"Hoy, día de España, levanto mi copa por todos los desahuciados, por ese ejército de familias despreciadas que hoy contemplarán con amarillento estupor un desfile militar que celebra un país tomado por los lobos, lobos perfumados que cantan a su patria mientras usurpan la riqueza de todos...
Levanto mi copa por los que guardan, orgullosos, los significados profundos de todas las palabras que nos fundaron"
DÍA DE ESPAÑA: POR LOS QUE SIEMPRE PIERDEN
Sí, hoy, día de la fiesta nacional, voy a levantar mi copa por los que siempre pierden, por los eternamente derrotados, por los que con su sometimiento dan coherencia a esta maldita historia, la historia de siempre, la que nunca se acaba, la que ya estaba escrita, la que, inteligente y voraz, se viste con otros idiomas para no ser reconocida.
Levanto mi copa por todos los parados, especialmente por los mayores de 40 años, por esos que, además de haber sido expulsados de la función, arrastran cabizbajos una culpa que les ha sido impuesta.
Hoy, día de España, levanto mi copa por todos los desahuciados, por ese ejército de familias despreciadas que hoy contemplarán con amarillento estupor un desfile militar que celebra un país tomado por los lobos, lobos perfumados que cantan a su patria mientras usurpan la riqueza de todos.
Hoy, día de la Gran Patria, levanto mi copa por todos los no refugiados, por aquellos que siguen ahogándose a las puertas del casino, a las puertas de la madrastra Europa, esa madame altiva que es capaz de pagar a un matón para que se haga cargo de esos seres humanos que afean su paisaje civilizado, que estropean su baile de perros.
Sí, levanto mi copa por todos los olvidados, por los que ya no son noticia, por ellos, que ya nos piden cuentas desde el Hades que habitamos mientras hablamos de la Hispanidad.
Hoy, día del estado español, levanto mi copa por el pueblo saharaui, ese pueblo al que la madre patria dejó desnudo a los pies del verdugo. Un pueblo tapado, un pueblo que sobrevive encarcelado en un desierto hostil, mientras los estados modernos celebran su historia, una historia hecha de olvidos y de crímenes consentidos.
Hoy, día de la madre patria, levanto mi copa por todos los jóvenes que han sido expulsados de su madre patria. Sí, por todos ellos que, con todo el triste y lúcido sentido, ya no se sentirán miembros de un país que les niega el futuro. Son los que vagan por ciudades, por países perdidos, buscando un jornal que les permita seguir de pie y andar. Son los que se llevan la herencia de todos.
Son los que según alguna ministra de cartón no protagonizan un éxodo. Son los que, según esa innombrable, gracias a su "espíritu aventurero", hacen gala de su "movilidad exterior".
Del mismo modo, levanto esa copa por estos jóvenes que todavía siguen aquí. Aquí están, y aquí empiezan a ver cómo alguien diseña sin pestañear un futuro en el que ellos no aparecen. Ven, a cámara lenta, cómo las puertas empiezan a cerrarse. Comprenden que va a ser cada vez más difícil acceder al conocimiento, acceder al poder.
Los lobos han fijado que ese conocimiento, ese poder, sólo sea para aquellos que puedan pagarlo, para los hijos de los lobos.
Brindo por los que algún día soñamos con una escuela pública, laica y literaria y, sin embargo, ahora luchamos por que no se adueñe de todo una escuela competitiva, emprendedora... y católica.
Hoy, día de la fiesta nacional, levanto mi copa, con especial emoción, por todos nuestros mayores. Por nuestros padres y abuelos. Por todas esas personas venerables que se han vuelto a poner el traje de faena, que han vuelto a acoger a sus hijos, a sus nietos. Muchos de ellos son los estafados por preferentes y otros trucos asesinos. Son los que están viendo cómo lobos meten la mano en el cajón donde ellos guardaban su pensión. Son los mismos que, con el tiempo parado, buscan las últimas monedas de su bolsillo cuando están en la farmacia.
También levanto mi copa por aquellos que, por perseguir la justicia, ahora son perseguidos y encarcelados por ella.
Y también quiero brindar hoy, en nuestro día patrio, por todos los que todavía quieren demostrar que este sistema es una puñetera estafa, que esto que vivimos no es, ni de coña, una democracia.
Levanto mi copa por los que guardan, orgullosos, los significados profundos de todas las palabras que nos fundaron.
Y, mientras bebo, pienso en Pío Baroja, en Machado, en Miguel Hernández... también me acuerdo de Hristo Botev.
Por ello, dedico lo que ahora viene a todos los lobos patriotas...
Levanto mi copa por todos los parados, especialmente por los mayores de 40 años, por esos que, además de haber sido expulsados de la función, arrastran cabizbajos una culpa que les ha sido impuesta.
Hoy, día de España, levanto mi copa por todos los desahuciados, por ese ejército de familias despreciadas que hoy contemplarán con amarillento estupor un desfile militar que celebra un país tomado por los lobos, lobos perfumados que cantan a su patria mientras usurpan la riqueza de todos.
Hoy, día de la Gran Patria, levanto mi copa por todos los no refugiados, por aquellos que siguen ahogándose a las puertas del casino, a las puertas de la madrastra Europa, esa madame altiva que es capaz de pagar a un matón para que se haga cargo de esos seres humanos que afean su paisaje civilizado, que estropean su baile de perros.
Sí, levanto mi copa por todos los olvidados, por los que ya no son noticia, por ellos, que ya nos piden cuentas desde el Hades que habitamos mientras hablamos de la Hispanidad.
Hoy, día del estado español, levanto mi copa por el pueblo saharaui, ese pueblo al que la madre patria dejó desnudo a los pies del verdugo. Un pueblo tapado, un pueblo que sobrevive encarcelado en un desierto hostil, mientras los estados modernos celebran su historia, una historia hecha de olvidos y de crímenes consentidos.
Hoy, día de la madre patria, levanto mi copa por todos los jóvenes que han sido expulsados de su madre patria. Sí, por todos ellos que, con todo el triste y lúcido sentido, ya no se sentirán miembros de un país que les niega el futuro. Son los que vagan por ciudades, por países perdidos, buscando un jornal que les permita seguir de pie y andar. Son los que se llevan la herencia de todos.
Son los que según alguna ministra de cartón no protagonizan un éxodo. Son los que, según esa innombrable, gracias a su "espíritu aventurero", hacen gala de su "movilidad exterior".
Del mismo modo, levanto esa copa por estos jóvenes que todavía siguen aquí. Aquí están, y aquí empiezan a ver cómo alguien diseña sin pestañear un futuro en el que ellos no aparecen. Ven, a cámara lenta, cómo las puertas empiezan a cerrarse. Comprenden que va a ser cada vez más difícil acceder al conocimiento, acceder al poder.
Los lobos han fijado que ese conocimiento, ese poder, sólo sea para aquellos que puedan pagarlo, para los hijos de los lobos.
Brindo por los que algún día soñamos con una escuela pública, laica y literaria y, sin embargo, ahora luchamos por que no se adueñe de todo una escuela competitiva, emprendedora... y católica.
Hoy, día de la fiesta nacional, levanto mi copa, con especial emoción, por todos nuestros mayores. Por nuestros padres y abuelos. Por todas esas personas venerables que se han vuelto a poner el traje de faena, que han vuelto a acoger a sus hijos, a sus nietos. Muchos de ellos son los estafados por preferentes y otros trucos asesinos. Son los que están viendo cómo lobos meten la mano en el cajón donde ellos guardaban su pensión. Son los mismos que, con el tiempo parado, buscan las últimas monedas de su bolsillo cuando están en la farmacia.
También levanto mi copa por aquellos que, por perseguir la justicia, ahora son perseguidos y encarcelados por ella.
Y también quiero brindar hoy, en nuestro día patrio, por todos los que todavía quieren demostrar que este sistema es una puñetera estafa, que esto que vivimos no es, ni de coña, una democracia.
Levanto mi copa por los que guardan, orgullosos, los significados profundos de todas las palabras que nos fundaron.
Y, mientras bebo, pienso en Pío Baroja, en Machado, en Miguel Hernández... también me acuerdo de Hristo Botev.
Por ello, dedico lo que ahora viene a todos los lobos patriotas...
LETRA:
¡Es un patriota, da el alma
por la libertad, la cultura;
pero no su alma,
sino el alma del pueblo!
Lo mejor nos desea,
pero sabedlo, por la plata.
-es humano, ¿qué esperáis que haga?-
vende su propia alma.
Y como buen cristiano,
no se salta una misa,
pero sólo porque es la Iglesia
para él un negocio.
Lo mejor nos desea,
pero sabedlo, por la plata,
-es humano, ¿qué esperáis? si
hasta
su mujercita empeña.
Y es un bondadoso,
no olvida a los pobres,
pero no es él
quien os alimenta
sino a él vosotros,
con sudor y servicio.
Lo mejor nos desea,
pero sabedlo, por la plata,
¿qué esperáis si su
propia carne devora?
Es bondadoso,
es un patriota...
un buen cristiano
por la libertad, la cultura;
pero no su alma,
sino el alma del pueblo!
Lo mejor nos desea,
pero sabedlo, por la plata.
-es humano, ¿qué esperáis que haga?-
vende su propia alma.
Y como buen cristiano,
no se salta una misa,
pero sólo porque es la Iglesia
para él un negocio.
Lo mejor nos desea,
pero sabedlo, por la plata,
-es humano, ¿qué esperáis? si
hasta
su mujercita empeña.
Y es un bondadoso,
no olvida a los pobres,
pero no es él
quien os alimenta
sino a él vosotros,
con sudor y servicio.
Lo mejor nos desea,
pero sabedlo, por la plata,
¿qué esperáis si su
propia carne devora?
Es bondadoso,
es un patriota...
un buen cristiano
EL POEMA ORIGINAL, EN LA TRADUCCIÓN DE ZHIVKA BALTADZHIEVA
PATRIOTA
¡Es un patriota, da el alma
por la libertad, la cultura;
pero no su alma, hermano,
sino el alma del pueblo!
A todo el mundo lo mejor desea,
pero sabedlo, por la plata,
-es humano, ¿qué esperáis que haga?-
vende incluso su propia alma.
Y es buen cristiano,
no se salta una misa,
pero sólo porque la Iglesia
para él es un negocio.
A todo el mundo lo mejor desea,
pero sabedlo, por la plata,
-es humano, ¿qué esperáis que haga-
empeña hasta a su mujercita.
Y es un bondadoso,
no olvida a los pobres,
pero no él os alimenta, hermanos,
sino vosotros a él, con sudor y servicio.
A todo el mundo lo mejor desea,
pero sabedlo, por la plata,
-es humano, ¿qué esperáis que haga?-
hasta su propia carne devora.
TAMBIÉN DE HRISTO BOTEV
(y también apropiado para este día),
'EL DÍA DE SAN JORGE'
Regocíjate, pueblo! ¡Jóvenes, viejos,
alabad un día más a Dios y al Rey!
¡Hoy es San Jorge! Así balaba tras el pastor
el rebaño de ovejas dóciles, mansas,
mientras su rey, feliz imbécil,
como todos los reyes de este mundo,
con el lindo cayado les conducía
entre los canes, fieles ministros
sin cartera, sin paga, más listos que el hambre.
Y si los viese un rey verdadero
¡Qué envidia, -diría- vive la ovejita
más feliz y contenta que mi pueblo....
Va el rebaño, con sus corderos,
trepa, avanza a duras penas, mortificado de tanta ruta,
trepa, avanza, para que pase bajo cuchillo la carne joven
en honor de San Jorge, el bandido de Dios
Desalmado, estúpido, podrido difunto...
¿Exigirá sacrificios,
sangre, víctimas? No, el pastor, el pastor
la codicia, la garganta hambrienta, el pope
borracho,
igual que a ti, tributo te cobra el rey, pobre pueblo,
para sus harenes abominables,
para aquellos que te quitan lo último,
y día tras día te martirizan
y les ofrendes tu sudor y tu sangre
y hasta bailas bajo el látigo.
¡Hala! Hoy ricos y vagabundos
cánticos cantan, delirantes, borrachos,
y con el pope juntos alaban al rey y a Dios...
¡Regocíjate, pueblo! Así las ovejas balan y balan
y entre canes al pastor siguen.
('Hristo Botev. Poesía'. Selección, traducción y prólogo de Zhivka Baltadzhieva. Editorial Amargord)