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'EN EL PAÍS DE CASANDRA, DE ALFÓN, DE BÓDALO, DE...', por Luis Enrique Ibáñez

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"Hace ya demasiado tiempo, un tal Franz Kafka nos retrató, haciendo verosímil la imagen futura, nos dijo que una persona, sin saber cómo, fue detenida a primera hora de la mañana, y fue encarcelada, y fue oscurecida, y terminó aceptando su culpa, sin saber cuál fue su delito, es lo mismo que estamos haciendo nosotros, permitiendo y mirando para otro lado cuando a Casandra, y a tantos otros, le apagan la luz...

El el país de Casandra es mejor permanecer callados, callados, callados... quietos, no se muevan, no hablen, no critiquen, no denuncien. Está prohibido"


Casandra (EFE)

EN EL PAÍS DE CASANDRA, DE ALFÓN, DE BÓDALO, DE...

En el país de Casandra, gángsteres de guante opaco, saqueadores del dinero público, y del dinero anciano, toman alegremente martinis en sus yates de lujo, mientras una estudiante de 21 años ve cómo un juez, cómo una ley, arruinan su vida: un juez, una ley, condenan a una persona, antes repleta de futuro, a año y medio de cárcel. Su terrible delito, un chistecito, un tuit, una chorrada... a la puta cárcel, como Alfón, como Bódalo, como algunos titiriteros, como...

Hace ya demasiado tiempo, un tal Franz Kafka nos retrató, haciendo verosímil la imagen futura, nos dijo que una persona, sin saber cómo, fue detenida a primera hora de la mañana, y fue encarcelada, y fue oscurecida, y terminó aceptando su culpa, sin saber cuál fue su delito ("Alguien tenía que haber calumniado a Joseph K, pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo..."), es lo mismo que estamos haciendo nosotros, permitiendo y mirando para otro lado cuando a Casandra, y a tantos otros, le apagan la luz.

En el país de Casandra, en un municipio andaluz, en mitad de un Pleno Municipal, un concejal del democrático PSOE le espeta a un concejal de 'Por Sanlúcar Sí se puede', "Me cago en tus muertos... ven fuera que que te lo voy a explicar". Y, evidentemente, no va a pasar nada, la gente va a pensar lo que alguien les ha dicho que piense. Claro está que el concejal atacado no se llamaba Carrero Blanco. Se llama David Alhambra.

Estamos contigo, David.

En el país de Casandra, de Alfon, de Bódalo, las gentes están haciendo planes, maravillosos, para la nunca bien ponderada Semana Santa, es el mismo país en el que miles de familias viven en la calle, el mismo país en el que un tal Undargarín, una tal Infanta, no terminamos de saber dónde están, al parecer, como dios, en Suiza, mientras una alumna mía, como quien no quiere la cosa, me ha dicho esta mañana que no tenía el cuaderno porque tuvo que ir a dormir a casa de su abuela, su casa estaba siendo inspeccionada, por deber algún alquiler a algún banco, lógico, natural... hiperbólicamente humano, ¿o no?

Cuando José Agustin Goytisolo escribió aquel poema, 'Los celestiales', ninguno de nosotros sabíamos lo que iba a ocurrir, ninguno de nosotros, los que al parecer enseñamos, o al menos hablamos de Literatura;  la cuestión es ¿de qué hablamos hoy? La cuestión es cuál es la cuestión. Nosotros, como J.A. Goytisolo, preferimos estar con "los poetas locos que perdidos / en el tumulto callejero cantan al hombre... y en su locura / lanzan gritos pidiendo paz pidiendo patria / pidiendo aire verdadero"

En el país de Casandra, todas las palabras importantes han olvidado su significado. Algunas como libertad y expresión han empezado a odiarse y ya ni siquiera se saludan. Otras como pan, techo y trabajo han sido exiliadas, como miles de jóvenes de la edad de Casandra, en el país de Casandra, de Alfón, de Bodalo, de... Las madres de todas las palabras, Democracia, Justicia, Igualdad, han sido internadas, siguiendo la política de dispersión de presos peligrosos, en distintos centros psiquiátricos. Dicen que se las vio delirando por las calles, no recordaban su nombre, y escupían ladridos en idiomas inexistentes.

En el país de Casandra, alguien que hace como si fuera presidente del Gobierno está pensando en privatizar los registros civiles, otra vez lo pagado por todos nosotros pasa a manos particulares, bocas agradecidas, a las que nosotros volveremos a pagar lo que ya habíamos pagado. Supongo que a los culpables libres, Ramón Blesa y Rodrigo Rato, les parecerá una magnífica idea.

En el país de Casandra, llevar a juicio a sacerdotes acusados de cometer abusos sexuales con menores se convierte en una verdadera hazaña épica al alcance de muy pocos. Otros procesos, como el de Joseph K., como el de Casandra, como el de Alfón, como el de Bódalo, se terminan en un pispás, estáis, ya no estáis, adiós... la próxima vez os lo pensáis antes de hablar, de aporrear el teclado.

De cualquier modo esos fieles servidores de la Iglesia Católica, en caso de ir a juicio, pueden contar con los mejores bufetes de abogados. Para eso todos los españolitos, creyentes o no, les pagamos tantos miles de millones al año, en base a un Concordato con la autodenominada Santa Sede firmado en 1953, un año en el que la libertad de conciencia reinaba por estos lares.

Por tanto, nada que temer. Ni siquiera temor de Dios.

El el país de Casandra es mejor permanecer callados, callados, callados... quietos, no se muevan, no hablen, no critiquen, no denuncien. Está prohibido.
















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