Un balance necesario, una mirada al futuro inmediato (polémica, en el sentido activo y pensador del término) y una llamada urgente, emancipadora, a la desobediencia civil.
"Paralizar un desahucio es desobedecer una orden judicial, es desobedecer a sabiendas las leyes que nos rigen. Pero cuando se considera que hay leyes injustas, la desobediencia pasa a ser un deber para muchas personas. Del deber de obedecer se pasa al deber de desobedecer. Desobedecer una ley para que sea substituida, modificada, y buscar así que la legalidad esté más cerca de la legitimidad. Hay quien entiende que la legalidad crea la legitimidad. Otras personas consideran que aquello que se entiende como legítimo, bueno, adecuado, es lo que después convendrá convertir en ley. Se busca una desobediencia que haga de nuestra sociedad un espacio más civil."
Orígenes del 15-M
En el 15-M confluyeron un conjunto heterogéneo de personas y grupos que dieron apoyo a lo que acabaría siendo una especie de plataforma o espacio de movilización que recogía distintas reivindicaciones, unas de carácter económico y social, y otras de naturaleza política. Sus críticas a la realidad económica, social y política existente, así como sus propuestas, contaron con la simpatía y el apoyo de muchas organizaciones sociales y amplios sectores de la sociedad. ¿Cómo explicar la gran dimensión social e importancia política que adquirió el 15-M? Se pueden apuntar, al menos, tres tipos de factores que condujeron al surgimiento del 15-M y que favorecieron su posterior extensión en la sociedad.
En primer lugar, amplios sectores de la población percibían como injustas las consecuencias sociales de las medidas adoptadas por los gobiernos para hacer frente a la crisis económica y financiera iniciada unos años antes. Como indicó Vicenç Navarro, una serie de políticas públicas aprobadas en España en los últimos años habían dañado y continuaban dañando el bienestar y la calidad de vida de las clases populares, tales como facilitar a los empresarios que puedan despedir a los trabajadores más fácilmente, congelar las pensiones, reducir y privatizar servicios públicos como la sanidad y la educación, y mantener una legislación que penaliza a las personas que no pueden pagar sus hipotecas. /1.
En segundo lugar, la reacción de muchas personas, destacando entre ellas los jóvenes, que a través de la movilización social quisieron dejar claro que estaban indignadas por las consecuencias de la crisis y de las políticas públicas aplicadas (aumento del paro y de la precariedad, extensión de la pobreza y de la exclusión social, pérdida de derechos laborales, deterioro de los servicios públicos…) y que no aceptaban el mensaje ideológico de los gobiernos, de muchos empresarios, de los organismos internacionales y de los grandes medios de comunicación en el que, como dijo Vicenç Navarro, se aseguraba que no había otra alternativa y que la presión de los mercados financieros exigía esos sacrificios sociales /2.
Este segmento indignado de la sociedad no confiaba en que el sistema financiero y económico que había causado la crisis tuviera capacidad de resolución de los problemas sociales existentes. Además, consideraba que las instituciones políticas de la democracia representativa no estaban representando la voluntad popular sino los intereses de una minoría privilegiada articulada en torno al sector financiero y las grandes empresas, y que los grandes partidos políticos habían mostrado, desde hacía mucho tiempo, su incapacidad para atender las justas demandas de una parte mayoritaria de la ciudadanía, así como muy poca voluntad de cumplimiento de sus propios programas electorales.
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El 15-M ha denunciado que lo más básico de nuestra democracia no funciona bien. El acceso a la sanidad pública ha empeorado porque las políticas de austeridad han conducido al cierre de centros de atención primaria, quirófanos y plantas de hospitalización. En el ámbito de la educación se han aplicado recortes presupuestarios que han supuesto una disminución del profesorado, una mayor precariedad de los contratos laborales, un aumento del número en la ratio de estudiantes en clase, y un aumento considerable de los precios de las matrículas universitarias. En el campo de la vivienda, se han ido multiplicando el número de personas afectadas por impago de hipotecas o de alquileres. El 15-M expresó en las plazas la percepción existente en la sociedad de que los derechos sociales más básicos están en peligro. Por otra parte, el 15-M canalizó el creciente sentimiento de indignación de la población ante unas políticas públicas orientadas al rescate de las entidades financieras en situación de quiebra, pero que son consideradas como responsables del dolor que sufren las movilizaciones contra los recortes sociales expresaron públicamente, en las calles y en las plazas de nuestras ciudades y pueblos, un malestar, una indignación y unas ideas críticas que se habían ido gestando y expresando parcialmente en los últimos meses y años muchas personas debido a las hipotecas concedidas u otros productos como las participaciones preferentes y por las retribuciones de sus altos cargos. Algunos casos que han merecido mucha atención son Bankia y CatalunyaCaixa.
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En tercer lugar, el 15-M y . Joan Subirats consideraba que con el 15-M emergió de golpe “algo que se había ido tejiendo en la red y que había tenido antes breves pero significativos destellos”:
Muchos de los jóvenes que se han movilizado estos días tuvieron su primera experiencia política contra la guerra de Irak. Algunos percibieron la fuerza que podía tener la red tras el intento de manipular el atentado del 11-M por parte del PP. Después, con acciones esporádicas vinculadas a la vivienda, a la oposición a la ley Sinde o a la defensa de Wikileaks, se fueron comprobando las potencialidades (y límites) de la movilización on-line.
Pero, el 15-M ha cambiado de escala y de dimensión al conseguir traspasar las fronteras en las que se movían los ciberactivistas. Se ha demostrado que la intensidad del intercambio y la comunicación digital no tiene por qué ir en detrimento de la presencial /3.
Por lo tanto, las ideas críticas que el 15-M expresó en las plazas y en las calles se fueron formando en ese conjunto de movilizaciones de calle y on-line, a través de la intercomunicación y la acción en el barrio, en la universidad, en Internet… Difícilmente las acampadas surgidas tras las manifestaciones del 15-M hubieran tenido la solidez que mostraron sin la larga trayectoria de movilizaciones sociales que han estado activas en los últimos años, como las protagonizadas por los movimientos de las okupaciones, por una globalización alternativa, universitario, por una vivienda digna o por la cultura libre.
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Las propuestas democráticas del 15-M
El 15-M ha sido una de las pocas movilizaciones o espacios de lucha social que ha planteado recientemente y de manera masiva reivindicaciones concretas para la mejora o la reforma de la democracia existente. En este punto, es interesante tener en cuenta, como indicaron Charles Tilly y Lesley J. Wood, que “los movimientos sociales no fomentan ni defienden necesariamente la democracia” y que “es mucho más habitual que los movimientos nazcan alrededor de un interés o de un agravio concreto que de las reivindicaciones democráticas como tales” /4.
El 15-M no rechazaba la democracia en general, pero sí criticaba el deterioro y las insuficiencias de la democracia que tenemos actualmente y proclamaba que aspiraba a una regeneración y mejora sustancial de la democracia existente. ¿Por qué no rechazaba la democracia? Por dos motivos evidentes: porque la gran mayoría de la ciudadanía y también de las personas que participaron en el 15-M consideran que en las democracias actuales hay instituciones, derechos y libertades que son positivas y que se han de preservar, muchas de las cuales han sido fruto de las luchas democráticas de diferentes movimientos sociales y políticos; y porque existe una consciencia bastante generalizada entre la población y en bastantes personas del 15-M de las dificultades de construir una democracia basada exclusivamente en la asamblea en lugares donde el número de ciudadanos es muy numeroso.
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Ahora bien, el 15-M puso de relieve una cuestión que es evidente desde hace tiempo: la democracia actual necesita reformas profundas y urgentes. En sus propuestas iniciales, el 15-M planteó tres tipos de correcciones a la democracia actual: que la democracia tenga un alto contenido social; que se regenere la democracia representativa, eliminando sus patologías; y que la democracia incorpore mecanismos de democracia participativa y directa.
Sobre el contenido social que habría de tener la democracia, hay que consultar el documento de propuestas para la regeneración de nuestro sistema político y económico, que se discutió en las asambleas de las acampadas del 15-M, y que se estructuró inicialmente en ocho bloques temáticos. En el punto 2 se proponía la eliminación de los privilegios de las entidades financieras. En el punto 3 se reclamaba la eliminación de los privilegios para las grandes fortunas. En el punto 4 se proponían diferentes medidas para combatir el paro y para mejorar la calidad de vida de todas las personas. El punto 5 estaba dedicado al derecho a la vivienda. El punto 6 estaba centrado en la demanda de unos servicios públicos de calidad. Y en el punto 8 se exigía una reducción de los gastos militares, más necesaria que nunca, ya que buena parte de los recursos que se destinan a la defensa, a los ejércitos, a la fabricación de armas y a la investigación militar se podrían destinar a cubrir las necesidades sociales básicas de la población /5.
El 15-M denunció el paro, la precariedad, los bajos salarios, las reformas antisociales, el hecho de que los bancos que han provocado la crisis económica se queden con las viviendas de las personas que no pueden pagar las hipotecas, y la corrupción de bastantes empresarios y políticos. Acusó a los poderes políticos y económicos de la precaria situación y les exigió un cambio de rumbo. De hecho, en el Manifiesto de la plataforma Democracia Real Ya se dice, textualmente, que el funcionamiento del actual sistema económico y de gobierno es un obstáculo para el progreso de la humanidad; que la clase política sólo atiende a los intereses de los grandes poderes económicos; y que la voluntad del sistema es la acumulación de dinero, despilfarrando recursos, destruyendo el planeta, generando paro y consumidores infelices /6.
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En relación a la democracia representativa, el 15-M reclamó la eliminación de los privilegios que tienen los representantes políticos electos y que estos realicen la función para la cual han sido elegidos. En su Manifiesto, la plataforma Democracia Real Ya denunciaba que la mayor parte de la clase política no escucha al pueblo y señalaba que su función debería ser llevar la voz del pueblo a las instituciones, facilitando la participación política ciudadana mediante líneas directas /7. El 15-M ha criticado a la clase política porque se ha convertido en un instrumento de defensa de los intereses económicos de los empresarios y porque no defiende con suficiente firmeza los bienes públicos. Estos problemas son el trasfondo de los gritos que tanto se pudieron escuchar en las movilizaciones del 15-M: “Lo llaman democracia y no lo es”, “Que no, que no, que no nos representan”.
Entre las propuestas del 15-M hay algunas que hacían referencia a la necesidad de una democracia representativa reformada, como la modificación de la Ley Electoral para garantizar un sistema auténticamente representativo y proporcional que no discrimine a ninguna fuerza política ni voluntad social; y el establecimiento de mecanismos efectivos que garanticen la democracia interna en los partidos políticos, entre ellos las listas abiertas, la elección directa de los concejales, y la publicidad y transparencia en la financiación de los partidos políticos /8.
El 15-M no se limitó a denunciar que la democracia representativa que tenemos se ha deteriorado y a proponer medidas para su reforma. También ha expresado que nuestra democracia tiene unos límites que conviene superar. ¿Qué tipo de democracia política reclamaba el 15-M? Planteaba la necesidad de construir una democracia más completa, en la cual la población pueda participar de manera efectiva a la hora de tomar decisiones relevantes, en particular cuando se hayan de aprobar las leyes y las políticas públicas fundamentales.una democracia participativa, como el referéndum obligatorio y vinculante para las cuestiones de gran envergadura (incluidas las directivas europeas) y el presupuesto participativo
Entre las diferentes propuestas del 15-M figuran algunas directamente relacionadas con la aspiración a /9.
Los mecanismos de democracia participativa y directa propuestos por el 15-M han sido creados y desarrollados en diferentes lugares del mundo, en España y en Catalunya, como el referéndum, la iniciativa legislativa popular y el presupuesto participativo.
Comparando este conjunto de propuestas del 15-M con las que han ido planteando en las últimas décadas diferentes organizaciones y movimientos sociales (sindicatos de trabajadores, movimiento altermundista, movimiento por una vivienda digna…) y partidos políticos de la izquierda transformadora (Iniciativa per Catalunya Verds, Izquierda Unida, candidaturas alternativas y populares…) se puede llegar a la conclusión que no hay diferencias sustantivas. Ha sido la forma de plantear estas reivindicaciones, en su radicalidad y en su voluntad de actuar aunque haya quien diga que es imposible, lo que contribuye a ver el 15-M como un fenómeno singular.
Un fenómeno poliético y politizador
Quim Brugué considera que el 15-M se puede interpretar tanto como un fenómeno antipolítico como un fenómeno de politización. Por una parte, expresaba un sentimiento antipolítico: hacia los políticos, por su incapacidad para resolver los problemas sociales; hacia la clase política, por sus privilegios y su distanciamiento respecto a la sociedad; y, en general, hacia la política convencional existente. Pero, por otra parte, el 15-M contribuyó a una politización de sectores de la sociedad que se habían alejado de la política, practicando la política desde la base, desde las plazas y las calles de muchas ciudades y pueblos. Esta segunda dimensión del 15-M es, según Brugué, la más esperanzadora, porque puede convertirse, más allá del enfrentamiento con la política convencional, en una propuesta de política diferente y renovada, que deje de ser monopolio de las instituciones y se extienda por el conjunto de la sociedad /10. Estas percepciones críticas hacia la política convencional están presentes, en mayor o menor medida, en la mayoría de las democracias de los países occidentales.

¿La ciudadanía es responsable de que lo que ha ocurrido en la política convencional e institucional? En parte, sí, por su renuncia a hacer política. Quim Brugué considera que la ciudadanía ha de vigilar y ha de ser beligerante con los comportamientos incorrectos de los políticos, ha de indignarse ante la mala política, pero también ha de ser igual de exigente con sus propios comportamientos, sobre todo por lo que se refiere a su implicación en los asuntos colectivos, para poder convertir la indignación en la semilla de procesos de transformación y mejora /11.
Pues bien, las personas que se vincularon al 15-M realizaron las dos cosas que apunta Brugué: expresaron un distanciamiento hacia los partidos políticos con representación en las instituciones del Estado, una crítica y una indignación ante la mala política, pero se implicaron participando directa y activamente en las actividades del 15-M para intentar conseguir un cambio social y político. Es por ello que la crítica del 15-M a la denominada clase política no puede ser confundida con desinterés por la política ni ser catalogada de antipolítica.
A lo que asistimos, en términos generales, es a una reivindicación de la participación en las decisiones de todo aquello que nos afecta. A la exigencia de otra política. Una política con más participación, mejor representación, más transparente y con mayores mecanismos de rendición de cuentas, atenta a las necesidades y derechos del conjunto de la ciudadanía.
Desde hace años las encuestas sobre participación política nos ofrecen indicadores del crecimiento destacable de las formas que se consideran no tradicionales. Proliferan espacios de participación que no son los considerados convencionales (partidos políticos, sindicatos…) y también las maneras de hacer menos habituales (horizontalidad, asamblearismo, desobediencia civil…). La democracia para muchas personas significa: elecciones, partidos políticos, constitución y parlamentos. No es poco, pero eso ya no es suficiente hoy.

Lo que ya no es suficiente hoy hace años que viene siendo planteado por personas y colectivos sin el impacto que hoy se está consiguiendo. Por ejemplo, Francisco Fernández Buey en Ni tribunos. Ideas y materiales para un programa ecosocialista, en 1996, había planteado claramente cual era su manera de entender la política y lo que hacía falta, usando una expresión suya, para soldar la herida abierta entre política y democracia en la sociedad civil: “1º volver a fundamentar filosóficamente, con punto de vista, el carácter noble de la participación política; y 2º razonar la renovada creencia en otra forma de participación política sin que ésta se disuelva en un nuevo fundamentalismo; o sea, razonar una forma de participación política concreta y alternativa tan alejada de la repetición de la ilusión como de la mera negación de lo que hay” /12.
Fernández Buey proponía tres cosas: el reforzamiento de la sociedad civil frente al Estado y la partitocracia, promover el carácter noble de la actividad política entendida como participación ciudadana, y la necesidad de otra forma de hacer política basada en la coherencia y la consecuencia, contra el desfase enorme que generalmente existe entre lo que se dice y lo que se hace.
Hoy asistimos a un proceso que está implicando una reducción de servicios públicos y de los salarios, y un aumento de la población desempleada. ¿Cómo resistir? Haciendo política, una política que no puede ser la que hasta ahora se ha estado haciendo desde las instituciones. Una política en la que las personas representantes verdaderamente lo sean de las representadas, con espacios amplios para la participación directa, de incorporación de todas aquellas personas que quieran participar. Una política que construye legitimidad más allá de la legalidad establecida. Una legitimidad compartida que se quiere transformadora de lo existente pasa por cuestionar la legalidad vigente y cambiarla.

Incidencia política del 15-M
Para valorar correctamente la incidencia política de los movimientos sociales se necesita perspectiva histórica, porque la gran mayoría de sus impactos suelen producirse de forma lenta y acumulativa y a visualizarse a medio y largo plazo. En muchas ocasiones, los movimientos sociales no consiguen, a corto plazo, sus objetivos políticos, pero en cambio, sus ideas pueden ser adoptadas por amplios sectores de la sociedad, creándose así las bases políticas para lograr cambios sustantivos posteriores.
Por otra parte, solo en algunas ocasiones los movimientos sociales consiguen plasmar nítidamente los objetivos políticos que persiguen, siendo más habitual que estos se logren de forma parcial o que el resultado final sea un híbrido entre lo que planteaba el movimiento social y los propósitos de las instituciones públicas y de otros actores políticos y sociales.
Pero se pueden apuntar algunos de los impactos políticos inmediatos y a corto plazo del 15-M y especular sobre sus previsibles efectos en un futuro próximo.
El efecto inmediato más relevante del 15-M fue cambiar la dinámica de resignación, frustración, impotencia, parálisis, apatía y pasividad que había en la sociedad ante los efectos de la crisis económica que se inició en el 2008 y de las posteriores políticas públicas aplicadas por los gobiernos (reforma del mercado laboral, recortes de la dotaciones económicas a los servicios públicos…). Esto puede verse claramente en los estudios que muestran el amplio apoyo recibido del conjunto de la sociedad.

Otro de los efectos inmediatos, señalado por Antonio Domènech, fue, “en plena campaña electoral para distintos comicios locales y autonómicos”, eclipsar rápidamente la aburrida y vacía “publicidad comercial que los partidos políticos españoles venían formulariamente presentando como genuina propaganda política”. El 15-M se convirtió, durante unos meses, “en el centro indiscutible de la vida política española, colocando a nuestro país en la portada de todos los grandes medios de comunicación internacionales y suscitando, según todas las encuestas formales e informales, un caudal irrepresable de simpatía entre las más amplias capas de la población” /13.
En fin, el 15-M ha producido cambios importantes en las personas que ya se movilizaban anteriormente, y en las que no lo hacían y se sumaron por primera vez, bien fuera por su juventud o por su falta de ánimo o conciencia. Es decir, el impacto inmediato del 15-M, tanto movilizador como mediático y sensibilizador, fue indiscutible y muy relevante.
A corto plazo, el 15-M generó efectos positivos en otras plataformas de lucha y movimientos sociales, y contribuyó a que se formaran diferentes mareas en defensa de los servicios públicos y de los derechos sociales. Sin duda, las manifestaciones y las acampadas del 15-M supusieron un punto de inflexión en los procesos de movilización social de los últimos años y la apertura de un nuevo periodo de acciones colectivas contenciosas. Se puede decir que el 15-M fue el inicio de un nuevo ciclo de protesta, que se ha sostenido, con altibajos, durante dos años y medio.
El 15-M ha dinamizado la movilización, la ha hecho más amplia y plural, y ha contribuido a aumentar el número de personas implicadas en acciones colectivas de protesta a través de las diferentes mareas y plataformas de lucha. Grupos y entidades muy activas en este periodo de movilización han ido afianzando su organización, como es el caso de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).
La PAH surgió antes del 15-M pero que se ha desarrollado ampliamente gracias al nuevo escenario de movilización generado por el 15-M. Una parte de las personas que impulsan la PAH provienen de movimientos sociales como el de las okupaciones, el altermundista y por una vivienda digna, y sus experiencias de acción colectiva son anteriores al 15-M, pero el desarrollo que les ha llevado a la implantación social que ahora tienen, su capacidad de dar respuesta a tantos desahucios con prácticas de desobediencia civil no violenta, y su incidencia en el debate público y en la agenda política, no habrían sido posibles sin el fenómeno del 15-M, al menos con la rapidez y la intensidad que se ha dado. En un corto espacio de tiempo, la PAH ha logrado sensibilizar, a entidades sociales, a partidos políticos, a instituciones democráticas y a la población en general, sobre la indignidad y la injusticia de los desahucios; y su presión política ha sido decisiva en los cambios legislativos parciales que se han ido introduciendo.

Aunque las propuestas del 15-M eran concretas, el hecho de que se presentaran de forma global, así como su alejamiento voluntario de las instituciones políticas encargadas de aprobar las leyes y las políticas públicas, desplazó el protagonismo reivindicativo hacia las diferentes plataformas de lucha y mareas que se han movilizado después del 15-M y que han desarrollado acciones por demandas parciales relacionadas con derechos sociales básicos (vivienda, trabajo…) y con la defensa de servicios públicos como la sanidad y la educación. Por ejemplo, en el caso de la defensa de la sanidad pública en Catalunya, un conjunto de colectivos y plataformas se han unido para promover una Iniciativa Legislativa Popular (ILP).
Es difícil prever los posibles impactos a medio y largo plazo del 15-M, entre otras razones porque la duración y la evolución del actual ciclo de protestas son imprevisibles. Pero se puede pronosticar que los temas planteados por el 15-M perdurarán en el tiempo, porque, como indicó Antoni Domènech, responden a necesidades muy vivas y hondas de nuestra sociedad. Lo más probable es que las críticas y las propuestas del 15-M permanezcan durante un largo periodo porque suponen un “principio de rectificación democrática de la degeneración de nuestra vida política y económica” y pueden ser el “germen de un proceso aún más ambicioso, constituyente” /14.
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Esperemos que estos pronósticos sean acertados y haya capacidad suficiente no sólo para resistir las políticas autoritarias y de recortes sociales de los gobiernos sino también para regenerar el sistema político y construir una alternativa viable al modelo económico actual.
Uno de los efectos posibles de la actividad de los movimientos sociales es conseguir transformaciones significativas del sistema político, entre ellas la creación de las bases sociales y políticas que faciliten la irrupción de nuevos partidos políticos afines a los movimientos sociales.
¿Provocará el 15-M un cambio en el actual sistema de partidos políticos? ¿En qué sentido? ¿Conseguirá consolidarse y obtener un apoyo suficiente la nueva formación política Red Ciudadana Partido X, cuyos promotores surgieron del 15-M?
¿Contribuirá el 15-M a impulsar una reforma de los partidos políticos establecidos a partir de su denuncia del divorcio existente entre ellos y la población? Las respuestas a estas incógnitas se irán dando en los próximos años. Por el momento, se pueden aportar los siguientes datos y reflexiones.
La experiencia histórica demuestra que construir un nuevo partido político que tenga una implantación social relevante es bastante complicado. En ese sentido, vale la pena conocer el proceso de formación del partido verde alemán, Die Grünen, el partido más destacado de la última generación de partidos políticos de izquierdas en Europa Occidental.
Para que pudiera fundarse un partido como Die Grünen tuvieron que confluir un conjunto de factores, señalados por Jorge Riechmann: un gran crecimiento de la consciencia ecologista de la población; la falta de sensibilidad de los partidos políticos tradicionales ante los problemas energéticos y medioambientales; el surgimiento de una nueva generación de iniciativas ciudadanas y movimientos sociales a lo largo de las décadas de 1950, 1960 y 1970 (pacifistas, ecologistas, antinucleares y feministas), que movilizaron a centenares de miles de personas y que afirmaron su autonomía respecto a los partidos políticos tradicionales y a los sindicatos, creando así las condiciones políticas y las estructuras activistas necesarias para la construcción del partido verde; y la formación, entre 1976 y 1980, de partidos regionales verdes y listas electorales verdes y alternativas que obtuvieron buenos resultados en algunas elecciones municipales y regionales, que se fusionaron y crearon Die Grünen en 1980 /15.
Por lo tanto, de la experiencia del proceso de creación de se desprende que la construcción de un nuevo tipo de partido político, que tenga un gran apoyo social y electoral e incidencia política significativa, no es nada fácil.
Por otra parte, hay que recordar que de los movimientos altermundistas que se desarrollaron durante los primeros años de la década de 2000, que fueron muy masivos, en Europa Occidental no surgió una nueva generación de partidos políticos.
El 15-M ha tenido efectos en algunos de los grupos políticos a los que dirigían sus críticas. En algunas de las organizaciones políticas tradicionales de la izquierda, significativamente en aquellas más cercanas a las ideas y propuestas que han surgido de las movilizaciones de los últimos años, como ICV e IU, se está produciendo una especie de 15-M. En su interior se están dando procesos de reflexión sobre las nuevas maneras de hacer política que han emergido en los últimos años. Muchas personas de estos colectivos tienen dobles y triples militancias, algunas en organizaciones tradicionales (partido político, sindicato, asociación de vecinos y vecinas…) y otras en plataformas de lucha y grupos recientes (PAH, mareas…). El intercambio que esa multipertenencia genera puede llevar a escenarios muy ricos en todas las direcciones. En los grupos tradicionales se puede avanzar hacia un funcionamiento más horizontal y en los nuevos puede ganar peso la importancia de trabajar con las organizaciones tradicionales y los grupos políticos con representación institucional.
Ideas poliéticas para continuar: confluencia en la acción y desobediencia civil
Para abrir un proceso global de transformación política, económica y social, hay dos instrumentos que pueden ser muy útiles y necesarios: la confluencia en la acción de las organizaciones sociales y políticas transformadoras, y la práctica generalizada de la desobediencia civil no violenta.
Es un buen momento para tomar conciencia de las limitaciones que tienen los diferentes espacios, colectivos y organizaciones, y pensar en las fortalezas que pueden surgir del trabajo conjunto. ¿Podrían producirse sinergias a partir de ahora?
¿Dónde estarían las claves para un posible encuentro? El programa de mínimos o común denominador se puede situar en la voluntad de defender unos derechos que se consideran justos para el conjunto de las personas que configuran la sociedad. Unos derechos que están en peligro por las políticas de austeridad y de recortes que están adoptando los gobiernos para hacer frente a la crisis económica y financiera que estamos padeciendo, causada por inversores especuladores y por la negligencia de las autoridades estatales.
En ese posible programa de mínimos también se podría incluir la lucha contra la deriva autoritaria y antidemocrática del gobierno del PP, concretamente contra la actual criminalización de la acción colectiva contenciosa, la desautorización de las formas contestatarias de hacer política, y las medidas de seguridad aprobadas contra el activismo político y social. Una buena muestra es el contenido del actual proyecto de ley de seguridad ciudadana impulsado por el gobierno del PP y sus posibles consecuencias para los que practican la acción política colectiva contenciosa.
Ahora bien, para que esta unidad de acción sea posible es imprescindible que en las organizaciones de la izquierda política transformadora se produzca un cambio de percepción sobre su papel y sus relaciones con los movimientos sociales. Han de respetar escrupulosamente la independencia de los movimientos sociales y han de concebir una orientación estratégica para el cambio político, económico y social basada en el acompañamiento y la colaboración entre los movimientos sociales y las fuerzas políticas transformadoras.
Lo aprendido de la Transición sobre la relación entre política institucional y ciudadana nos debería enseñar lo que no hay que hacer. Para que el aprendizaje sea efectivo habrá que entender que lo hecho desde entonces, y que a muchos sectores vinculados a las instituciones pudo agradar por lo que suponía de tranquilidad y fortalecimiento de los partidos, es lo que nos sitúa en la crisis política de la democracia representativa a la que hemos llegado hoy. La demanda de más democracia y de mayor calidad democrática ha ido ganando apoyo, hasta ser algo más que una reivindicación de la que el sistema pueda prescindir. No es el primer periodo en el que ocurre. En el anterior, el que va de la década de 1960 hasta mediados de la década de los setenta en diferentes partes del mundo, se respondió teorizando que la crisis de la democracia se había producido por exceso de democracia y aplicando políticas de control de la misma. ¿Dónde nos llevaría hoy volver a insistir en esa crisis por exceso como algunas voces institucionales ya hacen?
Durante mucho tiempo, cuando nos preguntábamos por ejemplos de desobediencia civil en nuestro país, recurríamos a la movilización contra el servicio militar obligatorio. Recordábamos a Pepe Beunza, a los objetores de Can Serra, al Movimiento de Objeción de Conciencia, a los insumisos… Hoy es la PAH la que está utilizando la desobediencia civil como instrumento para impedir los desahucios, algo que consideran injusto e ilegítimo; para acompañar y generar solidaridad hacia las personas afectadas por los desahucios; y para lograr que su voz resuene desde los barrios más castigados hasta los medios de comunicación comerciales de gran difusión y las cámaras parlamentarias.

Paralizar un desahucio es desobedecer una orden judicial, es desobedecer a sabiendas las leyes que nos rigen. Pero cuando se considera que hay leyes injustas, la desobediencia pasa a ser un deber para muchas personas. Del deber de obedecer se pasa al deber de desobedecer. Desobedecer una ley para que sea substituida, modificada, y buscar así que la legalidad esté más cerca de la legitimidad. Hay quien entiende que la legalidad crea la legitimidad. Otras personas consideran que aquello que se entiende como legítimo, bueno, adecuado, es lo que después convendrá convertir en ley. Se busca una desobediencia que haga de nuestra sociedad un espacio más civil.
Desde la PAH se considera, además, que las ejecuciones hipotecarias y los desahucios por razones económicas en el Estado español violan, de entrada, normativas existentes que justifican que no deban obedecerse las órdenes judiciales: los artículos 24 (sobre la tutela judicial efectiva) y 47 (sobre el derecho a la vivienda) de la Constitución española; el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC); y las Observaciones Generales del comité DESC de Naciones Unidas números 3 (obligaciones de los estados miembros), 4 (derecho a una vivienda) y 7 (prevención de desahucios forzosos). La Constitución española, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y las Observaciones Generales del comité DESC de Naciones Unidas deberían ser constituyentes de una legalidad que no permitiera los desahucios que estamos viviendo. Ante el dolor que generan, desobediencia.
Las personas desobedientes no acostumbran a agradar al conjunto de una sociedad que se quiere democrática. Pero hoy, como en otros momentos, nuestra democracia da claras muestras de que es un proceso en el que nos queda mucho por avanzar. Las condiciones en las que están viendo tantas personas y familias, el comportamiento de entidades financieras que incluso han sido nacionalizadas por sus malas prácticas, llevan a que la desobediencia civil tenga gran apoyo social. Y que incluso las propuestas de un ministro del Interior de reformar el Código Penal para que la desobediencia pacífica sea tipificada como delito de atentado contra la autoridad merezcan considerable contestación.

La desobediencia civil no es lo fácil de hacer, un primer recurso, una rabieta, lo que se lleva, un “no porque no”… La desobediencia civil llega después de un largo proceso en el que se han intentado agotar todas las posibilidades (contactos, negociaciones…) para evitar el dolor de las personas que se quedarán sin casa después de haberse quedado sin trabajo. La desobediencia que se quiere civil necesita decisión para enfrentarse a una realidad bien consolidada e impulsar una de nueva, especialmente cuando muy pocas personas pueden llegar a atreverse. La desobediencia civil es un grito que busca avisar de las injusticias que se están cometiendo, de la democracia que se está perdiendo, y que va acompañado de propuestas para tener cuidado de las personas que lo están pasando mal y construir una legalidad legítima y civil.
Otoño del 2013
Jordi Mir Garcia y Enric Prat Carvajal son profesores, respectivamente, de la Universidad Pompeu Fabra y Universidad Autónoma de Barcelona
Notas
1/ Vicenç Navarro, “El movimiento Democracia Real Ya y la hipocresía del establishment mediático”,www.vnavarro.org
2/ Vicenç Navarro, “El movimiento Democracia Real Ya y la hipocresía del establishment mediático”,www.vnavarro.org
3/ Joan Subirats “15-M: dos semanas, otro paisaje”, El País, 29 de mayo del 2011.
4/ Charles Tilly y Lesley J. Wood, Los movimientos sociales, 1768-2008. Desde sus orígenes a Facebook, Barcelona, Crítica, 2010, p. 245.
5/ Propuestas de la plataforma Democracia Real Ya. www.democraciarealya.es
6/ Manifiesto de la plataforma Democracia Real Ya. www.democraciarealya.es
7/ Manifiesto de la plataforma Democracia Real Ya. www.democraciarealya.es
8/ Propuestas de la plataforma Democracia Real Ya. www.democraciarealya.es
9/ Propuestas de la plataforma Democracia Real Ya. www.democraciarealya.es
10/ Quim Brugué, És la política, idiotes!, Girona, Papers amb Accent, 2012, pp. 24-25.
11/ Quim Brugué, És la política, idiotes!, Girona, Papers amb Accent, 2012, p. 31
12/ Francisco Fernández Buey, “Introducción: política como ética de lo colectivo” en Francisco Fernández Buey y Jorge Riechmann, Ni tribunos. Ideas y materiales para un programa ecosocialista, Madrid, Siglo XXI, 1996, p. XIV.
13/ Antoni Domènech, “Mejor al revés: ¿cuál es la alternativa real al Movimiento del 15 de Mayo?”.www.sinpermiso.info, 22 de mayo del 2011.
14/ Antoni Domènech, “Mejor al revés: ¿cuál es la alternativa real al Movimiento del 15 de Mayo?”.www.sinpermiso.info, 22 de mayo del 2011.
15/ Jorge Riechmann, Los verdes alemanes: historia y análisis de un experimento ecopacifista a finales del siglo XX, Granada, Comares, 1994, pp. 42, 49-50, 53-54, 62, 71 y 126.