"... dar a la realidad cruda e indistinta una realidad poética y singular"
(Pedro Salinas)
PEDRO SALINAS
Siempre han existido polémicas sobre la naturaleza del lenguaje poético. Para algunos el lenguaje poético debería ser especial, distinto del lenguaje habitual (de ahí el dicho de Thomas Gray"el lenguaje de la época nunca es el lenguaje de la poesía"). Par otros, como Jorge Guillén, "la poesía no requiere ningún especial lenguaje poético. Ninguna palabra esta´de antemano excluida; cualquier giro puede configurar la frase", y concluye, "no hay más que un lenguaje de poema: palabras situadas en un conjunto (...) Lenguaje poético, no. Pero sí lenguaje de poema".
Existe una enorme gama de expresiones lingüísticas que se encentran bajo la denominación de "poesía". En un extremo hay poemas lo más apartado del habla corriente que sea imaginable; en el oro, poemas que, de no ser por su división en versos, se parecerían muy de cerca a la prosa. Los movimientos poéticos oscilan a menudo entre estos dos polos opuestos, según que las personas respondan a la influencia alternativa de las antiguas tradiciones o de las realidades contemporáneas. Por lo tanto, es imposible definir la forma del lenguaje poético de una manera general y sencilla.
La creatividad que buscan los poetas toma un gran número de formas. Puede conllevar la invención de unos rasgos lingüísticos completamente nuevos, como en los neologismos del vocabulario de James Joyce en inglés o de Quevedo en castellano. Pero más a menudo toma la forma de un uso nuevo del lenguaje corriente, como cuando Aleixandre dice "hermosa eres como la piedra", o cuando Antonio Machado considera que "un golpe de ataúd en tierra / es algo perfectamente serio". Por encima de todo, los poetas temen la banalidad. Sea cual sea la época o la tradición literaria en la que se encuentran, su preocupación es evitar aquello que lingüísticamente aburrido o predecible, y descubrir una foma de que las palabras tomen vida, para transmitir nuevos mundos de significado. Los siguientes versos de Juan Ramón Jiménez (escritos con su peculiar ortografía) captan con viveza la esencia de su difícil situación: "¡Intelijencia, dame / el nombre esacto de las cosas! / Que mi palabra sea / la cosa misma, / creada por mi alma nuevamente".
Pedro Salinas escribe en "La relidad y el poeta":
El don del poeta consiste en nombrar las realidades cabalmente, en sacarlas de la enorme masa del anonimato. El primer poeta que cantó la rosa, al bautizarla, al darle nombre,le dio una nueva vida. La lengua misma es poesía.. Y por tanto el poeta es el que mejor uso hace de la lengua, el que utiliza en su mayor plenitud el poder de dar vida a lo anónimo, de dar a la realidad cruda e indistinta una realidad poética y singular.
(Fuente: 'La enciclopedia del lenguaje', David Crustal)