"... el emboscado risueño, César Figueras, ha lanzado otro artefacto lumninoso al aire, y su onda expansiva nos ha envuelto, nos ha embriagado, y nos ha soltado, solos, dulcemente desamparados, en ese bosque oscuro, de sensaciones inciertas, de miedos deseados, de amable ceguera, de piernas vaciadas, de senderos imposibles que siempre acaban en el vientre de la voz, de la voz de Nick Cave"
El emboscado, ese ser leyenda urbana, ese altavoz musical que sólo se deja ver las oscuras noches de sábado, si a la impertinente luna llena no le da por hacer acto de insolente presencia, el emboscado risueño, César Figueras, ha lanzado otro artefacto luminoso al aire, y su onda expansiva nos ha envuelto, nos ha embriagado, y nos ha soltado, solos, dulcemente desamparados, en ese bosque oscuro, de sensaciones inciertas, de miedos deseados, de amable ceguera, de piernas vaciadas, de senderos imposibles que siempre acaban en el vientre de la voz, de la voz de Nick Cave.
Y, aunque el propio Nick afirme que ellos "saben quiénes somos, dónde vivimos y que no hay necesidad de perdonar", nosotros, cuando esas palabras derramadas y acogidas en versos imposibles terminan de introducirse en nuestras venas abiertas, en nuestros oídos hambrientos, nosotros ya no sabemos si somos el árbol, el pájaro que canta, o, simplemente, la luz ambigua que emana del rocío, allí en lo hondo del bosque.
Y puede que sea cierto, que no hay ningún lugar adecuado para descansar, pero, de cualquier modo, es gustoso permanecer atrapados, como sombras, en el interior de una melodía que nos abraza mientras nos asusta, como caricias oscuras que ablandan nuestra voluntad... se hace imposible salir corriendo, ¿para qué? Los enormes susurros de Cave ya nos han atado... ya sólo podemos quedarnos y escuchar una y otra vez esta canción, respirar en ella.
El propio emboscado envolvió su regalo con un extraño papel en el que, con alguna dificultad, se podían leer las siguientes palabras "... las punzadas arrítmicas de Nick, que sabe dominar la inquietante melodía . De no ser por esa voz y la tranquila mala hostia que maneja dicha melodía se hubiera ido con Tom Waits ", de cañas, supongo yo, allá en el último tugurio de la ciudad, ese en el que las sombras de todos bailan felices, sin que ninguna palabra arrogante ose importunarlas.
(LEI)
"Tree don’t care what a little bird sings
We go down with the due in the morning light
The tree don’t know what the little bird brings
We go down with the due in the morning
And we breathe, in it..."
LETRA:
Tree don’t care what a little bird sings
We go down with the due in the morning light
The tree don’t know what the little bird brings
We go down with the due in the morning
And we breathe, in it
There is no need to forgive
Breathe, in it, there is no need to forgive
(again)
The trees will stand like ṗleading hands
We go down with the due in the morning light
The trees all stand like ṗleading hands
We go down with the due in the morning light
And we breathe it in
There is no need to forgive
Breathe it in, there is no need to forgive
(again)
The trees will burn with blackened hands
We return with the light of the evening
The trees will burn blackened hands
Nowhere to rest, with nowhere to land
And we know who you are
And we know where you live
And we know there’s no need to forgive
And we know who you are
And we know where you live
And we know there’s no need to forgive
And we know who you are
And we know where you live
And we know there’s no need to forgive
And we know who you are
And we know where you live
And we know there’s no need to forgive again