... Sopla, viento invernal,
pues daño nunca harás
como la ingratitud...
Puedes el agua herir,
mas no eres tan hostil
como el pérfido amigo...
SOPLA, VIENTO INVERNAL
Sopla, viento invernal,
pues daño nunca harás
como la ingratitud.
Tu diente es menos cruel,
porque nadie te ve,
por rudo que seas tú.
¡Eh, oh! ¡Eh, oh, el verde del bosque!
Amor es ceguera; amigos, traiciones.
¡Eh, oh, el bosque!
Es vida y es goce.
pues daño nunca harás
como la ingratitud.
Tu diente es menos cruel,
porque nadie te ve,
por rudo que seas tú.
¡Eh, oh! ¡Eh, oh, el verde del bosque!
Amor es ceguera; amigos, traiciones.
¡Eh, oh, el bosque!
Es vida y es goce.
Hiela, aire glacial,
pues no podrás cortar
como lo hace el olvido.
Puedes el agua herir,
mas no eres tan hostil
como el pérfido amigo.
¡Eh, oh! ¡Eh, oh, el verde del bosque!
Amor es ceguera; amigos, traiciones.
¡Eh, oh, el bosque!
Es vida y es goce.
pues no podrás cortar
como lo hace el olvido.
Puedes el agua herir,
mas no eres tan hostil
como el pérfido amigo.
¡Eh, oh! ¡Eh, oh, el verde del bosque!
Amor es ceguera; amigos, traiciones.
¡Eh, oh, el bosque!
Es vida y es goce.
UN SONETO INVERNAL
“Dijo un petirrojo: La primavera nunca llegará,
más nidos no he de construir.
Dijo un rosal: Tanta helada me destruirá,
mi savia no me ha de volver a nutrir.
La Media Luna dijo: La noche es algo tan largo, lento,
que no quiero crecer ni menguar.
El Océano dijo: Hace mucho que estoy sediento
pues los ríos de la tierra son un erial.
Pero vino la primavera y construyó el petirrojo,
y en su garganta vibró un canto de amor.
Se marchó la escarcha, y el color rojo
vistió la savia de tallo, hoja y flor.
Brilló La Luna. El Océano el sol bebió,
y si su azul rizó, su sed nunca apagó”.