"... Diciembre todo lo cierra, y todo lo abre. Y es ahí, en esa terca ambigüedad, en esa ubicación imposible, donde la melancolía habita emboscada, al acecho. Allí se juntan los recuerdos para hablar de sus cosas y para disfrutar de nuestra cara de asombro..."
Ahora, nosotros queremos ofrecérsela también a todos aquellos a los que (como a mí) el mes de diciembre siempre les coge por sorpresa. Como cuando vas por la calle, metido en tus inútiles pensamientos y, al doblar una esquina, te chocas con alguien. ¡Coño, diciembre, ya estás aquí! Sí, ya está aquí, y son tantas las cosas que quedan por hacer, que no sabemos bien si diciembre se viste de frío despertador, o quizá, simplemente, se ríe de nuestro despiste existencial.
Diciembre todo lo cierra, y todo lo abre. Y es ahí, en esa terca ambigüedad, en esa ubicación imposible, donde la melancolía habita emboscada, al acecho. Allí se juntan los recuerdos para hablar de sus cosas y para disfrutar de nuestra cara de asombro. Diciembre ya está aquí, ¿y ahora qué hacemos? Se ha presentado en casa sin avisar, y yo no tenía nada preparado. Fundamentalmente, porque no sabía qué tenía que preparar. Me había quedado pillado con ese poema de José María Valverde en el que afirmaba que, cuando daba clase, pasaban los años, pero los rostros de los alumnos nunca cambiaban. Qué maravilla, ser profesor. Somos los únicos que podemos detener el tiempo en nuestro entorno... en nuestro entorno.
También queremos volar esta canción, este mes de eterno diciembre, a todos aquellos que siempre han llevado en su interior a ese cómico ambulante con el que todavía sueñan. El mimo que saborea feliz su nuevo fracaso y se echa, otra vez, a la carretera, a la vida. Sabe que saltar al vacío no es sólo una cuestión de estilo. Es el comienzo de una nueva oportunidad, esa que siempre espera, al otro lado, al doblar la esquina, en diciembre.
Puede ser que diciembre siempre nos sorprenda, porque, en realidad, diciembre somos nosotros.
Los que siempre aspiramos a ser héroes de otoño, soñadores delirantes, siempre entre los locos, esperando que la sangre ría mientras echa a correr, viviendo.
Siempre volviendo, en diciembre.
Puede ser que diciembre siempre nos sorprenda, porque, en realidad, diciembre somos nosotros.
Los que siempre aspiramos a ser héroes de otoño, soñadores delirantes, siempre entre los locos, esperando que la sangre ría mientras echa a correr, viviendo.
Siempre volviendo, en diciembre.
(LEI)
"... Ahí te encontré
un héroe de otoño
un soñador entre los locos
me dices mejor te veo en Diciembre
ya volveré el año que viene..."
LETRA:
Miras hacia un lado
siempre rezagado
"No tengo tiempo de esperarte"
Tienes tanto que decir
y yo cansado de oír
Ahí te encontré
un héroe de otoño
un soñador entre los locos
me dices mejor te veo en Diciembre
ya volveré el año que viene
Un paso detrás del otro
encuentras el sitio hermoso
no he olvidado tus instantes
Saltar al vacío parece tu estilo
las olas del mar
te muestran el rumbo
Ahí te encontré
un héroe de otoño
un soñador entre los locos
me dices mejor te veo en Diciembre
ya volveré el año que viene
Noche y nieve
Me asomé a la ventana y en lugar de jardín, hallé
la noche constelada de nieve.
La nieve hace tangible el silencio. Es el desplome
de la luz y se apaga.
La nieve no quiere decir nada:
Es sólo una pregunta que deja caer millones
de signos de interrogación sobre el mundo.
DEL AÑO MALO
Diciembre es esta imagen
de la lluvia cayendo con rumor de tren,
con un olor difuso a carbonilla y campo.
Diciembre es un jardín, es una plaza
hundida en la ciudad,
al final de una noche,
y la visión en fuga de unos soportales.
Y los ojos inmensos
—tizones agrandados—
en la cara morena de una cría
temblando igual que un gorrión mojado.
En la mano sostiene unos zapatos rojos,
elegantes, flamantes como un pájaro exótico.
El cielo es negro y gris
y rosa en sus extremos,
la luz de las farolas un resto amarillento.
Bajo un golpe de lluvia, llorando, yo atravieso,
innoble como un trapo, mojado hasta los cuernos.