"Florencia es ciudad, flor y mujer y es también ciudad-flor, ciudad-mujer y muchacha-flor. Y el extraño objeto que se muestra así posee la liquidez del río y el dulce ardor leonado del oro, y, para terminar, se abandona con decencia, y prolonga indefinidamente, por medio del debilitamiento continuo la e muda, su sereno regocijo saturado de reservas"
"Al caer el día, perdido en una jungla de palabras, estremeciéndome al menor ruido, tomando por interjecciones los crujidos del suelo, creía descubrir el lenguaje en estado natural, sin los hombres"
Jean-Paul Sartre (Francia, 1905-1980)
'QUÉ ES LA LITERATURA'
(fragmento)
El poeta en cada palabra, por el solo efecto de la actitud poética, realiza las metáforas en las que soñaba Picasso cuando deseaba hacer una caja de fósforos que fuera toda ella un murciélago sin dejar de ser una caja de fósforos. Florencia es ciudad, flor y mujer y es también ciudad-flor, ciudad-mujer y muchacha-flor. Y el extraño objeto que se muestra así posee la liquidez del río y el dulce ardor leonado del oro, y, para terminar, se abandona con decencia, y prolonga indefinidamente, por medio del debilitamiento continuo la e muda, su sereno regocijo saturado de reservas. A esto ha de añadirse el esfuerzo insidioso de la biografía. Para mí, Florencia es también cierta mujer, una actriz norteamericana que actuaba en las películas mudas de mi infancia y de la que he olvidado todo, salvo que era larga como un guante de baile, que siempre estaba un poco cansada y era casta, que siempre representaba papeles de esposa incomprendida y que se llamaba Florencia y yo la amaba. Porque la palabra, que arranca al prosista de sí mismo y lo lanza al mundo, devuelve al poeta, como un espejo, su propia imagen. Esto es lo que justifica la doble empresa de Leiris, quien por un lado, en su Glossaire, trata de dar a ciertas palabras una definición poética, es decir, que sea por sí misma una síntesis de implicaciones recíprocas entre el cuerpo sonoro y el alma verbal y, por otro, en una obra todavía inédita, se lanza a la busca del tiempo perdido, tomando como guías ciertas palabras especialmente cargadas para él de valor afectivo. Así, pues, la palabra poética es un microcosmos. La crisis del lenguaje que se produjo a comienzos del siglo fuen una crisis poética. Sean cuales fueren los factores sociales e históricos que la produjeron, esta crisis se manifestó por accesos de despersonalización del escritor ante las palabras. No sabía servirse de ellas y, según la célebre fórmula de Bergson, sólo las reconocía a medias; se acercaba a ellas con una sensación de extrañeza verdaderamente fructuosa: ya no le pertenecían, ya no eran para él, pero, en esos espejos desconocidos, se reflejaban el cielo, la tierra y la propia vida. Y, finalmente, se convertían en las cosas mismas o, mejor dicho, en el corazón negro de las cosas.
(...)
Pero este esquema no tiene nada de común con eso que llaman ordinariamente un esquema verbal: no preside la construcción de un significado. Se acercaría más bien al proyecto creador por el que Picasso predetermina en el espacio, antes incluso de tocar su pincel, esa cosa que se convertirá en un saltimbanqui o un arlequín. Huir, huir allá, advierto que hay pájaros borrachos, pero, oh, corazón mío, oye el canto de los marineros.
(Fuente: epdlp)
'LAS PALABRAS'
(fragmentos escogidos)
1."El sentido de esas palabras duras y negras sólo lo conocí diez o quince años después y aún hoy guardan su opacidad: es el humus de mi memoria"
2."Al caer el día, perdido en una jungla de palabras, estremeciéndome al menor ruido, tomando por interjecciones los crujidos del suelo, creía descubrir el lenguaje en estado natural, sin los hombres"
3."Apenas empecé a escribir, solté la pluma con gran júbilo. La impostura era la misma, pero ya he dicho que para mí las palabras eran la quintaesencia de las cosas"
4."Y además, no reconocía su lenguaje. ¿De dónde sacaba ella esa seguridad? Al cabo de un instante lo comprendí: el que hablaba era el libro. Salían de él unas frases que me asustaban; eran verdaderos ciempiés, hormigueaban de sílabas y de letras, estiraban sus diptongos, hacían vibrar a las consonantes dobles; cantarínas, nasales, cortadas por pausas y por suspiros, ricas de palabras desconocidas, se encantaban consigo mismas y con sus meandros sin preocuparse por mí. A veces desaparecían antes de que hubiera 34 Jean-Paul Sartre podido comprenderlas, otras había comprendido por adelantado, y seguían rodando noblemente hacia su terminación sin perdonarme ni una coma... las palabras se desteñían sobre las cosas, transformando las acciones en ritos y los acontecimientos en ceremonias"
5."Introducía en mi cabeza, por medio de los ojos, unas palabras venenosas infinitamente más ricas de lo que sabía. Una extraña fuerza, que surgía a través de las historias de unos furiosos que no me concernían, reconstruía dentro de mí una pena atroz, el descalabro de una vida; ¿no iba a infectarme, a morir envenenado?"
6."... les gustaban las palabras crudas que, aun rebajando muy cristianamente al cuerpo, manifestaban su amplia aceptación de las funciones naturales; a Louise le gustaban palabras veladas; leía muchas novelas ligeras en las que, más que la intriga, apreciaba los velos transparentes en que estaba envuelta"
7."No tenía oficio; entre el mutismo de uno y los chillidos de la otra, se volvió tartamudo y se pasó la vida luchando con las palabras"
8."Por lo demás, órdenes no me da; esboza con unas palabras ligeras un porvenir y celebra que quiera realizarlo; «Mi hijito querido va a ser muy bueno y muy razonable, y se va a portar muy bien dejándose poner gotas en la nariz». Me dejo caer en la trampa de esas profecías tan suaves"
9."En el jardín, sentado en una silla plegable, con un vaso de cerveza al alcance de la mano, me miraba saltar y correr, buscaba una sabiduría en mis palabras confusas y la encontraba"
10."... me gustaban sus frases inconclusas, sus palabras siempre retrasadas, su brusca seguridad, rápidamente desecha y que se volvía derrotada para desaparecer con unas hilachas melodiosas y recomponerse después de un silencio"
11."Acabé por preferir los relatos prefabricados a los improvisados; me volví sensible a la sucesión rigurosa de las palabras; volvían en todas las lecturas, siempre las mismas y con el mismo orden; yo las esperaba. En los cuentos de Anne-Marie, los personajes vivían a la buena de Dios, como ella misma; ahora, adquirieron destinos. Yo estaba en misa: yo asistía al eterno retorno de los nombres y de los acontecimientos"
12."De cualquier manera, mi mirada trabajaba con las palabras; había que ensayarlas, decidir su sentido; a la larga, la comedia de la Cultura me cultivaba."
13."Como autor, el héroe seguía siendo yo, y seguía proyectando en él mis sueños épicos. Sin embargo, éramos dos: él no llevaba mi nombre y yo sólo hablaba de él en tercera persona. En vez de prestarle mis gestos, le hice con palabras un cuerpo que yo pretendía ver. Hubiera podido asustarme esta «distanciación» repentina, pero me encantó; me alegró ser él sin que fuese yo del todo. Era mi muñeco, lo doblegaba a mis caprichos, podía ponerlo a prueba, darle un lanzazo en el costado y cuidarle después como me cuidaba mi madre, curarle como ella me curaba"
14."Me dediqué con una pasión fría a transfigurar mi vocación vertiendo en ella mis viejos sueños; nada me hizo retroceder; retorcí las ideas, falseé el sentido de las palabras, me aparté del mundo por temor a los malos encuentros y a las malas comparaciones. A la vacante de mi alma sucedió la movilización total y permanente: me volví una dictadura militar"
15."Existir era poseer una marca controlada en alguna parte de las Tablas infinitas del Verbo; escribir era grabar en ellas a seres nuevos o —fue mi más tenaz ilusión— tomar las cosas, vivas, en la trampa de la frase: si yo combinaba ingeniosamente las palabras, el objeto se enredaba en los signos, y quedaba en mi poder"
16."Cuando cogía un libro, por mucho que lo abriese y lo cerrase veinte veces, veía que no se alteraba. Al deslizarse sobre esa substancia incorruptible que es el texto, mi mirada no era más que un minúsculo accidente superficial, no desordenaba nada, no desgastaba en absoluto. Yo, por el contrario, pasivo, efímero, era un mosquito deslumhrado, atravesado por las luces de un faro. Salía del despacho, apagaba; el libro, invisible en las tinieblas, seguía brillando; para él solo"
17."¡Qué sorpresa!: también el libro había cambiado. Eran las mismas palabras, pero me hablaban de mí. Yo presentí que esta obra me iba a perder, la detesté, me dio miedo. Cada día, antes de abrirlo, me sentaba junto a la ventana: en caso de peligro haría que me entrase por los ojos la verdadera luz del sol"
18."Recordaba algunas de mis palabras, me las repetí en voz alta, pero no logré nada. Las frases se deslizaban impenetrables; mi voz resonaba en mis propios oídos como una extraña, un ángel fullero me robaba los pensamientos hasta en mi cabeza y ese ángel no era más que un rubito del siglo XXX, que estaba sentado junto a la ventana y me observaba a través de un libro"
19."Militante, quise salvarme por las obras; místico, intenté desvelar el silencio del ser por un rumor encontrado de palabras y, sobre todo, confundí las cosas con sus nombres: eso es creer"
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