"... fue uno de los primeros intelectuales europeos en denunciar con energía la insostenibilidad del desarrollo sin límites, el consumismo, la abducción de los intelectuales por la industria cultural, la adhesión acrítica de los trabajadores a los objetivos de la empresa..."(M. Rodríguez Rivero)
"La tragedia es que ya no somos seres humanos, somos extrañas locomotoras que chocan unas contra otras... El poder es un sistema de educación que nos divide en subyugados y subyugadores... la llamada enseñanza obligatoria fabrica a la fuerza gladiadores desesperados... añoro la revolución pura y directa de la gente oprimida que tiene el único objetivo de hacerse libre y dueña de sí misma"(P.P. Pasolini)
PASOLINI
En una entrevista concedida a la radiotelevisión francesa pocas semanas antes de su asesinato, Pier Paolo Pasolini (1922-1975) decía: “En mi opinión, escandalizar es un derecho, dejarse escandalizar es un placer y quien rechaza el placer de dejarse escandalizar es un moralista”. La entrevista, que también se recoge en la biopic de un solo día que le dedicó Abel Ferrara en 2014, es una más de las muchas que concedió el novelista-poeta-cineasta-periodista y crítico social a lo largo de su vida. Muchas de ellas, las más significativas, junto con otros artículos e “intervenciones” aparecen ahora en Todos estamos en peligro (Trotta), una estupenda recopilación a cargo de Antonio Giménez Merino, Josep Torrell y Juan-Ramón Capella. Ordenadas cronológicamente —de 1949 a 1975—, en ellas se pone de manifiesto las ideas-fuerza del autor de Saló o los 120 días de Sodoma, su última y más escandalosa película. Pasolini, en vida denostado por la Iglesia, los políticos (incluidos los de su partido, el PCI), el Estado y la “opinión pública”, fue uno de los primeros intelectuales europeos en denunciar con energía la insostenibilidad del desarrollo sin límites, el consumismo, la abducción de los intelectuales por la industria cultural, la adhesión acrítica de los trabajadores a los objetivos de la empresa o la conversión del sistema educativo en una fábrica reproductora de élites. Su homosexualidad y su interés (también sentimental) por el lumpen y los marginados fueron otros tantos motivos del profundo sentimiento de exclusión que le acompañó toda su vida. Leídas ahora, estas entrevistas constituyen una impagable síntesis del provocador pensamiento de una de las figuras intelectuales más controvertidas del siglo XX.
(Fuente: babelia, artículo completo)
ENTREVISTA DE FURIO COLOMBO A P. P. PASOLINI (extracto)
La tragedia es que ya no somos seres humanos, somos extrañas locomotoras que chocan unas contra otras. Y nosotros, los intelectuales, tomamos el horario de los trenes del año pasado, o de hace diez años, y decimos: qué extraño, esos dos trenes no pasan por ahí, ¿cómo es que se han destrozado de esa manera? O el maquinista se ha vuelto loco o es un criminal aislado o se trata de un complot. El complot, sobre todo, nos hace delirar. Nos libera de todo el peso de enfrentarnos solos a la verdad. Qué bien si mientras nosotros estamos aquí charlando alguno en una taberna está haciendo planes para deshacerse de nosotros. Es fácil, es sencillo, es la resistencia. Perderemos algunos camaradas y después nos organizaremos y quitaremos de en medio a los otros, ¿no te parece? Yo sé que cuando dan en televisión ¿Arde París?, todos están ante el televisor, con lágrimas en los ojos y unas ganas locas de que la historia se repita, bella, limpia (un efecto del tiempo es que “lava” las cosas, como las fachadas de las casas). Sencillo; yo aquí, tú allí. No hagamos bromas con la sangre, el dolor, la fatiga que la gente pagó entonces por “elegir”. Cuando estás con la cara aplastada contra aquel momento, aquel minuto de la historia, elegir es siempre una tragedia. Pero, admitámoslo, era más sencillo. El fascista de Saló, el nazi de las SS, el hombre normal, con la ayuda del valor y de la conciencia, consigue rechazarlo, incluso de su vida interior (que es donde empieza siempre la revolución). Pero ahora no. Uno se te viene encima vestido de amigo, es gentil, cortés, y “colabora” (pongamos que en la televisión), por ir tirando o porque no es un delito. El otro –o los otros, los grupos- te sale al encuentro o se te echa encima –con sus chantajes ideológicos, con sus sermones, sus prédicas, sus anatemas, y tú sientes que también son amenazas. Desfilan con banderas y consignas, pero ¿qué los separa del “poder”? (...)
El poder es un sistema de educación que nos divide en subyugados y subyugadores. Pero cuidado. Un mismo sistema educativo que nos forma a todos, desde las llamadas clases dirigentes hasta los pobres. Por eso todos quieren las mismas cosas y se portan de la misma manera. Si tengo en las manos un consejo de administración o una operación bursátil, los utilizo. Si no, una barra de hierro. Y cuando utilizo una barra de hierro hago uso de mi violencia para obtener lo que quiero. ¿Por qué lo quiero? Porque me han dicho que es una virtud quererlo. Yo ejerzo mi derecho-virtud. Soy asesino y soy bueno. (...)
Pero la llamada enseñanza obligatoria fabrica a la fuerza gladiadores desesperados. La masa se hace más grande, como la desesperación, como la rabia. Admitamos que yo haya tenido una salida de tono (aunque no lo creo). Decidme vosotros otra cosa. Se entiende que añoro la revolución pura y directa de la gente oprimida que tiene el único objetivo de hacerse libre y dueña de sí misma. Se entiende que me imagino que pueda todavía llegar un momento así en la historia italiana y en la del mundo. Lo mejor de lo que pienso podrá hasta inspirarme uno de mis próximos poemas. Pero no lo que sé y lo que veo. Quiero decir con toda franqueza: yo bajo al infierno y sé cosas que no molestan la paz de otros. Pero presten atención. El infierno está subiendo también entre ustedes. Es verdad que sueña con su uniforme y su justificación (a veces). Pero es también verdad que sus ganas, su necesidad de golpear con la barra de hierro, de agredir, de matar, es fuerte y es general. No será por mucho tiempo la experiencia privada y peligrosa de quien, cómo decirlo, ha tocado «la vida violenta». No se hagan ilusiones. Y ustedes, con la escuela, la televisión, lo pacato de sus periódicos, ustedes son los grandes conservadores de este orden horrendo basado en la idea de poseer y en la idea de destruir. Dichosos ustedes que se quedan tan felices cuando pueden poner sobre un crimen su buena etiqueta. A mí esta me parece otra de las muchas operaciones de la cultura de masa. Como no podemos impedir que pasen ciertas cosas, nos tranquilizamos encasillándolas. (...)
Tengo nostalgia de la gente pobre y verdadera que peleaba para derribar a aquel patrón sin convertirse en aquel patrón. Como estaban excluidos de todo, nadie los había colonizado. Yo tengo miedo de estos negros en revuelta, iguales al patrón, otros saqueadores que quieren todo a toda costa. Esta oscura obstinación en la violencia total no deja ver ya «de qué signo eres». A cualquiera que lleven al hospital al final de su vida sea llevado moribundo al hospital le interesa más -si tiene todavía un soplo de vida - qué le dirán los médicos sobre sus posibilidades de vivir que qué le dirán los policías sobre la mecánica del delito. Date cuenta de que yo no hago ni un proceso de intenciones ni me interesa ya la cadena causa efecto, primero ellos, o primero él, o quién es el jefe-culpable. Me parece que hemos definido lo que tú llamas la «situación». Es como cuando en una ciudad llueve y se han atorado las alcantarillas. El agua sube, es un agua inocente, agua de lluvia, no tiene ni la furia del mar ni la maldad de las corrientes de un río. Mas, por la razón que sea no baja, sino que sube. Es la misma agua de lluvia de muchos poemitas infantiles y de las musiquillas del «cantando bajo la lluvia». Pero sube y te ahoga. Si hemos llegado a este punto yo digo: no perdamos todo el tiempo en poner una etiqueta aquí y otra allá. Veamos cómo se desatasca esta maldita bañera, antes que nos ahoguemos todos.
(Fuente: cinesentido.blogspot)