"En esa tableta que usa Caperucita para sus juegos se puede colar un lobo a través de las redes dispuesto a devorarla; también atraviesa cada día las paredes de nuestro hogar toda la basura digital, cargada de odio y estupideces, ante la que estamos desprotegidos y nos vemos obligados a tragar. Estos maleantes invisibles nos llenan de mierda el cerebro"
"¡Qué tiempos éstos en que
hablar sobre árboles es casi un crimen porque supone callar sobre tantas alevosías!" (Brecht)
"Tu seguridad depende tan sólo de ti
perdona, no tiene importancia...
Sortea los fantasmas"(Radio Futura)
"¡Qué tiempos éstos en que
hablar sobre árboles es casi un crimen porque supone callar sobre tantas alevosías!" (Brecht)
"Tu seguridad depende tan sólo de ti
perdona, no tiene importancia...
Sortea los fantasmas"(Radio Futura)
ALARMA
A través de la radio, la publicidad de una empresa de seguridad nos hace saber de forma obsesiva que el mundo está lleno de maleantes que pueden violar nuestra casa a cualquier hora del día y de la noche. El anuncio nos propone una solución perentoria. Hay que instalar cuanto antes un sistema de alarma para evitar que nos desvalijen los ladrones. En efecto, eso les sucedió hace poco a unos amigos míos, una pareja con tres hijas. De madrugada, mientras la familia dormía, penetraron unos ladrones en su apartamento y se abrieron paso sigilosamente en la oscuridad con una linterna por todas las habitaciones. Solo se despertó la hija pequeña de 12 años y desde la cama vio con terror cómo una sombra entraba en su alcoba, abría los cajones del armario y se llevaba unas alhajas. Permaneció callada. Se hizo la dormida. Cuando el ladrón, que se había dado cuenta, terminó su trabajo, se acercó a la niña y en voz baja para no despertar a sus hermanas le dijo al oído: “Te has portado muy bien”. La sombra desapareció. A cada rato se repite esta publicidad paranoica. Ponga usted, como lo han hecho ya sus vecinos, una alarma en casa. El anuncio viene directamente avalado con las noticias verídicas de crímenes, robos y atracos que se producen a diario. Pero no todos los facinerosos que violan nuestra seguridad entran por la puerta de la calle con una pistola o un cuchillo. En esa tableta que usa Caperucita para sus juegos se puede colar un lobo a través de las redes dispuesto a devorarla; también atraviesa cada día las paredes de nuestro hogar toda la basura digital, cargada de odio y estupideces, ante la que estamos desprotegidos y nos vemos obligados a tragar. Estos maleantes invisibles nos llenan de mierda el cerebro durante el día y se meten de noche en nuestra cama, pero contra ese grave peligro nadie ha inventado todavía una alarma.
(Fuente: El País, 25-11-2018)
Y, claro, Radio Futura...
LETRA:
Pura inquietud
más veloz que la luz.
Recorriendo la ciudad.
Tu seguridad depende tan sólo de ti
perdona, no tiene importancia
te he clavado mi navaja
estoy acostumbrado a morir.
Sortea los fantasmas.
Pura inquietud
más veloz que la luz.
Recorriendo la ciudad.
Tu seguridad depende tan sólo de ti
perdona, no tiene importancia
te he clavado mi navaja
estoy acostumbrado a morir.
Perdona, no tiene importancia
te he clavado mi navaja
estoy acostumbrado a morir
acostumbrado a morir
acostumbrado a morir.
Perdona, no tiene importancia
te he clavado mi navaja
estoy acostumbrado a morir
acostumbrado a morir
acostumbrado a morir.
más veloz que la luz.
Recorriendo la ciudad.
Tu seguridad depende tan sólo de ti
perdona, no tiene importancia
te he clavado mi navaja
estoy acostumbrado a morir.
Sortea los fantasmas.
Pura inquietud
más veloz que la luz.
Recorriendo la ciudad.
Tu seguridad depende tan sólo de ti
perdona, no tiene importancia
te he clavado mi navaja
estoy acostumbrado a morir.
Perdona, no tiene importancia
te he clavado mi navaja
estoy acostumbrado a morir
acostumbrado a morir
acostumbrado a morir.
Perdona, no tiene importancia
te he clavado mi navaja
estoy acostumbrado a morir
acostumbrado a morir
acostumbrado a morir.
A LOS HOMBRES FUTUROS
I
Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa
revela insensibilidad. El que ríe
es que no ha oído aún la noticia terrible,
aún no le ha llegado.
¡Qué tiempos éstos en que
hablar sobre árboles es casi un crimen
porque supone callar sobre tantas alevosías!
Ese hombre que va tranquilamente por la calle
¿lo encontrarán sus amigos
cuando lo necesiten?
Es cierto que aún me gano la vida
Pero, creedme. es pura casualidad. Nada
de lo que hago me da derecho a hartarme.
Por casualidad me he librado. (Si mi suerte acabara,
[estaría perdido).
Me dicen: «¡Come y bebe! ¡Goza de lo que tienes!»
Pero ¿cómo puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como
y mi vaso de agua le hace falta al sediento?
Y, sin embargo, como y bebo.
Me gustaría ser sabio también.
Los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo y transcurrir
sin inquietudes nuestro breve tiempo.
Librarse de la violencia.
dar bien por mal,
no satisfacer los deseos y hasta
olvidarlos: tal es la sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de esto:
verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
II
Llegué a las ciudades en tiempos del desorden,
cuando el hambre reinaba.
Me mezclé entre los hombres en tiempos de rebeldía
y me rebelé con ellos.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Mi pan lo comí entre batalla y batalla.
Entre los asesinos dormí.
Hice el amor sin prestarle atención
y contemplé la naturaleza con impaciencia.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
En mis tiempos, las calles desembocaban en pantanos.
La palabra me traicionaba al verdugo.
Poco podía yo. Y los poderosos
se sentían más tranquilos, sin mí. Lo sabía.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Escasas eran las fuerzas. La meta
estaba muy lejos aún.
Ya se podía ver claramente, aunque para mí
fuera casi inalcanzable.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
III
Vosotros, que surgiréis del marasmo
en el que nosotros nos hemos hundido,
cuando habléis de nuestras debilidades,
pensad también en los tiempos sombríos
de los que os habéis escapado.
Cambiábamos de país como de zapatos
a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos
donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella.
Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
que queríamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en nosotros
con indulgencia.
Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa
revela insensibilidad. El que ríe
es que no ha oído aún la noticia terrible,
aún no le ha llegado.
¡Qué tiempos éstos en que
hablar sobre árboles es casi un crimen
porque supone callar sobre tantas alevosías!
Ese hombre que va tranquilamente por la calle
¿lo encontrarán sus amigos
cuando lo necesiten?
Es cierto que aún me gano la vida
Pero, creedme. es pura casualidad. Nada
de lo que hago me da derecho a hartarme.
Por casualidad me he librado. (Si mi suerte acabara,
[estaría perdido).
Me dicen: «¡Come y bebe! ¡Goza de lo que tienes!»
Pero ¿cómo puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como
y mi vaso de agua le hace falta al sediento?
Y, sin embargo, como y bebo.
Me gustaría ser sabio también.
Los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo y transcurrir
sin inquietudes nuestro breve tiempo.
Librarse de la violencia.
dar bien por mal,
no satisfacer los deseos y hasta
olvidarlos: tal es la sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de esto:
verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.
II
Llegué a las ciudades en tiempos del desorden,
cuando el hambre reinaba.
Me mezclé entre los hombres en tiempos de rebeldía
y me rebelé con ellos.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Mi pan lo comí entre batalla y batalla.
Entre los asesinos dormí.
Hice el amor sin prestarle atención
y contemplé la naturaleza con impaciencia.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
En mis tiempos, las calles desembocaban en pantanos.
La palabra me traicionaba al verdugo.
Poco podía yo. Y los poderosos
se sentían más tranquilos, sin mí. Lo sabía.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Escasas eran las fuerzas. La meta
estaba muy lejos aún.
Ya se podía ver claramente, aunque para mí
fuera casi inalcanzable.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
III
Vosotros, que surgiréis del marasmo
en el que nosotros nos hemos hundido,
cuando habléis de nuestras debilidades,
pensad también en los tiempos sombríos
de los que os habéis escapado.
Cambiábamos de país como de zapatos
a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos
donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella.
Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
que queríamos preparar el camino para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
en que el hombre sea amigo del hombre,
pensad en nosotros
con indulgencia.