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'ROSTROS', por Juan José Millás / 'CAVANDO', de Seamus Heaney

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El poema de Heaney es una sugerencia de Teresa Cepeda, protege recuerdos y busca, y encuentra, palabras en la tierra.

"Pienso en todo esto mientras limpio la nieve de la rampa de mi garaje... Cada palada me trae a la memoria el rostro de un difunto. Aparece el rostro de mi madre, el de mi padre, el de los hermanos muertos. Estoy desenterrando mi pasado, pero a base de desenterrarlo, milagrosamente, la rampa va quedando practicable"

"... Entre mi dedo y mi pulgar
La pluma pesada descansa.
Yo cavaré con ella"

'Dos campesinos cavando', de Vincent van Gogh


ROSTROS

Estuve viendo palas en Leroy Merlin y eran muy bellas todas, pero no me decidí por ninguna porque las palas son para enterrar. Para enterrar personas y animales. La imaginé apoyada en una pared del garaje, siempre a la espera de cavar una tumba, quizá la mía, y rechacé la tentación.

Hace años acudí al entierro de un escritor amigo. Mientras los sepultureros profundizaban en la fosa sobre la que luego deslizaron el ataúd, los presentes permanecíamos en silencio, quizá un poco asombrados del gesto de rutina con el que los enterradores hacían su trabajo. Me vinieron a la memoria aquellos versos de León Felipe: “Para enterrar a los muertos como debemos, cualquiera sirve, cualquiera, menos un sepulturero”. El caso es que, terminada la ceremonia, el hijo del finado quiso hacerse con una de aquellas palas para convertirla, supuse yo, en un fetiche del afamado autor. No lo consiguió porque era, le dijeron, propiedad del Estado.

Pienso en todo esto mientras limpio la nieve de la rampa de mi garaje a base de rastrillo. El rastrillo tiene menos carga simbólica que la pala. Sirve para peinar el césped, que es como ordenar las ideas. Poco a poco, sin embargo, voy logrando mi propósito. En estas, un vecino se asoma: “Así no acabarás nunca”, dice, “te presto mi pala”.

Acepto, por cortesía, su ofrecimiento y empiezo con ella a retirar la nieve. Mi impresión, sin embargo, es la de estar desenterrando a alguien. Cada palada me trae a la memoria el rostro de un difunto. Aparece el rostro de mi madre, el de mi padre, el de los hermanos muertos. Estoy desenterrando mi pasado, pero a base de desenterrarlo, milagrosamente, la rampa va quedando practicable. Cuando saco el coche, me siento al volante de un ataúd con ruedas.

(Fuente: El País, 22-01-2021)


CAVANDO

Entre mi dedo y mi pulgar
La pluma pesada descansa; ajustada como un arma.

Debajo de mi ventana, un limpio sonido áspero
Cuando la pala se hunde en el suelo lleno de grava:
Mi padre, cavando. Yo miro abajo

Hasta que la tirante grupa entre la cama de siembra
Inclinándose, emerge hace veinte años
Deteniéndose en el ritmo a través de los surcos de papa
Donde él estaba cavando.

La gruesa bota enclavada en la agarradera, el eje
Contra el interior de la rodilla fue apalancado con fuerza
Él arrancaba cimas altas, enterraba el brillante borde profundo
Esparciendo las nuevas papas que habíamos escogido
Amando su fría dureza en nuestras manos.

Por dios, el viejo podía cargar una pala
Tal y como su viejo.

Mi abuelo cortó tanta turba en un día
Que ningún otro hombre en el pantano de Toner lo igualó.
Una vez le llevé leche en una botella
Encorchada a la ligera con papel. Se enderezó
Para tomársela. Luego cayó inmediatamente
Cortando y rebanando pulcramente, césped pesado
Sobre su hombro, yendo abajo abajo
Por la buena turba. Cavando.

El frío olor del mantillo de papa, la aplastada y abofeteada
Turba empapada, los rápidos cortes de un borde
A través de raíces vivas despiertan en mi cabeza.
Porque no tengo pala para seguir a hombre como ellos.

Entre mi dedo y mi pulgar
La pluma pesada descansa.
Yo cavaré con ella.


(Traducción de Andrés Piña. Fuente, buenosairespoetry.com)



SOBRE SEAMUS HEANEY:

Poeta y crítico literario irlandés, galardonado con el premio Nobel. Nació en el condado de Derry, Irlanda del Norte, y estudió en el Queen's College de Belfast, donde impartió clases entre 1966 y 1972 antes de dedicarse por entero a la literatura. Heaney, católico irlandés, se vio muy afectado por la violencia de 'los disturbios' en el Ulster, y decidió trasladarse a Dublín en 1972, donde impartió clases desde 1975. Obtuvo una cátedra en Harvard en 1984, y entre 1989 y 1994 fue catedrático de poesía en la universidad de Oxford. La poesía de Heaney, desde sus comienzos en Muerte de un naturalista (1966), está anclada en los contextos físicos y rurales de su infancia. A medida que se desarrolla su obra, esos escenarios se convierten en el foco de una búsqueda arqueológica de los mitos e historias que han contribuido a configurar la violenta situación política de Irlanda del Norte, que sólo ha tratado abiertamente en Norte (1975). La obra de Heaney muestra una gran flexibilidad rítmica, pero es sobre todo la intensidad de su lenguaje lo que la ha hecho famosa. La articulación de su poesía contrasta vivamente con el laconismo y la austeridad de la gente de la que procede, y a la que con tanto cariño describe; la tensión también es muy importante en su obra. Otros libros suyos son, Puerta a las tinieblas (1969), Huyendo del invierno (1972), Trabajo de campo (1979), Isola stazione (1984), The Haw Lantern (1987) -que contiene un soneto-secuencia de elegías a la muerte de su madre- y Viendo cosas (1991), elegías a su padre. También ha escrito diversos ensayos de crítica literaria: Preocupaciones (1980) y Gobierno de la lengua (1988). Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1995. Seamus Heaney murió el día 30 de Agosto del 2013 en Dublín, ciudad en la que residió desde 1976.

(Fuente: epdlp.com)






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