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'EL 15-M ES LA TINTA', por Luis Enrique Ibáñez

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"El 15-M, creo, debe seguir siendo esa energía transformadora de conciencias individuales, ese lenguaje nuevo que despierta mentalidades y las echa a andar, de individuos que, al cambiar ellos mismos, inciden inevitablemente en el cambio colectivo.

Por eso el 15-M no se concreta en siglas. No puede estar sentado en un sillón de diputado... se moriría... el 15-M es el lenguaje, no el texto. Propicia el texto, y también lo vigila para que las palabras puedan encarnar la verdad, para que no sean prostituidas"


EL 15-M ES LA TINTA

El 15-M no es Podemos, ni Podemos es el 15-M. Sin embargo, el 15-M puede haber provocado la aparición de Podemos.

Podemos podría ser el texto, un texto. El 15-M es la tinta. Aunque pueda parecerlo, no es una cuestión de vanagloria. De lo que se trata es de estrategias, de fijación de funciones.


La tinta roja de la que hablaba el filósofo esloveno Slavoj Zizek cuando tomó la palabra en una asamblea de Occupy Wall Street para contar el siguiente chiste: 


... un tipo de Alemania del Este fue enviado a trabajar a Siberia. Sabía que los censores leerían su correo, así que dijo a sus amigos: “Establezcamos un código. Si la carta que recibís está escrita con tinta azul, lo que diga en ella será cierto; si está escrita con tinta roja, será falso”. Un mes después llegó la primera carta. Estaba escrita en azul y decía: “Todo es maravilloso aquí. Las tiendas están repletas de buena comida. Los cines pasan buenas películas occidentales. Los apartamentos son grandes y lujosos. La única cosa que no se puede comprar es tinta roja”. Terminado el chiste, la glosa de Zizek a los manifestantes: “Así es como vivimos. Tenemos todas las libertades que queremos, pero nos falta tinta roja, el lenguaje con el que expresar nuestra no-libertad (...) Y eso es lo que estáis haciendo aquí: nos estáis dando tinta roja” (¿Libros para cambiar el mundo?)


Por eso el 15-M es el lenguaje, no el texto. Propicia el texto, y también lo vigila para que las palabras puedan encarnar la verdad, para que no sean prostituidas, para que los significantes cabalguen libres de esas riendas anodinas y esclavizantes de la vieja política.


El 15-M está afuera. No está dentro, porque está en todas partes. Estas palabras tampoco deben ser entendidas como vanidad, todo lo contrario, es la humildad de los que saben que siempre están en la ribera, abriendo las fronteras del pensamiento, pero nunca exigiendo su propiedad, y nunca permitiendo que alguien alquile ninguna palabra. El 15-M hace la guerra de guerrillas, en ningún lado, en todas partes. 


Es tinta roja que transforma el lenguaje, recuperándolo, denunciando su perversión.

El 15-M, creo, debe seguir siendo esa energía transformadora de conciencias individuales, ese lenguaje nuevo que despierta mentalidades y las echa a andar, de individuos que, al cambiar ellos mismos, inciden inevitablemente en el cambio colectivo.


Por eso el 15-M no se concreta en siglas. No puede estar sentado en un sillón de diputado... se moriría.

Es el idioma que, fuera del sistema, puede ser utilizado para que otros, dentro, alumbren textos nuevos que puedan cambiar este sistema que nos mata. Palabras jóvenes que muerdan los viejos dogmas. Textos que están abiertos a la intertextualidad y a la revisión continua. Revisar, vigilar, para no perder el origen del cambio, esto es, la plaza asambleria y la democracia real, directa. 

Abiertos a la intertextualidad... a ser capaces de actuar en otros textos anquilosados para que puedan abrir sus palabras, sacarlas a la calle, ventilarlas, lavarlas, alimentarlas de calle, y de acciones. Esto es lo que podría estar pasando, debería pasar, con, por ejemplo, Izquierda Unida, que se está viendo forzada por la irrupción de Podemos a renovar su viejo dialecto, a preguntarse por su estructura, a repensar sus jerarquías, su democracia interna. También Izquierda Unida se está viendo obligada a reconocer el histórico error de su coalición con el PSOE en Andalucía, muchos ya lo denunciamos en su momento. Si se está al lado de uno de los principales valedores del golpe de estado financiero que soportamos, no se puede estar, al mismo tiempo, en la calle, buscando la nueva poesía que quiere salirnos al paso, que nos llama a todos. Es científicamente imposible, y lo saben.

El 15-M es conciencia que crea y vigila. 

Pero no es sólo una abstracción. El 15-M es, también, acción y movimiento. El 15-M es tomar la plaza y hablar, es parar desahucios, es prestar ayuda, es hacer escraches, es invadir sucursales de bancos, es plantarse ante las infamias contra los inmigrantes (Juan José Millás: "El 15-M ha evolucionado a una especie de superhéroe colectivo que aparece allí donde está a punto de perpetrarse una injusticia. Ha evitado ya decenas de desalojos en los que los desahuciados eran viudas o ancianos o personas con problemas de movilidad", 'Ningún ser humano es ilegal'), es ir a la cárcel, Carmen y Carlos están condenados, es imaginación, las multas a los bancos por aplicar a su antojo el euríbor parten de asambleas del 15-M, es estudiar, es leer, es mirar al otro lado de la falsa noticia, es negar los recortes, vengan de Madrid, o de Sevilla (con su fantástica coalición de izquierdas), es negar la falsa Deuda, es pedir la renta básica, es cambiar la ley hipotecaria, es derribar la espuria Ley Electoral, es acabar con la opaca Financiación de Partidos, es destrozar la concubina y obscena relación entre corporaciones financieras, medios de comunicación y partidos políticos... es provocar un Nuevo Proceso Constituyente... del que nadie hablaba hasta que el 15-M lo verbalizó, en una plaza del sur.

Por todo ello, Podemos no es la cristalización política, electoral, del 15-M, no lo puede ser, porque el movimiento social que nace en Sol, y que ha parido tantos otros movimientos y mareas, no puede ser, no debe ser, concretado, estandarizado, perdería su razón vital, su nutriente energía, su capacidad de transformar.

Y si, imaginemos (no lo deseamos), la formación Podemos terminara siendo un bluff, si olvidara lo que predica, si abandonara la plaza, si se apoltronara en escaños y despachos, si expulsara el espíritu asambleario, si hiciera extraños amigos, si accediera a recibir a los bancos, si dejara la calle, si no estuviera en las movilizaciones, si no se jugara en cuello ante los desahucios, si pervirtiera el lenguaje como los otros... entonces, el 15-M, que está afuera, oculto de las instituciones, presente en la calle, en la plaza, estará ahí... y lo denunciará.

Lo denunciará, y seguirá haciendo lo que tiene que hacer: pensar, hablar, estudiar... y no parar de actuar, al lado de abajo, en la calle, con otros movimientos, insobornable, y atento, sin parar de moverse, anticipando, y obligando.

Ya se lo anunció Don Quijote a los anónimos del 15-M, Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato? 

Que así sea.





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