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'CERVANTES, SANTIAGO Y ABRE ESPAÑA', por Manuel Rivas / 'LETANÍA DE NUESTRO SEÑOR DON QUIJOTE', de Rubén Darío

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"La obra de Cervantes, tan audaz, tan valiente, pertenece a la tradición de la antitradición. Su gran revolución, la ironía, enlaza con la cultura popular carnavalesca, la estirpe del humor que conoce el dolor y hace pensar.... los que vengan deberían ser, para empezar, más cervantinos. Es decir, entender que la cultura es el líquido amniótico de la libertad. Y que la libertad está para ejercerla... Pero cuando se está en permanente acometida no se escucha al otro. No se escucha ni a Cervantes"

"... contra las certezas, contra las conciencias y contra las leyes y  contra las ciencias, contra la mentira..."


CERVANTES, SANTIAGO Y ABRE ESPAÑA

Es muy probable que Cervantes no asista a los actos del IV centenario de su muerte.
En primer lugar, porque el funeral está muy mal organizado. Y además, porque Cervantes está muy vivo. Más contemporáneo que nunca. “Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y nariz corva, aunque bien proporcionada”, dice en su autorretrato. Alegres ojos. Una mirada que traspasa los siglos. Un clásico de transfusión incesante, que reactiva el presente con ironía, libertad y maravilla. La que está difunta es la oficialidad cultural, con un Gobierno ahora en funciones, pero que ha estado pasmado para la cultura cuatro años como cuatro siglos. Cuando no pasmado, faltón. Es un lugar común en debates y tertulias el descartar la teoría de las conspiraciones. Conspiranoico es una descalificación que te deja fuera de juego, como a un disidente chiflado. Así que yo tampoco creo en las conspiraciones, pero haberlas haylas. Y contra la cultura en España ha habido algo muy parecido a una conspiración. No, no creo que se haya reunido un comité bajo el epígrafe¿Cómo acabar de una vez por todas con la cultura? Eso sería demasiado divertido. Hay que tener cierta cultura incluso para acabar con la cultura.
La de “política cultural” no es una expresión feliz, pero más infeliz es una política cultural consistente en embestir contra la cultura. Y esa es la manera campante, incluso en el hablar. El acometer.
Con ese don de reactivar el presente desde el pasado, lo expresa Cervantes por boca de Sancho Panza en la segunda parte del Quijote: “Tiempos hay de acometer, y tiempos de retirar, y no ha de ser todo ¡Santiago y cierra España!”.
Eso que dice Sancho a Sansón Carrasco, eso sí que es un tuit que atraviesa la historia, un mensaje portador de sentido, un regalo de ironía y sutileza contra la gran costra de intolerancia y grosería.
En la España de hoy, el acometer se ha convertido en una adicción. El líder que niega el saludo al interlocutor. El cargo que disculpa la corrupción del propio partido con la corrupción de los otros, a ver quién acarrea más sacos de mierda. La declaración que demoniza al otro, el uso del lenguaje como arma destructiva. Resulta muy alarmante, por ejemplo, que una parte importante de ciudadanos que reclaman de forma pacífica una consulta, lo que llaman el “derecho a decidir”, sean tratados como una especie de subciudadanos con los que es pecado constitucional dialogar. Lástima que no motivaran más reflexiones, en lugar de acometidas, las palabras de Julio Rodríguez, militar y cervantino, exjefe de Estado Mayor de la Defensa, cuando habló de una “propuesta para enamorar a Cataluña”. No, no todo va a ser acometer. No todo va a ser ¡Santiago y cierra España!
La imprevisión y la desidia gubernamental en el caso del IV centenario de la muerte de Cervantes, que contrasta con el programa conmemorativo de Reino Unido sobre Shakespeare, es una consecuencia de esa política de la acometida permanente. Cuando toda la estrategia se centra en la acometida, se atrofia la capacidad para convocar y unir, para crear confianzas básicas. Para el IV centenario hay un interlocutor imprescindible, la Real Academia Española, que hoy preside un hombre sabio y cervantino, Darío Villanueva. Se ha perdido mucho tiempo, hay mucha gente indignada. Ni siquiera el ilustre florete de Luis María Anson, que cimbrea indignado en su tribuna de El Cultural, ha conseguido despeinar a Cristóbal Montoro, ducho especialista en acometidas culturales.

Si algo puede unir pluralidades y crear una confianza básica en España es Cervantes. Eso no significa que la cultura española, y la literatura en particular, sea de tradición muy cervantina. La obra de Cervantes, tan audaz, tan valiente, pertenece a la tradición de la antitradición. Su gran revolución, la ironía, enlaza con la cultura popular carnavalesca, la estirpe del humor que conoce el dolor y hace pensar. Por eso este Gobierno, ya zombi, y los que vengan deberían ser, para empezar, más cervantinos. Es decir, entender que la cultura es el líquido amniótico de la libertad. Y que la libertad está para ejercerla. La crítica y el inconformismo son parte de la identidad de la gente de la cultura. Le dice Sancho al barbero: “Yo no estoy preñado de nadie ni soy hombre que me dejaría empreñar del rey que fuese”. Ante la libertad, no decora al Poder el capricho de ser vengativo.
Pero cuando se está en permanente acometida no se escucha al otro. No se escucha ni a Cervantes.

(Fuente: El País Semanal, 28-02-2016)


LETANÍA DE NUESTRO SEÑOR DON QUIJOTE

Rey de los hidalgos, señor de los tristes,
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón.

Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...

¡Caballero errante de los caballeros,
varón de varones, príncipe de fieros,
par entre los pares, maestro, salud!
¡Salud, porque juzgo que hoy muy poca tienes,
entre los aplausos o entre los desdenes,
y entre las coronas y los parabienes
y las tonterías de la multitud!

¡Tú, para quien pocas fueron las victorias
antiguas y para quien clásicas glorias
serían apenas de ley y razón,
soportas elogios, memorias, discursos,
resistes certámenes, tarjetas, concursos,
y, teniendo a Orfeo, tienes a orfeón!

Escucha, divino Rolando del sueño,
a un enamorado de tu Clavileño,
y cuyo Pegaso relincha hacia ti;
escucha los versos de estas letanías,
hechas con las cosas de todos los días
y con otras que en lo misterioso vi.

¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida,
con el alma a tientas, con la fe perdida,
llenos de congojas y faltos de sol,
por advenedizas almas de manga ancha,
que ridiculizan el ser de la Mancha,
el ser generoso y el ser español!

¡Ruega por nosotros, que necesitamos
las mágicas rosas, los sublimes ramos
de laurel Pro nobis ora, gran señor.
¡Tiembla la floresta de laurel del mundo,
y antes que tu hermano vago, Segismundo,
el pálido Hamlet te ofrece una flor!

Ruega generoso, piadoso, orgulloso;
ruega casto, puro, celeste, animoso;
por nos intercede, suplica por nos,
pues casi ya estamos sin savia, sin brote,
sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,
sin piel y sin alas, sin Sancho y sin Dios.

De tantas tristezas, de dolores tantos
de los superhombres de Nietzsche, de cantos
áfonos, recetas que firma un doctor,
de las epidemias, de horribles blasfemias
de las Academias,
¡líbranos, Señor!

De rudos malsines,
falsos paladines,
y espíritus finos y blandos y ruines,
del hampa que sacia
su canallocracia
con burlar la gloria, la vida, el honor,
del puñal con gracia,
¡líbranos, Señor!

Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos,
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...

¡Ora por nosotros, señor de los tristes
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión!
¡que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón!



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("A través de su obra, la más universal de todas las hispánicas, se puede caminar por el derrumbe español y, además, divertirse. Nunca fue consciente del papel que la experiencia le había otorgado. Bastante tenía con sobrevivir... El Quijote es el testigo perfecto del ocaso del imperio, del fin del optimismo" (Carlos Mayoral) "... no hallé cosa en que poner los ojos / que no fuese recuerdo de la muerte."  (Quevedo) "... Mojan su pico en sangre las perdices De los amores que esta tierra mata..." (Juan Perro)


("Parece lógico que Cervantes y su hermano, Don Quijote, sean tapados. Imaginen esa escena en que los dos se presentan ante el juez que ordenó prisión sin fianza para esos cómicos que trabajaban en Madrid... "quiero rogar a estos señores guardianes y comisarios sean servidos de desataros y dejaros ir en paz... me parece duro caso hacer esclavos a los que Dios y naturaleza hizo libres... La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos... deberíamos repetirnos constantemente esas palabras de la pastora Marcela... "... Yo nací libre")

("... las locuras de Don Quijote tienen el poder de suspender por un momento el principio de realidad. Su función es abrir una grieta, y, más allá de la lógica, llevarnos a la comprensión profunda e inmediata de una verdad nueva... Nada que ver con la locura. La locura es no tener en cuenta a los otros y pocos héroes los han tenido tan en cuenta como el nuestro. La gran lección de sus aventuras es que un mundo sin justicia no merece la pena... La ironía, para Cervantes, es la capacidad de aceptar las contradicciones de la vida; de aceptar, en suma, que nada es de una sola manera")


 ( Uno de los temas principales tratados por los escritores de la Generación del 98 es, sin duda, el tema de España. Los siguientes textos, poemas, fragmentos... giran, todos, en torno a ese tema. Pueden servirnos para establecer referencias, relaciones, comparaciones, no solo con la literatura del 98, sino, quizás también, con la actualidad)



("Cervantes escoge una voz marginal para hablar de la suerte de los marginados, pobres y desventurados... A pesar de sus disparates, actúa como un reformador moral que pide compasión para los débiles y tolerancia en los asuntos amorosos" (Rafael Narbona) “…porque me parece duro caso hacer esclavos a los que Dios y naturaleza hizo libres" (Don Quijote)

 ("... no alcanzo que por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama... Yo nací libre")






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