"... Lleva dos meses fuera, le he dejado mensajes al móvil, pero no responde. Los niños preguntan por su padre, dónde está papá, dónde está papá, y yo no sé qué decirles. Todo eso está muy bien, señora, pero ahora hablemos de dinero."
De lo que se trata, en fin, es de que cada vez tenemos más claro que únicamente a través de la ficción se puede tocar la realidad
El conflicto es eterno y, también, tramposo. No se trata sólo de si la poesía, la literatura, el arte, deben estar comprometidos con la realidad social. Realmente, creemos que es un dilema imposible de resolver. Como mucho, podemos agradecer a aquel que decide bajar al fango y blindar, con la espada de la palabra, su toma de postura. Sin embargo, no podemos exigírselo, eso también sería hacer trampas. Aunque, del mismo modo, tampoco vamos a regalar nuestra sonrisa a aquellos que en tiempos de ignominia nos hablan de cómo se adelanta el tiempo del florecimiento del cerezo.
De lo que se trata, en fin, es de que cada vez tenemos más claro que únicamente a través de la ficción se puede tocar la realidad.
(LEI)
TRAMPAS
Dice que no está, que se fue de viaje. Está nerviosa, me ofrece un café, no gracias, deben mucho dinero y yo he venido a cobrarlo. La hija mayor está viendo dibujos animados, El Rey León, a mi hijo le encanta, se sabe todas las canciones. Los niños aprenden rápido. El pequeño me mira desde la trona con la boca llena de papilla, muy serio, con los ojos azules de su padre. Mi marido es quien lleva las cuentas, dice, yo no sé nada de papeles. Le entrego un documento firmado por los dos, sí, ésta es mi firma, dice, él dijo que no me preocupara, que era bueno para los dos, bueno para los niños, que todo se arreglaría. Él y su negocio de barcas de recreo. Lleva dos meses fuera, le he dejado mensajes al móvil, pero no responde. Los niños preguntan por su padre, dónde está papá, dónde está papá, y yo no sé qué decirles. Todo eso está muy bien, señora, pero ahora hablemos de dinero.
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SEVILLA ESTE
Es un hombre que camina solo por el barrio. Un martes por la mañana a la hora en que los demás trabajan. Que mira su teléfono móvil comprobando que funciona correctamente, que tiene suficiente batería y cobertura. Que todavía puede controlar la situación. Es un hombre a la espera de noticias, que ha salido de casa porque necesita pensar, pensar en algo. Su mujer lo mira desde el balcón con el niño en brazos, el camisón deja entrever los pechos caídos de la maternidad. Pechos una vez de brillantina, la locura de la sala de fiestas, todos esos hombres y sólo tú, con tu cara de pájaro. Ven aquí, voy a llevarte lejos de este infierno, tengo negocios. El mismo hombre que hoy se arrodilla en el cajero automático y que suplica, perdónanos, Señor, perdónanos.
(Fuente: tallerdecartasdeamor.wordpress.com)