"Tribu que domina sus claves lingüísticas de comunicación y de distinción, de información y de contraseña. Yo conozco las palabras de este libro, tú no las conoces. Yo soy de aquí, tú eres extraño. El poder del análisis, la ancianidad del análisis... Las palabras se gastan y se van; los signos se pierden; quizás podamos alargarlos haciéndolos aparecer allí donde no pueden estar... "
"Porque hay un creacionismo, un creacionismo del significante... Antes de poder decir ‘noche’ y ‘día’, explica Lacan, la noche y el día no existen. No hay más que variaciones de luz" (J. A. Miller)
"Porque hay un creacionismo, un creacionismo del significante... Antes de poder decir ‘noche’ y ‘día’, explica Lacan, la noche y el día no existen. No hay más que variaciones de luz" (J. A. Miller)
" (...) Porque hay un creacionismo, un creacionismo del significante ... Antes de poder decir noche y día, explica Lacan, la noche y el día no existen. No hay más que variaciones de luz".
(J. A. Miller, 'Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma').
"Inmediatamente después del descubrimiento de Freud, los significantes analíticos mismos eran pocos, pero con la creciente formación de grupos de analistas y todo el movimiento de su historia, se multiplicaron más y más, aumentando la producción de esa inercia. Hasta el punto de que hoy la inercia del paciente es nuestra obra colectiva y que, en cierto modo, es resultado del discurso analítico mismo. De ahí que en tiempos de Freud decir a un joven que deseaba a su madre tuviese un efecto significativo, mientras que hoy es el paciente quien se presenta mencionando su complejo de Edipo. Este ejemplo se puede situar como relacionado con nuestra propia producción de inercia por vía del significante"
(J. A. Miller, ídem)
"Podríamos decidir usar palabras distintas (a propósito del término fantasma) alegando que semejante variedad de sentido resulta engañosa. Sin embargo, es justamente ese equívoco y esa plasticidad del término lo que permite emplearlo de un modo que permite con él todo el campo analítico".
(J. A. Miller, ídem)
SOBRE UNA CUESTIÓN DE IDIOMA
Una palabra, al abusar de su uso, se degrada y pierde sentido. Por eso, esa lengua huidiza que nos constituye se halla en una constante, y creativa, resituación. Es Mariano José de Larra quien nos confirma, a propósito de las palabras, que "su destino es, como sonido vago que son, perderse en la lontananza, conforme se apartan de la causa que las hizo nacer" (1).
Jacques Allan Miller, en su introducción a la Jornadas de Psicoanálisis, Málaga, 1987, afirma haberse situado, durante algún tiempo, en el lugar destinado al espectador de a pie para, una vez allí, reflexionar sobre las palabras que, desde el escenario de una tarima psicoanalítica, llegan a sus oídos. Al escuchar desde afuera, piensa que lo que oye son las palabras que se pasan unos a otros, los miembros de una secta. Con estas palabras se entienden, aunque nunca se pongan de acuerdo, dice, los miembros de esa secta.
Se trata de un código particular con el que esta gente rara se maneja. Comienza a establecerse la existencia de una lengua nueva, de una lengua aparte, que hay que aprender, aunque nunca se llegue a entender completamente, entrando a formar parte del juego la confianza o desconfianza en estos discursos especiales. Lo importante es que ese parto inesperado de una nueva lengua puede abrir una preciosa brecha de desorientación en la que sentarse para leer a Lacan.
Constante situación de análisis. Analizar "de dónde proceden esas frases que me salen de la boca y qué significan" (2), análisis lingüísticos de textos que son teoría. Análisis de una lengua, de una lengua... sigue temblando en las manos la idea de un dialecto pequeñito que ha llegado a convertirse en un idioma. Si todo lo que ocurre son palabras y"el síntoma se resuelve por un análisis de lenguaje" (3), tendré que preguntar muchas cosas a los usuarios de la nueva lengua acerca del léxico y de las variantes sintácticas más características, acerca del origen y evolución de conceptos y palabras.
Hay palabras que atraen por sí solas. Una de ellas es 'secta'. Una tribu que posee su propio código lingüístico; quizá, las palabras de su código sean especiales, quizá no sufran el paso de los años, pero antes de adoptar un lenguaje o de adaptarse a un lengaje es preferible negar esa posibilidad.
Tribu que domina sus claves lingüísticas de comunicación y de distinción, de información y de contraseña. Yo conozco las palabras de este libro, tú no las conoces. Yo soy de aquí, tú eres extraño. El poder del análisis, la ancianidad del análisis.
Un personaje de Manuel Vázquez Montalbán, miembro del Comité Central del P.C.E., renovador y en malas relaciones con la "vieja guardia", a propósito de estos dice: "No es que me tengan manía, pero hablamos lenguajes diferentes. Yo, jamás empleo palabras como 'condiciones objetivas', 'tejido social', 'la clase obrera paga el precio de la crisis', ¿comprendes? No es que no crea en la verdad que hay detrás de todo este lenguaje, pero me esfuerzo en buscar sinónimos. En toda tribu no hay nada tan alarmante como las violaciones del código lingüístico" (4).
Cuando Lacan dice: "Son conmovedores los esfuerzos de un autor para intentar forzar la teoría de la forma a fin de encontrar en ella la metáfora que le permita expresar..." (5), ¿acaso no significa esto una invitación a que "sometamos a prueba la forma significante para ver hasta que punto resiste la introducción de nuevos sentidos mediante códigos de enriquecimiento?" (6). Es el grito ancestral que lanzamos contra el lenguaje, contra nuestro cuerpo; es el quejido eterno del poeta romántico: "¡Ay, que entre el mundo de la idea y el de la forma existe un abismo que sólo puede salvar la palabra, y la palabra, tímida y perezosa, se niega a secundar sus esfuerzos!" (7)
Las palabras se gastan y se van; los signos se pierden; quizás podamos alargarlos haciéndolos aparecer allí donde no pueden estar, provocando péndulos de ciclos de significación ubicados en la "oscilación metáforo-metonímica", oscilación que provoca el placer estético de pensar, el placer de llegar a un lugar del que tienes que partir enseguida, precisamente porque acabas de llegar. A fin de cuentas, las palabras me atraen tanto por el temor que tengo a perderlas. Y si "la palabra es presencia hecha de ausencia" (de forma descarada), ¿qué ocurre cuando se hace realmente presente en el corazón superficial de todos nosotros, que estrujamos la palabra, olvidando que no vale nada en sí misma, sino en su relación con algo que no tenemos?
Y todo pensando en esa lengua nueva de la que hablaba Miller, en ese idioma particular con el que se entienden estos habitantes de no sé bien qué tierra. ¿Qué características tiene el léxico de esa lengua? ¿Hasta qué punto existe, o no, el miedo a la represión de las palabras, a la oscuridad de sus cárceles? Si es una lengua tendrá un habla que será, a la vez, causa y consecuencia de la la lengua. ¿Cómo se plantea el trabajo con la 'parole' salvaje para escupir a la 'langue' en la cara? ¿Se puede intentar romper terminologías para seguir andando, o es preferible abrigarse con la ropa de alguna sagrada escritura y así poder lanzar desde un púlpito: "No lo digo yo, lo dice Lacan" (10).
Mis preguntas tienen un carácter sinceramente ingenuo desde mis recientes y torpes lecturas de la metáfora de Lacan. Una metáfora forzada a un uso altamente frecuente se aquilosa y se convierte en catacresis. Pero lo que se puede tambalear no es simplemente una cuestión de léxico, una cuestión puramente terminológica. Quizá, lo más dudoso se nuestra manera de andar sobre las palabras que, en peregrinación, caminan hacia el intento de significar.
Y es aquí donde Lacan enseña a través del estilo de su escritura, que es, en realidad, lo que en primer lugar llama poderosamente la atención. ¿Por qué esos giros, esas imágenes metafóricas, y es constante uso de la lítote como eje retórico (hermenéutico, al mismo tiempo) fundamental?
La intención parece clara cuanto más oscura se presenta la noche. Y esto no significa, evidentemente, que yo sea capaz de encender la luz en un texto que a todas luces es oscuro, pero sí reflexionar sobre la forma de unas palabras, sentado en una mirada oblicua que se sitúa no muy cerca del papel.
En un supuesto análisis de una lengua viva, el sujeto idioma invitado a hablar, no mostraría tampoco más libertad en lo que nos contara, seguramente por el temor a la llegada de una palabra plena que desnudara las palabras/partes gastadas de su cuerpo, escondidas antes en la cotidianidad de su uso. Los jeroglíficos del antiguo Egipto, el inconsciente tiene la estructura del lenguaje, el sueño camina por el sendero de la metáfora... Siempre estamos hablando de disfraces que nos permitan echar a correr en libertad para huir de un lenguaje que hable a través de nosotros mismos. Gracias a la represión, la palabra se hace fuerte por aparecer allí donde ¿no? debería estar: en el último rincón de la cadena de la elipsis. La ligazón metonímica, donde reposa todo ese efecto metafórico, nos permitirá hallar la belleza de esa poquedad de sentido, causada por la alusión a otra cosa.
Veamos el intento de una misma idea en dos textos diferentes:
Texto 1: "La degradación del lenguaje (político) es síntoma de (paralela a) la degradación social (humana).
Texto 2: "Las estructuras lingüísticas convertidas en clichés de la siniestra repetición retórica forman ante nuestros ojos largas hileras de consabidos bufones del del destino humano".
Pues bien, entiendo que sólamente sirve la imagen metafórica, ya que, en lugar de 'definir', de encerrar, muestra una percepción particular del hecho que se abre en todas las direcciones. Esto intenta decir que sólo un mensaje esencialmente ambiguo será capaz de comunicar de forma exacta un sentimiento, un delirio, ya que libera a las palabras de los grilletes que les impedían insinuar.
Se trata de un trabajo clandestino, ilegal, realizado a escondidas del lenguaje, paseándonos delante de él para que pueda vernos, pero no permitiendo que averigüe bien quiénes somos.
Tal vez me esté confundiendo con la poesía, pero esta no es otra cosa que el arte de la comunicación veraz, en el cual el lector/analista debe captar el "denotatum" global, los puntos de intersección del discurso donde se esconden las "descargas informativas". Hablo de semiótica al hablar de poesía si entiendo las palabras de Novalis: "Puro poder evocador de la poesía como arte del sentido vago y del significado impreciso". Y también las de Mallarmé: "Es preciso evitar que un sentido único se imponga de golpe".
Lacan dice a su vez: "El significante por su naturaleza anticipa el sentido desplegando en cierto modo ante él mismo su dimensión. Como se ve en el nivel de la frase cuando se la interrumpe antes del término significativo: 'yo nunca...'; 'en todo caso...' No por eso tiene menos sentido, y tanto más oprimente cuanto que se basta para hacerse esperar. De donde puede decirse que es en la cadena del significante donde el sentido insiste, pero que ninguno de los elementos de la cadena consiste en la significación..." (11)
Y es que la palabra que sufre en su viaje desde aquella otredad debe enseñarnos con su dolor la única forma de comunicar algo a través de la máscara. Si hay que hacer una interpretación de habla, no podemos olvidar por ello que, al hablar nosotros mismos, no deberíamos reducir los infinitos órdenes de nuestra vida, ni vestir de domingo a palabras que, a lo peor, no son otra cosa que siniestras repeticiones. Utilizar la barra indestructible que opone el significante y el significado para intentar 'decir', "porque ahí les muestro (dice Lacan) dónde empiezan los poderes del lenguaje" (12).
Lenguaje que debiera ser minado desde su interior para hacer saltar por los aires los maravillosos dones que posee.
Al final, sólo la poesía queda.
NOTAS:
1. Mariano José de Larra, 'En este país'
2. Samuel Beckett, 'El innombrable'
3. Jacques Lacan, 'Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis'
4. Manuel Vázquez Montalbán, 'Asesinato en el Comité Central'
5. Jacques Lacan, 'La dirección de la cura y los principios de su poder'
6. Umberto Eco, 'La estructura ausente'
7. Gustavo Adlofo Bécquer, 'Introducción sinfónica'
8. Guy Rosolato, "La oscilación metáforo-metonímica", 'Puntualizaciones psicoanalíticas'
9. Jacques Lacan, 'Función y campo...'
10. Cita referida a una frase que multitud de psicoanalistas tienen en común
11. Jacques Lacan, 'La instancia de la letra en el inconsciente'
12. Jacques Lacan, 'Función y campo...'
Jacques Allan Miller, en su introducción a la Jornadas de Psicoanálisis, Málaga, 1987, afirma haberse situado, durante algún tiempo, en el lugar destinado al espectador de a pie para, una vez allí, reflexionar sobre las palabras que, desde el escenario de una tarima psicoanalítica, llegan a sus oídos. Al escuchar desde afuera, piensa que lo que oye son las palabras que se pasan unos a otros, los miembros de una secta. Con estas palabras se entienden, aunque nunca se pongan de acuerdo, dice, los miembros de esa secta.
Se trata de un código particular con el que esta gente rara se maneja. Comienza a establecerse la existencia de una lengua nueva, de una lengua aparte, que hay que aprender, aunque nunca se llegue a entender completamente, entrando a formar parte del juego la confianza o desconfianza en estos discursos especiales. Lo importante es que ese parto inesperado de una nueva lengua puede abrir una preciosa brecha de desorientación en la que sentarse para leer a Lacan.
Constante situación de análisis. Analizar "de dónde proceden esas frases que me salen de la boca y qué significan" (2), análisis lingüísticos de textos que son teoría. Análisis de una lengua, de una lengua... sigue temblando en las manos la idea de un dialecto pequeñito que ha llegado a convertirse en un idioma. Si todo lo que ocurre son palabras y"el síntoma se resuelve por un análisis de lenguaje" (3), tendré que preguntar muchas cosas a los usuarios de la nueva lengua acerca del léxico y de las variantes sintácticas más características, acerca del origen y evolución de conceptos y palabras.
Hay palabras que atraen por sí solas. Una de ellas es 'secta'. Una tribu que posee su propio código lingüístico; quizá, las palabras de su código sean especiales, quizá no sufran el paso de los años, pero antes de adoptar un lenguaje o de adaptarse a un lengaje es preferible negar esa posibilidad.
Tribu que domina sus claves lingüísticas de comunicación y de distinción, de información y de contraseña. Yo conozco las palabras de este libro, tú no las conoces. Yo soy de aquí, tú eres extraño. El poder del análisis, la ancianidad del análisis.
Un personaje de Manuel Vázquez Montalbán, miembro del Comité Central del P.C.E., renovador y en malas relaciones con la "vieja guardia", a propósito de estos dice: "No es que me tengan manía, pero hablamos lenguajes diferentes. Yo, jamás empleo palabras como 'condiciones objetivas', 'tejido social', 'la clase obrera paga el precio de la crisis', ¿comprendes? No es que no crea en la verdad que hay detrás de todo este lenguaje, pero me esfuerzo en buscar sinónimos. En toda tribu no hay nada tan alarmante como las violaciones del código lingüístico" (4).
Cuando Lacan dice: "Son conmovedores los esfuerzos de un autor para intentar forzar la teoría de la forma a fin de encontrar en ella la metáfora que le permita expresar..." (5), ¿acaso no significa esto una invitación a que "sometamos a prueba la forma significante para ver hasta que punto resiste la introducción de nuevos sentidos mediante códigos de enriquecimiento?" (6). Es el grito ancestral que lanzamos contra el lenguaje, contra nuestro cuerpo; es el quejido eterno del poeta romántico: "¡Ay, que entre el mundo de la idea y el de la forma existe un abismo que sólo puede salvar la palabra, y la palabra, tímida y perezosa, se niega a secundar sus esfuerzos!" (7)
Las palabras se gastan y se van; los signos se pierden; quizás podamos alargarlos haciéndolos aparecer allí donde no pueden estar, provocando péndulos de ciclos de significación ubicados en la "oscilación metáforo-metonímica", oscilación que provoca el placer estético de pensar, el placer de llegar a un lugar del que tienes que partir enseguida, precisamente porque acabas de llegar. A fin de cuentas, las palabras me atraen tanto por el temor que tengo a perderlas. Y si "la palabra es presencia hecha de ausencia" (de forma descarada), ¿qué ocurre cuando se hace realmente presente en el corazón superficial de todos nosotros, que estrujamos la palabra, olvidando que no vale nada en sí misma, sino en su relación con algo que no tenemos?
Y todo pensando en esa lengua nueva de la que hablaba Miller, en ese idioma particular con el que se entienden estos habitantes de no sé bien qué tierra. ¿Qué características tiene el léxico de esa lengua? ¿Hasta qué punto existe, o no, el miedo a la represión de las palabras, a la oscuridad de sus cárceles? Si es una lengua tendrá un habla que será, a la vez, causa y consecuencia de la la lengua. ¿Cómo se plantea el trabajo con la 'parole' salvaje para escupir a la 'langue' en la cara? ¿Se puede intentar romper terminologías para seguir andando, o es preferible abrigarse con la ropa de alguna sagrada escritura y así poder lanzar desde un púlpito: "No lo digo yo, lo dice Lacan" (10).
Mis preguntas tienen un carácter sinceramente ingenuo desde mis recientes y torpes lecturas de la metáfora de Lacan. Una metáfora forzada a un uso altamente frecuente se aquilosa y se convierte en catacresis. Pero lo que se puede tambalear no es simplemente una cuestión de léxico, una cuestión puramente terminológica. Quizá, lo más dudoso se nuestra manera de andar sobre las palabras que, en peregrinación, caminan hacia el intento de significar.
Y es aquí donde Lacan enseña a través del estilo de su escritura, que es, en realidad, lo que en primer lugar llama poderosamente la atención. ¿Por qué esos giros, esas imágenes metafóricas, y es constante uso de la lítote como eje retórico (hermenéutico, al mismo tiempo) fundamental?
La intención parece clara cuanto más oscura se presenta la noche. Y esto no significa, evidentemente, que yo sea capaz de encender la luz en un texto que a todas luces es oscuro, pero sí reflexionar sobre la forma de unas palabras, sentado en una mirada oblicua que se sitúa no muy cerca del papel.
En un supuesto análisis de una lengua viva, el sujeto idioma invitado a hablar, no mostraría tampoco más libertad en lo que nos contara, seguramente por el temor a la llegada de una palabra plena que desnudara las palabras/partes gastadas de su cuerpo, escondidas antes en la cotidianidad de su uso. Los jeroglíficos del antiguo Egipto, el inconsciente tiene la estructura del lenguaje, el sueño camina por el sendero de la metáfora... Siempre estamos hablando de disfraces que nos permitan echar a correr en libertad para huir de un lenguaje que hable a través de nosotros mismos. Gracias a la represión, la palabra se hace fuerte por aparecer allí donde ¿no? debería estar: en el último rincón de la cadena de la elipsis. La ligazón metonímica, donde reposa todo ese efecto metafórico, nos permitirá hallar la belleza de esa poquedad de sentido, causada por la alusión a otra cosa.
Veamos el intento de una misma idea en dos textos diferentes:
Texto 1: "La degradación del lenguaje (político) es síntoma de (paralela a) la degradación social (humana).
Texto 2: "Las estructuras lingüísticas convertidas en clichés de la siniestra repetición retórica forman ante nuestros ojos largas hileras de consabidos bufones del del destino humano".
Pues bien, entiendo que sólamente sirve la imagen metafórica, ya que, en lugar de 'definir', de encerrar, muestra una percepción particular del hecho que se abre en todas las direcciones. Esto intenta decir que sólo un mensaje esencialmente ambiguo será capaz de comunicar de forma exacta un sentimiento, un delirio, ya que libera a las palabras de los grilletes que les impedían insinuar.
Se trata de un trabajo clandestino, ilegal, realizado a escondidas del lenguaje, paseándonos delante de él para que pueda vernos, pero no permitiendo que averigüe bien quiénes somos.
Tal vez me esté confundiendo con la poesía, pero esta no es otra cosa que el arte de la comunicación veraz, en el cual el lector/analista debe captar el "denotatum" global, los puntos de intersección del discurso donde se esconden las "descargas informativas". Hablo de semiótica al hablar de poesía si entiendo las palabras de Novalis: "Puro poder evocador de la poesía como arte del sentido vago y del significado impreciso". Y también las de Mallarmé: "Es preciso evitar que un sentido único se imponga de golpe".
Lacan dice a su vez: "El significante por su naturaleza anticipa el sentido desplegando en cierto modo ante él mismo su dimensión. Como se ve en el nivel de la frase cuando se la interrumpe antes del término significativo: 'yo nunca...'; 'en todo caso...' No por eso tiene menos sentido, y tanto más oprimente cuanto que se basta para hacerse esperar. De donde puede decirse que es en la cadena del significante donde el sentido insiste, pero que ninguno de los elementos de la cadena consiste en la significación..." (11)
Y es que la palabra que sufre en su viaje desde aquella otredad debe enseñarnos con su dolor la única forma de comunicar algo a través de la máscara. Si hay que hacer una interpretación de habla, no podemos olvidar por ello que, al hablar nosotros mismos, no deberíamos reducir los infinitos órdenes de nuestra vida, ni vestir de domingo a palabras que, a lo peor, no son otra cosa que siniestras repeticiones. Utilizar la barra indestructible que opone el significante y el significado para intentar 'decir', "porque ahí les muestro (dice Lacan) dónde empiezan los poderes del lenguaje" (12).
Lenguaje que debiera ser minado desde su interior para hacer saltar por los aires los maravillosos dones que posee.
Al final, sólo la poesía queda.
NOTAS:
1. Mariano José de Larra, 'En este país'
2. Samuel Beckett, 'El innombrable'
3. Jacques Lacan, 'Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis'
4. Manuel Vázquez Montalbán, 'Asesinato en el Comité Central'
5. Jacques Lacan, 'La dirección de la cura y los principios de su poder'
6. Umberto Eco, 'La estructura ausente'
7. Gustavo Adlofo Bécquer, 'Introducción sinfónica'
8. Guy Rosolato, "La oscilación metáforo-metonímica", 'Puntualizaciones psicoanalíticas'
9. Jacques Lacan, 'Función y campo...'
10. Cita referida a una frase que multitud de psicoanalistas tienen en común
11. Jacques Lacan, 'La instancia de la letra en el inconsciente'
12. Jacques Lacan, 'Función y campo...'