En las clases de Literatura, a la hora de abordar el hecho de la escritura, solemos contraponer con frecuencia el concepto de inspiración, de talento, por un lado, y el de técnica, esfuerzo y trabajo, por otro. Recordamos cómo García Lorca aunaba ambas vías: "Si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios -o del demonio-, también lo es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo". Vicent nos ofrece hoy un hermoso texto en el que quiere adivinar dónde habita la inspiración, ese don que algunos seres poseen, y que les permite atrapar tesoros invisibles, para compartirlos con todos.
"... la inspiración no es más que el don gratuito que tienen algunos seres para respirar esa carga perdida de belleza y maldad y rescatarla del poder del viento"
Safo
EN EL AIRE
Permanecen en el aire todavía los versos de Safo y de Píndaro que se perdieron; las melodías que inventaron los pastores de Virgilio soplando una caña o el filo de una hoja seca, música de la naturaleza que se llevó el viento; los cánticos, las danzas rituales, las plegarias a unos dioses que también ignoramos; la filosofía y las tragedias escritas en pergaminos que se pudrieron o se hundieron en el polvo o ardieron en la biblioteca de Alejandría. Permanecen en el aire todavía los cuentos narrados de viva voz sobre las alfombras en las esquinas de Bagdad; los consejos de los sabios budistas, místicos y sufíes, que no encontraron respuesta en el corazón de los discípulos y siguieron viaje en el tiempo. Solo una mínima parte de toda la belleza y sabiduría que se ha creado desde el fondo de los siglos en este planeta ha llegado hasta nosotros, pero el resto de ese inmenso caudal no ha desaparecido. Si fueron rimas, canciones o fábulas están todavía suspendidas en la atmósfera; si las enseñanzas grabadas en tablillas de barro, en papiros, vitelas o pasta de celulosa se convirtieron en ceniza o estiércol habrán fecundado la tierra y ahora dan fruto en árboles llenos de pájaros; si un día naufragaron las naves griegas o latinas, los bajeles sarracenos o los barcos cristianos que transportaban dioses de bronce, ánforas con aceite y vino, monedas de oro o mapas de islas del tesoro, ese sagrado cargamento forma parte del mar que ahora navegamos. También han sido infinitos los crímenes que han quedado sin castigo, los ríos de sangre que se han evaporado, los gritos de dolor que llegaban hasta el horizonte. Los nombres de los asesinos impunes componen un cielo muy estrellado. Existen hazañas y matanzas que nunca fueron contadas, enigmas de la historia que han quedado sin resolver, vicios y perversiones que tampoco han sido confesados. El aire de un arte y un horror desconocidos respiramos, pero ese soplo es el sueño que excita solo la imaginación de los poetas, de los músicos, de los pintores, de todos los artistas y al final se hace carne. Realmente la inspiración no es más que el don gratuito que tienen algunos seres para respirar esa carga perdida de belleza y maldad y rescatarla del poder del viento.
(Fuente: El País, 30-03-2014)
UN POEMA DE SAFO
Se fue la Luna.
Se pusieron las Pléyades.
Es medianoche.
Pasa el tiempo.
Estoy sola.
(José Emilio Pacheco (Tarde o temprano, Fondo de Cultura Económica, 1980) publicó esa versión, escueta y eficaz, donde cada verso va añadiendo una circunstancia, hasta desembocar en el yo)
(Fuente poema y explicación: letraslibres.com)