le acometa como un alud y desarrolle su instinto de pelea, para que su caos inunde de desorden el redondo escenario de la acción y llene de inquietudes –de miedo– la mente de los contempladores, hasta que el torero encauce su huracán y lo convierta en brisa; hasta que su arte domeñe con su cosmos el violento desorden que el toro trae con él… Si es que consigue hacerlo.

Sin un mínimo poder en el toro, sin unas condiciones mínimas para que pueda desarrollar su combatividad y haya una lucha digna, no hay ni puede haber toreo

     Para el público que asiste a la corrida, el toro es un combatiente, un guerrero portador de muerte que sale al ruedo a vender cara su vida, jamás un ser digno de lástima. Basta que el animal sufra, por efecto de algún mal movimiento, descoordinación de su sistema locomotriz, se fracture una pata o se rompa un cuerno, o quede mermado físicamente de alguna manera, para que el público se encrespe exigiendo su devolución a los corrales o –si reglamentariamente eso no es posible– que el torero lo mate sin intentar siquiera torearle. Sin un mínimo poder en el toro, sin unas condiciones mínimas para que pueda desarrollar su combatividad y haya una lucha digna, no hay ni puede haber toreo.

     Instalada ya en el espacio mismo de la memoria, los aficionados al toreo sienten hacia el toro lo que el poeta y ganadero Fernando Villalón denominó taurofilia racial. Esa filia –término derivado del griego philía, que significa amor, amistad, afición a algo– servirá de marco para que el toro demuestre lo que es; es decir: que muestre su bravura, su poder y la nobleza de su condición a través de su pelea. En la medida que evidencie en ella su naturaleza brava, obtendrá el reconocimiento del público –la gente re-conoceráen él la naturaleza que le da sentido a su presencia en el ruedo– y su admiración. Por eso, pocas cosas son tan hermosas en la corrida como ver a un toro volver a arrancarse de lejos, con alegría y buen son, al caballo del picador, después de que ya conozca el castigo de la puya. Sepa el lector que nunca haya asistido una corrida, que al toro realmente bravo se le ponen las cosas difíciles para que acuda al sitio donde ya sabe que le hieren. Si tiene predilección por algún lugar del ruedo –lo que se llama “querencia”– se le coloca el caballo en el punto diametralmente opuesto, esto es: allí adonde no quiere ir. Y para evitar el estímulo del cite cercano, se le coloca lejos y, a veces, hasta muy lejos del caballo, dándole todas las ventajas para no embestir. Se le coloca y se le deja tranquilo, a solas con su condición. ¿Qué otro animal no emprendería la huida o se distraería en otras cosas para no volver a la pelea? Hay toros –infamados de “mansos”– que hacen esto último embistiendo a otro objeto para no ir al caballo; pero cuando el bravo de veras, desafiando al mundo empina su cola y se arranca hacia el picador para estrellarse con nobleza en el peto, la plaza entera rompe en un grito de admiración entusiasta celebrando el don de la bravura. No se alegran de que al toro lo hieran, no; sino de que se haya portado como se espera de su naturaleza: la de un guerrero bravo.

     En el azogue limpio de la lidia, la imagen especular de la bravura del toro es la valentía del hombre. Va supuesta en la condición de torero y por eso hay que demostrarla ante las astas para no defraudar y defraudarse. La ética del toreo es una ética heroica. Un torero en medio del ruedo metaforiza al hombre en medio de la vida. El toro –materia de su arte– no sólo es el rival, el reto, el muro, la prueba a superar, la fatal pregunta de la Esfinge, es… ¡el Destino! Cada vez que se pone delante del toro, el torero es eso: un hombre enfrentado a su destino.

     Para ese enfrentamiento, elige el hombre un lugar público. Cara al mundo. Un espacio de linde circular sin posible salida: el ruedo. Como los héroes homéricos de la Ilíada, no escoge el torero un oculto rincón para tomar o dar una muerte anónima. No se agazapa ni se esconde como un malhechor. Sale, luz en rostro, vestido con su traje de gala recamado de oro y su nombre impreso en los carteles, a dar expresión a ese desasosiego que le quema por dentro, a dar forma a la idea que le mantiene insomne: torear al toro concreto que se le presente como él lo sueña y siente en su utopía.

     Sin embargo, para torear como se sueña, es preciso primero torear; esto es: ponerse delante del toro y burlar su embestida con un trozo de tela, asumir el riesgo que conlleva el toreo, sentir el ímpetu caliente de la casta furiosa orbitar en torno a la cintura sin que ello le avecine al temor. Esto no es fácil, porque el miedo a perder la vida puede llegar a derrotarnos y envilecernos. Para no experimentar tal transformación es preciso poseer una virtud: la que en su “Ética a Nicómaco” Aristóteles llama andreia; esto es: la hombría: la capacidad de mantener la entereza ante situaciones que nos inspiran miedo. Beneficiado de tal capacidad, el torero puede remontar temores, olvidarse de sí como ser en peligro y comenzar a utilizar su logos, a combinar su inteligencia y sentimiento artístico para ir desarrollando su toreo, es decir: para irlo dotando de elocuencia, pues el toreo no deja de ser una forma inefable de lenguaje. Un lenguaje que el torero entrega al coro de los espectadores mostrándole, con él, a través de él, parte de lo que siente, de lo que quiere, de lo que piensa, de lo que rechaza; parte, pues, de su intimidad, de su alma, de lo que él es.  

     En la expresividad del toreo, como en la de todo arte –aunque aquí la comunicación se produce en el mismo momento de estarlo realizando–, algo de la interioridad del torero se exterioriza saliendo al encuentro de aquellos que lo contemplan; aquellos que continuamente lo están mirando y valorando; aquellos que van a decidir, por el mensaje que les llega, quién es en realidad el hombre torero que les habla, los niveles en los cuales habrá de situarlo su reconocimiento. Por otro lado, cuando el vínculo amistoso con los demás –la philía– se produce como fruto de esta labor creativa, el artista descubre en el territorio de los sentimientos –como sostiene el ilustre filósofo Emilio Lledó–, la philautía; es decir: la proyección amistosa hacia sí mismo. De este modo, el torero se quiere en su obra, se re-crea en ella y en el descubrimiento afectivo de su mismidad se siente integrado en el mágico universo del arte y la cultura.

     Esta continua alusión a lo griego no obedece a ningún devaneo ornamental, sino a enfatizar la semejanza existente entre la ética que preside el mundo reflejado por Homero en su obra y la que guía la actitud del torero en la plaza. Tanto el héroe griego como el torero buscan su areté; esto es: su excelencia. La ética que dirige las acciones de Aquiles, de Agamenón, de Glauco, de Diomedes y tantos otros, está cortada por el mismo patrón que puede mover la voluntad de José Tomás, de El Juli, de Miguel Ángel Perera, valgan por caso, cuando están en la plaza. La ética del toreo es una ética de excelencia. Buscar la perfección de la obra por encima del peligro y las dificultades es un rasgo común de los héroes de la Ilíada y de los hombres de luces. Ambos buscan con audacia la inmortalidad asumiendo con bizarría su condición de mortales. “Si eludiendo la guerra, pudiésemos permanecer jóvenes e inmortales –decía Sarpedón a Glauco momentos antes de asaltar los muros de Troya– no combatiría yo en primera fila ni te enviaría a la batalla gloriosa; pero mil trances de muerte nos envuelven y no está bien que el vivo los evite o rehúya. Vayamos y daremos gloria al enemigo o el enemigo nos la dará a nosotros.”

     Allí en el combate, acá en el arte, la búsqueda de la gloria y la fama, a desprecio de perder la vida, hace brotar el germen de la tragedia tanto en la poesía homérica como en la lidia. Crear arte en la cara misma de la muerte, transustanciar el miedo en inspiración y moldear la materia del toro para dar expresión a las formas que palpitan en los sentimientos, concede al toreo inequívocos tintes de grandeza. Es más, en el nudo trágico del toreo, el bronce de la gloria proviene de la aleación única de lo apolíneo y lo dionisíaco. En el torero, Apolo pone el orden y la serenidad, la suprema superioridad de la belleza, la luz, la claridad. De su mano, el torero se pasea por el deleite estético, por las soleadas alamedas de lo bello. Dionisos, en cambio, le aporta su turbulencia, el enigma, la noche, la creatividad que emerge de las simas más oscuras y fecundas de la Naturaleza, el dolor de desbravar misterios, la ebriedad de la mística, lo intuitivo y sensual. Impelido por su desenfreno, el torero se entrega al vértigo de lo sublime y penetra en el tempestuoso territorio donde los toros guardan celosamente sus secretos, y el dolor y la muerte acechan más que nunca. En el mundo trágico de la Tauromaquia, la belleza es sublime y lo sublime bello.

     ¡Muy importante!: esta ética de excelencia da carta de naturaleza a una aspiración, no a un hecho cotidiano. Y así hay que entenderla. Vengan a ratificarlo aquellas palabras de Ortega y Gasset, cuando afirmaba que: “quien no ha visto una buena corrida de toros no puede entender lo que son las mediocres y las pésimas. Porque las malas corridas, que son casi todas, existen sólo a expensas de la buena, que es tan insólita.” Tal vez, el calificativo de “insólita” sea exagerado; pero poco frecuentes sí que son. Lo mismo que ocurre en cualquier arte; pues las malas novelas, las comedias soporíferas, las pinturas mediocres, las películas vulgares…, que son abundantísimas, existen a costa de aquellas auténticas obras de arte que, en cada género, han dejado su indeleble huella para hacerse un hueco en la memoria o incluso en la inmortalidad.


    Impedir el abuso de la superioridad biológica del hombre sobre el toro, la bravura de la res de lidia y la valentía del torero, son los elementos sobre los que se alza la ética del toreo. Esta ética ha de justificar el hecho tremendo de la muerte del animal. A eso dedicaremos el próximo capítulo.



ARTÍCULOS ANTERIORES:


(".... el hombre ha de criarlo para que luche con el hombre. Porque, por esa contradicción dialéctica que tan afín se muestra a todo lo taurino, la domesticidad del toro de lidia reside esencialmente en no domesticarlo; antes al contrario, se busca potenciar su bravura con el fin de obtener un animal idóneo para la lidia. El toro es un guerrero del hombre para luchar contra el hombre... que llegue a la plaza pletórico de facultades físicas, con poder y agresividad para afrontar la pelea del ruedo")

ESCLARECER EL TOREO (y III)

("Este deseo de torear surge de un misterio del alma, de la necesidad de aquietar un desasosiego interior... Una necesidad mucho más profunda que un simple alarde de valor... La idea es la manera particular que cada torero tiene de concebir el arte; su forma de entenderlo, de imaginarlo, de sentirlo, de soñarlo... La materia es el toro, con toda su incertidumbre, su problemática, su enigma, sus embestidas, su temible poder, su muerte a cuestas")


("... emoción que... cuando la caída de la conciencia en lo mágico –como apuntaba Jean Paul Sartre en su teoría de las emociones– es tan brutal que trastoca súbita y radicalmente el modo de existencia de la conciencia ejerciendo sobre ella una acción poderosa, provoca un choque emocional que conduce al éxtasis, al conflicto y la perturbación")
 


("... el toreo es un espectáculo tan único, tan distinto a todo lo demás, que se resiste a ser encorsetado en cualquier cuadrícula previamente establecida, sea ésta la que fuere. Por exceso o por defecto, a ninguna se acomoda. Siempre le sobra o le falta algo. Y se me ocurre que, tal vez el fallo esté en tratar de integrarlo en algo distinto a lo que él es, cuando lo procedente sería reconocer su radical singularidad")

EL TOREO SÍ ES CULTURA

("Defensora del toro de lidia, de la ecología y de una manera humanista de concebir el mundo, la cultura taurina debería ser defendida por quienes la atacan al tiempo que se posicionan en contra del pensamiento único de la globalización. Estar a la vez en contra del toreo y a favor de la biodiversidad cultural de los pueblos, es caer en flagrante contradicción")



("... mientras que la agresividad del toro es un concepto biológico regido por la selección natural, la bravura es un concepto taurómaco determinado por la selección cultural aplicada por los ganaderos...es la bravura el rasgo diferenciador –transmitido genéticamente– cuya funcionalidad permite calificar al bovino de lidia como raza")

TOROS Y TAUROMAQUIA: UN DESTINO COMÚN

("El destino del toro de lidia va indisolublemente ligado a la suerte que corra la Tauromaquia. Todo lo que se diga en contra de esta aseveración son ganas de negar la evidencia buscando soslayar una de las contradicciones más incómodas con que tienen que vérselas los abolicionistas del toreo: poner al toro que dicen defender en peligro de extinción") 




Columna periodística: 'SALUD', por Almudena Grandes. PROPUESTA DE EXAMEN (según PAU)

$
0
0
"Me gustaría desearles que, al menos, pasen la Navidad con los suyos, aunque muchos de ustedes tendrán hijos en el extranjero, fregando platos, reponiendo estantes, limpiando casas por un sueldo miserable después de haber sacado adelante una licenciatura y dos másteres... en el exilio que ha propiciado esa estafa masiva...

Ojalá tengan ustedes mucha salud para disfrutar de lo que conservan. Para ayudar a quienes están peor que nosotros"

SALUD

Me gustaría desearles que, a estas horas, fueran todos millonarios, pero supongo que ni siquiera nos habrá tocado la pedrea. Me gustaría desearles que pasado mañana se empachen ustedes de percebes, de ostras, de angulas, lo que más les guste, pero sé que eso sólo estará al alcance de la nueva aristocracia de los grandes defraudadores fiscales, esos a quienes les va a tocar la lotería enseguida, en cuanto se enteren de dónde ha caído y calculen la cantidad de dinero que van a poder lavar comprando décimos premiados. Me gustaría desearles que, al menos, pasen la Navidad con los suyos, aunque muchos de ustedes tendrán hijos en el extranjero, fregando platos, reponiendo estantes, limpiando casas por un sueldo miserable después de haber sacado adelante una licenciatura y dos másteres. Me gustaría desearles que, ya que no les ha tocado el Gordo, ni se van a empachar de percebes, ni van a cenar con sus hijos, al menos tengan paz, pero no es fácil. Porque incluso si no tienen a ningún familiar en el paro, o en el exilio que ha propiciado esa estafa masiva cuyos responsables llaman crisis económica, aunque el dinero les llegue para encender la calefacción y comprar langostinos, y hasta si forman parte de la privilegiada categoría de quienes no lamentan ausencias dolorosas cuando termina diciembre, seguirán siendo españoles, conviviendo con la sensación de que este país se ha estropeado y el servicio técnico no coge el teléfono. Cada año resulta más difícil desear feliz Navidad en España, así que he escogido un deseo más modesto, un viejo deseo laico y republicano. Ojalá tengan ustedes mucha salud para disfrutar de lo que conservan. Para ayudar a quienes están peor que nosotros. Y para aguantar lo que nos queda por soportar.

(Fuente: El País, 22-12-2014)

PREGUNTAS:
1ª ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
2ª TEMA. RESUMEN

3ª COMENTARIO CRÍTICO
Preguntas guía para el comentario crítico

1ª ¿Cómo está organizado el texto? (Estructura)
2ª ¿Qué tesis defiende el autor? (Ver Orientaciones para determinar el tema...)
3ª ¿Podrías resumir brevemente el texto con tus propias palabras?
(Las tres primeras preguntas corresponden, evidentemente, a las preguntas de Selectividad, ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS, TEMA Y RESUMEN. A partir de la cuarta pregunta comenzaría -es sólo una propuesta- el COMENTARIO CRÍTICO)
4ª ¿Qué tipo de texto es? Si es un texto literario, ¿a qué momento histórico pertenece, está "encuadrado" en algún movimiento literario?
5ª ¿Es un tema actual? ¿Crees que hay alguna idea "secundaria" importante?
6ª ¿Es un tema polémico?
7ª ¿Es un tema local/universal
8ª ¿Qé argumentos utiliza el autor para defender su tesis?
9ª ¿Es objetivo en sus planteamientos, o es subjetivo?
10ª ¿Cuáles son las “marcas lingüísticas” de su supuesta subjetividad? ¿Cuáles son las expresiones más impactantes, más significativas? Coméntalas.
11ª ¿Es un tema original?
12ª Si no lo es, ¿lo es, al menos su tratamiento, su enfoque?
13ª ¿Cuál es tu opinión?
14ª ¿Qué argumentos añadirías?
15ª ¿Qué argumentos opondrías a los del autor?
16ª ¿Puedes relacionar el texto, su tema principal, con otros textos, noticias… que conozcas?
17ª Teniendo en cuenta la intención del autor, ¿crees que ha sido eficaz? ¿Qué funciones del lenguaje predominan? 
18ª ¿Cómo concluyes tu análisis, tu comentario?
4ª EXPLICAR LAS RELACIONES SINTÁCTICAS QUE SE DAN EN LAS SIGUIENTES PROPOSICIONES:
Me gustaría desearles que, ya que no les ha tocado el Gordo, ni se van a empachar de percebes, ni van a cenar con sus hijos, al menos tengan paz, pero no es fácil
  
5ª EL LENGUAJE PERIODÍSTICO / LOS GÉNEROS DE OPINIÓN / LOS GÉNEROS INFORMATIVOS / CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS




'LA ÚLTIMA PREGUNTA', Isaac Asimov (audio y texto)

$
0
0
"El Hombre miró a su alrededor, a las galaxias cada vez más oscuras. Las estrellas gigantes, muy gastadoras, se habían ido hace rato, habían vuelto a lo más oscuro de la oscuridad del pasado distante. Casi todas las estrellas eran enanas blancas, que finalmente se desvanecían. Se habían creado nuevas estrellas con el polvo que había entre ellas, algunas por procesos naturales, otras por el Hombre mismo, y también se estaban apagando"


¿Llegará el momento -preguntó el Hombre- en que los datos sean suficientes o el problema es insoluble en todas las circunstancias concebibles?"




'La Última Pregunta'
Isaac Asimov

La última pregunta se formuló por primera vez, medio en broma, el 21 de mayo de 2061, en momentos en que la humanidad (también por primera vez) se bañó en luz. La pregunta llegó como resultado de una apuesta por cinco dólares hecha entre dos hombres que bebían cerveza, y sucedió de esta manera:
Alexander Adell y Bertram Lupov eran dos de los fieles asistentes de Multivac. Dentro de las dimensiones de lo humano sabían qué era lo que pasaba detrás del rostro frío, parpadeante e intermitentemente luminoso -kilómetros y kilómetros de rostro- de la gigantesca computadora. Al menos tenían una vaga noción del plan general de circuitos y retransmirores que desde hacía mucho tiempo habían superado toda posibilidad de ser dominados por una sola persona.
Multivac se autoajustaba y autocorregía. Así tenía que ser, porque nada que fuera humano podía ajustarla y corregirla con la rapidez suficiente o siquiera con la eficacia suficiente. De manera que Adell y Lupov atendían al monstruoso gigante sólo en forma ligera y superficial, pero lo hacían tan bien como podría hacerlo cualquier otro hombre. La alimentaban con información, adaptaban las preguntas a sus necesidades y traducían las respuestas que aparecían. Por cierto, ellos, y todos los demás asistentes tenían pleno derecho a compartir la gloria de Multivac.
Durante décadas, Multivac ayudó a diseñar naves y a trazar las trayectorias que permitieron al hombre llegar a la Luna, a Marte y a Venus, pero después de eso, los pobres recursos de la Tierra ya no pudieron serles de utilidad a las naves. Se necesitaba demasiada energía para los viajes largos y pese a que la Tierra explotaba su carbón y uranio con creciente eficacia había una cantidad limitada de ambos.
Pero lentamente, Multivac aprendió lo suficiente como para responder a las preguntas más complejas en forma más profunda, y el 14 de mayo de 2061 lo que hasta ese momento era teoría se convirtió en realidad.
La energía del Sol fue almacenada, modificada y utilizada directamente en todo el planeta. Cesó en todas partes el hábito de quemar carbón y fisionar uranio y toda la Tierra se conectó con una pequeña estación -de un kilómetro y medio de diámetro- que circundaba el planeta a mitad de distancia de la Luna, para funcionar con rayos invisibles de energía solar.
Siete días no habían alcanzado para empañar la gloria del acontecimiento, y Adell y Lupov finalmente lograron escapar de la celebración pública, para refugiarse donde nadie pensaría en buscarlos: en las desiertas cámaras subterráneas, donde se veían partes del poderoso cuerpo enterrado de Multivac. Sin asistentes, ociosa, clasificando datos con clicks satisfechos y perezosos, Multivac también se había ganado sus vacaciones y los asistentes la respetaban y originalmente no tenían intención de perturbarla.
Se habían llevado una botella, y su única preocupación en ese momento era relajarse y disfrutar de la bebida.
- Es asombroso, cuando uno lo piensa -dijo Adell. En su rostro ancho se veían huellas de cansancio, y removió lentamente la bebida con una varilla de vidrio, observando el movimiento de los cubos de hielo en su interior. - Toda la energía que podremos usar de ahora en adelante, gratis. Suficiente energía, si quisiéramos emplearla, como para derretir a toda la Tierra y convertirla en una enorme gota de hierro líquido impuro, y no echar de menos la energía empleada. Toda la energía que podremos usar por siempre y siempre y siempre.
Lupov ladeó la cabeza. Tenía el hábito de hacerlo cuando quería oponerse a lo que oía, y en ese momento quería oponerse; en parte porque había tenido que llevar el hielo y los vasos.
- No para siempre -dijo.
- Ah, vamos, prácticamente para siempre. Hasta que el Sol se apague, Bert.
- Entonces no es para siempre.
- Muy bien, entonces. Durante miles de millones de años. Veinte mil millones, tal vez. ¿Estás satisfecho?
Lupov se pasó los dedos por los escasos cabellos como para asegurarse de que todavía le quedaban algunos y tomó un pequeño sorbo de su bebida.
- Veinte mil millones de años no es 'para siempre'.
- Bien, pero superará nuestra época ¿verdad?
- También la superarán el carbón y el uranio.
- De acuerdo, pero ahora podemos conectar cada nave espacial individualmente con la Estación Solar, y hacer que vaya y regrese de Plutón un millón de veces sin que tengamos que preocuparnos por el combustible. No puedes hacer eso con carbón y uranio. Pregúntale a Multivac, si no me crees.
- No necesito preguntarle a Multivac. Lo sé. - Entonces deja de quitarle méritos a lo que Multivac ha hecho por nosotros -dijo Adell, malhumorado-. Se portó muy bien.
- ¿Quién dice que no? Lo que yo sostengo es que el Sol no durará eternamente. Eso es todo lo que digo. Estamos a salvo por veinte mil millones de años, pero ¿y luego? -Lupov apuntó con un dedo tembloroso al otro. - Y no me digas que nos conectaremos con otro Sol.
Durante un rato hubo silencio. Adell se llevaba la copa a los labios sólo de vez en cuando, y los ojos de Lupov se cerraron lentamente. Descansaron.
De pronto Lupov abrió los ojos.
- Piensas que nos conectaremos con otro Sol cuando el nuestro muera, ¿verdad?
- No estoy pensando nada.
- Seguro que estás pensando. Eres malo en lógica, ése es tu problema. Eres como ese tipo del cuento a quien lo soprendió un chaparrón, corrió a refugiarse en un monte y se paró bajo un árbol. No se preocupaba porque pensaba que cuando un árbol estuviera totalmente mojado, simplemente iría a guarecerse bajo otro.
- Entiendo -dijo Adell-, no grites. Cuando el Sol muera, las otras estrellas habrán muerto también.
- Por supuesto -murmuró Lupov-. Todo comenzó con la explosión cósmica original, fuera lo que fuese, y todo terminará cuando todas las estrellas se extingan. Algunas se agotan antes que otras. Por Dios, los gigantes no durarán cien millones de años. El Sol durará veinte mil millones de años y tal vez las enanas durarán cien mil millones por mejores que sean. Pero en un trillón de años estaremos a oscuras. La entropía tiene que incrementarse al máximo, eso es todo.
- Sé todo lo que hay que saber sobre la entropía -dijo Adell, tocado en su amor propio.
- ¡Qué vas a saber!
- Sé tanto como tú.
- Entonces sabes que todo se extinguirá algún día.
- Muy bien. ¿Quién dice que no?
- Tú, grandísimo tonto. Dijiste que teníamos toda la energía que necesitábamos, para siempre. Dijiste 'para siempre'.
Esa vez le tocó a Adell oponerse.
- Tal vez podamos reconstruir las cosas algún día.
- Nunca.
- ¿Por qué no? Algún día.
- Nunca.
- Pregúntale a Multivac.
- Pregúntale tú a Multivac. Te desafío. Te apuesto cinco dólares a que no es posible.
Adell estaba lo suficientemente borracho como para intentarlo y lo suficientemente sobrio como para traducir los símbolos y operaciones necesarias para formular la pregunta que, en palabras, podría haber correspondido a esto: ¿Podrá la humanidad algún día, sin el gasto neto de energía, devolver al Sol toda su juventud aún después que haya muerto de viejo?
O tal vez podría reducirse a una pregunta más simple, como ésta: ¿Cómo puede disminuirse masivamente la cantidad neta de entropía del universo?
Multivac enmudeció. Los lentos resplandores oscuros cesaron, los clicks distantes de los transmisores terminaron.
Entonces, mientras los asustados técnicos sentían que ya no podían contener más el aliento, el teletipo adjunto a la computadora cobró vida repentinamente. Aparecieron cinco palabras impresas: DATOS INSUFICIENTES PARA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
- No hay apuesta -murmuró Lupov. Salieron apresuradamente.
A la mañana siguiente, los dos, con dolor de cabeza y la boca pastosa, habían olvidado el incidente.
Jerrodd, Jerrodine y Jerrodette I y II observaban la imagen estrellada en el visiplato mientras completaban el pasaje por el hiperespacio en un lapso fuera de las dimensiones del tiempo. Inmediatamente, el uniforme de polvo de estrellas dio paso al predominio de un único disco de mármol, brillante, centrado.
- Es X-23 - dijo Jerrodd con confianza. Sus manos delgadas se entrelazaron con fuerza detrás de su espalda y los nudillos se pusieron blancos.
Las pequeñas Jerrodettes, niñas ambas, habían experimentado el pasaje por el hiperespacio por primera vez en su vida. Contuvieron sus risas y se persiguieron locamente alrededor de la madre, gritando:
- Hemos llegado a X-23... hemos llegado a X-23... hemos llegado a X-23... hemos llegado...
- Tranquilas, niñas -dijo rápidamente Jerrodine-. ¿Estás seguro, Jerrodd?
- ¿De qué hay que estar seguro? -preguntó Jerrodd, echando una mirada al tubo de metal justo debajo del techo, que ocupaba toda la longitud de la habitación y desaparecía a través de la pared en cada extremo. Tenía la misma longitud que la nave.
Jerrodd sabía poquísimo sobre el grueso tubo de metal excepto que se llamaba Microvac, que uno le hacía preguntas si lo deseaba; que aunque uno no se las hiciera de todas maneras cumplía con su tarea de conducir la nave hacia un destino prefijado, de abastecerla de energía desde alguna de las diversas estaciones de Energía Subgaláctica y de computar las ecuaciones para los saltos hiperespaciales.
Jerrodd y su familia no tenían otra cosa que hacer sino esperar y vivir en los cómodos sectores residenciales de la nave.
Cierta vez alguien le había dicho a Jerrodd, que el 'ac' al final de 'Microvac' quería decir 'computadora análoga' en inglés antiguo, pero estaba a punto de olvidar incluso eso.
Los ojos de Jerrodine estaban húmedos cuando miró el visiplato.
- No puedo evitarlo. Me siento extraña al salir de la Tierra.
- ¿Por qué, caramba? -preguntó Jerrodd-. No teníamos nada allí. En X-23 tendremos todo. No estarás sola. No serás una pionera. Ya hay un millón de personas en ese planeta. Por Dios, nuestros bisnietos tendrán que buscar nuevos mundos porque llegará el día en que X-23 estará superpoblado. -Luego agregó, despues de una pausa reflexiva: - Te aseguro que es una suerte que las computadoras hayan desarrollado viajes interestelares, considerando el ritmo al que aumenta la raza.
- Lo sé, lo sé -respondió Jerrodine con tristeza.
Jerrodette I dijo de inmediato:
- Nuestra Microvac es la mejor Microvac del mundo.
- Eso creo yo también -repuso Jerrodd, desordenándole el pelo.
Era realmente una sensación muy agradable tener una Microvac propia y Jerrodd estaba contento de ser parte de su generación y no de otra. En la juventud de su padre las únicas computadoras eran unas enormes máquinas que ocupaban un espacio de ciento cincuenta kilómetros cuadrados. Sólo había una por planeta. Se llamaban ACs Planetarias. Durante mil años habían crecido constantemente en tamaño y luego, de pronto, llegó el refinamiento. En lugar de transistores hubo válvulas moleculares, de manera que hasta la AC Planetaria más grande podía colocarse en una nave espacial y ocupar sólo la mitad del espacio disponible.
Jerrodd se sentía eufórico siempre que pensaba que su propia Microvac personal era muchísimo más compleja que la antigua y primitiva Multivac que por primera vez había domado al Sol, y casi tan complicada como una AC Planetaria de la Tierra (la más grande) que por primera vez resolvió el problema del viaje hiperespacial e hizo posibles los viajes a las estrellas. - Tantas estrellas, tantos planetas -suspiró Jerrodine, inmersa en sus propios pensamientos-. Supongo que las familias seguirán emigrando siempre a nuevos planetas, tal como lo hacemos nosotros ahora.
- No siempre -respondió Jerrodd, con una sonrisa-. Todo esto terminará algún día, pero no antes de que pasen billones de años. Muchos billones. Hasta las estrellas se extinguen, ¿sabes? Tendrá que aumentar la entropía.
- ¿Qué es la entropía, papá? -preguntó Jerrodette II con voz aguda.
- Entropía, querida, es sólo una palabra que significa la cantidad de desgaste del universo. Todo se desgasta, como sabrás, por ejemplo tu pequeño robot walkie-talkie, ¿recuerdas?
- ¿No puedes ponerle una nueva unidad de energía, como a mi robot?
- Las estrellas son unidades de energía, querida. Una vez que se extinguen, ya no hay más unidades de energía.
Jerrodette I lanzó un chillido de inmediato.
- No las dejes, papá. No permitas que las estrellas se extingan.
- Mira lo que has hecho -susurró Jerrodine, exasperada. - ¿Cómo podía saber que iba a asustarla? -respondió Jerrodd también en un susurro.
- Pregúntale a la Microvac -gimió Jerrodette I-. Pregúntale cómo volver a encender las estrellas.
- Vamos -dijo Jerrodine-. Con eso se tranquilizarán. -(Jerrodette II ya se estaba echando a llorar, también).
Jerrodd se encogió de hombros.
- Ya está bien, queridas. Le preguntaré a Microvac. No se preocupen, ella nos lo dirá.
Le preguntó a la Microvac, y agregó rápidamente:
- Imprimir la respuesta.
Jerrodd retiró la delgada cinta de celufilm y dijo alegremente: - Miren, la Microvac dice que se ocupará de todo cuando llegue el momento, y que no se preocupen.
Jerrodine dijo:
- Y ahora, niñas, es hora de acostarse. Pronto estaremos en nuestro nuevo hogar.
Jerrodd leyó las palabras en el celufilm nuevamente antes de destruirlo:
DATOS INSUFICIENTES PARA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
Se encogió de hombros y miró el visiplato. El X-23 estaba cerca.
VJ-23X de Lameth miró las negras profundidades del mapa tridimensional en pequeña escala de la Galaxia y dijo:
- ¿No será una ridiculez que nos preocupe tanto la cuestión?
MQ-17J de Nicron sacudió la cabeza.
- Creo que no. Sabes que la Galaxia estará llena en cinco años con el actual ritmo de expansión.
Los dos parecían jóvenes de poco más de veinte años. Ambos eran altos y de formas perfectas.
- Sin embargo, dijo VJ-23X- me resisto a presentar un informe pesimista al Consejo Galáctico.
- Yo no pensaría en presentar ningún otro tipo de informe. Tenemos que inquietarlos un poco. No hay otro remedio.
VJ-23X suspiró.
- El espacio es infinito. Hay cien billones de galaxias disponibles.
- Cien billones no es infinito, y cada vez se hace menos infinito. ¡Piénsalo! Hace veinte mil años, la humanidad resolvió por primera vez el problema de utilizar energía estelar, y algunos siglos después se hicieron posibles los viajes interestelares. A la humanidad le llevó un millón de años llenar un pequeño mundo y luego sólo quince mil años llenar el resto de la Galaxia. Ahora la población se duplica cada diez años...
VJ-23X lo interrumpió.
- Eso debemos agradecérselo a la inmnortalidad.
- Muy bien. La inmortalidad existe y debemos considerarla. Admito que esta inmortalidad tiene su lado complicado. La galáctica AC nos ha solucionado muchos problemas, pero al resolver el problema de evitar la vejez y la muerte, anuló todas las otras cuestiones.
- Sin embargo no creo que desees abandonar la vida.
- En absoluto -saltó MQ-17J, y luego se suavizó de inmediato-. No todavía. No soy tan viejo. ¿Cuántos años tienes tú?
- Doscientos veintitrés. ¿Y tú?
- Yo todavía no tengo doscientos. Pero, volvamos a lo que decía. La población se duplica cada diez años. Una vez que se llene esta galaxia, habremos llenado otra en diez años. Diez años más y habremos llenado dos más. Otra década, cuatro más. En cien años, habremos llenado mil galaxias; en mil años, un millón de galaxias. En diez mil años, todo el universo conocido. Y entonces, ¿qué?
VJ-23X dijo:
- Como problema paralelo, está el del transporte. Me pregunto cuántas unidades de energía solar se necesitarán para trasladar galaxias de individuos de una galaxia a la siguiente.
- Muy buena observación. La humanidad ya consume dos unidades de energía solar por año.
- La mayor parte de esta energía se desperdicia. Al fin y al cabo, nuestra propia galaxia sola gasta mil unidades de energía solar por año, y nosotros solamente usamos dos de ellas.
- De acuerdo, pero aún con una eficiencia de un cien por ciento, sólo podemos postergar el final. Nuestras necesidades energéticas crecen en progresión geométrica, y a un ritmo mayor que nuestra población. Nos quedaremos sin energía todavía más rápido que sin galaxias. Muy buena observación. Muy, muy buena observación.
- Simplemente tendremos que construir nuevas estrellas con gas interestelar.
- ¿O con calor disipado? -preguntó MQ-17J, con tono sarcástico.
- Puede haber alguna forma de revertir la entropía. Tenemos que preguntárselo a la Galáctica AC.
VJ-23X no hablaba realmente en serio, pero MQ-17J sacó su contacto AC del bolsillo y lo colocó sobre la mesa frente a él.
- No me faltan ganas -dijo-. Es algo que la raza humana tendrá que enfrentar algún día.
Miró sombríamente su pequeño contacto AC. Era un objeto de apenas cinco centímetros cúbicos, nada en sí mismo, pero estaba conectado a través del hiperespacio con la gran Galáctica AC que servía a toda la humanidad y, a su vez era parte integral suya.
MQ-17J hizo una pausa para preguntarse si algún día, en su vida inmortal, llegaría a ver la Galáctica AC. Era un pequeño mundo propio, una telaraña de rayos de energía que contenía la materia dentro de la cual las oleadas de los planos medios ocupaban el lugar de las antiguas y pesadas válvulas moleculares. Sin embargo, a pesar de esos funcionamientos subetéreos, se sabía que la Galáctica AC tenía mil diez metros de ancho.
Repentinamente, MQ-17J preguntó a su contacto AC:
- ¿Es posible revertir la entropía?
VJ-23X, sobresaltado, dijo de inmediato:
- Ah, mira, realmente yo no quise decir que tenías que preguntar eso.
- ¿Por qué no?
- Los dos sabemos que la entropía no puede revertirse. No puedes volver a convertir el humo y las cenizas en un árbol.
- ¿Hay árboles en tu mundo? -preguntó MQ-17J.
El sonido de la Galáctica AC los sobresaltó y les hizo guardar silencio. Se oyó su voz fina y hermosa en el contacto AC en el escritorio. Dijo:
DATOS INSUFICIENTES PARA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
VJ-23X dijo:
- ¡Ves!
Entonces los dos hombres volvieron a la pregunta del informe que tenían que hacer para el Consejo Galáctico.
La mente de Zee Prime abarcó la nueva galaxia con un leve interés en los incontables racimos de estrellas que la poblaban. Nunca había visto eso antes. ¿Alguna vez las vería todas? Tantas estrellas, cada una con su carga de humanidad... una carga que era casi un peso muerto. Cada vez más, la verdadera esencia del hombre había que encontrarla allá afuera, en el espacio.
¡En las mentes, no en los cuerpos! Los cuerpos inmortales permanecían en los planetas, suspendidos sobre los eones. A veces despertaban a una actividad material pero eso era cada vez más raro. Pocos individuos nuevos nacían para unirse a la multitud increíblemente poderosa, pero, ¿qué importaba? Había poco lugar en el universo para nuevos individuos.
Zee Prime despertó de su ensoñación al encontrarse con los sutiles manojos de otra mente.
- Soy Zee Prime. ¿Y tú?
- Soy Dee Sub Wun. ¿Tu galaxia?
- Sólo la llamamos Galaxia. ¿Y tú?
- Llamamos de la misma manera a la nuestra. Todos los hombres llaman Galaxia a su galaxia, y nada más. ¿Por qué será?
- Porque todas las galaxias son iguales.
- No todas. En una galaxia en particular debe de haberse originado la raza humana. Eso la hace diferente.
Zee Prime dijo:
- ¿En cuál?
- No sabría decirte. La Universal AC debe estar enterada.
- ¿Se lo preguntamos? De pronto tengo curiosidad por saberlo.
Las percepciones de Zee Prime se ampliaron hasta que las galaxias mismas se encogieron y se convirtieron en un polvo nuevo, más difuso, sobre un fondo mucho más grande. Tantos cientos de billones de galaxias, cada una con sus seres inmortales, todas llevando su carga de inteligencias, con mentes que vagaban libremente por el espacio. Y sin embargo una de ellas era única entre todas por ser la Galaxia original. Una de ellas tenía en su pasado vago y distante, un período en que había sido la única galaxia poblada por el hombre.
Zee Prime se consumía de curiosidad por ver esa galaxia y gritó:
- ¡Universal AC! ¿En qué galaxia se originó el hombre?
La Universal AC oyó, porque en todos los mundos tenía listos sus receptores, y cada receptor conducía por el hiperespacio a algún punto desconocido donde la Universal AC se mantenía independiente.
ee Prime sólo sabía de un hombre cuyos pensamientos habían penetrado a distancia sensible de la Universal AC, y sólo informó sobre un globo brillante, de sesenta centímetros de diámetro, difícil de ver.
- ¿Pero cómo puede ser eso toda la Universal AC? -había preguntado Zee Prime.
La mayor parte -fue la respuesta- está en el hiperespacio. No puedo imaginarme en qué forma está allí.
Nadie podía imaginarlo, porque hacía mucho que había pasado el día- y eso Zee Prime lo sabía- en que algún hombre tuvo parte en construir la Universal AC. Cada Universal AC diseñaba y construía a su sucesora. Cada una, durante su existencia de un millón de años o más, acumulaba la información necesaria como para construir una sucesora mejor, más intrincada, más capaz en la cual dejar sumergido y almacenado su propio acopio de información e individualidad.
La Universal AC interrumpió los pensamientos erráticos de Zee Prime, no con palabras, sino con directivas. La mentalidad de Zee Prime fue dirigida hacia un difuso mar de Galaxias donde una en particular se agrandaba hasta convertirse en estrellas.
Llegó un pensamiento, infinitamente distante, pero infinitamente claro.
ÉSTA ES LA GALAXIA ORIGINAL DEL HOMBRE.
Pero era igual, al fin y al cabo, igual que cualquier otra, y Zee Prime resopló de desilusión.
Dee Sub Wun, cuya mente había acompañado a Zee Prime, dijo de pronto:
- ¿Y una de estas estrellas es la estrella original del hombre?
La Universal AC respondió:
LA ESTRELLA ORIGINAL DEL HOMBRE SE HA HECHO NOVA. ES UNA ENANA BLANCA.
- ¿Los hombres que la habitaban murieron? -preguntó Zee Prime, sobresaltado y sin pensar.
La Universal AC respondió:
COMO SUCEDE EN ESTOS CASOS UN NUEVO MUNDO PARA SUS CUERPOS FÍSICOS FUE CONSTRUIDO EN EL TIEMPO.
- Sí, por supuesto -dijo Zee Prime, pero aún así lo invadió una sensación de pérdida. Su mente dejó de centrarse en la Galaxia original del hombre, y le permitió volver y perderse en pequeños puntos nebulosos. No quería volver a verla.
Dee Sub Wun dijo:
- ¿Qué sucede?
- Las estrellas están muriendo. La estrella original ha muerto.
- Todas deben morir. ¿Por qué no?
- Pero cuando toda la energía se haya agotado, nuestros cuerpos finalmente morirán, y tú y yo con ellos.
- Llevará billones de años.
- No quiero que suceda, ni siquiera dentro de billones de años. ¡Universal AC! ¿Cómo puede evitarse que las estrellas mueran?
Dee Sub Wun dijo, divertido:
- Estás preguntando cómo podría revertirse la dirección de la entropía.
Y la Universal AC respondió:
TODAVÍA HAY DATOS INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
Los pensamientos de Zee Prime volaron a su propia galaxia. Dejó de pensar en Dee Sub Wun, cuyo cuerpo podría estar esperando en una galaxia a un trillón de años luz de distancia, o en la estrella siguiente a la de Zee Prime. No importaba.
Con aire desdichado, Zee Prime comenzó a recoger hidrógeno interestelar con el cual construir una pequeña estrella propia. Si las estrellas debían morir alguna vez, al menos podrían construirse algunas.
El Hombre, mentalmente, era uno solo, y estaba conformado por un trillón de trillones de cuerpos sin edad, cada uno en su lugar, cada uno descansando, tranquilo e incorruptible, cada uno cuidado por autómatas perfectos, igualmente incorruptibles, mientras las mentes de todos los cuerpos se fusionaban libremente entre sí, sin distinción.
El Hombre dijo:
- El universo está muriendo.
El Hombre miró a su alrededor, a las galaxias cada vez más oscuras. Las estrellas gigantes, muy gastadoras, se habían ido hace rato, habían vuelto a lo más oscuro de la oscuridad del pasado distante. Casi todas las estrellas eran enanas blancas, que finalmente se desvanecían.
Se habían creado nuevas estrellas con el polvo que había entre ellas, algunas por procesos naturales, otras por el Hombre mismo, y también se estaban apagando. Las enanas blancas aún podían chocar entre ellas, y de las poderosas fuerzas así liberadas se construirían nuevas estrellas, pero una sola estrella por cada mil estrellas enanas blancas destruidas, y también éstas llegarían a su fin.
El Hombre dijo:
- Cuidadosamente administrada y bajo la dirección de la Cósmica AC, la energía que todavía queda en todo el universo, puede durar billones de años. Pero aún así eventualmente todo llegará a su fin. Por mejor que se la administre, por más que se la racione, la energía gastada desaparece y no puede ser repuesta. La entropía aumenta continuamente.
El Hombre dijo:
- ¿Es posible no revertir la entropía? Preguntémosle a la Cósmica AC.
La AC los rodeó pero no en el espacio. Ni un solo fragmento de ella estaba en el espacio. Estaba en el hiperespacio y hecha de algo que no era materia ni energía. La pregunta sobre su tamaño y su naturaleza ya no tenía sentido comprensible para el Hombre.
- Cósmica AC -dijo el Hombre- ¿cómo puede revertirse la entropía?
La Cósmica AC dijo:
LOS DATOS SON TODAVÍA INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
El Hombre ordenó: - Recoge datos adicionales.
La Cósmica AC dijo:
LO HARÉ. HACE CIENTOS DE BILLONES DE AÑOS QUE LO HAGO. MIS PREDECESORES Y YO HEMOS ESCUCHADO MUCHAS VECES ESTA PREGUNTA. TODOS LOS DATOS QUE TENGO SIGUEN SIENDO INSUFICIENTES.
- ¿Llegará el momento -preguntó el Hombre- en que los datos sean suficientes o el problema es insoluble en todas las circunstancias concebibles?
La Cósmica AC respondió:
NINGÚN PROBLEMA ES INSOLUBLE EN TODAS LAS CIRCUNSTANCIAS CONCEBIBLES.
El Hombre preguntó:
- ¿Cuándo tendrás suficientes datos como para responder a la pregunta?
La Cósmica AC respondió:
LOS DATOS SON TODAVÍA INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
- ¿Seguirás trabajando en eso? -preguntó el Hombre.
La Cósmica AC respondió:
- SÍ. El Hombre dijo:
- Esperaremos.
Las estrellas y las galaxias murieron y se convirtieron en polvo, y el espacio se volvió negro después de tres trillones de años de desgaste.
Uno por uno, el Hombre se fusionó con la AC, cada cuerpo físico perdió su identidad mental en forma tal que no era una pérdida sino una ganancia.
La última mente del Hombre hizo una pausa antes de la fusión, contemplando un espacio que sólo incluía la borra de la última estrella oscura y nada aparte de esa materia increíblemente delgada, agitada al azar por los restos de un calor que se gastaba, asintóticamente, hasta llegar al cero absoluto.
El Hombre dijo:
- AC, ¿es éste el final? ¿Este caos no puede ser revertido al universo una vez más? ¿Esto no puede hacerse?
AC respondió:
LOS DATOS SON TODAVÍA INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
La última mente del Hombre se fusionó y sólo AC existió en el hiperespacio.
La materia y la energía se agotaron y con ellas el espacio y el tiempo. Hasta AC existía solamente para la última pregunta que nunca había sido respondida desde la época en que dos técnicos en computación medio alcoholizados, tres trillones de años antes, formularon la pregunta en la computadora que era para AC mucho menos de lo que para un hombre el Hombre.
Todas las otras preguntas habían sido contestadas, y hasta que esa última pregunta fuera respondida también, AC no podría liberar su conciencia.
Todos los datos recogidos habían llegado al fin. No quedaba nada para recoger.
Pero toda la información reunida todavía tenía que ser completamente correlacionada y unida en todas sus posibles relaciones.
Se dedicó un intervalo sin tiempo a hacer esto.
Y sucedió que AC aprendió cómo revertir la dirección de la entropía.
Pero no había ningún Hombre a quien AC pudiera dar una respuesta a la última pregunta. No había materia. La respuesta -por demostración- se ocuparía de eso también.
Durante otro intervalo sin tiempo, AC pensó en la mejor forma de hacerlo. Cuidadosamente, AC organizó el programa.
La conciencia de AC abarcó todo lo que alguna vez había sido un universo y pensó en lo que en ese momento era el caos.
Paso a paso, había que hacerlo.
Y AC dijo:
¡HÁGASE LA LUZ!

Y la luz se hizo... 


'SAMUEL BECKETT SIGUE EN PIE', por Marcos Ordóñez / 'ESPERANDO A GODOT' (adaptación Estudio 1 y texto íntegro, traducción de Ana María Moix)

$
0
0
"Pese a todo, parece decirnos Beckett, siempre puede surgir un inesperado rebrote en el árbol seco: debemos seguir moviéndonos aunque no vayamos a ninguna parte, debemos seguir jugando aunque todos hayan mostrado ya sus cartas. De gesto en gesto, de palabra en palabra, los protagonistas de su obra trazan un nombre secreto en la arena: salvación, aquí y ahora"


SAMUEL BECKETT SIGUE EN PIE

Mi admiración por Samuel Beckett, de cuya muerte se cumplen hoy 25 años, crece a cada nueva zambullida en su mundo. Vuelvo a leerle y pienso en un gran pájaro, con alas de albatros y pico de quebrantahuesos, sobrevolando todos los tópicos vertidos sobre su obra. ¿Beckett, nihilista? Se ha dicho demasiadas veces y sigo sin creerlo. Pienso más bien en un Beckett realista, un Beckett combativo, un Beckett optimista. Siempre me llamó la atención una frase suya, escrita durante la Ocupación: “Prefiero vivir en una Francia en lucha que en la Irlanda neutral”. Beckett combativo: pocos saben que militó en la Resistencia, por cuyas acciones (a las que quitaba importancia, calificándolas de “cosas de boy scout”) obtuvo la Cruz de Guerra. El gran misántropo era también, al decir de quienes le conocieron, un hombre “infinitamente amable y bondadoso”. Harold Pinter contaba, conmovido, una historia que vivió con él a comienzos de los años sesenta: en su casa, la noche de su primer encuentro, Beckett se levantó y recorrió varias farmacias de París a las cinco de la mañana hasta conseguir algo de bicarbonato con el que paliar la feroz indigestión de su invitado.

En Primer amor, un relato escrito en 1946, cuyo despojamiento formal y humor negrísimo anticipan la trilogía de Molloy, Malone muere y El innombrable, podrían rastrearse, quizás, las profundas cicatrices de un hombre anterior: el joven Beckett (Dublín, 1906-París, 1989) que se considera “muerto y sin sentimientos” tras su ruptura con Lucia Joyce, y que pasa dos años de tratamiento en la clínica Tavistock a raíz de la muerte de su padre.

Beckett realista: “Las mujeres dan a luz a caballo de una tumba, el día resplandece un instante y en seguida vuelve la noche”, dice Pozzo. Beckett optimista: “Winnie no se suicida y puede hacerlo”, decía Giorgio Strehler cuando dirigió Días felices. “En el primer acto tiene una pistola en la mano, pero nadie se ha suicidado nunca en una obra de Beckett”. Winnie, hermana de Molly Bloom, rebosa humor, humor pragmático como una forma de resistencia. Suena el timbre, y esa mujer enterrada hasta el cuello abre los ojos como una actriz a la que vuelven a llamar a escena: “Canta, Winnie”, se dice, “canta tu canción”. Esperando a Godot hace pensar en un grupo de cómicos obligados a representar una obra, sin saber por qué, en un viejo teatro abandonado. Fin de partida evoca las figuras de dos reyes que han quedado solos, en el centro del tablero, y optan por seguir realizando pequeños movimientos.

"El aire está lleno de nuestros gritos, pero el hábito es un gran calmante

En la nada más absoluta siempre queda algo, “algo que sigue abriéndose camino hacia alguna parte”, llámese carcoma, palabra o narración. Hay en sus protagonistas, escribí, una tendencia natural hacia la narración, hacia el humor verbal y fantasioso, y sobre todo hacia la impavidez estoica de quien conoce las verdades de la vida y su alternancia de horror y belleza. Pese a todo, parece decirnos Beckett, siempre puede surgir un inesperado rebrote en el árbol seco: debemos seguir moviéndonos aunque no vayamos a ninguna parte, debemos seguir jugando aunque todos hayan mostrado ya sus cartas. De gesto en gesto, de palabra en palabra, los protagonistas de su obra trazan un nombre secreto en la arena: salvación, aquí y ahora. No veo absurdo en Beckett. Nos habla de necesidades esenciales: comer, dormir, buscar compañía, buscar la manera de pasar la noche.

En la segunda parte de Esperando a Godot todo recomienza para peor, como un infierno circular: Pozzo se ha quedado ciego, Lucky se ha vuelto mudo. Vladimir dice: “Tenemos tiempo para envejecer. "El aire está lleno de nuestros gritos, pero el hábito es un gran calmante”.

... seguir en pie, trabajando, en vez de tenderse, de dejarse abatir

También se ha dicho que hay mucha soledad en su teatro, pero lo cierto es que abundan las parejas. En Esperando a Godot tenemos a Vladimir y Estragon, a Pozzo y a Luzky (y a Vladimir y Estragon jugando a ser Pozzo y Lucky). En Fin de partida están Hamm y Clov, y Nagg y Nell. En Días felices, Winnie y Willie. Willie, su esposo, apenas habla, pero a Winnie le basta con saber que está ahí, que sigue vivo. Incluso Krapp, que está solo, escucha a su yo antiguo, grabado en La última cinta.

“Llegará un día”, dice Winnie, “en el que tendré que aprender a hablar sola”. Premonitorias palabras, porque en sus últimos años Beckett escribe monólogos cada vez más breves, más despojados y más amargos (Not I, That Time, A piece of monologue, Rockaby) siempre girando en torno a los mismos temas: soledad, vacío, locura, pérdida, muerte, memoria rota, peso del pasado. Voces solitarias y flotantes, que caen en el vacío como un fluido oscuro. Es un Beckett que ya ha recibido el Nobel (cuyo dinero rechazó), al que todos consideran un clásico incontestable, pero que sigue escribiendo, “moviéndose en alguna dirección” como cualquiera de sus personajes, para no quedarse quieto, inmóvil en el pedestal; un Beckett que prefiere, como dice después de haber terminado Not I, “work standing still prior to lying down”, seguir en pie, trabajando, en vez de tenderse, de dejarse abatir.

(Fuente: El País, 22-12-2014)

   
       
                
PINCHAR EN LA IMAGEN PARA LEER 'ESPERANDO A GODOT' (OBRA ÍNTEGRA)







'¿QUÉ LEEN LOS POLÍTICOS?', por Ana García D´Atri

$
0
0

¿Leen? ¿Han vuelto a leer a Platón? ¿Leen a nuestros autores?  La literatura contemporánea les grita pero no abren su portada... En estos días de furor televisivo... más que nunca, es bueno leer...

"En El banquete de Platón los únicos que se quedan hablando hasta el amanecer son el filósofo y el payaso. O por decirlo de otro modo, los únicos que se toman en serio la vida. Los políticos se habían ido a dormir mucho antes: no les interesaba la vida sino el poder"



¿QUÉ LEEN LOS POLÍTICOS?

Después de tres años de tratarlos me levanto preguntándome si los políticos leen algo más que los titulares que les afectan directamente en los medios de comunicación. ¿Leen? ¿Han vuelto a leer a Platón? ¿Leen a nuestros autores?  La literatura contemporánea les grita pero no abren su portada. Faltan chinchetas para clavar en sus paredes el grito de la literatura que sangra por sus páginas, las de nuestra vida.
Las novelas de nuestros días están plagadas de mensajes dirigidos a corregir la acción política errónea: me sorprendió Vicent, cuando entre sus páginas contaba la boda de la hija de Aznar y Botella en tono de parodia; me reí sin poder evitarlo aunque también la había leído en la novela de Boris Izaguirre. En ambos casos, la visión era muy crítica, mordaz, y los dos dibujaban la exageración, la ostentación, la desvergüeñza de quienes ejercían el poder y su círculo de empresarios y obtenedores más que conseguidores. No era un momento en el que los medios hablaran de corrupción pero sí las novelas.
Muñoz Molina en Todo lo que era sólido mostró todo un período reciente de nuestra historia. Un período del que avergonzarse que afecta especialmente al PSOE aunque no sólo. Me consta que muchos dirigentes del PSOE sí la han leído, pero no sé si la han procesado. Años antes, Antonio Gómez Rufo, había descrito aquella corrupción del PSOE en Bruto: la Leyenda del falso traidor, que me consta que políticos de Izquierda Unida siguen recordando.
Como las operaciones, deja cicatrices esta lectura, algunas internas. Millás nos da que pensar en cada pieza periodística, hasta en sus literarios pies de foto. Rosa Montero está en el activismo. Entrega su columna a las causas, como hace Ruth Toledano. Mientras Maruja Torres sigue siendo la de siempre en sus columnas, con la mecha en el teclado, eso sí, en otro medio. Pero no llevan tanto las causas a las novelas o no las he encontrado en sus novelas recientes.
Dos viñetas muy recientes de Peridis sobre el IVA cultural y de El Roto sobre la destrucción de la ciudad estarán ya pinchadas en las paredes de quienes aún tienen trabajo o en las casa de quienes aún tienen casa pero, ¿y en las paredes de la mente de los que dicen querer gobernar para mejorar las condiciones de vida? ¿Y en las de quienes gobiernan empeorando la vida? Al apagar el despertador, nada mas encender la luz, deberíamos mirar las leyendas de El Roto, su desesperanza en esos personajes de espaldas, la misma que veo en las calles de Orcasur.
Un autor más joven, un autor de la democracia, Andrés Barba, nos cuenta en En presencia de un payaso, más que lo que nos ocurre, lo que nos puede ocurrir mañana, lo que quizá ha empezado a ocurrirnos cuando los políticos más que atender y pensar lo que hacen o lo que hacemos –si es que se me puede considerar como tal en tres años de trabajo– es convertirse en maniquís de la televisión.
Internamente es habitual hablar de si un partido va bien o mal. Y el balance se hace con dos criterios: el clásico, las encuestas y el nuevo, su presencia mediática en cantidad, que no en calidad. Se interpreta que se mejora si se está en cuantos más medios, mejor. Sin entrar a pensar qué pasa por dentro, ¿se ha mejorado algo? ¿Ha cambiado algo?
La presencia, la proyección es el baremo y por eso crea y destruye a cada clic de la red, a cada cambio de canal, a cada página digital o de papel. Ni siquiera vale si te miran porque te odian, porque te insultan, porque eres un payaso, porque están pensando en tiempos de la guillotina. Eso no importa. Lo que cuenta, lo que suma puntos dentro de un partido es que te vean. Como si se estuviera recaudando lo que ingresa un equipo de fútbol en cada plano retransmitido en el mundo.
En estos días de furor televisivo, en los que entre lo más verdadero que se ha colado en la televisión, junto a Wyoming y Évole, es el actor del anuncio de la lotería; más que nunca, es bueno leer: además de un placer; leer ilustra, enseña, muestra y puede sacar del camino a quien llegó aquí pensando que se podían hacer cosas, que se podían cambiar cosas de la vida. Sin pensar que todo lo institucional era de cartón piedra, un decorado, como diría El Roto.
Quiero recomendar la lectura de En presencia de un payayo y dar las gracias a Andrés Barba por su literatura pero también por su grito, cuando dice: "En El banquete de Platón los únicos que se quedan hablando hasta el amanecer son el filósofo y el payaso. O por decirlo de otro modo, los únicos que se toman en serio la vida. Los políticos se habían ido a dormir mucho antes: no les interesaba la vida sino el poder".
Y a todos de cuantas lecturas salgo con los dedos manchados de tinta, como diría Carmen Martín Gaite. No estáis solos. Alguien os lee. Esperemos que los políticos quieran entenderos.
(Fuente: eldiario.es)


ENTRADAS RELACIONADAS:










Crítica de 'LOS DOCE TERRORES DE LA NAVIDAD', de John Updike y Edward Gorey, por Carlos Zanón

$
0
0
"¿Y qué decir de los villancicos? Ese napalm de la nostalgia que atronando en grandes supermercados nos recuerda lo pesados que se han hecho nuestros corazones desde la infancia

¿por qué Papá Noel huele a ron? ¿Por qué cobra el paro 11 meses al año? Un tipo sin dirección conocida, de hábitos extraños, se descuelga por chimeneas de honrados contribuyentes dormidos en total impunidad…  ¿Por qué nadie mitiga la molicie de la puerta trasera del consumismo: las devoluciones del día siguiente?"

El escritor norteamericano John Updike

LA VENGANZA DE MR. SCROOGE

Leyenda apócrifa donde las haya es la que dice lo siguiente. Que al desenterrar a Ebenezer Scrooge encontraron algo en los bolsillos de su abrigo: un librillo muy parecido a éste. Como un renuncio Galileo Galilei en versión navideña. Sí, me tomo la sopa y ayudo al pequeño Tiny Tim, y cenaré con mi sobrino en Nochebuena pero esto de la Navidad… ¿No os resulta sospechoso? ¿Inquietante? ¡Paparruchas (o no)! La interesante editorial Rayo Verde inaugura colección, Singulares, con estadelicatessen navideña. Barata, culta, cuidada y simpática. ¿Qué más puede uno querer para regalar y regalarse? Se trata de Los doce terrores de la Navidad. Una lástima que sólo sean 12 porque el libro lo firman dos grandes como el ilustrador Edward Gorey y el escritor John Updike. Gorey es el tipo al que Tim Burton le debe mil cervezas. Excéntrico, tierno y macabro, sus trabajos son personales e identificables. Libros del Zorro Rojo ha editado muchos de sus libros.
Updike fue uno de los mejores exponentes de la narrativa norteamericana contemporánea, un centauro de la línea clara y del escalpelo profundo sobre la piel y el hueso de la clase media que se embuchaba insatisfecha los sucesivos platos del sueño americano con las salsas de los cincuenta, los sesenta, los setenta y así hasta su colapso y reseteado actual. Como cantaban aquéllos: Updike es (casi) siempre magia con precisión y aquí lo vienen sirviendo los últimos años Tusquets y RBA. Gorey y Updike unieron fuerzas y sentido del humor, nostalgia y vinagre para este librillo inédito en nuestro país pero que en Estados Unidos vio la luz en 1993.
A cada ilustración, Updike se hace preguntas trascendentales: ¿por qué Papá Noel huele a ron? ¿Por qué cobra el paro 11 meses al año? Un tipo sin dirección conocida, de hábitos extraños, se descuelga por chimeneas de honrados contribuyentes dormidos en total impunidad… ¿Qué está pasando entonces con el FBI? ¿Por qué siempre nos queda la sensación de que nos merecemos más regalos de los que tenemos? ¿Por qué nadie mitiga la molicie de la puerta trasera del consumismo: las devoluciones del día siguiente? Updike pone hasta 12 veces el dedo en la llaga: "Hay algo horroroso en un árbol —su aspecto de parálisis múltiple, su aplomo greñudo y sin conciencia— cuando te lo encuentras en campo abierto: no digamos ya en el salón". Sí, Johnny, muy bien dicho, dale fuerte hasta la última base. ¿Y qué decir de los villancicos? Ese napalm de la nostalgia que atronando en grandes supermercados nos recuerda lo pesados que se han hecho nuestros corazones desde la infancia. Elfos, renos, la oscuridad del invierno, aquí sólo hay 12 pero podían ser cientos. Pero, qué demonios, feliz Navidad, nadie ha inventado nada tan hermosamente deprimente como ella.
Los doce terrores de la Navidad. Textos de John Updike. Ilustraciones de Edward Gorey. Traducción de Daniel Gascón. Rayo Verde. Barcelona, 2014. 32 páginas. 10 euros
(Fuente: babelia.com)
PINCHAR EN LA IMAGEN PARA LEER LAS PRIMERAS PÁGINAS DEL LIBRO

'A MÍ ME DA IGUAL LO QUE HAGA LA INFANTA', por Luis Enrique Ibáñez

$
0
0
"A mí, lo que me asquea es pagar con mi dinero la existencia de unos privilegios que vienen dados por carácter hereditario, por la sangre azul, por la sangre, por todo el morro... "la sangre se hereda, y la virtud se conquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale", Don Quijote dixit...

Lo que ya no queremos es ver más cuentos de hadas y princesas, mientras nuestros compatriotas buscan comida podrida en los contenedores, o se tiran por el balcón"



A MÍ ME DA IGUAL LO QUE HAGA LA INFANTA

Tanto me da si la infanta Cristina renuncia a sus derechos dinásticos, como si no lo hace. Estoy harto de que continuamente se nos inyecte en el pensamiento debates artificiales que tienen como intención ocultar el verdadero debate.

Yo lo que quiero es la renuncia del rey Felipe VI a la corona. Yo lo que sigo exigiendo es un referéndum para que los ciudadanos de este país puedan decidir libremente (si es que esto fuera posible, que no lo es, para eso están los lacayos, los grandes medios de comunicación) el modelo de estado en el que quieren vivir.

A mí, lo que me da vergüenza es que sigamos vistiendo de modernidad una institución absolutamente medieval y antidemocrática, la monarquía. A mí, lo que me asquea es pagar con mi dinero la existencia de unos privilegios que vienen dados por carácter hereditario, por la sangre azul, por la sangre, por todo el morro... "la sangre se hereda, y la virtud se conquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale", Don Quijote dixit.

A mí, lo que me repugna es tener que mantener, con el dinero de todos, el estar de una familia que se proyecta hacia la eternidad, hacia lo insondable, como si fuera un dogma tridentino. La vida de una familia que, como mínimo, regala con indecente frecuencia indicios de... ¿cuál era el eufemismo?, ya me acuerdo,  "malas prácticas",  una familia que se adorna con la imagen de amistades demasiado peligrosas, demasiado irritantes, demasiado opresoras.

Me molesta pagarles su comida, pagarles sus viajes, pagarles sus escoltas, pagarles su ropa, pagarles sus vacaciones, pagarles su sonrisa de cartón, pagarles sus misas privadas, ¿cuánto cobró Rouco Varela por la misa privada ofrecida a Felipe VI al día siguiente de su coronación, o no cobró nada? Me molesta pagarles, a ver, ¿cómo lo llaman? ah sí, me molesta pagarles su "labor institucional", qué expresión más estúpida. También me molesta pagarles sus otras residencias, su educación, buena, o mala. No quiero pagar más recepciones oficiales, ni más inauguraciones. 

Quiero que se vayan y que este país salga de la hipocresía, abandone esa inmensa falacia insoportable, la que vive en esa babosa expresión antitética, "monarquía parlamentaria". A mí, lo que me saca de mis casillas es vivir un estado diseñado por un dictador, sí, ya sé, hubo una votación, una votación por la que aparecían, como en una pesadilla, los espectros de unos tanques a punto de tomar las calles.

Además, si la infanta Cristina renunciara a sus derechos dinásticos, volverían, estomagantes, renovados cacareos de los omnipresentes papagayos aduladores. Invadirían nuestro silencio ñoñas expresiones del tipo "esto funciona", "ejemplaridad", "en España la justicia funciona"... Y por encima de todas, una que sería la más perniciosa, "la monarquía sale reforzada". Yo no quiero que la monarquía salga reforzada. Yo lo que quiero es que a nadie la parezca normal lo que objetivamente es, simplemente, antinatural, injusto. Aunque todos los miembros de esa familia fueran santos, la existencia de esa institución hereditaria significa, hay que decirlo, que no todos somos iguales, yo no puedo ser rey.

Yo lo que quiero es que no me distraigan, que me dejen, que nos permitan concentrarnos en los debates reales, no queremos discutir sobre paparruchas. Queremos un nuevo Proceso Constituyente para cambiar el modelo, para cambiar estas reglas de juego que parecen sacadas de una película de forajidos.

Lo que queremos es un nuevo status realmente democrático, lo queremos es cambiar la Ley Electoral, lo que queremos es  ver a los bancos fuera de la política, de las universidades, ver nacionalizados a aquellos que han sido rescatados con nuestro dinero. Lo que queremos otra una nueva Ley de Financiación de partidos. Lo que exigimos es que la Iglesia Católica no tenga ninguna presencia institucional, ninguna financiación pública; que sea lo único que debe ser: una cuestión privada. Lo que demandamos es acabar con el circo de las campañas electorales amañadas.

Lo que ya no queremos es ver más cuentos de hadas y princesas, mientras nuestros compatriotas buscan comida podrida en los contenedores, o se tiran por el balcón.



'LA ALQUIMIA DE LA ESTAFA ARTÍSTICA', por Rafael Argullol

$
0
0
"La interrogación que debería ser demoledora es preguntarnos cómo para toda una época —con sus medios de comunicación, con sus universidades, con sus instituciones artísticas— el precio aparenta ser el único juicio del arte...

¿Por qué no organizar una multitudinaria exposición sobre cómo el fraude se transfigura en arte? Eso sí sería mostrar el signo de los tiempos"



LA ALQUIMIA DE LA ESTAFA ARTÍSTICA

En un vuelo a Ámsterdam me tocó en suerte un compañero de asiento parlanchín, de esos que, una vez establecido el contacto, ya no deja de hablar durante todo el trayecto. Mi interlocutor resultó ser miembro de una familia dedicada al comercio de diamantes, establecida en aquella ciudad desde hacía siglos. Durante la primera parte del viaje fui informado de una actividad meticulosa y casi mágica que desconocía por completo: el tallado de diamantes. En la segunda parte la información fue menos sutil aunque igualmente sustanciosa. Mi compañero de asiento me explicó cómo se realizaba, por lo común, el lavado de dinero negro originado por el gas y el petróleo de Rusia, así como de otros países productores. Era, según él, un circuito relativamente estable, que iba desde lo ligero y móvil hasta las grandes inversiones en bienes inmuebles. En otras palabras: se empezaba con los diamantes, transportables fácilmente; se continuaba con las obras de arte, también aptas para un cómodo manejo; se culminaba con la compra de terrenos y edificios, siendo, como se comprenderá, la especulación urbanística la más complicada y la más rentable de las sucesivas especulaciones. A través de esta alquimia, de esta metamorfosis de la estafa, lo negro se convertía en blanco.
Mi informador, de unos 40 años, había empezado a ocuparse de los grandes negocios de compraventa de casas y, como en el momento de producirse el vuelo que estoy relatando, en España ya había estallado la burbuja inmobiliaria, se manifestó en términos bastante despectivos. Invertir en ese país era un mal asunto y deberían pasar uno o dos lustros hasta que volviera a ser algo verdaderamente prometedor. Entonces sería, de nuevo, un buen asunto para los especuladores. El caso es que él, hasta aquel momento, se había dedicado a otros menesteres. Cuando era muy joven estuvo inmerso en el negocio familiar de diamantes y, luego, en la refinada tarea de transformar petróleo en obras de arte. Durante una década se entretuvo en comprar y vender por media Europa.
Este aspecto mereció mi atención y le pregunté si había estudiado arte y si tenía alguna formación al respecto. Me contestó que no tenía idea de lo que era el arte y que tampoco esto le importaba demasiado. Se movía, dijo, por instinto y, claro está, por las indicaciones de la familia. Ese instinto, me pareció, era clave: no tenía ni idea de arte, cierto, pero sabía con asombrosa seguridad lo que en nuestra época debe ser entendido como arte. Es decir, lo que la época está obligada a aceptar como arte. Su lógica era implacable pues si el dinero negro procedente del gas o el petróleo derivaba, con su vertiginoso destino alquímico, en el pequeño y refulgente diamante o en el aparatoso rascacielos de playa mediterránea, con igual razón se traducía con exactitud en lo que se llamaba “obra de arte”.
Debo reconocer que aquella conversación aérea fue muy instructiva, no por lo que me contó acerca del lavado del dinero negro el vástago de una familia mafiosa sino porque su juicio de valor acerca de lo que pudiera ser el arte se aproximaba mucho, hasta casi confundirse, con lo que expresaban medios de comunicación, círculos académicos e instituciones artísticas. Todos ellos han ido identificando al artista contemporáneo con aquel individuo que produce mercancías que se venden al precio más elevado posible. Del mismo modo en que, a juzgar por los titulares de los periódicos, nuestra vida depende de los vaivenes de la Bolsa, es cada vez más evidente que nuestro arte, si así lo podemos calificar, es completamente dependiente de lo que fija el mercado. La cantidad —y aquí también hay alquimia— otorga la calidad. No de otro modo puede interpretarse que los medios de comunicación, además de hacerse eco de las exposiciones de clásicos presentadas como espectáculos, únicamente fijen su atención en los precios de las mercancías y hagan llegar a sus lectores y espectadores el mismo canon artístico que manejaba mi mafioso compañero de vuelo. Tampoco puede interpretarse de otra manera que las universidades, cada vez más con más descaro, hagan la misma operación y los programas académicos integren, como supuestos bienes artísticos, a meros productos de la especulación y de la impostura. Y algo todavía más determinante hay que atribuir a las instituciones artísticas, que se arrogan el papel de moldear el “gusto popular” siguiendo criterios mercantiles propios del capitalismo de casino.Mi compañero de asiento confesaba no saber nada de arte pero, gracias al instinto, demostraba saberlo todo acerca de la “obra de arte” y, en consecuencia, acerca de lo que nuestro tiempo asumía como arte. No estaba, pues, en absoluto desinformado pues lo sabía todo, y con absoluta precisión, acerca de los precios. Este conocimiento le hacía viajar con seguridad por lo que denominaba “mundo del arte” (y que no era otra cosa que el arte que se imponía al mundo). De su boca salían clientes y productores, claramente jerarquizados según su eficacia y rentabilidad. Sotheby's y Christie's encabezaban una larga lista de galerías y museos que valía la pena tener en cuenta. Paralelamente, surgía el canon de artistas con facilidad pasmosa pues el que tenía un precio más alto era sin duda el más valioso. Todo era, por así decirlo, más diáfano y menos atormentado cuando se entendía de una vez que la verdad del petróleo y la verdad del arte eran lo mismo, sólo que en dos estadios distintos de la transmutación capitalista.

Si atendemos a la cadena de lavado expuesta por el joyero de Ámsterdam no podemos extrañarnos en absoluto del éxito institucional de nombres como Damien Hirst o Jeff Koons, hasta el punto de que el Centro Georges Pompidou de París, una de las grandes referencias del arte moderno, tenga las expectativas de que la exposición de este último se convierta en una de las más visitadas de la historia. Es una perspectiva coherente: si Koons es el “artista vivo más caro del mundo” (se pagaron 43,6 millones de euros por un objeto suyo) es también el mejor. Algo análogo sucedía cuando Damien Hirst era, hace poco, también el “artista vivo más caro del mundo”.
Llama la atención el conservadurismo de apuestas como la del Centro George Pompidou, creado para navegar, precisamente, en la dirección opuesta. Apostar por Jeff Koons, o por alguien semejante, no tiene nada de innovador sino que responde a una búsqueda de seguridad que recuerda los mismos mecanismos que rigen en los circuitos del lavado del dinero negro. Presentar el fraude como arte es una inversión segura en un mundo paulatinamente domesticado en la falta de complejidad intelectual. Sustituir cualquier asomo de trascendencia estética por el puro espectáculo es asegurar colas en las taquillas, del mismo modo en que los programas basura de la televisión siempre serán más rentables que la emisión de una buena película. La trampa es que el Centro George Pompidou y las instituciones artísticas que realizan operaciones parecidas no asuman abiertamente su carácter antivanguardista y retrógrado, una explícita traición al legado moderno, y expresen su acatamiento simbólico —y quizá explícito— a este capitalismo de casino que, como cloaca apenas disimulada, necesita de los circuitos de sucia alquimia que tan bien me enseñó mi compañero de vuelo. Si lo hicieran sabríamos a qué atenernos. La interrogación que debería ser demoledora es preguntarnos cómo para toda una época —con sus medios de comunicación, con sus universidades, con sus instituciones artísticas— el precio aparenta ser el único juicio del arte. Naturalmente, es ocioso entrar a discutir la excelencia o deficiencia de Hirst, Koons y tantos otros que integran el canon favorito de los especuladores. Tenía razón mi interlocutor del avión: da lo mismo especular en diamantes, en casas o en supuestas obras de arte. La interrogación que debería ser demoledora es preguntarnos cómo para toda una época —con sus medios de comunicación, con sus universidades, con sus instituciones artísticas— el precio aparenta ser el único juicio del arte. Ya sé que se me dirá que, históricamente, los artistas, como todos los hombres, han tenido precio, lo cual, desde luego, no quiere decir que todos hayan podido ser comprados. El artista, en la mayor parte de los casos, depende de los canales de distribución, los cuales están totalmente marcados por las estrategias especulativas. Quebrada la autonomía del creador y desaparecido el crítico independiente es, en última instancia, el especulador quien dicta el discurso artístico. Esto justifica la pobreza del punto de vista actual, que tiende a reducir cualquier complejidad al fetiche mercantil.

Llama la atención el conservadurismo de apuestas como la del Centro George Pompidou, creado para navegar, precisamente, en la dirección opuesta. Apostar por Jeff Koons, o por alguien semejante, no tiene nada de innovador sino que responde a una búsqueda de seguridad que recuerda los mismos mecanismos que rigen en los circuitos del lavado del dinero negro. Presentar el fraude como arte es una inversión segura en un mundo paulatinamente domesticado en la falta de complejidad intelectual. Sustituir cualquier asomo de trascendencia estética por el puro espectáculo es asegurar colas en las taquillas, del mismo modo en que los programas basura de la televisión siempre serán más rentables que la emisión de una buena película. La trampa es que el Centro George Pompidou y las instituciones artísticas que realizan operaciones parecidas no asuman abiertamente su carácter antivanguardista y retrógrado, una explícita traición al legado moderno, y expresen su acatamiento simbólico —y quizá explícito— a este capitalismo de casino que, como cloaca apenas disimulada, necesita de los circuitos de sucia alquimia que tan bien me enseñó mi compañero de vuelo. Si lo hicieran sabríamos a qué atenernos. ¿Por qué no organizar una multitudinaria exposición sobre cómo el fraude se transfigura en arte? Eso sí sería mostrar el signo de los tiempos.
(Fuente: El País, 25-12-2014)
OTROS ARTÍCULOS DEL AUTOR EN ESTE SITIO:
(Lúcido artículo -como siempre- de Rafael Argullol, en el que explica que después de la primera, después del cierre de la Ilustración, después de la Guerra Civil, ahora, en España, asistimos, casi sin darnos cuenta, a la cuarta Contrarreforma. Y no parece un delirio. "Y cuando el suelo se quebró... reemergieron, con máscaras nuevas, las criaturas del subsuelo: el desprecio por la libertad y la crítica, el fanatismo, los populismos de todo tipo. Y la más dañina: la ignorancia autosatisfecha que contempla apáticamente la destrucción de la cultura y la dispersión del talento")
("... la universidad actual se ha convertido, por inseguridad, cobardía u oportunismo, en cómplice pasivo de la actitud antiintelectual que debería combatir. En lugar de responder al desafío arrogante de la ignorancia ofreciendo a la luz pública propuestas creativas, la universidad del presente ha tendido a encerrarse entre sus muros... el humanista ha sido arrinconado por el burócrata...")
(En enero, dos personas murieron en Chicago, ahogadas en el río por intentar recuperar su smartphone. El FC Barcelona pone en marcha su Espacio Mermorial, "un recinto funerario que albergaría las cenizas de todos aquellos difuntos que decidiesen escoger el estadio azulgrana como lugar de reposo para la eternidad". "... la trascendencia aprisionada en la corriente de la banalidad es lo que desemboca en formas más o menos lastimosas de idolatría. Al parecer nosotros nos hemos acostumbrado a vivir sin lo divino pero tenemos una acuciante necesidad de lo idolátrico. Hemos sustituido la aspiración a la gloria por la consecución del éxito...")
FAUSTO, SIGLO XXI

("... el Fausto que somos, sería un ser inmerso en la contradicción, notablemente preparado para actuar libremente, pero imbuido de un espíritu apático que le hace desinteresarse por todo aquello que excede a lo inmediato... Mefistófeles somos nosotros cuando renunciamos al conocimiento por la comodidad de la posesión")






'ESPERANZA', por Manuel Rivas / 'LA REPÚBLICA DE LOS CIRUJAS' (corto documental)

$
0
0
"El trabajo de ciruja consiste, precisamente, en extraer recursos de lo que la ciudad expulsa o vomita...

Impresiona la red social tejida en este territorio... Con autoorganización, se han levantado comedores, escuelas infantiles, talleres o cooperativas de reciclaje. También bibliotecas. Muchos de los libros proceden de la rebusca, abandonados como harapos de la civilización"

La Montaña

ESPERANZA

He podido visitar la República de los Cirujas. Desde entonces, y cuando escribo, me siento un ciruja. No es un país reconocido ni tampoco un lugar de la imaginación. Existe, pero va más allá de la realidad imaginable. En el centro de la República Ciruja se alza La Montaña. Es un imponente accidente geográfico que tampoco figura en los mapas. El mayor basurero de las afueras de Buenos Aires. El trabajo de ciruja consiste, precisamente, en extraer recursos de lo que la ciudad expulsa o vomita. Operar con las manos en las entrañas de esa geología del desecho. La República, que hoy habitan más de 100.000 personas, empezó a formarse en 1982, cuando se levantó el primer barrio, el 8 de Mayo. Un espacio ganado palmo a palmo, con esa histórica materia prima de sangre, sudor y lágrimas. Hubo un tiempo, no tan lejano, en que no se permitía ni el derecho a rebuscar comida. La República tiene sus mártires, como Diego Duarte, un joven de 16 años, tiroteado mientras cirujeaba y hecho desaparecer. Hoy, un centro cultural lleva su nombre. Impresiona la red social tejida en este territorio invisible desde las grandes autopistas. Con autoorganización, se han levantado comedores, escuelas infantiles, talleres o cooperativas de reciclaje. También bibliotecas. Muchos de los libros proceden de la rebusca, abandonados como harapos de la civilización. La Montaña tiene su propia mitología, como el Bebé o el Perro Transparente. La ciruja Lorena Pastoriza lo describe en el relato Llora la Pacha acá: “Pero posta posta que había un bebé llorando. Y no era un gato..., viste que los gatos cuando garchan parece medio. No, era un bebé”. Dicen que el libro va a desaparecer y que la literatura se ha aburrido de sí misma. No mientras exista la República de los Cirujas.

(Fuente: El País, 27-12-2014)







Viewing all 2602 articles
Browse latest View live