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'YA ESTÁN AQUÍ, ESTÁN LLEGANDO', por Luis Enrique Ibáñez / 'SI ESTO ES UN HOMBRE', de Primo Levi

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"Mirar a otro lado. Eso es lo que tantos seres humanos hicieron en aquellos tiempos del horror... Los rugidos animalescos contra los inmigrantes no salen solo de la boca de Trump o Bolsonaro. Se oyen también aquí al lado, en la tienda de la esquina, en el bar de enfrente... estamos subestimando el peligro que el síntoma anuncia... 
La Educación quiere ser convertida en ese páramo yermo en el que que lanzar las bombas de la ignorancia, las del estiércol fértil que permite la llegada tranquila del totalitarismo feroz. "

"Los que vivís seguros En vuestras casas caldeadas

Los que os encontráis, al volver por la tarde... Considerad si es un hombre Quien trabaja en el fango Quien no conoce la paz"


Niños inmigrantes en un centro de detención en McAllen este junio. 

YA ESTÁN AQUÍ, ESTÁN LLEGANDO

Con buen, y necesario tino, nos recordaba Edurne Portela hace unos días las palabras de Primo Levi: "Cada tiempo tiene su fascismo: se observan las señales premonitorias allí donde la concentración de poder niega al ciudadano la posibilidad y la capacidad de expresar y ejercer su voluntad. A esto se llega de muchas maneras, no necesariamente por medio del terror de la intimidación policial, sino negando y distorsionando la información, corrompiendo la justicia, paralizando la educación, difundiendo de muchas y sutiles maneras la nostalgia de un mundo en el que el orden reinaba soberano y en el que la seguridad de unos pocos privilegiados descansaba sobre los trabajos forzados y el silencio forzado de muchos".

Después de leer ese artículo, recordé la introducción que mi hermana Sole me envió sobre El Foro Europeo Zadig en Bélgica que se celebrará en Bruxelas el próximo 1 de diciembre, y que lleva por título 'Los discursos que matan', escrito por Gil Caroz. En el texto de presentación se afirma:

"Hay discursos que matan. Su carácter es insidioso porque no tiene nada de vehemente. No llaman a la matanza, su lengua es plana, políticamente correcta. Se presentan como la expresión de necesidades indiscutibles escritas en los astros. No se dice que haya que cerrar las fronteras del continente y dejar que se ahoguen los migrantes en el mar. Se dice más bien: “No se puede acoger a todo el mundo, ¿no es cierto?”... Peor aún. Estos discursos no son de odio. Son fríos y racionales, operan en nombre del bienestar de las naciones. Los agentes de estos discursos que matan se presentan como grandes servidores del Estado... Se trata, pues, de producir un discurso que resista y combata los discursos que matan"

Y sí, hay que insistir, resistir creando ese discurso esclarecedor, abriendo las puertas de las palabras reales para cerrar el paso a esos ¿nuevos? totalitarismos que ya están aquí, que ya están llegando. Ayer, en clase, trabajábamos sobre el marco histórico del siglo XX, como introducción necesaria para la Literatura de ese periodo. El propio libro de texto explicaba cómo Hitler supo aprovechar el momento de miseria económica (y también moral, siempre van juntas) para inocular el odio, inventando un enemigo en el que las gentes siniestramente manipuladas pudieran descargar su ira, alguien a quien culpar de su pobreza. Luego pasó lo que pasó.

Los rugidos animalescos contra los inmigrantes no salen solo de la boca de Trump o Bolsonaro. Se oyen también aquí al lado, en la tienda de la esquina, en el bar de enfrente, en el recreo del instituto... en las redes sociales, y de qué manera. Personas asustadas en lo más hondo, alimentadas de mentiras asesinas, mentiras que matan, que terminan mirando a los que están debajo de ellos, pisándolos para que no se atrevan a querer llegar a su casillero. Y negando de ese modo la posibilidad de pensar en las verdaderas causas de su miseria, planificada, elaborada desde otras instancias, desde arriba, desde el mismo lugar que bombardea el odio. También lanza bombas que explotan en el rostro inocente de todos los invisibles. Vemos que caen todas esas palabras que ordenan odiar a los Otros y nuestra cobarde reacción no es otra que mirar a otro lado.

Mirar a otro lado. Eso es lo que tantos seres humanos hicieron en aquellos tiempos del horror.

Estamos permitiendo que al totalitarismo se le ponga la alfombra, cuando termine de entrar, será difícil echarlo, será difícil hablar. Porque también hoy, como en el pasado, estamos subestimando el peligro que el síntoma anuncia.

Hablaba Primo Levi de la "intimidación policial". No es nada difícil establecer asociaciones, opresión de la calle, ley Mordaza... fronteras blindadas del modo más siniestro imaginable, empresas anexas a bancos que se enriquecen con obras en esas fronteras, niños perdidos por los caminos de la madrastra Europa... 

Y, sobre todo, intimidación policial, en nuestro pensamiento íntimo, esa en que se instala cómodo un superyó marine que nos obliga, con toda nuestra vergüenza, con todos los restos de lo que era nuestra dignidad esparcidos por el suelo de la desesperanza, a agachar, otra vez, la cabeza.

También mencionaba el sufrido autor esa estrategia de ir "distorsionando la información, corrompiendo la justicia". Creo que aquí son innecesarios los comentarios... población atiborrada de información que distrae, aísla y embrutece, y una justicia que baila borracha en la pista de la miseria.

Y eso de "paralizar la educación", lo llevan haciendo tanto tiempo que ya uno duda de cómo acometer su trabajo en ese ámbito, no es que dude de lo que debe hacer en el día a día, es que duda de cómo construir un discurso hacia afuera (el de hacia dentro muchos lo tenemos claro) para desvelar el significado de los mensajes prohibidos.

La Educación quiere ser convertida en ese páramo yermo en el que que lanzar las bombas de la ignorancia, las del estiércol fértil que permite la llegada tranquila del totalitarismo feroz. Por eso, muchos de los que ahí habitamos nos hemos impuesto la guerra de guerrillas, la que tiene que ver con el lenguaje.

Y sí, al final Ellos consiguen que los de abajo añoren un orden atroz, un orden que les permite resignarse a desear que otros  no vengan, no me vayan a quitar lo ya no tengo. Funciona.

Es triste volver a la calle de todos los días y comprobar, otra vez (ahora que vuelven esas convocatorias electorales), que las formaciones que supuestamente deberían rescatar todas las palabras desahuciadas, sostener con fuerza insobornable el olvidado verbo ético, también, a su manera, miran para otro lado... Deuda Ilegítima, Renta Básica, ¿Democracia?, Republica, Golpe de Estado Financiero... Fascismo...



SI ESTO ES UN HOMBRE

Los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un panecillo
Quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordarlo
Vacía la mirada y frío el regazo
Como una rana invernal.
Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Vuestros descendientes os vuelvan el rostro.


(Primo Levi, Si esto es un hombre, 1947)






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