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PRESENTACIÓN DE JUAN CARLOS MESTRE, IES CRISTÓBAL COLÓN

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"... el poeta Mestre corre tras las palabras, y encuentra lugares escondidos que siembre habían estado ahí, tapados, gritando... las imágenes irracionales, los hallazgos visionarios, nos sirven de puente real para que, por entre los arbustos de lo soñado, se abran rendijas que muestran los necesarios latigazos sociales, que asientan orgullosos la contundencia del poema"

Juan Carlos Mestre y Luis Enrique Ibáñez

"Si es verdad, como dice el poeta, que vemos “...migas en la mesa para que nadie recuerde el hambre”... nosotros sabemos que, al menos, nos queda la poesía, nos queda la palabra"



PRESENTACIÓN DE JUAN CARLOS MESTRE

IES CRISTÓBAL COLÓN, 24-02-2015

Este señor, aquí, a mi derecha, es una persona impresentable… lo que quiero decir es que la trascendencia y envergadura de su obra es tan enorme, tan extensa, que no tendríamos tiempo para poder presentarle como es debido. Ya sabéis, además, que la sabia autoridad ha prohibido dedicar demasiado tiempo a la poesía. Por eso, este señor es impresentable.

Este hombre que está aquí sentado a mi lado se llama Juan Carlos Mestre, y tampoco es de fiar. Se junta con gente rara, David Villanueva, Antonio Gamoneda, Amancio Prada… además hace grabados, imagina música y, sobre todo, junta palabras, las vuelve locas, a ellas, al lenguaje, a nosotros. Y encima, se permite el lujo de emocionarnos. No, definitivamente, no es de fiar. Por eso está aquí, porque estamos cansados de la gente que es de fiar, de la gente de orden. Bienvenido.

Si el año pasado fueron Luis Alberto de Cuenca y Zhivka Baltadzhieva los que nos honraron con su presencia, este año llega, con su atávica fuerza, la palabra de Juan Carlos Mestre, Premio Nacional de Poesía. Nosotros, como seguimos pegados al Club de los Ilusos, de los que siempre pierden, seguimos pensando que en estos tiempos que tanto hieren, en estos tiempos de estafa, de estafa del lenguaje, esa que siempre es la primera, después vienen las demás, que en estos tiempos, digo, la poesía puede constituir un modo de resistencia ante tanta usurpación. Es, creemos, como si volviéramos la cabeza una y otra vez cuando Ellosnos enfrentan el código mentiroso de su discurso oficial. Es ahí donde la poesía, el baile primigenio con las palabras, nos ofrece la posibilidad de habitar una trinchera, una trinchera desde la que poder plantear, con música, esa guerra de guerrillas, esa lucha humana que podría preservar con rabia lo que realmente somos: seres que hablan, seres que aman las palabras y a ellas se agarran... porque no tenemos otra cosa, somos palabras, somos poesía.

Por eso vamos a seguir empeñados en traer la poesía a estos lugares estrafalarios, a estas reliquias que, aunque pobres y despreciadas, podrían mantener el camino de la luciérnaga, a estos espacios que algunos quieren olvidar, estoy hablando de los institutos públicos, hablo del instituto Cristóbal Colón, del Doñana, hablo de pueblo que llueve y que quiere refugiarse de la tormenta, allí donde puede, en el relato, en la palabra.

Antes dije, preservar lo que realmente somos, y es que de verdad pienso que la ficción, la narrativa, pongamos, es la única que realmente puede, si no cambiarla, sí comunicar la realidad, informar de todo lo que pasa, de todo lo que ocurre, los otros medios, los oficiales, no lo van a hacer, y lo sabemos. Pero la poesía, la poesía es, además, otra cosa, es el combate fraternal con las palabras, el que tiene, además, otra función definitiva, fundacional, mantener vivo el lenguaje, rescatarlo de las tienduchas mediáticas que día tras día lo prostituyen. 

Se trata, nada más y nada menos, de rescatar los significantes antiguos, fundar significados nuevos para ese futuro que nos está llamando, que nos llama, incluso cuando vemos la tele, incluso cuando escuchamos, como si fueran la verdad, las memeces sin sentido de un telediario para tontos.

Cuando a José Hierro la preguntaban por la creación poética, por el problema poético, el solía hablar de la insuficiencia del lenguaje. Afirmaba que cuando quería expresar un sentimiento, un algo, acudía a la supuesta palabra para ese algo, y no, no era ella, no era eso lo que él quería decir.

Mucho antes, Gustavo Adolfo Bécquer ya había confirmado la terrible y retadora escisión existente entre la idea y la palabra, “Pero, ¡ay, que entre el mundo de la idea y el de la forma existe un abismo que sólo puede salvar la palabra; y la palabra, tímida y perezosa, se niega a secundar sus esfuerzos…

Creemos que es por ello, por salvar ese obstáculo ancestral, por lo que Juan Carlos Mestre acude voraz a esas imágenes oníricas que despliegan su fuerza demoledora como un torrente lingüístico acabado de nacer. Juan Carlos Mestre es sabedor de que la palabra poética, combinando sonidos y palabras, poniendo en relación frases que en principio no tienen nada en común, además de comunicar un posible sentido, debe, esa palabra poética, provocar una emoción inusitada, un impacto, un extrañamiento creativo que el lector activo, ese que demandaba Vila-Matas, acogerá para poner en marcha, no sólo el sentimiento, sino también el pensamiento. Aunque, tal vez, sean la misma cosa.

Desde esa pista del surrealismo inteligente, el poeta Mestre corre tras las palabras, y encuentra lugares escondidos que siembre habían estado ahí, tapados, gritando. Porque las imágenes irracionales, los hallazgos visionarios nos sirven de puente real para que, por entre los arbustos de lo soñado, se abran rendijas que muestran los necesarios latigazos sociales, que asientan orgullosos la contundencia del poema.

Así, por ejemplo, entre “idioma obediente a un baúl de aritmética” y “máscara sobre la máscara muerta, montería de sombras… palacios del anochecer”, se nos dispara “época elegida por la usura de un halconero y un déspota… la docilidad del lacayo”, nuestra docilidad (‘Diván de los dóciles’).

O, mientras “la lluvia se precipita sin piedad sobre el penal de Coronel donde escribe Arinda”, y mientras “los helicópteros giran día y noche como grandes pájaros rumiantes”, “las palabras que caen del cielo son recogidas por los mendigos / Y puestas en lugar apropiado junto a las oraciones que / no son escuchadas por ningún dios” ('Metamorfosis de la rebeldía')

La poesía de Mestre se muestra fiel a esa máxima de la que hablaba Gim Ferrer, según la cual la renovación de las expectativas ideológicas sólo puede llegar abrazada a una insobornable renovación de las expectativas formales: ruptura ideológica a través, siempre, envuelta, siempre, en la ruptura formal.

Por consiguiente, su código poético se aleja de lo plano, de lo mostrado. Su decir distinto consiste, a nuestro entender, en lanzar flechazos de significación inaudita, demandada, que, además, ponen en cuestión la validez del propio lenguaje. Y no sé si esto es admitir, con audaz rabia, lo que hace unos días afirmaba Angélica Liddell, que “la poesía es la rebelión contra el Estado”, quizá no por social, sino, aún más profundo, por poner en duda el lenguaje oficial.

Si es verdad, como dice el poeta, que vemos “...migas en la mesa para que nadie recuerde el hambre”. Si es verdad que “A eso vienen la precariedad y el miedo... a domesticar a los dolientes con las sobras de la duración”, nosotros sabemos que, al menos, nos queda la poesía, nos queda la palabra.

Gracias por estar aquí, suya es esa palabra.

Luis Enrique Ibáñez


ENTRADA RELACIONADA:


("... el gran botín de la cultura pasa necesariamente para los amos por quitarnos aquello que tenemos los ciudadanos libres, la herramienta más democrática que tenemos los ciudadanos para enfrentarse a la defensa de los recortes contra los recortes de los derechos civiles... las palabras han sido hechas precisamente para ampliarnos los horizontes significativos... una persona sin lenguaje merma su capacidad... las palabras nos hacen, no sólo menos tontos, nos hacen esencialmente más libres...")

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("Doliente e intimista, oficia de escudero de palabras la queja subterránea del viejo acordeón; meandros sosegados de música que van a confluir y a alimentar el río acariciante de su prosa: una balsa serena y penetrante que curva de improviso su corriente y se dispara en un torrente de imágenes, metáforas, figuras, juegos, giros, que nos elevan libres y entusiastas por encima del fango y los dolores en que chapoteamos a diario, haciéndonos caer en lo divino que el hombre lleva guardado en sus entrañas")



(Fragmento sugerido por Lidia Cerro, profesora de Lengua y Literatura en el IES Cristóbal Colón... en el Departamento de Lengua y Literatura seguimos preparando la visita de Juan Carlos Mestre. "No me arrepiento de nada ni de nadie... He sido parcial con los vencidos.. He vagado por ahí, irrevocable, alegre, desmedido, he ofendido con voluntad a los jerarcas y al atónito perpetuo en su torre de herrumbre... Me contradigo siempre, la certeza es la sombra de un delito. De vez en cuando me asocio con proscritos...")

("Cavalo Morto es un lugar que existe en un poema de Lèdo Ivo. Un poema de Lèdo Ivo es una luciérnaga que busca una moneda perdida. Cada moneda perdida es una golondrina de espaldas posada sobre la luz de un pararrayos... En Cavalo Morto cuando muere un caballo se llama a Lèdo Ivo para que lo resucite... cuando muere Lèdo Ivo llaman al sastre de las mariposas para que lo resucite... los recuerdos hermosos son fugaces como las ardillas... y Cavalo Morto es un lugar que no existe")

(Y es que no puede haber acción sin lenguaje, y de este, al parecer, ya hemos sido desposeídos. La poesía queda. "Época elegida por la usura de un halconero y un déspota, época cuya virtud es el otro y la docilidad del lacayo... " "Donde las palabras que caen del cielo son recogidas por los mendigos Y puestas en lugar apropiado junto a las oraciones que no son escuchadas por ningún dios..." "Y los hombres bien educados le volarán la tapa de los sesos al primero que atraviese la cerca")

LAS CABALLERIZAS DEL OLVIDO 

("... Han muerto todas las ideas capaces de sostener un sueño... La única raza ha desahuciado al inquilino en el propio domicilio de su cráneo...")


HOSPITAL DE ANÓNIMOS 

("... Piensan en los jueces implicados en la farsa de la verdad y en los paritorios de las ratas... No piensan en el refugio de esquiadores, ni en la soleada mañana de los hombres ricos... Ya se sabe todo lo demás, la eternidad de los fruteros, las rosas vulgares")








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