"... Pues ser poeta es convertir las cosas en uno mismo y hacerlas así un poco más de todos...
Ahora que el ahora no es más que el cartonaje de aquella democracia que algunos chulearon, Pacheco....
Sobre todo cuando uno sospecha que «en el lugar que un día fue nuestro también decretaron el invierno». Pero no nos vais a quitar, cabrones, nuestra juventud, nuestra vida, nuestra palabra."
JOSÉ EMILIO PACHECO
En José Emilio Pacheco leí un poema breve y ancho, de sólo dos versos, titulado Antiguos compañeros se reúnen: «Ya somos todo aquello/ contra lo que luchamos a los 20 años». Qué exacto, a veces. Una forma de decir feroz, que no es decir algo a medias ni callar enteramente, sino sugerir una certeza y dolerse también en ella. Pues ser poeta es convertir las cosas en uno mismo y hacerlas así un poco más de todos. Ahora que tanto se bastardean las pobres palabras verdaderas conviene seguir leyendo a Pacheco. Ahora que el martes deja otro recado pobre y feo en la portada del diario, Pacheco. Ahora que el ahora no es más que el cartonaje de aquella democracia que algunos chulearon, Pacheco.
Está el día saturado de futbolistas que sirven de muleros para la riqueza de otros. De políticos de peso mosca que continúan trampeando e inventan nuevos partidos para la vieja tajada de siempre. De formaciones de derechas que quieren ser más derecha. De maulas que enredan nuestro tiempo escaso, como Ignacio González, para perder después la partida en Madrid (otra más, afortunadamente) y que un hospital siga siendo un hospital y no un casino turbio. Por eso también, Pacheco. Porque la gran poesía es una forma de protesta. La más alta y feliz traición a la idiotez, a la frivolidad, a la ignorancia. Sobre todo cuando uno sospecha que «en el lugar que un día fue nuestro también decretaron el invierno». Pero no nos vais a quitar, cabrones, nuestra juventud, nuestra vida, nuestra palabra.
Cosas así uno las comprende cuando lee a gente como Pacheco. Y aquí queremos seguir, incordiando. Sin aceptar esa condena de ser la generación muñida en la escasez por una banda de cuatreros.
Aquel hombre tímido y elegante, discreto, huidizo, culto de muchas culturas que van felizmente colisionando, escribía en claro, con la caligrafía limpia de impurezas, comprometiéndose con el mundo en sus folios. De la poesía al periodismo. En voz alta o en silencio. Pues lo que se dice y lo que se calla, todo eso, es comprometerse. La suya era una guerra fría con palabras calientes, pero desde una sobriedad gramatical y una individualidad templada donde todos cabemos por su sencillez pensativa, por su exigencia. Pacheco puede abrirse por cualquier página como si desplegásemos un atlas. Y a lo mejor encuentras esto: «Soy y no soy aquel que te ha esperado/ en el parque desierto una mañana». Y podrías ser tú. Y mola.
(Fuente: elmundo.orbyt.es, 28-01-2014)
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